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Antecedentes
La batalla de Cunaxa fue un enfrentamiento armado que tuvo lugar el 3 de septiembre del 401 AC en Cunaxa, aldea a unos 70 km al norte de Babilonia, entre los ejércitos del rey persa Artajerjes II y del hermano menor del rey, el príncipe Ciro el Joven.
Con esta batalla, Ciro pretendía la muerte de su hermano para convertirse en el nuevo rey, probablemente como venganza por la conjura palaciega que lo había llevado a la cárcel tres años antes por decisión de Artajerjes, fruto de la lucha sucesoria tras la muerte del padre de ambos.
Ciro contrató y reunió a un gran número de tropas, de entre las que destacaban por encima de todas los mercenarios griegos que pasarán a la historia con el nombre de los Diez Mil descritos en el Anábasis de Jenofonte que en realidad fueron 10.400 hoplitas y 2.500 peltastas mercenarios, a los que se unieron en Issos 700 hoplitas espartanos y 400 griegos. Su ejército se estima además de los griegos en 50.000 infantes ligeros, 600 jinetes de caballería pesada y 2.000 de caballería ligera.
Por su parte Artajerjes desplegó un ejército de 100.000 infantes más 20.000 de caballería ligera, 10.000 de caballería pesada y 150 carros falcados.
Ambos ejércitos se enfrentan en Cunaxa y desplegaron en la margen derecha del río Éufrates, Ciro al norte y su hermano al sur. El ejército de Artajerjes era tan grande comparado con el de su hermano, que el de Ciro apenas llegaba a cubrir la mitad del frente de batalla una vez desplegados.
Despliegue de fuerzas
Ciro tenía apoyado su flanco derecho en el río Éufrates. Su ala izquierda estaba formada por caballería ligera (1.000), en el centro-derecha los griegos (15.000) bajo el mando de Clearco, en el centro la caballería pesada bajo el propio Ciro (600), en el centro-izquierda la infantería persa (40.000) bajo Arieo, y en el ala izquierda con caballería ligera (1.000).
El plan de batalla de Ciro era cargar directamente contra la posición de Artajerjes con la intención de matarlo, con la esperanza de que si lo lograba, cesaría la resistencia del ejército enemigo.
Artajerjes desplegó su ejército con el flaco izquierdo al mando de Tisafernes, con un contingente de caballería pesada pegado al río, a continuación los infantes persas y medos, y delante los carros de guerra. El centro del ejército lo mandaba el propio Artajerjes con infantería ligera y pesada, y detrás la caballería pesada de su escolta. En el flanco derecho se situó Artabaces con las fuerzas asirias y babilónicas con infantería ligera y toda la caballería ligera.
Desarrollo de la batalla
Los griegos iniciaron las hostilidades avanzando contra el flanco derecho compuesto por medos y persas al mando de Tisafernes. Cuando ya no mediaban más que 450 a 550 metros entre ellos, los griegos cargaron a la carrera obligando a retirarse a los persas y provocando el pánico en los arqueros y carros enemigos, quienes pronto se pusieron en fuga, arrastrando con ellos a la infantería.
Los mercenarios se dispusieron a perseguir a los huidos. Mientras tanto, Artajerjes había ordenado el movimiento de su caballería ligera del flanco derecho para intentar rodear por completo al ejército de Ciro.
Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Ciro se dispuso a ejecutar el plan de batalla que tenía previsto de antemano, cargar directamente contra la posición de Artajerjes con la intención de matarlo.
Ciro reunió a 600 jinetes pesados de su escolta y cargó personalmente en un ataque directo contra el lugar en el que divisaba a su hermano Artajerjes. Era una carga suicida, ya que el rey de reyes se encontraba rodeado de miles de soldados del centro persa. Los 600 de Ciro cabalgaron exprimiendo al máximo sus monturas.
Chocaron contra el enemigo y, sin detenerse a luchar, continuaron su demoledor avance hacia su objetivo con sorprendente éxito. Por fin alcanzaron a Artajerjes, que a su vez atacó con su guardia montada. Las fuentes cuentan que Ciro, diestro jinete, logró alcanzar y herir a su hermano con la lanza. Pero las fuerzas enemigas arreciaban ya al lugar. Artajerjes se puso a salvo mientras sus tropas masacraban a los 600 de su escolta, un soldado persa alcanzo a Ciro en la cabeza con una jabalina, le desmonto y otro soldado le dio muerte. Sobre el mismo terreno cortaron a Ciro la cabeza y la mano derecha. Tras este hecho, el ejército de Ciro quedó en manos de Arieo, quien ordenó retirada general, llegando a atravesar su propio campamento en la huida.
Los persas de Artajerjes saquearon a placer el campamento enemigo hasta que allí llegó Tisafernes, quien con una hábil maniobra con su caballería había logrado rebasar las líneas de los griegos mercenarios para huir. Tisafernes relató a Artajerjes la victoria de los griegos en su flanco y la persecución que estaban llevando a cabo, lo que llevó al rey a ordenar el reagrupamiento de parte de sus fuerzas para dar caza a los mercenarios.
Los griegos viendo avanzar a los persas se situaron de espaldas al río para proteger su flanco, y rechazaron la carga persa, derrotándolos les persiguieron hasta Cunaxa, la caballería de estos hizo un último intento de detenerlos, pero la hicieron retroceder en desorden.
Secuelas
Al caer la noche sobre el campo de batalla los griegos se retiraron a su campamento original para descubrir que había sido saqueado por el enemigo. Por lo que a ellos tocaba, habían vencido en todas partes y no comprendían donde podían estar Ciro y sus hombres.
No se dieron cuenta de la triste realidad hasta la mañana siguiente. Entonces supieron que Ciro había muerto y que ellos se encontraban profundamente atrapados en el Imperio Persa y aislados de toda fuente de suministros.
La batalla y la retirada de los mercenarios griegos fue narrada por Jenofonte en su obra el Anábasis.