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División de la del Imperio hitita
Tradicionalmente, la historia del Imperio hitita se ha dividido en cuatro periodos:
- Periodo Temprano (1850-1680 AC) la llegada a Anatolia y primeras rivalidades.
- Reino Antiguo (1680-1500 AC), donde edificaron un poderoso reino.
- Reino Medio (1500-1450), una etapa bastante oscura y con cierta decadencia. Y el
- Reino Nuevo (1450-1190), donde alcanzan la categoría de imperio y su máxima expansión.
Periodo Temprano hitita (1850-1680 AC)
Estos revelan una rivalidad dentro de dos ramas de la familia real hasta el Reino Antiguo. Una rama norte basada primero en Zalpuwa y secundariamente Hattusa, y una rama sur basada en Kussara (aún no encontrada) y la antigua colonia asiria de Kanesh. Los norteños conservaron el lenguaje y se aislaron los nombres hititas, y los sureños adoptaron nombres indoeuropeos hititas y luvitas.
Zalpuwa atacó por primera vez a Kanesh bajo Uhna en 1833 AC. Durante ese período kārum, cuando la colonia mercantil del Antiguo Imperio Asirio florecía en el lugar, y antes de la conquista de Pithana, los siguientes reyes locales reinaron en Kaneš: Ḫurmili (antes de 1790 AC), Paḫanu (en 1790 AC), Inar (1790-1775) y Waršama (1775-1750 AC).
Pithana (1745-1720 AC), el rey de Kussara, conquistó la vecina Kanesh, esta conquista tuvo lugar sobre el 1750 AC. Sin embargo, Anitta, el hijo de Pithana continuó donde su padre lo dejó y conquistó varias ciudades del norte: entre ellas Hattusa, a la que maldijo, y también Zalpuwa.
Anitta fue sucedido por Zuzzu (1720-1710 AC); pero en algún momento de 1710-1705 AC, Kanesh fue destruida, llevándose consigo el sistema de comercio de comerciantes asirios de larga data. Una familia noble de Kussaran sobrevivió para disputar la familia Zalpuwan/Hattusa.
Mientras tanto, los señores de Zalpa seguían viviendo. Huzziya I, descendiente de un Huzziya de Zalpa, se hizo cargo de Hatti. Su yerno Labarna I, un sureño de Hurma (entonces Kalburabastı) usurpó el trono, pero se aseguró de adoptar al nieto de Huzziya, Ḫattušili, como su propio hijo y heredero.
Reino Antiguo hitita (1680-1450 AC)
El Reino Antiguo duró de 1680 al 1430 AC. Se corresponde con las fases iniciales del reino de Hattusa, que pasó de ser un pequeño principado a potencia con intereses en Asia Menor y Siria. En este periodo cedió sin embargo poder y protagonismo a Mitani.
La mayor parte de lo que se sabe de los reyes de los hititas se debe a uno de ellos, Telepinu, que escribió 150 años después del inicio de este periodo un edicto encaminado a justificar la necesidad de sus reformas. Este constaba de una introducción histórica al origen del poder hitita, en la que se menciona a tres monarcas: Labarna, Hattusili I y Mursili I.
Labarna (1680-1650 AC)
Fue considerado el verdadero fundador del Imperio hitita. Este agrupó a las diferentes ciudades-estado y los pequeños reinos bajo una autoridad central y ensanchó las fronteras del recién creado reino hacia el oeste y hacia los mares Negro y Mediterráneo. También es posible que consolidara la institución de la monarquía al dictar disposiciones que garantizaran la sucesión. Instaló a sus hijos como gobernadores en varias ciudades, incluidas Tuwanuwa, Hupisna, Landa y Lusna (las identidades de estas ciudades son inciertas, pero se cree que quizás sean Tyana, Heraclea Cybistra, Laranda y Lystra. El nombre de Labarna se usó con posterioridad como sinónimo de «rey», lo que ha llevado a algunos historiadores a dudar de su existencia.
Hattusili I (1650-1620 AC)
Pudo apoyarse en la base política que Labarna le legó, para lanzar numerosas campañas militares, principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte, trasladó la capital de Neša (Kaneš, cerca de la actual Kültepe) a Hattusa que se convertiría en la capital de los hititas, que se iba a mantener en esa ciudad hasta el final del Imperio (excepto durante un breve periodo del Reino Nuevo). Hattusili, en un testamento que se ha conservado, repudió a su hijo, y nombró sucesor a Mursili I, su nieto, a quien también nombró hijo adoptivo.
En 1650 AC una obra épica narra que durante el reinado de Hattusil I, durante el asedio de Urshu al sur de Anatolia, una fuerza de 30 carros del rey se enfrenta a 80 de sus oponentes hurritas.
Mursili I (1620-1590 AC)
Estrechó los lazos que unían a las ciudades-estado e incorporó estas al reino hitita. Expandió aún más las fronteras. A modo de venganza, conquistó el reino de Yamhad y su capital Alepo (en cuya empresa había fracasado Hattusili), y derrotó a los hurritas.
Estas victorias convirtieron al reino hitita en una de las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de que, una vez conquistada Alepo (1595 AC), Mursili encabezó una expedición contra la ciudad de Babilonia en una marcha sin precedente de 2.000 km, tomó y saqueó la ciudad. Esa empresa fue más sorprendente que efectiva, pues la distancia impedía cualquier intento de control efectivo. El motivo de Mursili para atacar a Babilonia posiblemente fuera para obtener grano, porque las nubes volcánicas tras la erupción de Thera disminuyeron las cosechas de los hititas. Tras su marcha, el control de Babilonia pasó a manos de los kasitas, posibles aliados de los hititas, lo que provocó la caída de la dinastía amorrea.
En 1590 AC, poco después de su regreso, muere asesinado a manos de su cuñado y copero, Hantili I, primero de una serie de reyes de los que poco se sabe.
Hantili I (1590-1650 AC)
Comenzó su reinado continuando las campañas sirias que tanto éxito habían tenido en tiempos de Hattusili I y Mursili, pero pronto sufrió una serie de invasiones hurritas, que saquearon gran parte del reino hitita. Sus últimos años fueron testigos del asesinato de Pisseni y sus nietos por Zidanta, su yerno y cómplice en la conjura contra Mursili.
Zidanta I (1650-1550 AC)
Se sabe muy poco, fue asesinado por su hijo Ammuna.
Ammuna (1550- 1530 AC)
Los desórdenes dinásticos, unidos a una grave sequía, debilitaron mucho al reino, y permitieron a sus vecinos, sobre todo en Anatolia occidental, alzarse en armas contra los hititas. Esto condujo a la rebelión de algunas de las ciudades conquistadas por sus antecesores, como Tipiya, Hupisna, Parduwata o Hahha, lo que posiblemente privó a los hititas de las rutas a Siria y les hizo perder grandes territorios
Huzziya I (1530-1525 AC)
Durante esta época el país de Hatti, debido al poder y prestigio consolidados por Mursili, se mantuvo sin grandes modificaciones ni peligros, excepto en Siria, donde el creciente poderío de Mitani amenazaba las posiciones hititas. Además, durante esta época hacen su primera aparición documentada los kaskas, un conjunto de tribus bárbaras situadas al norte de Hattusa que se convirtieron durante toda la historia hitita en una permanente amenaza para la capital, que los hititas nunca fueron capaces de destruir totalmente.
Telepinu (1525 -1500 AC)
Destaca, entre otras cosas, por la documentación del sistema hereditario, con el que se proponía acabar con la anarquía de sus inmediatos antecesores. Según el edicto de Telepinu, la sucesión quedaba asegurada por el ascenso automático al trono del heredero varón escogido por el rey; la garantía del cumplimiento la tenía el panku, o consejo de nobles que controlaba las acciones del rey, pero en la práctica, al ser esta asamblea quien ratificaba al rey, las conspiraciones y traiciones se sucedieron, problemas que quedaron resueltos cuando Telpinu determinó una ley sucesoria.
El poder del rey le permitía exigir a cualquier ciudadano libre, medio día de trabajo personal no remunerado, además de otro tipo de prestaciones como entregas periódicas de ovejas y demás productos. La reina recibía el título de Tawananna y participaba del poder de sus maridos, lo que traía como consecuencia numerosos conflictos. Los hijos ilegítimos también tenían derecho a entrar en línea sucesoria, aunque, en la mayoría de los casos, cada rey entregaba distintos territorios para su gobierno a cada descendiente. Junto a este edicto, Telepinu hizo la primera gran codificación de las leyes hititas, que destacaban por la benignidad de los castigos y las numerosas innovaciones jurídicas.
Uno de los elementos más importantes de la monarquía hitita era el ya mencionado pankus, al cual Telepinu aseguró el derecho a la jurisdicción incluso ante el propio rey, ya que podía condenar a muerte a cualquier rey si se demostraba que este planeaba el asesinato de algún familiar. A diferencia del resto de dinastías de la zona, los reyes hititas no se atribuían una estirpe divina, de modo que el pankus también tenía una función legitimadora de la monarquía.
Gran parte de la población hitita de la época estaba compuesta por personas libres que trabajaban alrededor de aldeas administradas por un consejo de ancianos que tenía fundamentalmente una función de carácter jurídico. Estas instituciones, a cambio de gozar de cierta autonomía, estaban obligadas a contribuir con mano de obra al rey.
La estructura económica giraba en torno a los templos y palacios, que actuaban como centros coordinadores de la actividad comercial y artesanal. Los artesanos trabajaban a cambio de ser alimentados, motivo por el cual el palacio debía disponer de excedente agrícola, necesario para el funcionamiento de la economía hitita, hasta el punto de que a veces se recurría a colonos militares para garantizarlo.
Reino Medio o periodo Obscuro (1500-1450)
Durante los años siguientes al reinado de Telepinu, se produjo una disminución del poder hitita. El gobierno estuvo en manos de reyes que no pudieron evitar el ascenso y consolidación del poder de Mitani, que llegó a constituir una seria amenaza para el imperio hitita, arrebatándole diversos territorios en Siria.
Junto a esta relativa decadencia, se une una escasez de documentación que impide conocer casi nada acerca de los reyes de la época:
Alluwamna (1500-1490 AC)
Al parecer murió asesinado.
Hantili II (1490-1480 AC)
Durante su gobierno, los kaskas invadieron por primera vez el territorio hitita, conquistando Tiliura y Nerik, esta última muy importante desde el punto de vista religioso. Hantili II, al igual que Tahurwaili, renovó la alianza que Telepinu firmó con Kizzuwadna (reino hurrita). Fue sucedido por Zidanta II, cuya relación familiar con Hantili se desconoce.
Zidanta II (1480-70 AC)
Durante su gobierno es probable que hubiera una guerra entre el Imperio hitita y Kizzuwadna (reino hurrita), según se puede deducir del tratado de paz que firmaron posteriormente ambos estados y del que se han conservado fragmentos que demuestran la relativa debilidad de los hititas durante el periodo oscuro. Este fue el último tratado paritario firmado entre un rey hitita y un rey de Kizzuwadna. Fue sucedido por Huzziya, cuya parentesco mutuo es desconocido.
Huzziya II (1470-60 AC)
Se desconoce todo de su reinado, al parecer fue asesinado por su sucesor.
Muwatalli I (1460-50 AC)
Fue asesinado por dos funcionarios de palacio, Kantuzzili (supervisor de los carros de oro) y Himuili jefe de los sirvientes de palacio), descendientes de un anterior rey hitita. Este acto condujo a una breve guerra civil en la que Tudhaliya y sus partidarios se enfrentaron a Muwa, jefe de la guardia del rey anterior, y que se resolvió rápidamente a favor del nuevo rey.
Reino Nuevo (1450-1190 AC)
El Reino Nuevo es el periodo que va de 1380 a 1200 AC, en el cual el Imperio hitita alcanzó su máxima extensión y poderío, que mantuvo hasta la irrupción de los Pueblos del Mar, momento en el cual desapareció de la historia.
Tudhaliya II (1450-40 AC)
Accedió al poder tras el asesinato de Muwatalli I, sentando las bases del nuevo imperio. Tras sofocar una serie de rebeliones, se dirigió contra Arzawa (actual Licia) y Assuwa que durante la rebelión habían hostigado las fronteras. Tudhaliya derrotó a ambas coaliciones, la segunda de las cuales no vuelve a mencionarse en las crónicas hititas, y deportó a Hattusa gran número de soldados para asentarlos en diversos lugares de Hatti.
Mientras luchaba contra Assuwa, las tribus kaskas se levantaron en armas y atacaron Hatti. Tudhaliya los repelió, pero siguieron siendo un problema constante durante los siguientes años. Tras frenar la amenaza kaska, comenzó a recuperar terreno frente a Mitani, alcanzando Alepo.
Arnuwanda I (1440-20 AC)
Se convirtió en sucesor de Tudhaliya como su yerno. Comenzó su reinado bajo corregencia con Tudhaliya. Dirigió una expedición a Egipto para vengar a su hermano, que se había casado con la viuda de Tutankamón. Intentó proseguir la guerra con Mitani, pero tuvo que enfrentarse a una invasión kaska que solo pudo ser derrotada en tiempos de su sucesor.
Tudhaliya III (1480-1380 AC)
Logró someter gran parte de Anatolia Occidental (a veces llamada Arzawa) al dominio hitita.
Suppiluliuma I (1380-40)
Esta expansión permitió, durante el reinado , una campaña militar decisiva contra Mitani, en la que se saqueó su capital. Después de algunos años de guerra, los hititas fueron capaces de apoderarse de gran parte de Mitani y convertir el resto en un estado vasallo. La debilidad de Egipto, Babilonia y una Asiria que comenzaba su renacimiento facilitó a Suppiluliuma convertirse en la mayor potencia de la época, llegando a intentar una alianza matrimonial con Egipto, que fracasó al ser asesinado su hijo. La máxima expansión hitita se alcanza en 1335 AC con la anexión del reino de Mitani al que convirtieron en aliado, entrando en contacto con Egipto la otra potencia de su tiempo
Suppilliuma I creó dos virrenaitos (Alepo y Karkemish), y repartió gran parte de las tierras de este reino entre sus aliados. El resto de lo que antaño había sido el imperio de Mitani conservó su independencia como estado vasallo del imperio Hitita.
Arnuwanda II (1380-40 AC)
Sucedió a su padre Suppiluliuma, quien había sucumbido a la epidemia que los cautivos egipcios de su campaña de Canaán habían traído consigo al corazón hitita. Su hermano menor, Mursili, lo ayudó con las continuas luchas de Hatti contra las tierras de Kaska y Arzawa.
Confió a los hermanos Telepinu y Sharri los principados de Alepo y Karkemish habían cubierto las espaldas en el frente inestable del sirio-Mitanico, mientras que el hermano menor Mursili fue nombrado como Gal Mesedi, jefe de los guardias reales.
Arnuwanda murió, probablemente de la enfermedad que estaba azotando al país (1321). No fue sucedido por su hijo Tulpi (presumiblemente muerto o demasiado joven para reinar), ni siquiera sus dos hermanos intermedios, sino el más joven, que ascendió al trono a la edad de veinte años bajo el nombre de Mursili II
Mursili II (1339-06)
La ascensión al trono de un rey tan joven y tan poco experimentado provocó reacciones hostiles entre los kaskas, que ya habían iniciado una invasión en tiempos de su hermano, los reinos vasallos de Siria y los reinos de Arzawa en Anatolia occidental.
Los kaskas eran, probablemente, la amenaza más peligrosa, por su cercanía a la capital, Hattusa, por lo que Mursili se volvió primero contra ellos. Al cabo de dos años, logró rechazarlos. Con los kaskas temporalmente calmados, se volvió contra Arzawa, castigando a los instigadores de la coalición antihitita, los reinos de Arzawa Menor y del país del río Seha. Tras estas campañas en el oeste, Mursili tuvo que volver al norte, ya que los kaskas tenían un nuevo caudillo, Pihhuniya, de considerable habilidad política. Mursili logró derrotarlo y capturar algunos territorios al nordeste de Hattusa.
Calmado el norte y el oeste del país, Mursili, en el séptimo año de su reinado, pudo prestar toda la atención necesaria a los levantamientos en Siria. Con la ayuda de sus hermanos, los virreyes de Karkemish y Alepo, logró sofocar a los vasallos que no se habían mostrado leales y derrotar a una expedición egipcia en apoyo de los rebeldes. No obstante, la muerte del virrey de Karkemish, Sarri-Kusuh, poco tiempo después provocó más revueltas e incluso una invasión asiria, obligando a Mursili de nuevo a someter a todos los vasallos y expulsar a los asirios de Karkemish.
Tras lograr por fin la paz en Siria, Mursili hubo de enfrentarse a los frutos de haber dedicado su atención a la zona oriental del reino: más rebeliones en Arzawa, que sofocó con efectividad, hasta el punto de que probablemente sometió a todos los reinos de Arzawa, y nuevas invasiones kaskas, que también pudo repeler, aunque a un coste mayor. Para evitar nuevas rebeliones y repoblar el núcleo del estado hitita, gravemente afectado por la enfermedad que comenzó con su padre Suppiluliuma, Mursili instauró la práctica del traslado forzoso de población, que se convirtió en una práctica habitual de sus sucesores.
Durante su reinado la capital estuvo en Dattashshas; la capital tradicional quedó en manos de un funcionario de confianza.
Mursili destacó entre los reyes hititas por su religiosidad —creía que la epidemia que asoló el Imperio hitita, era un castigo de los dioses por el asesinato de su tío Tudhaliya III a manos de su padre, Suppiluliuma, y pidió perdón en numerosas ocasiones por ello. Además, parece que sufrió un ataque en los últimos años de su reinado, que le afectó al habla y que él también interpretó como una muestra del disgusto de los dioses.
A la muerte de Mursilis II le sucedió su hijo Muwattali.
Muwattalli II (1306-1272 AC)
Sucedió a su padre sin problemas. Al comienzo de su reinado tuvo que enfrentarse con ciertas rebeliones en Arzawa, lideradas por un noble hitita, Piyamaradu. Estas revueltas fueron sofocadas tras una serie de campañas exitosas, aunque Piyamaradu buscó refugio en los reinos vecinos, y continuó intentando alzar a los reinos de Anatolia Occidental en revuelta.
El ascenso en Egipto de la dinastía XIX hizo a Muwatalli temer por la seguridad de las posiciones hititas en el Levante y Siria. Para tratar de combatir el renacimiento egipcio, Muwatalli tomó la decisión de trasladar la capital a Tarhuntassa, situada más al sur, y por tanto, más cerca de los territorios amenazados por los egipcios y más lejos de los kaskas. Muwatalli encomendó la protección del norte del reino a su hermano Hattusili III, que logró arrebatar bastante territorio a los kaskas. Parece ser que mientras Muwatalli se preparaba para el choque contra Egipto, Adad-nirari I de Asiria capturó el reino de Mitani, que, por esta época, era solo una sombra de su antiguo poderío.
Con el ascenso al trono del enérgico Ramsés II en Egipto, la guerra se hizo inevitable. En el cuarto año de su gobierno, Ramsés II partió hacia Siria, y en el quinto año de su gobierno (que según el criterio cronológico en uso para los reyes hititas, fue el 1274 AC) tuvo lugar la batalla de Kadesh; aunque el resultado de esta batalla no está claro, parece que Ramsés II fue incapaz de realizar conquista alguna, mientras que los hititas lograron aumentar su red de vasallos en la zona.
Poco después de la batalla de Kadesh, Muwatalli falleció, dejando el trono para su hijo Urhi-Tesub, que gobernó con el nombre de Mursili III.
Mursili III o Urhi-Tesub (1272-67 AC)
Una vez asegurado en el trono, Urhi-Tesub volvió a llevar a la corte a Hattusa, restaurando la antigua capital a su elevada posición dentro del reino, aunque Tarhuntassa, no quedó abandonada, sino que siguió siendo una importante ciudad hitita, sede del hermano de Urhi-Tesub, Kurunta.
En política exterior, Urhi-Tesub heredó una guerra con Egipto en el Levante y Siria y la amenaza de una Asiria que había conquistado los restos de Mitani en el extremo oriental del reino. Debilitados los egipcios por la batalla de Kadesh en tiempos de su padre, Mursili III volcó su atención en Mitani, donde intento instaurar a un vasallo hitita, el rebelde Wasashatta, pero su iniciativa fracasó, y Mitani siguió bajo control asirio.
Los asirios capturaron Hanigalbat (Mitani), lo que debilitó gravemente su legitimidad para gobernar el Imperio hitita.
Mientras Mursili III fracasaba en Mitani, su tío Hattusili reconquistó Nerik, una de las ciudades santas de los hititas, perdida desde tiempos de Hantili II. Esto llevó a Urhi-Tesub a temer una rebelión de su tío, por lo que intentó despojarle de su cargo de administrador de varias provincias. Hattusili contemporizó durante un tiempo, pero luego pasó a una rebelión abierta, no dudando en utilizar a las tribus kaskas, enemigos tradicionales de los hititas.
Hatusilli derrotó rápidamente a Mursili III y arrebató el trono a su sobrino, luego subió al poder como Hattusili III.
Después de su victoria, Hattusili nombró al hermano o cuñado de Mursili, Kurunta, como rey vasallo de Tarhuntassa para ganarse la lealtad de este último.
Urhi-Tesub huyó a la corte de Ramsés II en Egipto, momento a partir del cual no se sabe nada de su vida.
Hattusili III (1267-37 AC)
Al subir al poder exigió a Ramsés II la extradición de su sobrino, pero este negó tener conocimiento del paradero de Mursili en su país y los dos imperios estuvieron peligrosamente cerca de la guerra. Sin embargo, ambos reyes finalmente decidieron resolver el problema haciendo la paz en el año 21 de Ramsés II, pactando la partición de Siria y casándose con la hija del faraón.
Alcanzó el trono con bastante experiencia de gobierno, y la aplicó en intentar lograr un reinado pacífico, para lo cual, nombró al hermano menor de Urhi-Tesub, su sobrino Kurunta, gobernador de Tarhuntassa. En el exterior cultivó buenas relaciones con Babilonia, con Egipto y con Asiria, reino al que reconoció el dominio sobre Mitani al negarse a apoyar al rebelde mitanno Sattuara II.
A pesar de sus intenciones pacíficas, tuvo que lidiar con los kaskas en el norte, y con un levantamiento en Arzawa, encabezada por el rebelde Piyamaradu (ya activo en tiempos de Muwatalli), siendo incapaz de obtener éxitos significativos.
A su muerte, fue sucedido por su hijo Tudhaliya IV, designado heredero en lugar del primogénito Nerikkaili, por razones que no están del todo claras.
Tudhaliya IV (1237-20 AC)
Los primeros problemas de Tudhaliya tuvieron que ver con las rebeliones en Arzawa que Hattusili había sido incapaz de apaciguar. Una enérgica intervención permitió a Tudhaliya sofocar las revueltas e instalar un régimen vasallo en Milawata, uno de los pocos reinos que aún se oponían abiertamente al Imperio hitita en Anatolia.
La amenaza más seria y duradera para los hititas era, sin embargo, Asiria. Con el ascenso al trono asirio de Tukulti-Ninurta I hubo guerra entre los dos estados, al intentar conquistar Tukulti-Ninurta las tierras de Nihriya, muy próximas a la frontera del Imperio hitita. Para responder a esta amenaza, Tudhaliya llevó su ejército a Nihriya, donde tuvo lugar la batalla de Nihriya que acabó en victoria asiria. Sin embargo, aparte del golpe al prestigio de Tudhaliya, no hubo excesivas consecuencias, ya que después de apoderarse de Nihriya, Tukulti-Ninurta se centró en la conquista de Babilonia.
Probablemente aprovechando las circunstancias de esta derrota hitita, Kurunta dio un golpe de estado en 1228 AC, que no fue definitivo, al recuperar Tudhaliya el gobierno en el mismo año. Sin embargo, todo lo que rodea a este golpe es un misterio, debido a la escasez de documentación relativa a Kuruntay es posible que el golpe no llegara a producirse. De cualquier forma, algún hermano de Kurunta, o el propio Kurunta, conservó el poder en Tarhuntassa durante todo el reino de Tudhaliya.
La segunda parte del reinado de Tudhaliya fue más exitosa, ya que logró imponer su dominio en Alasiya (Chipre), convirtiéndolo en estado vasallo, que pagaba su tributo en oro y cobre. Para asegurarse del cumplimiento de estas obligaciones, se nombró a un comandante militar de la ciudad, que gobernaba junto al rey. Alasiya (Chipre) era muy importante, porque controlaba el comercio en el Mediterráneo Oriental, incluyendo los indispensables suministros de materias primas que tanto necesitaban los hititas.
Al morir Tudhaliya, el trono pasó a su hijo, Arnuwanda III.
Arnuwanda III (1220-1207 AC)
Durante su reinado las tribus kaskas se apoderaron de muchas ciudades del norte de Hatti y que, por el oeste, su vasallo Madduwattas, príncipe de Zippashla-Khariyata, aliado de Attarishshiyas de Ahhiyawa, invadió Alashiya (Chipre) y se apoderó de la zona de Arzawa. Su reinado se desarrolló casi en una crisis constante.
Tuvo una muerte temprana, y no dejó descendencia, siendo rápidamente sucedido por su hermano Suppiluliuma II.
Suppiluliuma II (1207-1190? AC)
Al comienzo de su reinado se enfrentó a los mismos problemas que sus inmediatos antecesores, con algunas revueltas en Arzawa, en Tarhuntassa, en Alasiya y en Siria. Aparentemente, fue capaz de sofocar todas estas rebeliones. Una flota bajo su mando derrotó a otra de los chipriotas, en la primera batalla naval registrada de la historia. De acuerdo con algunos historiadores esta y las siguientes victorias fueron conseguidas, probablemente gracias a barcos de Ugarit.
Sin embargo, pronto se vio bajo la amenaza de los Pueblos del Mar, que asolaron todo Oriente Próximo. El Imperio hitita, probablemente debilitado por las luchas internas y la dependencia excesiva de los refuerzos proporcionados por los vasallos, no fue capaz de resistir la acometida y desapareció de la historia, aunque el virreinato de Karkemish y el reino de Tarhuntassa sobrevivieron durante algún tiempo. Hattusa fue destruida por el fuego, y su sitio solo fue reocupada más de 500 años después por los frigios. Kuzzi-Tesub, un gobernante de Karkemish, asumió más tarde el título de “Gran Rey”, ya que era descendiente directo de Suppiluliuma.
Algunas fuentes indican que el fin de Suppiluliuma II se desconoce, o que simplemente desapareció, mientras que otros afirman que fue asesinado durante el saqueo de Hattusa, en 1190 AC.
Periodo post-hitita (1190-702 AC)
En el año 1160 AC, la situación política en Asia Menor se veía muy diferente a la de solo 25 años antes. En ese año, el rey asirio Tiglat-Pileser I estaba derrotando a los mushki (frigios) que habían estado intentando ingresar a las colonias asirias en el sur de Anatolia desde las tierras altas de Anatolia, y al pueblo Kaska, los antiguos enemigos de los hititas. Los frigios aparentemente habían invadido Capadocia desde el oeste, con evidencia epigráfica recientemente descubierta que confirma sus orígenes como la tribu balcánica «Bryges», expulsada por los macedonios.
Aunque el reino hitita desapareció de Anatolia en este punto, surgieron varios estados llamados siro-hititas en Anatolia y el norte de Siria. Fueron los sucesores del reino hitita. Estos estados se pueden dividir en dos grupos: un grupo del norte donde los gobernantes hititas permanecieron en el poder, y un grupo del sur donde los arameos llegaron a gobernar. Estos estados eran altamente descentralizadas; algunos parecen haber sido solo confederaciones sueltas de sub-reinos.
El grupo del norte incluye: Tabal, Kammanu, Melid, Quwê, Gurgum, Kummuh y Karkemish.
El grupo del sur incluye: Palistin, Bit Gabbari, Bit-Adini, Bit Bahiani, Pattin (Pattina o Unqi) Ain Dara, Bit Agusi, Hatarikka-Luhuti, y Hamat.
Los reinos sirio-hititas más notables fueron los de Karkemish y Melid. Estos estados sirio-hititas cayeron gradualmente bajo el control del Imperio neoasirio (911-608 AC). Karkemish y Melid fueron hechos vasallos de Asiria bajo Salmanasar III (858-823 AC.) y se incorporaron por completo a Asiria durante el reinado de Sargón II (722-705 AC.).
Un estado grande y poderoso conocido como Tabal ocupó gran parte del sur de Anatolia. Conocido como griego Tibarenoi. Este estado también fue conquistado e incorporado al vasto Imperio Neo-Asirio.
En última instancia, tanto los jeroglíficos luvitas como los cuneiformes quedaron obsoletos por una innovación, el alfabeto, que parece haber entrado en Anatolia simultáneamente desde el Egeo (con los bryges, que cambiaron su nombre a frigios) y los fenicios y los pueblos vecinos de Siria.
Para ver documentales de los hititas en español ver las páginas: