Edad Moderna El imperio Español Guerra de Esmalcalda (1546-47)

Antecedentes

La guerra de Esmalcalda fue un conflicto desarrollado en Alemania que enfrentó al ejército de Carlos V, mandado por Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba; contra el ejército de la liga de Esmalcalda, formada por la mayor parte de los estados luteranos del Sacro Imperio Romano Germánico y dirigida por Juan Federico I de Sajonia y Felipe I de Hesse. Sin olvidar el importante apoyo escandinavo a la causa protestante.

Aunque el enfrentamiento fue una guerra de religión, lo cierto es que hubo destacados protestantes en el bando imperial; mientras que el reino católico de Francia terminó interviniendo decisivamente en apoyo de los príncipes luteranos. Los aspectos políticos, económicos y sociales estuvieron muy presentes en la explicación de los sucesivos alineamientos.

En el contexto de la reforma Protestante, numerosos estados imperiales habían adoptado el luteranismo, lo que proporcionaba a sus príncipes un decisivo poder contra el predominio, más teórico que real, del Emperador. Este apoyaba el catolicismo desde sus bases en los estados de los Habsburgo, dentro y fuera de Alemania: archiducado de Austria, reinos de Hungría y de Bohemia, Flandes, restos del estado Borgoñón, la Italia española y los extensos territorios de la monarquía Hispánica, tanto en la península Ibérica como en el Nuevo Mundo.

En la dieta de Worms en 1521 Carlos V había proscrito a Lutero y prohibido la difusión de sus escritos, lo que suscitó la protesta de los príncipes luteranos en la dieta de Espira en 1529. La tensión estalló en conflicto abierto con la confesión de Augsburgo en 1530, sobre la que Melanchton realizó su Apología, rechazada por el emperador. Varios príncipes luteranos, liderados por el elector Federico III de Sajonia y el landgrave Felipe I de Hesse, se reunieron en la ciudad de Esmalcalda o Schmalkalden, en Turingia, donde formaron la liga de Esmalcalda o de Schmalkalden en 1531, entre los príncipes protestantes alemanes y ciudades para la mutua defensa. Se firmó por seis años y se estipuló que cualquier ataque militar a cualquiera de los confederados por cuestiones de religión o bajo otro pretexto cualquiera debía considerarse perpetrado contra todos ellos y se había de resistir en común.

En una reunión en Esmalcalda en diciembre de 1535, se renovó la alianza por diez años y se decretó el mantenimiento de la fuerza militar con la condición de que en caso de emergencia fuera doblada. En abril de 1536 los duques Ullrich de Württemberg y Barnim y Philip de Pomerania, las ciudades de Fráncfort, Augsburgo, Hamburgo y Hannover se unieron a la liga con muchos otros nuevos confederados. En 1538 se concluyó una alianza con Dinamarca, mientras que los estados alemanes que aceptaban la Reforma se unían también reforzando la organización. Confiados en todo este apoyo, los príncipes protestantes introdujeron la nueva religión en numerosos distritos, suprimieron obispados, confiscaron propiedades eclesiásticas, se resistieron a las ordenanzas imperiales hasta el extremo de rehusar cooperar contra los turcos y despreciaron las decisiones de la corte de justicia imperial.

Los príncipes católicos reaccionaron, se reunieron en Núremberg, y fundaron a su vez la liga Católica o liga de Núremberg en 1538. Ambos bandos intentaron evitar el enfrentamiento en la dieta de Fráncfort 1539. En los años siguientes, el Emperador continuó sus esfuerzos por conseguir una solución de compromiso en materia religiosa, pero se ausentó de Alemania, empeñado en las guerras de Italia contra Francia y con el Imperio otomano.

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Territorios de las ligas de Esmalcada y de Nuremberg

Aprovechando la situación, los protestantes expulsaron de Brunswick-Luneburgo al duque católico Enrique el Joven en 1542.

Pero Carlos V aún no estaba preparado para las hostilidades; por lo tanto, siguió su política de disimulo. No deseaba aumentar el celo del consejo ni acelerar las operaciones de la liga. Su primer objetivo fue engañar a los protestantes, y así podría ganar tiempo para madurar sus planes. Con este fin, ideó una entrevista con el landgrave de Hesse, el más activo de todos los confederados, y el más sospechoso. Le expresó su gran preocupación por la felicidad de Alemania, y su aversión a todas las medidas violentas. Negó haber formado un tratado o haber comenzado preparativos militares que apuntaban a la guerra.

En 1544 Carlos V volvió a Alemania tras firmar el tratado de Crépy, lo que cerraba uno de los frentes que hasta entonces había mantenido abierto. Simultáneamente, en la ciudad alpina de Trento (territorio imperial), se habían iniciado las reuniones del concilio de Trento impulsado por el Papa y el Emperador. El concilio no era aceptado por los protestantes, el Emperador quedaba como cabeza armada de la cristiandad, y estaba dispuesto a extirpar el protestantismo por la vía de la negociación o por la fuerza de las armas y restaurar la unidad religiosa en el Imperio.

Había logrado aliarse no solo con el papa Paulo III, sino también con algunos príncipes luteranos (el duque Mauricio de Sajonia). A la vista de la fuerza demostrada por Carlos, que comenzaba a adoptar fuertes medidas contra algunos confederados. En la dieta de Ratisbona de 1546, colocó fuera de la legalidad por motivos políticos a los líderes de la liga de Esmalcalda, cuyos líderes se reunieron el 4 de julio de 1546 en Ichtershausen y acordaron realizar un ataque preventivo lo antes posible, para evitar que el Emperador concentrara un gran ejército.

Campaña del Danubio (1546)

Las hostilidades se iniciaron en Suabia, cuando los ejércitos de varias ciudades imperiales libres luteranas ocuparon la ciudad católica de Füssen, posesión de los príncipes-obispos de Augsburgo, y el paso de Ehrenberg (9 de julio de 1546). Los ejércitos imperiales se vieron forzados a retirarse a la fortaleza de Ingolstadt, en el ducado de Baviera, donde pudieron resistir.

En un principio las fuerzas imperiales estuvieron mandadas por el archiduque Fernando I, hermano del Emperador, y posteriormente bajo Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, posteriormente se haría cargo el Emperador en persona.

Los planes luteranos de invadir el condado de Tirol (posesión de los Habsburgo), lo que impediría la llegada de refuerzos católicos desde Italia, pero no recibieron la aprobación de la Liga. La presencia de príncipes católicos y pro-imperiales en los dos grandes territorios meridionales: el duque Guillermo IV en Baviera y el archiduque Fernando I, hermano del emperador, en Austria; permitía a Carlos reunir sin obstáculos un ejército suficiente para contrarrestar la situación, que incluía tropas pontificias al mando de Octavio Farnesio.

Al inicio de la guerra, los efectivos de la liga de Esmalcalda se han estimado en 60.000 soldados y 110 piezas de artillería, frente a un ejército imperial inferior en cantidad, pero compuesto por tropas más veteranas. Carlos V partió con su ejército desde Ratisbona el 21 de agosto, con 20.000 lansquenetes y 9.000 soldados españoles de los tercios de Lombardía mandado por Rodrigo de Arce, el tercio de Nápoles mandado por Alonso Vivas y tercio de Hungría mandado por Álvaro de Sande. Contaba además con 11.000 infantes italianos enviados por el papa Paulo III mandados por Octavio Farnesio, así como 4.000 hombres de armas y 1.500 jinetes ligeros, y 32 piezas de artillería. Debía reunirse 9.000 infantes de los Países Bajos, a cargo de Maximiliano de Egmont, conde de Buren, así como 1.000 hombres de armas y 4.300 jinetes ligeros, pero no llegarían a Ingolstadt hasta el 15 de septiembre de 1546.

La campaña del Danubio de 1546, se caracterizó por ser una guerra de movimientos entre los dos ejércitos en la que cada parte trató de forzar una batalla campal cuando disponía de superioridad numérica, mientras que la otra intentaba eludirla. La liga Esmascalda no pudo soportar la guerra de desgaste acompañada de incesantes ataques nocturnos (encamisadas) y de acciones de hostigamiento. Finalmente el Emperador logró el control del sur de Alemania.

Campaña de Sajonia (1546)

El duque Mauricio de Sajonia aprovechó la oportunidad y, auxiliado por Fernando I de Austria, invadió en octubre las tierras de su primo también rival de la Sajonia ernestina, obligando al elector Juan Federico I a retirarse con sus tropas. En Suabia las tropas de Hesse no llevaron a cabo más acciones, aunque muchas ciudades y también príncipes protestantes, como el duque Ulrich de Wurtemberg y el conde Federico II del Palatinado, eligieron rendirse al Emperador.

Así, entre marzo y abril de ese mismo año, el ejército imperial inició la marcha para dar caza a los protestantes en plena Sajonia. Al parecer, esto no gustó demasiado a Juan Federico, quien decidió reunir su ejército e iniciar la retirada desde Meiben (una pequeña ciudad ubicada a orillas del Elba en la zona sur-este de Alemania) a lo largo del cauce del popular río alemán.

Los líderes de la Liga no se decidían a entablar batalla contra las entrenadas tropas imperiales. El 20 de julio de 1546, el elector Juan Federico I de Sajonia también el landgrave Felipe I de Hesse fue proscrito por una dieta (reichsacht) imperial bajo la acusación de haber depuesto al duque católico Enrique de Brunswick-Luneburgo en 1542. La llegada del invierno dejó en suspenso las operaciones militares también el conflicto quedó en un estadio incierto. Rápidamente llegó desde Suabia también liberó la Sajonia ernestina con su ejército, para atacar posteriormente a su vez la Sajonia albertina también las tierras bohemias adyacentes. El duque Mauricio de Sajonia aprovechó la oportunidad y, auxiliado por Fernando I de Austria, invadió en octubre las tierras de su primo también rival de la Sajonia ernestina, obligando al elector Juan Federico I a retirarse con sus tropas. En Suabia las tropas de Hesse no llevaron a cabo más acciones, aunque muchas ciudades y también príncipes protestantes, como el duque Ulrich de Wurtemberg y el conde Federico II del Palatinado, eligieron rendirse al emperador.

Deshecho el ejército de la liga de Esmalcalda en noviembre de 1546, formado anteriormente por las tropas pagadas por las villas francas (o libres) mandadas por Sebastián Xertes, Felipe landgrave de Hesse, y Juan Federico elector de Sajonia; solo quedaba en toda Alemania un foco de resistencia, apoyado desde Bohemia y reforzado entonces por el regreso de Juan Federico a su estado.

En primera instancia, envió el emperador Carlos al marqués Alberto de Brandemburgo, con 4.500 infantes en 18 banderas y 1.800 jinetes alemanes. Fernando contaba con 2.000 jinetes y Mauricio con 1.500 en sus campos en Dresde y Freiberg, junto con su infantería repartida además en Zuibeck y Leipzig.

Se suponía que así quedaban rodeadas las tropas de Juan Federico, que contaba con 10.000 infantes en 36 banderas y 4.000 jinetes, y se le impedía campear a gusto.

Juan Federico no obstante, fue quien pasó a la acción, y acudió a la villa donde se alojaban las tropas de Alberto de Brandemburgo. Envalentonado el marqués de Brandemburgo, salió a campaña con sus caballos atacando a Juan Federico, en lugar de plantear la defensa del lugar, con el resultado de ser derrotado y apresado. Mientras tanto, Juan Federico aún tuvo oportunidad de enviar un refuerzo a Bohemia de sus tropas cargo de Tomás Sier (Thumeshierne), con 3.500 infantes en 12 banderas y 600 jinetes.

Del campo imperial, el ejército comandado por Octavio Farnesio, duque de Parma, nieto del papa Paulo III, se había retirado a los estados pontificios, de los 10.000 con que acudió en julio de 1546, le quedaban con poco más de 4.000. Las tropas de los Países Bajos del conde de Buren, habían recibido la orden del Emperador de retirarse de vuelta a sus estados, y tomar por el camino Fráncfort.

A Carlos V le quedaban los tres tercios españoles con unos 6.000 efectivos, y 3 regimientos de infantería alemana y flamenca. La caballería la componían 300 hombres de armas de Nápoles y 600 jinetes ligeros, incluyendo algunas compañías de arcabuceros a caballo, y 1.000 jinetes tudescos.

Con esa gente partió, adelantándose el duque de Alba para acomodar al Emperador en Núremberg, pasando después a Eguer donde se reunieron con las tropas de Fernando 800 jinetes alemanes y 900 húngaros, con las tropas de Mauricio 1.000 jinetes y Juan Jorge de Brandemburgo, hijo del elector con 400 jinetes. Estos solo unieron con su caballería, pues habían dejado la infantería guardando las villas de Sajonia que estaban en su poder.

El duque de Sajonia tenía su campo en Maizen y disponía de 8.000 infantes divididos en 18 compañías, 3.000 jinetes divididos en 11 escuadrones y 21 piezas de artillería.

Tras finalizar la Semana Santa, las tropas imperiales marcharon en su persecución, por no darle comodidad para avituallarse, ni para poner villas en contribución. Durante la marcha, y dado que había muchas tropas repartidas, hubo varios encuentros menores y escaramuzas con tropas alojadas en diversos puntos del recorrido.

Estando el Emperador con sus tropas a 3 leguas (unos 15 km) al oeste de Maizen, envió caballería a reconocer la zona, teniendo noticia que Juan Federico estaba en la otra parte del río Elba habiendo destruido los puentes. Dejando descansar las tropas un día, el de San Jorge, después de 10 días de marcha, tuvieron noticia de que las fuerzas de Juan Federico marchaban hacia Wittenberg siguiendo la orilla derecha del Elba.

Carlos V maniobró con su ejército en paralelo al río para valorar las fuerzas enemigas. En Ingolstadt, los dos ejércitos se observan durante 6 días y se produjo un choque parcial que dio la victoria al Emperador; y le aseguró el dominio de toda Alemania Meridional. Mauricio de Sajonia, gran general a las órdenes de Carlos V, entró en Sajonia victorioso y muchos príncipes protestantes, le prometieron obediencia a cambio de libertad religiosa, Carlos V accedió a la petición.

Carlos V advirtió la maniobra de Juan Federico de Sajonia, cuando intentaba cercarse a Mauricio frente al Elba en dirección a Mühlberg. Ordenó al duque de Alba, que marchaba a sus órdenes como jefe directo del ejército imperial, que tomase posiciones frente al enemigo en la noche del 23 de abril de 1547.

Batalla de Mülberg (24 de abril de 1547)

Mauricio de Sajonia se incorporó al grueso del ejército imperial y el archiduque Fernando de Austria siguió al duque de Alba y cuando anocheció Carlos V tomó el mando supremo del ejército.  Aunque no de una manera efectiva, ya que un ataque de ictericia y otro de gota, habían dejado al Emperador postrado, y es posible que no estuviese personalmente al frente de sus soldados.

Carlos V contaba con 13.500 infantes (3 tercios con unos 6.000 efectivos, 2 regimientos alemanes con 5.000 y uno flamenco 2.500) y unos 4.050 Jinetes (un regimiento de húsares de 450 hombres, 900 jinetes ligeros, 4 escuadrones de hombres de armas (de 600, 220, 400 y 600 lanzas respectivamente) mandados por Egmont van Buren, y 3 escuadrones de arcabuceros caballos con 900 jinetes).

Cada ejército observaba al enemigo en la otra orilla. Cuando el elector de Sajonia avanza por su orilla hacia Mühlberg, Carlos V ordenó al duque de Alba que localizase una zona adecuada para cruzar el río y atacar a los protestantes.

Se reconoció un lugar donde los rebeldes tenían un puente de barcas orillado en su parte, que dividido en tres secciones, podían llevar río abajo para aprovecharse de él cuando les fuera conveniente.

Se ordenó que 5 piezas de la artillería imperial avanzasen hasta las manchas boscosas, resguardándose en ellas, haciéndola acompañar de unos 1.000 arcabuceros españoles, conducidos por el propio Emperador, mientras que el resto de las tropas quedaban escuadronadas en el cuartel que se le había señalado. Los sajones, protegiendo sus tramos de puente, hicieron ponerse arcabuceros en las barcas del mismo, pero saliendo los arcabuceros españoles de la protección de los árboles, y metiéndose en el agua hasta el pecho, dispararon arcabuzazos, auxiliados por el fuego de artillería. El fuego hizo que los arcabuceros protestantes cobrasen tanto miedo, que no osaban asomar las cabezas por encima de las tablas. Se reforzó con otros 1.000 arcabuceros a cargo de Álvaro de Sande la escaramuza, de manera que se mantuvo un fuego constante sobre las barcas y la otra ribera.

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Batalla de Mühlberg (24 de abril de 1547). Cruce del río por el vado y por el puente y desarrollo de la batalla.

Al amanecer y en medio de la niebla el ejército imperial se aproximó a la orilla. 10 arcabuceros españoles, al mando del capitán Cristóbal de Mondragón, tomaron una decisión que, a la postre, decantaría la batalla del lado imperial. “Al constatar que el fuego enemigo menguaba (…) once españoles se desnudaron y con las espadas en las bocas cruzaron a nado el río, apoderándose de los pontones enemigos tras doblegar a los defensores y apagar el fuego. En medio de la aclamación de sus camaradas, aquel puñado de valientes remolcó su presa a la orilla izquierda, poco después, el puente se hallaba armado un kilómetro aguas abajo”. Los españoles tomaron los dos tercios del puente de barcas, y los llevaron a la orilla imperial.

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Batalla de Mühlberg (24 de abril de 1547). Cruce del río. Autor Christoph Wetzel

También gracias a la información de un campesino local, el cual se ofreció a indicar un vado, deseoso de tomar venganza, pues el día anterior los sajones le habían incautado una pareja de caballos. El duque de Alba localizó un vado, que aunque peligroso, era practicable. El duque de Alba ordenó que toda la caballería ligera (húngara, española e italiana) cruzara el vado con un arcabucero a la grupa. “La vanguardia integrada por 400 caballos ligeros italianos, y españoles, 450 húngaros, 100 arcabuceros a caballo españoles, 600 lanzas y 200 arcabuceros a caballo de Mauricio de Sajonia y 220 hombres de armas de Nápoles avanzaba paralelamente un par de kilómetros al este (de los protestantes). En cuanto al grueso imperial, seguiría la ruta tomada por el enemigo”.

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Batalla de Mühlberg (24 de abril de 1547). La caballería imperial cruzando el río Elba, cada jinete lleva un arcabucero. Autor Ángel García Pinto

Otro aldeano confirmó que Juan Federico estaba alojado en su campamento en Mühlberg, despejando todas las dudas que se pudieran tener de la empresa.

El duque de Alba se hizo cargo de la vanguardia con 4 escuadrones de caballería. El primero del príncipe de Salmona con Antonio de Toledo, llevando 400 jinetes ligeros y 100 arcabuceros a caballo. El segundo de 500 jinetes ligeros húngaros. El tercero los del duque Mauricio, 700 hombres de armas y 200 herreruelos. Y el cuarto, los 300 hombres de armas de Nápoles a cargo del duque de Castrovillar. A este escuadrón de caballería se le había añadido infantes que habían cruzado el río por cuenta y riesgo.

El duque de Alba, dejó a los arcabuceros e infantería que habían cruzado protegiendo la cabeza de puente al mando de Alonso Vivas, y se adelantó con la caballería que había cruzado en persecución del enemigo, mientras el puente continuaba montándose.

El Emperador y su hermano mandaban sobre dos escuadrones: uno de 500 lanzas y 400 herreruelos, y otro de 600 lanzas y 300 herreruelos, cruzaron a continuación el río, acompañado del villano que había indicado el vado, haciéndole dar al cruzar dos caballos y 100 escudos en recompensa por su guía. Posiblemente sería el momento que Tiziano inmortalizó al Emperador en su famoso retrato ecuestre.

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Batalla de Mühlberg (24 de abril de 1547). Carlos V durante la batalla. Autor Tiziano Vecellio, museo del Prado, Madrid

Juan Federico fue sorprendido al no ser avisado por los exploradores que fueron todos muertos. Al enterarse del cruce de los imperiales a su orilla del río, mandó iniciar la retirada de inmediato, siendo acosados por el duque de Alba.

Después de  tres leguas (14 km), con el enemigo en los talones, Juan Federico ordenó a su caballería una carga contra la vanguardia imperial, para proteger su retirada, de manera que tuvieran tiempo para atrincherarse un bosque cercano, desde donde podrían retirarse con mayor seguridad o guardar posición fuerte para combatir.

Tras cruzar un arroyo, los escuadrones  de  vanguardia se colocaron en línea, preparándose para aguantar la carga del enemigo. Los húngaros por la derecha, reforzados por los herreruelos del duque Mauricio ejecutaron una primera descarga después de que lo hicieran los arcabuceros a caballo. Los jinetes protestantes se abalanzaron contra los jinetes del duque de Alba lanza en ristre, pero al recibir varias descargas y perecer a cientos de sus camaradas, acabaron volviendo grupas y huyendo.

La huida de los jinetes protestantes, deshizo la unidad de infantería que estaba en segunda línea. Lo que ocurrió, fue una huida vergonzosa de las tropas de la Liga. Cuando quisieron reaccionar llegaron la infantería española y los lansquenetes alemanes.

El duque de Alba y Mauricio de Sajonia persiguieron a los protestantes. Con un destacamento de arcabuceros, Carlos V impidió a las tropas protestantes refugiarse en Ingolstadt provocando la huida hacia Wittenberg. Carlos V , al frente de la caballería, frenó en seco a la vanguardia enemiga  y entonces el grueso del ejército imperial cargó contra  el flanco de la infantería protestante y la puso en fuga.

El ejército de la liga de Esmalcalda quedó destruido y Federico se refugió con 400 hombres en Wittenberg y finamente fue hecho prisionero. Todos los príncipes de la Liga, excepto el elector, murieron en la batalla. Los sajones tuvieron 3.000 muertos, 4.000 heridos y 1.000 prisioneros.

Tras la batalla, Carlos V llamó ante su presencia a aquellos primeros arcabuceros españoles que consiguieron cruzar a nado el río y que dieron la victoria a los imperiales. El rey los recompensó con una vestimenta de terciopelo grana, guarnecida de plata, y 100 ducados.

Lutero acababa  de morir, presintiendo la derrota del ejército protestante y Alemania caía completamente bajo el poder imperial de Carlos V. Parecía que los objetivos imperiales se estaban alcanzando, las fuerzas protestantes estaban desapareciendo, el concilio de Trento ya estaba en marcha, habían muerto  Lutero y Francisco I de Francia.

Consecuencia de la victoria de las tropas imperiales fue la disolución de la liga de Esmalcalda, y sus dirigentes protestantes  fueron encarcelados en el castillo de Halle.

Mauricio de Sajonia se le otorgó el cargo de elector, y Carlos V reforzó su poder imperial en Alemania.

En consideración a las súplicas de Mauricio de Sajonia, Juan Federico y Felipe de Hesse fueron indultados de la pena de muerte y fueron entregados al duque de Alba, quién les llevó al castillo de Halle, bajo la guardia de Juan de Guevara y dos banderas de españoles.

Asedio de Bremen (enero a mayo de 1547)

Tras la batalla de Mühlberg, que determinó el resultado de la guerra, las dos únicas ciudades protestantes que continuaban la resistencia eran Bremen y Magdeburgo. Ambas rehusaron pagar las cantidades que Carlos V les imponía en concepto de multa y evitar ser ocupadas por tropas imperiales.

En enero de 1547, el coronel imperial y líder mercenario Christoph von Wrisberg alistó un ejército en Münsterland. Las tropas se trasladaron a través de la diócesis de Osnabrück a través de Minden contra el Bremen imperial para conquistarlo, comenzando el asedio. En abril llegó el duque Eric II de Brunswick-Calenberg de 19 años, con lo que las fuerzas imperiales alcanzaron los 12.000 efectivos.

En mayo, el duque Erich II recibió la noticia de que un ejército protestante estaba saqueando y saqueando su ducado de Calenberg, retirando su ejército para hacer frente a la nueva amenaza.
Un ejército protestante se dirigió a Bremen para aliviar la ciudad. El ejército también se dirigió a Bremen desde el sur para aliviar la ciudad. Debido a que el asedio que duraba varios meses con provisiones insuficientes, la pérdida de una cuarta parte de los mercenarios y el riesgo de motín, von Wrisberg y Eric detuvieron el asedio y se retiraron.

Batalla de Drakenburg (23 de mayo de 1547)

Una vez abandonado el asedio, las tropas imperiales se retiraron de Bremen el 22 de mayo de 1547. Marcharon hacia el sur a gran velocidad y de noche para enfrentarse al ejército protestante que se acercaba. Las unidades de los dos líderes militares Erich II y Christoph von Wrisberg marcharon a lo largo del Weser, pero por separado en ambas orillas. Querían reunirse en el cruce de un río a su debido tiempo. Pero la tropa de Wrisberg se quedó muy atrás porque surgieron problemas debido a los caminos arenosos. El joven y ambicioso duque no esperó al rezagado y dejó que sus mercenarios avanzaran aún más rápido.

Cuando se enteró de que el enemigo se acercaba en las inmediaciones de Drakenburg, dispuso sus tropas para la batalla. Disponía de una fuerza de 6.000 lansquenetes, un número desconocido de jinetes y 17 cañones. Los colocó al este de Drakenburg en dirección a Heemsen en campo abierto. Como campo de batalla, eligió un terreno ondulado con dunas de arena de hasta 15 m de altura. Erich pensó que la zona era ideal para esperar al enemigo desde una posición segura. Debido a la posición elevada, sus cañones tenían un campo de tiro despejado. Además, sus tropas tenían la ventaja del sol y el viento a sus espaldas. Sin embargo, las tropas de Erich apenas pudieron evadir o retirarse, ya que el campo de batalla estaba bordeado por pantanos y humedales, así como por el río Weser.

El elector sajón Johann Friedrich von Sachsen había reunido una fuerza bajo el conde Albrecht von Mansfeld. Las tropas se trasladaron desde Sajonia a través de Nordhausen, Northeim y Braunschweig a Bremen para acudir en ayuda de la ciudad de Bremen, que estaba sitiada por las fuerzas imperiales. En el camino se agregaron contingentes de tropas de las ciudades de Braunschweig, Hildesheim, Hamburgo y Magdeburgo. Había 26 alféreces (unos 6.500 hombres) de infantería y unos 1.400 jinetes y 24 cañones, superando ligeramente a su oponente. El ejército protestante había establecido un campamento cerca de Rodewald el 22 de mayo de 1547 y marchó el 23 de mayo de 1547 hacia los imperiales a través de Anderten y Heemsen.

Las tropas protestantes se acercaron desde el este y se encontraron con las tropas de Erich II atrincheradas en la zona de dunas Los atacantes usaron una táctica que se atribuye al capitán de Brunswick, Brun von Bothmer. Conocía el terreno desde la infancia y sugirió un movimiento de pinza con un segundo ataque en la retaguardia del enemigo. Von Bothmer lideró unas 1.000 tropas montadas con unos cañones de pequeño calibre, que se acercaban al enemigo a escondidas desde el norte. Ambos flancos protestantes comenzaron la batalla simultáneamente con fuego de artillería y luego asaltaron la posición. La línea de batalla de Erich II fue sacudida. Además, los jinetes protestantes atravesaron las colinas de arena y atacaron a los imperiales por retaguardia. En el caos, la caballería de Erich huyó y causó daños a sus propias tropas de infantería.

Infantería de Erich quedó atrapada, las rutas de escape habían sido cortadas por los protestantes, las zonas pantanosas. El último recurso era el río Weser, que en ese momento estaba elevado por las lluvias primaverales. Cerca de 1.000 mercenarios imperiales se ahogaron mientras intentaban encontrar un vado. El duque Erich logró nadar hasta la otra orilla del Weser con dificultad. Un total de alrededor de 2.500 de sus hombres murieron, unos 2.500 más fueron hechos prisioneros. Los protestantes solo registraron unos 200 muertos y 400 heridos.

El ejército imperial parcial al mando del coronel von Wrisberg, que se había quedado atrás en la aproximación, llegó al campo de batalla cerca de Drakenburg cuando la batalla había concluido. Debido a su inferioridad numérica, se retiró en dirección a Verden. A unos 10 km al norte del campo de batalla, donde se encontraron con el tren de bagajes protestante en Hassel. Solo estaba protegido por fuerzas débiles, la fuerza de un alférez. Las tropas de Wrisberg abrumaron a la unidad y capturaron el cofre de guerra de los protestantes con alrededor de 100.000 florines de oro, que luego llenaron el tesoro imperial de Carlos V.

Las tropas del coronel von Wrisberg se retiraron a Holanda y se disolvieron por sí mismas. El emperador Carlos V sufrió una severa derrota al perder dos aliados en el norte de Alemania, que quedó libre de tropas imperiales.

Los dos comandantes imperiales supervivientes, el duque Erich II y el coronel von Wrisberg, quedaron como enemigos de por vida después de la batalla. Se acusaron mutuamente del fracaso. Mientras el duque Erich, joven e inexperto, afrontaba la batalla solo y prematuramente, Wrisberg dejó al duque en la estacada.

Todos contra el emperador Carlos V

Mauricio de Sajonia duró poco en su unión al bando católico. Cuando recibió el encargo de someter a la ciudad luterana de Magdeburgo en 1550, aprovechó la coyuntura (y el dinero de la dieta) para formar un ejército personal. Se alió con la liga de Königsberg liderada por el duque de Hesse y el margrave de Brandeburgo, ya que tras la batalla de Mühlberg, muchos príncipes protestantes estaban descontentos con los términos religiosos impuestos tras la derrota.

En enero de 1552, liderados por Mauricio de Sajonia, muchos formaron una alianza con el nuevo rey Enrique II de Francia, que había sido coronado tras la muerte de Francisco I a causa de la sífilis en marzo de 1547. Firmando el tratado de Chambord (1552), por el que a cambio del apoyo francés de 80.000 coronas y su asistencia, le prometieron a Enrique la posesión de los tres obispados de Lorena (Metz, Toul y Verdún).

A diferencia de su padre, Enrique II de Francia tenía claro los puntos débiles de su enemigo. El problema de Carlos es que tenía demasiados territorios que defender y pocos recursos para mantener varios tantos frentes activos a la vez. Por lo que pidió a sus aliados turcos y a los daneses para atacar al emperador al mismo tiempo.

Mauricio de Sajonia traicionó a los católicos y se puso al frente de un nuevo ejército protestante, concentrado en Franconia, que pretendía liberar Alemania del “yugo de los españoles y de los sacerdotes de Roma”.

El Emperador, que aún no conocía la traición de Mauricio, le hizo llamar a Innsbruck (Tirol), pero este no acudió. El 19 de mayo, Mauricio lanzaba un ataque por sorpresa en dirección a Innsbruck, ciudad en la que se hallaba Carlos V y no tenía ejército salvo su séquito y un puñado de soldados de escolta. Mauricio pretendía obligar al Emperador a rendirse o, al menos, lograr el máximo de concesiones.

El Emperador al enterarse de la traición, intentó huir en el mayor de los sigilos camino de los Países Bajos, pero pudo comprobar cómo las tropas de Mauricio controlaban los caminos, por lo que tuvo de volver a Innsbruck. Así tuvo que preparar de nuevo su salida en una noche de mayo, desprovisto de tropas, sin dinero y tullido por la gota, solamente con unos cuantos escoltas y servidores, tuvo que salir en medio de la noche del castillo de Innsbruck (Tirol) por una puerta secreta. Carlos huyó hasta Villach (Carintia) atravesando las montañas cubiertas de nieve con la intención de acercarse a las tropas que Andrea Doria llevaba desde España a través de Italia.

Afortunadamente para el Emperador, una vez que Mauricio llegó a Innsbruch, entregó a sus soldados los bienes del Emperador y mató a varios de sus criados, regresando de inmediato a Franconia.

Mientras tanto, el rey francés Enrique II, que había llegado a un pacto con los otomanos para que al tiempo atacasen Trípoli, mientras él enviaba su ejército Bajo las órdenes del condestable Anne de Montmorency para capturar la fortaleza de Toul, esta fue tomada sin lucha, luego se dirigió a Metz. Los moradores no querían dejarle entrar, y entró con el apoyo de ciertos regidores francófonos. Luego un príncipe lorenés al servicio del rey de Francia, el duque de Guisa, fue nombrado gobernador de la plaza con unos 3.400 efectivos.

El 22 de abril, Enrique II reanudó su viaje hacia el Rin, pero no pudo ocupar Estrasburgo. El 20 de mayo, volvió, ocupó Verdún, antes de regresar a Francia.

Asedio de Metz (noviembre y diciembre de 1552)

Carlos reclamó la ayuda de Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba levantó un ejército que pretendía reconquistar la ciudad francesa de Metz “para sacarle el pie al rey de Francia de Alemania”. Con este fin pagó con sus propios bienes un ejército de 7.000 hombres y se dirigió a recoger a su Rey.

Carlos partió de Lienz, acompañado del duque de Alba y de sus tropas italo-españolas, hacia Munich, donde se reunió con sus soldados alemanes. En Augsburgo y Ulm repuso a los regidores destituidos por Mauricio y expulsó a los anabaptistas y zwinglianos. Asimismo, en Kaiserslautern se juntó con sus ejércitos neerlandeses, dirigidos por el señor de Boussue. Ahora sí, podía lanzarse con garantías a reconquistar la estratégica ciudad de Metz.

Recuperar Metz era urgente porque se trataba de perla de Lorena, uno de los dominios patrimoniales recibidos directamente de manos de su abuelo Maximiliano. Reunió con este propósito al que tal vez fue el mayor ejército del siglo, unos 55.000 hombres, para enfrentarse a Francisco de Lorena, duque de Guisa defensor de Metz.

Desde el principio las cosas no fueron como había previsto el Emperador. Un nuevo ataque de gota del Emperador retrasó aún más los planes imperiales. En Landau tuvo que detenerse dos semanas por la gota y el 13 de octubre de 1552 sufrió un segundo ataque que le dejó postrado en Thionville (Luxemburgo) hasta el 10 de noviembre. Habían reunido 50.000 imperialistas, con entre 100 y 150 cañones, reforzados por los 12.000 soldados del margrave Alberto de Brandeburgo.

Impaciente, el duque de Alba se adelantó para preparar las obras de asedio, el 19 de octubre, invirtió la ciudad con la vanguardia. El 31 de octubre abrió fuego contra la sección inmediatamente al norte de la puerta des Allemands, si bien no logró ningún avance. Así, el 2 de noviembre trasladó las baterías a sur de la ciudad, entre el Seille y el Mosela. Desde allí, protegidos por los ríos de las posibles salidas de los defensores, inició un bombardeo sostenido sobre la población. Mantenía en ese momento un cerco desde tres puntos distintos, pero apenas había hecho mella en sus murallas.

El 9 de noviembre, el Emperador llegó a Metz, para celebrar su llegada se dispararon tres salvas de artillería, por supuesto apuntando a las murallas para no desperdiciar munición.

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Asedio de Metz (1552). Las fuerzas de Carlos V asediando la ciudad

Cuando el duque de Guisa se hizo cargo de la ciudad el 17 de agosto, inmediatamente se puso a trabajar para mejorar las defensas de la ciudad. Mandó arrasar 5 de los suburbios, incluidos los suburbios de Saint-Arnould y Saint-Thiébault, y alrededor de 40 edificios religiosos, incluidos los monasterios de Saint-Clément, desde Saint-Arnould, para facilitar la defensa de la ciudad. También había hecho construir un bulevar de artillería de tierra en el lado de Bellecroix y cavó una zanja en las orillas del Seille. Después de haber sacado a los burgueses de Metz de la ciudad por una ordenanza del 21 de octubre, almacenó comida para soportar un largo asedio. En noviembre, François de Guise tenía unos de 7.000 hombres, incluidos 1.000 zapadores y 700 jinetes.

Alba concentró ahora sus ataques, al oeste, entre la puerta de Champenoise y la torre de Enfer. El 24 de noviembre, y 1.448 andanadas después, se pudo derribar un baluarte y unos días después se abrió una brecha de unos 40 metros en la muralla cerca de la puerta de Serpenoise. Pero, al disiparse el polvo, los atacantes descubrieron una segunda muralla detrás. Los franceses habían planificado la defensa al detalle.

El 27 y el 28 de noviembre, los disparos dañaron, un poco más al oeste, cerca de 300 metros de murallas, que los sitiados se apresuraron a reforzar de inmediato.

Durante el asedio, la plaza recibió cerca de 15.000 balas de cañón, sin un éxito decisivo. Las minas excavadas por los imperiales no dieron más resultados, por la tierra que estaba empapada por el mal tiempo y por la capa freática del terreno.

Tras casi dos meses de asedio, las tropas imperiales, formadas por alemanes, españoles, italianos, checos, valones y flamencos padecieron de tifus, hambre y frío. Las deserciones eran numerosas en las filas imperialistas. Los generales no se atrevieron a ordenar el asalto.

El 26 de diciembre de 1552, se desistió definitivamente el asedio; y el primer día de enero, durante la noche, se levantó el asedio en contra de la opinión del duque de Alba.

El repliegue fue aún más lastimoso que el propio asedio: se abandonaron a 600 soldados enfermos o demasiado heridos para seguir la marcha.

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Asedio de Metz (1552). Carlos V durante abandono del dramático asedio

Enrique II mantenía un ejército de observación en Champaña, por si Metz necesitaba apoyo, otro en la frontera septentrional, desde donde sitió Hesdin y un tercero en Italia. Precisamente fue el ataque a Hesdin el que obligó a las fuerzas imperiales a marcharse de Metz en última instancia.

Tratado de Passau

El elector Mauricio, en prevención de una derrota, rompió su alianza con Enrique II, y a principios de junio de 1552 emprendía las negociaciones en Passau con Fernando de Austria, hermano del Emperador. En agosto de 1552, fatigado por tres décadas de guerra civil religiosa, se firmó la paz con los protestantes en Passau. En el tratado Carlos V garantizaba libertad religiosa a los luteranos y los príncipes protestantes tomados prisioneros durante la guerra de Esmalcalda, Juan Federico I de Sajonia y Felipe I de Hesse, fueron liberados. Prometió elaborar un tratado durante la convocatoria de dieta imperial que se reuniría al año siguiente, lo que no fue posible por las nuevas guerras contra Francia y contra los turcos.

No todos los luteranos estuvieron de acuerdo con esta paz, siendo el demente, arruinado y alcohólico Alberto Alcibiades, marqués de Brandenburgo quien protestó con más desperfectos. Convertido casi en un bandido, el marqués se dedicó a atacar las poblaciones indefensas, indiferentemente de su religión, como si viviera en un estado de anarquía permanente.

Con el fin de acabar con su pequeña rebelión, Mauricio de Sajonia dirigió un ejército formado por príncipes protestantes y católicos contra el noble en la batalla de Sievershausen, cerca de Gottingen, el 9 de julio de 1553. Mauricio fue gravemente herido y falleció dos días después. Albiciades huyó a Francia, donde moriría poco después a consecuencia de las heridas.

La dieta imperial se reunió finalmente en 1555, concluyó en la paz de Augsburgo, el 25 de septiembre, Carlos V no asistió a ella, autorizando a su hermano Fernando. El luteranismo fue reconocido legalmente; cada príncipe y ciudad libre podía escoger entre el catolicismo o el luteranismo y los gobernantes podían expulsar de sus dominios a los no conformes con la religión elegida.

Carlos V hizo su abdicación a plazos. Primero, el 22 de octubre de 1555, tuvo lugar el gran acto solemne de Bruselas, donde cedió la soberanía de los Países Bajos a su hijo Felipe II, en quien recayeron también los reinos peninsulares, más los indianos en enero de 1556.

El Emperador se retiró con un pequeño séquito al monasterio de Yuste que sería su última morada.

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Abdicación de Carlos V en Bruselas (22 de octubre de 1555) sentada su hermana María, regenta de los Países Bajos, se apoya en el hombro de Guillermo Orange y su hijo Felipe está de rodillas. Autor L. Gallait. Stadelsches Institut de Frankfurt
Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2018-03-05. Última modificacion 2024-04-06.
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