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Situación política
En un principio los aliados aceptaron a Felipe V como rey de España y las Indias, siempre que las coronas de España y Francia no se unieran y se respetase el Tratado de Ryswick.
La primera provocación de Luis XIV fue en el mes de diciembre anterior, que había permitido que el parlamento de París registrara un acto por el cual se reconocía el derecho de Felipe V a acceder al trono de Francia; legalizado en virtud de cartas otorgadas por el Parlamento de París del 1 de febrero de 1701
La siguiente provocación fue Luis XIV exigió que Felipe V ordenara a sus gobernadores en los Países Bajos que obedecieran las órdenes del rey de Francia. Con el consentimiento de Maximiliano Emanuel (vicepresidente de los Países Bajos españoles), las tropas francesas marcharon hacia el sur de los Países Bajos. El 9 de febrero sorprendieron a las aproximadamente 9.000 efectivos holandeses que ocupaban las llamadas fortalezas de barrera bajo el reciente Tratado de paz de Rijswijk. El objetivo era evitar que los holandeses tuviesen alguna ventaja estratégica en el caso de guerra, y el posterior internamiento de los holandeses para que reconocieran a Felipe V si querían recuperar sus tropas.
Estos hechos solo sirvieron para irritar al parlamento inglés. Los comerciantes de Londres reaccionaron retirando su dinero de los bancos.
Guillermo III durante una cacería, sufrió una aparatosa caída el 8 de marzo, que le provocó serias heridas, entre ellas la más grave, una fractura de clavícula; esto, sumado a una fulminante neumonía, provocaron el final de Guillermo, que murió en el palacio de Kensington, el 19 de marzo de 1702. Siendo sucedido por su hermana Ana, hija de Jacobo II, Luis XIV aprovechando reconoció a Jacobo como rey de Inglaterra.
Alianzas francesas
El duque de Saboya, ya conectado con Francia por el matrimonio de su hija Adelaida con el duque de Borgoña; consiguió la unión de su hija menor, Luisa Gabriella, con Felipe V, así como por el puesto de generalísimo de las Coronas de Francia y España en Italia, fue una de las primeras potencias en reconocer al nuevo rey de España.
El ejemplo de Victor Amadeo de Saboya fue seguido por el duque de Mantua (febrero de 1.701).
En marzo de 1701 Luis también concluyó un tratado secreto con el elector de Baviera, que prometió elegir el lado francés y recibió subsidios franceses. A cambio proporcionaría 15.000 soldados. El dinero le permitió a Maximiliano Emanuel reunir un ejército de 24.000 hombres cerca de Múnich en agosto de 1701.
Su hermano, Joseph Clemens, obispo elector de Colonia, firmó un tratado de alianza con Francia el 13 de febrero, recibiendo 15.000 francos al mes. En el interior de Alemania, Luis concluyó el 1 de mayo de 1701 un tratado con los dos duques de Brunswick-Wolffenbuttel. Según el tratado, formarían un ejército de 12.000 hombres para ayudar a los franceses, pero su motivación real era llegar a su odiado vecino elector de Hannover.
Portugal también se pronunció a favor de la nueva dinastía española, y finalmente se concluyó un tratado en Lisboa entre esa potencia y España (junio de 1701); por el cual Portugal se comprometía a apoyar la sucesión de Felipe V, y a cerrar sus puertos contra todas las naciones enemigas.
Situación en España
A inicios del siglo XVIII, se podría estimar la población española peninsular en 7,5 millones de habitantes, de los cuales unos 2 millones vivían en la región mediterránea, algo menos de 4 millones en el interior y la Andalucía atlántica, y el resto en la fachada noratlántica. Por territorios, la corona de Castilla aglutinaba en torno a 5,5 millones de españoles y la de Aragón unos 1,5 millones (400.000 en Cataluña). La ciudad más poblada era Madrid, que rondaba los 140.000 habitantes y doblaba el número de Sevilla y Granada. Valencia, Cádiz, Barcelona, Córdoba, Zaragoza y Málaga seguían en orden descendente con cifras que iban desde los 50.000 habitantes de la primera hasta los 30.000 de la última. Sin embargo, la mayor parte de la población continuaba viviendo en la España rural.
En cuanto al ejército, en la península Ibérica había 13.000 infantes y 5.000 jinetes y dragones. La caballería estaba encuadrada en 10 trozos (Rosellón, Órdenes, Extremadura, Badajoz, Milán, Brabante, Flandes, la Guardia, Cuantiosos de Andalucía, y Villot), había 3 tercios de dragones (Armendariz, Valvalet), y Bossely), estas unidades se encontraban en un estado deplorable.
En Flandes había 10.090 infantes y 4.957 de caballería, las fuerzas españolas de caballería estaban encuadradas en 5 trozos de caballería (Fourneau, Cecille, Moirnon, Ribeaucourt, y Beaumont) y 3 tercios de dragones (Valanzart futuro Almansa, Stenhuisen, y Risbourg).
En Italia había 11.176 infantes y 4.060 de caballería. En Lombardía había 3 trozos de caballería (Milán, Valdefuentes y Surco) y 1 tercio de dragones (Monroy).
La Marina española en 1700 estaba en un estado lamentable. Si Gran Bretaña tenía unos 100 barcos de guerra, España no contaba con más de 20. La flota española no era suficiente para proteger las flotas mercantes en el Caribe que requería una docena de barcos; proteger El Plata (unos tres barcos), Cádiz (media docena de barcos), Nápoles, plazas africanas, puertos catalanes y valencianos eran atacados por berberiscos sin que encontraran oposición de España, los puertos del Cantábrico eran atacados por los británicos, la defensa de Filipinas, y expediciones de castigo o de conquista que se encargaban periódicamente.
Primeras operaciones en Italia
En términos estratégicos Francia estaba destinada a permanecer a la defensiva en el caso de una nueva guerra. Sin embargo, era importante obtener las mejores posiciones iniciales posibles antes de la misma. Esto afectó principalmente al norte de Italia. Allí, los ducados de Milán y Mantua, que pertenecían a España, podían cumplir una función de cabeza de puente. Desde allí se podía amenazar el corazón del emperador austriaco de Habsburgo y Austria, forzar a la República de Venecia al lado franco-español y cubrir el acceso de los Habsburgo al reino de Sicilia y al reino de Nápoles, que aunque habían reconocido la supremacía de Felipe V, se inclinaban más hacia la Casa de los Habsburgo. Sin embargo, para mantenerlos del lado franco-español, se decidió en París la ocupación de los ducados. Como Víctor Amadeo II de Saboya se había aliado con Francia, las tropas francesas pudieron invadir los principados italianos sin obstáculos. Víctor Amadeo recibió subsidios, el mando supremo de las tropas aliadas en el norte de Italia y el compromiso de matrimonio de Felipe V con su segunda hija.
En la mañana del 5 de abril de 1701, las tropas franco-españolas en favor de la causa de Felipe V de España, se presentaron ante la ciudad de Mantua, en las personas de los comandantes Carlos Enrique de Lorena y René de Froulay de Tessé. Enviaron dos cartas al duque en la ciudad con la que solicitaron (pero de hecho impusieron) la entrada de sus soldados en la fortaleza de Mantua, que sería ocupada por seguridad de la ciudad contra una posible llegada de los imperiales. El duque de Mantua se vio obligado a favorecer la entrada de los pro-borbones en Mantua o si accedió espontáneamente, este es aún un tema de discusión entre los historiadores.
Cuando la noticia de la apertura de las puertas de Mantua a los franco-españoles llegó a Viena, el emperador Leopoldo I citó a Fernando Carlo Gonzaga. Fue acusado en la Corte Suprema del Imperio, por el delito de no haber ofrecido resistencia armada contra los enemigos del Imperio; y así permitir la conquista de un importante terreno. El emperador envió un decreto a Mantua con el cual disolvió sus súbditos a partir de su juramento de lealtad a su duque y llamó a Viena al embajador imperial en Mantua, el conde Scipione Giuseppe Castelbarco, quien luego abandonó su cargo el 21 de abril siguiente.
El ejército franco-español bajo el mando del mariscal Nicolás Catinat ocupó las fortalezas en Milán y Mantua, controlando casi todo el norte de Italia hasta el lago de Garda.
En Italia, el emperador Leopoldo I, tomó la iniciativa. A comienzos del verano un ejército imperial bajo el mando del príncipe Eugenio de Saboya se estaba reuniendo en el Tirol con el objetivo de ocupar los territorios españoles en Italia, que según el Segundo Tratado de Repartición le correspondían como compensación.
Ya existían en noviembre de 1700, planes para prevenir una ocupación francesa del norte de Italia en el invierno. Pero no fue posible movilizar al ejército, que estaba agotado por la guerra turca que acababa de terminar, con la suficiente rapidez. Se reunió lentamente alrededor de Rovereto y solo estuvo operativo en mayo de 1701. El príncipe Eugenio de Saboya tenía la misión de ocupar los ducados italianos de Mantua y Milán y, si era posible, continuar avanzando a Turín.
La campaña del príncipe Eugenio comenzó sin una declaración de guerra. Para el otoño del año, Francia y el Sacro Imperio Romano no estaban formalmente en guerra entre sí. No fue hasta el 7 de septiembre de 1701, que comenzó la formación de la Gran Alianza de La Haya, como resultado de lo cual se declaró la guerra.
Al enterarse de la concentración del ejército germánico, y para defender esos territorios, Nicolás Catinat comenzó a concentrar lentamente sus fuerzas entre el Chiese y el Adige. Pero las dificultades de suministro retrasaron el avance del príncipe Eugenio de Saboya y las tropas borbónicas pudieran ocupar sólidas posiciones en Rivoli Veronese, cerca de Verona. En esta situación el mariscal Catinat se creía seguro en tanto que la república de Venecia se había declarado neutral.
Batalla de Carpi (9 de julio de 1701)
El ejército franco-español en Italia contaba con 39.000 hombres (incluyendo 9.000 jinetes). En mayo de 1701, Catinat había ocupado todos los pasos de montaña y había concentrado su fuerza principal en Rivoli, entre el río Adige y el lago de Garda. Más allá del río se encuentra la neutral república de Venecia. En cuyo territorio no se debía entrar. Según la estrategia general defensiva de Luis XIV, ahora esperaba la reacción de su oponente. Ejército imperial tendía solamente cerca de 32.000 hombres, un asalto frontal a los puertos de montaña o en el valle Adige ofrecía pocas posibilidades de éxito. Eugenio de Saboya hacía ostentosas demostraciones de querer atravesar los Alpes por el valle del Adige o por lago Garda, mientras que de manera secreta llegaba a un acuerdo con la república de Venecia que le garantizaba el paso por su territorio a pesar de su neutralidad.
El 27 de mayo, condujo la masa del ejército imperial, y tomando infinitas precauciones para mantener el secreto; atravesó las montañas por caminos que ningún ejército había empleado desde Carlos I de España por el distrito de Vicenza y el 28 de mayo su ejército ya se encontraba en las llanuras del Po.
El mariscal Catinat había distribuido sus tropas uniformemente a lo largo del río. El cruce imperial finalmente sucedió en Castelbaldo. Allí ocupó la isla artificial de Villabuona, formada por el canal Bianco, el canal Malopera y el Tártaro. Entonces el príncipe Eugenio marchó hacia el sur con algunas tropas, que incluso cruzaron el río Po. Catinat, que ya estaba concentrando sus fuerzas cerca de Villabuona, entonces creía que los imperialistas querían dirigirse hacia el sur. Por ello dirigió sus fuerzas sobre Ostiglia, para ir sobre el Po también.
Frente al campamento imperial en Villabuona en Carpi, solo quedaba un pequeño contingente francés bajo el mariscal de campo Saint-Frémont para cubrir el canal Blanco y el río Adige. Sus fuerzas consistían en 300 hombres de infantería (de los cuales 150 granaderos) y 16 escuadrones de caballería con unos 1.200 hombres en total. A unos pocos kilómetros al oeste de Carpi estaba en San Pietro di Legnago (cerca de Legnago) un cuerpo francés más fuerte bajo el mariscal de Tessé, que disponía de 8 BIS (batallones de infantería) con unos 4.000 hombres infantes y 20 ECs (escuadrones de caballería) con 2.400 jinetes. Otros siete batallones piamonteses estaban en Cerea. En el día de la batalla, los franceses hubieran podido concentrar 15 BIs y 36 ECs; en total, unos 7.800 infantes y 3.600 jinetes en Carpi. Sin embargo, contrariamente a los supuestos de Catinat, el príncipe Eugenio no planeó una marcha hacia el sur. Sus desplazamientos de tropas hacia el sur habían sido meramente una maniobra de distracción, mientras la fuerza principal contra las tropas francesas se dirigía Carpi, hacia el oeste. Con este propósito, el príncipe Eugenio avanzó con unos 10.500 infantes, 66 escuadrones de caballería (unos 6.600 jinetes) y 58 cañones.
Al sur de Carpi, el humedal de Valli Veronesi estaba a solo unos 1.200 metros del Adige. Este cuello de botella era el único acceso al Mincio, y esto le daba a Carpi su importancia estratégica. El lugar en sí había sido fortificado por Saint-Frémont. Más al sur había otra posición atrincherada, que a su vez estaba precedida por otra en el pueblo de Castagnaro. Desde el cementerio fortificado, una colina llegaba hasta las orillas del canal Blanco.
Avance de las tropas imperiales
En la tarde del 8 de julio, las tropas imperiales fueron enviadas para la preparación de la marcha, solo los oficiales más altos fueron informados sobre el objetivo de la marcha. Durante la noche, el príncipe Eugenio encabezó una columna (8 BIs con unos 4.000 infantes y 18 ECs, con unos 1.800 jinetes) a través del canal Blanco, mientras que el príncipe de Commercy con una segunda columna (8 BIs con unos 4.000 infantes y 15 ECs con unos 1500 jinetes) cruzó el Tartaro. Después de que el cruce sobre el puente hubiera pasado desapercibido, sobre las 03:00 horas. Ambas columnas luego giraron hacia el norte hacia Carpi. La columna izquierda del príncipe Commercy llegó allí, pero el difícil terreno le impidió progresar y finalmente tuvo que marchar detrás de la columna derecha del príncipe de Saboya en la presa del canal. Para ayudar al ataque, el príncipe Eugenio había instruido al coronel Wirich Philipp, conde de Daun, que con 20 cañones y dos regimientos, ocupase una posición en el canal Blanco a la altura de la colina de Castagnaro. El feldzeugmeister (general de artillería) Börner tomó otra posición con 12 cañones en el otro lado del río Adige, frente a Carpi.
Después de una marcha de dos horas, la columna de asalto imperial alcanzó la posición francesa de Castagnaro al comienzo del día, que fue rápidamente tomada. Saint-Frémont lideró las tres compañías de granaderos franceses y desde Carpi llegaron dragones, que con un contraataque, arrojaron a los imperiales de nuevo a la colina. El segundo ataque imperial, apoyado por el fuego de artillería de todo el canal, obligó a Saint-Frémont a desalojar a Castagnaro y retirarse a Carpi. Al hacerlo, los franceses ganaron algo de tiempo porque algunos escuadrones de granaderos continuaron defendiendo la iglesia y el campanario de la aldea. Solo cuando la amenaza de los imperiales de prender fuego a la iglesia, se rindieron. Sin embargo, las tropas de Saint-Frémont fueron perseguidas por los regimientos de caballería imperial, por lo que no les fue posible organizar una nueva resistencia en la segunda colina en Catarane. Los imperiales se detuvieron en Carpi por orden del príncipe Eugenio, dado que sus tropas se habían desordenado como resultado del rápido avance, y pensaba que los franceses podrían haberse fortalecido en Carpi, quería preparar bien el ataque a ese lugar. Eso dio tiempo a los franceses para usar refuerzos, configurar Carpi para la defensa, y preparar la evacuación de la ciudad por precaución.
Contraataque francés
Saint-Frémont había enviado un mensajero al mariscal de Tessé al comienzo del enfrentamiento, solicitando refuerzos. Este había escuchado el ruido de la batalla desde San Pietro di Legnago y se había puesto en marcha con su cuerpo hacia Carpi. En el camino supo por un mensajero que Castagnaro había caído. Por lo tanto, envió un mensaje a San Pietro di Legnago para reunir lo antes posible todas las tropas disponibles y enviarlas a Carpi. Poco después, cuando supo que Saint-Frémont había recuperado Castagnaro, dudó de que fuera el esfuerzo principal imperial y recordó la orden de concentrar las tropas. Cuando los imperialistas se reagruparon y marchaban sobre Carpi, llegó el mariscal de Tessé. Para defender el lugar, solo había 2 RCCs (regimientos de coraceros de caballería) y 3 RDs (regimientos de dragones), así como los restos de compañías de infantería.
Dado que el terreno no era adecuado para la caballería, los dos regimientos de dragones lucharon a la defensiva a pie. El regimiento de Albert y el regimiento coracero de Ruffey atacaron la formación imperial. Mientras los coraceros de Ruffey atacaban en el frente, de Tessé dirigió personalmente a los dragones de Albert contra el ala imperial izquierda. Allí rechazaron en tres ataques consecutivos, del regimiento de coraceros imperiales de Neuburg. Para superar esta crisis, el príncipe Eugenio tuvo que lanzar el regimiento de Vaudémont y algunas divisiones de infantería en su ala izquierda.
Sin embargo, después de que el contraataque francés fuera abortado, la superioridad numérica imperial se hizo sentir, y comenzaron a envolver a las unidades francesas. Una vez más, un destacamento de dragones franceses atacó a los imperialistas, dejando suficiente espacio para retirarse. Bajo la acción retardadora realizada por los dragones, los franceses se retiraron al oeste. A medio camino de San Pietro di Legnago, el mariscal de Tessé se reunió con seis batallones y toda la caballería que lo había seguido desde el campamento en Villa Bartolomea. Aunque había obtenido importantes refuerzos, de Tessé decidió no continuar la batalla por Carpi y regresó al campamento en Legnago. Los imperialistas se detuvieron al norte de Carpi.
Secuelas de la batalla
El episodio con más pérdidas de esta batalla fue el ataque de caballería francesa contra el regimiento de Neuburg. El teniente-coronel del regimiento Neuburg había caído. El príncipe Eugenio sufrió una leve herida de bala en la rodilla. Los caballos montados por él y su ayudante fueron alcanzados por fuego de fusil y su ayudante resultó herido. En el lado francés fueron, cayeron entre otros, el coronel de Albert y el teniente coronel del regimiento Ruffey. Los imperiales se hicieron con una parte del tren de bagajes francés y 200 caballos, pero por lo demás, Saint-Frémont tenía el depósito del lugar completamente despejado. Además, el hecho de que algunos jinetes hubieran logrado conquistar el estandarte del regimiento francés de coraceros de Mauroy significaba una victoria moral.
La batalla de Carpi solo hubo unas 450 bajas (350 franceses y 100 imperiales). En comparación con las grandes batallas de la Guerra de Sucesión Española, era un número pequeño, pero el proceso tuvo cierta importancia. Al ganar a Carpi, Eugenio de Saboya había asegurado una base más allá del río Adigio y los canales desde los cuales podía actuar bien contra Milán o bien contra Módena. Lo más importante fue que los imperiales pudieron simplificar y asegurar sus líneas de suministro. Al mismo tiempo, los franceses fueron desprovistos de la iniciativa, que abrió la oportunidad para que los imperiales lanzaran una guerra ofensiva en el norte de Italia. El mariscal Catinat intentó en los días siguientes reunir sus tropas y se trasladó a una nueva posición en el Mincio.
A principios de agosto, el rival de Catinat, Tessé, informó a París de lo ocurrido, lo que causó que el mariscal François de Neufville de Villeroy, favorito de Luis XIV, lo sustituyera en el mando.
Batalla de Chiari (1 de septiembre de 1701)
El mando de los ejércitos
El príncipe Eugenio de Saboya era el comandante indiscutible del ejército imperial. Su segundo al mando era Carlos de Lorraine, príncipe de Commercy. Como general de caballería estaba el príncipe Tomás de Vaudémont, hijo del príncipe de Vaudémont que era gobernador de Milán en el bando Borbón. En general, se puede notar que el mando del ejército de los Habsburgo estaba bien estructurado.
En cambio, en lado borbónico, el mando estaba oficialmente a cargo de Víctor Amadeo de Saboya como comandante en jefe. Esto fue causado por el hecho de que él era un soberano y un aliado muy importante para Luis XIV. Apenas había llegado el 25 de julio y antes de eso, y en su ausencia, el príncipe de Vaudémont, gobernador de Milán, era el comandante oficial. Sin embargo, Víctor Amadeo y Vaudémont solo contribuyeron con pocas tropas al ejército, por lo que, por motivos prácticos, Francia, por supuesto, quería que uno de sus mariscales mandara el ejército.
Al comienzo de la guerra, el conde de Tessé había sido enviado para gestionar los intereses franceses en Italia. Cuando hubo que enviar un ejército serio a Italia; sin embargo, solo había unas pocas opciones, y de estas se eligió a Nicolás de Catinat. Catinat lideró las fuerzas francesas en la batalla de Carpi, pero el 22 de agosto, François de Neufville de Villeroy llegó para reemplazarlo. El 1 de septiembre, había tres generales en el lado borbónico que tenían algún derecho al mando.
Así el mando en Italia se convirtió en un pozo de serpientes. El teniente-general, conde Tessé y el príncipe de Vaudémont (gobernador de Milán), hicieron lo posible para colocar a Catinat en un mal en Versalles. Víctor Amadeo no hizo nada por evitarlo. Tessé también intrigó contra él.
El ejército de campaña francés era aproximadamente el doble que el ejército imperial. Teniendo en cuenta esto, no era de extrañar que Villeroy hubiera sido enviado a Italia con una orden expresa de ataque. Llegó al campamento francés cerca de Antegnate en la tarde del 22 de agosto con su comisión y órdenes. Vaudemont y Catinat, mientras tanto, recibieron cartas sobre el nombramiento de Villeroy.
Movimientos previos
El 23 de agosto, el mando francés celebró un consejo de guerra y decidió cruzar el río Oglio un poco por debajo del castillo Pumenengo. Villeroy informó de inmediato al Rey mediante una carta del 24 de agosto. En ella, informaba que el ejército imperial estaba desplegado desde Palazzolo en el norte a Urago d’Oglio en el sur, y habían ocupado Pontoglio. Villeroy sabía que Palazzolo, que tenía un puente de piedra, el enemigo solo tenía caballería. Además, señalaba que los imperiales no querían defender el río y obtenían sus suministros del lago de Garda a través de una línea de suministro que estaba cubierta por su posición en Castiglione. En la mañana del 24, Víctor Amadeo, Villeroy, Catinat y Vaudémont tuvieron una discusión sobre si debían enviar un destacamento a Goito para amenazar las líneas de suministro imperiales, pero con vistas a las órdenes de Luis de atacar esta opción se abandonó.
Además, Villeroy informaba que el ejército francés estaba desplegado con el ala derecha en Fontanella, el centro en Antegnate y la izquierda en Covo. El señor de Colmenero mandaría un destacamento al lago Como con los regimientos de Soissonnais y Thieroche, los dragones de Albert y algunos elementos caballería española. Otros elementos de caballería española debía ser dejados en el Adda para deshacerse de ellos. La única caballería española que participaría en la marcha sería la del duque de Elceste con seis escuadrones. Con esto, el ejército borbónico debía tener una fuerza de 56 BIs franceses, 8-9 BIs de Saboya, 4 BIs españoles, 88-90 ECs y 44 cañones. Esa misma mañana, Villeroy había revisado el ejército y, por lo tanto, pudo dar algunos detalles sobre la fuerza de las unidades: De las unidades que habían estado en Italia en algún momento, los escuadrones contaban entre 80 y 90 jinetes cada uno y los batallones entre 360 y 400 infantes, excepto los irlandeses, que eran más numerosos. Los 25 BIs y 20 ECs que habían llegado recientemente eran considerablemente más fuertes. Las tropas de Saboya se consideraron muy buenas y servían de ejemplo para todo el ejército.
Villeroy también señalaba que su ejército estaba en desventaja por el hecho de que toda la población estaba en contra y que los locales disparaban contra sus soldados. Sobre la geografía, decía que el terreno estaba incluso más «cortado» que el de Flandes, lo que significaba que había muchos canales y arroyos más pequeños. Eso significaba que la caballería no podía ser empleada con facilidad, pero dado que Villeroy era superior en infantería, contaba con ventaja.
Eugenio estaba bastante bien informado de lo que estaba sucediendo en el campamento francés. Escribió una carta al Emperador el 25 de agosto, en la que señalaba que el ejército francés había sido revisado el día 24 y todavía estaba cerca de Fontanella.
Villeroy mantuvo informado a Luis XIV sobre sus movimientos en una carta que comenzó a escribir el 27 de agosto y continuó el 28. En ella, anunciaba que comenzaría a cruzar el Oglio, pero que lo detendría cuando la mitad de su ejército hubiera cruzado para comprobar si el enemigo no lo cruzaría de repente también. Media hora antes de la medianoche del 27 al 28 de agosto, el ejército comenzó a marchar en cuatro columnas. Un poco antes, a las seis de la tarde, un destacamento de 10 ECs y 4 BIs del Pracontal, fueron enviados a Palazzolo y Pontoglio para hacer una finta. Eugenio también hizo una finta, porque Villeroy creía que tenía razones para creer que estaba haciendo los preparativos para retirarse.
El 29 de agosto, los franceses cruzaron el Oglio y acamparon en Rudiano y Villeroy envió su siguiente carta. En ella transmitía su creencia de que los imperiales se retirarían hacia Brescia.
El día 30 de agosto, el mando francés percibió que los imperialistas todavía estaban en su campamento, pero unánimemente pensaron que se retirarían a Brescia para salvar sus líneas de suministro. Entonces decidieron marchar a Castrezato para restringir la retirada enemiga. En la marcha a ese lugar recibieron un mensaje de que el enemigo había marchado a Rovato. Ese mensaje no se pudo verificar, pero el mando decidió seguir con el ala derecha del ejército a Berniana. Por la noche, el mando escuchó que el enemigo todavía estaba en el lugar entre Chiari y Urago. Al mediodía del 31, Villeroy continuó con su carta y declaró que el ejército estaba construyendo puentes sobre el Trenzana. También comentó que haría uso de su superioridad en infantería y que cruzaría Trenzana ese día.
A las 19:00 horas del 31, Villeroy escribió otra carta. El convoy de pan solo había llegado a las 18:00 horas y, debido al tiempo necesario para la distribución, se pensó que era más conveniente usar el día 31 para esta distribución y cruzar el Trenzana el 1 de septiembre.
Reacción de Eugenio a la ofensiva francesa
Eugenio supo el día 28 de agosto que los franceses habían enviado su tren de suministros y estaban abriendo el camino hacia Oglio. El día 29 Eugenio no quiso intentar evitar el cruce del Oglio porque el nivel del agua era muy bajo. (Villeroy incluso había señalado que el agua no llegaba por encima de las rodillas de los soldados). En lugar de eso, Eugenio condujo sus fuerzas de nuevo al Trenzana y destruyó todos los puentes que había, por lo que el enemigo tendría que hacer un gran desvío para llegar a él. Luego giró su ala izquierda hacia el este hasta una posición centrada en Chiari. Además, ordenó al general Palffy que regresara de Palazzolo y envió correos a los regimientos de Gschwindt y Lothringen para que aceleraran su marcha.
Excepto por estar plagado de canales, el plano del Po tenía otra característica obvia, carecía de alturas desde donde se pudiera observar al enemigo. Por lo tanto, las partidas de reconocimiento no podían ser reemplazadas con la observación del paisaje desde las alturas.
Por los que los encuentros entre partidas de reconocimiento eran constantes. Eugenio escribió que en 3 días sus partidas habían matado a unos 70 hombres sin perder a nadie. Además, durante toda la campaña solo 2 soldados de caballería se habían perdido hechos prisioneros. El 25 de agosto mencionó que el teniente-coronel Mercy había llevado a un teniente, 18 prisioneros y caballos. Los dragones del coronel conde Roccavion había llevado 18 prisioneros y caballos. El marqués Vaubonne llevó un completo convoy y tomó al brigadier de Narbona, 7 oficiales y unas cuantas docenas de prisioneros. De la escolta había matado a 18 de infantería y nadie había escapado. El 31 de agosto, Eugenio mencionó que en los últimos dos días se habían entrado unos 50 desertores.
De hecho, toda la campaña en Italia se caracterizó porque los imperiales tenían la ventaja en la guerra de partidas. Siempre parecían saber lo que estaban haciendo los franceses y rara vez los sorprendían las partidas franceses más fuertes que ellos. Esto podría haber tenido que ver con experiencia, traición o espionaje. Otra razón era que la población percibía al ejército francés como una amenaza directa a sus posesiones y estaba dispuesta a ayudar a los imperiales.
La ciudad veneciana de Chiari tenía una muralla medieval, pero no tenía fortificaciones modernas. Sin embargo, el paisaje alrededor de esta ciudad se caracteriza por una gran cantidad de canales de riego. El 31 de agosto de 1701, Eugenio llegó a Chiari y pidió a la pequeña guarnición veneciana para que entregara el lugar. Su pretensión era que no era un lugar fortificado y que los venecianos, por lo tanto, no podían negarle la entrada. Los venecianos hicieron algunas protestas, pero luego cedieron cuando Eugenio aceptó darles un testimonio por escrito de sus protestas. Los imperiales se fortificaron e inundaron el terreno abierto delante de las fortificaciones, y esperaron al enemigo.
Despliegue de los ejércitos
Como se ha dicho, el ejército imperial era más pequeño, la infantería consistía en 8 RIs (Kriechbaum, Mansfeldt posteriomente Gehlen, Nigrelli, Starhemberg, Herberstein, Guttenstein, Bagni, y Daun) en 29 BIs, en total unos 15.000 infantes, los RIs estaban bastante completos y contaban con 4 BIs cada uno. La caballería consistía en 6 RCs y había 4 RDs de dragones, 84 ECs en total unos 7.200 hombres a caballo, además un tren de artillería de 30 cañones de campaña. Eugenio estaba esperando a que llegasen los regimientos de Gschwindt y Lothringen. En total disponía de 23.700 hombres.
Desplegó con una cobertura de dragones que ocuparon los molinos y casas a vanguardia de la posición. El centro del despliegue era el pueblecito, por el que pasaba el canal la Roggia Castrina, a su izquierda entre la Roggia Castina y el canal Seriola Nueva desplegó los RIs de Nigrelli, Kriechbaum y Mansfeldt. A la derecha entre la Roggia Castrina y el canal Seriola trenzana los otros 5 RIs. A retaguardia situó 70 ECs en dos filas.
Los borbónicos por su parte disponían de 38.000 efectivos, de los cuales 28.000 eran de infantería encuadrados en 36 BIs y 7.500 jinetes y dragones encuadrados en 78 ECs, y 30 cañones.
Villeroy señala que después de cruzar el Seriola Trenzana y el Roggia Castrina, se notificó al comando francés que había un puesto de tropas imperiales a su izquierda. Villeroy, Catinat y Victor Amadeo fueron todos a echar un vistazo y vieron que las tropas imperiales ocupaban «una iglesia» justo antes de Chiari. El mando francés decidió atacar este puesto. Más tarde, Villeroy afirmó que, de múltiples fuentes, sabía que la fuerza principal enemiga se había retirado a varias millas de Chiari y que el mando había decidido atacar conquistar ese puesto porque le daría una buena visión de la ubicación del ejército imperial.
Para ese ataque se designaron las primeras cuatro brigadas en dos columnas. Las BRIs (brigadas de infantería) de Normandie y Auvergne en la columna derecha y las BRIs de Anjou y Royal Valsesaux en la columna de la izquierda. Cuando llegaron a distancia de asalto ambas columnas desplegaron en dos líneas, en primera línea las BRIs de Anjou y Normandie. Que desplegaron entre los canales la Seliora Nuova y el canal la Roggia Castrina.
Esta maniobra solo puede calificarse para realizar un ataque con un destacamento. Esto a pesar de que el tamaño de este destacamento estaba limitado solo por el espacio disponible entre los dos canales. El resto del ejército borbónico se mantuvo en su posición hacia el este; esperando reanudar la marcha en esa dirección. Si el mando borbónico hubiera conocido que todo el ejército de los Habsburgo estaba en Chiari, habría enviado grupos de reconocimiento para investigar la posición, y luego realizar una maniobra con todo el ejército. El ataque con un destacamento solo es consistente con una convicción absoluta de que el enemigo tenía solamente una parte de sus tropas en Chiari.
Se puede estimar que el mando Borbón estimaba que había entre 2 y 5 BIs enemigos apostados en y al norte de Chiari. Villeroy no tenía idea de dónde estaba el ejército enemigo, y estaba convencido de que en Chiari solo se enfrentaba a unos pocos BIs aislados.
Desarrollo de la batalla
Villeroy lideró la columna de derecha compuesta por las brigadas Normandie y Auvergne. Victor Amadeo y Catinat comandaban la columna izquierda con las brigadas Anjou y Vaisseaux. El ataque comenzó alrededor de las 14:30 horas.
A la derecha, la BRI de Normandía con los RIs de Normandía y Borgoña, pasó por alto los puestos avanzados de la Seriola Nuova y se dirigió directamente hacia el parapeto. Desde la BRI de Auvergne, los RIs de Médoc, Dillon y Galmoi atacaron el molino que era defendido por el cuarto batallón del Guttenstein. Este ataque fue rechazado con grandes pérdidas y Eugenio más tarde mencionó que una bandera irlandesa fue conquistada por un fusilero de ese BI de Guttenstein.
Los RIs de Normandía y Borgoña (5 BIs) que continuaron hasta la posición imperial principal fueron aún peor. Aquí los RIs defensores de Nigrelli y Kriechbaum (quizás 4 BIs) esperaron hasta el último momento antes de dispararles desde una distancia muy corta. Este fuego provino de una posición cubierta por un enemigo que le igualaba en número, y especialmente los disparos de artillería a bocajarro, diezmó rápidamente a estos regimientos franceses y los obligó a retirarse.
En la izquierda, los RIs de Víctor Amadeo iniciaron un ataque en las casas periféricas y las conquistaron después de una larga resistencia. Un contraataque posterior del tercer batallón de Guttenstein junto con los granaderos de Nigrelli, Herberstein y Graf Daun contra la derecha, y el batallón Mansfeldt con su compañía de granaderos contra la izquierda de estos franceses, sin embargo, les expulsaron de esas casas.
Lo que es sorprendente es que todas las fuentes coinciden en que tanto Víctor Amadeo como Catinat se expusieron fuertemente al fuego enemigo. La mayoría de las fuentes están de acuerdo en que Víctor Amadeo lo hizo para demostrar su lealtad.
El ataque de la BRI de Normandie (comandada por Villeroy) se convirtió en una masacre, sufriendo 840 muertos y heridos, lo que elevó las bajas a un 35 % de sus efectivos.
Después de intensos combates, el ataque con las 4 BRIs fue rechazado aproximadamente a las 18:30 horas. Además, alrededor de un tercio de los soldados involucrados habían muerto o resultaron heridos y la posición del enemigo era tan sólida como antes. Los franceses luego pensaron en llevar nuevas tropas para continuar la batalla, pero se dieron cuenta de que se estaban enfrentando a todo el ejército imperial. Villeroy ordenó la retirada y terminar la batalla.
Lo que es sorprendente es que durante la lucha, Eugenio movió tropas al sector que estaba bajo ataque. Es posible que no pudiera ver dónde estaban el resto de los franceses, o que simplemente creyera que su posición era lo suficientemente fuerte como para resistir a las 4 BRIs.
Secuelas de la batalla
Eugenio estimó de manera conservadora las pérdidas francesas en más de 2.000 muertos y heridos. Entre estos había 200 oficiales, unos 100 de ellos tomados prisioneros. Las pérdidas imperiales según él fueron de 36 muertos y 81 heridos. Dangeau dio las pérdidas de 1.500 muertos y heridos.
Las pérdidas francesas fueron graves, pero no tuvieron ningún efecto sobre el equilibrio de poder en Italia. El ejército francés se mantuvo aproximadamente el doble de fuerte que el imperial, pero los franceses habían perdido la oportunidad de hacer retroceder al imperio. Además, la confianza de los soldados y oficiales ordinarios en sus comandantes se había perdido.
Villeroy se volvió más circunspecto y acampó en Urago, cerca de Chiari, donde se atrincheró a la espera del enemigo. Al cabo de dos meses de espera, sin que los imperiales hiciesen nada, los franceses, muy mal avituallados por el país que defendían contra su voluntad, levantaron el campo el 12 de noviembre, volvieron a cruzar el río Oglio y se dirigieron a Cremona.
Gran Alianza de La Haya (7 de septiembre de 1701)
Mientras tanto, las tropas austriacas comandadas por Eugenio de Saboya estaban luchando contra los franceses en Italia sin haber declarado la guerra. Incluso mientras continuaban las negociaciones con D’Avaux el embajador francés, los holandeses habían iniciado negociaciones con Stanhope y el embajador imperial el conde Goesz. Estas negociaciones se centraron en obtener la satisfacción para el Emperador con fuerza. El 14 de julio de 1701, Guillermo III llegó a La Haya para acelerar estas negociaciones. Luego inspeccionó los impresionantes preparativos que se habían hecho para la guerra. Después de esto, regresó a Paleis het Loo el 13 de agosto de 1701.
Mientras tanto, las negociaciones con D’Avaux se complicaron por el hecho de que hacia fines de junio, Stanhope exigió que el conde Goesz fuera admitido en las negociaciones. Esto parecía una extraña demanda porque Francia y Austria ya estaban de hecho en guerra. Por otro lado, se ajustó al patrón de las primeras demandas anglo-holandesas de una satisfacción razonable para el emperador con respecto a sus derechos a la Corona española. Puede haber sido un truco para romper las negociaciones o un intento honesto de darles un carácter más serio, pero el movimiento forzó el problema. En julio, D’Avaux declaró que no podía consentir la admisión del Conde Goesz y regresó a Francia en agosto. Dejó a su secretario, el señor Barré, que más tarde se convirtió en residente de Francia.
Las acciones con respecto al comercio de las Indias hicieron su parte para aumentar la tensión: en agosto de 1701, Felipe V vendió el Derecho de Asiento (el derecho de vender esclavos negros en las Américas) a una compañía francesa. Por lo tanto, los traficantes de esclavos de Inglaterra y las Provincias Unidas fueron excluidos de los mercados en las Américas españolas. Estos comerciantes eran generalmente influyentes en su país de origen y naturalmente se unieron a aquellas personas que defendían la guerra contra los Borbones.
Mientras tanto, las negociaciones entre el conde Goesz, Stanhope y los holandeses sobre una alianza continuaron y el nuevo plenipotenciario Marlborough se unió a ellas. Las negociaciones se centraron en los objetivos de la guerra y los esfuerzos de los aliados. Debido a que los Poderes del Mar no estaban dispuestos a comprometerse en una guerra que solo terminaría cuando Felipe V fuera expulsado de todas sus posesiones españolas, no se trataba simplemente de prometer que no se haría la paz por separado. Asimismo, era necesario regular de antemano los esfuerzos de cada aliado y el contenido de los derechos holandeses. El 7 de septiembre de 1701, Inglaterra, las Provincias Unidas y el Emperador firmaron el tratado conocido como la Gran Alianza de La Haya. Por este tratado de la Gran Alianza, los firmantes se comprometieron a obligar a Luis XIV a aceptar sus demandas y regularon sus esfuerzos.
- La separación absoluta y duradera entre las coronas francesas y españolas.
- El traslado de las posesiones españolas en Italia y Flandes al Emperador.
- La organización de la barrera que transferiría ciertos derechos soberanos en los Países Bajos españoles a los holandeses.
- Los holandeses aportarían 100.000 hombres, los ingleses 40.000 y el Imperio 82.000.
- Inglaterra y Holanda podrían mantener cualquier conquista en las Indias para sí mismos.
- El tratado de paz debería prohibir todo el comercio francés a las Indias.
Una vez resueltos estos aspectos principales de su cooperación, los firmantes iniciaron esfuerzos para lograr que más aliados se adhieran a la Gran Alianza. A este respecto, debe señalarse que ya en el año anterior, Austria había solicitado la ayuda de Prusia que formalmente se adheriría a la Gran Alianza el 30 de diciembre de 1701. En el Tratado de Odense del 20 de enero de 1701, las Potencias del Mar también ya se habían alistado y recibieron ayuda de 12.000 efectivos daneses. Inglaterra y las Provincias Unidas continuarían usando su destreza financiera para contratar más tropas de varios Estados alemanes más pequeños y también para obtener su compromiso político.
Diez días después de haber formado la Gran Alianza, falleció Jacobo II en Saint Germain-en-Laye y desafiando el Tratado de Ryswick, Luis XIV aprobó el nombramiento su hijo como Jacobo III de Inglaterra, como si esto no fuera suficiente, añadió la prohibición de importar productos ingleses en Francia.