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Antecedentes
Calígula planificó una campaña contra los britanos en el 40, pero su ejecución fue realmente extraña: según lo que escribe Suetonio, el emperador dispuso a sus tropas en formación de batalla a lo largo del Canal de la Mancha y les ordenó que atacaran permaneciendo en el agua. Posteriormente ordenó a los soldados recoger conchas del agua como «tributo que el océano debía a la Colina Capitolina y al Monte Palatino«. Esta acción no se sabe si fue un castigo a un posible motín de los soldados o consecuencia de uno de los desvaríos de Calígula. Lo cierto es que esta tentativa de invasión preparó a las tropas y facilitó la invasión de Claudio iniciada tres años después.
El emperador Claudio, en el 43, probablemente utilizó las tropas de su predecesor, formó una fuerza invasora para rehabilitar en el trono a Verica, un rey exiliado de los atrébates, que había sido depuesto por una tribu vecina. Fue puesto al mando Aulo Plaucio al frente de cuatro legiones (la II Augusta, la IX Hispana, la XIV Gemina, y la XX Valeria Victrix) que sumaban un total de 20.000 legionarios, que con 20 cohortes auxiliares de infantería y unos 5.000 jinetes, en total unos 45.000 efectivos.
Batalla del río Medway año 43
El punto de desembarco fue en Rutupiae (Richborough, en la costa este de Kent), la resistencia de los britanos estuvo dirigida por los líderes Togodumno y Carataco, hijos del rey de los catuvellaunos, Cunobelino.
Una importante fuerza británica de unos 100.000 hombres esperaba a los invasores romanos en la orilla opuesta del río Medway (Rochester), desplegando la infantería delante y la caballería detrás. La batalla se prolongó durante dos días. Aulo ordenó a las tropas galas de su flanco derecho cruzar el río y atacar por sorpresa el flanco enemigo, lo que hicieron con gran éxito. Luego ordenó a la legión IX Hispana de su flanco izquierdo hacer lo mismo, provocando graves bajas a su enemigo, que se retiró.
Togodumno, fue asesinado, pero su hermano Carataco sobrevivió a continuar la resistencia, retrocedió hacia el río Támesis con el ejército romano persiguiéndoles a lo largo del río y causándoles numerosas bajas. Plaucio se detuvo en el Támesis, y esperó a Claudio, que llegó con refuerzos, incluyendo artillería y elefantes, para la marcha final a la capital Catuvellaunian, Camulodunum. Claudio recibió la rendición de los britanos sin estar presente en una sola batalla.
En el año 44, el general Tito Flavio Vespasiano asumió el mando de una pequeña fuerza y marchó hacia el oeste subyugando a las tribus y capturando una serie de oppida (fortificaciones) a lo largo de su camino. La marcha de Vespasiano llegó al menos hasta Exeter y, probablemente, alcanzó la región de Bodmin.
Después de capturar el sur de la isla, los romanos volvieron su atención a lo que hoy es Gales. Los siluros, ordovicos y deceanglios permanecieron implacablemente opuestos a los invasores y de las primeras décadas fueron el foco de atención militar romano, a pesar de pequeñas revueltas ocasionales entre los aliados romanos como los brigantes y los icenos.
Batalla de Caer Caradoc año 51
Los siluros fueron dirigidos por Carataco, y llevaron a cabo una campaña de guerrillas muy efectiva contra el gobernador Publio Ostorio Escápula. Por último, en el 51, Ostorio fijó a Carataco en el fuerte celta de Caer Caradoc (Caer Caradog en galés) y no le quedó más remedio que presentar batalla, las fuerzas romanas se componían de las legiones IX Hispana y X Valeria Victis más auxiliares, en total unos 21.000 efectivos. Carataco eligió la posición en el terreno elevado del fuerte y presentó batalla, se desconoce sus efectivos, pero probablemente se componían sobre todo de los guerreros de la tribu de los ordovicos aunque también pudo haber habido algunos siluros. Esta posición bien elegida hacía difícil tanto avance y como el retroceso para los romanos. El comandante romano Ostorio, era en un principio reacio a lanzar un asalto contra las líneas celtas. Los romanos cruzaron el río sin dificultad.
A continuación, se enfrentaron a una lluvia constante de proyectiles, pero emplean la formación en testudo o tortuga para protegerse, luego se desmantelaron los muros de piedra. Una vez que los romanos estaban en el interior de las defensas celtas, se produjo un violento combate. Los celtas tenían armas inferiores y con muy poca o ninguna protección frente a la lorica segmentata romana, los británicos se vieron obligados a retirarse a las colinas, con los romanos persiguiéndoles, quedando atrapados entre los legionarios y los auxiliares.
Las bajas romanas fueron 1.200, mientras que las britanas se desconocen, pero debieron ser muy elevadas. Los romanos consiguieron capturar a la esposa y a la hija, posiblemente en el fuerte de Caer Caradoc, aunque Carataco escapó de nuevo. Marchó hacia el norte a la zona de los brigantes, pero su reina, Cartimandua, estaba poco dispuesta a batallar con los romanos y decidió firmar un tratado de paz con ellos por el cual les entregaba a Carataco y ellos se comprometían a apoyarla militarmente.
Carataco y su familia fueron exhibidos como botín de guerra en el desfile triunfal en Roma. Se le permitió dirigir un discurso al Senado y fue tal la impresión que causó que él y su familia fueron liberados y se les permitió vivir en paz en Roma.
Rebelión de Boudica
Antecedentes
El emperador Claudio murió en el 54, y fue sustituido por Nerón, que estaba decidido a continuar la invasión de la isla y nombró a Quinto Veranio como gobernador de Britania, un hombre con experiencia en tratar con las belicosas tribus de Asia Menor. Veranio y su sucesor, Cayo Suetonio Paulino dirigieron con éxito una campaña a lo largo del territorio de Gales, consiguiendo capturar sus capitales de Mona y Anglesey en el 60.
Entre el 60 y 61, mientras que el gobernador Cayo Suetonio Paulino estaba en campaña en Gales; el sureste de Gran Bretaña se rebeló bajo el liderazgo de la reina Boudica o Boadicea. Esta era la viuda de Prasutago rey de los icenos con el que se había casado en el año 48 y que falleció en el 60. El historiador romano Tácito informa que Prasutago había dejado un testamento dejando la mitad de su reino a Nerón, en la esperanza de que el resto se quedara intacto.
Los romanos no aceptaron, pensando que una reina mujer no tendría fuerzas para oponerse a ellos, y pocos días después de la muerte de Prasutago, los enviados del procurador Cato Deciano y las tropas romanas atacaron a los icenos. Los romanos ocuparon las tierras de los icenos y tomaron como esclavos a los nobles. Boudica fue elegida por los romanos para dar un escarmiento, fue desnudada en público y azotada, y las dos hijas que había tenido con Prasutago fueron violadas por los legionarios.
Mientras tanto la mayoría del ejército de ocupación romano, al mando del general Suetonio Paulino se encontraba en la isla de Mona (actual Anglesey), para acabar con los druidas, que tenían en la isla su punto de reunión, sus santuarios y sitios sagrados. Los romanos atacaron, pero no hubo ningún combate. Los romanos ocuparon sin problemas la isla, ya que no tenía defensas, los britanos nunca se imaginaron que alguien la atacaría.
Tras el ataque sufrido a su persona, Boudica recobró a sus hijas y regresó con su gente. Humillada y furiosa, por el ultraje cometido hacia ella y el resto de los icenos. Esto junto con la noticia del sacrilegio cometido por los romanos en la isla de Mon, precipitó la rebelión. Muchas tribus rebeldes que estaban dispersadas y divididas por viejas rencillas, se alistaron bajo su mando.
Así logró reunir a más de 100.000 guerreros, hombres y mujeres que habían sufrido bajo la dominación romana. Los guió entonces hacia la colonia de oficiales imperiales en Camulodunum, y con la ayuda de los rebeldes que habitaban en el lugar inició el ataque. La batalla duró varios días, y algunos romanos lograron escapar y dar la voz de alarma en Londinium (actual Londres). Cato Deciano envió como refuerzo a solamente 200 hombres, que fueron vencidos rápidamente por las fuerzas de Boudica.
Boudica aprovecho la circunstancia y consiguió levantar a su tribu y varias más, gracias también a la indignación que provoco entre las tribus britanas el ataque a los druidas.
Logró reunir decenas de miles de guerreros, entre los que había mujeres y jóvenes. Se dirigió a Camulodunum (Colchester), los sublevados lograron derrotar a los que se defendían atrincherados en uno de los templos. Camulodunum fue completamente destruida y sus habitantes pasados a cuchillo incluyendo mujeres y niños.
La legión IX Hispana acudió en ayuda de Camulodunum, pero fueron emboscados en un bosque y derrotados, viéndose obligados a huir y retirarse a su fortaleza de Logthorpe con un número considerable de bajas. El gobernador decidió enviarla a cubrir su retaguardia, no participando en la batalla de Watling Street. Debido a las bajas acumuladas, tuvo que ser reforzada con 2.000 legionarios procedentes de las legiones de Germania Inferior y Superior.
Boudica se dirigió a Londinium (Londres), muy pobremente defendida, ni siquiera tenia un foso o empalizadas. Suetonio Paulino tuvo noticias de la rebelión y se dirigió a Londinium. Al llegar allí, vio que la defensa de la ciudad era imposible, y decidió retirarse y dejar la ciudad a merced de Boudica.
Londinium fue arrasada, sus últimos defensores se atrincheraron en el templo, que fue incendiado. Boudica hizo torturar y asesinar a los romanos supervivientes. Después, se dirigió a Verulanium, arrasándola igualmente. Y se dirigió al encuentro del ejército romano, para enfrentarse a ellos en campo abierto, un grave error.
Batalla de Watling Street o de Paulerspury (61)
Entre 60.000 y 80.000 colonos romanos se dice que murieron en las tres ciudades. Pero Suetonio reagrupó dos de las tres legiones que aún tenía disponibles, eligió un campo de batalla y, a pesar de ser en gran medida superados en número, y presentó batalla en Watling Street.
El lugar elegido era un valle estrecho para evitar ser envueltos por la caballería, lo que obligaba a Boudica a un ataque frontal.
Los romanos disponían de dos legiones la XIV Gemina y XX Valeria y (10.000 legionarios) y auxiliares en total unos 15.000 hombres. Desplegó las dos legiones en el centro formadas en duplex acies, flanqueadas por las tropas auxiliares y la caballería en las alas.
El ejército de Boudica sería de unos 60.000 hombres, formó delante la infantería y detrás los carros.
Tras una tensa espera, Boudica ordenó el ataque y sus tropas, gritando, avanzaron corriendo a través de la llanura. A unos 40 metros de la línea romana, su avance fue recibido por salvas escalonadas de pila, sufriendo numerosas bajas. Cuando llegaron al choque, los romanos desenvainaron las gladium, y acometieron cuerpo a cuerpo.
Cuando Suetonio creyó oportuno que los britanos habían tenido ya un suficiente número de bajas y estaban cansados; ordenó a sus tropas iniciar el avance mediante la formación de combate llamada caput porcinum (cabeza de cerdo), en la que el centro (las legiones) se adelantaba un cuerpo con respecto a los flancos formando una cuña, de manera que recordaba el morro y las orejas de un cerdo.
Los jinetes romanos se emplearon contra los que huían y los legionarios, contra los britanos que aún les hacían frente.
Los britanos habían convertido la retirada en una huida, pero su fuga fue bloqueada por el semicírculo formado por los carros. Quedando atrapados y produciéndose una gran matanza.
Al final de la batalla, los romanos contabilizaron 400 muertos y el doble número de heridos. Entre los britanos se supone entre 20.000 y 30.000 muertos.
Boudica pudo escapar a duras penas del campo de batalla, junto con su guardia personal consciente de que todo había terminado para ella y los suyos. El final de la reina icena estaba muy cerca, Boudica sabía que si la cogían los romanos; sería nuevamente humillada y exhibida en las calles de Roma. Muy posiblemente después sería violada para terminar asesinada y tirada de cualquier manera, una reina como ella no podía permitir tal cosa, y el suicidio era la opción más honrosa, el veneno puso fin a su vida, sus dos hijas la acompañaron en su camino al más allá.
Según recogen las crónicas, afirman que Boudica recibió un funeral digno de su rango, sus fieles seguidores la enterraron como a una heroína. El sitio donde fue enterrada se guardó en el más absoluto de los secretos para que los romanos no pudiesen dar con ella y profanasen su cuerpo y de esta manera fomentaría más su leyenda, como un símbolo de la resistencia contra los invasores.
Batalla del Monte Graupio (año 83)
Los siguientes gobernadores enviados por Roma para gobernar la provincia continuaron su conquista avanzando hacia el norte.
Cartimandua fue obligada a pedir apoyos a los romanos para que la ayudaran a enfrentarse a la rebelión de su marido Venutio. Quinto Petilio Cerial tomó unas cuantas legiones estacionadas en Lincoln y avanzó hasta llegar a York. Las legiones se enfrentaron y derrotaron a Venutio en las inmediaciones de Stanwick, alrededor del año 70. Como resultado, la tribu de los brigantes fue totalmente romanizada.
Sexto Julio Frontino fue enviado a gobernar la provincia romana de Britania. El nuevo gobernador subyugó a la tribu de los siluros y a los pueblos hostiles a Roma que se asentaban en el territorio de Gales; estableciendo su campamento base en Caerleon, guarneciéndolo con la Legio II Augusta y estableciendo una serie de pequeñas fortalezas situadas a unos 15 – 20 km de distancia entre ellas. Durante su mandato, se estableció una fortaleza en Pumsaint, al oeste de Gales, en gran parte con el objetivo de explotar los recursos auríferos de Dolaucothi. Frontino se retiró de la provincia en el 78.
El famoso general Cneo Julio Agrícola fue nombrado en sustitución de Frontino. El nuevo gobernador de la isla derrotó a los ordovicos en Gales y, posteriormente, tomó el mando de una pequeña fuerza y marchó hacia el norte donde construyó a su paso una serie de calzadas a lo largo de los Peninos. Edificó una fortaleza legionaria en Chester para la legión XX Valeria Victrix, un fuerte auxiliar en Segontium y empleó tácticas deleznables en algunas ocasiones con el objetivo de obtener la rendición de la población britana motivada por el miedo. En el 80, Agrícola ya había llegado hasta el río Tay, iniciando en la zona la construcción de la fortaleza de Inchtuthil, que se hubiera convertido en el mayor fuerte del mundo romano si se hubiera terminado.
De este modo, durante su sexta campaña, en el año 83, las legiones de Agrícola entraron en contacto con los caledonios o pictos, que reaccionaron asaltando el campamento que había construido en su territorio la legión IX Hispana. A pesar de que los caledonios fueron rechazados, estaba claro que no iban a aceptar fácilmente la sumisión a Roma, con lo que Agrícola planificó para el año 84 una campaña contra ellos.
Iniciado el avance, que contaba con el apoyo de la flota de guerra romana, las tropas de Agrícola penetraron de nuevo en territorio de los pictos; haciendo avanzar a la infantería romana acompañada de sus auxiliares britanos. Tenía la clara intención de hacer alarde de su potencia militar, hasta hallar un fuerte ejército picto desplegado en defensa de un lugar que Tácito denomina mons Graupius o monte Graupio, y que la historiografía no ha podido identificar con seguridad. Allí esperaban 30.000 caledonios.
Agrícola disponía de unos 20.000 hombres; colocó en el centro de su dispositivo a unos 8.000 soldados auxiliares de infantería, ocupando una ladera montañosa, protegidos en sus alas por unos 3.000 auxiliares de caballería (6 alas quinquagenerias). A retaguardia mantuvo a las tropas legionarias (vexilationes de legiones II, VIII y XX) unos 2.000 y un ala como reserva, junto a los muros del campamento fortificado. Al frente de sus líneas había una red de zanjas, para protegerles de los caledonios.
Agrícola reforzó entonces sus primeras líneas con cinco cohortes quinquagenerias peditatas compuestas por auxiliares bátavos y tungrios, a los que dio orden de tomar contacto con los caledonios que actuaban de cobertura acosando a los romanos. Haciendo uso de su superioridad en cuanto a armamento, llegando a la lucha cuerpo a cuerpo, para así poder golpear en el rostro a sus enemigos con el borde de sus escudos, ya que las heridas en la cara eran particularmente temidas por los guerreros caledonios de la época.
Cuando las primeras líneas caledonias iniciaron un repliegue, Calgaco envió al combate a su caballería y a sus carros, en los que combatía la nobleza caledonia. Sin embargo, la caballería romana logró ahuyentar a los atacantes, que se vieron además entorpecidos por la fragosidad del terreno y por la red de zanjas y defensas romanas, hasta el punto de que el ímpetu de su carga quedó completamente aniquilado.
Viendo la oportunidad de atacar ventajosamente las líneas romanas, excesivamente desplegadas tras el ataque, el grueso del ejército caledonio, que hasta ese momento se mantenía a la expectativa en la cima de la colina, se lanzó contra el flanco izquierdo romano, logrando dispersar a la caballería que cubría dicho flanco. Agrícola envió entonces al sector a cuatro turmas de caballería que tenía en reserva, con lo que, según el relato de Tácito, los caledonios se replegaron en desorden, contagiando su desmoralización a todo el ejército caledonio, no solamente en el sector, sino a lo largo de toda la línea. Así, el ejército caledonio dejó de ser un grupo cohesionado de combate, quedando indefensos ante la caballería romana.
De este modo, la caballería romana pudo concentrarse en acabar con los últimos núcleos de resistencia, mientras que los caledonios supervivientes huían para refugiarse en los bosques cercanos. Algunos grupos de guerreros caledonios lanzaron cargas suicidas contra los romanos, que empezaron a capturar un gran número de prisioneros, hasta el punto de que, ante el temor de no poder manejar con seguridad a una masa tan numerosa de ellos, empezaron la matanza de parte de los mismos.
Tácito cuenta que la matanza tan solo concluyó entrada la noche, con los romanos cansados de matar y el campo cubierto de cadáveres y de sangre caledonia. Se estima que unos 10.000 caledonios murieron en el combate, por únicamente 360 soldados romanos.
Muro de Adriano
En el año 115, los nativos se sublevaron contra sus conquistadores y aniquilaron a las guarniciones romanas de Eburacum, (York). Como resultado, el emperador romano Adriano llegó a Britania en el 122 y ordenó la construcción de una muralla de 117 km conocida como el muro de Adriano.
Fue levantado entre los años 122-132 por orden del Emperador para defender el territorio britano sometido al sur de la muralla, de las belicosas tribus de los caledonios. La muralla tenía como función también mantener la estabilidad económica y crear condiciones de paz en la provincia romana de Britania al sur del muro, así como marcar físicamente la frontera del Imperio Romano. Hoy día aún subsisten importantes tramos de la muralla, mientras que otras secciones han desaparecido al haber sido reutilizadas sus piedras en construcciones vecinas durante siglos.
Este limes fortificado se extendía a lo largo de 117 km desde el golfo de Solway, en el oeste, hasta el estuario del río Tyne en el este, entre las poblaciones de Pons Aelius (actual Newcastle upon Tyne) y Maglona (Wigton). La muralla en sí estaba construida en su totalidad con sillares de piedra, tenía un grosor de 2,4 a 3 m y una altura de entre 3,6 y 4,8 m. Contaba con 14 fuertes principales y 80 fortines que albergaban guarniciones en puntos clave de vigilancia, así como un foso de 8 m de ancho por 3 de profundidad y un camino militar que la recorría por su lado meridional. Más al sur del camino militar construyeron otro foso con dos terraplenes de tierra para proteger la muralla de ataques desde el sur.
Muro de Antonino
El muro de Adriano fue sustituido posteriormente por la muralla de Antonino Pío, levantada más al norte. Se empezó a construir en el año 142, para ser abandonado 20 años más tarde. Estaba compuesto por murallas de turba de unos 3 a 4 metros de altura con un foso por delante entre 7 y 12 metros de ancho y 4 de profundidad. La base del muro era de piedra, con una anchura de unos 4 metros. Unos cincuenta metros por detrás del muro, construyeron una vía militar para conectar los diferentes puestos de vigilancia y favorecer el tránsito de tropas y materiales. Por desgracia son muy escasos los vestigios de esta calzada que han llegado hasta nuestros días, estando en muchos casos marcados por modernas autovías o carreteras.
Cada 3 km había fuertes, fortines o torres de vigilancia para vigilar y proteger la frontera. Se conoce la existencia de 17 fuertes, de los cuales han sobrevivido 16.
En su construcción participaron miembros de tres de las legiones acantonadas en Britania, la II Augusta, la VI Victrix (que en el 119 sustituyó a la IX Hispana) y la XX Valeria.
Tras dos décadas de repetidos fracasos, las legiones abandonaron su ofensiva y se retiraron tras el Muro de Adriano en el 164, tras la muerte de Antonino Pío.
La presencia romana en la parte más septentrional de la isla se redujo tras la muerte del emperador Cómodo, posiblemente en el año 196, cuando el gobernador Clodio Albino retiró gran parte de su guarnición.
Campaña de los Severos
Los ataques contra el muro continuaron, así en el año 175, tras la batalla de Tizla, Marco Aurelio envió 5.500 auxiliares sármatas a Britania, posiblemente por los problemas con los caledonios.
En el año 208, el emperador Septimio Severo marchó hacia el norte y ocupó toda la tierra entre el Muro de Adriano y el Muro de Antonino. Inició un proyecto de reconstrucción masiva que finalmente hizo que toda la pared en piedra (antes de la porción occidental había sido en su mayoría césped y madera), esto dio lugar a posteriores romanos llaman el Muro de Antonino y de los Severos.
En el 209, cuando el emperador Septimio Severo, alegando la intolerable beligerancia de la tribu maeatae, inició una campaña contra la confederación Caledonia. Para su campaña, el Emperador tomó el mando de tres legiones veteranas estacionadas en la isla y 9.000 soldados imperiales apoyados por numerosa caballería y auxiliares suministrados por vía marítima por la flota británico-romana y las flotas del Danubio y del Rin.
Condujo a su ejército hacia el norte en las tierras altas y más o menos de la misma manera marchó Agrícola había invadido más de 100 años antes. Severo sufrió fuertes bajas debido a las tácticas de guerrilla utilizadas por los caledonios.
Debido a esto Severo comenzó un plan de mantener bajo su control todo el territorio que pudo mediante la reocupación de muchos de los antiguos fuertes de Agrícola y devastando todo el territorio que no podía desde los fuertes. Esto llevó a muchas de las tribus que intentasen llegar a un acuerdo de paz con Severo por temor a su extinción por el genocidio romano. Las conversaciones de paz fracasaron y continuó la guerra.
A principios del 210, Caracalla el hijo de Septimio condujo otra expedición de castigo al norte del Muro Antonino con la intención de matar a todo el que se encontrase y saquear y quemar todo lo de valor. El plan era que Severo siguiese el ejército de su hijo y ocupar permanentemente toda Caledonia. Severo se enfermó y fue llevado a York para descansar y recuperarse. Seguía empeorando hasta que el 4 de febrero de 211 murió. Caracalla suspendió la guerra contra los caledonios y se dirigió de nuevo a Roma para consolidar su poder.
Los romanos nunca volvieron a realizar una campaña profundamente en Caledonia, pronto se retiraron al sur de forma permanente tras el muro de Adriano. El conflicto fue extremadamente sangriento, y ambos bandos sufrieron cuantiosas bajas, 50.000 según Dión Casio. Los caledonios realizaron una exitosa guerra de guerrillas, en las que los romanos no vieron ningún ejército y solo se sentían seguros en los castella. Escocia, de hecho, posee la mayor densidad de campamentos romanos de Europa se como resultado de las cuatro ocasiones en las que el Imperio Romano intentó someter a la belicosa región.
Caracalla decidió la división de Britania en dos nuevas provincias: Britania Superior e Inferior, con la finalidad de evitar la figura de gobernadores poderosos que pudieran tener el deseo de rebelarse. Esta decisión posiblemente provocó el período conocido como de Larga Paz, que duró hasta la creación del Imperio Galo, Imperium Galliarum, en el 260 de Póstumo, del cual fue parte la isla británica hasta la reunificación imperial realizada por Aureliano en el 274.
Final de la ocupación romana de Britania
La inestabilidad de la última mitad del siglo III se vio salpicada además por incursiones de piratas sajones que provocó la creación de una cadena de fuertes en la costa suroriental: los fuertes de la costa sajona.
En los últimos años del siglo III. se produjo una nueva rebelión, liderada por Carausius y Alectus, que fue aniquilada por Constancio Cloro, padre de Constantino el Grande. Nuevamente la isla fue dividida en cuatro provincias: Maxima Caesariensis, Britania Prima, Flavia Caesariensis y Britania Secunda.
Por 306 el emperador Constancio Cloro se vio obligado a proteger a su frontera norte contra los ataques de los pictos (la palabra picto fue usada por primera vez en el 296 para referirse a hombres pintados al norte del Muro).
A medida que Roma se debilitaba, los pictos se volvieron más audaces, hasta que en el año 360, junto con los gaélicos de Irlanda pusieron en marcha una invasión coordinada en el muro de Adriano. El emperador Juliano envió legiones para tratar con ellos, pero muy poco efecto duradero. Las incursiones de los pictos penetraban y cada vez más profundamente en el sur.
Se cree que en el año 383, el general romano a cargo de la defensa de Britania, Magno Clemente Máximo, lanzó con éxito su campaña para usurpar el poder imperial. Cruzó a la Galia con sus tropas, mató al emperador romano de Occidente, Graciano, y gobernó la Galia, Hispania y Britania como Augusto (es decir, como un coemperador bajo Teodosio I), produciéndose la retirada de las legiones romanas del norte y oeste de Britania. Apenas veinte años después, a principios del siglo V se produjo la retirada total de las legiones romana de Britania, dando inicio a un nuevo período en la historia de Inglaterra.