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La dinastía Macedónica gobernó el Imperio bizantino desde el siglo IX al siglo XI. Durante este período, el Imperio Bizantino alcanzó su máxima extensión desde las conquistas musulmanas del siglo VII y comenzó el Renacimiento Macedónico en el arte y la literatura. En realidad, eran de origen armenio, posiblemente una rama menor de la noble familia armenia de los Mamikonianos. La dinastía sería llamada Macedónica por su fundador, Basilio I el Macedonio, originario del thema de Macedonia, aunque de ascendencia armenia.
Basilio I el Macedonio o el Grande (867-886)
Pasó parte de su niñez en cautividad en Bulgaria, donde su familia vivió cautiva del príncipe búlgaro Krum desde 813. Logró escapar y tuvo además la fortuna de entrar al servicio de Teofilitzes, un pariente del césar Bardas (tío del emperador Miguel III el Beodo), como paje, llegando a ser nombrado corregente. Se convirtió en emperador al asesinar a Miguel III en el 867 mientras dormía tras una de sus borracheras.
Volvió a hacer del Imperio bizantino en una potencia regional, durante un período de expansión territorial, haciendo del Imperio la fuerza más poderosa de Europa y desarrollando una política marcada por las buenas relaciones con el Papado de Roma.
Guerra con los árabes
Basilio estuvo ocupado durante los primeros cuatro años de su reinado con operaciones militares contra los sarracenos occidentales, pues durante este periodo, la paz no fue violada en la frontera oriental.
La flota bizantina en 868 llegó a Ragusa, que en ese momento estaba siendo sitiada por los sarracenos, siendo forzados a retirarse. Basilio se alió con el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Luis II el Joven contra los árabes, tomando Bari en febrero de 871. De los lugares importantes en el sur de Italia solo Taranto permaneció en manos de los sarracenos. Su flota despejó todo el mar Adriático de sus asaltos y escaramuzas. Intentó capturar Sicilia de manos árabes, pero fracasó.
Basilio devolvió al Imperio su capacidad guerrera, aprovechando el momento de debilidad que atravesaban los árabes: derrotó al sultán de Bagdad en la batalla de Samosata (873) y se impuso en Capadocia y Cilicia (878-79).
El general Nicéforo logró tomar Tarento y buena parte de Calabria en el 880, formando el núcleo del posterior Catapanato de Italia. Los éxitos en la península itálica inauguraron un nuevo período de dominación bizantina en la zona. Por encima de todo, los bizantinos comenzaban a estabilizar su fuerte presencia en el mar Mediterráneo, y especialmente en el Adriático.
Guerra con los paucilianos
Los paulicianos eran una secta cuyos orígenes exactos y doctrinas son un poco oscuros: las fuentes bizantinas los presentan como dualistas, mientras las fuentes armenias sostienen que eran una secta adopcionista. Eran ferozmente iconoclasta, además, rehusaban la autoridad y prácticas de la iglesia bizantina oficial, siguiendo las enseñanzas de sus propios líderes. En consecuencia, fueron perseguidos por el Imperio bizantino en 813, a pesar del apoyo oficial del emperador a la iconoclasia. Tras el final definitivo de la iconoclasia en 843, la persecución se intensificó aún más, en un intento, único en la historia bizantina, de erradicar toda secta «herética», ordenándose incluso matar a cualquiera que no se retractase.
Según los cronistas, hasta 100.000 paulicianos fueron asesinados, mientras que el resto huyó a sus bastiones en el centro oriente de Anatolia, encontrando refugio entre los emiratos árabes de Thughur, enemigos del Imperio, los cuales se hallaban asentados en la zona fronteriza árabe-bizantina a lo largo de los montes Tauro y Antitauro. Con el apoyo del emir de Melitene, Umar al-Aqta, el líder pauliciano Carbeas fundó un principado independiente en Téphrikè, que durante los próximos decenios, haría campaña conjunta con los árabes en contra de Bizancio.
Los árabes y sus aliados paulicianos sufrieron un duro golpe en 863, con la derrota y muerte de Umar en la batalla de Lalakaon, y con la muerte de Carbeas ese mismo año. Pero al mando de su nuevo líder, Chrysocheir, los paulicianos reanudaron sus incursiones penetrando en la Anatolia bizantina, irrumpiendo en Nicea y saqueando Éfeso en 869/970. El nuevo emperador bizantino, Basilio I, envió una embajada para efectuar negociaciones a Téphrikè, las cuales resultaron infructuosas.
Batalla de Bathys Ryax (878)
Chrysocheir animado por sus éxitos iniciales organizó otra incursión, logrando penetrar en el interior de Anatolia, llegando hasta Ancyra (Ankara) y devastando el sur de Galacia. El emperador Basilio I reaccionó enviando a su pariente, el Doméstico de las escuelas Cristóbal, para luchar en contra de las fuerzas invasoras.
Los paulicianos lograron evitar el enfrentamiento e iniciaron la retirada hacia su propio territorio. Acamparon en Agranai (actual Muşalem Kalesı) en el thema de Carsiano, con el ejército bizantino encubierto y acampando cerca, en Siboron (actual Karamadara) al oeste. Desde ese punto, los paulicianos marcharon al noreste, con destino al paso de Bathys Ryax o Bathyryax (corriente profunda), actual paso occidental de Sivas, en Turquía; era una zona de importancia estratégica, como lo indica el hecho de que sirvió como punto de reunión fortificada (aplekton) para las expediciones bizantinas hacia el este. Cristóbal envió a los estrategos de los themas Armeniaco y Carsiano en vanguardia, con unos cuatro a 5.000 hombres; para vigilar de cerca al ejército pauliciano y averiguar sobre sus intenciones, es decir, si tenía la intención de dar la vuelta y reanudar sus ataques en territorio bizantino, o si se dirigirían nuevamente a Téphrikè, en cuyo caso tendrían que reunirse con las fuerzas del doméstico Cristóbal.
Cuando los dos generales bizantinos alcanzaron el paso, ya había caído la noche. Los paulicianos, aparentemente desconociendo que estaban siendo seguidos, acamparon en el valle del paso. Las fuerzas bizantinas que los seguían, tomaron posición en una colina boscosa llamada Zogoloenos que daba al campamento pauliciano, lo cual, los ocultaba aún más de su enemigo. En este punto, las fuentes registran que hubo una disputa entre los hombres de los dos cuerpos themáticos sobre quién era el más valiente, entonces los dos generales decidieron aprovechar la alta moral de sus tropas y su ímpetu, a pesar de sus órdenes iniciales. Un destacamento de 600 hombres elegidos de ambas themas, lanzó un ataque sorpresa en la madrugada, mientras que el resto del ejército se quedó atrás, haciendo un fuerte ruido con trompetas y tambores, para sugerir la inminente llegada de todo el ejército bizantino de Cristóbal. El ardid funcionó perfectamente, hasta el punto de que los paulicianos, tomados por sorpresa, entraron en pánico y se dispersaron sin ofrecer gran resistencia.
Aprovechando esta fuga desordenada, el grueso del ejército bizantino atacó a las tropas paulicianas que huían, persiguiéndolos hasta una distancia de 50 km. Chrysocheir consiguió escapar, acompañado de un pequeño destacamento de guardaespaldas, siendo empujado a la localidad de Constantino Buno (probablemente la actual Yildiz Dagı). En el enfrentamiento que siguió, fue herido por Pulades, un soldado bizantino que había estado anteriormente cautivo de los paulicianos, cayendo de su caballo, siendo luego capturado y decapitado por los bizantinos que avanzaban. Su cabeza fue enviada al emperador Basilio a Constantinopla.
La derrota en la batalla de Bathys Ryax marcó el fin de los paulicianos como potencia militar y como amenaza a Bizancio. Basilio continuó este éxito con una serie de campañas en el oriente contra los bastiones paulicianos y emiratos árabes. Téphrikè fue capturada y arrasada en 878. El resto de paulicianos fueron trasladados a los Balcanes, mientras que un gran contingente fue embarcado al sur de Italia para luchar a favor del Imperio bajo el mando de Nicéforo Focas el Viejo.
Paz con los búlgaros
La decisión del zar búlgaro Boris I de Bulgaria de someter a la nueva iglesia búlgara a la jurisdicción de Constantinopla supuso un gran golpe para Roma, que pretendía hacerse con su control. En 877 Focio volvió al patriarcado, y se produjo una cierta ruptura, aunque no formal, con la Iglesia Católica. Sería un hito más en la serie de conflictos que llevaron al Cisma de Oriente que dio lugar a la separación de las Iglesias católica y ortodoxa.
Murió de fiebres tras 17 años de reinado.
León VI el Sabio (886-912)
En teoría debía compartir el trono con su hermano Alejandro, pero éste abandonó los asuntos de estado, interesándose por la vida placentera. Se vio empañada por sus sucesivos matrimonios con cuatro mujeres, lo que provocó un problema sucesorio.
Su amplia cultura y su afición por variadas disciplinas le valdrían el sobrenombre de «El Sabio«. Se interesó por la literatura y por la Antigüedad, influenciado por su principal maestro Focio. Su labor como legislador fue destacada, estando considerado como el verdadero sucesor de Justiniano en este aspecto. Recopiló en los 60 libros que constituyen las «Basilika» las leyes bizantinas, tanto de derecho canónico como civil, utilizando las fuentes griegas. También publicó una colección de 113 edictos recogidos con el nombre de «Novellae«. El sistema administrativo y el aparato burocrático del Imperio alcanzarán una considerable perfección en estos años.
Guerra con los búlgaros
Tras un largo periodo de paz, las relaciones entre Bizancio y Bulgaria sufrieron un cambio; Simeón de Bulgaria penetró en territorio bizantino. Informado de la ofensiva búlgara, el sorprendido León envió un ejército compuesto por guardias y otras unidades militares de la capital para detener a Simeón; pero sus tropas fueron derrotas en el thema de Macedonia en el año 894, lo que motivó la solicitud de ayuda a los magiares por parte del Emperador.
Los magiares atacaron la retaguardia de Simeón y devastaron el norte de Bulgaria, venciendo a Simeón en dos ocasiones. Nicéforo Focas ocupaba la frontera sur y la flota imperial bloqueaba la desembocadura del Danubio. Simeón solicitó un armisticio y aprovechó la tregua para pedir ayuda a los pechenegos.
Con esta ayuda en 896 marcharon derrotaron a los magiares en la batalla del Buh Meridional y después Simeón atacó a los bizantinos, venciendo en la batalla de Bulgarophygon (896) en la Tracia Oriental. La paz sellada entre Bulgaria y Bizancio comprometía al pago de un tributo a los búlgaros de Simeón.
Para más información ver el capítulo “los búlgaros” – “cristianización de los búlgaros”
Guerra contra los árabes
El frente asiático continuaba abierto, ya que Armenia era víctima de continuos saqueos musulmanes. Nicéforo Focas se hizo cargo de la situación y obtuvo una importante victoria en Adana. Sin embargo, no pudo repetir los éxitos en Sicilia donde los musulmanes ocupaban la totalidad del territorio insular (902) al tiempo que los mares Egeo y Mediterráneo eran controlados por la flota musulmana, dirigiendo continuos ataques devastadores a las costas bizantinas. Tesalónica cayó en manos islámicas en 904, con una flota dirigida por el renegado León de Trípoli, consiguiendo un rico botín y numerosos prisioneros, en aquella ocasión, muchos de los más de 20.000 cautivos hechos en Salónica fueron vendidos u ofrecidos como esclavos en Creta.
En otoño de 911 León VI empezó una expedición de 177 navíos y 43.000 hombres contra Creta, comandada por el almirante Himerio, que fue forzado a retirarse de la isla después de algunos meses de cerco a la capital Chandax. La flota acabó siendo destruida en una batalla naval a lo largo de la isla de Quíos en la primavera de 912 por una flota combinada de cretenses y sirios comandada por León de Trípoli y Damián de Tiro.
Guerra con los rusos
En 907, Oleg fletó una escuadra en el mar Negro de unos 2.000 barcos y unos 80.000 combatientes entre rusos, eslavos y otras tribus, que venció a la flota bizantina. Constantinopla tenía su famosa cadena que cerraba el paso por mar al Cuerno de Oro, los rusos se dedicaron a saquear los alrededores.
El terror llegó a los bizantinos cuando vieron desde sus murallas, como los rus sacaban sus barcos del agua y los pusieron unas ruedas y avanzaron por tierra, sorteando la cadena.
El basileus León VI se vio obligado a firmar un tratado de paz con los rusos. Los comerciantes varegos se vieron muy favorecidos por la exención de impuestos en el comercio con Bizancio y además tendrían su propio barrio en Constantinopla. Oleg clavó su escudo en la puerta Gálata de la muralla de Constantinopla y se retiró.
Constantino VII Porfirogéneta (912-939)
El reinado de Constantino VII significó un momento de suma importancia en el Imperio Bizantino. Por una parte, comenzó en esta época su brillante ofensiva hacia el Oriente. A la vez, empezaba a experimentar problemas internos graves, como era el creciente peso de una aristocracia militar surgida en los themas, que iba arrinconando a la pequeña y mediana propiedad campesina. Algunos individuos de estos grupos militares emergentes llegaron incluso a compartir el poder imperial con los propios “porfirgénetas” (nacidos en la cámara de pórfiro del palacio imperial), en condición de emperadores asociados. Este esquema se repetirá más tarde con Nicéforo Focas y Juan Tzimisces durante la minoría de los nietos de Constantino VII, Basilio y Constantino.
Cuando accedió al trono el niño Constantino, la presión búlgara sobre Constantinopla era más fuerte que nunca. Simeón de Bulgaria pretendía llegar a compartir el poder en Constantinopla, y el patriarca Nicolás el Místico, que actuaba como regente, se rindió a sus exigencias. La madre de Constantino, Zoé Carbonopsina, consiguió frenar el golpe con una nueva deposición de Nicolás y un cambio de regencia. La situación exigía una solución que vino de la mano de Romano Lecapeno, quien se convirtió en el nuevo regente. Constantino se casaba con su hija Elena y Romano era coronado coemperador el 17 de diciembre de 920. El joven Constantino delegaba las funciones de gobierno en su suegro durante 24 años e incluso admitió que sus dos cuñados fueran nombrados coemperadores.
Guerra con los búlgaros
En 917, un gran ejército bizantino mandado por León Focas, hijo de Nicéforo Focas, invadió Bulgaria, mientras que una flota bizantina al mando de Romano Lekapenos se dirigía a los puertos búlgaros del mar Negro. Durante su marcha hacia Mesembria (Nesebǎr), donde se les unirían los refuerzos que traía la armada, los hombres de Focas se detuvieron para descansar a orillas del río Aquelóo, en las cercanías de Anquialos (Pomorie). Conocido esto por Simeón, atacó a los soldados bizantinos cuando estaban descansando, destrozando completamente a los ejércitos imperiales en la batalla de Anquialo o Aqueloo el 20 de agosto de 917, una de las mayores batallas de la Edad Media.
Simeón inició una gran ofensiva contra las posesiones bizantinas en Europa. Entretanto, los búlgaros se lanzaron en persecución de lo que quedaba del ejército bizantino, que se había agrupado bajo León Focas en la población de Katasyrtai, junto a Constantinopla. Allí, los búlgaros derrotaron nuevamente a los bizantinos en la batalla de Katasyrtai, dejando libre el camino a Constantinopla. Sin embargo, una serie de ataques serbios desde el oeste, obligó a las fuerzas de Simeón a replegarse, lo que permitió a los Bizantinos ganar un tiempo precioso para organizar sus defensas.
Simeón inició una nueva guerra con Bizancio para lograr sus fines. Entre 920 y 922, Bulgaria aumentó su presión sobre el Imperio bizantino, lanzando campañas en el oeste contra Tesalia alcanzando el Istmo de Corinto y en el este contra Tracia, llegando a cruzar los Dardanelos y sitiando Lampsacus. Los ejércitos búlgaros llegaron ante las puertas de Constantinopla en 921, exigiendo la deposición de Romano I y tomando Adrianópolis y en 922 cuando, tras su victoria en la batalla de Pigae, devastaron el Cuerno de Oro y tomaron la antigua ciudad de Bizye.
Guerra con los árabes
Después de una serie de devastadores ataques contra las principales ciudades de la región italiana del Lacio durante la segunda mitad del siglo IX (saqueo de Roma y el sitio de Gaeta en 846, la destrucción de Montecassino (883), los sarracenos fundaron una colonia cerca de la antigua ciudad de Minturno, situada en la desembocadura del río Garigliano (Garellano), y pactaron alianzas con los nobles cristianos locales aprovechando las divisiones existentes entre los mismos.
El papa Juan X inició entonces los contactos con los nobles cristianos para formar una Liga cristiana que lograra expulsar a los sarracenos. Aunque los primeros intentos fracasaron debido a la negativa de importantes feudos, como Gaeta y Nápoles; en 915 se logró constituir la Liga con la participación del Papado y los príncipes lombardos y bizantinos del sur de Italia. Entre los aliados se encontraban Atenolfo II de Benevento y su hijo Landolfo II, Guaimar II de Salerno, Gregorio IV de Nápoles y su hijo Juan, Juan I de Gaeta y su hijo Docibile.
Berenguer I, en ese momento el rey de Italia, envió fuerzas para apoyar Spoleto y la Marche, poniendo al frente de sus tropas a Alberico I, duque de Spoleto y Camerino. El Imperio romano de Oriente contribuyó mediante el envío de un fuerte contingente de Calabria y Apulia al mando del estratego de Bari, Nicola de Picingli. Juan X en persona se puso al frente de las tropas de la Toscana y del Lacio.
Las primeras acciones de guerra se produjeron en el norte de Lacio, donde un pequeño grupo de saqueadores fue interceptado y derrotado. Los cristianos lograron otras significativas victorias en Campo Baccano, en la Via Cassia, y en Tivoli y Vicovaro.
Tras estas derrotas los musulmanes se retiraron a su principal baluarte en el río Garellano (Garigliano), comenzando el asedio cristiano en junio de 915. Después de resistir varios ataques dirigidos por Alberico y Landolfo, la falta de alimento de los sitiados sarracenos les obligó a intentar huir para llegar a la costa y huir a Sicilia, aunque según las crónicas fueron capturados y pasados por las armas. La victoria en la batalla del río Garellano o Garigliano supuso la expulsión definitiva de los árabes de Italia.
En 949 Constantino dispuso una nueva expedición contra los corsarios árabes escondidos en Creta, pero al igual que el intento de su padre por reconquistar la isla en 911, fracasó en sus aspiraciones.
Frente oriental
En el periodo del 945 al 967 del emirato Hamdànida de Alepo era el enemigo más persistente de la frontera oriental del Imperio Bizantino, lo que consiguieron tomando el control virtual sobre la mayoría de las ciudades fronterizas (Awasim) gritando los ciudadanos de fe islámica en la yihad. Sayf ad-Dawla ya había organizado campañas contra los bizantinos en 938 y el 940, pero fue a partir de su establecimiento en Alepo, como centro de su amplio Emirato, cuando a atacar anualmente sus vecinos occidentales. A pesar de la ventaja numérica de los bizantinos, las tropas de los hamdànidas fueron capaces de abrirse paso en un territorio que había sido inexpugnable desde el 920 y que tuvo su momento álgido en las victorias de Melitene ( 934), Arsamosata (940) y Karin (949).
El principal contrincante en ese periodo era el general Bardas Focas, que en el 950 conquistó Germinacea (actual Maras) derrotando varias veces a los árabes, y en el 952 alcanzó la orilla del Éufrates, cruzándolo, pero la suerte cambió. Tras unas derrotas iniciales, Sayf al-Dawla logró establecer rápidamente su supremacía: en 953 infligió una dura derrota a Bardas cerca de la ciudad de Marash, haciendo prisionero al hijo del domestikos Constatino Focas, y recuperando la Germanicea. Las expediciones que mandó Bardas Focas durante los siguientes dos años fueron también derrotas para los bizantinos, lo que permitió a Sayf al-Dawla rehacer las fortificaciones de la frontera para próximos enfrentamientos.
Sayf al-Dawla poseía una caballería más ligera que el ejército bizantino y la aprovechó para hacer incursiones rápidas pero destructivas; no obstante sus incursiones evitaban las posiciones fortificadas y al final no suponían un desafío contra el ejército enemigo sino contra los pobres ciudadanos que vivían en la frontera. A partir del 955 la situación comenzó a cambiar, Bardas Focas fue sustituido por su hijo Nicéforo, que demostró ser más competente. Bajo la supervisión de Nicéforo, el equipamiento los soldados mejoró, entre sus filas se acogieron armenios que estaban más motivados por esta guerra porque habían sido víctimas de los ataques, y además Nicéforo intensificó la instrucción. Entre los generales a su servicio estaba su hermano León Focas y su sobrino Juan Tzimisces, que eran hombres decididos y sabían aplicar estrategias para avanzar en territorio enemigo.
Batalla de Samosata o de Raban (958)
En la primavera de 956, Sayf al-Dawla salió en dirección a Amida para incorporarla a la región de Al Yazira. Zimisces, enterado de esto, se apoderó de un paso a la retaguardia de Sayf al-Dawla y esperó su regreso para atacarlo. Se libró una dura batalla en medio de una lluvia torrencial que tuvo como resultado una victoria de los musulmanes y una pérdida de 4.000 soldados bizantinos. Al mismo tiempo, León Focas invadió Siria y derrotó al primo de Sayf al-Dawla, al que hizo prisionero. Nicéforo Focas capturó la fortaleza de Hadath y, en la primavera siguiente, Zimisces penetró en el territorio de Al Yazira. Allí se apoderó de la fortaleza de Dara y obtuvo una impactante victoria cerca de Amida sobre un ejército comandado por el general preferido de Sayf al-Dawla, el circasiano Nadja. De los 10.000 soldados de Nadja, murieron la mitad y Tzimisces capturó más de la mitad de los supervivientes.
En junio, Juan Tzimisces, reforzado por el envío de más tropas mandadas por Basilio Parakimomènia, atacó Samosata y la fortaleza de Raban, al sur de Hadath. Fue allí cuando Sayf al-Dawla y Tzimisces se enfrentaron personalmente. La batalla comenzó el 18 de octubre y duró hasta el 15 de noviembre de 958. Fue una lucha dura, el poeta Abu feria, primo de Sayf al-Dawla, dijo que había roto dos lanzas en la primera carga pero que al final los bizantinos dominaron y los musulmanes se vieron obligados a huir. Muchos ghulams y compañeros de la corte de Sayf al-Dawla murieron perseguidos por los contrincantes durante la retirada. Los bizantinos capturaron unos 1.700 jinetes enemigos y los llevaron a Constantinopla para exhibirlos en un desfile triunfal.
La victoria en Samosata o de Raban dejó claro que el Imperio bizantino recuperaba los territorios ocupados por los hamdànidas. Este éxito les permitió mantener el control sobre Samosata, lo que implicaba el dominio fronterizo de los bizantinos en el norte de Siria. No obstante, el dirigente hamdànida aún poseía un ejército que estuvo haciendo incursiones rápidas en territorio bizantino, hasta su derrota definitiva en noviembre de 960 por la intervención de León Focas. A partir de entonces sí que la fuerza militar de los hamdànidas quedó destruida, Cilicia fue anexada al Imperio bizantino (964-965) y Alepo fue capturada poco después (962).
En 957, gracias al fuego griego se consiguió destruir una flota árabe.
Politica internacional
En 950 recibió en su corte al jefe tribal húngaro Gyula de Transilvania, el cual se convirtió al cristianismo bajo el rito oriental, y recibió el título de patricio. Gozó de la amistad del Emperador y se llevó consigo a sus dominios en Transilvania al obispo griego Hierotheos para que evangelizase a su corte.
Constantino mantuvo intensas relaciones diplomáticas con los reinos extranjeros, como Otón el Grande y el califa de Córdoba Abd al-Rahman III. En otoño de 957 Constantino recibió la visita de Olga, princesa de la Rus de Kiev. Aunque nunca se han aclarado las razones de este viaje, Olga fue bautizada con el nombre de Elena, iniciándose así la conversión de su pueblo al cristianismo.
Constantino murió en 959 y fue sucedido por su hijo Romano II, quien delegaría el gobierno en favor del prestigioso general Nicéforo Focas.
Romano I Lacapeno (939-976)
Romano era el hijo de un campesino armenio llamado Teofilacto Asbastaktos (el insoportable), que como soldado, había rescatado al emperador Basilio I del enemigo en la batalla de Tephrike, y recompensado por ello con un puesto en la Guardia Imperial. Romano nació en Lecape, de ahí el nombre «Lecapeno».
En mayo de 919, casó a su hija Elena Lecapeno con Constantino VII, por lo cual fue proclamado basileopátor (padre del Emperador).
Guerra y paz con Bulgaria
Aunque Simeón de Bulgaria era más poderoso y tenía una mayor cantidad de soldados, era incapaz de ganar una ventaja decisiva debido a la fortaleza de los muros de Constantinopla. En 924, cuando Simeón había bloqueado nuevamente la capital por tierra, Romano logró la apertura de negociaciones con los búlgaros.
En realidad, la paz fue lograda por el reconocimiento tácito de Romano a Simeón como emperador de Bulgaria. Las relaciones posteriormente fueron estropeadas por la discusión continuada sobre títulos (Simeón se autoproclamó emperador de los romanos, título igual al del emperador bizantino), pero la paz se había establecido eficazmente.
Después la muerte de Simeón en mayo de 927, el nuevo emperador de Bulgaria Pedro I hizo una demostración de fuerza al invadir Tracia, pero se mostró dispuesto a negociar por una paz más permanente. Romano aprovechó la ocasión y propuso una alianza matrimonial concertando el matrimonio de Pedro, hijo y heredero de Simeón, con María Lecapena, nieta de Romano (927), esta reconciliación duraría casi un siglo.
Guerra con los árabes
La paz con Bulgaria permitió también a los bizantinos dirigirse contra los árabes, en la frontera oriental, tras varios siglos de haberse limitado a defenderse. El gran militar armenio Juan Curcuas conquistó Melitene (934), y condujo a los ejércitos bizantinos hasta Mesopotamia, apoderándose de Nísibis. A cambio de respetar la ciudad de Edesa (944), obtuvo la famosa reliquia del Mandilion o Santa Faz. Poco después Curcuas fue depuesto por los hijos de Lecapeno, que recelaban de su gran prestigio militar.
Guerra contra la Rus y pechenegos
En 941 durante el reinado de Igor de Kiev. Los rus y sus aliados, los pechenegos, con unas 1.000 embarcaciones desembarcaron en la costa norte de Asia Menor y se hicieron con Bitinia. Como de costumbre, parece que habían sido bien informados de que la capital imperial estaba desguarnecida y era vulnerable a los ataques: la flota bizantina luchaba contra los árabes en el Mediterráneo, mientras que la mayor parte del ejército imperial se habían estacionado a lo largo de las fronteras orientales.
Lecapeno organizó la defensa de Constantinopla retirando un conjunto de 15 buques equipados con fuego griego. Los bizantinos lograron dispersar la flota rusa, pero no pudieron impedir que los paganos saquearan las afueras de Constantinopla, se aventuraran al sur, a Nicomedia. Juan Tzimisces y Bardas Focas, dos de los mejores generales, regresaron rápidamente a la capital, ansiosos por repeler a los invasores. Los rusos rápidamente trasladaron sus operaciones a Tracia, junto con su flota. Cuando estuvieron a punto de retirarse, cargados de trofeos, la armada bizantina bajo Teófanes cayó sobre ellos destruyendo la totalidad de la flota en este ataque sorpresa, de modo que solamente un puñado de barcos regresaron a sus bases en Crimea.
El intento de asalto de Constantinopla abrió el camino para un tratado firmado entre Igor y Romano Lecapeno (945).
La caída de Romano Lecapeno se debió a una intriga de sus propios hijos y coemperadores, Esteban y Constantino, temerosos de perder su poder ante la próxima muerte de su padre.
Romano II Focas (942-963)
Era hijo y heredero de Constantino VI, sucedió a su padre a la edad de 21 años, pero la familia Focas monopolizó el poder político. Aún niño, fue desposado con Berta, hija ilegítima de Hugo de Arlés, rey de Italia, la cual cambia su nombre a Eudoxia al convertirse a la Iglesia Ortodoxa, al morir en 949 eligió como nueva esposa a la hija de un tabernero llamada Anastaso, tomando esta el nombre de Teófano.
Conquista de Creta (960-961)
Los musulmanes de la isla de Creta mantuvieron una estrecha cooperación con los sirios, que frecuentemente usaban Creta como base o punto de escala, como el saqueo de Salónica o la batalla naval de Quios. Tras el fracaso de la expedición de 911, la piratería cretense alcanzó un nuevo pico en las décadas de 930 y 940, devastando el sur de Grecia, Monte Athos y la costa occidental de Asia Menor.
Como resultado, el emperador Romano II Focas envió una nueva expedición a la isla en 949. Esta fue derrotada por un ataque sorpresa, un fracaso que los cronistas bizantinos describen como resultado de la incompetencia e inexperiencia del comandante, el eunuco Constantino Gongilas.
El Emperador no desistió y durante los últimos años de su reinado inició la preparación de otra expedición, que confió el mando al experto general Nicéforo Focas (futuro emperador Nicéforo II).
La estrategia de Nicéforo descansaba en la superioridad numérica de sus soldados y en el poderío de la marina bizantina. Reclutó soldados en todas las themas de Asia y Europa, a los que añadió las tagmatas o cuerpos de élite de la guardia, 2.000 dromones algunos provistos de fuego griego y varios cientos de barcos de transporte. Reunió sus tropas en Figela, en el Asia Menor, durante el verano de 960. Nicéforo Focas desembarcó en el norte de la isla en julio del mismo año y marchó hacia la capital Chandax, a la que puso sitio desde la segunda mitad de 960 hasta marzo de 961.
Chandax resistió por varios meses pero terminó por ser tomada el 7 de marzo de 961. Los habitantes fueron masacrados o esclavizados, y la ciudad saqueada. El resto de la isla fue tomada rápidamente. Los bizantinos obtuvieron de Creta un inmenso botín: las fuentes mencionan que fueron necesarios 300 barcos para su transporte. Nicéforo envió una parte del tesoro a su confesor San Atanasio, quien lo utilizó para la fundación del primer monasterio del Monte Athos.
El último emir de la isla, Abd al-Aziz ibn Shuayb (Kurupas para los bizantinos) y su hijo al-Numan (Anemas) fueron hechos prisioneros y llevados a Constantinopla, donde Nicéforo celebró su triunfo. Creta fue transformada en un thema bizantino.
Guerra en Oriente
Mientras el ejército bizantino estaba en campaña contra el emirato de Creta. El príncipe hamdanida aprovechó e invadió Asia Menor a un ritmo rápido.
A la cabeza de una fuerza fuerte en caballería con unos 20.000 efectivos, el emir Sayf al-Dawla invadió el territorio bizantino y avanzó sin oposición hasta la fortaleza de Charsianon, capital del thema del mismo nombre que se encuentra en Capadocia. Allí él y su ejército saquearon la fortaleza y masacraron la guarnición. Saquearon e incendiaron la región circundante y sus asentamientos y tomaron muchos prisioneros. Hacia el final del otoño, Sayf al-Dawla finalmente comenzó el viaje de regreso, con su botín y prisioneros.
Mientras tanto, León Focas, fuertemente superado en número por el ejército árabe, decidió tenderle una emboscada, a León se le unieron fuerzas de los themas adyacentes, incluyendo el tema de Capadocia bajo su estratego Constantino Maleinos, y ocupó el estrecho paso de Kylindros en las montañas orientales de Tauro. Las tropas bizantinas ocuparon el fuerte local y se ocultaron a lo largo de las empinadas laderas del paso. Era el mismo paso que Sayf al-Dawla había cruzado para comenzar su expedición, y muchos de sus comandantes desaconsejaron usarlo para el regreso. Sin embargo, el príncipe hamdànida se negó.
Batalla de Andrassos (960)
El 8 de noviembre de 960, el ejército hamdànida entró en el paso, donde, según León el Diácono, «tenían que aglomerarse en los lugares muy estrechos y ásperos, rompiendo sus formaciones, y tenían que cruzar la parte empinada cada uno como mejor podría«. Una vez que toda la fuerza árabe, incluido su tren y sus cautivos, estaba en el paso, con la vanguardia ya cerca de la salida sur, León Focas dio la señal para el ataque. Con las trompetas sonando, los soldados bizantinos levantaron los gritos y cargaron las columnas árabes, o arrojaron rocas y troncos de árboles por las laderas sobre ellos. La batalla que siguió fue una derrota completa. Muchos árabes fueron muertos.
León el Diácono afirma que sus huesos eran todavía visibles en el lugar años más tarde. Se tomaron tantos prisioneros que las ciudades y las granjas estaban llenas de esclavos. Todos los cristianos cautivos fueron liberados y el botín recuperado, mientras que el tesoro y el equipaje de Sayf al-Dawla fueron capturados. El mismo príncipe hamdànida apenas logró escapar; Theophanes Continuatus afirma que fue salvo cuando un renegado bizantino, llamado Juan, le dio su propio caballo para escapar, mientras León el Diácono informa que arrojó monedas de oro y plata detrás de él para retrasar a sus perseguidores. Esta batalla significó el final y rompió la base de poder del emirato Hamdànida para siempre.
Después de esta derrota, Sayf al-Dawla necesitaba tiempo para recuperar sus fuerzas, pero tan pronto como Niceforo Focas regresó victorioso de Creta en el verano de 961, reanudó la ofensiva en el este. Los bizantinos capturaron a Anazarbo en Cilicia y siguieron una política deliberada de devastación y masacre para expulsar a la población musulmana. Los intentos de Sayf al-Dawla por detener el avance bizantino en Cilicia fracasaron, y Niceforo Focas, con un ejército de unos 70.000 efectivos, tomó a Marash, Sisium, Duluk y Manbij, asegurando los pasos occidentales sobre las montañas Anti-Tauro. Sayf al-Dawla envió a su ejército al norte bajo Nadja para enfrentarse con los bizantinos, pero Niceforo los ignoró.
En vez de eso, el general bizantino llevó a sus tropas al sur ya mediados de diciembre, de repente aparecieron ante Alepo. Allí derrotaron a un ejército improvisado ante las murallas de la ciudad. Los bizantinos asaltaron la ciudad y la saquearon, excepto la ciudadela, que continuó aguantando. Los bizantinos partieron a principios de 963, llevando gran parte de la población con ellos como cautivos. La gran ciudad comercial de Siria del norte se convertiría en ciudad-estado dependiente de Constantinopla.
Romano sería envenenado en 963 por su esposa Teófano que se había convertido en amante de Juan Tzimisces.
Nicéforo Focas (963-969)
Durante su gobierno, Liutprando de Cremona acudió a Bizancio para negociar el reconocimiento de Otón I por la corte imperial y un posible matrimonio del heredero alemán Otón II con una princesa bizantina. Nicéforo fue un protector decidido de los monasterios del monte Athos, que en ese momento iniciaban una época de gran brillantez, debido a la acción de San Anastasio.
Guerra con los árabes
Los árabes se habían recuperado como consecuencia de la muerte del Emperador y las luchas internas, empezando a lanzar ofensivas anuales en territorios bizantinos.
En la primavera de 964, ya como Emperador, Niceforo Focas inició una enorme campaña dirigida a dar un golpe final contra los árabes que continuaban devastando las ciudades cristianas de Cilicia y Capadocia. La partida del emperador desde Constantinopla, dirigiendo su ejército de 40.000 efectivos, se celebró como el comienzo de una «Guerra Santa». A lo largo de la marcha, más y más combatientes se unieron.
En julio de 964, el ejército bizantino pasó a través de las famosas Ciliceae Pylae (Puertas Cilicias), tomando por asalto más de 20 fortalezas y, entre otros, la ciudad de Adana.
Focas se enfrentó al ejército árabe y les derrotó cerca de Tarso el 16 de agosto del 965, capturando a continuación la ciudad de Tarso, mientras que los residentes musulmanes abandonaron la defensa y huyeron en Siria, donde Niceforos pronto capturó Antioquia y Alepo, derrotando a su emir e imponiendo un fuerte tributo. Tarso permaneció bizantino y cristiano durante casi un siglo.
Envió una expedición a Sicilia bajo el mando de Nicetas (964-965), pero se vio obligado a abandonar totalmente la isla tras las derrotas en el mar y en tierra. En 967 hizo las paces con los musulmanes de Kairuán y se volvió contra el enemigo común de ambos, el Emperador del Sacro Imperio Romano Otón I.
Guerra con los búlgaros
En la frontera del Norte, comenzó una guerra contra los búlgaros, a quienes los bizantinos habían estado pagando tributo. El Emperador mandó azotar a los embajadores de ese país cuando fueron a exigir los tributos acordados (967), y para distraer su atención usaron el procedimiento de instigar a Sviatoslav príncipe de la Rus de Kiev, a quien ofreció dinero por atacar a los búlgaros. El príncipe ruso lo aprovechó para extender sus dominios al sur del Danubio; en 969 había derrotado a los búlgaros y conformó una poderosa fuerza que empezó a ser un peligro para Bizancio, fue un error fatal preferir a los rusos sobre los históricamente aliados jázaros, que desaparecieron bajo el reino eslavo.
Guerra en Italia
Otón I había conquistado casi toda Italia, incluida Roma, y tenía la vieja ambición de ser reconocido como el único emperador heredero del Imperio romano, atacó las posesiones bizantinas en Italia; pero tras algunos éxitos iniciales, sus generales resultaron derrotados y recluidos a la costa meridional.
En diciembre de 969, Juan Tzimiscés y algunos de sus soldados se introducen en el cuarto del emperador, que estaba durmiendo y los asesinaron
Juan I Tzimisces (969-976)
Fue un excelente general. Mandó a Teófano al exilio y se casó con la hija de Constantino VII, Teodora, y se convirtió en el protector de Basilio II y Constantino VIII, hijos de Teófano.
Guerra con los rusos
La situación en los Balcanes era complicada y requería una rápida solución. Búlgaros y rusos parecían unir sus fuerzas contra Bizancio por lo que Tzimisces intentó llegar a un acuerdo pacífico, sin resultados positivos. En la primavera de 970 los rusos de Sviatoslav con aliados pechenegos y búlgaros se lanzaron contra el Imperio invadiendo Tracia. El basileus envió a Bardas Scleros con un ejército derrotando a los rusos en la batalla de Arcadiópolis.
Sviatoslav se retiró a Dorostolon (actual Silistra) con unos 38.000 efectivos, hubo una batalla campal a las puertas de la ciudad y los rusos se replegaron al interior de la misma. Comenzando el asedio por el basileo Juan I Tzimisces con una fuerza de 40.000 hombres y 300 barcos dotados de fuego griego.
Después de 65 días de asedio, los hambrientos rusos pactaron abandonar la ciudad (que pasó a denominarse Teodorópolis) y renunciaron a todas sus posesiones en territorio búlgaro.
Guerra con los búlgaros
En 969, el emperador bizantino Juan Tzimiscés, logró derrotar al zar búlgaro Boris II que se había aliado con Sviastoslav, derrotó a los rusos y lejos de liberar Bulgaria, como había prometido, Tsimisces se llevó a toda la familia real búlgara y su tesoro imperial a la Constantinopla en 971. En una ceremonia oficial, Boris II fue ritualmente desposeído de sus atributos imperiales y nombrado magistros, un título oficial bizantino, en compensación. Las tierras búlgaras de Tracia y Moesia inferior pasaron al Imperio bizantino y fueron situadas bajo el control de gobernadores impuestos por Constantinopla.
Pero los búlgaros no soportaron durante mucho tiempo el dominio bizantino. En 976 se unieron bajo el liderazgo de un noble llamado Samuel y declararon la guerra al Imperio. Enseguida se reanudaron las incursiones en el territorio imperial.
La estrategia bizantina consistió en dejar libres a Boris II y a su hermano Román con la esperanza de que su llegada a Bulgaria creara enfrentamientos entre los líderes búlgaros. En cuanto Boris y Román penetraron en la zona controlada por los búlgaros en 977, Boris II fue atacado por una patrulla de vigilancia, al ser confundido por sus ropas con un noble bizantino, fue muerto. Su hermano Román consiguió identificarse y fue debidamente aceptado como emperador. Sin embargo, su condición de eunuco (había sido castrado por los bizantinos), le impedía proporcionar herederos al trono, por lo que asoció a Samuel al trono como eventual heredero, falleciendo en 997.
Guerra con los árabes
En el 972, Tzimisces inició una campaña en Oriente con el fin de ocupar la región de Siria, tomada por los Fatimitas. En sucesivas campañas fueron ocupadas Emesa, Baalbek, Damasco y buena parte de Tierra Santa, aunque no tomó Jersusalén. En sus propias palabras: «Toda Fenicia, Palestina y Siria han sido liberadas del yugo de los sarracenos y reconocen la soberanía de los romanos«.
Paz con Otón
Para alcanzar un buen acuerdo con el emperador Otón el Grande, Tzimisces envió a Occidente a la princesa Teófano, para que el germano se casara. Otón y Teófano contrajeron matrimonio en Roma el 14 de abril de 972, zanjándose así el conflicto con el Imperio de Occidente.
Murió repentinamente en 976, retornando de su segunda campaña contra los sarracenos. Su sobrenombre parece derivarse del armenio tshemshkik, que significa «bota roja«. Fue sucedido por Basilio II
Basilio II Bulgaróctonos (976 -1025)
Era el primogénito de Romano II. Los primeros años de Basilio vieron sucederse constantes rebeliones contra el poder imperial por parte de las grandes familias. Los grandes terratenientes de Asia Menor Bardas Skleros y Bardas Focas; que proporcionaban muchos de los soldados del Imperio y de gran parte de los impuestos, se encontraban en revuelta abierta contra su poder.
Rebelión de Skleros y Focas
El emperador Basilio buscó ayuda del príncipe Vladimir I de Kiev, que en 988 había capturado Quersoneso, la base imperial principal en Crimea. Vladimir se ofreció a evacuar Quersoneso y a suministrar 6.000 de sus soldados como refuerzos a Basilio. A cambio, exigió casarse con la hermana menor de Basilio, Ana. Al principio, Basilio vaciló. Los bizantinos veían a todas las naciones del norte de Europa, francos o eslavos, como bárbaros. Cuando Vladimir prometió bautizar a sí mismo y convertir a su pueblo al cristianismo, Basilio finalmente estuvo de acuerdo. Vladimir y Ana se casaron en Crimea en 989 y Vladimir envió a 6.000 soldados para ayudar a Basilio, que se convirtieron en el punto de partida de la posterior Guardia Varega.
Batalla de Abydos (989)
Skleros y Focas, se aliaron y reunieron sus ejércitos, Focas metió a Skleros en la cárcel, y luego se trasladó a sitiar a Abidos, amenazando así con bloquear a los Dardanelos. En este punto Basilio II obtuvo la ayuda de su cuñado, y marchó a Abidos.
Los dos ejércitos desplegaron frente a frente el 13 de abril de 989, Focas galopó hacia delante, buscando un combate singular con el emperador que estaba cabalgando delante de sus líneas. Sin embargo, justo cuando se preparaba para enfrentarse a Basilio, Focas sufrió una convulsión, cayó de su caballo y fue hallado muerto. Su cabeza fue cortada y llevada a Basilio. La batalla fue ganada fácilmente por Basilio II, después de eso.
Scleros le sucedió como el líder de los rebeldes. Pronto fue capturado y cegado y la rebelión terminó. Lekapenos fue exiliado y su vasta fortuna fue confiscada.
Guerra con los búlgaros
Después que Juan I Tzimisces falleciera el 11 de enero 976, los búlgaros lanzaron un asalto a lo largo de toda la frontera. Las acciones de los hermanos en el sur detuvieron a numerosas tropas bizantinas y facilitó la liberación del noreste de Bulgaria por Samuel. El comandante bizantino fue derrotado y se retiró a Crimea. Los nobles y los oficiales búlgaros que no se habían opuesto a la conquista bizantina de la región fueron ejecutados, y la guerra continuó al norte del Danubio hasta que el enemigo se dispersó y el gobierno búlgaro fue restaurado.
Como los esfuerzos principales de Basilio II estaban concentrados contra el rebelde Scleros, los ejércitos de Samuel atacaron las posesiones europeas del Imperio bizantino. Samuel no solamente invadió Tracia y la zona de Tesalónica, sino también Tesalia, Grecia central y el Peloponeso. Muchas fortalezas bizantinas cayeron bajo el gobernante búlgaro. Samuel quería aprovechar la importante fortaleza de Larisa, que controlaba las rutas principales en Tesalia, y de 977 a 983, la ciudad fue bloqueada. Después que el hambre obligó a los bizantinos a rendirse, la población fue deportada al interior de Bulgaria y los hombres fueron obligados a alistarse en el ejército búlgaro. Aunque Basilio II envió fuerzas a la región, fueron derrotados, y la conquista de Larisa marcó la pérdida de una relevante fortaleza bizantina en esa parte de la península. Con esta victoria, Bulgaria había ganado influencia sobre la mayor parte de los Balcanes en el sudoeste, aunque no ocuparon estos territorios.
Fue a partir de 991 cuando Basilio pudo volver a ocuparse de sus enemigos en el Danubio. Durante varios años, el ejército imperial mantuvo una guerra a pequeña escala, de golpes y contragolpes, que permitió a Basilio formar a su ejército y a él mismo; el cronista Miguel Pselo, en su Vida de Basilio II, cuenta que “el emperador comía el mismo rancho que los soldados, dormía al raso y caminaba en vez de cabalgar”. Pselo destacaba su tesón: Basilio “realizaba las campañas no como suelen hacer la mayor parte de los emperadores, es decir, saliendo ya entrada la primavera y regresando al final del verano, sino que para él el momento del regreso solo venía determinado por el cumplimiento del objetivo que se había marcado al partir”. Sin embargo, Basilio debió hacer frente a otros conflictos en las fronteras orientales y para frenar la expansión búlgara se vio obligado a pedir ayuda a los venecianos, a los que tuvo que entregar la costa Dálmata.
Basilio II se dirigió contra los búlgaros en el 986 con 30.000 efectivos, llegando a Sredets (Sofía) la capital búlgara, después de 20 días de asedio, los búlgaros fortificaron los pasos de regreso y en la batalla de las Puertas de Trajano, fue derrotado, Basilio II salvó su vida por muy poco. La victoria de Samuel hizo que el papa Gregorio V le reconociera nuevamente como zar (emperador), siendo coronado en Roma en 997.
Poco después mientras Basilio estaba haciendo frente a los árabes, Samuel atacó siendo derrotado en la batalla de Esperqueo en el 997.
En 1002 estalló de nuevo la guerra con Bizancio, esta vez a gran escala. Los ejércitos de Basilio habían sido reforzados y el emperador estaba decidido a conquistar Bulgaria de una vez por todas. Para ello desplazó gran parte de los efectivos concentrados en oriente en su campaña contra los árabes al frente búlgaro. Samuel se vio obligado a retroceder hacia el interior de su territorio. Comenzó entonces a acosar a los bizantinos, esperando forzar a Basilio a negociar un acuerdo. Basilio consigue derrotar a los búlgaros en la batalla de Skopie en el 1004 y le vuelve a derrotar en el 1009 en la batalla de Kreta.
En 1014, Basilio II consiguió arrinconar al grueso del ejército búlgaro en la batalla de Kleidion (Belasitsa en la actual provincia de Blagoevgrad), y forzarlo a entrar en combate sin Samuel, ausente en aquel momento. La victoria bizantina fue aplastante, y según la leyenda, Basilio II ordenó cegar a los 14.000 prisioneros búlgaros, dejando tuertos a uno de cada cien para guiar a sus camaradas, Basilio pasó a ser llamado el Boulgaroktonos (Matabulgaros).
La guerra estalló de nuevo en el otoño de 1015. Mientras Vladislav atacaba Dirraquio, Basilio II capturó su capital de Ohrid, pero después, como resultado desfavorable en la batalla de Bitola, se vio obligado a abandonarla.
La guerra continuó por dos años más sin un resultado decisivo. En 1017 Basilio derrotó a los búlgaros en Setina, cerca de Edesa, pero no pudo explotar su victoria y regresaron a Constantinopla. Los búlgaros lanzaron un nuevo asalto contra Dirraquio. A la batalla que sobrevino después de una incursión de la guarnición del zar búlgaro fue asesinado y sus tropas se vieron obligadas a retirarse.
Samuel de Bulgaria se situó aguas arriba del río y no tomó ninguna medida importante para proteger el campamento. Extrañamente, las circunstancias eran las mismas que en la batalla de Esperqueo y el escenario de la lucha fue similar. Los bizantinos lograron encontrar un vado, cruzaron el río y atacaron a los búlgaros. Atrapados en la sorpresa, no pudieron resistir de manera eficaz y pronto se retiraron, dejando el campamento y a Samuel en su tienda de campaña, en manos del enemigo.
Los bizantinos no aprovecharon el éxito de su victoria. Saquearon la zona, y luego marcharon hacia el este y sitiaron Pernik. El sitio fue un desastre y Basilio II, que fue obligado a regresar a Bizancio.
Inició una nueva campaña para atacar Armenia. Este reino se había convertido en un estado tributario de Bizancio cuando murió su rey en el año 1000. También aquí se sucedieron las victorias, y Armenia se reincorporó al Imperio bizantino.
Para más información ver el capítulo “los búlgaros” – “la conquista bizantina de Bulgaria”
Campañas de Basilio II contra los árabes
Tras llevar a su final a una guerra interna, Basilio II lanzó una contra campaña contra los árabes en el 995. Las guerras civiles bizantinas habían debilitado la posición del Imperio en oriente, y los logros de Niceforo II y de Juan de Tzimisces estuvieron cerca de perderse, siendo Alepo asediado y Antioquía bajo amenaza.
En 995 apareció por Alepo, sorprendiendo y derrotando al enemigo, y luego tomó Rafanea y Edesa, demostrando un extraordinario talento y energía para la guerra.
Sin embargo, la guerra en dos frentes no puede dejar nada que no sea amargura, y otra vez lo sufrió el Imperio cuando Samuel aprovechó ese respiro que le dio Basilio II que llegaba en su campaña hasta el Peloponeso.
Basilio II después de derrotar a Samuel, seguía con la obligación de dar batalla en oriente, donde en 999 volvió a Siria y derrotó nuevamente a los fatimitas en Antioquia, aunque no pudo tomar Trípoli.
Tomó el valle del Orontes, y continuó sus incursiones hacia el sur. Aunque no tuvo fuerza suficiente para entrar en Palestina y reclamar Jerusalén, sus victorias recuperaron buena parte de Siria para el imperio, incluida la ciudad más grande de Antioquía.
Campaña de Basilio II en Georgia
Hubo una disputa de dos décadas sobre la sucesión de los courapalatos georgianos que incluyeron varios enfrentamientos bizantinos-georgianos-armenios en Asia Menor. Una guerra a gran escala estalló cuando el rey georgiano Jorge I tomó las áreas disputadas por la fuerza en 1014. En represalia el emperador bizantino Basilio II llevó, en 1021 un poderoso ejército a Georgia para expulsar a los georgianos de nuevo a sus fronteras anteriores.
Ambos ejércitos bizantinos y georgianos fueron dirigidos por los propios monarcas. El ejército de Basilio incluía muchos guardias varegos, mientras que Jorge I estaba reforzado por algunos auxiliares armenios. Dos ejércitos se enfrentaron en el pueblo Shirimni junto al lago Palakazio (actual Childir). Los georgianos estaban cerca de ganar la batalla, pero los poderosos contraataques de Basilio resultaron ser decisivos. Dos generales georgianos de alto rango, Rati Baghvashi y Khursi murieron en acción. Después de esa costosa victoria, el Emperador saqueó las tierras cercanas y volvió a sus dominios al invierno en Trapecio.
Constantino VIII (1025-1028)
Cuando Basilio II murió el 25 de diciembre de 1025, su hermano Constantino VIII pasó a ser el único emperador, aunque solamente reinó durante menos de tres años. Asumió el poder a los 65 años edad, y al encontrar lleno de dinero el tesoro imperial, se abandonó a sus placeres. Sabiéndose incapaz de consumir su tiempo en preocupaciones, delegó las responsabilidades en hombres con una gran formación, mientras él se encargaba de todo lo relacionado con las audiencias a los embajadores o del resto de los pequeños asuntos administrativos.
Jamás se mostró excesivamente preocupado por el poder; aunque de constitución fuerte, era débil de espíritu; al hacerse viejo y no poder combatir ya, se exasperaba con cualquier noticia de mal augurio. Su reinado fue desastroso por su falta de coraje. Reaccionaba ante cualquier la menor sospecha con gran crueldad: así, ordenó la ejecución o mutilación de cientos de hombres inocentes. A los pocos meses del comienzo de su reinado, las leyes sobre la tierra dictadas por Basilio fueron derogadas por la presión de la aristocracia de Anatolia.
Sufría de gota crónica y apenas podía andar y murió el 25 de diciembre de 1025. Fue el último basileo de la dinastía Macedonia, fue sucedió por su hija Zoe.
Zoe emperatriz (1025-1050)
Zoe fue una de las pocas emperatrices bizantinas que nacieron en la púrpura. Antes de su muerte, Constantino casó a Zoe con el heredero que había elegido Romano III Argiro, eparca de Constantinopla, el 12 de noviembre de 1028. Constantino confiaba en que Romano ayudaría a su hija Zoe a controlar el poder, pero Romano demostró ser un marido muy poco fiable y un emperador inútil. En 1034 apareció asesinado en su baño. Zoe volvió a casarse inmediatamente, incluso antes de que retirasen su cadáver del baño. El segundo marido de Zoe fue Miguel IV «el Paflagonio«, que reinó hasta su muerte en 1041.
Miguel IV el Paflagonio (1034-1041)
Miguel, sin embargo, que era una persona de poco carácter y sufría ataques epilépticos, dejó el poder en manos de su hermano, Juan el Eunuco, que había sido primer ministro con Constantino y Romano. Las reformas de Juan en el ejército y el fisco permitieron un cierto resurgir de la potencia bizantina, que se mantuvo frente a los ataques enemigos.
En la frontera oriental, la importante ciudad de Edesa fue liberada tras un largo asedio. Los musulmanes occidentales fueron prácticamente expulsados de Sicilia por Jorge Maniakes (que llevó a cabo allí sus campañas entre 1037 y 1040), pero una expedición contra los normandos de Italia sufrió sucesivas derrotas, y tras la partida de Maniaces, muchas de sus conquistas en Sicilia se perdieron (1041).
En el norte, los serbios tuvieron éxito en su revuelta (1040), pero la peligrosa rebelión de los búlgaros y otros eslavos balcánicos, que amenazaba las ciudades de Tracia y Macedonia, fue reprimida por la triunfante campaña dirigida por el emperador en persona poco antes de su muerte.
Miguel V Calafates (1041-1042)
El siguiente coemperador de Zoe fue su hijo adoptivo Miguel V Calafates, sobrino de su segundo marido, cuyo corto reinado solamente duró hasta el año siguiente. Fue destronado tras un corto reinado de cuatro meses, cegado por el varego Norðbrikt (futuro Harald III de Noruega) que aprovechó el caos para saquear, y finalmente fue recluido en un monasterio. Murió el 24 de agosto de 1042. Su impopularidad parece haber sido debida en gran parte a sus reformas administrativas, que sufrieron la fuerte oposición de las clases dominantes, mientras que las clases bajas le consideraban un usurpador.
Durante dos meses en 1042, Zoe compartió el gobierno con su hermana Teodora Porfirogeneta, hasta que pudo encontrar otro marido, el tercero y último permitido por la Iglesia ortodoxa.
Constantino IX Monómaco (1042-1055)
Sobrevivió cuatro años a Zoe, que murió en junio de 1050.
En 1043 relevó al general Jorge Maniaces de su mando militar en Italia, y en consecuencia Maniaces se declaró a sí mismo emperador. Cuando sus tropas estaban a punto de derrotar a Constantino en una batalla, Maniaces fue herido y murió en el campo de batalla, dando fin a la crisis. Posiblemente, Maniaces había pedido ayuda a la Rus de Kiev.
Asedio ruso de Constantinopla 1.043
En 1043 Jaroslav de Kiev envió a su hijo Vladimir con un gran ejército a una expedición contra Constantinopla. La causa fue que uno de los comerciantes rusos fue muerto en una pelea con los griegos. Yaroslav pidió explicaciones y al no haber recibido la satisfacción por el insulto, envió a Bizancio una gran flota bajo el mando de su hijo Vladimir de Novgorod y el líder militar Vyshata. Una tormenta dividió barcos rusos, la flota de Vyshata destruida completamente por el fuego griego de 14 naves bizantinas en las costas de Anatolia, luego se dirigieron contra las naves de Vladimir. El almirante de la Rus Ivan Tvorimich, consiguió hundir varios dromones y rescatar al príncipe Vladimir. Unos 6.000 soldados de Vyshata que fueron capturados, fueron deportados a Constantinopla, 800 de los cuales fueron cegados.
Vyshata fue autorizado a volver a Kiev a la conclusión del tratado de paz tres años más tarde. Bajo los términos de dicho acuerdo firmado en 1046, el hijo de Yaroslav, Vsevolod, me casaría con una hija del emperador Constantino IX Monómaco. El hijo de Vsevolod con esta princesa asumió el nombre de su abuelo materno y fue conocido como Vladimir Monómaco. Como dote los bizantinos cedieron a los rusos la posesión de Crimea y Quersoneso.
Batalla de Kapetron or Kapetrou (1048)
En 1046, en su primera aparición en la historia bizantina, los turcos selyúcidas invadieron Anatolia bajo Ibrahim Yinal, hermano del sultán Tugrul (o Toghril), consiguiendo conquistar y destruir completamente la ciudad armenia Arzen o Artze (actual Erzerum, Turquía), un vibrante centro comercial en el tema administrado por los bizantinos de Iberia. El emperador Constantino IX envió al señor guerrero georgiano Liparit IV, duque de Trialeti, a quien los bizantinos habían ayudado en su lucha contra el rey georgiano Bagrat IV, para unirse contra el avance de los turcos selyúcidas.
Se reunió un ejército bizantino-georgiano de unos 50.000 efectivos, bajo el mando de los generales bizantinos Aarón y Katakalon Kekaumenos, y el georgiano Liparit IV, que se encontraron con los seljúcidas en Kapetron o Kapetrou (actual Hasan Kale).
En una feroz batalla nocturna, los aliados cristianos lograron repeler a los turcos, y Aarón y Kekaumenos, al mando de los dos flancos, persiguieron a los turcos. En el centro, sin embargo, Yinal logró capturar al príncipe georgiano Liparit, un hecho de que los dos comandantes bizantinos no fueron informados hasta después de que dieron gracias a Dios por su victoria.
Sin embargo, Ibrahim Yinal pudo salir con relativa seguridad del territorio bizantino, cargado de botines y cautivos. El emperador envió posteriormente dinero para el rescate, pero al sultán Togrul que lo rechazó, sin embargo, y liberó a Liparit a condición de que nunca volvería a luchar contra los selyúcidas.
En 1053 Constantino se vio obligado a licenciar a sus tropas armenias por razones económicas, dejando la frontera oriental del Imperio mal defendida.
Cisma de la Iglesia
En 1054 las diferencias seculares entre la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Católica dieron lugar a su separación definitiva en el llamado Cisma de Oriente. Los legados del papa León IX excomulgaron al patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario, al no estar este de acuerdo con la adopción de ciertas prácticas eclesiales occidentales; y Cerulario replicó excomulgando a los legados. Este hecho anuló las posibilidades de una alianza entre Constantino y el Papa contra los normandos del sur de Italia.
Constantino quiso intervenir, pero enfermó y murió el 11 de enero del año siguiente. Teodora, la hija mayor de Constantino VIII, que ya había reinado junto con su hermana Zoe, fue nombrada emperatriz.
Teodora Porfirogeneta (1055- 1056)
Fue entronizada el 11 de enero de 1055, y a pesar de contar ella con más de setenta años de edad, hizo valer con vigor sus derechos al trono, y frustró un intento de ser apartada del poder en beneficio del general Nicéforo Brienio. Gracias a su administración firme, controló a los nobles rebeldes y acabó con muchos abusos, pero menoscabó su reputación por la excesiva severidad hacia sus enemigos privados y por el indebido uso de sus sirvientes como consejeros. Murió repentinamente el 31 de agosto de 1056. Al no haber tenido hijos y ser la última de su dinastía, escogió a uno de sus favoritos como sucesor: Miguel VI dando lugar a una serie de luchas por el trono entre varias familias nobles que duraron hasta 1.081.
Guerra Civil (1056-1081)
Miguel fue destituido en 1057 por Isaac I Comneno, Realizó una única expedición militar durante su breve reinado, en 1059, contra el Reino de Hungría y los pechenegos, que amenazaban tanto las fronteras húngaras como las septentrionales del Imperio. Murió en 1061, siendo sucedido por Constantino X Ducas, en cuyo reinado se perdieron casi todas las posesiones bizantinas en Italia (a excepción de un exiguo territorio alrededor de Bari) a manos del normando Roberto Guiscardo; también se produjeron las invasiones de los selyúcidas, guiados por Alp Arslan, quienes conquistaron Armenia y Capadocia. Constantino 1067.
Fue sucedido por Romano IV Diógenes, que tras su coronación, dirigió tres exitosas campañas contra los selyúcidas en el este de Anatolia, expulsándoles al este del Éufrates. En marzo de 1071 emprendió una nueva campaña con un ejército de unos 60.000 o 70.000 hombres.
La derrota en la batalla de Manzikert (1071) frente a las tropas turcas de Alp Arslan es generalmente considerada como un acontecimiento de características excepcionales. En Manzikert, las tropas bizantinas al mando de Romano Diógenes fueron destrozadas por los turcos, en medio de traiciones y deserciones sin límite. Andrónico Ducas y sus tropas abandonaron la batalla, los contingentes turcos que luchaban al lado de los griegos cambiaron de bando, Romano fue hecho prisionero por el sultán, que lo trató con caballerosidad. Una vez liberado por los turcos, el emperador volvió a ser capturado, y esta vez brutalmente cegado por Juan Ducas, padre de Andrónico, quien se apresuró a poner en el trono a su propio sobrino Miguel VII Ducas, el hijo de Constantino X.
Para más información ver el capítulo “los turcos” – “batalla de Manzikert”
Miguel VII Ducas (1071-1078)
Miguel VII Ducas, demostró ser un hombre incapaz y poco dotado para llevar las riendas del Imperio, la situación se fue progresivamente deteriorando: además de las incursiones selyúcidas, aumentó el hostigamiento en Occidente de pechenegos y cumanos, la inflación aumentó considerablemente (origen del apodo del emperador, Parapinaces, «menos de un cuarto«), y se produjeron varias insurrecciones militares.
Por otra parte, Miguel VII enfrentó una situación en extremo delicada. El mercenario normando Roussel de Bailleul, quien fundó un estado independiente en Anatolia, aunque fue derrotado por el general y futuro emperador Alejo Comneno.
Al malestar nobiliario contra el Emperador se sumaron varios levantamientos militares, teniendo en cuenta de que Miguel VII era un miembro de la aristocracia de funcionarios en lugar de proceder del ejército, como su antecesor, Romano IV. Finalmente, el ambiente enrarecido de los militares estalló en el año 1077, cuando se rebelaron abiertamente contra Miguel VII los altos mandos del ejército. A principios de noviembre del mismo año, Nicéforo Brienio se sublevó en la localidad de Dirraquio, tomando la ciudad de Adrianópolis. Pocas semanas después, el estratego de Anatolia, Nicéforo Botaniates, negó su obediencia al emperador y se dirigió con su ejército contra Constantinopla, auxiliado convenientemente por los propios selyúcidas, que se aprovecharon inteligentemente de las disidencias internas del Imperio.
Botaniates, con decisión audaz, se adelantó a Nicéforo Brienio en su empeño por derrocar a Miguel VII, plantándose, sin apenas oposición alguna, en la ciudad de Nicea al año siguiente. La sublevación se extendió a la propia Constantinopla, con una revolución abierta en contra de Miguel VII. El Emperador, ante la amenaza cada vez más próxima de los ejércitos de dos de sus generales, comprendió la debilidad de su posición, por lo que acabó abdicando por voluntad propia, arrastrando en su caída al todopoderoso hombre de confianza, Niceforizes. Miguel VII se hizo monje, llegando más tarde a ostentar la mitra arzobispal de Éfeso.
Batalla de Calavrytae o de Calobrie (1078)
Como Botaniates era un general al frente de un ejército compuesto casi exclusivamente de turcos, su avance hacia la capital estuvo signado por el establecimiento de guarniciones musulmanas en las grandes ciudades asiáticas que iba ocupando: Cízico, Nicea, Nicodemia, Calcedonia y Crisópolis. Tan solo unos meses después tal desatino pasaría una factura gravosa al Imperio, estando el mismísimo Botaniates sentado en el trono.
La revuelta de Botaniates, que se había iniciado de manera abierta con su proclamación como emperador el 7 de enero de 1078, terminó con su entrada triunfal en la capital imperial, el 24 de marzo, mientras Brienio desquitaba su furia casi al pie de las murallas.
El primer paso de Nicéforo III Botaniates vistiendo la púrpura imperial fue casarse con María de Alania, la esposa de Miguel VII Ducas. El segundo y no menos importante, era un asunto que tampoco podía esperar por el peligro que implicaba para la autoridad del usurpador. Nicéforo Brienio se había proclamado también emperador hacia finales de 1077 y aún deambulaba por las tierras de Tracia. Botaniates debía eliminarle cuanto antes. La tercera cuestión era el hundimiento de Asia Menor ante las invasiones selyúcidas.
Nombró al general más prestigioso Alejo Comneno para enfrentarse a Brienio. En Asia Menor las únicas tropas nativas estaban esparcidas desde el Egeo hasta el norte de Siria, y ya no constituían un elemento disuasivo para los turcos. En Europa, entretanto, Brienio había congregado bajo sus estandartes a la totalidad de los ejércitos balcánicos, que habían posibilitado al antiemperador hacerse con el control de las grandes ciudades de Dirraquio, Tesalónica y Adrianópolis.
Como reaseguro, por si la empresa de Alejo fallaba o se complicaba, Nicéforo III volvió a recurrir una vez más a Solimán ibn Kutulmish.
Sin margen de tiempo para esperar los refuerzos turcos comprometidos debido al veloz avance de Brienio, Alejo salió de Constantinopla al frente de su exigua fuerza.
Alejo tomó la iniciativa escogiendo el terreno más propicio acorde con sus planes de batalla. El lugar elegido estaba situado entre el río Halmiro y las llanuras del Cedocto. Curiosamente, no fortificó su campamento y envió jinetes turcos para obtener información del campamento de Brienio. Algunos fueron capturados lo que significa que también proporcionaron información.
Despliegue inicial
Nicéforo Brienio fue el primero en formar sus tropas para el combate (unos 15.000), dividiéndolas en tres partes:
- El ala derecha, unos 5.000 jinetes, fue encomendada a Juan Brienio. Se trataba de francos italianos, tesalios, y un sector considerable de la Guardia Hetaireia.
- El centro, bajo el mando del propio Nicéforo, eran unos 5.000 hombres, en su gran mayoría, tracios, tesalios y macedonios, además de la flor y nata de la nobleza militar europea.
- El ala izquierda, unos 3.000 soldados bajo las órdenes de Katakalon Tarcaniotes, integrado por soldados de diversa procedencia, aunque mayoritariamente macedonios y tracios.
- A dos estadios de distancia (1 km) y cerca del ala izquierda, unos 2.000 jinetes pechenegos habían sido apostados por Brienio.
Alejo Comneno, estudió primero el despliegue de Brienio y dividió sus fuerzas (unos 8.000) también en tres partes:
- El ala derecha, con Constantino Katakalón a la cabeza de los chomatemoi (soldados de Choma en Asia Menor) y arqueros turcos intercalados.
- El centro, integrado por mercenarios francos y normandos.
- El ala izquierda, por los inmortales y caballeros francos, estarían bajo sus órdenes directas, con jinetes arqueros turcos intercalados.
- Un cuarto grupo, compuesto de 300 a 400 mercenarios turcos fue separado especialmente para prevenir los movimientos de los pechenegos de Brienio.
- Situó a una parte de sus huestes, los enedroi (infantería ligera), en un barranco.
Primera fase
El ataque lo comenzó el ejército de Brienio, que avanzó en el campo casi hasta los barrancos que ocultaban a los enedroi. Cuando el ala derecha de Juan Brienio llegaron a la su altura, los enodroi salieron de sus escondites, provocando una gran confusión. La segunda fila consiguió destruirles Juan Brienio.
El ataque puso en fuga a los inmortales de Alejo, este al frente de la Scholae repuso la situación.
En el centro, los francos aguantaban el empuje, en el ala derecha Katakalón atacó al ala de Constantino que aguantó. En el extremo los turcos no pudieron aguantar el ataque de los pechenegos y se dispersaron.
Segunda fase
Los pechenegos atacaron a los chomatemoi de Alejo de flanco y retaguardia, poniéndolos en fuga. Se produjo un hacho extraño cuando los jinetes pechenegos, volviendo grupas, se dirigieron a su propio campamento, para saquearlo. Su inesperada irrupción que el personal del campamento huyese a la retaguardia de las tropas de Nicéforo sembrando la confusión.
En el centro los francos siguen aguantando pero empiezan a ser envueltos por ambos flancos, y en el ala izquierda Alejo con su Scholae, quedó casi completamente rodeado, pero consiguió retirarse y dirigirse hacia los inmortales y chomatemoi y reagruparles.
Tercera fase
Llegaron refuerzos turcos (no hay cifras pero se supone unos 2.000), Alejo reagrupó a los inmortales, la Scholae, los chomatemoi y los turcos que habían huido formándoles de forma intercalada, y situó a ambos flancos los refuerzos turcos que acababan de llegar. Mientras tanto los francos están completamente rodeados por la infantería delante y la caballería por flancos y retaguardia, pero conseguían aguantar.
Alejo atacó a su adversario con las fuerzas del centro con el fin de quitar presión sobre los francos y al mismo tiempo atraerles a una emboscada. Fingió una retirada y le siguieron y cuando estaban en la zona elegida, de repente fueron atacados por ambos flancos por los turcos, siendo completamente derrotados.
Secuelas
No hay datos sobre las bajas, pero se supone que fueron muy elevadas, la batalla marcó el final de la rebelión de los Brienios, aunque Niceforos Basilaces reunió gran parte de ejército derrotado y trató de reclamar el trono para sí mismo. Él también fue derrotado por Alejo, quien a continuación procedió a expulsar a los pechenegos de Tracia.
Alejo Comneno se apoderó del trono para sí mismo en 1081. Su hijo o nieto. Nicéforo Brienio el más joven, se casó con la hija de Alejo, Ana Comneno. Se convirtió en un destacado general del reinado de Alejo, finalmente elevado al rango de César, y fue un gran historiador.
En el Mediterráneo, los normandos ejercían una fuerte presión desde el Épiro, cortando el principal camino de comunicación del Imperio con Occidente. La situación económica se derrumbó, y falló el aprovisionamiento de grano en la capital.