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Primera guerra del Peloponeso (460-445 AC)
Fue un enfrentamiento entre Esparta con el apoyo de Tebas, en calidad de dirigente de la liga del Peloponeso y la liga de Delos encabezada por Atenas con el apoyo de Argos
Antecedentes. Batalla de Sepeia 494 AC
Durante siglos, las ciudades-estado de Argos y Esparta estuvieron peleando por el control y el liderazgo del Peloponeso. Los reyes solían utilizar la religión como herramienta política de manipulación para conseguir el apoyo del pueblo espartano. Por lo tanto, Cleómenes envió cuatro púthιoi al Oráculo de Delfos (también conocido como Pythia) buscando el apoyo de los oráculos y la seguridad religiosa. Cleómenes proclamó que el Oráculo de Delfos había predicho el triunfo de Esparta sobre las fuerzas argivas en una futura batalla. De esta manera, Cleómenes había obtenido la aprobación religiosa necesaria para conseguir el apoyo del pueblo espartano para librar la guerra en Argos.
Las fuerzas argivas también buscaron el consejo del Oráculo de Delfos. Sin embargo, el Oráculo predijo a los argivos su inminente derrota en una batalla futura. Por lo tanto, los argivos eran cautelosos con sus enemigos espartanos y reacios a participar en una batalla si no se les obligaba a hacerlo.
Cleomenes I, rey de Esparta feliz con la noticia de que iba a poner fin al viejo enemigo de Esparta, llevó a su ejército que eran unos 2.500 hoplitas hacia el norte para atacar a su rival.
La fértil llanura de Thyrea había sido un territorio en disputa durante mucho tiempo. Se encontraba entre las dos ciudades estado de Esparta y Argos. Durante la batalla de los 300 Campeones (546 AC), Esparta ganó y tomo el control de esta región. Habían pasado casi dos generaciones desde que Argos reclamó Thyrea.
Cleómenes lideró su ejército al río Erasinos en la frontera. Según Herodoto, hizo un sacrificio en el río Erasinos, pero los presagios le fueron desfavorables. Creyendo que el pase por el río le estaba prohibido. Cleomenes luego se retiró al sur y marchó con sus fuerzas espartanas al este de Thyrea a Sición.
En Thyrea, Cleómenes hizo otro sacrificio al mar para acceder al río por una ruta diferente. Esta vez los presagios parecían favorables cruzó a través de mar y desembarcó al sureste de Argos, cerca de la ciudad de Naupalia cerca de Tirinto.
Los argivos reunieron su ejército que tendría unos 2.000 hoplitas y marcharon hacia el sur para enfrentarse con ellos fuera de la ciudad de Tirinto en un lugar llamado Sepeia.
El líder argivo dijo a su heraldo que se hiciese el eco de las órdenes dadas por su homólogo espartano, para evitar cualquier engaño y permitir que los argivos siguiesen lo que los espartanos estaban haciendo. Cuando Cleómenes descubrió lo que estaba pasando, ordenó en secreto a sus tropas que atacasen a los argivos, cuando el heraldo diese el mensaje de romper la formación para la comida. El heraldo espartano dio el mensaje y el heraldo argivos lo imitó, preparándose para la comida, mientras que la fuerza espartana atacó, cogiéndoles desprevenidos y atacándoles mientras estaban comiendo.
Según Herodoto, el rey espartano Cleómenes masacró a los restantes argivos, quemándolos vivos en el bosque sagrado de Argos donde habían huido para refugiarse, mandando prender fuego. Tras la batalla, Esparta quedó como la única potencia del Peloponeso.
Liga de Delos
En el invierno de 479-478 AC, en una conferencia que reunió a estados jonios y egeos en Delos, Atenas asumió la dirección de una nueva liga, la liga de Delos. La reconstrucción de las murallas atenienses, llevada a cabo en secreto, se debió a la insistencia de Temístocles, que convenció a sus conciudadanos de que era la mejor manera de proteger la ciudad.
Temístocles también pospuso las propuestas espartanas sobre el control de armamento; creía que si se aceptaban, Atenas quedaría en inferioridad frente a Esparta, que gozaba del poderío militar que le conferían sus hoplitas y su particular falange. Tras concluir las obras de las murallas, Temístocles declaró que Atenas dejaba de reconocer la primacía espartana, desarrollaría un programa político propio y se defendería por sí misma. Por entonces apareció una de las primeras señales de animosidad entre Atenas y Esparta, la cual es relatada a manera de anécdota por Diodoro Sículo, quien señala que en 475-474 AC, los espartanos ponderaron recuperar la hegemonía de la campaña contra Persia por la fuerza.
Pese a todo ello, durante algún tiempo continuaron las relaciones amistosas entre ambas ciudades. Temístocles, el ciudadano ateniense de este período a quien más se asocia con la política hostil a Esparta, fue desterrado a principios de los años 470 AC, y luego tuvo que huir a Persia. Su sustituto, Cimón, abogó por una política de cooperación entre los dos Estados. Cimón era el proxenos de Esparta en Atenas, y era tal el cariño que sentía por aquella ciudad que llamó a uno de sus hijos Lacedemonio. Sin embargo, surgieron algunos puntos de conflicto; Tucídides indica que, a mediados de los años 460 AC, Esparta decidió invadir el Ática durante la rebelión de Tasos y que lo único que evitó la invasión fue una revuelta por parte de los hilotas. Quizá fuese en realidad esta revuelta lo que impidió que los espartanos acometiesen Atenas antes de que esta terminase las obras de amurallado, aunque incluso con las nuevas murallas la superioridad de los hoplitas espartanos y de sus tácticas de combate les hubiesen permitido expugnar la ciudad rival sin dificultad.
Dicha revuelta hilota fue lo que finalmente originó la crisis causante de la guerra. Incapaces de sofocar la revuelta por sí mismos, los espartanos solicitaron la colaboración de sus aliados, invocando para ello los antiguos lazos forjados por la liga Panhelénica. Atenas respondió al llamado enviando a 4.000 hombres con Cimón de Atenas a la cabeza. Los espartanos despidieron a los atenienses, cosa que no hicieron con el resto de sus aliados, después de levantarse sospechas tras el fracaso del asalto sobre las fortificaciones hilotas.
Este acto de Esparta acabó con la credibilidad política de Cimón, que ya había sido vituperado por sus adversarios atenienses, acaudillados por Efialtes; al poco tiempo de la afrenta fue desterrado. La hostilidad de Esparta era patente y, cuando Atenas respondió, los acontecimientos se precipitaron velozmente hacia la guerra. Atenas estableció con celeridad una serie de alianzas: con Tesalia, un poderoso Estado del norte; con Argos, el enemigo secular de Esparta; y con Mégara, un antiguo aliado de Esparta que se encontraba en aprietos debido a una guerra que libraba con Corinto, otro aliado de los espartanos mucho más poderoso.
Por esta misma época, los atenienses asentaron en Naupactos (Lepanto), en el golfo de Corinto, a los hilotas exiliados después de la revuelta. Para 460 AC, Atenas se hallaba en guerra abierta contra Corinto y varios otros Estados peloponesios y era palmaria la inminencia de una contienda mayor.
El primer acto bélico se produjo en el 458 AC, cuando Atenas arrebató Naupactos (Lepanto) a los lócridas ozolienos, dominando así el golfo de Corinto y estableciendo restricciones sobre el comercio con Italia y Sicilia. Más adelante los megarenses se apartaron de la liga del Peloponeso, lo que significó para Atenas una fuerte defensa avanzada contra la posibilidad de una invasión terrestre del Ática. Pericles disponía de una fuerza de 13.000 hoplitas, 16.000 hombres para guarnecer las fortificaciones, 1.600 arqueros y 300 trirremes.
Batalla de Tanagra 457 AC
Al estallar la guerra, Atenas descargó el primer golpe en Argólida, aunque sin fortuna, seguido de una batalla naval en el golfo sarónico y el bloqueo de Egina por tierra y por mar.
Esparta respondió mandando un ejército bajo el mando de Nicodemo con 1.500 hoplitas espartanos y 10.000 peloponenses aliados (beocios, megarenses, lócridos, foaos, leucades, ambracianos y anactorianos) a Boecia para inducirla a entrar en la Liga. Una vez conseguido su objetivo, de regreso se dirigieron a Atenas, derrotando en la batalla de Tanagra a un ejército ateniense de 14.000 efectivos bajo el mando de Mirónides que había ido a cerrarles el paso, incluía plateos, chianos, lesbios, mesenios, corchosos, zacintos y akarnanianos. No se sabe la disposición de los ejércitos, el combate fue igualado y duro, los espartanos estarían consiguiendo definir la batalla por el lado derecho, cuando los escuadrones de caballería tesalios se percataron, cambiaron entonces de bando. Este hecho fue clave, pues al comenzar la huida, los atenienses y sus aliados tuvieron que soportar el acoso de la caballería. Ambos bandos debieron de tener muchas bajas, ya que los espartanos regresaron a Esparta inmediatamente y no aprovecharon el éxito.
Dos meses después, los atenienses se reagruparon y derrotaron a los tebanos en la batalla de Enofita, a pocos kilómetros de la batalla anterior, destruyeron a continuación las murallas de Tanagra y causaron estragos en Lócrida y Fócida, tomando el control de Beocia excepto Tebas.
En el 456 AC, una expedición ateniense a Egipto acabó en desastre. Los persas sitiaron al contingente griego en la isla fluvial de Prosopitis, en el Nilo. Tras 18 meses de asedio, los persas se apoderaron de la isla y desbarataron casi completamente a las tropas griegas. Los atenienses y sus aliados perdieron 250 barcos y casi 50.000 hombres a manos de los persas. Poco tiempo después hubo una revuelta en Tesalia, y las fuerzas atenienses enviadas fueron rechazadas. Cansados de guerra, los atenienses llamaron de nuevo a Cimón que suscribió con los persas el tratado de paz de Calias, y firmó una paz con los espartanos el tratado de los de 30 años en el 445 AC, a cambio del reconocimiento espartano de los territorios atenienses. Conforme a dicho tratado, Mégara regresó a la liga del Peloponeso, Trecén y Acaya obtuvieron su independencia, Egina se convirtió en un estado autónomo pero tributario de Atenas, y las disputas se resolvieron por medio de arbitraje. Cada bando se comprometió a respetar las alianzas del otro.
Guerra arquidámica (431-421 AC)
Corresponde a la primera fase de la Segunda guerra del Peloponeso (431-404 AC), que comprende desde su estallido en 431 AC hasta la paz de Nicias (421 AC). Su nombre deriva del rey de Esparta, Arquidamo II, quien, pese a no ser un entusiasta de la guerra, dirigió las invasiones peloponesias al Ática hasta su muerte en 427 AC. El conflicto duró diez años.
Batalla de Potidea (432-35 AC)
En el 435 AC, empezaron de nuevo las discordias, ese año Córcira (Corfú) se separó de Corinto y buscó apoyo en Atenas, Corcira era la llave del tráfico comercial italo-siciliano que proporcionaba trigo al Peloponeso. La flota de Corcira y Atenas que disponía de 110 trirremes, se enfrentó a la flota corintia que tenía 150 trirremes junto a la isla de Sibota, siendo derrotados los corintios que perdieron 70 naves frente a las 30 aliadas, los corintios se retiraron de Corcira.
Poco después los atenienses y los corintios lucharon otra vez, esta vez se debió a la rebelión de varias ciudades tributarias de Atenas ubicadas en la península Calcídica. La rebelión que fue instigada y apoyada por el rey macedonio Pérdicas II, quien tenía intereses en debilitar el poder ateniense por motivos políticos y en ganarse la amistad de la liga del Peloponeso. Una vez efectuada la rebelión, Corinto envió soldados voluntarios para apoyarla, y al intervenir Atenas en la zona, sucedió el combate en la batalla de Potidea.
La ciudad de Potidea se encuentra en el istmo entre Calcidia y la península de Pelane. Las tropas atenienses mandadas por Calias eran 3.000 hoplitas entre los que se encontraba el filósofo Sócrates, y 600 jinetes macedonios. Se enfrentaron a las fuerzas corintias mandadas por Aristeo que disponía de 1.200 hoplitas, 400 psiloi y 200 jinetes. El enfrentamiento tuvo lugar en el mismo istmo delante de la ciudad. Los corintios fueron derrotados y se replegaron a la ciudad de Potidea, que estuvo sitiada durante tres años. Se sabe que el comportamiento de Socrates en la batalla (junio del 432) fue brillante, salvando la vida a su, en esos momentos, discípulo Alcibíades. Durante el asedio pidieron ayuda a Esparta, cuyo resultado de ello fue una declaración formal de guerra.
Primeras acciones militares
Las acciones bélicas empezaron en el 431 AC, con el ataque de Tebas contra la ciudad de Platea, aliada de Atenas, y hostil a la supremacía tebana en la liga Beocia, la cual constituía una especie de puesto avanzado en territorio beocio. Entre las dos ciudades existían grandes tensiones, ya que los tebanos buscaban ampliar la Liga, al frente de la cual estaban, y no quería renunciar a Platea.
Los tebanos ayudados por una facción pro-tebana desde el interior intentaron apoderarse de Platea por sorpresa. La tentativa fracasó, pero los platenses, asustados, mataron a los 330 prisioneros tebanos que habían penetrado subrepticiamente en la ciudad, y dicha masacre alzó a los tebanos contra ellos.
Aunque la agresión tebana a un aliado ateniense abría tácitamente las hostilidades, el inicio oficial de la contienda, no llegó hasta mayo, con la invasión peloponésica del Ática encabezada por el rey Arquídamo II. El ejército espartano se presentó en el Ática y Arquídamo intentó que los atenienses hicieran algunas concesiones. Pericles no cedió. Además, la asamblea ateniense promulgó un decreto por el que se prohibía negociar con el enemigo, si presionaba con las armas.
Para una mayor seguridad, los atenienses refugiaron a sus familias y sus bienes en los Muros Largos, y desde allí pudieron contemplar cómo sus trigales, viñedos y olivares eran destruidos por los peloponesios.
Arquídamo hubo de retirarse del Ática tras haber esperado inútilmente durante un mes a que salieran las tropas de Pericles a defender sus tierras y tratar de expulsarle. Por otra parte, carecía de alimentos, pues los atenienses habían retirado sus reservas de comida y sus ganados.
En la primavera de 430 AC, 4000 hoplitas atenienses y 300 jinetes a bordo de 100 naves de transporte de caballería propias y 50 de Quíos y Lesbos, arrasaron la campiña de Epidauro e intentaron un asalto sobre la ciudad. El asalto fracasó, tras lo cual devastaron los campos de Trecén, Halias y Hermíone, ciudades situadas en la península de Acté, en el noroeste de la península peloponesia. La expedición terminó con la conquista y saqueo de Prasias.
La devastación de estas tres ciudades, además de minar la moral espartana, constituyó una llamada de atención a Argos para que abandonase su neutralidad y encabezara la oposición a Esparta en el Peloponeso. Por otra parte, Prasias, situada al sur de Cinuria, era un punto caliente del ancestral conflicto entre espartanos y argivos por la posesión de esta región fronteriza entre Laconia y la Argólida. Enfrentamiento que se recrudeció cuando los espartanos asentaron allí a los eginetas expulsados de su isla por los atenienses.
En el verano del 430 AC, se produjo un intento de acercamiento diplomático de Esparta a Persia, mediante el envío de una embajada. Ttenía como principal misión lograr el apoyo financiero el Gran Rey a la liga del Peloponeso. De camino a Persia, los embajadores aprovecharon para persuadir al rey odrisio Sitalces de que abandonara la alianza ateniense, lo que podría ser muy útil para el auxilio a Potidea, e incluso para sublevar a toda la Calcídica, muy próxima al reino tracio. Pero casualmente, se hallaban en la corte de Sitalces dos embajadores atenienses que convencieron a Sádoco, hijo del soberano odrisio, que acababa de recibir la ciudadanía ateniense, para entregarles a los enviados peloponesios. Los integrantes de la embajada fueron apresados, conducidos a Atenas y ejecutados sin juicio previo. Tucídides explica la violación de la ley que permitía a cualquier individuo defenderse públicamente, por el temor que despertaba Aristeo, a quien se acusó de todos los males sobrevenidos en Potidea y Tracia.
A finales del verano de 430 AC, los lacedemonios y sus aliados enviaron una expedición de 100 naves, con 1.000 hoplitas a bordo, contra la isla de Zacinto, situada frente a Élide y aliada de Atenas. Al mando del espartiata Cnemo, desembarcaron y devastaron la mayor parte de la isla. Al no rendirse los zacintios pusieron proa hacia el Peloponeso. Tucídides dió a entender que la campaña militar fue un fracaso por la participación de Cnemo como navarca (almirante), ya que lo veía como el arquetipo de espartiata por su falta de energía y decisión. Zacinto era de una gran importancia estratégica por servir de escala en los periplos atenienses del Peloponeso y dada su situación frente a las costas de Élide, no lejos de la base naval peloponesia de Cilene.
Plaga de Atenas (430-427 AC)
La peste de Atenas fue una epidemia originada en Etiopía, fue introducida por el puerto de El Pireo en 430 AC y rápidamente se propaló por una ciudad cuya densa población vivía apiñada dentro de las murallas en precarias condiciones higiénicas. En tres años perecieron 4.400 hoplitas y 300 jinetes, es decir, aproximadamente un tercio de ambos cuerpos, un porcentaje de víctimas que presumiblemente similar se registraría entre el conjunto de la población.
Pericles murió en el 429 AC, siendo sustituido por Cleon.
Creyendo que Atenas estaba a punto de colapsar, la isla de Lesbos se rebeló y Archidamo invadió Ática nuevamente. Sin embargo, los atenienses no fueron derrotados en absoluto. Reprimieron la revuelta de Metilene en el 427 AC y al mismo tiempo se embarcaron en una política más agresiva, invadieron Grecia occidental y lanzaron una pequeña expedición a Sicilia para obtener apoyo del lejano oeste.
Batalla de Olpae o de Olpas (426 AC)
En el otoño del 426 AC, los espartanos habían enviado un ejército de 3.000 hoplitas aliados para apoyar a los etolios en un ataque contra la importante base naval ateniense de Naupactus, en la costa norte del golfo de Corinto. Este ataque había terminado en fracaso, después de que el comandante ateniense Demóstenes hubiera trasladado 1.000 refuerzos a la ciudad por mar, pero en lugar de abandonar la campaña, el comandante espartano Euríloco había aceptado un plan para una invasión de Acarnania y Amphilochia. Acarnania era una zona a lo largo de la costa entre el golfo de Corinto y el golfo de Ambracia, mientras que Amphilochia era una zona alrededor de Argos, una ciudad en el extremo sureste del golfo de Ambracia. La campaña fue sugerida por los ambraciotas, los habitantes de la colonia corintia de Ambracia, una ciudad ubicada a 11 km al norte del golfo de Ambracia. Los ambraciotas prometieron movilizar y atacar Argos a principios del invierno, por lo que los espartanos despidieron a sus aliados etolios y tomaron una posición en Proschium, en el suroeste de Etolia.
Como prometieron, los ambraciotas hicieron su movimiento en el invierno del 426 AC, avanzando alrededor del extremo oriental del golfo de Ambracia con 3.000 hoplitas. Ocuparon una posición en Olpae, poco menos de 5k al norte de Argos, en el extremo oriental del Golfo. Los acarnanianos respondieron a este movimiento trasladando la mayor parte de su ejército a Argos. Una división del ejército se dirigió directamente a la ciudad, mientras que el resto tomó posición en Crenae, vigilando los accesos al sureste y la ruta por la que se esperaba que se movieran los espartanos. También llamaron a Demóstenes, pidiéndole que tomara el mando de su ejército, y pidiendo ayuda a los veinte trirremes atenienses que entonces cruzaban el Peloponeso.
Euríloco y su ejército del Peloponeso tomaron una ruta inesperada hacia Orpae. Desde Proschium avanzaron hacia el norte hasta Acarnania y avanzaron hacia el oeste de Stratus, la ciudad más grande de la zona. Luego marcharon hacia el monte Thyamus, en territorio agraeano (al sur de Crenae), y desde allí se deslizaron por la brecha entre Argos y Crenae y se unieron a los ambraciotas en Olpae.
Poco después de esto Demóstenes llegó con los veinte trirremes, 200 hoplitas mesenios y 60 arqueros atenienses. Fue puesto al mando del ejército combinado ateniense-acarnaniano y anfíloco, y avanzó hacia Olpae, donde acampó en el lado opuesto de un barranco del ejército del Peloponeso. Luego, los dos bandos permanecieron en sus campamentos durante cinco días, antes de que al sexto día ambos ejércitos salieran de sus campamentos y se prepararan para la batalla.
El ejército del Peloponeso era el mayor de los dos. Estaba alineado con Euríloco y sus propias tropas en el extremo izquierdo, un contingente de Mantineo a continuación en la línea y luego contingentes mixtos de peloponesios y ambraciotas a lo largo del resto de la línea.
Demóstenes se dio cuenta de que su línea más corta probablemente sería flanqueada por los flancos, por lo que tendió una trampa a los peloponesios. Una fuerza de 400 hoplitas y tropas ligeras (principalmente acarnanianos) estaba escondida entre los arbustos en un camino cubierto de maleza. Demóstenes, los mesenios y los atenienses formaron la derecha de la línea, frente a Euríloco. El resto de la línea estaba formada por lanzadores de jabalina acarnanianos y anfílocos.
Al principio, todo fue bien para Euríloco. A su derecha, los ambraciotas derrotaron a sus oponentes y los expulsaron del campo de batalla, pero en lugar de regresar para ayudar en el centro, persiguieron a las tropas derrotadas de regreso hacia Argos. A su izquierda, las tropas del Peloponeso pronto flanquearon a Demóstenes por la derecha de Acarnania y empezaron a rodearlas. En este punto, Demóstenes lanzó su emboscada. Las 400 tropas ocultas atacaron la retaguardia de la izquierda del Peloponeso que se disolvió en el caos.
El pánico se extendió a lo largo de la línea, y pronto toda la izquierda y el centro del ejército del Peloponeso se retiraron en desorden (aparte de los de mantineos, que lograron permanecer juntos y retirarse en buen orden). Euríloco murió durante el colapso de su ejército. En este punto, el ala derecha victoriosa ambraciota regresó al campo de batalla para encontrar al resto de su ejército huyendo derrotado. Los acarnanianos los atacaron mientras intentaban retirarse a lo largo de la costa hasta Olpae, e infligieron muchas bajas a las tropas en retirada.
La batalla duró hasta la noche, aunque no se sabe cuándo comenzó. Al día siguiente de la batalla, el nuevo comandante del Peloponeso, Menedayo, se acercó a Demóstenes para pedirle que recuperara a sus muertos y pedir una tregua que permitiera al ejército derrotado retirarse a un lugar seguro. Demóstenes accedió a la primera solicitud, pero se negó a aceptar una tregua para todo el ejército derrotado. En cambio, hizo un acuerdo secreto en el que Menedayo, los mantineos y los peloponesios más importantes recibieron permiso para irse. Tenía dos motivos para este movimiento: primero para debilitar al ejército ambraciota y segundo para desacreditar a los espartanos al demostrar que abandonaban a sus aliados después de una derrota. Al día siguiente de la batalla, los peloponesios aprovecharon el acuerdo secreto para retirarse.
Dos días después de la victoria en Olpae Demóstenes obtuvo una segunda gran victoria a poca distancia al norte, en la batalla de Idomene. Estas dos victorias ayudaron a restaurar su reputación en Atenas, y pudo regresar a salvo a la ciudad, llevándose 300 conjuntos de armaduras enemigas como trofeo. Los acarnanianos y anfílocos no estaban dispuestos a permitir que los atenienses ocuparan Ambracia, y, en cambio, acordaron un tratado de paz en el que cada lado prometía apoyar al otro contra cualquier invasión a menos que los atenienses o peloponesios estuvieran involucrados.
Batalla de Pilos (425 AC)
En la primavera de 425 AC, Esparta ayudó a Mesina a rebelarse contra Atenas. En esa misma época, los espartanos dirigidos por el rey Agis invadieron el Ática. Los atenienses enviaron 40 naves a Sicilia bajo el mando de Eurimedonte y Sófocles, con la orden de restablecer la democracia en Corcira (Corfú). Demóstenes que los había ganado poco tiempo antes en la batalla de Olpae, pudo embarcar a bordo de una de las naves. Una tempestad obligó la flota a refugiarse en Pilos, un excelente puerto natural de la costa del Peloponeso a unos 70 km de Esparta, lo que retrasó el viaje a Corfú. Este rodeo le vino bien a Demóstenes que quería reforzar las fortificaciones de Pilos, poner un pie en el Peloponeso y alentar una rebelión de los ilotas contra los espartanos.
Los comandantes pensaban que era una pérdida de tiempo y de dinero, pero los soldados continuaron, a pesar de todo, fortificando la zona, pues el mal tiempo impedía su salida. Las fortificaciones fueron acabadas en seis días y Demóstenes se quedó en la isla con cinco barcos mientras que la flota continuó su misión hacia Corcira (Corfú) y Sicilia.
Cuando Esparta tuvo conocimiento de que Atenas había tomado Pilos, retiró su ejército del Ática. Los espartanos marcharon sobre Pilos a primeros de mayo y llamaron a su flota de 60 barcos que se dirigía hacia Corcira (Corfú) para que cambiara el rumbo y se dirigiera hacia Pilos. Demóstenes anticipándose a las acciones espartanas y envió dos de sus barcos para llamar a la flota ateniense. El puerto de Pilos estaba en una gran bahía cuya entrada estaba casi completamente bloqueada por la isla de Esfacteria: no existía más que un paso estrecho por cada lado de la isla para entrar en la bahía.
Los espartanos planearon bloquear por tierra y mar la fortaleza de Pilos, y controlar las dos entradas del puerto a fin de impedir a la flota ateniense entrar y desembarcar un contingente en la isla.
Mientras los atenienses regresaban, los espartanos llegaron primero, y tomaron posiciones a lo largo de toda la costa antes de lanzar su asalto. Además, destacaron unos 420 hoplitas al mando de Epitadas, con sus respectivos hilotas, a la boscosa isla de Esfacteria, que protegía la bahía. El fin era impedir que los atenienses ocupasen la isla.
Demóstenes disponía de pocos hoplitas. La mayoría de sus tropas eran marinos desarmados de las restantes trirremes. Apostó 60 hoplitas en el punto más débil de las fortificaciones de la plaza pensando que los espartanos querían desembarcar allí. El resto de sus tropas estaba en las murallas, tierra adentro.
El asalto no se hizo esperar mucho, duró del 25 al 30 de mayo. Por mar, la flota de 60 naves se organizó para, por turnos, acercarse a la playa lo suficiente para desembarcar. Por tierra, los hoplitas espartanos se lanzaron contra las defensas recién levantadas. Este asalto fue el más fácil de detener. Los atenienses, aunque habían tenido poco tiempo, habían hecho un buen trabajo, y los espartanos, en su precipitación, ni siguiera disponían de escaleras para asaltar el muro. Los pocos hoplitas y las tropas peor armadas no tuvieron mucha dificultad en hacer retroceder una y otra vez a los espartanos.
Por mar, sin embargo, la cosa era muy distinta. Los 43 barcos espartanos mandados por Trasimélidas y Brásidas, aunque maniobrando con dificultad, trataban de arrimarse a la playa y a las rocas cercanas y, lanzando pasarelas para desembarcar. Los hoplitas atenienses tuvieron que resistir saltando de roca en roca, empujando cada pasarela, impidiendo que los espartanos descendieran de los barcos, mientras esquivaban los proyectiles que les lanzaban desde los barcos. Brásidas fue herido, y las tropas espartanas, incapaces de desmantelar las fortificaciones de la playa, fueron rechazados por las tropas atenienses.
Los atenienses tuvieron que soportar estoicamente dos días más de asedio, hasta que al atardecer del tercer día, los espartanos de tierra se retiraron en busca de madera para construir ingenios de asedio. La flota mientras entró en la bahía.
El tercer día, el resto de la flota ateniense volvió. Habiendo sido reforzada por 10 barcos, contaba en total con 50 naves. Los espartanos habían descuidado el plan original de proteger con sus barcos la entrada de la bahía por si atacaban los atenienses, pensaron que la estrechez de la bahía compensaría las mayores cualidades de los marineros atenienses. La flota ateniense había penetrado en la bahía por las dos bocas y desplegado con una inigualable precisión, entablando el combate.
Los espartanos fueron cogidos por sorpresa y desplegaron sin orden ni formación. Pronto los espartanos perdieron sus barcos. Los 420 hoplitas lecedemonios, de los cuales la mitad eran espartiatas quedaron totalmente aislados en el islote de Esfacteria. Las naves atenienses establecieron una vigilancia cercana a Esfacteria para impedir la huida de los espartanos.
Los espartanos, incapaces de organizar una expedición de socorro para sus tropas, pidieron un armisticio y enviaron embajadores a Atenas a fin de negociar el regreso de la guarnición de la isla.
Esparta y Atenas empezaron las negociaciones. Para obtener el derecho de aprovisionar a la tropa de Esfacteria, Esparta debía entregar 60 trirremes. El demagogo Cleón hizo encallar las negociaciones reclamando además los puertos de Megara y Trecén, así como Acaya. La postura ateniense tenía un fin: la humillación de Esparta mediante la captura o exterminio de los defensores de Esfacteria. Los espartanos entonces se dieron cuenta de que Cleón realmente no perseguía ningún acuerdo, retiraron la embajada e intentaron abastecer a Esfacteria con la ayuda de nadadores.
Los atenienses empezaron a entender el embrollo en el que Cleón les había metido. Era imposible abastecer a la flota en aquel extremo de la península del Peloponeso. Además, los griegos desconocían el número exacto de guerreros espartanos atrapados en la isla. Como era muy boscosa, permanecían ocultos, y los atenienses no se decidían a atacar.
La situación se estancó, y en Atenas, la gente comenzó a echarle la culpa a Cleón. Este se jactó de que lograría la victoria en veinte días. Para lograr la victoria, se unió a Demóstenes, llevando con él un contingente de peltastas y de arqueros. Nicias que era el estratego que debía encabezar el relevo en el bloqueo de Esfacteria, le cedió con sorna el mando a Cleón.
La fortuna no estaba con los espartanos. Un día de viento, un pequeño fuego del campamento pasó a los árboles, y la isla ardió durante dos días enteros. Los espartanos se salvaron, pero entonces Demóstenes sabía más o menos cuántos eran, y planeó el asalto final.
La batalla
El 10 de agosto, los atenienses desembarcaron arqueros, honderos y peltastas junto a los hoplitas antes del alba. Los destacamentos espartanos desplegados al sur de la isla no advirtieron la primera oleada, y fueron rápidamente eliminados. Después, los atenienses se dirigieron hacia el pozo, donde se encontraron con la falange espartana ya formada.
Demóstenes dio órdenes a las tropas ligeras para que desplegaran a ambos flancos, y envió otro contingente por la costa para rodear a los espartanos por retaguardia. Los hoplitas atenienses se quedaron frente a los espartanos.
Los peltastas y honderos de los atenienses corrieron hacia los flancos y pronto rodearon a los espartanos, al igual que las tropas que aparecieron por la retaguardia ateniense. Comenzó una infernal lluvia de proyectiles sobre los espartanos.
Demóstenes, mantenía a su falange quieta, mientras los espartanos empezaban a sufrir bajas a pesar de la protección de sus escudos. Decidieron replegarse a un fuerte abandonado de la isla que se encontraba a unos dos kilómetros, comenzaron a retroceder, intentando mantener la formación hacia arriba, a pesar del acoso de los psiloi atenienses, casi la mitad de los espartanos cayó en la lenta retirada, de aproximadamente una hora.
Poco a poco, las tropas ligeras se fueron envalentonando, acercándose cada vez más a los espartanos. Teniendo en cuenta el enorme número de proyectiles lanzados, el porcentaje de bajas no era nada espectacular, pero, encerrados en la fortaleza, lejos del único pozo, aunque salobre, de la isla, los espartanos harían frente todavía a lo peor. Su comandante Epitadas fue muerto, su segundo Estifón fue herido.
Un comandante mesenio condujo a sus tropas a lo largo de la arista de un acantilado y desembocó en la retaguardia de los espartanos. Cercados y agotados, los espartanos capitularon. 292 hoplitas fueron hechos prisioneros, de los cuales 120 eran espartiatas. Los atenienses perdieron alrededor de 50 hombres.
Secuelas
Los acontecimientos de Esfacteria provocaron una gran conmoción en Grecia: ¡por primera vez, los espartanos preferían entregarse antes que morir! Una grave crisis sacudió la ciudad, desmoralizada, y condujo a la matanza de 20.000 ilotas. La presencia de un puesto ateniense en Pilos ponía en peligro el conjunto del territorio mesenio, inmovilizando así una guarnición lacedemonia en la región. Por fin, Atenas amenazó con matar a los prisioneros de Esfacteria si los espartanos no suspendían sus invasiones anuales del Ática.
La batalla demostró de manera brillante el valor de las tropas ligeras, pues los espartanos fueron vencidos sin que las tropas de hoplitas entraran en combate. Los atenienses hicieron un uso excelente de las tropas ligeras y las nuevas tácticas que la expansión ateniense a otros territorios como Tracia donde se empleaban con gran profusión, a partir de esta batalla, los peloponesos los incorporaron a su ejército.
El tiempo en que los lacedemonios estuvieron asediados en la isla, desde la batalla de Pilos hasta la librada en Esfacteria, fue de 72 días en total.
Batalla de Anfipolis (422 AC)
Posteriormente a la batalla Esfacteria, el suministro de grano desde Sicilia y Sur de Italia, quedó amenazado, los espartanos tenían que recuperar el honor y decidieron cortar el suministro de plata en Tracia, que Atenas empleaba para financiar la guerra. Brásidas, uno de los generales espartanos, reunió un ejército de aliados e ilotas de unos 2.500 efectivos entre los que no había espartiatas y se dirigió a la colonia de Anfípolis, que controlaba a un gran número de minas de plata. La ciudad estaba defendida por el general ateniense Eucles, quien pidió ayuda a Tucídides, que estaba estacionado en Tasos con 7 trirremes atenienses.
Para capturar la ciudad antes de que llegara Tucídides, Brásidas ofreció dejar a todos los que desearan quedarse a guardar su propiedad, y ofreció el paso franco a aquellos que quisieran partir. Anfípolis se rindió, a pesar de las protestas de Eucles. Tucídides llegó al cercano puerto de Eyón el mismo día que la ciudad se rendía, y le defendió con la ayuda de aquellos que permanecieron en Anfípolis. Mientras tanto, Brásidas comenzó a aliarse con otras ciudades tracias, y con Pérdicas de Macedonia, y atacó otras ciudades de la región, como Torone. Los atenienses temieron que sus otros aliados capitularan rápidamente, como los de Anfípolis, si Brásidas les ofrecía términos favorables de paz.
Tucídides fue considerado responsable de la caída de Anfípolis, fue llamado a Atenas donde fue juzgado y exiliado.
En respuesta a la caída de la ciudad, Atenas y Esparta firmaron un armisticio de dos años. Atenas tenía la esperanza de que podría fortificar más ciudades en preparación de futuros ataques de Brásidas, y los espartanos tenían la esperanza de que Atenas al fin devolvería los prisioneros tomados en la batalla de Esfacteria. Curiosamente los ciudadanos espartanos que habían capitulado fueron desterrados de Esparta y expoliados todos sus bienes.
Cuando el armisticio terminó en 422 AC, Cleón llegó a Tracia con una fuerza de 30 barcos, 1.200 hoplitas, y 300 jinetes, con muchas otras tropas de aliados de Atenas. Volvió a capturar Torone y Escione; en Escione, el comandante espartano Pasitélidas fue muerto. Cleón ocupó posiciones en Eyón, mientras Brásidas ocupó posiciones en Cerdilio. Brásidas tenía unos 2.000 hoplitas y unos 300 soldados de caballería, más algunas tropas de Anfípolis, pero no se sentía con fuerzas suficientes para derrotar a Cleón en una batalla campal. Brásidas entonces regresó a Anfípolis, y Cleón se trasladó hacia la ciudad para la preparación de la batalla. Cuando Brásidas no salió, Cleón supuso que no habría ataque, y empezó a regresar con sus soldados a Eyón.
En ese momento, Brásidas tenía preparado un contingente de centenar y medio de hoplitas que salieron como una exhalación intentando capturar o matar al jefe enemigo. Cleón, remiso a presentar batalla, ordenó la retirada hacia el puerto, pero como suele pasar en situaciones de improvisación, cundió el pánico entre los atenienses, que echaron a correr caóticamente.
Entonces, aprovechando esa ocasión de oro, salió el grueso del ejército espartano en su persecución. Cleón fue alcanzado y murió a manos de un peltasta mircinio, cayendo con él los 600 hoplitas que trataron de rehacerse y montar una defensa en condiciones. En la debacle que siguió, Brásidas fue herido de muerte, los suyos le retiraron malherido mientras Cleáridas tomaba el mando. Tan solo siete espartanos murieron.
Paz de Nicias (421 AC)
Tanto en Esparta como en Atenas los partidarios de la guerra habían perdido a sus respectivos jefes militares, Cleon y Brasidas. El líder ateniense Nicias fue el principal responsable de haber creado en Atenas, contra la resistencia de los elementos radicales, los supuestos para la conclusión de la paz, y en 421 AC se firmó la paz de Nicias. Fue concertada para un período de 50 años, y el tratado preveía esencialmente el restablecimiento de la situación anterior a la guerra.
Anfípolis revertió a Atenas, y los habitantes de las comunidades que volvían a esta obtenían el derecho de elegir nueva residencia. Cierto número de ciudades de la península Calcídia fueron declaradas autónomas, aunque con la obligación de pagar a Atenas el antiguo tributo fijado por Arístides. Atenas hubo de abandonar 10 puntos ocupados en la costa del Peloponeso. Delfos y su santuario fueron proclamados autónomos.