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Captura de Decelia (413 AC)
La guerra de Decelia representó la tercera y última fase de la Segunda guerra del Peloponeso. Alcibíades fue enviado a Sicilia como uno de los cuatro estrategos al mando de la expedición ateniense. Poco tiempo después de su desembarco en la isla fue conminado a regresar a Atenas para comparecer ante los tribunales por el asunto de la mutilación de los hermas. En el viaje de vuelta huyó a la ciudad de Turios, en Italia meridional, desde donde se trasladó al Peloponeso. En aquel momento, Atenas y Esparta se encontraban nominalmente en paz, aunque en la práctica ambas potencias mantenían una guerra fría.
Al parecer aconsejó al rey espartano Agis II invadir el Ática y acantonarse en Decelia. En la primavera de 413 A, el rey espartano Agis II, siguiendo el consejo Alcibíades, capturó Decelia, una fortaleza al norte de Atenas en el Ática. La devastación de las costas de Laconia por una flota ateniense, clara violación de la paz de Nicias a ojos espartanos, le sirvió como justificación. La fortaleza le sirvió como base de operaciones desde donde efectuar saqueos metódicos por toda Ática. La elección de esta población no fue arbitraria. Situada a unos 22 km al noreste de Atenas, por ella pasaba la ruta más corta hacia la isla de Eubea.
A la ocupación permanente de Decelia, que arruinaba los campos del Ática, se sumaron otros dos hechos:
- Que la ruta de importaciones de Eubea a través de Oropo y Decelia quedó cortada.
- La paralización de la explotación de las minas de plata de Laurión, que sufragaba el gasto bélico ateniense, y que no había sucedido años antes en las breves incursiones peloponesias durante la guerra Arquidámica.
Los atenienses habían quedado privados de una gran parte de su territorio y habían perdido más de 20.000 esclavos, en su mayor parte artesanos, que se pasaron al enemigo. Además, perdieron todos sus rebaños y animales de carga.
Instauración de la oligarquía en Atenas
Alcibíades fue obligado a abandonar Esparta por las fundadas sospechas de que era amante de la esposa del monarca espartano. Se refugió en la corte de Tisafernes, desde donde comenzó su hábil estrategia. Por un lado, utilizó su influencia sobre Tisafernes para desligar al sátrapa de la alianza espartana, sin que ello supusiera acercarlo a una Atenas dominada por los demócratas radicales. Por otro lado, mediante promesas de ayuda financiera de Tisafernes, trató de convencer a los atenienses de que establecieran un gobierno oligárquico en la ciudad.
Consiguió que la mayoría de los estrategos atenienses acantonados en Samos escucharan sus propuestas. En particular Pisandro, que marchó a Atenas para convencer al pueblo de que Alcibíades debía regresar y de la adopción provisional del cambio de régimen político. Pisandro encabezó una embajada de diez comisarios para negociar los términos acordados por la Asamblea del pueblo ateniense con Tisafernes, quien influido por Alcibíades endureció sus exigencias y pretendía atribuirse todo el mérito. El resultado fue que el sátrapa acercó posturas con los lacedemonios, con quienes firmó un tercer tratado recogido por Tucídides. En él, por primera vez se confirmaban los subsidios persas, al mismo tiempo que se comprometían a prestar apoyo naval en el Egeo para combatir a Atenas.
Pisandro y sus acompañantes regresaron a Samos. Con el apoyo de las heterías atenienses, el estratego planeó derribar a las democracias de esta isla y de sus aliados y establecer una oligarquía en Atenas. La situación de crisis de la ciudad ática, privada a la vez del phoros y de su territorio, constituía un caldo de cultivo ideal para el golpe de Estado.
El juego personal de Alcibíades, conjurado con los oponentes atenienses a la democracia, acarreó el establecimiento temporal del régimen oligárquico en la ciudad.
El golpe de Estado de los Cuatrocientos, en el año 411 AC, derrocó al gobierno democrático de Atenas, reemplazándolo por una efímera oligarquía. Fue conducido por un grupo de prominentes ciudadanos atenienses, quienes ocupaban puestos de poder en la guarnición ateniense de Samos. Actuaron en coordinación con Alcibíades, que prometía ofrecer apoyo persa a Atenas si la democracia era derrocada. Las negociaciones, sin embargo, quedaron rotas cuando Alcibíades se vio incapaz de cumplir lo prometido. No obstante, los líderes del movimiento oligárquico siguieron adelante con sus planes iniciales.
Los oligarcas urdieron en realidad dos golpes de Estado: uno en Atenas y otro en Samos, donde la marina ateniense tenía su base. El golpe de Estado en Atenas transcurrió sin mayores complicaciones y la ciudad cayó bajo el control de “Los Cuatrocientos”. En Samos, por el contrario, la conspiración fue neutralizada por los demócratas samios y los oficiales prodemócratas de la flota ateniense. Los hombres de la flota apercibidos del golpe de Estado en la metrópoli, sustituyeron a sus generales por otros nuevos, anunciando que la ciudad se había rebelado contra ellos y no ellos contra la ciudad. Los nuevos jefes de la flota organizaron la destitución de Alcibíades en Samos y proclamaron su intención de ir a la guerra contra Esparta.
El régimen democrático en Samos quedó reforzado y los soldados destituyeron de sus cargos a los estrategos y trierarcas favorables a la conjura de Atenas, colocando a Trasíbulo y Trasilo en su lugar. Constituidos en auténtica asamblea de ciudadanos, también eligieron para el cargo a Alcibíades. Después iniciaron la lucha contra los peloponesios en Jonia y en el Helesponto. Aconsejados por Alcibíades iniciaron negociaciones con los enviados de los Cuatrocientos.
Entretanto, en Atenas comenzaba a producirse la escisión entre los oligarcas. A Terámenes le inquietaba la reacción de Alcibíades y de los demócratas de Samos. Negociaron un acuerdo por el que se respetaba el gobierno de los Cinco Mil, aunque se elegiría de su seno nuevos bouleutas (consejeros).
Terámenes y sus seguidores empujaron a los hoplitas para que se rebelaran contra los Cuatrocientos y devolvieran la autoridad a los Cinco Mil. La confrontación terminó con los hoplitas en El Pireo, destruyendo la nueva fortificación.
Batalla naval de Cinosema (411 AC)
Los espartanos eran renuentes a enfrentar a los atenienses en el mar, y una flota de Atenas consiguió recapturar varias ciudades y sitiar Quíos durante los últimos meses de 412 AC.
En el 411 AC, sin embargo, nuevas rebeliones en Rodas y Eubea, junto con la captura de Abidos y Lámpsaco en el Helesponto por parte de un ejército peloponesio que marchó allí por tierra, obligó a que los atenienses dispersaran sus fuerzas para hacer frente a las distintas amenazas. La flota espartana pudo entonces moverse libremente por el Egeo y aprovechó su reciente superioridad para levantar el bloqueo sobre Quíos y contener a la flota ateniense del Egeo en Samos.
Al retirar sus navíos del Helesponto a Samos, los atenienses pudieron restablecer su superioridad naval en el mar Egeo, pero esto posibilitó que Esparta cambiase el teatro de guerra. Así, en julio, el comandante espartano Clearco intentó llegar al Helesponto atravesando la flota ateniense con 40 navíos. Pese a que debieron regresar debido a una tormenta, poco después llegaron al Helesponto 10 barcos al mando del general megarense Helixo. Allí iniciaron revueltas en Bizancio, provocando su defección, y en Calcedonia y otras ciudades importantes.
Varios meses más tarde, el nuevo navarca espartano, Míndaro, tras decidir que las promesas de apoyo realizadas por Farnabazo II, el sátrapa persa de Anatolia, eran mejores que las de Tisafernes en Jonia, logró escurrirse entre los atenienses con toda su flota. Luego, se unió a los navíos peloponesios que ya operaban en el Helesponto y estableció su base en Abidos, forzando la huida de la pequeña flota ateniense en Sestos, con bajas, hacia Imbros y Lemnos.
Con una gran flota peloponesia operando en el Helesponto, sitio de vital importancia, ya que era por donde pasaba la ruta de comercio de granos atenienses; la flota de Atenas no tuvo más opción que perseguir a Minandro. Trasíbulo, asumiendo el mando total, guio a la flota hasta Eleo, en el extremo de la península de Galípolli, donde los atenienses pasaron cinco días preparándose para enfrentarse a los 86 navíos espartanos en Abidos con sus 76 navíos.
La flota ateniense avanzó en fila hacia el Helesponto, siguiendo la costa por el norte, mientras que los espartanos zarpaban de Abidos en la costa meridional. Cuando los atenienses habían rodeado el promontorio de Cinosema, los espartanos atacaron.
El plan espartano era colocarse contra el flanco derecho ateniense y atrapar a la flota en el Helesponto al mismo tiempo que el centro de la formación era empujada hacia tierra. Pronto, el centro ateniense quedó varado en la costa de Cinosema; el flanco izquierdo, bajo el mando de Trasilo, acosado por barcos siracusanos e incapaz de ver al resto de la flota debido al promontorio, no pudo acudir en su ayuda.
Mientras tanto, Trasíbulo pudo lograr que el flanco derecho evitase ser rodeado al extender su línea hacia el oeste; pero este movimiento lo hizo perder contacto con el centro de la formación. Con los atenienses divididos y gran parte de su flota incapacitada, la victoria espartana parecía asegurada.
Sin embargo, en este momento crítico, la línea peloponesia comenzó a entrar en desorden cuando los navíos rompieron la formación para perseguir a los barcos atenienses. Al ver esto, Trasíbulo hizo girar sus navíos abruptamente y atacó el flanco izquierdo espartano. Luego de vencer a estas naves, la derecha ateniense avanzó hacia el centro peloponesio y, encontrándolo en un estado de desorganización, también lo venció con rapidez.
Los siracusanos del flanco derecho, viendo huir al resto de su flota, abandonaron su ataque sobre la izquierda ateniense y también emprendieron la fuga. El estrecho aseguró que los peloponesios tuviesen un corto camino para hallarse a salvo y limitó el daño que los atenienses podían provocar; no obstante, al finalizar el día la flota de Atenas había capturado 21 navíos espartanos contra los 15 que habían sido tomados por los peloponesios al comienzo del enfrentamiento. Los atenienses colocaron un trofeo en Cinosema y se establecieron en Sestos, mientras que los peloponesios se dirigieron de regreso a Abidos.
Durante los días que siguieron a la batalla, los atenienses repararon sus navíos en Sestos y despacharon un pequeño destacamento a Cícico, recapturando la ciudad y tomando 8 trirremes que encontraron en el camino. Se envió un trirreme a Atenas, donde la inesperada noticia del éxito restauró la confianza del pueblo en el esfuerzo bélico.
Batalla naval de Abidos (411 AC)
Tras su victoria en la batalla naval de Cinosema, la flota ateniense estableció una base en Sestos, desde donde podría responder rápidamente a cualquier movimiento de la flota espartana en Abidos. Míndaro, el navarco espartano, convocó al comandante siracusano Dorieo, con sus 14 barcos, para reunirse con él en Abidos, esperando finalizar la guerra con una victoria decisiva. Dorieo, en consecuencia, navegó desde el norte de Rodas hacia el Helesponto. Antes de alcanzar Abidos, sin embargo, fue descubierto por vigías atenienses y llevado a tierra. Jenofonte informa de que fue atrapado en Rhoeteum, mientras que Diodoro Sículo informa de la localización como Dárdano; Donald Kagan sugiere que Dorieo desembarcó en el cabo Retio, se las arregló para avanzar un poco más lejos hacia Abidos antes de ser atrapado una segunda vez en Dárdano.
Conociendo la difícil situación de Dorieo, Míndaro se apresuró desde Troya, donde había estado haciendo sacrificios a Atenea, y se dirigió a Abidos, mientras que Farnabazo II condujo su ejército para ayudar a Dorieo desde tierra. Míndaro zarpó de Abidos con sus trirremes para alcanzar a Dorieo; pero los atenienses fueron a su encuentro y les encontraron cerca de Abidos.
Míndaro, tras unir sus fuerzas con Dorieo, reunió 97 barcos bajo su mando; la flota ateniense contaba con 74 barcos. Los espartanos se alinearon para la batalla con la orilla asiática del Helesponto a sus espaldas, con Míndaro mandando el ala derecha y los siracusanos en la izquierda; los atenienses alineados enfrente de ellos, con Trasíbulo mandando el ala derecha y Trasilo la izquierda.
La batalla comenzó a una señal de los comandantes, que fue transmitida a la flota por trompeteros. Siguió un combate, con los pilotos intentando chocar con el espolón e incapacitar a los trirremes enemigos, mientras los infantes de marina se oponían a sus numerosos enemigos cada vez que estaban al alcance de un barco enemigo. Cuando se hizo de día, ningún bando era capaz de ganar una ventaja decisiva hasta que Alcibíades apareció con 18 trirremes de Samos.
Inicialmente, ambas flotas pensaron que eran sus refuerzos, pero como Alcibíades izó una bandera roja, señal determinada de antemano que comunicó a los atenienses que los barcos eran de ellos. Dándose cuenta de esto, la flota espartana escapó hacia Abidos, sin embargo sufrió grandes pérdidas a lo largo del camino, cuando los atenienses atacaron los barcos. Todos dijeron, que los atenienses capturaron 30 barcos espartanos y recuperaron 15 de los suyos que los espartanos habían tomado en la batalla naval de Cinosema.
Tras esta seria derrota, Míndaro y la flota espartana volvieron a Abidos a reparar y reconstruir las naves; Míndaro fue enviado a Esparta a por refuerzos y, con Farnabazo, planeó futuras campañas.
Los atenienses, mientras tanto, fueron incapaces de presionar con la ventaja que habían obtenido. Con el tesoro desplomado y la crisis de una revuelta en curso en Eubea, los atenienses fueron incapaces de permanecer en el Helesponto, y en su lugar enviaron 30 barcos bajo Terámenes para atacar a los rebeldes de Eubea. Aunque incapaz de impedir a los rebeldes construir un paso hacia Beocia, tuvo éxito en aumentar una cantidad substancial de dinero saqueando el territorio hostil de Eubea, Beocia, y el mar Egeo.
Poco después de la batalla, el sátrapa Tisafernes llegó de Jonia. Alcibíades, que había servido como ayudante de Tisafernes durante un tiempo y deseaba demostrar que tenía influencia con el sátrapa, navegó para encontrarse con él, llevándole regalos. Resultó, sin embargo, que Alcibíades había juzgado mal la situación. Los espartanos se habían quejado al rey persa del tibio apoyo que habían recibido de Tisafernes, y el sátrapa, necesitando demostrar su entrega a acciones contrarias, arrestó a Alcibíades y le encarceló en Sardes. Alcibíades escapó al cabo de un mes, pero sus pretensiones de influencia con Tisafernes quedaron destruidas.
Batalla naval de Cícico (410 AC)
Tras la batalla naval de Abidos, los atenienses fueron incapaces de explotar su victoria. La reducción del tesoro ateniense impidió ninguna operación importante. Así, antes de la primavera del 410 AC, Míndaro había construido una flota de 80 barcos, y con el apoyo de las tropas de Farnabazo, asediaron y tomaron la ciudad de Cícico. La flota ateniense en el Helesponto cambió su base de Sestos a Cardia para evitar la fuerza superior espartana. Alcibíades, Terámenes y Trasíbulo que habían sido despachados para recaudar dinero con esta fuerza, crearon una flota de 86 barcos. Esta flota, al mismo tiempo que las tropas terrestres bajo Quereas, salió al Helesponto a desafiar a Míndaro.
La fuerza ateniense entró en el Helesponto, y, pasaron la base de espartana en Abidos de noche para ocultar su número, estableció una base en la isla de Proconeso (actual isla de Mármara), justo al noroeste de Cícico. Al día siguiente, desembarcaron las fuerzas de Quereas cerca de Cícico. La flota ateniense se dividió; 20 barcos bajo el mando de Alcibíades avanzaron hacia Cícico mientras otras dos escuadras mandadas por Trasíbulo y Terámenes acechaban detrás. Míndaro, viendo una oportunidad de atacar a lo que parecía ser una fuerza infinitamente inferior, partieron hacia ellos con su fuerza completa.
La fuerza de Alcibíades huyó, y los barcos de Míndaro les persiguieron. Cuando ambas fuerzas consiguieron estar fuera del puerto, Alcibíades se volvió frente a Míndaro, y Trasíbulo y Terámenes aparecieron con sus escuadras para aislar su retirada. Míndaro, viendo la trampa, huyó en dirección abierta, hacia una playa al sur de la ciudad, donde Farnabazo estaba situado con sus soldados. La flota espartana sufrió pérdidas, y llegó a la orilla con los atenienses pisándoles los talones.
Alcibíades, encabezando la actividad ateniense, desembarcaron e intentaron arrastrar a los barcos espartanos mar adentro, con ganchos. Las tropas persas bajo Farnabazo, sin embargo, entraron en la lucha desde la orilla y empezaron a desplazar a los atenienses, que fueron superados en número y lucharon contra adversarios sobre tierra más firme y en el mar.
Viendo esto, Trasíbulo desembarcó su fuerza y ordenó a Terámenes que combinara sus tropas con las de Quereas y se uniera a la batalla. Durante un tiempo, Trasíbulo y Alcibíades fueron llevados hacia atrás por fuerzas superiores, pero la llegada de Terámenes y de Quereas cambió la situación; los espartanos y los persas fueron derrotados, Míndaro fue muerto. Todos los barcos espartanos fueron capturados salvo los de los aliados siracusanos, que quemaron sus naves cuando se batieron en retirada.
La derrota de los espartanos en Cícico fue tan grave que Esparta solicitó la paz sobre la base de mantener el Imperio ateniense y cambiar Decelia por Pilos y Citera. La propuesta fue rechazada de plano por los demócratas radicales, presididos por Cleofonte, que habían restaurado la democracia.
Mientras tanto, los espartanos, con la financiación persa, reconstruyeron su flota rápidamente, y pasaron a socavar la ventaja ateniense.
Batalla naval de Notio (407 AC)
El año 407 AC, Alcibíades regresó triunfalmente a Atenas, donde volvieron a elegirle general. Lisandro fue nombrado navarco (almirante) de la flota espartana. Reunió una flota y navegó al este a través del Egeo, desde Esparta y finalmente alcanzó Éfeso, donde estableció su base, donde dispuso de 70 trirremes, incrementadas con 90 más gracias al esfuerzo naval de Éfeso.
En Éfeso, estableció relaciones diplomáticas con Ciro el Joven, un príncipe persa. Lisandro estableció una amistad personal con Ciro, y el príncipe acordó proveer fondos para aumentar la paga de los remeros espartanos a 4 óbolos diarios. Con este incremento de fondos, la flota espartana pudo atraer a experimentados remeros de la flota ateniense.
Alcibíades necesitaba forzar una batalla con Lisandro, y condujo su flota a Notio, donde vigiló estrechamente a la flota espartana. Falló en su intento de atraer a Lisandro a una batalla. Por consiguiente, Alcibíades navegó al norte con unos pocos barcos para ayudar a Trasíbulo en el asedio de Focea. La mayoría de la flota fue puesta bajo el mando del kybernetes (timonel) de Alcibíades; 80 barcos permanecieron en Notio tras la partida de Alcibíades. Una flota de este tamaño, tradicionalmente, habría sido mandada por varios generales, o al menos por un trierarca. La poco convencional decisión de Alcibíades ha sido fuertemente criticada por los autores antiguos y modernos. Alcibíades, le dio una simple orden a Antíoco, que así se llamaba el kybernetes: «No atacar a los barcos de Lisandro.» Por alguna razón, decidió no obedecer esa orden e intentó llevar a cabo una estratagema que pensó daría la victoria a los atenienses.
Buscando atraer a una batalla a los espartanos, Antíoco navegó hacia Éfeso con 10 trirremes. Su plan era conducir a los peloponesios a mar abierto en persecución de una pequeña escuadra y después, con el resto de la fuerza ateniense, podrían conseguir una emboscada. Ese plan era muy similar al que se produjo en la contundente victoria ateniense en la batalla naval de Cícico, pero las condiciones en Notio eran completamente diferentes a las de aquella batalla.
El barco de Antíoco fue hundido y él muerto, debido a un repentino ataque espartano; el resto de los nueve barcos del señuelo fueron cazados precipitadamente de vuelta a Notio, donde la principal fuerza ateniense fue capturada, desprevenida por la repentina llegada de toda la flota espartana. En la subsiguiente batalla, 15 trirremes atenienses fueron capturados y 7 más fueron hundidos. Los espartanos navegaron de vuelta a Éfeso, habiendo obtenido una inesperada victoria, mientras que los atenienses volvieron a Notio a reagruparse.
Al recibir las noticias de la batalla, Alcibíades levantó el asedio de Focea y regresó al sur para reforzar la flota de Notio; esto restauró la igualdad numérica entre las dos flotas. Más los intentos de atraer a Lisandro a una batalla fueron infructuosos.
La derrota de Notio provocó la caída de Alcibíades de la escena política ateniense. Restaurada tras la victoria de Cícico, cuando fue puesto al mando con grandes expectativas. Cuando el nada ortodoxo nombramiento de Antíoco desembocó en una turbia derrota, los enemigos políticos de Alcibíades estuvieron de suerte, y fue quitado del cargo.
El mando de ambas flotas cambió de manos tras Notio. En el lado espartano, debido a la limitación temporal del cargo de navarca, Lisandro fue reemplazado por Calicrátidas. En el lado ateniense, la caída de Alcibíades arrastró a sus amigos Trasíbulo y Terámenes y el mando fue dado a Conón.
Batalla naval de Arginusas (406 AC)
Antecedentes
El navarco Calicrátidas era un espartano tradicionalista, receloso de la influencia persa y reacio a pedir ayuda al príncipe persa Ciro, que había sido un gran partidario de Lisandro. Así, Calicrátidas fue forzado a reunir su flota y a financiarla pidiendo contribuciones de los aliados de Esparta de las ciudades griegas de la región. De este modo, reunió una flota de unos 140 trirremes.
Conón, mientras tanto, que estaba al mando de la flota ateniense en la isla de Samos, fue obligado, por problemas con la moral de sus marineros, a tripular solo 70 de las más de 100 trirremes de que disponía.
Calicrátidas una vez que había reunido su flota, navegó hasta Metimna, ciudad de la isla de Lesbos, a la que sometió a un asedio y finalmente la asaltó. Desde Metimna, Calicrátidas disponía del potencial para capturar el resto de la isla de Lesbos, lo que le allanaba el camino para trasladar su flota hasta el Helesponto, donde se encontraría en el flanco de las líneas de abastecimiento de grano de Atenas.
Para defender Lesbos, Conón fue forzado a desplazar su flota, numéricamente inferior, desde Samos hasta las cercanas islas de Hecatoneso, cerca de Metimna. Calicrátidas atacó a Conón, con una flota que había logrado incrementar a 170 naves, y Conón se vio obligado a huir a Mitilene, donde estuvo bloqueado con su flota tras perder 30 naves en un combate en la boca del puerto. Asediado por tierra y mar, Conón se hallaba debilitado para poder actuar contra las fuerzas superiores que le rodeaban, y únicamente logró que un barco se escabullera hacia Atenas para notificar su apremiante situación.
Cuando el barco que había enviado, llegó a Atenas e informó de lo desesperado de su situación, la Asamblea no desperdició el tiempo en aprobar medidas extremas para construir una escuadra naval de socorro.
Las estatuas de oro de la diosa Niké fueron fundidas para pagar la construcción de los barcos, y esclavos y metecos fueron enrolados como tripulación de la flota. Para asegurar un grupo de tripulantes suficientemente amplio y leal, los atenienses incluso adoptaron la medida radical de ampliar la ciudadanía a millares de esclavos que formaban parte de la flota. Unos cien barcos estuvieron listos y tripulados gracias a estas medidas, y además, con la contribución de barcos aliados, la flota alcanzó un tamaño de 150 trirremes al atracar en Samos. Conforme a un plan muy poco ortodoxo, la flota fue comandada en conjunto por ocho generales: Aristócrates, Aristógenes, Diomedonte, Erasínides, Lisias, Pericles el Joven, Protómaco, y Trasilo.
Después de dejar Samos, la flota ateniense navegó hasta las islas Arginusas, enfrente del cabo Malea de Lesbos, donde acamparon durante una tarde. Calicrátidas había navegado hasta el sur de dicho cabo con la mayor parte de su flota y estudiaba los movimientos de los atenienses. Divisó las hogueras y planeó atacarlos antes de la noche, pero una tormenta eléctrica se lo impidió, y se vio obligado a retrasar su ataque hasta la mañana siguiente.
Desarrollo de la batalla
Al amanecer del siguiente día, Calicrátidas condujo mar adentro su flota para encontrarse con los atenienses. Disponía de 140 naves para enfrentarse a los 150 navíos atenienses, y había dejado fuera 50 naves para controlar a Conón en Mitilene. Por primera vez en la guerra, las tripulaciones y comandantes de Esparta eran más experimentados que sus adversarios atenienses, dado que las mejores tripulaciones atenienses habían estado en el mar con Conón.
Para contrarrestar la superior habilidad y maniobrabilidad de los espartanos, los comandantes atenienses implementaron muchas tácticas nuevas e innovadoras. La primera era que la flota ateniense estaba dividida en ocho escuadras autónomas, cada una mandada por uno de los generales. La segunda era que los atenienses organizaron su flota en una doble línea, a diferencia de la tradicional línea simple en que solían organizarse, a fin de evitar que los espartanos utilizaran una maniobra conocida como el diekplous; en la cual un trirreme avanzaba sobre una brecha entre dos naves enemigas y entonces viraba intempestivamente para golpear a uno de ellos en un costado de una nave; si los espartanos intentaban esta maniobra en contra de una doble línea de naves, un barco de la segunda línea podía moverse y atacar la nave espartana.
A medida que los atenienses avanzaban, extendían su flanco izquierdo en dirección al mar sobrepasando el flanco de los espartanos. El mayor número de atenienses, combinado con las tácticas que habían implementado, crearon una situación peligrosa para los espartanos, y el piloto mayor de Calicrátidas le aconsejó retirarse sin presentar batalla, pero el comandante de la flota insistió en atacar. Dividió su fuerza en dos para enfrentarse a la amenaza de ser encerrados, Calicrátidas condujo su flota a la batalla.
En una encarnizada lucha durante algún momento, sin embargo, dirigió el flanco derecho espartano, y fue muerto cuando su barco embestía a otro enemigo, y la resistencia sobre la derecha espartana se colapsó. El flanco izquierdo continuaba resistiendo durante más tiempo, pero fue incapaz de mantenerse y aguantar a toda la flota ateniense y pronto se reuniría al ala derecha que huía. Cuando todo estaba consumado, los espartanos habían perdido 70 navíos y los atenienses 25.
Secuelas
Inmediatamente después de la batalla, los comandantes atenienses tuvieron que decidir en cuáles de las varias tareas urgentes debían concentrar su atención. Conón todavía estaba bloqueado en Mitilene por 50 barcos espartanos, y una acción decidida contra dichas naves podría provocar su destrucción antes de que estas tuvieran la oportunidad de reunirse con el resto de la flota de Calicrátidas.
Al mismo tiempo, los supervivientes de los 25 barcos atenienses hundidos o incapacitados en la batalla se quedaron en las islas Arginusas. Para hacer frente a ambos preocupaciones, los generales decidieron que ocho de ellos navegarían con la mayoría de la flota contra las naves enemigas ancladas en Mitilene, donde intentarían auxiliar a Conón, mientras que los trierarcas Trasíbulo y Terámenes se dirigirían con 47 naves a rescatar a los supervivientes. Ambas misiones, sin embargo, fueron frustradas por la repentina llegada de una tormenta que condujo a las naves de vuelta al puerto; la flota espartana de Mitilene escapó, y el rescate de los marineros que estaban ahogándose se tornó imposible.
En Atenas, el pueblo que confiaba en una inesperada victoria se sumió en una agria batalla retórica sobre a quién responsabilizar del fracaso del rescate de los marineros. Cuando los generales se enteraron del enojo del pueblo ateniense por el fallido rescate, acordaron que Trasilo y Terámenes, que ya habían regresado a la ciudad, fueran los responsables, y escribieron cartas a la Asamblea denunciando a los dos trierarcas, culpándoles del desastre.
Batalla naval de Egospótamos (405 AC)
Antecedentes
La victoria de Arginusas significó que Atenas recuperara el dominio del Egeo oriental y rehusara nuevamente la paz que le solicitaba Esparta. Ciro el Joven insistió ante Esparta en que designara a Lisandro como comandante en jefe de su flota, pero como las leyes espartanas prohibían que una persona ocupara por dos períodos consecutivos el mismo cargo. Obviaron esto nombrando a un jefe nominal y a Lisandro como segundo, aunque ejercía el mando efectivo. Lisandro se dirigió a Éfeso y con la ayuda monetaria de Persia incrementó rápidamente el número de trirremes de su flota.
En el año 405 AC, la flota espartana zarpó en dirección a Rodas, regresó al norte bordeando la costa asiática y pasó al Helesponto poniendo sitio a Lámpsaco con el propósito de interferir el tráfico del Ponto.
Al enterarse Conón del bloqueo establecido por los espartanos, zarpó de inmediato de Quíos con una flota de 180 trirremes. Antes de llegar a Sestos, Lampsaco había caído en manos de los espartanos, por lo que continuó hasta Egospótamos que se encontraba un poco al norte de Sestos, frente a Lámpsaco.
Desarrollo de la batalla
Lisandro disponía de 200 naves y al día siguiente se aprestó para el combate. La flota ateniense salió a enfrentarlo, pero Lisandro eludió el combate regresando a Lampsaco, por lo que los atenienses regresaron a Egospótamos. Esta rutina se repitió por cuatro días hasta que Alcibíades le recomendó a Conón que se trasladase a Sesto donde tendría puerto y ciudad al mismo tiempo aprovisionarse. Los generales atenienses no le hicieron caso y le conminaron a que se retirara.
Al quinto día, cuando los atenienses zarparon de Egospótamos y se dirigieron a Sestos donde desembarcaron para aprovisionarse, estando en esta faena la flota de Lisandro se lanzó sobre ellos a gran velocidad. Conón no alcanzó a reembarcar a toda su tripulación que se encontraba dispersa y disponer las naves para el enfrentamiento. Solo Conón con nueve naves se pudo hacer a la mar, el resto fue capturado en la playa, haciendo muchos prisioneros, aunque algunos se refugiaron en las fortificaciones cercanas.
Conón comprendió el desastre sufrido, se dirigió a Abarnis y luego buscó refugio en Evagoras I en la isla de Chipre. Envió una nave a Atenas con la noticia de lo sucedido. En la acción de Egospótamos, que en realidad no fue una batalla, los espartanos capturaron 170 naves atenienses mientras estas estaban varadas en la playa. De 3.000 a 4.000 prisioneros fueron degollados.
Después de la victoria, Lisandro navegó a Bizancio y Calcedonia, ciudades que lo recibieron triunfalmente. Envió a Atenas sus guarniciones con salvoconductos. Su idea era que cuantas más personas hubiera en Atenas, más fácilmente caería esta por el hambre.
Final de Atenas
En Atenas, conocida la noticia, la Asamblea resolvió bloquear los puertos, reparar las murallas y colocar la ciudad en estado de sitio bajo el mando del general Éufrates.
Pausanias, rey espartano, reclutó tropas de la liga del Peloponeso, excepto Argos, se unió a Agis en Decelia y ambos se dirigieron sobre Atenas, sitiándola por tierra. Al poco tiempo arribó Lisandro con la flota de 150 naves, bloqueándola por mar.
Después de varios meses de sitio y negociaciones, en el que pueblo ateniense se sublevó contra Cleofón matándole, la ciudad se rindió. Las condiciones fueron: se demolería la Muralla Larga y las fortificaciones, Atenas debería devolver todas sus posesiones en el exterior, quedando reducido su territorio al Ática y Salamina. Se confiscaría la flota, se garantizaría a los exiliados el derecho de regresar a su patria y Atenas entraría en alianza con Esparta, aceptando el predominio de esta. Atenas aceptó estos términos y así fue como Lisandro entró en El Pireo en abril del año 404 AC.
La victoria espartana en la batalla naval de Egospótamos marcó el final de 27 años de guerra y colocó a Esparta en una posición de completo dominio del mundo griego y estableció un orden político que duraría más de treinta años.
Durante un corto periodo, Atenas fue gobernada por los «Treinta Tiranos«, suspendiéndose el régimen democrático y pasaron a depender de los espartanos.