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Hegemonía tebana
Inmediatamente después de la batalla de Leuctra (371 AC), los tebanos pensaron en seguir su victoria vengándose de Esparta; también invitaron a Atenas a unirse a ellos para hacerlo. Sin embargo, sus aliados tesalios bajo el mando de Jasón de Feras les disuadieron de destrozar lo que quedaba del ejército espartano. En su lugar, Epaminondas se ocupó de consolidar la confederación beocia, obligando a la polis de Orcómeno, hasta entonces alineada con los espartanos, a unirse a la liga.
Al año siguiente, los tebanos invadieron el Peloponeso, con el objetivo de acabar definitivamente con el poder espartano. No se sabe con exactitud cuándo empezaron los tebanos a pensar no solo en acabar con la hegemonía espartana, sino en sustituirla por su propia hegemonía, pero está claro que finalmente ese fue su objetivo. A diferencia de Esparta en la liga del Peloponeso y de Atenas en la liga de Delos, Tebas no hizo ningún esfuerzo ni por crear un imperio ni por aglutinar a sus aliados en ningún tipo de organización permanente y estable. De hecho, después de Leuctra, Tebas dedicó su atención a los esfuerzos diplomáticos en Grecia Central en lugar de a los planes de dominación en el extranjero. A finales del 370 AC, la red de alianzas de Tebas en la Grecia central la hacía segura en la zona y ofrecía un margen para una mayor expansión de la influencia tebana.
Primera invasión del Peloponeso (370 AC)
Cuando, inmediatamente después de batalla de Leuctra, los tebanos enviaron un heraldo a Atenas con noticias de su victoria, el mensajero fue recibido con un silencio sepulcral. Los atenienses decidieron entonces aprovechar el malestar espartano y celebraron una conferencia en Atenas, en la que todas las ciudades (excepto Elis) ratificaron los términos de paz propuestos anteriormente en el 371 AC; y esta vez, el tratado hizo explícitamente independientes a las ciudades del Peloponeso, antes bajo dominio espartano.
Aprovechando esta circunstancia, los mantineos decidieron unificarsus asentamientos en una sola ciudad, y fortificarla; una decisión que enfureció enormemente al rey espartano Agesilao. Además, Tegea, apoyada por Mantinea, instigó la formación de una alianza Arcadia. Esto llevó a los espartanos a declarar la guerra a Mantinea, tras lo cual la mayoría de las ciudades de Arcadia se agruparon para oponerse a los espartanos, formando así la confederación que los espartanos intentaban evitar, y solicitaron la ayuda de los tebanos.
La fuerza tebana llegó a finales del 370 AC, y estaba dirigida por Epaminondas y Pelópidas, ambos en ese momento boeotarcas. Mientras se adentraban en Arcadia, a los tebanos se les unieron contingentes armados de muchos de los antiguos aliados de Esparta, aumentando sus fuerzas hasta unos 50 a 70 mil hombres. En Arcadia, Epaminondas animó a los arcadios a formar su propuesta de liga, y a construir la nueva ciudad de Megalópolis como centro de poder opuesto a Esparta.
Epaminondas, apoyado por Pelópidas y los arcadios, convenció entonces a los demás boeotarcas para que invadieran la propia Laconia. Avanzando hacia el sur, cruzaron el río Eurotas, la frontera de Esparta, que ningún ejército hostil había traspasado en el pasado. Los espartanos, poco dispuestos a enfrentarse al enorme ejército en batalla, se limitaron a defender su ciudad, que los tebanos no intentaron capturar. Los tebanos y sus aliados arrasaron Laconia, hasta el puerto de Gitión, liberando a algunos de los periecos lacedemonios de su lealtad a Esparta. Epaminondas regresó brevemente a Arcadia, antes de marchar de nuevo al sur, esta vez a Mesenia, una región que los espartanos habían conquistado unos 200 años antes.
Epaminondas liberó a los ilotas de Mesenia y reconstruyó la antigua ciudad de Mesene en el monte Itome, con fortificaciones que se encontraban entre las más fuertes de Grecia. A continuación, hizo un llamamiento a los exiliados mesenios de toda Grecia para que regresaran y reconstruyeran su patria. La pérdida de Mesenia fue especialmente perjudicial para los espartanos, ya que el territorio comprendía un tercio del territorio de Esparta y contenía la mitad de su población de ilotas. El trabajo de los estos permitía a los espartanos convertirse en un ejército a tiempo completo.
La campaña de Epaminondas de 370/69 AC, ha sido descrita como un ejemplo de la estrategia de aproximación indirecta, cuyo objetivo no era destruir al enemigo, sino privarle de las fuentes de financiación. En apenas unos meses, Epaminondas había creado dos nuevos estados enemigos que se oponían a Esparta, había sacudido los cimientos de la economía de Esparta y prácticamente había devastado el prestigio de esta. Una vez logrado esto, condujo a su ejército victorioso de vuelta a casa.
Epaminondas no fue recibido con una bienvenida de héroe, sino con un juicio organizado por sus enemigos políticos. El jurado rompió a reír ante los cargos, que fueron retirados y Epaminondas fue reelegido como beotarca para el año siguiente.
Segunda invasión del Peloponeso (369 AC)
En el 369 AC, los argivos, los eleos y los arcadios, deseosos de continuar su guerra contra Esparta, llamaron a los tebanos en su apoyo. Epaminondas, en la cima de su prestigio, volvió a comandar una fuerza de invasión aliada. Al llegar al istmo de Corinto, los tebanos lo encontraron fuertemente custodiado por espartanos y atenienses (junto con los corintios, megarenses y pelenios). Epaminondas decidió atacar el punto más débil, custodiado por los lacedemonios; en un ataque al amanecer se abrió paso a través de la posición espartana, y se unió a sus aliados peloponesios. Los tebanos obtuvieron así una fácil victoria y cruzaron el Istmo. Diodoro Sículo subraya que se trata de “una hazaña que no tiene nada que envidiar a las anteriores”.
Sin embargo, el resto de la expedición consiguió poco: Sición y Pelene se aliaron con Tebas, y el campo de Trecén y Epidauro fue asolado, pero las ciudades no pudieron ser tomadas. Tras un frustrado ataque a Corinto y la llegada de un grupo de mercenarios ibéricos enviado por Dionisio I de Siracusa para ayudar a Esparta, los tebanos decidieron volver a casa.
Cuando Epaminondas regresó a Tebas, siguió siendo perseguido por sus enemigos políticos, que lo persiguieron por segunda vez. De hecho, lograron excluirlo del cargo de beotarca para el año 368 AC. Esta fue la única vez, desde la batalla de Leuctra hasta su muerte, que no ocupó el cargo de beotarca. En el 368 AC, el ejército tebano marchó a Tesalia para rescatar a Pelópidas e Ismenias, que habían sido encarcelados por Alejandro de Feras mientras servían como embajadores. La fuerza tebana no solo no logró vencer a Alejandro y sus aliados, sino que se vio en serias dificultades cuando intentó retirarse; Epaminondas, en calidad de soldado raso, logró sacarla. A principios de 367 AC, Epaminondas dirigió una segunda expedición tebana para liberar a Pelópidas e Ismenias. Finalmente, superó a los tesalios y consiguió la liberación de los dos embajadores tebanos sin que se produjera un combate.
Tercera invasión del Peloponeso (367 AC)
En la primavera del 367 AC, Epaminondas volvió a invadir el Peloponeso. Antes, en ese mismo año, se había intentado llevar a cabo un nuevo tratado de paz entre todas las polis griegas en una conferencia en Tebas, pero las negociaciones no lograron superar la hostilidad entre Tebas y otros estados que estaban resentidos por su hegemonía. La paz no se llegó a aceptar nunca de forma completa, y pronto se reanudó la guerra.
Esta vez, un ejército argivo capturó parte del Istmo a petición de Epaminondas, lo que permitió al ejército tebano entrar en el Peloponeso sin obstáculos.
En esta ocasión, Epaminondas marchó a Acaya, buscando asegurar su lealtad a Tebas. Ningún ejército se atrevió a desafiarle en el campo de batalla, por lo que las oligarquías de la zona aceptaron la petición de aliarse a Tebas. La aceptación por parte de Epaminondas de las oligarquías suscitó las protestas tanto de los arcadios como de sus rivales políticos, por lo que su acuerdo se revirtió en breve: se establecieron democracias y los oligarcas fueron exiliados.
Sin embargo, esos gobiernos democráticos duraron poco, ya que los aristócratas proespartanos de todas las ciudades se unieron y atacaron cada una de ellas, restableciendo las oligarquías. Cuando estos exiliados recuperaron las ciudades, a la vista del trato que recibieron de Tebas, abandonaron su postura antes neutral, y a partir de entonces lucharon celosamente en apoyo de los espartanos.
Resistencia frente a Tebas
Entre los años 366-5 AC, se llevó a cabo un nuevo intento para alcanzar una paz general, esta vez con el rey persa Artajerjes II actuando como árbitro y garante de la misma. Tebas organizó una conferencia en la que intentó la aceptación de los términos del tratado de paz, pero su iniciativa diplomática fracasó: las negociaciones no fueron capaces de resolver la hostilidad entre Tebas y otros estados resentidos por su creciente influencia. Como era el caso de Licomedes, líder de Arcadia que discutía el derecho de los tebanos para ser los anfitriones de la propia conferencia de paz. La paz nunca llegó a ser aceptada totalmente, y la lucha pronto volvió a retomarse.
Durante la década posterior a la batalla de Leuctra, numerosos aliados de Tebas fueron cambiando sus alianzas y acercándose a Esparta o incluso a otros estados hostiles. A mediados de la siguiente década, incluso algunas de las ciudades de Arcadia se habían vuelto en su contra. Al mismo tiempo, sin embargo, Epaminondas había logrado desmantelar la liga del Peloponeso: los últimos miembros de la Liga que finalmente abandonaron a Esparta en el 365 AC, fueron Corinto, Epidauro y Fliunte firmaron la paz con Tebas y Argos. Mesenia permaneció independiente y firmemente leal a Tebas.
Aliados de confianza como Feras también se volvieron contra su nuevo y dominante aliado en los años posteriores a la batalla.
Los ejércitos de Beocia lucharon a lo largo y ancho de Grecia a medida que aparecían oponentes por todos los frentes. En 364 AC, Epaminondas llegó incluso a dirigir a su estado contra Atenas por mar. Los tebanos fletaron una flota de 100 trirremes para lanzarse a la conquista de Rodas, Quíos y Bizancio que finalmente partió de Tebas en 364 AC, aunque los estudiosos modernos creen que Epaminondas no consiguió ningún logro duradero en ese viaje. Ese mismo año, Pelópidas murió luchando contra Alejandro de Feres en Tesalia. Para Epaminondas su muerte supuso la pérdida de su mayor aliado político tebano.
Cuarta invasión del Peloponeso. Batalla de Mantinea (362 AC)
Antecedentes
Los tebanos habían marchado al sur, a la zona dominada tradicionalmente por los espartanos, y habían creado la liga Arcadia, una federación de ciudades-estado de la meseta central del Peloponeso, para contener la influencia espartana, de tal modo que Tebas mantuviera el control total.
Los espartanos se habían aliado con Elis (ciudad de menor importancia del Peloponeso con una desavenencia territorial con Arcadia) en un esfuerzo de minar a la liga Arcadia. Cuando los arcadios calcularon mal y se apropiaron del santuario de Zeus en Olimpia, en Elis, una de las ciudades-estado de Arcadia, Mantinea, se separó de la Liga. Mantinea se unió a Esparta y Elis para atacar la liga Arcadia. Atenas decidió dar su apoyo a Esparta, pues estaba recelosa del poder tebano. Los atenienses también recordaban que, al final de la guerra del Peloponeso, los tebanos demandaron que Atenas fuera destruida y sus habitantes esclavizados. Un ejército ateniense fue mandado por mar para reunirse con las fuerzas expedicionarias espartanas, con el fin de evitar que fuera interceptado en tierra por el ejército tebano.
Tras enterarse de que Agesilao II ya había salido de Esparta al mando de las tropas, Epaminondas envió su última expedición al Peloponeso en 362 AC. El principal objetivo de la expedición era someter Mantinea, que se había opuesto a la influencia tebana en la región. Para ello Epaminondas se puso al frente de un ejército reclutado en Beocia, Tesalia y Eubea, al que se unió Tegea, que era el centro de la oposición local contra Mantinea, Argos, Mesenia y parte de Arcadia. Mantinea, por su parte, solicitó la ayuda de Esparta, Atenas, Aquea y el resto de Arcadia, por lo que prácticamente toda Grecia se vio representada en uno u otro bando.
En esta ocasión la mera presencia del ejército tebano no fue suficiente como para reprimir la oposición. Epaminondas se estableció en Tegea a unos 25 km de Mantinea, pero al ver que el tiempo pasaba sin que la alianza de Mantinea diera muestras de capitular, Epaminondas decidió que debía romper el punto muerto de alguna forma. Al tener conocimiento del hecho de que los espartanos habían enviado una gran fuerza militar hacia Mantinea, hasta el punto de que la propia Esparta había quedado casi indefensa, Epaminondas planeó un audaz ataque contra la propia Esparta.
Sin embargo, la noticia del cambio de rumbo de Epaminondas llegó al rey Arquidamo III de Esparta a través de un mensajero, y tuvo tiempo suficiente de preparar la llegada de Epaminondas, que cuando llegó, se encontró con una ciudad bien defendida. Al parecer llegó a atacar la ciudad, y se retiró tan pronto como se dio cuenta de que no había logrado sorprender a los espartanos. Es más, las tropas de Lacedemonia y Mantinea que habían estado estacionadas en Mantinea habían partido hacia Esparta a lo largo de ese día, disuadiendo a Epaminondas de volver a atacar. Al enterarse, Agesilao dio media vuelta e inmediatamente se volvió con las tropas ligeras y la caballería de vuelta a Esparta, llegando solo un momento antes que los beocios, el otro rey de Esparta, Arquidamo III, consiguió rechazarlos fuera de los límites de la ciudad.
Epaminondas, esperando que sus adversarios hubiesen dejado la defensa de Mantinea en su prisa por proteger Esparta, volvió a marchar a su base de Tegea y envió a su caballería a Mantinea, aunque un encuentro fuera de las murallas con caballería ateniense frustró también esta nueva estrategia.
Epaminondas marchó con el grueso de sus tropas a Mantinea, pero no por el camino más corto, sino siguiendo la cadena montañosa que se encuentra al oeste de Tegea. Viendo que se terminaba el tiempo dedicado a la campaña militar anual, y razonando que en el caso de que partiese sin derrotar a sus enemigos de Tegea la influencia tebana en el Peloponeso quedaría destruida, decidió arriesgarlo todo a una sola batalla.
Al llegar junto a la ciudad de Mantinea, descendió por la ladera del monte y formó en el llano, frente a los enemigos.
Despliegue inicial
Los dos ejércitos se encontraron a unos 30 estadios (6 km) de Mantinea, en el camino que lleva a Palantio, junto a un bosque llamado de Pélago. Agesilao II colocó su ejército protegiendo Mantinea, en una llanura de 2 kilómetros de ancho entre las montañas Mytikas y Kapnistras. Para atacar Mantinea, Epaminondas no tenía más remedio que enfrentarse al ejército de Agesilao II de Esparta. El contingente espartano estaba compuesto de 20.000 hoplitas desplegaron de derecha a izquierda: 3.000 de Esparta, 7.000 de Mantinea, 2.000 de Elis, 2.000 de Acaya, y 6.000 de Atenas a la izquierda; 2.000 jinetes: 1.000 de Atenas en el ala izquierda; y 1.000 de Mantinea y otras ciudades en el ala derecha; y 1.000 psiloi mercenarios repartidos en ambas alas. Ocuparon una posición entre dos montes.
Epaminondas desplegó su ejército de forma similar al espartano, ocupando un frente de la misma longitud. El ejército tebano estaba compuesto por contingentes tanto de Tebas como de otras ciudades-estado de Beocia, y contaban con el apoyo de los arcadios todavía leales a la liga. Tenía una fuerza de 28.000 hoplitas desplegaron de derecha a izquierda: 10.000 de Tebas y Beocia (en 48 filas de profundidad), 2.000 de Tesalia (en 16 filas), 1.500 de Eubea (en 12 filas), 1.500 de Malis, 3.000 de Lócrida, 3.000 de Sición, y 5.000 de Argos (en 12 filas; 3.000 jinetes: 1.000 de Tebas y Beocia en el ala izquierda y 2.000 de Tesalia en el ala derecha; y 4.000 psiloi tesalios y mercenarios repartidos en ambas alas.
Epaminondas, desplegó su ejército de forma similar al espartano, ocupando un frente de la misma longitud. El ejército tebano estaba compuesto por contingentes tanto de Tebas como de otras ciudades-estado de Beocia, y contaban con el apoyo de los arcadios todavía leales a la liga. Tenía una fuerza de 28.000 hoplitas: 10.000 de Tebas y Beocia, 2.000 de Tesalia, 1.500 de Eubea, 1.500 de Malis, 3.000 de Lócrida, 3.000 de Sición, y 5.000 de Argos; 3.000 jinetes: 1.000 de Tebas y Beocia y 2.000 de Tesalia; y 4.000 psiloi tesalios y mercenarios.
Epaminondas simuló dar a sus tropas las instrucciones para montar el campamento, por lo que, viendo a los beocios dejar las armas, los lacedemonios y los aliados peloponesos rompieron también poco a poco su formación pensando ya en retirarse. Fue entonces cuando Epaminondas dispuso a sus hombres en columna y, dando la orden de recoger de nuevo rápidamente las armas, con él mismo a la cabeza, marchó en línea recta contra el enemigo. Este, desconcertado por el ataque cuando ya no esperaban tal cosa, procedió precipitadamente a volver a formar la línea de batalla.
Desarrollo de la batalla
Epaminondas dio entonces la orden de avanzar, cogiendo al enemigo con la guardia baja y provocando bastante confusión en el campo de Mantinea en la preparación de la batalla.
Mandó por delante y a ambos flancos su caballería y los psiloi o infantería ligera, que hicieron retroceder a la caballería de Atenas y Mantinea. Diodoro indica que la caballería ateniense del ala derecha espartana, aunque no era inferior en calidad a la beocia. No pudo aguantar las armas arrojadizas que lanzaba la infantería ligera que Epaminondas había colocado entre su propia caballería, expulsándoles de la colina Kanipstra. El ala izquierda la caballería tebana y tesaliana derrotaron fácilmente a la de Mantinea expulsándoles de la colina Mytikas. Una vez derrotada la caballería peloponesa, comenzaron a hostigar los flancos de la falange enemiga.
Mientras tanto, la falange tebana avanzaba. Jenofonte describe el ala izquierda tebana como “un trirreme, con su espolón de proa sobresaliendo por el frente“, a la vez que indica que Epaminondas pensaba que si fuese capaz de golpear y atravesar las líneas enemigas en cualquier lugar, destruiría al ejército completo de sus adversarios.
Como en Leuctra, el ala derecha que era donde estaban situados los espartanos, recibieron el terrible choque del batallón Sagrado y los hoplitas de élite tebanos. En un principio hubo un breve equilibrio inicial, pero luego los tebanos lograron romper las líneas espartanas, y la falange enemiga completa fue puesta en fuga. Parecía que iba a ser una nueva victoria decisiva de Tebas basada en el modelo de Leuctra, pero cuando los victoriosos tebanos se lanzaron en persecución de sus enemigos, Epaminondas fue herido mortalmente por el espartano Antikatres que le dio una lanzada mortal en el pecho y murió poco después. A medida que las noticias de la muerte de Epaminondas se extendían en el campo de batalla de un soldado a otro, los aliados cesaron en su persecución del ejército derrotado.
Secuelas
No hay datos de las bajas de esta batalla, se sabe que los sucesores espartanos elegidos Iolaidas y Difanto también cayeron y que los espartanos no pudieron reemplazar sus pérdidas. En su lecho de muerte, Epaminondas, al saber que sus compañeros habían muerto, instó a los tebanos a firmar la paz, a pesar de haber ganado la batalla. Lo cierto es que la batalla podría haber sido una completa victoria beocia, pero al final la muerte de Epaminondas cambió totalmente el escenario del conflicto. Los beocios se retiraron (nunca volverían a entrar con todo su ejército en el Peloponeso). Las pocas guarniciones que quedaron en el país serían retiradas pocos años después.
Las ambiciones y la influencia de Tebas en la región quedaron de esta manera enterradas para siempre en los campos de Mantinea. Sin el liderazgo de Epaminondas, la hegemonía de Tebas se derrumbó. El resultado final de la batalla fue el allanamiento del camino para que Macedonia conquistara Grecia, asegurada la debilidad de Tebas y Esparta.