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Antecedentes
La revuelta ilírica comenzó en el año 6, tras 15 años de ocupación romana y de aparente calma. La revuelta fue la consecuencia natural del grave descontento que se había incubado por la mala administración de los gobernantes, que habían oprimido a la población con tributos demasiado onerosos.
Las tribus de Iliria y de Panonia habitaban la mayor parte de lo que estaba hace poco conocido como Yugoslavia. En la cultura que parecen haber estado en su mayoría muy relacionada con los tracios, pero también había significativas e influencias celta y macedonia en su idioma, cultura y rasgos militares. Los panonios en particular, estaban en gran medida celtizados como lo estaban también sus vecinos a las tribus dacias.
Los ilirios eran predominantemente pastores, cazadores y guerreros de profesión. Su «pasatiempo nacional«, sin embargo, era la piratería marítima, especialmente a lo largo de las costas italianas. La República Romana luchó no menos de tres guerras para reducir la piratería de Iliria. Con la conclusión de la última de estas guerras en el año 168 AC, Iliria quedó efectivamente bajo la dominación romana, y se mantuvo tranquila durante casi dos siglos. Dio a Roma excelentes soldados, y tanto es así que, a comienzos de Nuestra Era, formaban el núcleo de las tropas auxiliares del Imperio. Eran hombres duros, acostumbrados a las penalidades de las montañas de lo que actualmente es Bosnia.
No obstante, el descontento se había asentado hacía años en la región debido a la rapacidad de los publicani (agentes fiscales), y las siempre presentes voces de insurrección empezaban a encontrar partidarios.
Año 6, inicio de la rebelión
La revuelta se inició a principios del año 6. Los panonios e ilirios ya estaban inquietos y agitados por los excesos de los publicani o recaudadores de impuestos romanos. La gota que colmó el vaso fue cuando el emperador Augusto ordenó a varios regimientos de dálmatas (una tribu iliria famosa por su bravura) que se reunieran con su hijo adoptivo, Tiberio, a fin de iniciar una ambiciosa campaña en Germania.
Tiberio estaba a punto de lanzar la segunda campaña contra los marcomanos en Germanía. Marco Valerio Mesala Mesalino, el gobernador de Iliria, iba con él con la mayor parte de su ejército en Iliria y los locales se encargarían de proporcionar contingentes auxiliares.
Una tribu que vivía en el centro de Bosnia, los desitiates, habían reunido todos sus jóvenes para formar una cohorte auxiliar. Pero cuando vieron cómo muchos jóvenes guerreros estaban fuertes y entrenados, comenzaron a perder el respeto a Roma y sus demandas. Un guerrero que procedía de una casa noble, Bato, se levantó y se inspiró a sus compatriotas con discursos sobre la libertad contra Roma. Las semillas de la rebelión, que ya habían sido plantadas, de repente brotaron.
Los desitiates eran una de las tribus más numerosas de Iliria, y también eran los más aguerridos entre los ilirios; sus vecinos eran los escordiscos, una tribu celta particularmente beligerante que había invadido Panonia en el siglo 3 AC, y se había quedado en la región desde entonces. Pasaban su tiempo atacando Dacia y los asentamientos de Panonia para conseguir ganado y esclavos, pero eran capaces de formar bandas de guerra que ponían en aprieto a los comandantes romanos. Aunque la historia no nos dice mucho acerca de ellos, debieron haber sido un pueblo muy fuerte y aguerrido. Los rebeldes, viendo la oportunidad que se les presentaba, decidieron acudir al punto de reunión, pero en vez de sumarse a la fuerza romana enviada para escoltarles, se rebelaron infligiéndoles una derrota.
Los desitiates no estaban solos en su insurrección. A ellos se unieron inmediatamente los panonios breucios, bajo el mando de otro cacique también llamado Bato.
Bato el ilirio sitió Salona, mientras que Bato el panonio atacaba Sirmio. Ninguno de los rebeldes alcanzó nada en estos ataques iniciales.
Miles de jóvenes guerreros acudieron a las banderas de estos líderes rebeldes; algunos trajeron armas celtas, otros equipos romanos guerra y otros los simples hondas y porras de pastores. Sus filas se nutrieron con veteranos que ya habían servido en las filas de los auxiliares romanos. De acuerdo con Velleius Patérculo, la población de las tribus que se rebelaron eran más de 800.000, de los cuales 200.000 eran soldados de infantería y 9.000 de caballería, (estas cifras desde luego son exageradas). Estos ejércitos rebeldes formaron una peligrosa y potente combinación de expertos en la guerra de guerrillas, y expertos en las tácticas y equipos romanos y hablaban latín.
Tan agresivos y arrogantes eran esos ejércitos rebeldes, que Augusto y Tiberio temían que uno o ambos de los Batos estuvieran planeando una invasión de Italia. Bato el ilirio devastó asentamientos romanos en la costa del Adriático hasta el sur de Apollonia.
Tiberio, que todavía estaba tratando los términos de paz con el marcomano Maroboduo, así es que inmediatamente envió a Marco Valerio Mesala Mesalino gobernador de Iliria, que dejó sus operaciones contra los germanos y marchó para cerrarles el paso en caso de que decidieron invadir Italia. Bato el ilirio, en algún momento a finales de año 6, se enfrentó con Mesala y lo derrotó con un ejército de 20.000 efectivos que casi le igualaba en número, armamento y organización, pero era muy superior en espíritu y moral. Masala tras la derrota se retiró a la fortaleza de Siscia, en espera de la llegada de Tiberio.
Dión Casio afirma que Mesala poco después vengó esta derrota haciendo descuartizar muchos ilirios que habían caído en una emboscada.
Tras esta derrota, Bato el ilirio llevó a cabo una reunión con Bato el panonio y acordaron una alianza. Los ejércitos rebeldes juntos establecieron su cuartel general en Mons Alma en Panonia, cerca de Sirmio.
A lo largo del frente oriental, Bato el panonio de la tribu de los breucios, atacó Sirmio y su guarnición romana; pero Cecina Severo el legado de Mesia, lo sorprendió en el río Drava y lo derrotó justo a tiempo para evitar la pérdida de un fuerte tan importante para los romanos desde el punto de vista estratégico, no sin grandes pérdidas romanas.
Los romanos tenían entonces en sus manos las fortalezas de Siscia y Srijem; pero todo el territorio que se extendía entre estos lugares y al sur de ellos, hasta el mar Adriático, estaba en manos de los rebeldes, mientras que Tiberio estaba regresando al final del año.
Los rebeldes no fueron atacados por los romanos, si no por Roemetalces era el rey cliente romano de Tracia en ese momento. Mandó un fuerte ejército de caballería que había sido entrenado y armado por oficiales romanos. Los tracios tuvieron éxito en derrotar a los rebeldes de Iliria y de Panonia, pero el intento posterior de Cecina Severo para perseguirles tras la victoria no tuvo éxito, ya que tuvo que retirarse cuando recibió la noticia de que bandas de guerra sármatas y dacias estaban atacando Mesia. Así que acudió a hacerles frente, mientras que Tiberio y Mesala, que había establecido su cuartel general en Siscia se ocupaban de la revuelta. Tiberio estaba aparentemente inactivo, posiblemente tratando de dejar que el hambre y las luchas internas hiciesen la mayor parte de su trabajo. Posteriormente, se demostraría que esta era la táctica apropiada.
Año 7, Germánico se dirige a Iliria
Augusto perdió la confianza en Tiberio y en Mesala para concluir la guerra por sí mismos; así que ordenó a su sobrino Germánico manumitir a miles de esclavos a fin de encontrar los soldados necesarios, circunstancia que no se daba desde la derrota romana a manos de Aníbal en la batalla de Cannas, acaecida 200 años atrás. Gracias a las disposiciones realizadas por Augusto, Roma fue capaz de poner sobre el campo de batalla a 10 legiones (50.000), 10.000 voluntarios veteranos romanos que se unieron a la causa, 14 alas auxiliares (8.000), y 70 cohortes de auxiliares (35.000), muchas de las cuales estaban compuestas exclusivamente por ciudadanos romanos. Estos eran hombres que Augusto consideraba por su condición o antecedentes inapropiados para formar parte de las legiones: ciudadanos nacidos en las clases más bajas, vagabundos, delincuentes o esclavos liberados (cuando a un esclavo se le liberaba, inmediatamente adquiría la ciudadanía romana).
A estas unidades especiales se les otorgó el título de Civium Romanorum (de ciudadanos romanos). Cuando finalizó la revuelta iliria, estas cohortes permanecieron al servicio del Imperio y a cambio conservaron su ciudadanía. A las tropas reclutadas por Augusto, Germánico y Tiberio se unió un poderoso contingente de tropas procedentes de Tracia, cuyo monarca, Rometalces I era un rey amicus del Imperio. Con todo, el total de tropas que desplegó el Imperio para enfrentarse a los ilirios alcanzaba los 100.000 hombres.
Mientras tanto, los rebeldes se volvieron cada vez más arrogante. Durante el invierno de 6/7, invadieron Macedonia, saqueando y quemando todo su camino. De nuevo fueron derrotados por los tracios, esta vez por un ejército bajo el mando conjunto de Remetalces y su hermano Raskiporis. La derrota fue un revés, y limitó la influencia de los rebeldes a sus provincias de origen, pero no hizo nada para paralizar el movimiento, o la resolución de los guerreros de Iliria.
Germánico llegó a Iliria a primeros del 7. Para sofocar la insurrección de un par de jefes bárbaros, Roma tuvo que emplear entre una tercera y una cuarta parte de su fuerza total. En términos de números y la logística, la revuelta de Iliria fue una de las guerras más épicas de la historia romana.
A las tres legiones de Cecina Severo gobernador de Mesia se unió Marco Plaucio Silvano, gobernador de Galacia y Panfilia con dos legiones (la IIII Escítica y la V Macedónica) este ejército estaba comandado por ambos y se concentró en Siscia, en el frente occidental.
El enemigo bajo el mando de los dos Batos, estaban esperando al ejército romano le habían bloqueado el camino y esperaban vencerlos antes de que se uniesen a Tiberio. Y así, cuando la vanguardia del ejército romano avanzaba y la retaguardia aún no había abandonado el campamento, el enemigo cayó sobre ellos, siguiendo una táctica similar a la utilizada por Aníbal en la batalla de Trasimeno. El ejército romano vaciló, pero finalmente se impuso una disciplina férrea y la tenacidad de las legiones romanas, y una posible derrota se transformó en una victoria. Esta fue la batalla de los pantanos Volcee al parecer en Mesia o muy cerca. Finalmente, Cecina y Silvano pudieron conducir sus tropas a Siscia y unirse a Tiberio.
Tiberio estaba entonces en sus manos del valle del Sava, y solamente tenía que reforzarlo con fortalezas, para evitar que los rebeldes pudiesen unirse de nuevo, y luego los vencería por separado.
En la segunda parte de ese año, Tiberio ordenó que varias columnas militares, atacasen simultáneamente en varios puntos al enemigo. Entre estos también participó Germánico, que derrotó y sometió a la tribu mazei de Dalmacia.
Al final de estas operaciones, en vista del inminente invierno, Tiberio ordenó que:
- Cecina volviese a Mesia (quizás Nish) con dos legiones: la IIII Escítica y la V Macedónica una vez más para defender la provincia de las incursiones de los dacios.
- Plaucio Silvano volvió a Sirmio con las legiones VII, VIII y XI Augusta.
- Las cinco legiones restantes permanecieron con él para Siscia.
Los ilirios huyeron de toda batalla campal, en particular cuando sus filas eran disminuidas por la enfermedad, el hambre, y la deserción según la guerra se prolongaba. Eran maestros de la guerra de guerrillas, establecieron escondites en los bosques o en los pantanos, o en colinas fortificadas similares a los «castros» desde donde llevaban a cabo redadas. Varios miles de soldados romanos fueron abatidos por oponentes sin protección, armados tan sólo con hondas y jabalinas. Muchos de ellos ni siquiera pudieron ver al hombre que los mataba.
Año 8, final de la rebelión en Panonia
En el año 8, los dálmatas y los panonios querían pedir la paz debido al hambre y las enfermedades, pero los rebeldes se lo impidieron, no tenían esperanza que los romanos respetaran sus vidas y continuaron resistiendo.
Después de otra batalla en el verano del 8, el ejército alrededor de Siscia, se movió rápidamente hacia el este, el 3 de agosto derrotó al ejército de Bato el panonio en lugar desconocido, posiblemente a lo largo del río Bathinus (actual Bosna), tras lo cual Bato el panonio y sus breucios se sometieron a Tiberio. En recompensa por su traición, Tiberio declaró a Bato como «Rey de los breucios» y amigo del pueblo romano.
La deserción de Bato el panonio no iba a durar mucho. Su ejército fue derrotado y él mismo fue capturado por el Bato el ilirio. Llevado ante una asamblea de guerreros, y Bato el panonio fue tachado de traidor a la causa y condenado a muerte en el acto. Esto debió ocurrir en algún momento del verano u otoño del año 8.
La eliminación de este rey de Panonia no aportó nada a la causa de de Roma. Todas las tribus de Panonia se levantaron con ferocidad sanguinaria, al parecer dirigida contra los romanos y contra los ilirios por igual. Un ex-cónsul y comandante militar, Marco Plaucio Silvano, fue enviado desde Roma para sofocar a los panonios mientras Tiberio y Germánico siguieron centrándose en Bato el ilirio y sus seguidores.
Silvano aplastó completamente a los breucios en una batalla campal, y aceptó la sumisión del resto de Panonia, suficientemente intimidados por la ferocidad con había tratado a sus compatriotas.
Tiberio penetró en Iliria-Dalmacia la guerra en esta difícil región fue llamada Bellum Dalmaticum, y fue meticulosamente preparada por Tiberio durante el invierno, dejando Lépido en Siscia, Silvano en Sirmio, Germánico al sur de los Alpes Dinaricos y Cecina e Mesia, regresando a Roma para pasar el invierno. Tiberio estaba ya seguro de que el año siguiente sería el año del éxito definitivo y la capitulación de los insurgentes.
Mientras tanto, la revuelta en Iliria-Dalmacia se fue marchitando. Los seguidores de Bato habían sido diezmados por brotes de peste, así como por la escasez de alimentos. Los soldados romanos estaban ahora recorriendo la mayor parte del país, matando y saqueando indiscriminadamente. Muchos ilirios desertaron de Bato, estaban mas preocupados por rescatar a sus seres queridos que en mantener la lucha.
Año 9, final de la rebelión en Dalmacia
Se reanudaron las hostilidades con el inicio del año, y Germánico, una vez más se distinguió por su valor y el sentido de mando, llevando a cabo algunas acciones militares de valor; tales como la conquista de las fortalezas de dálmata de Splono (posiblemente la actual Plevlje) y Raetinum. Los otros generales, como Marco Plaucio Silvano y Lépido se habían distinguido en la batalla, al someter a la ciudad fortificada importante de Seretium y muchos otros lugares.
Augusto decidió volver a presentarse en Dalmacia, para dar un nuevo impulso a la guerra y llevarla a su fin. Tiberio, por su parte dividió el ejército en tres columnas:
- La primera, encabezada por Marco Plaucio Silvano, se dirigiría al interior de Dalmacia, partiendo de Sirmio a lo largo del río Bosna.
- La segunda, a cargo de Lépido partiría de Siscia y recorrería el río Glina.
- La tercera, bajo su mando directo, junto con Germánico, seguiría el curso del río Urbas, en dirección a la fortaleza de Andretium (cercano Salona), donde Bato el ilirio se ocultaba.
- Un cuarto ejército, bajo el mando del gobernador de Dalmacia, algunos Cayo Vibio Póstumo, limpiaría la costa Adriática de rebeldes.
Germánico persiguió a Bato hasta la fortaleza de Adetrium, sitiándola. Tiberio se acercó Andretium y también se unió Lépido, asediando completamente la fortaleza.
Los defensores de Andetrium lucharon con valor desesperado, haciendo rodar carros y carretas llenas de piedras colina abajo contra las filas de los atacantes romanos. Los legionarios también se encontraron bajo constantes andanadas de piedras de honda, flechas y jabalinas, muchos de los cuales eran incendiarias.
Tiberio se aseguró la victoria atacando la colina desde varios puntos a la vez. No había suficientes efectivos en la fortaleza para repeler todos estos ataques al mismo tiempo. Andetrium cayó, y Bato y sus últimos irreductibles cayeron en manos de sus odiados enemigos romanos. Sería finales de agosto o principios de septiembre.
Secuelas
La victoria fue agridulce. La mayor parte de la población de Roma estaba de luto por alguien, padre o hijo, marido o amante. La conclusión nominal de la Guerra de Iliria, sin embargo, llegó con la noticia de la destrucción de la columna de Varo en el bosque de Teotoburgo, con la pérdida de la mayor parte de 20.000 vidas. Tras conocerse la noticia, la población de Roma se volvió frenética contra los inmigrantes alemanes y les masacró por los cientos; Augusto ordenó a los supervivientes, entre ellos su propia Guardia Germánica, abandonar la ciudad para su propia protección.
La provincia de Iliria se dividió en dos: Panonia en el norte, y Dalmacia en el sur. La mayor parte de las tribus habían perdido prácticamente la totalidad de sus hombres. Muchas de las viudas y los huérfanos no lloraron en las ruinas carbonizadas de sus casas y castros, sino en las jaulas y los mercados de esclavos. Las tribus de Iliria una vez que se había enriquecido fuera del comercio de esclavos en el Mediterráneo. Ahora que perdieron miles de sus hijos e hijas a la misma.
Los ejércitos romanos en Iliria actuaron con brutalidad casi sin precedentes hacia las poblaciones nativas. Pannonia sufrió especialmente bajo Plaucio Silvano, un comandante despiadado que parecía disfrutar con la destrucción y derramamiento de sangre para su propio provecho. Los soldados romanos sufrieron de falta de raciones y las condiciones miserables de vida en Iliria, y muchos de ellos no eran voluntarios, e hicieron pagar su con las mujeres y familias del enemigo.
Los pueblos ilirios sobrevivieron a este genocidio no oficial. Irónicamente, en el siglo III Panonia y Dalmacia fueron las principales zonas de reclutamiento del ejército romano, no sólo en la auxilia sino también en las legiones. Entre los años 268 y 379 casi todos los emperadores procedieron de esta región.
Bato tras su captura fue entrevistado por Tiberio, que le preguntó cuál era su motivación para la revuelta. Bato, el líder de una raza de pastores-guerreros, dio una respuesta acorde con sus orígenes y la cultura: «Ustedes los romanos son los culpables de esto, usted nos envía lobos para defender los rebaños, en vez de perros y pastores.»
Bato se salvó y fue enviado a un cómodo exilio, viviendo el resto de sus días en una villa en Rávena.