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Antecedentes
El 16 de febrero de 1427, el Papa Martín V predica la Cuarta Cruzada, y fue encargada al cardenal inglés Enrique de Beaufort, obispo de Winchester y tío de Enrique V de Inglaterra, y a Segismundo Koyibutas, nieto de Segismundo de Bohemia, representante del gran duque de Lituania y Polonia en Bohemia.
Batalla de Meiss o de Tachau o de Tachov (4 de agosto 1427)
Enrique Beaufort reunió a un considerable ejército cruzado, incluyendo tres electores del Sacro Imperio Romano. Marcharon a la ciudad de Stilbro para unirse a las fuerzas de Segismundo Korybutas, y dirigirse a Meiss (Tachau o Tachov) con la intención de sitiarla. El ejército saqueaba a su paso las tierras circundantes, causando muchas molestias a los nobles pro católicos, lo que les empujó a aliarse con los utraquistas. Un ejército combinado taborita y utraquista marchó contra el ejército cruzado concentrado en Meiss (Tachov). Los ejércitos estaban uno en frente del otro en las orillas del río, cerca de la ciudad.
Las fuerzas se estiman en 17.500 soldados husitas con 200 carros o tabores y los cruzados unos 20.000 principalmente caballería. Los cruzados; sin embargo, rompieron filas y huyeron ante el avance de los husitas, aparentemente sin realizar un solo disparo. Parece que los cruzados habían estado planeando para formar un wagenberg formado por vagones al estilo husita y tripulados por soldados de infantería entrenados específicamente. Por desgracia, en la mañana de la batalla de las tripulaciones de los carros cruzados prefieren huir y retirarse, dejando al resto del ejército gravemente en inferioridad numérica, que al darse cuenta también huyeron rápidamente. Los cruzados sufrieron mucho durante la retirada, sobre todo porque las zonas que habían sido saqueadas previamente se levantaron a su paso.
El Papa envió a Enrique Beaufort una carta de condolencia el 2 de octubre 1427, sugiriéndole un segundo intento. Enrique; sin embargo, decidió que no iba a participar más y regresó a Inglaterra.
Los husitas posteriormente realizaron varias incursiones en diferentes partes de Alemania, aunque no hicieron ningún intento de ocuparlas permanentemente.
Koributas fue encarcelado en 1427 por supuestamente conspirar para rendirse a las fuerzas husitas. Fue liberado en 1.428, y participó en la invasión de los husitas de Silesia. Pero al cabo de unos años, Koributas regresó a Polonia con sus hombres. Koributas y sus polacos, sin embargo, realmente no querían irse; pero fue el Papa quién amenazó con llamar a una cruzada contra Polonia si no lo hacían.
Las bellas cabalgadas (1428-30)
Los husitas lanzaron incursiones contra muchos países limítrofes. Estas cabalgadas o cheveauchees los husitas las llamaron jízdy spanilé (bellas cabalgadas) realizadas entre 1428 y 1430. Especialmente bajo el liderazgo de Procopio el Grande, los husitas invadieron Silesia, Sajonia, Hungría, Lusacia y Meissen. Estas incursiones fueron dirigidas contra los países que habían proporcionado apoyo a los alemanes durante las cruzadas, con el fin de disuadirles a una mayor participación. Sin embargo, los ataques no tuvieron el efecto deseado; estos países siguieron suministrando soldados a las cruzadas contra los husitas.
La invasión de Sajonia en 1428 llegó hasta la ciudad de Naumburg. Esta fue sitiada, pero una procesión de niños, vestidos de blanco, se dirigió al campamento de los husitas. Los husitas rompieron el cerco y enviaron a los niños de vuelta a la ciudad cargados de cerezas maduras, también puede haber influido su decisión el rescate masivo pagado a los husitas. Este evento es recordado cada año en Naumburg como el festival de la cereza.
En 1429 Procopio el Grande convenció a una asamblea general de los dirigentes de los husitas para entablar negociaciones con el emperador. Fracasó rápidamente cuando el emperador exigió el completo retorno a la fe católica. Como consecuencia directa, Procopio reunió 5 ejércitos, formados por taboritas, orebites, praguenses y utraquistas, con unos 40.000 infantes, 5.000 jinetes y 3.000 carros de guerra. Estos invadieron Sajonia y Lusacia en cinco columnas, separadas una milla más o menos entre sí.
Federico I de Sajonia armó un ejército para luchar contra la invasión. Federico desplegó sus fuerzas en torno a las ciudades de Leipzig y Belgern esperando los husitas se atascasen asediando las ciudades de Pirna o Dresde. El ejército sajón incluyó un contingente considerable de fuerzas clericales suministradas por el arzobispo de Meissen, pero Federico aún se vio obligado a contratar a un gran número de tropas mercenarias.
Los husitas, aunque eran conscientes del ejército sajón, llevaron a cabo una política de saqueo y quema, sin pasar por cualquier ciudad o pueblo que pudiera ofrecer una seria resistencia. Extorsionaron exigiendo grandes sumas de dinero a varias de esas ciudades.
Los husitas siguieron la línea del río Elba hasta Magdeberg y luego se dirigieron al suroeste. Este cambio inesperado en la dirección y una crisis monetaria forzó a Federico a disolver la mayor parte de su ejército. La resistencia más grave a la que se enfrentaron los husitas fue al cruzar el río Mulde (cerca de Grimme). Un contingente de caballería bajo el alguacil de la Baja Lusacia llegó cuando la columna husita lo estaba cruzando. Los husitas de la vanguardia, bajo Ene Zmrzlik, fueron capaces de rechazar la caballería permitiendo que el resto de la fuerza husita pudiera cruzarlo. Los husitas perdieron varios carros que fueron arrastrados por el río.
En enero de 1430 los husitas habían tomado la ciudad de Plavno y habían invadido Franconia, tomando las ciudades de Hof, Bayreuth y Kulmback en asedios simultáneos. Los ejércitos husitas regresaron a Bohemia con una gran cantidad de botín, después de haber abierto una senda de destrucción a través de gran parte de la Alemania Occidental, y pidiendo dinero a ciudades como Bamberg y Naumburg y a nobles como el elector de Brandeburgo.