Edad Moderna El imperio Otomano Mehmet IV el Cazador (1648-87)

Gobierno

Nació el 2 de enero de 1642, en el palacio Topkapi. Muy poco tiempo después de su nacimiento, su padre y madre tuvieron una riña violenta, e Ibrahim se enfureció tanto que arrancó a Mehmet o Mehmed de los brazos de su madre y arrojó al niño a un pozo. Por suerte, para él, Mehmed fue rápidamente rescatado, sin sufrir daño alguno.

Ascendió al trono a través de una conspiración en contra de su padre, el sultán Ibrahim I, el cual estaba mentalmente afectado. Además, el pueblo estaba descontento con las derrotas sufridas por los otomanos frente a la armada veneciana en los Dardanelos que había ocasionado escasez en la capital otomana, provocando revueltas. Por lo que el inicio de su reinado estuvo marcado en una época convulsa dentro de la dinastía otomana.

Como tan solo tenía seis años, cuando llegó al trono su abuela, la sultana Kösem fue nombrada por el gabinete como Regente Oficial (Naib-i Saltanat), cargo que ocupó hasta su muerte en 1651. Tras la muerte de Kösem, su madre, la sultana Turhan Hatice le fue asignada dicha responsabilidad, gobernando el imperio de forma oficial hasta el año 1656.

Su sultanato es significativo debido a un breve florecimiento del poder otomano, dirigido en mayor medida por el firme e inflexible gran visir, Mehmed Koprulu. Recobró las islas Egeas y Creta, que estaban en manos de Venecia, y combatió en triunfantes campañas militares frente a Transilvania (1664) y Polonia (1670–74), extendiendo el dominio otomano hasta Polonia y Ucrania.

El nuevo visir Merzifonlu Kara Mustafá pachá fue menos capaz. Realizó campañas contra Rusia, conquistando numerosos territorios. Apoyó la insurrección húngara de Imre Thokoly (1683) contra el dominio austriaco, Kara Mustafá pachá marchó con un poderoso ejército a través de Hungría y sitió Viena en la batalla de Viena. En las elevaciones de Kahlenberg, los otomanos fueron derrotados de manera aplastante por el ejército imperial austriaco bajo el mando de Carlos IV, Duque de Lorena y los polacos con ánimo de venganza, dirigidos por su rey, Juan III Sobieski.

Kara Mustafá pachá fue estrangulado en Belgrado por orden de Mehmed IV y su cabeza fue colocada en una columna en el exterior del antiguo palacio imperial en Edirne. Aunque esto no fue suficiente para salvar el trono del Sultán, que fue depuesto y encarcelado en Edirne, cerca de sus cotos de caza favoritos, pasando allí el resto de su vida junto a dos concubinas.

Después de la batalla de Mohács en 1687, el Imperio otomano cayó en una profunda crisis. Las tropas otomanas descontentas con el curso de la guerra se amotinaron, su comandante y gran visir del imperio Sarı Solimán pachá huyó del campamento por miedo de ser asesinado por sus soldados. Al llegar estas noticias a la capital fue nombrado como gran visir y comandante del ejército Abaza Siyavus pachá. Siendo demasiado tarde, pues el ejército se había desintegrado y regresaban hacia su campamento base en Estambul. Mehmed IV nombró al comandante de Estambul Koprulu Fazıl Mustafá pachá como gran visir regente de Estambul, el cual realizó consultas a los ministros y a los jefes del ejército, los que decidieron que el Sultán debe ser depuesto. El 8 de noviembre de 1687, Mehmed IV fue depuesto del trono, dejando el mismo en manos de su hermano Solimán, que gobernará con el nombre de Solimán II. Mehmed fue confinado en el palacio Topkapi, aunque con regularidad le era permitido abandonarlo.

Conquista de Creta

Durante la mayor parte de 1650, una flota veneciana de 41 buques mantuvo el bloqueo de los Dardanelos, prohibiendo a Haideragazade Mehmed pachá navegar hacia Creta. Fue reemplazado a finales de año por Hozamzade Ali pachá, gobernador de Rodas, que usó una ingeniosa estratagema para atravesar el bloqueo: esperando hasta el invierno, cuando los venecianos retiraron sus fuerzas, reunió un pequeño número de barcos y embarcó varios miles de tropas con muchas provisiones en ellos, y navegó sin ser molestado a Creta.

El 10 de julio de 1651, la primera batalla naval significativa de la guerra se libró al sur de Naxos, un enfrentamiento de tres días en el cual los venecianos con 58 barcos bajo Alvise Mocenigo salieron victoriosos sobre la flota otomana el doble de grande. Los restos de la flota otomana se retiraron a Rodas, desde donde, sin embargo, pudieron llegar a Candia. Mocenigo fue reemplazado poco después por Leonardo Foscolo, pero ambos lados no lograron mucho en los próximos dos años, aunque los otomanos tuvieron éxito en el suministro de sus fuerzas en Creta manteniendo su flota intacta.

Batallas de los Dardanelos (1654-57)

Para 1654, los otomanos reorganizaron su fuerza: el Arsenal (Tersâne-i Âmire) en el Cuerno de Oro produjo nuevos buques de guerra, y los escuadrones de Trípoli y Túnez llegaron para fortalecer la flota otomana. La flota otomana fortalecida que navegó desde los Dardanelos a principios de mayo contaba con 79 barcos (40 veleros, 33 galeras y 6 galeazas), y otras 22 galeras de todo el Egeo y 14 barcos berberiscos llegaron para reforzarla frente al Estrecho. Esta fuerza superaba en número a los 26 barcos de la flota de bloqueo veneciana bajo Giuseppe Dolfin. Aunque la batalla que siguió, dio como resultado una victoria otomana. Para los venecianos, dado el escape exitoso de su flota de la fuerza superior otomana, junto con los informes de grandes bajas otomanas y la gran valentía exhibida por las tripulaciones venecianas, contó como una victoria moral.

La flota otomana, ahora reforzada por los escuadrones del Egeo y berberisco, saqueó la isla veneciana de Tinos, pero se retiró después de una breve escaramuza con los venecianos bajo Alvise Mocenigo el 21 de junio. Kara Murad pachá logró evadir a los venecianos durante el resto del año, con ambas flotas navegando de ida y vuelta en el Egeo, antes de regresar a los Dardanelos en septiembre debido a la agitación entre los jenízaros de la flota. Los últimos meses de 1654 estuvieron marcados por un cambio significativo en la dirección veneciana: Mocenigo murió en Candia, y fue sucedido como capitán general interino del mar por Francesco Morosini, que se había distinguido en las batallas anteriores.

Morosini inició un enfoque más enérgico en la continuación de la guerra: en la primavera de 1655, asoló el depósito de suministros otomano en Aigina y arrasó la ciudad portuaria de Volos en un ataque nocturno el 23 de marzo. A principios de junio, Morosini navegó hacia los Dardanelos, a la espera de la salida de la flota otomana, que, sin embargo, se retrasó debido a la agitación política en el gobierno otomano. Dejando a Lazzaro Mocenigo con la mitad de la flota (36 barcos) para vigilar el estrecho, Morosini regresó a las islas Cícladas. Sin embargo, una semana después de su partida, el 21 de junio, apareció la flota otomana, que tenía 143 buques bajo Mustafá pachá. La batalla resultante fue una clara victoria veneciana. La flota otomana evitó actuar durante el resto del año, antes de que se retirara a los cuarteles de invierno, dejando a Morosini libre para emprender un asedio sin éxito de la estratégicamente importante fortaleza insular de Malvasia (Monemvasia) frente a la costa sudoriental del Peloponeso. En septiembre, Morosini fue nombrado nuevo provveditore de Creta, con Lorenzo Marcello como el nuevo capitán general del mar.

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Batalla de los Dardanelos (1656). Autor Pieter Casteleyn.

Aunque en los años anteriores los venecianos generalmente tenían la ventaja contra los otomanos, controlando en gran medida el mar Egeo y logrando extraer tributos y reclutas de sus islas, no habían sido capaces de transformar esta superioridad en resultados concretos. A pesar de sus derrotas, los otomanos aún tenían libertad para vagar por el Egeo y reabastecer sus fuerzas en Creta, en particular mediante el uso de flotas de suministro de lugares como Alejandría, Rodas, Quíos o Monemvasia en el Peloponeso. Sin embargo, en junio de 1656, una flota combinada veneciano-maltesa de 67 barcos, bajo Marcello, infligió a los otomanos, que disponían de 108 barcos bajo Kenan pachá, su «peor derrota naval desde Lepanto«, 70 barcos otomanos fueron destruidos y 24 capturados y 5.000 esclavos cristianos de galeras liberados. Los venecianos y los malteses también sufrieron algunas bajas, incluida la pérdida del capitán general Marcello.

Aunque a raíz de esta victoria el contingente malteses partió, la escala de su éxito permitió a los venecianos bajo Barbado Hacedor apoderarse las islas de Ténedos el 8 de julio y Lemnos el 20 de agosto. Utilizando las dos islas, estratégicamente ubicadas cerca de la entrada del estrecho, como bases avanzadas, el bloqueo veneciano se volvió mucho más efectivo. Como resultado, el abastecimiento de Creta se cortó efectivamente, y Estambul en sí sufrió una escasez de alimentos durante el invierno siguiente.

En 1657, los otomanos revirtieron la situación. Un nuevo y enérgico gran visir, Koprulu Mehmed pachá, armado con una autoridad casi dictatorial, había sido nombrado en septiembre de 1656 y revitalizó el esfuerzo bélico otomano. La flota se fortaleció bajo el nuevo kapudan pachá, Topal Mehmed, y en marzo, los otomanos tuvieron éxito en evadir el bloqueo veneciano del Estrecho y navegaron hacia Ténedos. Sin embargo, no atacaron la isla, porque la guarnición veneciana era demasiado fuerte. En mayo, los venecianos bajo Lazzaro Mocenigo lograron algunas victorias menores, el 3 de mayo y dos semanas más tarde en Suazich. Reforzado por los barcos papales y malteses, Mocenigo navegó a los Dardanelos, a la espera de la nueva salida de la flota otomana, que llegó el 17 de julio.

Debido a desacuerdos entre los comandantes cristianos, la línea de batalla aliada no se había formado completamente, y la flota otomana pudo salir del Estrecho antes de que se uniera la batalla. La batalla consistió en una serie de acciones durante tres días, con ambas flotas a la deriva al sur y al oeste de los Dardanelos hacia el Egeo.

La batalla terminó en la tarde del 19 de julio, cuando una explosión destruyó el buque insignia veneciano y mató a Mocenigo, obligando a la flota aliada a retirarse. En esta batalla, los venecianos habían infligido más bajas a los otomanos que lo que habían sufrido, pero los otomanos habían logrado su objetivo: el bloqueo se había roto. Bajo la dirección personal del gran visir y reforzado por hombres y barcos berberiscos, la flota otomana procedió a recuperar Lemnos el 31 de agosto, y Ténedos el 12 de noviembre; eliminando así cualquier esperanza que los venecianos pudieran tener de restablecer el bloqueo tan firmemente como antes.

Igualdad entre los contendientes (1658-66)

En 1658, el poder otomano fue redirigido hacia el norte en una campaña contra George II Rákóczi, príncipe de Transilvania, que se convirtió en un largo conflicto con los Habsburgo. Durante los años siguientes, la flota veneciana, otra vez bajo el mando de Morosini, intentó infructuosamente mantener el bloqueo del estrecho de los Dardanelos. Morosini también retomó su táctica de atacar fortalezas otomanas: un asedio de la isla de Santa Maura (Lefkada) en agosto de 1658 falló, pero en 1659, los venecianos, ayudados por los maniotas, saquearon Kalamata en el Peloponeso, seguido por Torone en la Calcídia , Karystos en Eubea y Cesme. Sin embargo, dado que Venecia no tenía fuerzas para ocupar estos lugares, estas incursiones consiguieron poca substancia para la República. En el lado otomano, Koprulu Mehmed ordenó la construcción de dos nuevos fuertes, Sedd el Bahr (Terraplén del mar) y Kilid Bahr (Llave del mar), en la orilla europea de la entrada de los Dardanelos, para prohibir a los venecianos entrar al Estrecho nuevamente.

Mientras tanto, el cansancio de guerra se había establecido entre los venecianos, que sufrieron la interrupción del comercio. Enviaron negociadores de paz a los otomanos, pero su demanda de la concesión completa de Creta como condición para la paz era inaceptable para la República. Con el final de la guerra entre Francia y España, sin embargo, los venecianos se animaron, esperando recibir una mayor asistencia en dinero y hombres, especialmente de los franceses, cuyas relaciones tradicionalmente buenas con los turcos se habían agriado últimamente.

Este apoyo se desarrolló pronto, cuando individuos o compañías enteras de hombres de toda Europa Occidental se ofrecieron como voluntarios para el ejército de la República, mientras que los gobernantes cristianos también se sintieron obligados a proporcionar hombres, provisiones y barcos. El primer contingente francés de 4.200 hombres bajo el príncipe Almerigo d’Este llegó en abril de 1660, junto con otros contingentes de mercenarios alemanes, tropas de Saboya y barcos malteses, toscanos y franceses.

A pesar de este aumento de la fuerza, las operaciones de Morosini en 1660 fueron un fracaso: un asalto a Canea en agosto logró tomar las fortificaciones periféricas, pero no logró retomar la ciudad; de manera similar, un ataque contra las líneas de asedio otomanas en Candia en septiembre tuvo cierto éxito, pero no rompió el asedio otomano. Tras la muerte del príncipe d’Este en Naxos poco después, el contingente francés regresó a casa, seguido poco más tarde por un descorazonado Morosini, que fue sucedido por su pariente Giorgio.

En 1661, Giorgio Morosini obtuvo algunos éxitos menores: rompió el bloqueo otomano de Tinos y, persiguiendo a la flota otomana, lo derrotó frente a Milos. Los próximos años, sin embargo, estuvieron relativamente inactivos. Aunque los otomanos estaban fuertemente comprometidos con los austríacos en Hungría, y su flota rara vez salía, los venecianos

Fase final de la guerra en el mar (1666- 69)

Si los venecianos estaban ociosos, los otomanos no lo estaban: con la firma de la paz de Vasvár en 1664, pudieron centrar sus fuerzas contra Creta. El gran visir Koprulu Fazıl Ahmed inició grandes preparativos en el invierno de 1665/6 y envió 9.000 hombres para reforzar las fuerzas otomanas en Creta. Una propuesta de paz otomana, que habría permitido a Venecia mantener a Candia mediante el pago anual de tributo, fue rechazada; y en mayo de 1666, el ejército otomano, bajo la dirección personal del gran visir, partió de Tracia hacia el sur de Grecia, de donde se embarcaría para Creta durante el invierno.

En febrero de 1667, los venecianos recibieron refuerzos significativos de Francia y Saboya, totalizando 21 buques de guerra y unos 6.000 hombres. Pero, como en años anteriores, los desacuerdos entre los líderes de los diferentes contingentes de diversa precedencia (Francia, los Estados Pontificios, Malta, Nápoles, Sicilia, que contribuían con barcos y hombres) obstaculizó las operaciones.

Francesco Morosini, entonces de nuevo el capitán general, trató de enfrentarse a los otomanos, pero evitaron la batalla y, utilizando sus recursos y bases superiores, mantuvieron constantes sus fuerzas en Creta. El único éxito aliado en 1667 fue la repulsión de una incursión otomana en Cerigo (Kythera).

El 8 de marzo de 1668, los venecianos salieron victoriosos en una batalla nocturna muy reñida frente a la isla de Santa Pelagia, donde 2.000 tropas otomanas y 12 galeras intentaron tomar un pequeño escuadrón veneciano de galeras. Prevenidos de sus intenciones, Morosini lo reforzó y obtuvo una victoria costosa, que sería la última victoria de Venecia en el mar en esta guerra. Reforzados de nuevo con naves papales y hospitalarias, los venecianos mantuvieron un bloqueo de Canea, la principal base de suministro de los otomanos, durante el verano.

Para asegurar su anclaje frente a la isla de San Todero, las fuerzas aliadas tomaron la isla fortificada de Santa Marina. Un éxito menor que al final no evitó que la flota del kapudan pacha, llevando tropas y suministros frescos, llegara a Canea en septiembre, después de que el escuadrón maltés-papal hubiera partido.

Caída de Candia (Iraklion) (1666-67)

El nuevo ejército otomano llegó a la isla durante el invierno de 1666/7, y en mayo, comenzó la fase final del asedio, supervisado por el gran visir. Tendría una duración de 28 meses y costaría la vida de 70.000 soldados otomanos, 38.000 cretenses reclutados y esclavos que trabajaron en las obras de asalto otomanas y 29.088 de los defensores cristianos de la ciudad. A pesar de los renovados asaltos otomanos y una economía en apuros, esperando la llegada de considerables refuerzos de Europa Occidental, en 1668, la Signoria esperaba terminar la guerra logrando un acuerdo de paz con los otomanos. De hecho, los venecianos esperaban usar la llegada inminente de refuerzos para asegurar las concesiones de los otomanos.

El almirante Andrea Valier fue designado al principio como enviado, pero cayó enfermo y fue reemplazado rápidamente por el anciano noble Alvise da Molin. Molin y su embajada viajaron a Larissa, donde la corte otomana residía durante una de las expediciones de caza del sultán. Los otomanos propusieron que Venecia conservara la mitad de Creta, pero la Signoria, envalentonada por nuevas promesas de refuerzos, especialmente de Francia, que había firmado la paz de los Pirineos con España en 1659, y renovada agitación en la corte otomana y dentro del Imperio, rechazó la oferta. Mientras tanto, Molin fue transportado por los otomanos a Canea en Creta, se le ordenó continuar las negociaciones y continuar observando la fuerza e intenciones de los otomanos, pero sin comprometerse él mismo ni la República.

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Asedio otomano de Candia (Creta) 1645. Plano del asedio

El 19 de junio, la primera parte del tan esperado contingente francés (en total unos 6.000 soldados y 31 buques), bajo el mando de Francisco, duque de Beaufort, llegó a Candia. La segunda parte, que comprendía la flota de galeras, llegaría el 3 de julio. Los otomanos habían progresado constantemente en los últimos años, habiendo llegado a los bastiones exteriores de la fortaleza; los defensores estaban en una situación desesperada, mientras que la mayor parte de la ciudad de Candia estaba en ruinas.

Los franceses realizaron su primera salida el 25 de junio. Cogidos por sorpresa, los otomanos fueron derrotados rápidamente, pero los franceses se desorganizaron entre las trincheras de asedio, y un contraataque otomano los hizo retroceder. El ataque terminó así en un desastre, costando a los franceses unos 800 muertos, incluido el propio duque de Beaufort, que fue alcanzado por una bala y abandonado en el campo. La llegada de la segunda mitad de la fuerza expedicionaria francesa revivió la moral de los defensores, y se acordó un ataque combinado, que incluía el bombardeo de las líneas de asalto otomanas por parte de la poderosa flota aliada.

El ataque fue lanzado el 25 de julio, en una impresionante demostración de potencia de fuego: se dijo que unas 15.000 balas de cañón habían sido disparadas por la flota. Sin embargo, los otomanos estaban bien protegidos por sus profundas trincheras de tierra, sufrieron relativamente poco daño. Mientras que las cosas no funcionaron bien para la flota cristiana, ya que un accidente causó la explosión del barco francés Thérèse de 58 cañones, que a su vez causó bajas significativas entre las naves francesas y venecianas.

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Asedio otomano de Candia (Creta). Escenas del asedio

Este fracaso, junto con el desastre del mes anterior, agrió aún más las relaciones entre los franceses y los venecianos. En las pocas operaciones que se intentaron durante las siguientes semanas faltaba claramente la cooperación. Mientras que la mala situación del suministro, la propagación de enfermedades entre sus tropas y el continuo desgaste de sus fuerzas en la lucha diaria en Candia hizo que los comandantes franceses estuvieran especialmente dispuestos a partir.

El contingente francés eventualmente partió el 20 de agosto, quedando Morosni solo con unos 3.600 defensores aptos para el combate. Dos asaltos otomanos el día 25 fueron rechazados, pero para Morosini, estaba claro que la ciudad ya no podía ser retenida. Después de un consejo de guerra el 27 de agosto, pero sin consultar primero a Venecia, se decidió capitular. El 5 de septiembre de 1669, la ciudad fue entregada a los otomanos, mientras que los supervivientes de la guarnición, los ciudadanos y sus tesoros fueron evacuados. Por su propia iniciativa, Morosini concluyó un acuerdo de paz permanente con los otomanos, que, dadas las circunstancias, fue relativamente generoso: Venecia retendría las islas del mar Egeo de Tinos y Kythera y las islas aisladas de Spinalonga, Gramvousa y Souda frente a la costa de Creta, así como los avances logrados en Dalmacia.

Según datos obtenidos de los archivos del estado veneciano, se describe un plan destinado a levantar el asedio infectando a los soldados otomanos con la peste; esto se haría atacándolos con un líquido hecho de bazos y bubones de víctimas de la peste. Aunque el plan estaba perfectamente organizado, y la mezcla mortal estaba lista para ser usada, el ataque finalmente nunca se llevó a cabo.

Secuelas

La rendición de Candia puso fin a los cuatro siglos y medio de dominio veneciano en Creta, y llevó al imperio Otomano a su cenit territorial temporal. Al mismo tiempo, sin embargo, el costo y las bajas sufridas durante esta prolongada guerra contribuyeron en gran medida al declive del Imperio otomano durante el siglo XVII. Por otro lado, Venecia había perdido su colonia más grande y próspera, su posición comercial preeminente en el Mediterráneo había disminuido, y su tesorería estaba agotada, habiendo gastado unos 4.253.000 ducados solo en la defensa de Candia. A todo esto, las ganancias dálmatas fueron una compensación insuficiente.

A su regreso a Venecia en 1670, Morosini fue juzgado por cargos de insubordinación y traición, pero fue absuelto. Quince años más tarde, lideraría las fuerzas venecianas en la guerra de Morea, donde la República intentó, por última vez, revertir sus pérdidas y restablecerse como una de las principales potencias del Mediterráneo Oriental. Durante esa guerra, en 1692, una flota veneciana intentó volver a tomar Candia, pero falló.

Las últimas fortalezas venecianas frente a Creta cayeron en la última guerra turco-veneciana en 1715. Creta permanecería bajo control otomano hasta 1897, cuando se convirtió en un estado autónomo. La isla continuó bajo la soberanía otomana hasta las guerras de los Balcanes. A raíz de esto, el sultán otomano abandonó cualquier reclamo en la isla, y el 1 de diciembre de 1913 se uniría formalmente a Grecia.

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Conquista otomana de Candia (Creta). Autor Girit’in Fethi

Cuarta guerra Austro-otomana (1663-64)

La causa de esta guerra fue la invasión de Polonia en 1658, por parte del príncipe George Rákóczy II de Transilvania, sin el permiso de los otomanos. Transilvania, después de la batalla de Mohács en 1526, había reconocido la soberanía otomana y rindió homenaje al sultán, a cambio, recibió autonomía política y religiosa. Al enterarse de la guerra no autorizada de Rákóczy, los otomanos declararon la guerra a su vasallo. No pasó mucho tiempo antes de que el gran visir Kopulu Mehmed pachá derrotara a Rákóczy y conquistara Transilvania. El nuevo príncipe de Transilvania, János Kemény, huyó a Viena en busca del apoyo de Austria.

El emperador Leopoldo I, que no deseaba que Transilvania cayera bajo el control directo otomano, envió a Montecuccoli a Hungría con un pequeño ejército. Montecuccoli era ampliamente superado en número por los otomanos.

Mientras tanto, para liberar a Croacia y Hungría, Nikola Zrinski, ban de Croacia, desde 1661 hizo todo lo posible por iniciar un nuevo conflicto austro-otomano, organizando incursiones en el territorio otomano desde su bastión Novi Zrin. Estas incursiones y la presencia del ejército de Montecuccoli hicieron que los otomanos pusieran fin al statu quo de Viena, que existía entre ellos desde 1606.

El emperador Leopoldo convocó la Dieta Imperial en enero de 1663, para pedir ayuda a los reyes alemanes y europeos, con éxito. Se reclutó un ejército de 30.000 tropas de Bavaria, de Brandeburgo y Sajonas. Incluso el archienemigo Louis XIV de Francia envió un contingente de 6.000 efectivos bajo Jean de Coligny-Saligny.

Batalla de Kobolkút (1663)

En el verano de 1663, un ejército otomano de más de 100.000 efectivos bajo el gran visir Koprulu Fazıl Ahmed entró en los Habsburgo, Hungría, y en septiembre conquistó la ciudad de Érsekújvár.

La vanguardia otomana de unos 12.000 efectivos se enfrentó a unos 8.000 efectivos austro-húngaros mandados por Ádám Forgách, no hay muchos datos de la batalla, pero los austro-húngaros fueron derrotados.

Batalla de Leva (1664)

A principios de 1664, el ejército imperial se dividió en 3 cuerpos: en el sur, 17.000 tropas húngaro-croatas bajo el mando de Nikola Zrinski. En el centro, el ejército principal de Montecuccoli, que tenía 28.500 hombres, y en el norte, unos 8.500 hombres al mando del general Jean-Louis Raduit de Souches. Había unos 12.500 hombres en reserva para defender las fortalezas. Este ejército de 66.500 hombres no era una unidad, ya que las diferencias de opinión entre los comandantes eran muy fuertes, especialmente con Zrinski.

Souches, del ejército norte, conquistó Nyitra el 3 de mayo y luego derrotó a los otomanos en Mehmed Kucuk el 16 de mayo cerca de Zsarnóca (Scharnowitz). Un ejército otomano de unos 20.000 efectivos bajo el mando de Ali pachá fue enviado por Buda para detener al ejército imperial. Ambos ejércitos se encontraron cerca de Leva, pero el ejército otomano, compuesto principalmente por tropas irregulares, no era rival para los batallones de mosqueteros imperiales bien organizados que, además, estaban protegidos por su falange de piqueros.

En un primer momento, Souches escondió una parte de sus hombres para provocar un ataque otomano. Cuando entraron, los otomanos descubrieron la trampa, pero era demasiado tarde; las tropas otomanas irregulares fueron presas del pánico y huyeron dejando muchas bajas y un rico botín de carros y armas en el campo de batalla, incluyendo 11 piezas de artillería de gran tamaño. El comandante, Ali pachá, fue muerto durante la batalla.

Batalla de San Gotardo o de Mogersdorf (1664)

Zrinski en el sur se dispuso a destruir un puente otomano fuertemente fortificado que, desde 1566, unía Darda con Osijek sobre el río Drava y las marismas de Baranya. La destrucción del puente cortaría la retirada del ejército otomano y haría imposible cualquier refuerzo turco durante varios meses. Permitiendo volver a capturar las plazas fuertes de la zona (Berzence, Babócsa, la ciudad de Pécs, etc.). Zrinski avanzó 240 kilómetros en territorio enemigo y destruyó el puente el 1 de febrero de 1664. No logró conquistar Nagykanizsa, el principal objetivo. El asedio tuvo que ser levantado cuando en junio cuando se acercó el ejército principal de Koprulu.

El ejército de Koprulu, formado por unos 130.000 soldados, probablemente incluía unos 60.000 jenízaros y shipahis (cipayos), y unos 70.000 azapes, akincis, tártaros y vasallos.

El ejército de Montecuccoli consistía en las fuerzas alemanas y austriacas, la infantería checa, brigadas francesas, aproximadamente 2.000 croatas, un regimiento de Piamonte y algunos cientos de húngaros. Las fuerzas de Habsburgo incluían 5.000 soldados de infantería (10 BIs) y 5.900 de caballería (27 Escons); las tropas del Sacro Imperio Romano: 6.200 infantes (6 BIs) y 1.200 jinetes (9 Escons); las fuerzas del Rin: 600 de infantería (2 BIs) y 300 de caballería (4 Econs); las fuerzas francesas: 3.500 de infantería (4 BIs) y 1.750 de caballería (10 Escons). Otros contingentes incluían 2.000 croatas, soldados húngaros a pie, mosqueteros checos y un RI de Piamonte.

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Batalla de San Gotardo o de Mogersdorf (1664). Despliegue de fuerzas: los otomanos son las verdes, los austriacos los rojos, los alemanes del Rin los azules, los franceses los grises.

La renovada invasión otomana comenzó en la primavera de 1664. Este retraso fue clave en la defensa de Austria, mientras Montecuccoli esperaba ayuda. A principios de julio, los turcos sitiaron y conquistaron la fortaleza de Zrinski, Novi Zrin junto al río Mura, en el norte de Croacia, que tuvo que ser abandonada cuando Montecuccoli se negó a acudir en su rescate. Zrinski nunca perdonaría esto.

Finalmente, en julio de 1664, las fuerzas imperiales estaban listas y se establecieron en el río Raba, el cual separaba las fuerzas turcas de las austriacas. Si hubieran cruzado el río, los otomanos hubieran atacado Viena y Graz. Montecuccoli interceptó a los otomanos antes de que cruzaran el río, pero la división del mando hizo imposible el efectivo despliegue de las tropas.

El 1 de agosto de 1664, los otomanos lograron cruzar el río cerca del monasterio de San Gotardo y atacaron las fuerzas de Montecuccoli. Aunque al principio reinaba la desunión, Montecuccoli fue finalmente capaz de convencer a los mandos para atacar a las tropas turcas, las cuales se reorganizaron en un bosque cercano. El ataque aturdió a los turcos, quienes huyeron en la confusión de vuelta al río, ahogándose un gran número de ellos. Debido al pánico reinante, Ahmed Koprulu no pudo enviar al resto de su ejército a lo largo del río y en vez de ello se retiraron.

Las bajas fueron altas en el lado otomano y, significativamente, muchas de las bajas se dieron en los cuerpos de élite del ejército. A pesar de la victoria, los austriacos eran todavía inferiores en una proporción de tres a uno frente a los turcos.

Paz de Vasvár o paz de Eisenburg (1664)

Tras la batalla ambas potencias firmaron un tratado conocido como paz de Vasvár o paz de Eisenburg, las negociaciones se iniciaron, se detuvo la lucha y la paz fue firmada. Algunos grupos dentro de la monarquía insistieron en seguir la lucha, en especial los croatas y húngaros, en parte porque gran parte de su territorio aún se encontraba en manos otomanas y vieron la guerra como una oportunidad de recuperar sus tierras.

Se reconoció el control otomano de Transilvania y Uyvar, administradas por el eyelato turco de Uyvar. Ambas partes se comprometieron a pagar compensaciones de guerra al otro. La paz duró aproximadamente 20 años, hasta 1683, cuando una escaramuza en las fronteras de ambos imperios escaló a una guerra y culminó con el segundo sitio de Viena.

Guerra Polaco-turca (1672-76)

Antecedentes

La mancomunidad Polaco-Lituana se enfrentó a Rusia en la guerra ruso-polaca de 1654-67. La guerra terminó con el tratado de Andrúsovo (1667). Por este tratado la Ucrania Polaca se dividió en dos partes, la oriental (delimitada por el río Dniéper) que pasó a poder de Rusia, mientras que la parte occidental se mantuvo en poder polaco.

Los cosacos no aceptaron este reparto y el atamán Doroshenko rehusó la autoridad polaca y se alió con los tártaros contra la mancomunidad Polaco-Lituana.

Tras conseguir el apoyo de los tártaros se envió una embajada a Estambul para conseguir la ayuda del Imperio otomano que estaba enfrascado en una guerra con Venecia, solo respondió tibiamente.

Los cosacos realizaron expediciones sangrientas en territorio polaco y avanzaron hacía Podhajcach, pero fueron dispersados por Juan III Sobieski. Doroshenko volvió a reconocer la autoridad polaca y los tártaros a ser aliados de la Mancomunidad, pero Peter Doroshenko solo veía el tratado de Podhajcach como un recurso para ganar tiempo. Su intención era reagrupar las fuerzas cosacas para luchar contra polacos y rusos y unificar Ucrania bajo su gobierno. Para ello contaba con la ayuda del Imperio otomano.

En enero de 1668, volvió a entrar en contacto con los turcos y los tártaros y se elaboró un plan para capturar a traición Zadniepr. Tras la toma de la ciudad, Doroshenko no se quedó allí, donde los cosacos locales le ofrecieron un juramento de lealtad. La campaña de 1671 trajo una serie de victorias conseguidas por Juan Sobieski sobre tártaros y cosacos. Pero el Imperio otomano ya había ganado la guerra en Creta y podía aplicar toda su fuerza contra Polonia.

En diciembre de 1671, el sultán Mehmed IV y el gran visir Fazyl Ahmed, informaron a la corte polaca la soberanía turca sobre los cosacos y exigieron la retirada del ejército de la Mancomunidad de Ucrania.

La Mancomunidad se encontraba en un estado de guerra civil y el parlamento polaco, en lugar de debatir sobre la defensa del país, concentró sus esfuerzos en las disensiones internas. Cuando en agosto de 1672 una gran invasión turca cayó sobre Polonia, entonces se preocupó por la guerra.

El ejército otomano obtuvo Kamianets-Podilskyi con facilidad y marchó hacia Lwów. La ciudad se defendió desesperadamente, pero la superioridad otomana era enorme y las victorias logradas por Sobieski contra los tártaros no ayudaron a aflojar el asedio.

A causa de las disensiones internas, la Mancomunidad perdió la guerra, y el 18 de octubre de 1672 se firmó el tratado de Buczacz en la que perdió Ucrania y Kamianets-Podilskyi y se comprometió a pagar un tributo al Sultán.

Con esta derrota salieron los polacos de su letargo y en marzo de 1673 se reconciliaron el rey Miguel Korybut Wisniowiecki y el parlamento polaco. En la primavera rechazaron las condiciones del tratado dictadas por los otomanos y decidieron continuar la guerra.

Se debatió formar una liga antiturca entre Polonia, Austria y Rusia llamando a la rebelión a todos los pueblos de los Balcanes y atraer a Doroshenko. Un ejército de 60.000 hombres fue organizado, pero pronto se hizo evidente que la ayuda externa no llegaría y que tendrían que luchar solos.

A pesar de todo, la situación en 1673 había cambiado. Polonia estaba bien preparada para la guerra y el imperio Otomano estaba agotado tras la campaña de 1672. Además, los tártaros, celosos de la influencia turca, no acudieron a la lucha y los cosacos de Doroshenko no se apresuraron para ayudar a los otomanos.

Batalla de Chocim (1673)

El 8 de julio Mehmed IV y sus tropas marcharon a Edirne y en septiembre alcanzaron el Danubio. Los turcos decidieron dividir sus fuerzas, por lo que Huseín pachá junto al ejército de su provincia había ocupado el campamento polaco en Chocim. Otro ejército de 10.000 hombres aguardaba cerca de Kamieniec Podolski bajo el mando de Halila pachá.

Los ejércitos de la Mancomunidad convergieron en Gliniank Skwarzaw cerca de Lwów. El 8 de octubre el rey Miguel Korybut Wisniowiecki pasó revista a los ejércitos, quien había resuelto ponerse a la cabeza del ejército. Sin embargo, sintió unos repentinos dolores y los médicos decretaron que su incorporación al ejército era imposible. El 9 de octubre las tropas comenzaron a marchar hacia Trembowli, donde se unirían con el ejército lituano e invadirían Moldavia.

El plan de campaña era simple. Kamieniec Podolski no podía ser tomado en un asedio, ya que los polacos se encontraban sin ingenieros, ni morteros. Por eso la intención de Juan Sobieski era ir directo hacia las fuerzas otomanas, golpearlas, rechazarlas y colocar a Kamieniec Podolski a 150 millas de cualquier socorro turco.

El 26 de octubre las tropas polacas cruzaron el río Dniéster y acamparon en el pueblo de Luka. Sobreestimando las tropas turcas estacionadas en Cecora, Sobieski decidió presentar batalla a los turcos situados en Chocim.

Las condiciones de la marcha del ejército fueron difíciles. Tuvo que avanzar entre bosques bajo una intensa lluvia y soportando el hambre y el frío. Muchos soldados protestaban y pedían volver a su país. Sobieski para tranquilizarlos, prometió alimentos, pastos y el saqueo rico del campamento turco y les aseguró que todos ellos volverían pronto famosos y victoriosos. Poco después se unió a los polacos un grupo de valacos mandados por el príncipe Stephen Petryczaïko que habían abandonado a los turcos para luchar junto a los cristianos. El 9 de noviembre el ejército llegó a Chocim, donde fue recibido con el sonido del cañoneo turco.

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Batalla de Chocim (1673). Plano de la batalla

El campamento de Huseín pachá se hallaba en una meseta plana. A la derecha se encontraba Chocim y su fortaleza. El campamento controlaba los caminos de Jassy y Czemiowiec. Al este del campo servía de defensa el Dniéster, al norte y sur enormes barrancos servían de foso y solo el lado occidental estaba algo más expuesto, por lo que se le había fortalecido con fosos. Sobre el Dniéster se había construido un puente de pontones para mantener la comunicación con la fortaleza de Kamieniec Podolski. El arte de los otomanos había añadido a la fortificación canales y arroyos que eran más rápidos todavía armados a orillas de las empalizadas. Una poderosa artillería había terminado por hacer esta fortificación casi inexpugnable.

El ejército turco estaba formado por 80.000 hombres, entre los cuales había 40.000 shipahis (cipayos) y jenízaros. Estas tropas, a diferencia de las polacas, estaban frescas, alimentadas y bien provistas de municiones. También podían contar con la cooperación de las fuerzas cercanas (en Kamieniec Podolski entre 8.000 y 10.000 soldados, en Jassy entre 3.000 y 4.000). Disponían de 50 cañones.

Los polacos, a pesar de que comenzaron la marcha con un ejército mucho más numeroso, totalizaban en Chocim menos de 30.000 y 65 cañones. Algunas unidades vigilaban las vías de comunicación abiertas a lo largo de la carretera de Podolu y Moldavia. También hubo deserciones y la gripe y otras enfermedades había disminuido los efectivos del ejército polaco.

Al día siguiente (10 de noviembre), se dispuso todo para el ataque. El gran hetman Miguel Kazimierz Pac empleó todo su ingenio al exponer la desigualdad inmensa de los términos en que se iba a dar la batalla a los otomanos, y sostuvo que se exponían a destruir el último recurso de la república. En esta temeridad declaró que había llegado a que se retiraran sus lituanos en los albores de la mañana, para preservarlos para el futuro servicio de su país. Sin embargo, Miguel Casimiro Radzivil lo convenció para luchar.

Los regimientos polacos formaron frente a la fortaleza, con los regimientos mandados por Bidzinski, Wolosi y Jablonowski, voivoda de Rutenia, en el ala derecha. El centro estaba formado por Sobieski, Dimitri Wisniowiecki, jefe de campo del ejército de la Corona y primo del rey, y el voidova Potocki. Por último, el ala izquierda constaba de las tropas lituanas del gran hetman Miguel Pac y del hetman Miguel Casimiro Radzivil. Una primera línea estaba formada por la infantería y artillería y por detrás se encontraba la famosa caballería polaca.

Dado que los polacos no tenían intención de salir de sus fortificaciones, Sobieski decidió tomar el campamento.

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Batalla de Chocim (1673). Desarrollo de la batalla

Antes de la noche, parte de los cosacos y la infantería de la Corona del ala derecha atacaron el campamento turco. Este ataque, no apoyado por otras unidades ni por la artillería, se dividió muy pronto, y su comandante, el coronel Juan Motovidlo cayó durante la lucha. Por la noche las unidades polacas y la artillería se acercaron más a las posiciones otomanas, que esperaban un inminente ataque polaco, pero Sobieski no ordenó el ataque. Pronto la oscuridad trajo el frío intenso de la noche, desatando el viento y las fuertes nevadas.

Durante toda la noche el ejército polaco-lituano esperó pacientemente en formación a pesar del mal tiempo. Los turcos sufrieron considerablemente más que los polacos, acostumbrados a un clima templado, y su fuerza se había agotado en su totalidad por desafiar las dificultades de la noche e imperiosamente debían retirarse y tomar algún descanso en la mañana.

A las 7 de la mañana, la luz del día puso de manifiesto las delgadas filas otomanas. Sobieski se volvió con impaciencia a los oficiales que le rodeaban, exclamando: «Este es el momento que he estado esperando; lleven mis órdenes para un ataque inmediato.» Entonces, observando que la primera brigada, desanimados por sus sufrimientos finales, no se presentaba con toda la prontitud que deseaba, se dirigió inmediatamente a su propio regimiento de dragones, a quien él mismo había formado, desmontó y poniéndose a la cabeza, espada en mano, abrió la marcha hacia las trincheras turcas.

La visión de su jefe luchando en las murallas del enemigo, expuesto a un fuego intenso y estaba sostenido solo por sus dragones, enardeció a los polacos. Temblando por la seguridad de Sobieski y con ganas de preservarlo con su propia vida, se lanzaron impetuosamente a la derecha y la izquierda, se apoderaron una tras otra de las posiciones y en poco tiempo giraron los cañones del enemigo contra sí mismos. El ataque más fuerte se produjo desde el ala derecha polaca, donde la infantería y los dragones empezaron a abrir brechas en la empalizada turca para abrir un camino por donde pudiera atacar la caballería.

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Batalla de Chocim (1673). Caballería polaca de húsares y dragones. Autor Jerzy Kossak

Los turcos estaban consternados. Fueron sorprendidos por el ataque tan repentino, en un momento en que ya no creían que los cristianos persistieran en la estupidez de intentar el asalto contra unas fuerzas que los superaban en número y que contaban con la ventaja de una posición casi inexpugnable. Precisamente entonces, Huseín, engañado por un movimiento del ala izquierda polaca, corrió hacia el otro extremo del campo. Los sipahis (cipayos) pensaron que huía, y el desorden se apoderó de las tropas otomanas.

Esa pelea resultó ser un cuerpo a cuerpo de dos grupos no organizados debido a la falta de espacio. Por lo tanto, los ataques de la infantería tuvieron una gran eficacia y, viendo el éxito de la infantería, los regimientos de caballería de Bidzinski y Jablonowski entraron en el campamento. Estos regimientos sembraron el pánico y la destrucción a su paso, aunque los turcos consiguieron resarcirse y contraatacaron con fuerza. Sin embargo, los gritos de victoria indicaban que las fuerzas de Pac y Radzivil, en el ala izquierda, habían penetrado en el campamento turco.

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Batalla de Chocim (1673). Carga de los húsares alados polacos. Autor Mariusz Kozik

Llegados a este punto, los turcos comenzaron a huir hacia el puente sobre el Dniéster. Los lituanos les persiguieron convencidos ya de la victoria. Pero en ese momento sobrevino el desesperado contraataque otomano por la caballería bosnia hacia la puerta que conducía a Jassy, donde estaban los regimientos de Wisniowiecki y Potocki. No obstante, cuatro escuadrones de húsares alados que se encontraban en la reserva cargaron inmediatamente contra ellos haciéndolos retroceder. Los bosnios se quedaron atrapados en un profundo y estrecho barranco.

Entonces el ejército turco solo pensaba en cruzar el puente sobre el Dniéster, pero esa ruta estaba cortada por los lituanos de Radzivil. Además, el puente fue pronto bombardeado por los cañones polacos, y cientos de soldados de caballería se sumergieron en la fría corriente fría. Muchos de estos hombres aterrorizados trataron de salvarse saltando desde el precipicio, pero la orilla alta del río había sido inundada por la lluvia otoñal.

La masacre terrible duró tres horas, cubrían el suelo 40.000 muertos otomanos, entre ellos la mitad de los cipayos y 8.000 jenízaros. Sobieski se había apoderado de la bandera verde de Huseín, que le había sido enviada por Mehmed IV​; se habían capturado más de 20 cañones, numerosos estandartes, caballos turcos, camellos, mulas, plata, oro y numerosos prisioneros fueron pasados a cuchillo con el fin de que su vigilancia no les impidiera continuar la campaña.

La victoria en esta batalla costó a los polacos y lituanos entre 1.200 y 1.500 muertos, incluyendo numerosos oficiales, y también muchos heridos.

La artillería polaca entró entonces en acción para rendir la fortaleza de Chocim, que posiblemente no hubiera podido resistir muchas horas. Sin embargo, se concedieron términos de capitulación generosos para los sitiados. Se les permitió llegar sin peligro a Kamieniec Podolski, con todos los bienes que pudieran transportar en 40 carros. El comandante de esa fortaleza agradeció esta indulgencia y devolvió, voluntariamente, sin rescate, 50 prisioneros polacos.

Ante la noticia de este desastre, Caplan pachá, que marchaba a engrosar el ejército de Chocim, prendió fuego a su campamento de Cecora y huyó más allá del Danubio. Todas las guarniciones turcas se retiraron, dejando a su paso devastación. Jassy también fue abandonado.

Para aprovechar con rapidez la victoria, Sobieski quería limpiar la orilla izquierda del Danubio, cortando puentes, para privar a los turcos cualquier medio y cualquier esperanza de retorno, pero una noticia detuvo la ofensiva. La muerte de Miguel Korybuth Wisniowiecki el 10 de noviembre en Lwów, a la edad de 35 años, después de cuatro años y algunos meses en el trono, propició que las armas polacas no sacaran más beneficio de la victoria.

Sobieski tenía que estar presente en la elección del nuevo rey. Por lo tanto, después de dejar guarniciones en varias ciudades de Moldavia y algunas unidades de bloqueo en Kamieniec Podolski, regresó con el resto del ejército a la Mancomunidad. Esta victoria de Chocim no demostró ser decisiva militarmente, pero sí políticamente porque tuvo por consecuencia que Juan Sobieski (Juan III) fuera elegido rey de Polonia.

Con Juan III Sobieski en el trono, Polonia rechazaría una nueva invasión turca en 1676 y en 1683, respondiendo al llamamiento del Sacro Imperio Romano Germánico, derrotaría al ejército turco en la batalla de Kahlenberg.

Segundo asedio de Viena o batalla de Kahlenberg (1683)

Antecedentes

La captura de la ciudad de Viena siempre fue una aspiración estratégica del Imperio otomano, debido al control que esta otorgaba sobre las rutas comerciales del Danubio (desde el mar Negro a la Europa Occidental y del mar Mediterráneo Oriental a Alemania). El primer asedio fue en 1529, y tras la derrota en batalla de Chocim en 1673, el Imperio otomano inició los preparativos logísticos para el asedio. Se construyeron y repararon puentes y caminos que iban hacia el Sacro Imperio Romano Germánico y a los centros logísticos del Imperio, además de enviar municiones, cañones y otros suministros desde todos los rincones del Imperio otomano a estos centros logísticos y los Balcanes.

En la arena política, el Imperio otomano había estado proporcionando ayuda militar a los húngaros y a las minorías no católicas en las regiones de Hungría ocupadas por los Habsburgo. Allí, en los años que precedieron al asedio, la agitación social se había convertido en una revuelta en contra de la política contrarreformista de Leopoldo I en su afán de aplastar al protestantismo. En 1681, protestantes y otras fuerzas Kuruc anti-Habsburgo, lideradas por Emérico Thokoly, fueron reforzadas por tropas del Imperio otomano, que reconocía a Thokoly como el «Rey de Alta Hungría». Este apoyo llegó incluso hasta prometer a los húngaros en forma explícita el «reino de Viena» en caso de que cayera en manos otomanas. No obstante, antes del asedio, un estado de paz había existido por veinte años entre el Sacro Imperio Romano Germánico y el Imperio otomano como resultado de la paz de Vasvár.

En 1681 y 1682, las escaramuzas entre las fuerzas de Emérico Thokoly y el Sacro Imperio Romano Germánico (cuya frontera se encontraba en el norte de Hungría en ese entonces) se intensificaron. Las incursiones de fuerzas austríacas en Hungría Central otorgaron al gran visir Kara Mustafá pachá (kara significa negro por el color de su piel) el argumento crucial que necesitaba para convencer al sultán Mehmed IV que permitiera el movimiento del ejército otomano. Mehmed IV autorizó a Kara Mustafá pachá a operar hasta los castillos de Gyor y Komárom, ambos en el noroeste de Hungría, y asediarlos. El ejército otomano se movilizó el 21 de enero de 1682, y la guerra fue declarada el 6 de agosto de 1682.

La logística de la época hacía suponer que lanzar una invasión en agosto o septiembre de 1682 habría sido muy arriesgada o imposible (con una campaña de tres meses, los otomanos habrían llegado a Viena en el peor momento del invierno).

Sin embargo, estos 15 meses de espera entre la movilización y la preparación para una invasión total dieron tiempo suficiente a Viena para preparar sus defensas y a Leopoldo I para reunir tropas del Imperio. Leopoldo I solicitó un apoyo general, mientras el papa Inocencio XI presionaba a todos los católicos a sumarse a una cruzada. Sin duda, esto contribuyó al fracaso de la campaña otomana. La decisiva alianza entre el Sacro Imperio Romano Germánico y Polonia-Lituania concluyó en un tratado que estipulaba que Leopoldo I prometía enviar apoyo a Sobieski si los otomanos atacaban Cracovia y, por su parte, el ejército polaco iría al auxilio de Viena en caso de que esta fuese atacada.

El 30 de marzo de 1683, otra declaración, enviada por Kara Mustafá en nombre de Mehmed IV, llegó a la corte imperial en Viena. Al día siguiente, la punta de lanza del ejército otomano comenzó a marchar desde Edirne hacia Tracia con unos 100.000 efectivos. Pero la marcha fue muy dificultosa. Incesantes lluvias convertían los caminos en puro barro, donde constantemente se hundían los carros de provisiones y los inmensos rebaños de todo tipo de ganado que acompañaban al ejército otomano. Las tropas llegaron a Belgrado el 3 de mayo, y acamparon al noreste de Zernun, en la ribera del Danubio. Allí siguieron recibiendo nuevos refuerzos desde Albania, Épiro, Tesalia, Egipto, húngaros bajo mando Thokoly el supuesto rey.

El sultán Mehmed decidió quedarse en Belgrado y nombró al gran visir comandante en jefe que continuó el avance hacia la ciudad de Viena. Aproximadamente 40.000 soldados tártaros de Crimea llegaron cuando estaban 40 km al este de Viena. El 26 de mayo, el ejército otomano entro en territorio enemigo, dirigiéndose hacia la ciudad de Gyor. El emperador Leopoldo ya no tenía ninguna duda de cuál era el objetivo principal de la ofensiva otomana, y el 7 de julio, acompañado de su corte y todo el tesoro que pudo llevar, y unos 80.000 habitantes no aptos para el combate, abandonó Viena y se retiró hacia Linz.

Kara Mustafá apareció ante la fortaleza austriaca de Gyor el 2 de julio para encontrar a los austriacos, cuyas fuerzas al mando de Carlos V de Lorena ascendían a solo 33.000 hombres, decididos a mantenerse a la defensiva en la línea del río Leitha. El rápido avance de los otomanos hizo que Carlos V de Lorena tuviera que replegarse, dejando Gyor y retirándose hacia Viena. El 7 de julio, el gran visir salió del campamento de Gyor rumbo a Viena con el ejército principal y dejó a Ibrahim pachá, el gobernador de Buda, con 25.000 soldados otomanos y 10.000 tártaros para sitiar Gyor.

El asedio de Viena

El gran visir ordenó marchar directamente sobre la capital de Austria en lugar de gastar un tiempo precioso sitiando otras plazas fuertes cercanas a la frontera. Las tropas otomanas cruzaron el río Raab. La defensa de Viena se dejó en manos del conde Ernest Rudiger von Starhemberg, que disponía de unos 16.000 efectivos (10.000 infantes y 6.000 coraceros), además contaban con el apoyo de 8.000 ciudadanos y 700 estudiantes universitarios preparados para el servicio militar. Mandó incendiar los suburbios fuera de las murallas para privar de protección a los otomanos. El ejército turco cercó la ciudad el 16 de julio, mientras los akincis o jinetes ligeros turcos devastaron los campos de los alrededores.

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Asedio de Viena (1683). Los otomanos a las puertas de la ciudad. Bajo el mando de Kara Mustafá pachá llegaron a las puertas de la ciudad el 14 de julio. Autor Peter Dennis

Los otomanos aislaron a Viena de todo auxilio del exterior. Las tropas imperiales, bajo el mando del duque de Lorena, se había retirado a la orilla izquierda (norte) del Danubio, en espera de los refuerzos provenientes de Polonia, Sajonia y Baviera. Además de estos socorros militares, la causa de los Habsburgo reunió la bendición del papa Inocencio XI (que se concretó no solo en bendiciones sino también en un importante aporte material) con las discretas ayudas monetarias de España y Portugal, reinos por entonces estaban ocupados en otros conflictos.

Aquel mismo día comenzó el asedio propiamente dicho con un intenso bombardeo que se prolongó en los dos meses siguientes. A lo largo del asedio, los otomanos concentraron sus ataques contra las murallas situadas entre los bastiones de Burg y Lobl. Sin embargo, tal como ocurriera en 1529, los otomanos carecían de artillería pesada y además, sus 300 cañones de campaña y no superaban en los 260 cañones y morteros de los defensores. Estos, por su parte, carecían de suficiente munición, lo que explica por qué solo se dispararon dos o tres disparos por arma en todo el asedio.

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Asedio de Viena (1683). Mapa del asedio otomano. Autor Handy Dandy

Sin embargo, la movilización y la llegada de estos auxilios iba a tardar un tiempo bastante largo. Las fuerzas de Kara Mustafá se dedicaron a cavar trincheras para rodear por tierra la ciudad y túneles para introducir minas subterráneas debajo de los bastiones vieneses, lo que terminaría por causar una destrucción mucho mayor. También lanzaron varios asaltos. Estos empezaban a tener cada vez mejores resultados y la guarnición sufría elevadas pérdidas debido también a la disentería.

Con el fin de prevenir cualquier intento exitoso de que los mineros otomanos llegasen a cavar profundos túneles repletos de cargas explosivas; Starhemberg dispuso guardias en los sótanos y pasajes subterráneos de las murallas, los cuales tenían la misión de avisar de inmediato si percibían alguna vibración anormal en los mismos.

El fuego de los atacantes se concentró en dos puntos clave de todo el sistema defensivo de Viena: los revellines de Burg y Löbl. El daño causado en ambos bastiones se debió, más que a la artillería, a la utilización de las minas subterráneas, lo que obligó a las fuerzas de von Starhemberg a reparar los daños en forma urgente, erigiendo nuevas fortificaciones por detrás de las ya deterioradas. Para el 2 de septiembre, la situación empeoró para los defensores debido a que los otomanos consiguieron tomar el revellín Burg. Cuatro días después, la explosión de otra carga por debajo de las murallas provocó daños aún más graves, lo que hacía suponer que los sitiadores lanzarían en breve su ataque final. Sin embargo, Kara Mustafá decidió esperar a que los efectos combinados del hambre y las enfermedades obligasen a los vieneses a rendirse rápidamente, ahorrando así además muchas vidas de su propio ejército. Esta situación terminaría por ser decisiva a la hora del resultado final del combate.

El 4 del mismo mes, otra mina explotó en el bastión del Burg causando una brecha de unos 10 metros, los defensores cogidos por sorpresa, reaccionaron con rapidez. El capitán Heistermann formó un grupo de mosqueteros y comenzó a lanzar descarga tras descarga sobre los turcos que se acercaban a la muralla, mientras otros defensores trataban desesperadamente de tapar la brecha con sacos terreros, planchas de madera y caballos de frisia fabricados rápidamente. El combate duró dos horas, con numerosas bajas por ambos bandos, y al final, los turcos se retiraron. Los defensores esperaban un asalto final decisivo. Sin embargo, Kara Mustafá apostó a su ejército delante de las murallas con el fin de obligar a la ciudad a rendirse.

El siguiente ataque general comenzó el 8 de septiembre. Dos minas explotaron en la muralla del bastión del Burg. Parte del muro se derrumbó. Pero esta vez, los defensores estaban preparados. Habían construido una línea de barricadas por dentro de la muralla. Los turcos se lanzaron al salto y sobrepasaron la muralla, encontrándose de frente con el fuego graneado de los defensores, que causaron una tremenda matanza entre los atacantes, que se vieron obligados a replegarse de nuevo.

Las tropas vienesas comenzaron a fortificar las casas situadas en el interior de la muralla, detrás de los bastiones amenazados, para desde allí proporcionar fuego de cobertura. Pero los defensores sabían que el próximo ataque otomano probablemente sería el último. Los turcos comenzaron a acercar su artillería a la muralla el día 9.

Las tropas coaligadas de imperiales, polacos, sajones y bávaros cruzaron el Danubio por el norte y acamparon a los pies de las colinas que rodean a Viena por esa misma dirección en la segunda semana de septiembre de 1683. Allí, Sobieski recibió las alarmantes noticias de la capital de los Habsburgo de los labios de un mensajero que había conseguido infiltrarse tras las líneas enemigas, disfrazado de otomano. De acuerdo a los dichos de este, los defensores estaban a punto de colapsar, por falta de municiones y provisiones, y los bastiones estaban rotos en varios puntos. Era urgente, pues, atacar a las fuerzas de Kara Mustafá antes de que estas entrasen en Viena.

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Asedio otomano de Viena (1683). Los otomanos asaltando las murallas.
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Asedio otomano de Viena (1683). El ataque otomano del 12 de septiembre es repelido. Autor Peter Dennis

Batalla de Kahlenberg (12 de septiembre de 1683)

El rey de Polonia, Juan III Sobieski, preparó una expedición de apoyo para Viena durante el verano de 1683, honrando sus obligaciones con el tratado. Incluso fue más allá, dejando a su propia nación indefensa cuando partió personalmente de Cracovia el 15 de agosto. Sobieski se resguardó con una seria amenaza a Emérico Thokoly, el líder húngaro, a quien amenazó con destruir si es que trataba de aprovecharse de la situación (y así lo haría). Jan Kazimierz Sapieha retrasó la marcha del ejército lituano para devastar las serranías húngaras (ahora Eslovaquia), y llegando a Viena después de la batalla.

Juan III Sobieski, rey de Polonia, lideraría la coalición; el margrave Luis Guillermo de Baden-Baden, llamado Turkenlouis (Luis el Turco); el duque Carlos V de Lorena; y otros muchos príncipes, generales y ministros alemanes, polacos y austriacos, junto con voluntarios italianos, acudieron a la defensa de la capital Viena del imperio de Leopoldo I. Por el contrario, Luis XIV de Francia había apoyado el ataque turco contra el corazón de Europa. Los aliados reunieron los siguientes efectivos: El ejército imperial del Sacro Imperio Romano Germánico aportó 29.600 infantes, 17.800 jinetes, 124 cañones. La mancomunidad de Polonia-Lituania aportó 16.450 infantes, 20.550 jinetes, 28 cañones. En total, los Habsburgo y sus confederados disponían de 46.050 infantes, 38.350 jinetes, 152 cañones. Unos 84.400 efectivos.

El ejército de socorro se había ido reuniendo lentamente; al añadir Baviera y Sajonia importantes fuerzas, este ejército aumentó notablemente sus fuerzas. El 31 de agosto, Sobieski había llegado con 30.000 hombres y asumió el mando de general. Hacia el 6 de septiembre, las fuerzas aliadas se desplazaron por el interior de la cuenca del Tullin, situada al oeste de las colinas que circundan Viena.

El 7 de septiembre, una avanzada de caballería al mando del coronel Heisler alcanzo las colinas de Kahlenberg, en las cercanías de Viena, y elimino el puesto de observación turco allí situado. A continuación, encendieron un gran fuego, para avisar a los defensores de Viena que los refuerzos estaban en camino.

El 9 de septiembre, los ejércitos cristianos llegaron al centro del bosque de Wienerwald, y se celebró una reunión para decidir el orden de batalla. Los polacos, al mando de Juan Sobieski, ocuparían el flanco derecho, el centro estaría ocupado por los bávaros y germanos de Waldeck y el ala izquierda austriacos y sajones bajo el mando de Carlos VI de Lorena.

Al amanecer del 10 de septiembre, comenzó la marcha hacia Viena. Carlos de Lorena, en la izquierda, envió a su caballería bordeando el bosque por el este, paralelo al Danubio, hacia las colinas de Kahlemberg. La marcha fue muy lenta. Las tropas que tenían que atravesar el bosque se encontraron los caminos totalmente embarrados y en muy mal estado. La artillería comenzó a retrasarse con relación a las demás tropas.

A media tarde, las tropas cristianas ya habían salido del bosque y comenzado a subir las colinas. Allí construyeron defensas y las protegieron con caballos de frisia. Pero la artillería no llego hasta la noche, y las piezas más grandes, estaban aún en el bosque.

Por su parte, el jefe otomano, Kara Mustafá, había desdeñado esta contraofensiva de sus enemigos, rechazó el consejo de varios de sus generales para abandonar el asedio y enfrentarse con todo su ejército al ejército de socorro. No escuchó el consejo y dividió sus fuerzas. Decidió mantener el asedio sobre Viena a cargo fundamentalmente de los jenízaros y mandó a 6.000 soldados de infantería y su mayor parte jinetes turcos y sus aliados tártaros (unos 50.000), acompañados de 60 cañones, para enfrentarse al ejército de socorro. Kara Mustafá permanecería en su campamento, protegido en todo momento por su guardia de jenízaros y la caballería albanesa.

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Batalla de Kahlenberg (12 de septiembre de 1683). Mapa de la batalla

La tensa espera de los otomanos se prolongó durante toda la jornada del 11 de septiembre de 1683, por lo que Kara Mustafá ordenó a sus tropas estar despiertos durante toda esa noche. A Mustafá le llegaron informes de que el principal ataque cristiano vendría desde las colinas de Kahlemberg. Así que, a última hora, decidió reforzar su flanco derecho con caballería, sacándola de su sector central, debilitando dicho sector claramente.

En el ejército cristiano, la totalidad de la artillería ya había llegado, e inmediatamente se comenzó una posición artillera en la ladera de la colina de Leopoldsberg, la más alta de las colinas Kahlemberg. A las 05:00 horas del 12 de septiembre, decidieron lanzar un ataque preventivo para evitar o al menos interrumpir la construcción del reducto artillero. Pero los observadores captaron el movimiento y enviaron infantería a la zona, que tras una breve y sangrienta lucha obligaron a los otomanos a retirarse.

En la madrugada del 12 de septiembre, el ejército de socorro descendió desde las colinas, los hicieron lentamente para no perder cohesión debido a la dificultad del terreno. A las 08:00 horas, la artillería cristiana abrió fuego. Los primeros choques se produjeron cuando el ala izquierda cristiana, comandada por Carlos de Lorena, forzó la posición junto al Danubio de la vanguardia otomana a la altura de Nussberg. Gracias al refuerzo oportuno de los sajones, consiguieron forzar esa primera resistencia y alcanzaron de lleno el flanco derecho turco, mandado a su vez por Ibrahim pachá.

Mientras tanto, en el centro, francones y bávaros entablaron combate con sus oponentes turcos liderados por Ibrahim Pachá. A las 12:00 horas, la batalla se encontraba en su apogeo. Los cristianos no habían logrado expulsar totalmente a los turcos de sus posiciones, y los turcos lanzaban contraataque tras contraataque sin éxito, sin lograr hacer retroceder a los cristianos.

Por culpa del dificultoso terreno, los polacos que estaban en el flanco derecho, con los famosos húsares alados, habían llegado a sus posiciones de partida más tarde que los demás contingentes, pero a las 13:00 horas, ya estaban preparados.

El ataque decisivo fue el que efectuó el flanco derecho cristiano, mandado por el rey polaco Juan Sobieski con la caballería polaca, entre los que se encontraban 3.000 húsares alados, quienes bajaron por los abruptos relieves de las colinas de Kahlenberg a gran velocidad; pese a lo abrupto de las mismas, arrollando a sus oponentes otomanos en un brutal choque, en el que sus pesadas lanzas atravesaron las armaduras de los guerreros turcos y tártaros sin que estos tuvieran tiempo de defenderse.

A las 14:00 horas, habían alcanzado Dornbach, dejando abierto el camino al campamento otomano; poco después de las 15:00 horas, los húsares alados entraron en el campamento, poco después el resto de caballería cristiana también entró en el campamento otomano, provocando la desbandada generalizada de sus defensores, quienes prefirieron abandonarlo al saqueo antes que perder sus vidas.

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Batalla de Kahlenberg (12 de septiembre de 1683). Los húsares alados polacos
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Batalla de Kahlenberg (1683). Mítica carga de los húsares alados polacos. Autor Aleksander Yurievich Averyanov
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Batalla de Kahlenberg (1683). Mítica carga de los húsares alados polacos. Autor DevJhnson
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Batalla de Kahlenberg (1683). Mítica carga de los húsares alados polacos. Autor Aleksander Telenik
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Batalla de Kahlenberg (1683). Carga de los húsares alados polacos. Autor Peter Dennis.
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Batalla de Kahlenberg (1683). Los húsares alados polacos cargando contra los jenízaros. Autor Peter Dennis.

Kara Mustafá intentó defender el campamento con los jinetes albaneses y su guardia de jenízaros, pero al verse abrumados huyeron. Los jenízaros, que estaban en las trincheras y esperaban poder entrar triunfantes en Viena, fueron atacados por retaguardia y los defensores aprovecharon para realizar una salida, siendo cogidos en dos frentes y huyeron. Kara Mustafá escapó a último momento hacia Hungría junto con los restos de su enorme ejército, dejando tras de sí su tesoro y más de 20.000 muertos, bastante más que sus enemigos cristianos, quienes solo habían perdido unos 2.000 efectivos.

Los turcos que consiguieron sobrevivir y no ser capturados huyeron desordenadamente hacia Belgrado, encabezados por Kara Mustafá, que aún había tenido tiempo de coger gran parte del inmenso tesoro que había atesorado gracias al saqueo de ciudades e iglesias.

A la hora de repartirse las riquezas de Kara Mustafá, Juan Sobieski se llevó los mejores trofeos por su condición de líder de los vencedores. Además, envió al Papa un célebre parte final de la batalla en la cual resumía su triunfo con la frase similar a la de Julio César «Vinimos, vimos y Dios venció«.

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Batalla de Kahlenberg (1683). El rey polaco Juan Sibieski inspeccionando los prisioneros otomanos. Autor Józef Brandt

Posteriormente, el rey polaco se reunió con el emperador Leopoldo I Habsburgo, con quien entró triunfante en Viena. Ambos líderes cristianos fueron recibidos por el jefe de los defensores vieneses, Von Starhemberg, con quien compartieron una solemne misa en la catedral de San Esteban en agradecimiento por la salvación de la ciudad cristiana del asedio otomano.

La batalla de Kahlenberg supuso un antes y un después en la historia europea. Se opuso al poder del imperio Otomano, el cual ya no se extendería más. Poco a poco, Austria, Hungría, Rusia y Polonia irían recuperando sus territorios perdidos.

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Batalla de Kahlenberg (1683). El emperador Leopoldo I Habsburgo y el rey polaco Juan Sibieski entrando en Viena victoriosamente. Autor Juliusz Kossak

Batalla de Parkany (1683)

El mismo 15 de septiembre, Juan Jorge III de Sajonia y sus tropas abandonaron Viena. También lo hicieron las tropas de Waldeck, habían recibido noticias que las tropas de que el rey francés Luis XIV se dirigían al Rin y amenazaban sus territorios.

Otras noticias llegadas desde las ciudades de Gyor y Komarom indicaban que el ejército otomano se retiraba en desbandada. Era una oportunidad demasiado buena para desaprovecharla, y el 17 de septiembre, las tropas de Sobieski y Carlos de Lorena comenzaron la marcha por la orilla derecha del Danubio.

Toda la zona había sido saqueada a conciencia por los otomanos, y Sobieski y Carlos de Lorena sabían que su primera tarea sería encontrar provisiones. Necesitaban encontrar una zona donde los turcos no hubieran estado. Decidieron dirigirse a Pressburgo, en la carretera a Parkany, donde se estaban reuniendo los otomanos.

La desintegración del ejército turco continuaba, con enfrentamientos entre los que querían intentar detener al ejército cristiano y los que optaban por continuar huyendo hacia Belgrado. Kara Mustafá intentó parar estas luchas interinas, decapitando a varios de los comandantes rebeldes. Trataba de reorganizar sus tropas y dirigirse a la ciudad de Buda. Kara acampó en Párkány, Hungría, donde fueron apoyados por Imre Thokoly, un gobernante local subordinado a los otomanos.

Primer enfrentamiento

El 6 de octubre de 1683, el ejército polaco llegó a los alrededores de Párkány. Los comandantes del ejército aconsejaron precaución al rey Sobieski, sugiriendo que deberían descansar durante un día, y esperar a la infantería y artillería. En cambio, Sobieski decidió sorprender al ejército otomano atacándolo con su caballería. Los turcos habían aprendido la lección de Viena, y aprovechando lo escabroso del terreno se defendieron con eficacia. 5.000 jinetes bajo el mando de Sobieski avanzaron de una manera bastante desorganizada hacia las posiciones otomanas.

Un regimiento de dragones polacos bajo Stefan Bidziński lideraba el avance. De repente, una masa de caballería otomana se lanzó hacia delante para atacarlos. El regimiento de dragones fue atrapado completamente por sorpresa, ni siquiera tenía los cordones de sus mosquetes encendidos, y se vio abrumado rápidamente. Los dragones sobrevivientes huyeron presas del pánico a la fuerza principal de Sobieski, seguidos de cerca por los jinetes turcos.

La intervención del grueso de la caballería imperial, impidió a las tropas otomanas causar pérdidas mucho más pesadas. Sobieski se vio obligado a retirarse desordenadamente una decena de kilómetros, al encuentro de la infantería y la artillería. Los polacos perdieron más de 1.000 hombres en esa acción.

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Batalla de Párkány de octubre de 1683. AutorJuliusz Kossak

Segundo enfrentamiento

Al día siguiente, llegó la infantería cristiana, al mando de Von Starhemberg. Esta vez, los números favorecían a la coalición cristiana, que contaba con alrededor de 17.000 del ejército imperial y 10.000 polacos, contra unos 20.000 otomanos, al mando de Kara Mehmet pachá.

Cuando Kara Mustafá vio una oportunidad para remediar los errores que había cometido en Viena. Envió a Kara Mehmed pachá a Parkany, la mayoría de su reserva, unos 8.000 jinetes de su caballería de élite, además de los tártaros y los húngaros rebeldes de Imre Thokoly. Los refuerzos turcos llegaron la noche del día 8, y a la mañana siguiente, el ejército de Kara Mehmet pachá se dispuso a la batalla.

El ala izquierda turca se situó justo por delante de la ciudad de Parkany, mientras el ala derecha, ocupado por los húngaros rebeldes, se instalaba sobre un bosque al lado del río Hron. Aparte de 1.200 jenízaros situados en las afueras de Parkany, el resto de tropas turcas eran caballería. Y la única ruta de escape que tenían era un puente de pontones sobre el Danubio.

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Batalla de Párkány (7 al 9 de octubre de 1683). Despliegue de fuerzas segundo enfrentamiento

El ejército imperial formó tres grupos. En el centro se colocaron 7.600 soldados de infantería bajo Ernst Rüdiger von Starhemberg. Y la caballería en las alas con 4.500 jinetes en cada ala, Sobieski lideró el ala derecha apoyada en la orilla sur del río Hron y en el ala derecha la caballería alemana bajo Ludwig Wilhelm, margrave de Baden-Baden.
Creyendo que la mejor defensa era el ataque, y sin tener en cuenta su inferioridad numérica, los otomanos salieron de sus posiciones y se lanzaron a ataque. Como los turcos habían derrotado a los polacos un par de días antes, hacia ellos dirigieron su caballería de élite. La infantería polaca, protegida por caballos de frisa y artillería, pronto repelió la carga, con la ayuda de húsares y coraceros imperiales.

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Batalla de Párkány (9 de octubre de 1683). Autor Juliusz Kossak

A continuación, el centro turco, osciló hacia la derecha, y se dirigió también hacia los polacos, dejando expuesto su flanco izquierdo. Ese fue el principio del fin para los otomanos. Carlos de Lorena se dio cuenta de la situación, y la caballería austro-polaca cargó sobre el flanco desguarnecido. La carnicería fue tremenda, solo los jenízaros que defendían Parkany opusieron algo de resistencia. El resto huyo a la desbandada, mientras la caballería cristiana les empujaba hacia la ribera del río Hron, donde se ahogaron cientos. Parte de los otomanos intentaron huir por el puente de pontones, mientras era bombardeado por la artillería cristiana a corta distancia.

El puente terminó por hundirse debido al peso, arrojando cientos de otomanos a las aguas del Danubio. Muchos murieron ahogados, otros murieron por los disparos a quemarropa de los mosqueteros situados en la orilla.

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Batalla de Párkány 7-9 de octubre de 1683. Los turcos huyen por el río

Se estima que murieron más de 9.000 otomanos y fueron apresados otros 2.000. Solo 1.000 otomanos lograron llegar a la otra orilla antes de que se hundiera el puente.

Rápidamente, el ejército cristiano aprovecho la situación y se dirigió río abajo hacia Esztergom, otra plaza fuerte otomana. El 22 de octubre comenzó el asedio, pero la guarnición otomana se rindió rápidamente. Kara Mustafá había abandonado Buda y se dirigía a Belgrado, para tratar de explicar al sultán Mehmed IV lo que había sucedido.

Pero el Sultán no quería oír sus explicaciones, y encargo al comandante de los jenízaros que le estrangulara con un cordel de seda, pena que se aplicaba a personajes de alto rango en la corte turca. Las fuerzas imperiales continuaron su marcha e infligieron varias derrotas más a los otomanos, mientras ganaban el control de los territorios otomanos en Hungría.

Liberación de Buda (1686)

A partir de 1684, los imperiales fueron abandonando la lucha, por un tiempo, contra Francia en el oeste, se concentraron en reconquistar toda la llanura húngara, perdida contra los otomanos, en la batalla de Mohács en 1526. La primera campaña en suelo húngaro para expulsar a los otomanos, y a su paso cayeron las ciudades de Esztergom y Vác. Sin embargo, cuando acudieron a Buda, se encontraron con una fortaleza bien defendida. La llegada de tropas de refuerzo turcas forzó a un prolongado asedio que duró 109 días, tras el cual se retiraron todos los comandantes cristianos.

En 1686, los mismos nobles cristianos de la Santa Liga fueron enviados de nuevo a Hungría, y a pesar del fallido asedio de dos años antes, avanzaron nuevamente hacia la capital húngara. Ante la ciudad de Buda se plantó ese «euro ejército» multinacional compuesto por cerca de 74.000 hombres procedentes de todos los rincones de Europa, desde el norte como suecos, polacos, alemanes… y del oeste como españoles, italianos, ingleses, etc. Estaba mandado por Carlos V de Lorena, Maximiliano II Manuel de Baviera, Luis Guillermo de Baden-Baden, enviados por el emperador germánico y rey húngaro Leopoldo I de Habsburgo que había aportado 15.000 efectivos. Los españoles eran unos 300, que formaron un cuerpo, bajo el mando de Félix de Astorga, se integró en el regimiento imperial de Carlos V de Lorena. Los defensores turcos eran 7.000 efectivos, de lo cuales 3.000 eran jenízaros y 1.000 shipahis, además contaron con personal reclutado entre la población local, 1.000 judíos voluntarios y 2.000 ciudadanos.

El día 13 de julio, hubo un asalto general, en el que resultó muerto el duque de Béjar, Manuel Diego López de Zúñiga, apodado el Buen Duque. Otros españoles que resultaron heridos fueron su hermano Baltasar, alcanzado por una flecha; el marqués de Aguilafuente, herido de un balazo en la cabeza; el duque de Escalona que resultó herido.

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Asedio de Buda (1686). Autor Frans Geffels o Frans Gefflis

Ese euro ejército recuperó fácilmente la ciudad baja de Buda y el 24 de junio la guarnición turca se replegó encerrándose la ciudadela fortificada situada en lo alto de la montaña. Llegados a este punto, la artillería europea empezó el asedio y estuvo bombardeando la fortaleza durante un mes entero.

El 22 de julio, una de las bombas hizo estallar el polvorín turco causándoles muchos destrozos y bajas. Parecía que la defensa turca se había debilitado y había llegado la ocasión de que las tropas europeas asaltaran la fortificación.

El 27 de julio, lanzaron un asalto, pero los turcos fueron capaces de frenarlo. Tras una mejor preparación, el asalto se repitió el 3 de agosto, pero los turcos seguían presentando una dura batalla.

Los bombardeos siguieron y, gracias a los cambios de posición de la artillería sugeridos por los oficiales españoles, sus efectos fueron mayores y acabaron por arruinar las defensas turcas, guarnecidas todavía por unos 2.000 soldados. En la noche del 2 al 3 de septiembre se lanzó un nuevo asalto a la fortaleza de Buda que, esta vez, sí tuvo éxito, lográndose la plena recuperación de la ciudadela y haciendo prisioneros a los defensores. Los primeros que entraron en el recinto fueron 300 soldados españoles, a este hecho se le daba una gran importancia entonces, ya que proporcionaba fama y dinero.

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Reconquista de la ciudadela de Buda (1686). Autor Gyula Benczúr

Tras la toma de la ciudad siguió la masacre, posiblemente por el gran número de bajas (unas 25.000) ocasionadas por los 7.000 defensores otomanos, más de 3.000 turcos fueron asesinados por las tropas imperiales, y la violencia fue dirigida no solo contra los musulmanes, sino también contra la población judía de Buda. Como súbditos del Imperio otomano, los judíos habían luchado codo a codo con los turcos y fueron considerados sus aliados.

Después de la conquista de la ciudad, la comunidad judía de Buda, que en su apogeo había contado con 3.000 personas, fue destruida casi por completo. Aproximadamente la mitad de los 1.000 judíos de la ciudad fueron masacrados; cientos de judíos y 6.000 musulmanes fueron capturados para ser vendidos como esclavos o retenidos por un rescate. Las casas y propiedades de los judíos fueron saqueadas y destruidas. Las mezquitas y los minaretes de Buda fueron destruidos y tres sinagogas fueron quemadas, junto con numerosos libros valiosos.

Segunda batalla de Mohács o batalla del monte Harsány (1687)

A fines de 1686, tras la caída de Buda, los otomanos hicieron propuestas de paz; sin embargo, los Habsburgo ahora vieron la oportunidad de conquistar Hungría y las propuestas fueron rechazadas.

En abril de 1687 se decidió en Viena que deberían tomarse más medidas militares. El ejército principal, de unos 40.000 efectivos bajo el mando del duque Carlos de Lorena, procedió a lo largo del río Danubio hasta Osijek en el río Drava. Mientras otro ejército, de unos 20.000 efectivos bajo el mando del elector Max Emanuel de Baviera, se movió a lo largo del río Tisza a Szolnok y hacia Petrovaradin. A mediados de julio, los dos ejércitos imperiales se encontraron en el Danubio y marcharon por tierra y por el Drava hasta Osijek.

En contraste, el ejército otomano (de unos 60.000 hombres), bajo el mando del gran visir Sari Solimán pachá, se quedó frente al cruce principal del río Drava (con su puente de madera de 8 km de longitud) en Osijek para protegerlo, y luego fortaleció esta posición. Cuando llegó el ejército imperial Habsburgo, el río Drava dividió ambos bandos. A fines de julio, el ejército imperial Habsburgo pudo formar una cabeza de puente en las orillas del río y se mantuvo en el campo de batalla para desafiar a los otomanos. Sin embargo, el ejército otomano permaneció pasivo y se limitó a bombardeos de artillería desde sus asentamientos en el Drava, los puentes y la orilla del río.

Cuando el duque de Lorena se dio cuenta de que no podía atacar el campamento fortificado otomano, decidió abandonar la cabeza de puente después de unos días. Por esto fue criticado tanto por sus propios mandos subordinados como por propio el emperador Leopoldo I. El movimiento fue interpretado por el gran visir otomano como una señal de una pérdida de moral por parte de las tropas de los Habsburgo, por lo que decidió seguirlos. A primeros de agosto, mediante hábiles maniobras, el ejército de Osmán llevó al ejército de los Habsburgo de regreso a Mohács y a una posición fortificada otomana. Los otomanos también habían construido una posición fortificada en Darda, pero estaba ingeniosamente escondida entre los espesos arbustos, de modo que no era visible para el ejército de los Habsburgo. Por esta razón, el duque Carlos de Lorena no sospechaba la presencia del ejército otomano en las proximidades.

En la mañana del 12 de agosto, el duque de Lorena decidió trasladarse a Siklós, porque la posición y el terreno duro lo hacían más apropiado como campo de batalla. El ala derecha de los Habsburgo, que se movía hacia el oeste comenzó a marchar a través de una zona densamente boscosa. Sari Solimán pachá decidió que esta era la oportunidad que estaba esperando. Ordenó un ataque con todo su ejército sobre el ala izquierda del ejército imperial, que bajo Maximiliano II Emanuel, elector de Baviera estaba todavía en su posición anterior, y que según el plan de batalla de los Habsburgo también debía comenzar a marchar hacia el oeste.

El ejército otomano sorprendió al ejército imperial cerca de Nagyharsány y el cercano cerro Nagyharsány, con sus laderas escarpadas y muy boscosas. Su caballería, que constaba de 8.000 sipahis (cipayos), intentó flanquear a esa ala del ejército de los Habsburgo desde la izquierda. El comandante del ala, el elector de Baviera, envió inmediatamente un mensajero al duque de Lorena, informándole que su ala estaba amenazada. Las órdenes fueron dadas y enviadas rápidamente y se tomaron posiciones inmediatamente para resistir el ataque de las fuerzas superiores otomanas, que tenían el doble de efectivo que los defensores. La infantería imperial mantuvo su posición, y el general Enea Silvio Piccolomini con algunos de sus regimientos de caballería contraatacaron con éxito y detuvieron el avance de la caballería sipahi otomana.

El gran visir otomano fue sorprendido por esta inesperada feroz resistencia, y ordenó el cese del ataque otomano. La artillería otomana continuó bombardeando las posiciones de los Habsburgo, pero se ordenó a las tropas de infantería y caballería que mantuvieran sus posiciones y que la infantería se pusiera a la defensiva detrás de las fortificaciones. Esta calma relativa en la lucha dio al ala derecha del ejército de los Habsburgo el tiempo suficiente para regresar a su posición original. El comandante de los Habsburgo, el duque de Lorena, inicialmente pensó que su ejército debería defender las posiciones, lo que podría haber llevado a un relativo estancamiento. Sin embargo, para obtener la iniciativa, el elector de Baviera y el margrave Luis de Baden-Baden lo persuadieron para que ordenara un contraataque a gran escala.

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Segunda batalla de Mohács o del monte Harsány (1687). Ludwig Wilhelm y Carlos de Lorena en la batalla. Autor Wilhelm Camphausen

El despliegue del ejército imperial de los Habsburgo para este contraataque terminó a las 15:00 horas. En ese momento Sari Solimán pachá decidió atacar de nuevo junto a Mustafá pachá de Rodosto, el comandante de los jenízaros. De nuevo, los sipahis apoyaron el ataque frontal de la infantería jenízara al intentar flanquear al ejército de los Habsburgo. El margrave de Baden-Baden resistió con éxito el ataque con sus escuadrones de infantería y luego pasó a atacar la posición defensiva otomana aún inacabada.

A la vanguardia de este ataque imperial penetrante en las fortificaciones otomanas había tropas bajo el mando de los generales Rabutin Eugenio de Saboya. La caballería otomana no pudo rebasarlos porque el terreno escarpado era difícil para sus caballos; tuvieron que desmontar. El ataque otomano y luego la resistencia colapsaron y esto condujo a una retirada del ejército otomano tras una lucha salvaje. La batalla se convirtió en una derrota aplastante para los otomanos.

A lo largo de la batalla, solo el ala izquierda del ejército imperial de los Habsburgo vio la acción principal. Había un denso bosque frente al ala derecha del ejército que le impedía atacar. A pesar de esto, intentó una maniobra desbordante a la derecha para forzar la reubicación y la retirada de los otomanos, pero sus columnas se perdieron en el bosque.

Las pérdidas del ejército imperial de los Habsburgo fueron muy ligeras, alrededor de 600 hombres. El ejército otomano sufrió enormes pérdidas, con un estimado de 10.000 muertos, así como la pérdida de la mayor parte de su artillería (alrededor de 66 cañones) y gran parte de su equipo de apoyo. La espléndida tienda del gran visir y 160 banderas otomanas cayeron en manos imperiales. Según informes el valor de la parte de la recompensa que le correspondió al elector de Baviera superó los dos millones de ducados de oro.

Después de la batalla, el Imperio otomano cayó en una profunda crisis. Hubo un motín entre las tropas. El comandante Sari Solimán pachá se asustó de que sus propias tropas lo matasen y huyó de su puesto de mando, primero a Belgrado y luego a Estambul.

Cuando las noticias de la derrota y el motín llegaron a Estambul a principios de septiembre, Abaza Siyavus pachá fue nombrado comandante y gran visir. Sin embargo, antes de que pudiera hacerse cargo de su mando, todo el ejército otomano se había desintegrado y las tropas de los hogares otomanos (jenízaros y sipahis) comenzaron a regresar a su base en Estambul bajo sus propios oficiales de rango inferior. Incluso el regente del gran visir en Estambul estaba asustado y se escondió. Sari Solimán pachá fue ejecutado.

El sultán Mehmed IV nombró al comandante de los Estrechos del Bósforo a Koprulu Fazıl Mustafá pachá como el regente del gran visir en Estambul. Consultó con los líderes del ejército que existía y otros destacados estadistas otomanos. Después de esto, el 8 de noviembre de 1687 se decidió deponer al sultán Mehmed IV y entronizar a Solimán II como el nuevo Sultán.

La desintegración del ejército otomano permitió a los ejércitos imperiales de los Habsburgo conquistar grandes áreas. Se hicieron cargo de Osijek, Petrovaradin, Sremski Karlovci, Ilok, Valpovo, Požega, Palota y Eger. La mayor parte de la actual Eslavonia y Transilvania quedaron bajo el dominio imperial. El 9 de diciembre de 1687 se organizó una dieta en Pressburgo (actual Bratislava, Eslovaquia), y el archiduque José fue coronado como el primer rey hereditario de Hungría, y los emperadores Habsburgo descendientes fueron declarados los reyes ungidos de Hungría. Durante un año el Imperio otomano quedó paralizado, y las fuerzas imperiales de los Habsburgo estaban listas para capturar Belgrado y penetrar profundamente en los Balcanes.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2018-03-02. Última modificacion 2022-06-26.
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Comentarios:

  1. Dante Delfino dijo el 2022/06/09 a las 5:01 pm

    Realmente han realizado un compendio muy amplio con rico desarrollo de las distintas capañas, para quienes nos deleita la historia puedo expresar que «he estado alli» felicitaciones!

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