Edad Moderna El imperio Otomano Solimán el Magnífico (1520-66)

Ascenso al trono

Suleyman o Solimán ascendió al trono otomano a la muerte de su padre Selim I, cuando tenía 26 años. En los palacios de Estambúl, aprendió tanto el uso de las armas como el conocimiento de las letras. Se educó en compañía de los pajes de origen cristiano que algún día se convertirían en sus visires, sus pachás, sus beys (generales) y sus gobernadores. Solimán hablaba árabe y persa y entendía el italiano. A los 17 años había sido nombrado gobernador de Estambul, y más tarde de Sarukhan (Manisa). Durante ese gobierno adquirió la experiencia legislativa que más tarde le daría el nombre de kanuni o legislador.

Solimán tenía una estatura superior a la media y miembros bien proporcionados, era de tez morena, con una frente amplia y unos ojos negros un poco saltones, cejas prominentes, nariz aguileña y boca bella con labios finos y poblado bigote. Con su porte altivo y reservado y su inteligencia vivaz y reflexiva, Solimán era un hombre más proclive a la meditación y al juicio que a las decisiones repentinas. La crueldad que había caracterizado a su padre, Selim I el Inflexible, se reforzó en Solimán, así como su amor a la justicia y la paz. También su gran necesidad del afecto de su familia y amigos, por lo que amó intensamente a Mustafá, su hijo primogénito; a Ibrahim, su amigo de siempre, su brazo derecho y uno de sus grandes visires; y a Roxelana, hija de un sacerdote ucraniano ortodoxo, la favorita de su harén, que se convirtió en su esposa.

Era un político inmensamente hábil, sabía engañar a sus enemigos de manera perfecta y sabía mostrarse implacable e inexorable con los ministros y los subalternos que lo engañaban y que lo decepcionaban. Pero su debilidad por Roxelana lo llevó a cometer actos de venganza que han acabado empañando su memoria. Tales fueron los casos de su visir Ibrahim, al que finalmente ordenó ejecutar entre rumores de que conspiraba con los cristianos; y el de su hijo mayor Mustafá. Roxelana y el gran visir Rustem desvelaron los supuestos tratos de Mustafá con el sha de Persia; justo cuando Solimán le había declarado la guerra, por lo que el Sultán lo llamó a la corte y ordenó a los «mudos» (verdugos) encargados de tales menesteres, que lo asesinaran en su tienda.

Solimán fue recordado como el Magnífico en occidente, y Kanuni o Legislador en oriente. El Sultán, en efecto, desarrolló una considerable actividad legislativa y reformadora con el propósito de mantener el orden y asegurar el progreso de su vasto Imperio. Pese a ser un musulmán piadoso, Solimán no fue nunca intransigente en materia religiosa, y el conjunto de sus leyes suponía una aplicación moderada del código del Corán. Eliminó el vino, puesto que era abstemio, pero no el café, introducido en Estambul en 1554.

Puso todo su empeño en regir un estado fuertemente centralizado, el único imperio internacional que existía en el siglo XVI. Estableció por primera vez relaciones diplomáticas regulares con estados extranjeros. Impulsó importantes reformas, como la del sistema feudal con el que se gobernaba el Imperio, logró que súbditos de veinte pueblos distintos viviesen en armonía, fundó escuelas y concedió bienes a los ulemas, los doctores de la ley. Reformó la administración civil y militar, insistiendo mucho en el deber de la imparcialidad con respecto a todas las clases sociales. No dudaba en destituir y condenar a muerte a los funcionarios corruptos y se ganó el favor popular por los leves impuestos que estableció.

Guerra con Hungría (1521-26)

Conquista de Belgrado (30 agosto 1521)

Tras la muerte del rey húngaro Matías Corvino, el reino sin sucesor cayó en una crisis que afectó política, económica y militarmente al reino. La nueva casa reinante de los Jagellón (Jagiello) no prevaleció sobre la nobleza húngara, y sus reinados débiles crearon el escenario ideal para su posible derrota.

Belgrado, antigua ciudad del principado de Serbia, se convirtió en un puesto de avanzada del reino de Hungría al sur del Danubio. Desde que se tomó Smederevo se convirtió en el objetivo del sanjak de Rumelia, los otomanos tienen una base sólida alrededor de Belgrado.

El sultán Solimán el Magnífico, con unos 65.000 soldados, 45.000 de ellos regulares, acompañado por el gran visir Piri Mehmed pachá, partió de Estambul el 16 de febrero. Al llegar al Danubio fue seguido por un convoy de 40 barcos de suministro; cuando alcanzaron Nis, la fuerza se dividió, una parte mandada por Ahmed pachá, beylerbey de Rumelia se dirigió a Sabac, seguido dos días más tarde por Soliman. El otro grupo estaba dirigido por el gran visir Piri Mehmed pachá y se dirigió directamente a Belgrado. Los jinetes ligeros o akincis se dividieron también en dos partes, una parte se empleó como exploradores, mientras que la otra parte se empleó para saquear las montañas de los Cárpatos y Transilvania.

Sabac se defendió inútilmente con heroísmo, las cabezas de 100 soldados que no habían conseguido huir fueron llevadas al campamento del Sultán y puestas en picas. Solimán cruzó el Danubio usando los barcos y llegó a Belgrado, estableciendo su campamento en Zemun y puso sitio a la ciudad, que estaba defendida por unos 700 defensores. Comenzó el bombardeado por su poderosa artillería. Desde el 2 de agosto, lanzó varios asaltos terrestres contra la ciudad baja que fueron repelidos. Solimán luego construyó un puente de barcos y transfirió su artillería a una isla del río. El 8 de agosto, lanzó un asalto general: ataque Piri Mehmed pachá por la orilla del Danubio, Mustafa pacha por el Sava, Ahmed pachá por barcazas en el Sava y los jenízaros están tratando escalar por las murallas de la ciudad alta. Los atacantes se apoderan de la ciudad más baja, y los húngaros se replegaron a la ciudad alta.

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Ciudad de Belgrado en el siglo XVI

En los días siguientes, Solimán trasladó su artillería pesada a la ciudad baja y su artillería ligera a una torre del convento franciscano. Los otomanos lograron iniciar incendios en la ciudad alta. El 17 de agosto, un asalto dirigido por Ahmed pachá fue rechazado.

A partir del 24 de agosto, los desertores de la ciudad alta comenzaron a pasarse a las líneas otomanas. Los días 26 y 27 de agosto, Solimán ordenó un nuevo asalto general que culminó con la capitulación de la ciudad el 30 de agosto. Solimán mandó ejecutar a 500 prisioneros.

Bajo el dominio otomano, Belgrado fue unido al sandjak de Smederevo. Todas las iglesias de la ciudad baja se convierten en mezquitas. Belgrado se convirtió en una base otomana de operaciones y el punto de partida de un camino estratégico a través del puente de Osijek. Como apuntó el embajador del Sacro Imperio romano, «la captura de Belgrado fue el origen de los dramáticos acontecimientos que se tragaron Hungría. Llevó a la muerte del rey Luis II de Hungría, la captura de la ciudad de Buda, la ocupación de la región Transilvania, la ruina de un reino floreciente y al terror de las naciones vecinas que podrían sufrir el mismo destino…«.

Batalla de Mohacs (29 de agosto de 1526)

Antecedentes

Tras la toma de Belgrado, Solimán alcanzó la frontera húngara; y pronto aparecieron las primeras incursiones otomanas en el territorio húngaro. El Sultán exigió el pago de tributos al rey húngaro Luis II, La respuesta del joven rey húngaro fue hacer matar a los embajadores. Hungría había sido una de las fuerzas militares más poderosas de Europa para la época; pero la crisis económica del reino, así como la mala gestión de los siguientes reyes Ladislao II de Hungría y su hijo Luis II, fueron llevando al Estado al abismo, lo que realmente se agravó con el fortalecimiento del Imperio otomano.

En respuesta a la negativa de pago de impuestos, y asesinato de los embajadores, Solimán movilizó sus fuerzas militares desde Estambul hacia Hungría para someter al reino y posteriormente continuar hacia el Sacro Imperio Romano Germánico, para derrotar a los Habsburgo; en total reunió unos 70.000 efectivos.

Ante esto, Luis II reunió a un numeroso ejército, pero que no se equiparaba con el del Sultán, y en vez de esperar los últimos refuerzos de Croacia y Transilvania, avanzó hacia el sur desde Buda. El conde Juan de Zápolya, voivoda de Transilvania, se apresuró con sus tropas; pero por la premura de tiempo no logró reunirse con las del rey, las fuerzas de Croacia y Transilvania, que sumaban entre 10.000 y 15.000 hombres cada una. El rey avanzó acompañado de Ladislao Szalkai, el arzobispo de Esztergom y el muy influyente comandante militar Pal Tomori, nombrado arzobispo de Kalocsa. Por otra parte, Jorge de Zápolya, hermano de Juan, sí consiguió unirse al ejército principal, en total consiguieron reunir unos 25.000 efectivos.

Luis II no gozaba del apoyo y simpatía de sus súbditos checos, a los que no les agradaba ser gobernados desde Buda, así que las fuerzas del rey no contaron con las de Bohemia. Las delicadas relaciones entre el Papa y el emperador Carlos V también causaban cada vez más inconvenientes, sucediéndose la batalla de Pavía en febrero de 1525, donde el rey Francisco I de Francia fue derrotado por las fuerzas imperiales y españolas. El rey francés pidió asistencia a Solimán contra los Habsburgo, las tropas turcas se sintieron con más derecho de avanzar hacia Viena por territorios cristianos.

Aunque Solimán se había puesto en marcha en abril de 1526, con unos el mal tiempo retrasó el avance, el 14 de agosto alcanzo la desembocadura del río Drava con el Danubio. Esperaban tener un ejército húngaro esperando en la otra orilla, pero no había enemigo a la vista. El rey Luis había alcanzado Torna el 2 de agosto, donde sus aliados empezaron a llegar. La desunión y las rivalidades aparecieron y finalmente el 8 de agosto ordenó a Stefan Bathory ocupar Osijek y defender la orilla del Drava, pero los nobles húngaros que debían acompañarlo rehusaron hacerlo, dado que según ellos solo servían al rey, y al final tuvo que suspenderse. Los húngaros no supieron aprovechar el río Brava para detener el avance enemigo o bien retirarse a Buda obligando a los otomanos a gastar sus recursos en un difícil asedio.

Mientras tanto, Solimán ordenó construir un puente de barcas sobre el río, trabajo que tardó 5 días en completarse. Una vez finalizado cruzó todas sus fuerzas sin ningún peligro, mandó incendiar Osijek y el puente, para demostrar que no había vuelta atrás.

Los húngaros marcharon reunidos a un punto intermedio entre Torna y Osijek, cerca de un pueblo llamado Mohacs (en la actual Hungría, cerca de la frontera con Croacia y con Serbia). Escogieron el terreno de batalla, una planicie abierta que estaba bordeada al este por los pantanos del Danubio y por una meseta de 25 a 30 metros de alto al oeste y el sur. El mando húngaro planeaba cargar en forma sucesiva contra el mucho más grande ejército otomano a medida que este descendiera por la escarpada y resbaladiza meseta. Las lluvias recientes habían empantanado el terreno, el lugar elegido estaba a mitad de camino entre Mohacs y el río Borza, afluente del Danubio, y que se encontraba desbordado.

Desarrollo de la batalla

El ejército húngaro disponía de 12.000 jinetes, 13.000 infantes y 80 cañones; desplegó en dos líneas, en la primera línea en el ala derecha había unos 3.000 jinetes al mando Ferenc Balthyani, el centro mandado por Pal Tomori (Pablo Tomori) con 10.000 infantes y 80 cañones a los flancos; en el ala derecha 3.000 jinetes mandados por Peter Perényi. La segunda línea estaba manda por el propio rey Luis II con 3.000 infantes en el centro y 3.000 jinetes en cada ala. A vanguardia había una fuerza de cobertura de jinetes ligeros.

El ejército otomano avanzó de la forma tradicional, con una fuerza de cobertura de unos 10.000 efectivos de jinetes ligeros akincis (turcos, bosnios y tártaros de Crimea) mandados por Gazi Husrev sanjakbey de Bosnia; para proporcionar seguridad al ejército otomano a vanguardia, flancos y retaguardia; y desplegar en la batalla como fuerza de cobertura en la batalla. Detrás marchaban 15.000 efectivos de las fuerzas provinciales o timariots de Rumelia bajo el mando de su beylerbey (gobernador general) Malkoçoğlu Bali; en el centro las tropas profesionales o kapikuli con los jenízaros delante y los jinetes kapikuli, delante desplegados los 200 cañones; en total unos 20.000 efectivos bajo el mando del propio Solimán con Ibraim pachá como gran visir. En el ala derecha las fuerzas provinciales o timariots de Anatolia bajo el mando de su beylerbey Behram pachá con unos 15.000 efectivos. La columna tendría más de 25 km de largo.

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Batalla de Mohacs (1526). Despliegue inicial y desarrollo

El ejército otomano avanzó con la caballería ligera o akincis en vanguardia; cuando Gazi Husrev descubrió a las fuerzas húngaras, desplegó sus fuerzas para proteger el despliegue. A continuación, llegaron las fuerzas de Rumelia que desplegarían para ocupar el ala izquierda del despliegue, detrás venían las fuerzas kapikuli con los jenízaros, la artillería y los jinetes kapikuli del Sultán para ocupar el centro del despliegue.

Primero hubo escaramuzas entre los jinetes ligeros de ambos bandos. Pál Tomori que mandaba el ala derecha húngara, aprovechando la confusión durante el despliegue, atacó al ejército de Rumelia sobre las 13:00 horas, estaban acampando y parecían desorganizados. Este ataque de la derecha húngara tuvo éxito en causar un caos considerable entre las tropas otomanas provinciales, viendo el éxito conseguido, toda la primera línea húngara se lanzó al ataque. El ataque detenido cuando llegaron los jinetes profesionales kapikuli shipahi del Sultán. Tomori envió un mensaje al rey Luis II para atacar con la segunda línea. Mientras tanto llegaban los jenízaros con los cañones, desplegando en el centro.

El ataque del centro y ala derecha húngaros avanzaron lo suficiente para poner el peligro al propio Solimán, el fuego de los cañones y de los arcabuces de los jenízaros detuvieron el ataque, derrotando al ala derecha húngara y su ataque se rompió. Un poco más tarde, el ataque de la izquierda húngara también se rompió. Tras la derrota de la caballería húngara, la infantería mercenaria húngara fue rodeada por los otomanos y la batalla se perdió después de solo unas pocas horas. Probablemente, la infantería mercenaria rodeada luchó hasta altas horas de la noche sin ninguna posibilidad. Los húngaros sufrieron graves bajas debido a la habilidad de la artillería turca y los disparos de los arcabuces, y no pudieron mantener sus posiciones; aquellos que no huyeron fueron rodeados y muertos o capturados.

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Batalla de Mohacs 1526. Los jenízaros deteniendo el ataque de los húngaros. Autor SzenSzen en DeviantArt
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Batalla de Mohacs (1526). El Sultán dirigiendo la batalla. El propio sultán estuvo en peligro durante el ataque húngaro, se ve un húngaro caído muy cerca.

El rey abandonó el campo de batalla en algún momento alrededor del crepúsculo, pero fue arrojado de su caballo en un río en Csele y murió, agobiado por su pesada armadura. También murieron unos 1.000 otros nobles y líderes húngaros. En general, se acepta que más de 14.000 soldados húngaros murieron en la batalla (10.000 infantes y 4.000 jinetes). Solimán no podía creer que ese pequeño ejército «suicida» fuera todo lo que una vez un país poderoso pudo reunir en su contra, por lo que esperó en Mohacs durante unos días antes de moverse cautelosamente contra Buda. Solimán mandó ejecutar a los 2.000 prisioneros húngaros.

La aristócrata Dorotea de Kanizsa y 400 de sus siervos se encargaron junto a los religiosos de la zona en dar sepultura a todos los caídos en la batalla, pasando a quedar inmortalizada en versos posteriores como el de Mihály Babits.

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Batalla de Mohacs (1526). Secuelas de la batalla. Autor Bertalan Székely
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Batalla de Mohacs (1526). Encuentro del cuerpo del rey húngaro Luis II. Autor Bertalan Székely

Secuelas de la batalla

Buda quedó indefenso, solo los embajadores franceses y venecianos esperaron al sultán para felicitarle por su gran victoria. Aunque los otomanos entraron en la evacuada Buda sin vigilancia y saquearon el castillo y el entorno, se retiraron poco después.

Las consecuencias para Hungría fueron nefastas. El rey Luis II murió sin dejar herederos, ante lo cual Fernando I de Habsburgo, hermano de Carlos V, reclamó el trono húngaro a través de sus derechos matrimoniales con Ana Jagellón de Hungría y Bohemia, hermana del fallecido monarca. Por otra parte, el conde Juan de Zápolya se había hecho coronar como rey Juan I de Hungría, por lo cual en pocos meses el reino, desolado por los turcos, contaba con dos reyes.

Después de doce años de guerra civil entre los dos reyes, gran parte del país fue absorbida por el Imperio otomano, solamente el tercio oriental, incluida Transilvania, mantuvo cierta autonomía, transformándose en el principado de Transilvania, gobernado por la nobleza alta húngara que debía cierto sometimiento al sultán otomano. El hijo del rey Juan I, Juan Segismundo de Zápolya, fue el primer príncipe de Transilvania, y pretendió el trono húngaro frente a los Habsburgo durante varias décadas como Juan II de Hungría, aunque jamás fue coronado.

La batalla de Mohács es comparada con las de Nicópolis y Crecy en el siglo XIV, al ocurrir en todas ellas que un ejército de caballeros con armaduras pesadas sucumbía frente a contingentes menores equipados con flechas y en Mohács con armas de fuego.

Conquista de Rodas (1522)

Solimán sabía que Occidente estaba dividido por el conflicto entre Francisco I de Francia, y Carlos I de España. Además, firmó un tratado con Venecia para asegurar su neutralidad. Por consiguiente, sabía que los Hospitalarios no iban a poder recibir refuerzos que les permitieran resistir como hicieran en 1480.

Desde el asedio anterior, la fortaleza había recibido muchas mejoras de la nueva escuela de fortificación italiana, lo que la hizo mucho más formidable para resistir la artillería. En los sectores más expuestos al ataque terrestre, incluyeron un engrosamiento de la muralla principal, duplicando del ancho de la zanja seca, junto con una transformación de los viejos contrafuerte con obras masivas (tenailles), la construcción de baluartes alrededor de la mayoría de las torres, y caponiers enfilando las zanjas. Las puertas se redujeron en número, y los viejos parapetos de las almenas fueron reemplazados por otros inclinados más adecuados para el combate de artillería. Un equipo de albañiles, trabajadores y esclavos hicieron el trabajo de construcción, los esclavos musulmanes fueron los encargados del trabajo más duro.

En 1521, Felipe Villiers de L’Isle-Adam fue elegido gran maestre de la Orden. Esperando un nuevo ataque otomano a Rodas; continuó reforzando las fortificaciones de la ciudad, trabajo que había comenzado después del asedio otomano de 1480 y tras el terremoto de 1481, hizo un llamamiento a los caballeros de la Orden en otros lugares de Europa para que acudieran a la defensa de la isla. El resto de Europa ignoró su petición de ayuda, pero algunas tropas venecianas de Creta se unieron a los caballeros, y John Rawson, prior de la Casa Irlandesa de la Orden, vino solo. La ciudad estaba protegida por dos y, en algunos lugares, tres anillos de muros de piedra y varios grandes baluartes. La defensa de los muros y bastiones se asignó en secciones a las diferentes lenguas en las que se habían organizado los caballeros desde 1301. La entrada del puerto estaba bloqueada por una pesada cadena de hierro, detrás de la cual se anclaba la flota de la Orden. Los caballeros disponían de 7.500 soldados, 750 caballeros y 500 arqueros.

La fuerza de invasión turca de 400 barcos llegó a Rodas el 26 de junio de 1522, estaba mandada por Çoban Mustafa pachá. El sultán Solimán, con el ejército de 75.000 soldados y 30.000 auxiliares trabajadores, comenzando las obras de asedio. El 28 de julio llegó el sultán para hacerse cargo personalmente.

Los turcos bloquearon el puerto y bombardearon la ciudad con artillería de campaña desde el lado de la tierra, seguido de ataques de infantería casi todos los días. También intentaron socavar las fortificaciones a través de túneles y minas. El fuego de artillería era lento para infligir serios daños a las masivas murallas. Después de cinco semanas, el 4 de septiembre, dos grandes minas de pólvora explotaron bajo el bastión de Inglaterra, causando que cayeran 12 metros de la muralla y llenar el foso. Los atacantes irrumpieron de inmediato a través de la brecha y pronto obtuvieron el control, pero un contraataque de los hermanos ingleses bajo fray Nicholas Hussey y el gran maestre Villiers de L’Isle-Adam lograron hacerlos retroceder. Dos veces más, los turcos asaltaron la brecha ese día, pero cada vez que los hermanos ingleses, ayudados por los hermanos alemanes, mantenían la brecha.

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Jenízaros asaltando Rodas en 1525. Autor Peter Dennis

El 24 de septiembre, Mustafá pachá ordenó un nuevo asalto masivo, dirigido principalmente a los bastiones de España, Inglaterra, Provenza e Italia. Después de un día de furiosos combates, durante los cuales el bastión de España cambió de mano dos veces, Solimán finalmente canceló el ataque. Condenó a muerte a Mustafá pachá, su cuñado, por su incapacidad para tomar la ciudad, pero finalmente le perdonó la vida después de que otros altos funcionarios le suplicaron clemencia.

El sustituto de Mustafá, Ahmed pachá, era un experimentado ingeniero en asedios, y los turcos ahora centraron sus esfuerzos en socavar las murallas y volarlas con minas, mientras mantienen sus continuas descargas de artillería. La regularidad de los lugares donde las minas fueron detonadas bajo los muros (que generalmente descansan en la roca) ha llevado a la sugerencia de que los mineros turcos pudieron haber aprovechado las alcantarillas bajo la ciudad helenística que se encuentra debajo de la ciudad medieval de Rodas.

Otro gran asalto se produjo a finales de noviembre, siendo repelido, ambos lados estaban agotados. Los caballeros porque estaban llegando al final de su capacidad de resistencia y no se podía esperar que llegaran fuerzas de socorro a tiempo. Los turcos porque sus tropas estaban cada vez más desmoralizados y agotados por las muertes en combate y la propagación de enfermedades a través de sus campamentos. Solimán ofreció a los defensores la paz, respetar sus vidas y proporcionarles comida si rendían; la alternativa sería la muerte o la esclavitud si los turcos se vieran obligados a tomar la ciudad por la fuerza. Presionado por la gente del pueblo, Villiers de L’Isle-Adam aceptó negociar.

Una tregua fue declarada para el 11-13 de diciembre para permitir las negociaciones, pero cuando los locales exigieron nuevas garantías para su seguridad, Solimán se enojó y ordenó que se reanudaran los bombardeos y asaltos. El bastión de España cayó el 17 de diciembre. Con la mayoría de los muros destruidos, era solo cuestión de tiempo antes de que la ciudad tuviera que rendirse, y el 20 de diciembre, después de varios días de presión por parte de la gente de la ciudad, el gran maestre pidió una nueva tregua.

El 22 de diciembre, los representantes de los habitantes latinos y griegos de la ciudad aceptaron los términos de Solimán, que eran generosos. A los caballeros se les dio doce días para abandonar la isla y se les permitió llevar consigo sus armas y cualquier objeto de valor o ícono religioso que desearan. Los isleños que desearan irse podrían hacerlo en cualquier momento dentro de un período de tres años. Ninguna iglesia sería profanada o convertida en mezquita. Los que quedasen en la isla quedarían libres de impuestos otomanos durante cinco años.

El 1 de enero de 1523, los caballeros y soldados restantes salieron de la ciudad, con banderas volando, tambores batiendo y en armadura de combate. Abordaron los 50 barcos que se habían puesto a su disposición y navegaron a Creta, que era una posesión veneciana, acompañados por varios miles de civiles.

Las bajas fueron terribles, unos 40.000 muertos turcos y 5.020 de los caballeros.

La conquista de Rodas fue un paso importante hacia el control otomano sobre el Mediterráneo oriental y facilitó enormemente sus comunicaciones marítimas entre Estambul y El Cairo y los puertos de Levante. Solo Creta, en manos venecianas vinculadas por tratados comerciales con el imperio Otomano, quedaba en manos cristianas. Más tarde, en 1669, otomanos capturaron Creta de los venecianos.

Los caballeros Hospitalarios comenzaron un deambular de siete años, instalándose primero en Civitavecchia y luego en Viterbo (1528) y Niza, que pertenecía a los Estados de Saboya.

Finalmente, el emperador Carlos V, viendo la utilidad que podía tener una orden militar frente a las avanzadillas del Mediterráneo otomano (Argel había sido conquistada por Barbarroja en 1529); cedió a la Orden de San Juan de Jerusalén, el disfrute del archipiélago Malta el 24 de marzo de 1530, bajo dependencia del reino de Sicilia, pasando a llamarse entonces caballeros Hospitalarios de Malta.

Guerra con Austria (1529-56)

Asedio de Viena (1529)

El archiduque Fernando de Austria fue elegido rey de Hungría en la Dieta de Bratislava el 26 de octubre de 1527, debido a su matrimonio con la hermana de Luis y su propia hermana que era viuda de Luis. Fernando se dispuso a hacer valer su derecho al trono de Hungría y capturó a Buda en 1527.

En la primavera de 1529, Solimán reunió un gran ejército en la Bulgaria otomana de unos 90.000 efectivos, con el objetivo de asegurar el control de Hungría y reducir la amenaza planteada en sus nuevas fronteras por Fernando y el Sacro Imperio Romano. Empezó su campaña el 10 de mayo y se enfrentó con obstáculos desde el principio. Las lluvias primaverales, características de Europa sudoriental, fueron particularmente intensas ese año; causando inundaciones en Bulgaria, y haciendo que partes de la ruta apenas fueran transitables. Muchos cañones de gran calibre se hundieron sin pausa y tuvieron que dejarse atrás, y se perdieron camellos de transporte en grandes cantidades.

Solimán llegó a Osijek el 6 de agosto. El 18 de agosto, en la llanura de Mohac, se encontró con una importante fuerza de caballería liderada por Juan Zopolya, que le rindió homenaje y lo ayudó a recuperar varias fortalezas perdidas a manos de los austriacos, incluido Buda, que cayó el 8 de septiembre. Solimán dejó a Juan Zopolya a cargo de la ciudad y continuó. Muchas de las fortalezas reconquistadas por los austriacos como Gran (Esztergom), Tata, Komoron, Raab (Gyor) se rindieron sin lucha. La única resistencia llegó en Bratislava, donde la flota turca fue bombardeada mientras navegaba por el Danubio.

Cuando se recibieron noticias del avance otomano, los defensores de Viena, que eran unos 20.000, se prepararon para resistir. Su determinación se endureció por las noticias de la masacre de la guarnición de Buda a principios de septiembre. El capaz Marshall de Austria, Wilhelm von Roggendorf, asumió el mando de la guarnición, con el mando operacional encomendado a un mercenario alemán de 70 años llamado Nicolás Graf Salm, que se había distinguido en la batalla de Pavía en 1525. Salm llegó a Viena a la cabeza de una fuerza de socorro que 1.500 lansquenetes alemanes y 700 arcabuceros españoles, muchos de ellos eran oriundos de Medina del Campo, enviados por la reina viuda María de Hungría, hermana de Fernando. Estos últimos destacaron en la defensa de la zona norte, impidiendo al enemigo establecerse en las vegas del Danubio junto a la ciudad.

Nicolás Graf Salm ordenó almacenar en la ciudad todas las provisiones disponibles; quemar todas las edificaciones exteriores a la antigua y desgastada muralla de la ciudad; bloquear las cuatro puertas de la ciudad; reforzar las murallas, que en algunos lugares no superaban los seis pies de espesor; levantar empalizadas en los límites con el Danubio; y la salida de la ciudad de los habitantes que no pudieran contribuir a su defensa (niños, mujeres, ancianos y clérigos). También mandó levantar los pavimentos de piedra de la ciudad y edificar con ellos una segunda muralla dentro de la antigua, destruyendo los edificios que fueron necesarios. Estableció el cuartel general cerca de la catedral de San Esteban.

El 21 de septiembre, cuando los akincis o jinetes ligeros otomanos, habían llegado a las afueras de Viena. Estas fuerzas iban siempre en la vanguardia del ejército. Su misión era explorar por donde debía pasar el grueso y de paso sembrar el pánico entre la población civil. En consecuencia, saquearon las aldeas cercanas a Viena, asesinando y violando a sus indefensos habitantes. El 24 de septiembre, Viena estaba aislada y rodeada por más de 130.000 efectivos turcos.

El ejército otomano llegó a Viena el 27 de septiembre, agotado durante el largo avance al territorio austriaco, había dejado atrás muchos camellos y su equipo pesado. Muchas de sus tropas llegaron a Viena en mal estado de salud después de las privaciones de la larga marcha, y de las personas aptas para luchar, un tercio eran caballería, poco adecuados para la guerra de asedio. El Sultán envió emisarios que eran 3 príncipes austriacos ricamente vestidos para negociar la rendición de la ciudad; Salm envió a 3 musulmanes ricamente vestidos sin respuesta.

La artillería de Solimán comenzó a disparar contra las murallas de la ciudad, pero no consiguió daños significativos; a sus arqueros les fue un poco mejor, logrando molestar a los defensores. También empezaron a excavar túneles en el mejor de los casos.

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Asedio otomano de Viena (1529) por Solimán en Magnífico

Cuando el ejército otomano se colocó en posición, la guarnición lanzó misiones para interrumpir la excavación de trincheras y minas, en un caso casi capturando a Ibrahim pachá. Los austríacos detectaron y explotaron varias cabezas de minas y el 6 de octubre enviaron 8.000 efectivos para atacar las operaciones mineras otomanas, destruyendo muchas de las minas, sufriendo graves pérdidas cuando la congestión dificultó su retirada a la ciudad.

Más lluvias cayeron el 11 de octubre, y con el fracaso de la estrategia minera, las posibilidades de una rápida victoria otomana se desvanecían cada hora. Además, los turcos se estaban quedando sin forraje para sus caballos, y las bajas, la enfermedad y las deserciones comenzaron a afectar sus filas. Incluso los jenízaros de élite expresaron su descontento por la situación, se quejaron de perder sus vidas sin nada a cambio, de la falta de provisiones, las bajas (entre 15.000 y 20.000 soldados) muertos. En vista de estos factores, Solimán no tuvo otra alternativa que contemplar la retirada.

Celebró un consejo de guerra el 12 de octubre, que decidió un último ataque con los jenízaros, con recompensas adicionales ofrecidas a las tropas.

El 14 de octubre fue una madrugada muy fría y la humedad penetraba hasta el tuétano. Había dejado de llover y finalmente los otomanos habían conseguido explotar una de las minas. Una brecha de unos 30 metros cerca de la entrada principal actuó como un imán, pero los turcos serían contundentemente rechazados por los defensores en su intento de asalto. Tres enormes columnas de jenízaros se aproximaron a la muralla e intentaron sin éxito el asalto a través de las brechas causadas en el muro.

Los lansquenetes alemanes y los arcabuceros españoles les cerraron el paso a costa de una sangría descomunal, neutralizando el intento de asalto de los jenízaros. La carnicería duró horas mientras seguían luchando con bajas en ambos bandos. Al caer la tarde, un cementerio al aire libre era el testimonio de aquel desatino. Viena no había caído, pero todos habían perdido. Miles de cadáveres yacían entre las murallas y el Danubio.

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Solimán el Magnífico en Viena

En la noche del 14 de octubre, se escucharon gritos desde el campo otomano, eran los lamentos de los prisioneros que los otomanos estaban matando. Muchos eran desertores que habían buscado la salvación rindiéndose.

El ejército otomano necesitaba invernar en Estambul para que sus tropas pudieran asistir a sus feudos y reclutar para la campaña del próximo año. La retirada de Solimán no fue un fracaso completo. La campaña reforzó el control otomano del sur de Hungría y dejó suficiente destrucción en la Hungría de los Habsburgo y en las tierras austríacas para perjudicar la capacidad de Fernando para montar un contraataque. El logro de Solimán fue consolidar las ganancias de 1526 y establecer el reino títere de Juan Zopolya como un amortiguador contra el Sacro Imperio Romano.

Nicolás Graf Salm murió el 4 de mayo de 1530 a consecuencia de las heridas recibidas. Su sarcófago renacentista puede verse en la iglesia, en el baptisterio de la Votivkirche en Viena.

Sin embargo, la invasión y su asedio climático costaron mucho a ambos lados, con decenas de miles de soldados y civiles muertos y miles más vendidos como esclavos. Marcó el final de la expansión de los otomanos hacia el centro de Europa y posiblemente el comienzo de su largo declive como el poder dominante del mundo renacentista. «La entrega de Viena por una valiente guarnición bajo el conde Nicolás Salm en 1529″, sugirió el historiador Rolf Adolf Kahn, «fue probablemente un logro mayor aunque menos espectacular que la liberación de cinco generaciones más tarde, provocada principalmente por los esfuerzos de un ejército bastante grande de fuerzas combinadas imperiales y polacas «.

Asedio de Kőszeg o de Güns (1532)

Tras el infructuoso asedio de Viena en 1529, Fernando lanzó un contraataque en 1530 para recuperar la iniciativa y vengar la destrucción provocada por el ejército de Solimán. Esta campaña generalmente se considera como el comienzo de la Pequeña Guerra, el período de una serie de conflictos entre los Habsburgo y el Imperio Otomano. Un asalto a Buda fue rechazado por Juan Zápolya, un rey vasallo de Hungría, pero Fernando tuvo éxito en otra parte, capturando Gran (Esztergom) y otras fortalezas a lo largo del río Danubio, una frontera estratégica vital.

Durante el período inicial de la Pequeña Guerra en Hungría, Solimán, como respuesta al contraataque de Fernando en 1530, y como parte de su quinta campaña imperial en 1532, lideró un ejército masivo de más de 120.000 efectivos para asediar Viena nuevamente. Debido a los rápidos avances de Solimán, Fernando temió que las fuerzas cristianas no se reunieran a tiempo para reunirse con él. El 12 de julio, Solimán le escribió a Fernando de Osijek en Eslovenia, para asegurarle el avance otomano. Según la carta, la quinta campaña de Solimán se dirigía principalmente contra Carlos V, y no personalmente contra Fernando.

Después de cruzar el río Drava en Osijek, en lugar de tomar la ruta habitual hacia Viena, giró hacia el oeste en el territorio húngaro de Fernando. En su ruta a Viena, el ejército otomano capturó diecisiete ciudades fortificadas o castillos. Fernando retiró su ejército, dejando solo 700 hombres sin cañones y algunas armas para defender Kőszeg (Güns).

Sin embargo, para obtener ganancias decisivas, los otomanos tuvieron que tomar la ciudad rápidamente, ya que un gran ejército imperial, reclutado en Alemania, reforzado por las tropas españolas y liderado por el propio emperador Carlos V, se estaba acercando en apoyo de Fernando.

Ubicada al sur de Sopron, la pequeña ciudad de Kőszeg (Güns) estaba a solo unos pocos kilómetros de la frontera con Austria. Estaba defendida por un grupo de trabajo comandado por el soldado y diplomático croata Nicolás Jurišić. Kőszeg (Güns) no se consideraba un lugar de importancia. Era un obstáculo insustancial y muchos puntos más fuertes habían cedido sin luchar. El gran visir de los otomanos, Ibrahim pachá, no se dio cuenta de lo mal defendida que estaba Kőszeg. Después de tomar algunos puntos menores, Solimán se unió a Ibrahim pachá poco después, cuando el asedio ya había comenzado.

Los otomanos encontraron una dura resistencia en Kőszeg. Solimán había esperado que el ejército imperial viniera a socorrer a Kőszeg, brindándole la oportunidad de un enfrentamiento más grande. Sin embargo, durante los ataques otomanos contra Kőszeg, el ejército imperial aún se estaba reuniendo en Regensburg. Los otomanos continuaron con un ataque tras otro; el fuego de artillería derribó partes de las murallas, pero no consiguió la rendición. Las minas de los otomanos fueron anuladas por contraminas.

La disposición de las paredes de Kőszeg hizo que la minería fuera una estrategia factible, pero a pesar de que varias minas lograron crear brechas en las murallas, los defensores resistieron. Durante más de veinticinco días, sin artillería, el capitán Nicolás Jurišić y su guarnición de 700 campesinos locales húngaros y algunos soldados croatas resistieron diecinueve asaltos a gran escala y un incesante bombardeo de los otomanos.

El resultado final tiene dos versiones. En la primera versión, Nikola Jurišić rechazó la oferta de rendirse en términos favorables, y los otomanos se retiraron. En la segunda versión, a la ciudad se le ofrecieron términos para una rendición nominal. Los únicos otomanos a quienes se les permitiría entrar al castillo serían una fuerza simbólica que levantaría la bandera otomana. En cualquier caso, Solimán se retiró a la llegada de las lluvias de agosto, y regresó a casa en lugar de continuar hacia Viena, como se había planeado previamente. Se había retrasado casi cuatro semanas, y durante este tiempo se había reunido un poderoso ejército en Viena, que Solimán no tenía la intención de enfrentarse. Carlos llegó con un ejército imperial a Viena el 23 de septiembre, demasiado tarde para luchar contra los otomanos, dado que Solimán ya se había retirado. Por su defensa de Kőszeg, Nicolás Jurišić y sus hombres habían salvado a Viena de un asedio.

Batalla de Gorjani (1537)

Fernando I de Austria decidió asestar un golpe decisivo en 1537 a Juan Zápolya rey de Hungría y vasallo otomano, violando así el tratado. Envió un ejército de 24.000 efectivos (de Austria, Hungría, Sacro Imperio Romano, Bohemia, Tirol y Croacia) bajo el mando de Johann Katzianer para tomar Osijek. El ejército estaba muy mal preparado, el asedio quedó en nada, porque el ejército aliado fue diezmado por la enfermedad y el hambre antes de que pudiera sitiar la ciudad.

El ejército tuvo que retirarse y se quedó atascado en los pantanos de Gorjani, cerca de Đakovo y Valpovo en el río Drava, y todo su pesado armamento se perdió. Katzianer huyó con la caballería y abandonó su ejército. El conde Ludwig Lodron permaneció para enfrentarse al ejército otomano de socorro que los venía persiguiendo con unos 8.000 jinetes mandados por el sanjakbey Semendireli Mehmed, pero toda la fuerza fue aniquilada.

Se reportó la muerte de 20.000 hombres, incluidos los generales Ludwig Lodron y Pavle Bakić. La cabeza cortada de Bakić fue llevada a Estambul.

Esta campaña fue un desastre de magnitud similar a la de Mohács y, por lo tanto, apodada la Mohács austríaca. La noticia de la derrota fue un shock en Viena y se firmó un nuevo tratado de Nagyvárad en 1538.

Katzianer fue arrestado, y Nikola Jurišić tomó su lugar como el comandante de la defensa croata. Algún tiempo después, Katzianer escapó de la prisión de Viena y se escondió en las fincas de Zrinski, hasta que perdió el favor de Zrinski, y fue ejecutado.

Asedio de Buda (1541)

El vasallo otomano Juan I Zopolya de Hungría murió en 1540, y su hijo Juan II, que era un menor de edad, fue coronado rey bajo la regencia de su madre Isabela Jaguellón y el obispo Jorge Martinuzzi. Esto fue aceptado por el gobernante otomano Solimán el Magnífico con la condición de que los húngaros continuaran rindiendo homenaje al sultán otomano. El nuevo rey, sin embargo, no fue aceptado por los Habsburgo. Fernando I, archiduque austríaco y Habsburgo, envió un ejército de 50.000 efectivos de Austria, los principados alemanes, Bohemia y Hungría de Habsburgo y mandado por Wilhelm von Roggendorf para asediar a Buda. El ejército asedió a Buda comenzó el 4 de mayo de 1541. El sitio fue mal administrado y varios ataques fracasaron con un número muy elevado de bajas en el lado de los Habsburgo.

Solimán el Magnífico tomó el mando personal de un ejército de ayuda otomano que incluía 6.362 jenízaros. El 21 de agosto, el ejército de socorro otomano llegó a Buda y se enfrentó en batalla con el ejército de Roggendorf. El ejército de los Habsburgo fue derrotado y 7.000 hombres fueron muertos o ahogados en el río. Roggendorf también fue herido en la batalla y murió 2 días después de sus heridas.

Los otomanos luego ocuparon la ciudad, que a su vez celebraba la liberación, con un truco: Solimán invitó al infante Juan II Segismundo Zápolya con los nobles húngaros a su tienda, mientras las tropas turcas comenzaron a infiltrarse lentamente en el fuerte como «turistas», para aparentemente admirar la arquitectura de los edificios. Sin embargo, en una repentina alerta, empuñaron sus armas y desarmaron a los guardias y toda la guarnición de allí en adelante. Al mismo tiempo, los nobles húngaros se sintieron incómodos en la tienda del Sultán y quisieron irse.

En ese momento, ante la protesta, el Sultán dijo «¡aún está por llegar la sopa negra (café)!». Los soldados turcos desarmaron al enviado húngaro. A todos se les permitió irse con una excepción: Bálint Török, a quién Solimán consideró un posible oponente poderoso. Fue llevado al cautiverio y trasladado a la fortaleza de Yedikule, donde pasó el resto de su vida. La corte real, los nobles y ciudadanos de Buda se les permitió salir de la ciudad con sus todas sus posesiones. Buda pasó a ser un sanjak (provincia) otomana.

El ejército de los Habsburgo perdió a los 16.000 hombres.

El asedio de Buda fue una victoria otomana crucial contra Fernando y los Habsburgo. La victoria permitió la ocupación del centro de Hungría por los otomanos durante alrededor de 150 años. Carlos V se enteró de la derrota de su hermano Fernando cuando llegó a Génova el 8 de septiembre de 1541. Sediento de venganza, partió para una expedición contra Argel, que también terminó en una sólida derrota para los Habsburgo.

Fernando volvería a intentar recuperar las ciudades de Buda y Pest en 1542, pero fue rechazado por los otomanos.

Asedio de Esztergom o de Gran (1543)

Tras la captura de Buda en 1541, Solimán creó el sanjak (provincia) de Buda dependiente del beylerbey de Rumelia. Tras el fallido intento de asedio de Fernando I de Austria de recapturar Buda en 1542. Solimán decidió tomar represalias. Como parte de la alianza franco-otomana, las tropas francesas fueron suministradas a esta campaña otomana en Hungría, una unidad de artillería francesa fue enviada en 1543 y unida al ejército otomano. Mientras tanto, en el mar Mediterráneo, Solimán había enviado a su almirante flota Hayreddin Barbaroja para cooperar con los franceses, lo que llevó al asedio de Niza.

Solimán al frente de un poderoso ejército puso bajo asedio la ciudad de Esztergom (Gran) el 25 de julio, la ciudad aguantó dos semanas y se rindió el 10 de agosto. Sería seguido por la captura de Székesfehérvár en septiembre. Otras ciudades que fueron capturadas durante esa campaña son Siklós y Szeged para proteger mejor a Buda. Sin embargo, Solimán se abstuvo de ir más allá a Viena esta vez, al parecer porque no tenía noticias de las campañas de sus aliados franceses en Europa occidental y en el Mediterráneo.

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Asedio de Esztergom o de Gran (1543). Autor Sebastian Vrancx

Después de la exitosa campaña otomana, se firmó una primera tregua de un año con Carlos V en 1545, a través de la intermediación de Francisco I de Francia. El propio Solimán estaba interesado en poner fin a las hostilidades, ya que también tenía una campaña en Persia. Dos años más tarde, Fernando y Solimán I firmaron el tratado de Adrianópolis de 1547, Hungría quedó dividida, la mayor parte quedó bajo control otomano. Fernando I de Austria incluso acordó pagar un tributo anual de 30.000 florines de oro por sus posesiones de los Habsburgo en el norte y el oeste de Hungría.

Después de estas conquistas, Hungría central permanecería bajo control otomano hasta 1686.

Campaña otomana de 1551

En 1551, el señor de facto de Transilvania, el obispo de Nagyvárad ( actual Oradea en Rumanía) Jorge Martinuzzi (de ascendencia italo-croata) comenzó una intriga que le costaría la vida. Buscó una reunificación bajo Fernando I, invitó a las tropas, Fernando envió un margrave italiano con tropas de Alemania y España. Pero la religión, Fernando I era católico, mientras que el rey niño y gran parte de la élite de Transilvania eran protestantes y querían seguir siéndolo, frustró el acuerdo, las tropas invitadas se hicieron cargo por la fuerza.

Solimán estaba furioso. Primero envió beylerbey de Rumelia, Sokollu Mehmet pachá (que había sido jenízaro, y de origen serbio bosnio) para tomar el castillo sobre la ciudad de Temesvár (actual Timişoara en Rumania), pero eso resultó ser un fracaso. La misión punitiva mucho más grande no tuvo lugar por una serie de razones.

  • Por un lado, el sultán estaba enfermo y preocupado por Persia, por lo que la invasión fue organizada por el bayberley de Anatolia, el ambicioso Kara Ahmed pachá, como una empresa pagada por su cuenta.
  • Segundo, en lugar de un golpe directo contra la traicionera Transilvania o la intrigante Austria, la estrategia fue algo ingeniosa atacar por el norte al otro lado del territorio con castillos más débiles, Transilvania propiamente dicha debía aislarse, y los flancos despejados para una eventual invasión de Viena.
  • En tercer lugar, el enemigo debía ser engañado empleando incursiones a lo largo de la frontera desde Croacia hasta Transilvania. La campaña liderada por el sanjakbey (gobernador) de Buda, Khadim Ali pachá, para bloquear eventuales esfuerzos de ayuda en el centro.

Ali pachá primero tuvo que volver a tomar Szeged de un ejército de contraataque de Transilvania, pero el enemigo se desorganizó demasiado para saquearlo y resistirlo seriamente. Pero luego la campaña se movió según el plan, aunque llegaron tarde.

El ejército principal de Ahmed pachá primero tomó Temesvár, que no había sido completamente reparado desde el año anterior. Después de un mes de sangrientas batallas y sin fuerzas de socorro a la vista, plebeyos rebeldes y mercenarios obligaron al capitán del castillo a negociar una entrega, se acordó respetar las vidas y posesiones al abandonar el castillo. Sin embargo, esto no era del agrado de los mercenarios del lado otomano, que habían derramado mucha sangre, pero se les negaba el botín. Así que el 27 de julio, cuando la línea de los habitantes del castillo pasaban por las líneas otomanas, algunos comenzaron a saquearlos, lo que se convirtió en una masacre al por mayor.

Esto afectaría las decisiones de los defensores de más castillos sitiados.

Primero fue Lippa (actual Lipova en Rumania), cuyo capitán (un noble español del ejército de los Habsburgo que ocupaba Transilvania), era el mismo hombre que dirigió el fallido ataque a Szeged y que no cumplió las órdenes de relevar a Temesvár, y huyó.

Mientras tanto, Ali tomó dos castillos en el oeste. Y después eliminó un ejército enviado desde Austria. Después de tomar más castillos y grandes áreas sin luchar, los dos ejércitos otomanos se unieron para el asedio de Szolnok.

Szolnok era una ciudad en una posición estratégica: en el río Tisza, en el cruce de las principales carreteras norte-sur y este-oeste. Consecuentemente, era una fortaleza principal recientemente construida, bien dotada de personal con mercenarios. Pero durante los ocho días que los ejércitos otomanos llegaron y acamparon, todos los mercenarios desertaron, el capitán y el resto fueron capturados.

El ejército otomano reunido marchó más al norte. En la entrada de un valle hacia el montañoso norte de Hungría, las unidades de avanzada llegaron a Eger el 11 de septiembre.

Asedio de Eger (1552)

La pérdida de los fuertes cristianos en Temesvár y Szolnok en 1551 se les atribuyó a soldados mercenarios dentro de las filas húngaras. Cuándo los otomanos desviaron su atención a la ciudad húngara del norte de Eger ese mismo año, pocos esperaron que los defensores ofrecieran mucha resistencia. Particularmente cuando los dos grandes ejércitos de los señores otomanos Ahmed y Ali, los cuales habían aplastado toda oposición anteriormente, se reunieron a las puertas de Eger.

Eger era un baluarte importante y clave para la defensa del resto del territorio húngaro. Al norte de Eger se alzaba la pobremente fortificada ciudad de Kassa (Košice), centro de una región importante de minas y casas de acuñación, la cual proporcionaba al reino húngaro de grandes cantidades de monedas de plata y oro de calidad. Además de hacerse con aquella fuente de ingresos, la caída de Eger asimismo brindaría al Imperio otomano una ruta alternativa de logística para una expansión militar de tropas que avanzarían más hacia el oeste, posibilitando a los otomanos plantar asedios a Viena más frecuentemente.

El castillo de Eger está localizado al este de la ciudad, en una ladera. Su ubicación real no era ideal desde un punto de vista militar, dado que el castillo solo vigila las partes sur y oeste de la ciudad amurallada; aun así, tenía la ventaja al proporcionar ubicaciones excelentes para el posicionamiento de armas de fuego. El castillo comprendía una fortaleza interior y exterior con una torre de guardia al sureste y 6 bastiones en las murallas. El castillo de Eger estaba construido en las ruinas de un fuerte de piedra más temprano, el cual reemplazó a un antiguo campamento, posiblemente levantado por los hunos. Esto hacía los cimientos de Eger más fuertes de lo habitual y ello obstaculizaría bastante el trabajo de los mineros otomanos. Como era habitual durante los asedios en aquel tiempo, tanto atacantes como defensores intentaron cavar túneles bajo las paredes para plantar cargas de pólvora para abrir brechas en la muralla o destruir las trincheras del atacante respectivamente. Ninguno de estos intentos logró su cometido durante el asedio de Eger.

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Castillo de Eger en Hungría (1552). Reconstrucción en 3D

El ejército húngaro se componía del ejército de Rumelia, reforzado con un contingente de Anatolia, un contingente de fuerzas profesionales kapikuli y las tropas de Ahmed pachá sanjakbey de Buda, en total unos 50.000 efectivos.

Los otomanos tenían 16 zarbuzanos (cañones de asedio de gran tamaño) así como 150 piezas medianas y ligeras, y un tren de transporte de 2.000 camellos, la cual probó para ser altamente útil en la recolección y transporte de madera para la construcción de plataformas de asedio provisional. Los defensores tenían 6 piezas de artillería y por lo menos una docena de cañones más pequeños, y aproximadamente 300 arcabuces con importantes suministros de munición.

A pesar de la diferencia de números, las fuertes murallas de Eger y la moral alta de sus defensores permitieron a la fortaleza resistir cinco grandes asaltos y el continuo fuego de la artillería otomana, casi 12.000 bolas de cañón habían caído dentro de la fortaleza antes del fin del asedio.

La fortaleza estaba defendida por unos 2.000 efectivos, una mezcla de soldados profesionales, campesinos insurgentes y unas cuantas docenas de mujeres. Entre los aproximadamente 1.530 soldados listos para combatir solamente había un puñado de mercenarios extranjeros, Dobó había contratado a seis artilleros de Alemania para hacer un uso más eficaz de la artillería de Eger. Los defensores estaban mandados por István Dobó y su lugarteniente István Mekcsey, quién había tomado el mando en 1549.

Otro notable oficial, famoso en el folclore y la literatura húngaros, era Gergely Bornemissza. Dirigía un destacamento de 250 soldados de infantería húngara, pero fue su habilidad con los explosivos lo que destacó a este joven oficial. Durante el asedio, Bornemissza ingenió unas primitivas, pero letales granadas y pequeñas bombas de pólvora que lanzaba contra los atacantes, e igualmente utilizó una rueda de molino provista de paquetes de pólvora que hizo rodar hacia las filas otomanas. Su secreto era que la pólvora no solo explotaba, sino que ardía con una llama más fuerte. Cargó estas armas con óleos, sulfuro y pedernal para rociar al enemigo con misiles incandescentes.

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Asedio de Eger (1552). Autor Vízkelety Béla

Los otomanos esperaban una victoria fácil, pero la valentía de los defensores del castillo, así como el inspirador liderazgo de Dobó, resistieron y repelieron los repetidos asaltos otomanos. Incluso después de la torre de almacenamiento que contenía 24 toneladas de pólvora negra explotara y causara daños estructurales extensos, los invasores aún no podían encontrar un camino al complejo del castillo. Después de 39 días de sangrientos, brutales e intensos combates, el ejército otomano se retiró, derrotado y humillado. Las pérdidas de los defensores se contaron en aproximadamente una tercera parte de sus efectivos.

Según las investigaciones históricas modernas, algunos factores externos contribuyeron al éxito de los defensores. Existían serias luchas internas entre los dos dirigentes otomanos, Ali pachá y Ahmed pachá. Ahmed era el miembro con más experiencia y había contribuido con el doble de tropas al ejército unificado, pero Alí demostró una mayor destreza estratégica y demostró su habilidad con la artillería, dañando severamente las murallas del castillo con su batería de solo con cuatro grandes piezas.

Durante el asedio, el ejército otomano se quedó sin pólvora y bolaños (bolas de cañón) al menos en dos ocasiones. El fin de otoño llegó más temprano de lo habitual, con una fuerte lluvia y temperaturas heladas durante la noche. Las escasas raciones de arroz, así como las alegaciones de corrupción entre los oficiales, causaron el descontento entre las tropas otomanas. A pesar del fracaso en Eger, los otomanos no tuvieron ninguna razón para lamentar la campaña de 1552, pues consiguieron tomar los fuertes de Veszprém, Timișoara, Szolnok y Lipova así como otros 25 baluartes austriacos habían sido tomados.

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Asedio de Eger (1552). Mujeres defendiendo el castillo. Autor Bertalan Szekely

Después de que la victoria, Dobó y sus oficiales dimitieron, como forma de protesta ante la negativa del rey Fernando de contribuir con algún apoyo material a la defensa. Gergely Bornemissza fue designado para tomar el mando de la fortaleza. Más tarde sería emboscado, capturado y ahorcado por los otomanos. La fortaleza de Eger siguió resistiendo los ataques otomanos hasta que en 1596, 7.000 defensores, mayoritariamente mercenarios extranjeros, capitularon ante las fuerzas otomanas mandadas personalmente por el sultán, Mehmed III. La ciudad quedaría en manos otomanas por 91 años.

Eger se transformó en el emblema de la defensa nacional, un símbolo de heroicidad patriótica, y la superioridad de un ejército nacional sobre una fuerza extranjera no motivada de mercenarios.

Asedio de Szigetvár (1556)

Ya en junio de 1556 las tropas del Imperio otomano habían asediado la fortaleza de Szigetvár, pero un ejército al mando de Nadásdy y el ban croata Nicolás Zrínyi o Zrinski había logrado romper el cerco. Zrínyi fue nombrado comandante de la fortaleza en 1557.

La fortaleza de Szigetvár (al sur de Hungría) constaba de la ciudad vieja, la nueva y un castillo, rodeado por un foso triple de agua. Terraplenes de tierra y madera aseguraban el castillo, tan solo la torre donde se conservaba la pólvora era de piedra. La fortaleza se hallaba junto a los pantanos del río Almás, de lo cual procedía el nombre en húngaro (sziget significa isla).

El sultán Solimán el Magnífico volvió a dirigir personalmente una campaña a los 72 años de edad, ya decrépito y afectado de gota, por lo que apenas podía montar a caballo. Disponía de unos 90.000 soldados y 300 cañones. Los 2.500 croatas que defendían la fortaleza, al mando de Zrínyi, contaban con 69 cañones. Las tropas imperiales que hubieran podido socorrerles se quedaron en Győr.

El asedio comenzó el 6 de agosto de 1566, cuando Solimán ordenó un asalto general, que fue rechazado con éxito por los defensores, pero abrumados por el número de bajas y mal equipados, no recibieron ninguna ayuda o refuerzo del ejército imperial de Viena.

Los atacantes rellenaron los fosos y empezaron a atacarla desde tres direcciones, el 19 de agosto, después de dos semanas de combates sangrientos y agotados, los pocos supervivientes se retiraron a la parte vieja de la ciudad con el fin de presentar una última batalla. El Sultán intentó persuadir a Zrinski de rendirse, prometiéndole que él gobernaría bajo influencia otomana, pero Zrinski siguió luchando sin responder a la propuesta.

El 5 de septiembre se produjo un incendio en la parte exterior, que no pudo ser sofocado, y los 500 defensores restantes se refugiaron en la torre. En la noche del 5 al 6 de septiembre murió de achaques el sultán Solimán, su muerte fue ocultada, siendo reemplazado en el mando por el gran visir Sokollu Mehmet pachá.

La batalla final comenzó el 7 de septiembre, un día después de la muerte de Solimán. Tras un bombardeo ininterrumpido, la torre empezó a arder el 8 de septiembre. En ese momento, los muros de la fortaleza se redujeron a un mero montón de piedras. Por la mañana, un ataque general se inició con ráfagas de armas, uso del fuego griego y un intenso fuego de artillería.

El ejército otomano se precipitó a la torre, con el sonido de tambores y gritos de guerra turcos. Zrinski se estaba preparando para una última carga. No estaba dispuesto a dejar que los otomanos tomasen su último reducto, mientras los turcos avanzaban a través de un estrecho puente, los defensores abrieron las puertas y disparan un gran mortero que contenía trozos de barras de hierro, matando a 600 turcos en un instante. Zrinski luego ordenó a sus restantes 500 soldados cargar, dos balas de arcabuz le impactan en el pecho, no llevaba coraza ni yelmo, sino un atuendo vistoso. Casi todos los defensores cayeron luchando en el puente, cuando consiguieron entrar en la torre, una explosión en el polvorín mató a numerosos atacantes.

La torre cayó en manos turcas, y casi toda la guarnición fue asesinada. Algunos defensores capturados fueron perdonados por los jenízaros por mostrar un valor impresionante. Zrinski fue herido de gravedad y hecho prisionero. Una vez decapitado, su cabeza se colocó sobre una pica dentro del campamento Otomano y luego fue enviada a las tropas imperiales, que la enterraron en el convento de Santa Elena en Senkovec.

La muerte del Sultán, las bajas de 30.000 soldados causadas por el sitio y la irrupción del invierno obligaron a los turcos a retirarse a Estambul. Los húngaros no pudieron reconquistar la ciudad hasta 1689.

Guerra otomano-safávida (1532-55)

La guerra fue provocada por disputas territoriales entre los dos imperios, especialmente cuando el sanjakbey de Bitlis decidió ponerse bajo la protección persa. Además, Tahmasp mandó asesinar al gobernador de Bagdad, simpatizante de Solimán.

En el frente diplomático, los safávidas había estado en conversaciones con los Habsburgo para la formación de una alianza Habsburgo-Persa que atacaría al Imperio otomano en dos frentes.

Campaña de las dos Iraks o Primera campaña (1532-36)

Los otomanos, primero bajo el gran visir Ibrahim pachá, y más tarde se unieron al propio Solimán, atacaron con éxito el Irak Safávida, recapturaron Bitlis y procedieron a capturar Tabriz y luego Bagdad en 1534. La ciudad fue tomada sin resistencia, el gobierno safávida huyó y dejó a la ciudad indefensa. La captura de Bagdad fue un logro significativo dado su dominio de los ríos Tigris y Éufrates y su comercio internacional y regional. Representó, junto con la caída de Basora en 1546, un paso significativo hacia la eventual victoria otomana y la obtención de la Baja Mesopotamia, la desembocadura de los ríos Éufrates y Tigris, abriendo una salida comercial al golfo Pérsico.

Los otomanos pasaron el invierno allí hasta 1535, supervisando la reconstrucción de santuarios religiosos sunitas y chiitas y proyectos de irrigación agrícola. Solimán regresó a Estambul, dejando una fuerte fuerza de guarnición. Durante las siguientes décadas, los otomanos solidificaron su control de la región, incorporándola a su Imperio hasta que fue recapturada por los persas en 1623. Tahmasp permaneció esquivo mientras seguía retrocediendo por delante de las tropas otomanas, adoptando una estrategia de tierra quemada.

Segunda campaña (1548-49)

Intentando derrotar al Sha de una vez por todas, Solimán se embarcó en una segunda campaña en 1548-9. Una vez más, Tahmasp adoptó una política de tierra quemada, devastando a Armenia. Mientras tanto, el rey francés Francisco I, enemigo de los Habsburgo, y Solimán el Magnífico avanzaban con una alianza franco-otomana, formalizada en 1536, que contrarrestaría la amenaza de los Habsburgo.

En 1547, cuando Solimán atacó Persia, Francia envió a su embajador Gabriel de Luetz, para que lo acompañara en su campaña. Gabriel de Luetz dio consejos militares a Solimán, como cuando aconsejó sobre la colocación de artillería durante el asedio de Van. Solimán logró avances en Tabriz, el régimen persa gobernó en Armenia, aseguró una presencia duradera en la provincia de Van en Anatolia Oriental, y tomó algunas fortalezas en Georgia.

Tercera campaña (1553-55)

En 1553 Solimán comenzó su tercera y última campaña contra el Sah, perdió inicialmente territorios en el Erzurum frente al hijo del Sah. Solimán contraatacó y recuperó Erzurum, cruzando el Éufrates y devastando partes de Persia. El ejército del Sah prosiguió su estrategia de evitar a los otomanos hasta que se llegase a un estancamiento en el que ningún ejército podía ganar. En 1555 se firmó un acuerdo conocido como la paz de Amasya, por el cual se devolvería Tabriz y el noroeste del Cáucaso a Persia, pero aseguraría Bagdad, Baja Mesopotamia, las desembocaduras del Éufrates y el Tigris y parte del golfo Pérsico. El Sah también prometió cesar todas las incursiones en territorio otomano.

Debido a su gran compromiso en Persia, Solimán solo pudo enviar un apoyo naval limitado a Francia en la invasión Franco-Otomana de Córcega (1553).

Tercera guerra Otomano-Veneciana (1537-40)

La guerra surgió de la alianza franco-otomana entre Francisco I de Francia y Solimán I del Imperio otomano, contra el emperador de Sacro Imperio Romano Carlos V; firmado una alianza política que ponía fin a los compromisos contraídos con el emperador Carlos V en la paz de Cambray (1529) y en la conferencia de Bolonia (1530). El plan inicial entre los dos había sido invadir conjuntamente Italia, Francisco a través de Lombardía en el norte y Solimán a través de Apulia al sur. Sin embargo, la invasión propuesta no tuvo lugar.

La que llegó a conocerse como la guerra Italiana de 1536-38; la invasión de Piamonte por parte de Francisco, que había logrado modestas ganancias territoriales, fue detenida por Génova, un aliado de Carlos V. Además de no poner todos sus recursos contra la ciudad, tuvo que defenderse de la invasión de la Provenza por Carlos V.

Solimán aún no estaba listo para participar en una invasión a gran escala del reino de Nápoles, por lo que no le dio ningún alivio a Francisco.

Las tropas otomanas de unos 100.000 efectivos fueron conducidas desde Estambul a Albania, con el objetivo de transportarlos a Italia con la flota. La flota otomana se reunió en Avlona con 100 galeras, siendo acompañados por el embajador francés Jean de La Forêt. Fueron desembarcadas en Otranto desde su campamento en Valona el 23 de julio de 1537, pero fueron retiradas en un mes cuando quedó claro que Francisco no iba a invadir Lombardía. Barbarroja devastó la región de Otranto y se llevó a unas 10.000 personas a la esclavitud.

Sin embargo, el desembarco y asalto de soldados otomanos en Apulia y la presencia de la gran flota otomana en el estrecho de Otranto generaron un temor considerable en Roma de que sería el preludio de un a invasión a gran escala.

Al mismo tiempo, la crisis en las relaciones veneciano-otomanas se desarrolló durante el asedio de Klis, el último bastión de los Habsburgo en Dalmacia, que cayó en marzo de 1537. El gobierno veneciano temía que las fuerzas turcas atacaran ciudades dálmatas y recurrieran a esfuerzos diplomáticos para evitar la guerra.

Asedio de Corfú (1537)

Estos temores se fortalecieron aún más después de una escaramuza con Andrea Doria, los otomanos de repente sitiaron la isla veneciana de Corfú en el Adriático en 1537, rompiendo así el tratado de paz firmado con Venecia en 1502. En Corfú, los otomanos enfrentó una formidable resistencia y defensas específicamente diseñadas para contrarrestar la artillería otomana. El asedio duró menos de dos semanas, y luego Solimán retiró sus fuerzas y regresó al este para pasar el invierno en Adrianópolis.

Los otomanos, una vez abandonado el sur de Italia, dirigieron sus fuerzas para montar el asedio de Corfú, una posesión de la república de Venecia, en agosto de 1537. Solimán decidió ir desde Avlona a Corfú el 19 de agosto de 1537. La flota estaba compuesta por unos de 320 barcos, comenzando a bombardear Corfú el 26 de agosto. Las tropas otomanas, que ascendían a 25.000 efectivos, fueron desembarcadas en la isla de Corfú.

En el asedio, se unieron los franceses mandados por el almirante barón de Saint-Blancard, que había salido de Marsella el 15 de agosto con 12 galeras, y llegó a Corfú a principios de septiembre de 1537. Saint-Blancard intentó en vano convencer a los otomanos de atacar de nuevo las costas de Apulia, Sicilia y la Marcha de Ancona. Eventualmente, Solimán, preocupado por una plaga entre sus tropas, decidió regresar con su flota a Estambul a mediados de septiembre sin haber capturado Corfú. El embajador francés Juan de La Forêt enfermó gravemente y murió en ese momento. Francisco I finalmente penetró en Italia y llegó a Rivoli el 31 de octubre de 1537. La flota de Saint-Blancard invernó en Chios hasta el 17 de febrero de 1538. Se decidió que tres barcos fueran a Estambul, mientras que el resto de la flota regresaría a Francia. En Estambul, fueron recibidos por el embajador francés Charles de Marillac. Hayreddin Barbarrosa se encargó de los gastos, y las galeras francesas finalmente partieron el 11 de abril de 1538 para regresar a Niza a través de Monastir.

Una consecuencia del sitio fue que los venecianos decidieron formar una alianza con el Papa y los Habsburgo contra los otomanos. Estos eventos resolvieron el Papa Pablo III de la necesidad de formar una Santa Liga (1538) para combatir y disuadir los asaltos otomanos que se esperaban para el siguiente año. A través de una intensa diplomacia, el Papa detuvo la guerra entre Carlos V y Francisco I con la tregua de Niza firmada el 18 de junio de 1538 y aseguró el apoyo de Carlos. Venecia también se unió a la liga, pero a regañadientes y después de mucho debate en el Senado.

Batalla de naval de Préveza (1538)

La flota otomana había crecido tanto en tamaño como en competencia a lo largo del siglo XVI y ahora estaba dirigida por el ex corsario convertido almirante Hayreddin Barbarroja pachá. En el verano de 1538 los otomanos volvieron su atención a las posesiones venecianas restantes en el mar Egeo, que capturaban las islas de Andros, Naxos, Paros y Santorini, así como a los dos últimos asentamientos venecianos en el Peloponeso Monemvasia y Navplion.

Los otomanos volvieron su atención al Adriático. Aquí, en lo que los venecianos consideraban sus aguas de origen, los otomanos, a través del uso combinado de su armada y su ejército en Albania, capturaron una serie de fuertes en Dalmacia y aseguraron formalmente su sostén allí.

Las naves venecianas, dirigidas por el capitán Domingo Capello; las papales, capitaneadas por Marco Grimano, junto con las imperiales, comandadas por Andrea Doria (almirante genovés que luchó para Francisco I de Francia y después para el emperador Carlos V) y don Fernando de Gonzaga, formaron la Santa Liga. Fue una de las mayores movilizaciones armadas del siglo XVI, con lo que podemos llegar a entender lo hartos y desesperados que estaban los cristianos por deshacerse de los turcos. Doria estableció que las galeras de los diferentes países aliados se reunieran a finales de verano con el objetivo de atacar Previsa (llamada también Preveza), una bahía ubicada en el golfo de Arta, en el suroeste de Grecia, donde se sabía que había fondeado la flota del antiguo corsario.

Las escuadras de la Santa Liga se reunieron en Corfú, a unos 100 kilómetros de Préveza, el 5 de septiembre se componía de 134 galeras, 72 naos gruesas de combate, 250 navíos menores y 16.000 soldados de desembarco; en total, por encima de los 50.000 hombres y 2.500 cañones, Doria contaba en muchos de sus buques con los recién creados tercios españoles. Por su parte, Barbarroja tenía a su disposición una flota mucho más reducida de 85 galeras, 30 galeotas, 35 fustas y bergantines, y unos 20.000 soldados. Informado por los exploradores de la situación de los cristianos, Barbarroja mando introducir toda su flota en el golfo de Arta, y esperar al enemigo dentro de la bahía, formando una barrera de cañones.

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Reunión de la flota de la Santa Liga en 1538. Autor Hugo A. Cañete

A pesar de que Doria contaba con una ingente cantidad de buques, armamento y soldados, hubo que esperar casi un mes para que se decidiera a mover pieza frente a los turcos. Concretamente, fue el 26 de septiembre, cuando el almirante genovés estableció su plan de batalla: haría desembarcar a 15.000 hombres y algunos cañones ligeros al mando de Francisco de Sarmiento en el flanco derecho de la bahía, para que tomaran por la fuerza el fondeadero y obligar a Barbarroja a separar sus naves de tierra. Buena idea, pero, al parecer, imposible para los oficiales, que rechazaron la propuesta. Así pues, sin saber cómo atacar, y mientras cavilaban un nuevo método para asaltar a Barbarroja, el almirante español dio órdenes a sus naves de retirarse hacia el islote cercano de Sessola para estar más protegidos.

Doria tardó demasiado en decidir la forma de atacar a los otomanos. El momentáneo repliegue de la armada de la Santa Liga debió enardecer los corazones de los musulmanes, ya que contra todo pronóstico y en lugar de huir, decidieron seguir la estela de los buques católicos para plantarles batalla. Al amanecer el 27 salieron a alta mar con su flota de 150 barcos y desplegaron en tres grupos en forma de media luna; la izquierda apoyada en la costa mandada por Salac; el centro mandado por Barbarroja y la derecha mandada por Tabac; y a vanguardia, 16 fustas bajo el mando de Dragut.

Durante el repliegue, uno de los galeones mejor artillados de la Liga con 130 piezas, al mando de Alejandro Condulmiero, quedó separado de la fuerza principal y se convirtió en una presa fácil para los otomanos.

Mientras Condulmiero luchaba desesperadamente, la pasividad de Doria hizo que el flanco derecho de la Liga, mandado por Alejandro Bondomier y Francisco Dora; se viera pronto superado por la vanguardia de Barbarroja la cual, buscaba introducirse entre los buques enemigos y la orilla del islote hacia el que se dirigían los cristianos. Fue entonces cuando el almirante español dio órdenes de maniobrar lo más rápido posible a sus bajeles y poner rumbo, a todo remo y a toda vela, hacia tierra para evitar ser atrapados en un fuego cruzado otomano.

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Batalla naval de Préveza 1538. Despliegue de fuerzas. Autor Hugo A. Cañete

Doria volvió a repetir la orden a las naos de aproximarse a tierra por segunda y tercera vez, pero o bien no la entendieron, o bien no hicieron nada para cumplirla. Finalmente, Doria, en un último intento de atraer consigo a los bajeles aliados hacia el combate, se paseó frente a la formación con la señal del ataque ondeando. Ninguno le siguió. Sin capacidad para motivar a sus hombres, el almirante católico no pudo más que tocar a retirada sin que ninguna de las decenas y decenas de naves girara su proa para enfrentarse al enemigo y cumplir sus órdenes. Según parece, el veloz ataque de Barbarroja había sorprendido de una forma increíble a los capitanes de la Liga.

Dos de las naves que acompañaban a Doria se batieron hasta la extenuación. Una era la del capitán Villegas de Ulloa que, después de repartir arcabuzazos y cañonazos por doquier a los otomanos, terminó en el fondo del mar al negarse a rendir el buque. La otra fue la de Machín de Munguía, natural de Vizcaya, un marino que hizo frente a tres galeras turcas con sus hombres y logró salvarse milagrosamente después de que su buque quedara a la deriva. El galeón de Condulmiero quedó acribillado y hecho astillas, con 13 muertos y 40 heridos, siendo incendiado dos veces. Al anochecer los otomanos trataron de abordarlo, acudiendo Barbarroja en persona a dirigir el asalto, que al fin no se llevó a cabo.

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Batalla de Preveza (1538). Autor Ohannes Umed Behzad en el «Museo Naval de Estambul».

La Santa Liga acabó con 13 barcos hundidos, de los cuales 5 eran españoles y 36 barcos capturados, siendo hechos 3.000 prisioneros. Mientras que Barbarroja tuvo tres bajeles destruidos y 20 muy dañados, sufriendo 400 muertos y 800 heridos.

Batalla de Castelnuovo (1539)

Andrea Doria, un año después, quiso tomar la revancha conquistando la ciudad de Castelnuovo, actual Herzeg Novi en Montenegro, a unos 40 km de la república de Ragusa (Dubrovnik). Doria asedió y conquistó la plaza, dejando un tercio español de unos 3.500 hombres al mando del maestre de campo Francisco Sarmiento de Mendoza y Manuel; con el propósito de pasar el invierno y establecer una cabeza de puente por donde avanzar al inicio de la siguiente campaña hacia el corazón de los dominios turcos en el continente europeo.

La ciudad era punto estratégico entre Viena y Estambul, ya que suponía una vía segura en el mar Mediterráneo, con lo que se podía controlar el comercio y tener amenazas a las potencias europeas. Venecia pidió al Emperador que se le que se le devolviese la plaza de Catelnuovo por estar situada en su zona de influencia, pero Carlos V se negó.

El 12 de julio de 1539, hizo aparición la flota de Barbarroja compuesta por 130 galeras, 70 galeotas y 20.000 soldados (de los que 4.000 eran jenízaros), bloqueó el acceso al golfo desde el mar. Un primer intento de desembarco fue repelido por el tercio, en el siguiente intento, ante la superioridad numérica, los españoles se retiraron a la fortaleza.

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Batalla de Castelnuovo 1539. Situación de la ciudad y fortaleza

El 18 de julio llegan por tierra, un ejército de 30.000 hombres dirigidos por el sanjakbey de Bosnia desplegaron por tierra rodeando la fortaleza. Durante la primera semana, tras la llegada de los otomanos, ambos ejércitos se dedican a la construcción de trincheras y a mejorar las defensas. Los turcos, además, se apresuran a emplazar la artillería y realizar los trabajos de asedio. A medida que avanzaban los trabajos de asedio, los españoles veían con preocupación como los turcos se acercaban cada vez más a las murallas. Los españoles hicieron varias salidas para intentar retrasar estos trabajos.

El 23 de julio, Barbarroja tenía a sus hombres y artillería preparados para el asedio y, para evitar bajas, hizo una generosa oferta a los españoles afirmando que “el Tercio tendría vía libre hasta Italia”, con sus armas donde serán recibidos por las autoridades españolas. Ante esto, los españoles, sin esperanza de recibir refuerzos de las fuerzas imperiales, ni ninguna ayuda, les respondieron que “viniesen cuando quisiesen”.

Tras haber rechazo la oferta de los otomanos, el 24 de julio comenzaron el asedio a la ciudad. Durante dos días los otomanos bombardearon sin descanso la fortaleza, y realizaron varios asaltos que fueron rechazados, dejando algo más de 6.000 muertos, mientras que los españoles 50, aunque muchos morirían posteriormente de sus heridas.

El 26 de julio, los españoles decidieron llevar a cabo en una de las noches una encamisada. Unos 800 españoles en camisa y sin las corazas para no hacer ruido, salieron silenciosamente de las murallas con la espada y la daga en mano. Atacaron por sorpresa a un gran contingente de jenízaros al mando del capitán Agi, uno de los favoritos de Barbarroja, y acabaron con todos, capitán incluido, retrasando los preparativos para el ataque a las murallas.

Del 27 al 3 de agosto, Barbarroja concentra toda su artillería en el castillo, al que considera el eje central de la defensa, reduciéndole a escombros. El 4 de agosto, los españoles abandonan completamente el castillo y se refugian en la ciudad.

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Batalla de Castelnuovo (1539). Vista del castillo y de la ciudad

En la madrugada del día 5 de agosto, se inició el asalto a las ruinas de la ciudad. Los otomanos consiguieron adueñarse de una torre de la muralla, Sarmiento intentó volarla con una mina, pero la pusieron mal y los artificieros murieron, los españoles se refugiaron entre las murallas que quedaban en pie, así como entre los restos de escombros.

A los españoles no les quedan muchas alternativas y decidieron hacer otra encamisada en el campamento turco. Esta vez 600 españoles salieron de los escombros de Castelnuovo y se adentraron sigilosamente en el campamento turco, donde cundió el pánico, provocando una estampida de tal magnitud en las filas otomanas, que derribaron entre otras muchas tiendas, la de Barbarroja. La guardia personal del almirante, temiendo el desastre, lo trasladaron contra su voluntad y junto con los estandartes a la seguridad de los barcos de la flota situada en el golfo.

El 6 de agosto, hubo una fuerte tormenta y la lluvia inhabilitó la pólvora, al mojarse esta, por lo que ese día se combatió cuerpo a cuerpo, con la espada y la pica, siendo los españoles unos expertos en estos combates, consiguiendo rechazarles con muchas pérdidas en ambas partes.

Al día siguiente 7 de agosto, los otomanos volvieron a realizar un ataque general; consiguieron tomar la ciudad, y Sarmiento y los 600 supervivientes trataronn de retirarse a la ciudadela al sur de la ciudad, donde se habían refugiado los civiles, lo hicieron con orden y disciplina, y cuando llegó se encontró con que los accesos están tapiados. Le tiraron desde lo alto una soga para que subiese, a lo que este replicó “Nunca quiera Dios que yo me salve y mis capitanes mueran”. Sarmiento se reunió con sus capitanes Machín de Munguía, Juan Vizcaíno y Sancho Frías aguantando la última posición. Solo Juan de Munguía quedó vivo con 200 supervivientes, la mayoría heridos cuando se rindieron.

Los turcos habían perdido unos 25.000 hombres. Barbarroja mandó ejecutar a la mitad de los españoles supervivientes y a todos los clérigos para dar satisfacción a las tropas. El resto fue llevado a Estambul, donde trabajarían como esclavos. A Machín de Munguía le ofreció pasarse a su servicio, pero al rehusar fue decapitado.

Tras Castelnovo, Barabarroja capturó algunas ciudades griegas como Skíathos, Andros y Serifos. También el castillo de Risan, la fortaleza veneciana de Cattaro y la española de Santa Veneranda. Finalmente regresó a Estambul.

La república de Venecia, sintiéndose derrotada tras el fracaso de Preveza, firmó un tratado de paz con Solimán el 2 de octubre de 1540, por el cual reconocen las conquistas turcas y se comprometen a pagar 300.000 ducados de oro.

Asedio de Malta (1565)

Antecedentes

Tras la caída de la Isla de Rodas en 1522, los caballeros hospitalarios, estuvieron siete años sin tener asentamiento fijo. Carlos finalmente concedió a los caballeros de la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén la soberanía de la isla de Malta y la ciudad de Trípoli, a cambio de defenderla de los ataques de los turcos y de los piratas al servicio de estos. Tras consultar con el Papa, el 26 de octubre de 1530 Felipe Villiers de l’Isle-Adam, gran maestre de la Orden, llegó junto con sus caballeros al Gran Puerto de Malta a tomar posesión de la isla.

Durante algún tiempo los altos cargos de la Orden hicieron planes para reconquistar Rodas, pero acomodaron Malta como base de operaciones desde la que siguieron atacando provechosamente las naves turcas. La isla se encuentra en el centro del Mediterráneo, ocupando una posición clave en el cruce de caminos entre Oriente y Occidente, de gran importancia estratégica, sobre todo cuando, desde 1540, los corsarios berberiscos empezaron a operar en aguas del Mediterráneo Occidental.

En 1551, el pirata Dragut y el almirante turco Sinán pachá decidieron hacerse con Malta e invadieron la isla con unos 10.000 hombres. Desembarcaron en Marsamuschetto, avanzaron hacia Birgu y San Angelo, enfrentándose a los caballeros en la falda del monte Sceberras; donde encontraron una resistencia muy fuerte. Mandó cortar las narices de los prisioneros y se trasladó a la vecina isla de Gozo, al norte de Malta, donde bombardeó la ciudadela durante varios días, hasta que finalmente el gobernador de los caballeros, Galatian de Sesse, considerando que la resistencia era inútil, rindió la ciudadela.

El corsario turco tomó como rehenes a la práctica totalidad de la población (unos 5.000 habitantes) para después dirigirse a Trípoli junto con Sinán pachá, de donde expulsó fácilmente a la guarnición de los caballeros. En un primer momento, nombró gobernador a un prohombre local, Aga Morat, aunque poco después él mismo se erigió en bey de la ciudad. Con Trípoli en su poder, Dragut se convirtió en una amenaza para los barcos españoles y las rutas comerciales de los reinos cristianos en el Mediterráneo.

Tras estos ataques, el gran maestre de la Orden, Juan de Homedes, supuso que habría otra invasión otomana en menos de un año. Por lo que dispuso que se reforzase el fuerte de San Ángel en Birgu (actual Vittoriosa); y que además se construyesen dos fuertes nuevos, el de San Miguel en el promontorio de Senglea, protegiendo el Burgo, y el de fuerte de San Telmo, la península del monte Sceberras (actual centro urbano de La Valeta), era un faro desde el tiempo de los fenicios. Los dos fuertes nuevos se construyeron en apenas seis meses en el año de 1552, y los tres juntos fueron de una importancia crucial para el resultado del Gran Asedio. Especialmente San Telmo, encargado a un arquitecto italiano que lo diseñó de forma hoy conocida como traza italiana, que era una adaptación a la importancia creciente del uso de la artillería.

En 1557 Juan Parisot de la Valette, caballero de la lengua de la Provenza, fue elegido 49º gran maestre de la Orden y alentó los ataques a embarcaciones no cristianas. Sus propias naves llegaron a apresar alrededor de 3.000 esclavos musulmanes solamente en el periodo en que ostentó el cargo de gran maestre.

En 1559 Dragut era ya un problema de primer orden para las potencias cristianas, llegando a atacar las costas orientales de España y de Francia, en connivencia con los moriscos. Esto provocó que Felipe II decidiera reconquistar Trípoli, y para ello contó con la colaboración de los franceses, antiguos aliados de los turcos. En 1560 la Orden se unió a la expedición, que consistía en unas 54 naves y 14.000 hombres. La campaña finalizó en desastre, al verse sorprendida la flota cristiana cerca de la isla de Djerba por las fuerzas del almirante Pialí pachá en mayo. Los otomanos capturaron o hundieron la mitad de la flota y el lance marcó el cenit de la dominación otomana en aguas del Mediterráneo. Los turcos cometieron el grave error estratégico de dejar pasar la oportunidad de atacar la isla en ese mismo momento, con la flota mediterránea española maltrecha. La Orden continuó sus acciones de corso contra los musulmanes.

A mediados de 1564, Romegas, uno de los marinos más notables de la Orden; capturó una flotilla turca casi entera, en la que viajaban el eunuco mayor de Solimán, el gobernador de El Cairo y el de Alejandría, Mirmah, la hermana de Solimán y buena parte del harén de Solimán, incluida Roxellane que era una de sus preferidas, y la antigua tutora de la hermana de Solimán, consiguiendo un botín de unos 80.000 ducados. Estas galeras turcas eran propulsadas por esclavos cristianos, que fueron liberados y sustituidos por prisioneros turcos. Este ataque sirvió a Solimán como casus belli plausible y en octubres de 1564, reunió del diván o gran consejo para planear con gran secreto el ataque a Malta, para posteriormente atacar Sicilia, lo que le abriría las puertas de Italia y España.

Los preparativos

A principios de 1565, el gran maestre recibió informes de sus espías en Estambul sobre la invasión que se estaba preparando. Juan de la Valette cometió un gran error de previsión, al empezar con retraso las medidas defensivas más elementales: reclutar soldados en Italia, acumular víveres y acelerar los trabajos de reparación y reestructuración en los fuertes de San Ángel, San Miguel y San Telmo, evacuar a los civiles y llevar a cabo una estrategia de tierra quemada en Malta y Gozo, complicando el avituallamiento enemigo. De la Valette dudó antes de tomar tan duras medidas por la cuantía del gasto y la creencia de que el enemigo no llegaría antes de junio, cuando realmente se presentó el 18 de mayo de 1565.

En el momento de la invasión Malta tenía 700 caballeros, 2.000 soldados profesionales (400 españoles, 800 italianos, 200 griegos y sicilianos, y 600 de galeras) y unos 3.000 soldados reclutados entre la población y 500 galeotes (remeros) en total unos 6.200.

El gran maestre de la Orden de los Hospitalarios, Juan Parisot de la Velette, tenia gran experiencia en combatir a los turcos. Había sido uno de los caballeros derrotados en Rodas,y había pasado un año como galeote de una galera turca. Una vez liberado gracias a un intercambio de prisioneros, se convirtió gracias a su pericia en el mejor comandante naval de la Orden, con decenas de capturas de barcos turcos en su historial.

Según el registro de Giacomo Bosio, historiador oficial de la orden de Malta,la flota se componía de 193 naves, entre las que había 131 galeras, 7 galeotas (galeras pequeñas) y 6 galeazas (grandes galeras, menos ágiles, pero con más potencia de fuego), 8 mahonas (grandes galeras de transporte), 11 veleros con provisiones y 3 más para los caballos. Estaba mandada por el almirante Piali pachá que era jefe de la flota en la conquista de Rodas, y en la batalla de Djerba, teniendo como consejeros a los piratas Dragut Reis y Uluch Alí. Como jefe de las fuerzas terrestres estaba Lala Kara Mustafa pachá que había participado en la conquista de Chipre y era conocido por su crueldad.

La fuerza de desembarco estaba compuesta por unos 40.000 efectivos, de los cuales 6.000 eran jenízaros, 4.000 jinetes shipahis (conocidos como cipayos), tropas kapikuli de Rumelia, voluntarios de la fe, aventureros, y corsarios de Argel y Trípoli. Las naves transportaban un tren de asedio consistente en 64 piezas, entre ellas 4 basiliscos, y un gran pedrero.

La imponente escuadra turca, que partió de Estambul en marzo de 1565, fue avistada en Malta al amanecer del viernes 18 de mayo, La Valette inmediatamente envió un mensaje a Sicilia, avisando de la llegada de los turcos y solicitando ayuda. La flota no desembarcó inmediatamente, sino que costeó la isla hacia el sur y luego hacia el norte, a una bahía de Tuffieha cerca de la aldea de Mgarr, donde anclaron la noche del 18. La caballería de la orden vigiló los movimientos de la flota. Al amanecer del 19, una avanzadilla se dirigió al sur a la bahía de Marsasirocco (Marsaxlokk) y comenzó a desembarcar tropas, al final del día desembarcó el resto.

Apenas desembarcaron los turcos hubo discrepancias entre el jefe de las fuerzas de tierra, Lala Kara Mustafá pachá, y el almirante, Pialí pachá. Pialí quería antes que nada tomar el fuerte de San Telmo, para dominar así el Gran Puerto y disponer de un fondeadero a salvo. Por su parte, Mustafá pretendía atacar la desprotegida capital vieja, Medina, que estaba en el centro de la isla, y lanzarse directamente sobre los fuertes de San Ángel y de San Miguel por tierra, ya que tras la caída de estos poco resistirían las fortalezas menores. Se impuso el criterio de Pialí, convencidos los turcos de que San Telmo apenas resistiría un par de días, ya que ese fuerte se encontraba aislado de los otros y no podría recibir refuerzos.

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Asedio otomano de Malta (1565). Movimientos de fuerzas otomanas

El asedio de San Telmo (24 mayo-23 junio de 1565)

Los turcos establecieron el campamento en Marsa, el 21 de mayo, y el 24 de mayo comenzaron a atrincherarse en torno al pequeño fuerte, instalando 21 piezas de artillería (y empezando de inmediato el bombardeo.

San Telmo estaba guarnecido por 600 defensores, entre los que había 100 caballeros hospitalarios, estaba mandado por Pedro de Masuez, y tenía la orden de luchar hasta el final, intentando aguantar hasta que llegasen los refuerzos prometidos por García Álvarez de Toledo Osorio, IV marqués de Villafranca del Bierzo y virrey de Sicilia. A las pocas horas de comenzar el asedio, el muro exterior de fuerte comenzó a ceder. Los turcos comenzaron a avanzar sus trincheras, facilitando la actividad de los arcabuceros jenízaros.

Al cabo de una semana de bombardeo, el fuerte era un montón de escombros, pero se seguía resistiendo, gracias a que por las noches barcas llenas de refuerzos llegaban, y se llevaban a los heridos.

El caballero de San Aubín era uno de los mejores comandantes navales de la Orden, se encontraba de patrulla por las costas africanas con su galera, cuando recibió la orden del gran maestre de regresar a Malta. Cuando llegó a la isla, se encontró con el bloqueo otomano. Pialí en cuanto le vio, ordenó a Mehmet bey que con seis galeras le diera caza. Al no poder romper el bloqueo, huyó siendo perseguido por las galeras turcas. La galera de San Aubín era muy rápida y pronto fue dejando a sus perseguidores atrás hasta que solo quedó la galera de Mehmed. San Aubín entonces mandó virar la galera y enfilar a su perseguidor, Mehmet huyó y San Aubín puso proa a Sicilia. Mehmet fue degradado por Pialï, ya que su cobardía fue vista por todos los turcos.

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Asedio Otomano de Malta (1556). El caballero de la Orden San Aubín intentando romper el bloqueo naval otomano de Malta. Fue perseguido por 6 galeras turcas que fue dejando atrás, finalmente cuando quedó solamente la de Mehmet Bey, se dirigió contra eĺ, haciéndole huir. Posteriormente puso rumbo a Sicilia. Autor Angus McBride

En la mañana del día 29, los sitiados bajo el mando del coronel Mas y el caballero Medrán hicieron una salida silenciosa del fuerte y consiguieron tomar las trincheras turcas, obligando a huir a los trabajadores turcos y a la guardia avanzada. Pero momentos después, Mustafa pachá ordenó el ataque de los jenízaros, que volvieron a conquistar la trinchera.

El día siguiente, el pirata Dragut llegó. Y no le gusto nada lo que vio, llegando a la conclusión que San Telmo aún resistía gracias a los refuerzos que llegaban por la noche, atravesando el puerto, y tomó medidas para evitarlo. Ordenó patrullas por el puerto y mando reposicionar los cañones dirigiéndolos hacia la zona donde desembarcaban los refuerzos. Mandó establecer una plataforma artillera en la punta Tigne (posteriormente renombrada como Dragut) junto a la ermita de Santa María y otra en la punta de las Orcas. Desde donde impedirían cualquier refuerzo.

Mientras tanto, la caballería hospitalaria hacía frecuentes salidas, atacando las líneas de aprovisionamiento turcas, los campamentos y las baterías más alejadas del campo de batalla, la noche. La noche del 3 de junio, la caballería desde Mdina atacaron el campamento turco y la noche del 5 de junio salieron caballería e infantería de El Burgo y atacaron la batería de la punta de las orcas, poniendo la batería fuera de acción.

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Asedio otomano de Malta (1565). Días 4 y 5 de junio. Autor Hugo A. Cañete

La noche del 6 de junio, los zapadores turcos se dieron cuenta de que los guardias cristianos no estaban en sus puestos de guardia. Entraron sigilosamente y acuchillaron a los centinelas, que estaban dormidos. Los jenízaros, bajo el mando de Dragut y Mustafá, avanzaron en silencio llevando escaleras; cuando estaban en lo alto de las escaleras se lanzaron al ataque, estuvieron muy cerca de penetrar en la fortaleza, los sitiados emplearon granadas con fuego griego, y finalmente los sitiados lograron rechazarlos gracias a dos pequeños cañones apuntados directamente a la puerta de entrada. Finalmente, Mustafá suspendió el ataque.

El ataque continuó a la mañana siguiente, tras un fuerte bombardeo que colapsó parte de la muralla, los jenízaros se lanzaron de nuevo al ataque, los defensores utilizaron aceite hirviendo y granadas de fuego griego contra los atacantes, ese día murieron 500 turcos casi todos jenízaros por 20 hospitalarios y 60 soldados cristianos. Pero los turcos habían conquistado el revellín (punta triangular unida por un puente al resto de la muralla) y ya estaban en la muralla, el fuerte estaba perdido.

Hubo un consejo de guerra sobre evacuar San Telmo, pero finalmente se decidió defenderlo a toda costa, La Valette consiguió enviar un refuerzo de 15 hospitalarios al mando del caballero Medran y 100 soldados, todos ellos voluntarios de Mdina, pues sabían que iban a una muerte segura.

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Asedio otomano de Malta (1565. Asalto) al fuerte de San Telmo. Izquierda, días 8-10 de junio. Derecha, días 11-16 de junio. Autor Hugo A. Cañete

Los turcos mientras tanto habían decidido un ataque nocturno el día 10, durante todo el día la artillería estuvo machacando las posiciones cristianas. Cuando la noche cayó y se suspendió el fuego artillero, empezó el ataque. Oleada tras oleada, los defensores repelieron los ataques, los turcos utilizaron fuego griego, pero los defensores disponían de agua para apagarlo. Finalmente, fueron rechazados, habían perdido 1.500 hombres frente a 60 cristianos.

Dragut quedó decepcionado cuando se enteró de que el fuerte había sido reforzado, y decidió realizar trincheras alrededor del fuerte para impedir los refuerzos. El 15 de junio, los turcos comenzaron a excavar trincheras para aislar el fuerte de San Telmo del Gran Puerto y cortar las llegadas de refuerzos. Mientras estaba inspeccionando los trabajos, Dragut resultó mortalmente herido por un proyectil de piedra, no se sabe si desde el fuerte de San Ángelo por una descarga de los propios cañones. Una vez acabada la trinchera, ya no era posible reforzar o evacuar San Telmo.

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Asedio otomano de Malta 1565. Muerte de Dragut al recibir el impacto de un proyectil de piedra mientras inspeccionaba las trincheras alrededor del fuerte de San Telmo. Autora Christa Hook

El 17 de junio, se asentó una batería de artillería muy cerca de San Telmo que fue conocida como la batería de Mustafá.

El 18 de junio, Mustafá decidió iniciar un nuevo masivo ataque, empleando los voluntarios de la Fe y a los aventureros como carne de cañón y reservar a los jenízaros para el asalto final, el ataque duró 6 horas, murieron otros 1.000 turcos y 150 defensores. Mustafá fue alcanzado por un disparo y muerto.

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Asedio otomano de Malta (1565). Defensa del fuerte de San Telmo. Autor Atephen C. Spiten

El 22 de junio, los turcos volvieron a lanzar otro ataque final. Los defensores habían reforzado lo que quedaba de los muros con rocas, colchones, cadáveres de turcos y con cualquier cosa que pudiera servir de barricada. En seis horas de batalla, los turcos perdieron 2.000 hombres, por 400 de los defensores. Solo quedaban vivos 60 defensores, de los cuales muchos estaban heridos.

El día 23 de junio, a las 08:00 horas, comenzó de nuevo el bombardeo desde el monte Sceberras y desde los barcos turcos. Los cañones del fuerte de San Ángelo no dispararon para no herir a los defensores, ya que los turcos estaban muy cerca. Los defensores consiguieron aguantar 4 horas, pero al final los turcos consiguieron entrar. 5 malteses consiguieron salvarse, saltando al mar y nadando hasta zona segura. Solo 9 caballeros fueron hechos prisioneros (5 españoles, 3 italianos y 1 francés).

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Asedio otomano de Malta (1565). Asalto final del fuerte San Telmo. El 23 de junio los turcos finalmente tomaron la fortaleza, solo quedaban 60 defensores, sus oficiales Muras y Medran estaban estados en sillas porque no podían sostenerse en pie, solo sobrevivieron 9 caballeros. Autora Christa Hook

Mustafá pachá estaba furioso, había perdido más de 8.000 hombres en San Telmo frente a 1.500 cristianos, seis otomanos por cada cristiano, incluso el propio Pialí resultó herido en la cabeza. Así que mandó decapitar a los hospitalarios, los destripó y los clavo en cruces, que arrojo al mar, para que la marea los llevara hasta las posiciones cristianas.

Cuando La Valette vio lo que había pasado, entendió el mensaje claramente. Así que mando disparar los cañones contra los turcos. Pero cuando los proyectiles llegaban a su objetivo, no era hierro o piedra lo que llevaba, sino las cabezas de los turcos prisioneros, que La Valette había ordenado decapitar y enviar a los turcos como respuesta.

Primer gran asalto a San Miguel

La mayor posición defensiva de los defensores eran dos penínsulas que se internaban en el Gran Puerto. En una estaba el fuerte de San Miguel y en otra el fuerte San Ángelo. Ambos fuertes estaban unidos por una gran cadena, que atravesaba el agua entre ambos fuertes para impedir el paso de barcos enemigos, también consiguieron unir ambos puentes por un puente de barcas para trasvasar efectivos. En cuanto al agua potable, no tenían problema, disponían de 40.000 barriles de agua y una fuente en Burgo (Birgu).

Nada más conquistar San Telmo, empezaron a construir trincheras frente al fuerte de san Miguel para preparar el siguiente ataque. Se reposicionó la artillería, situando baterías frente al Gran Puerto, en las alturas de Corradin frente a la península de Sanglea y en los accesos terrestres a ambas penínsulas.

Aunque el virrey de Sicilia no había reunido el prometido socorro, y a pesar del férreo bloqueo turco, los refuerzos seguían llegando a la isla. A plena luz del día, un bote de remos se dirigió hacia el Gran Puerto, y aunque un cañonazo turco lo hizo astillas, un comendador de la Orden, un tal Salvago, y el capitán español Miranda ganaron la costa a nado y se reunieron con los sitiados. En otra ocasión, una galera de Sicilia logró escapar de siete galeras enemigas cuando intentaba acercarse a tierra. Un refuerzo de 600 hombres, capitaneado por Enrique de La Valette, sobrino del gran maestre, fracasó al tratar de desembarcar, pero pudo escapar.

El día 5 de julio, llegó un pequeño refuerzo desde Sicilia, estaba compuesto por 42 caballeros, 25 voluntarios europeos y 600 soldados de infantería españoles, mandados por el caballero Robles, con dos transportes protegidos por dos galeras. Aprovechando la niebla, consiguieron eludir el bloqueo otomano, desembarcando los efectivos al norte del Gran Puerto, desconociendo que había caído, Juan Cardona que mandaba la flota y tenía orden de no desembarcar si el fuerte había caído. Una vez desembarcados, Cardona se retiró con los barcos, y Robles envió exploradores que le informaron de la caída. Marchó hacia el sur evitando las fuerzas otomanas y envió mensajeros por delante para contactar con los defensores, recibiendo contestación de que se acercasen al pueblo de Kalkara en la bahía del mismo nombre, donde habría botes para llevarlos al Burgo (Birgu). Consiguieron llegar sin perder un solo hombre. A la mañana siguiente, colocaron las enseñas en lo alto de la muralla para que se enterasen los turcos.

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Asedio otomano de Malta (1565). Ataques contra Sanglea y el Burgo (Birgu) del 15 julio y 21 de agosto

Cuando Mustafá se enteró de la llegada, pensó que, dado el estado de su ejército, con las elevadas perdidas sufridas en San Telmo, no le iba a resultar tan fácil acabar con los cristianos como había pensado en un principio. Así que decidió ofrecer a La Valette los mismos términos de rendición que había ofrecido a los hospitalarios en Rodas: una rendición honorable, con la guarnición con sus armas y banderas marchando sin ser molestados hasta Sicilia. Mustafá mandó a un viejo esclavo cristiano como emisario. La Valette le mostró las defensas de su posición y le hizo volver al campamento turco, para que informara a Mustafá de lo que había visto.

Mustafá pachá ordenó el ataque por tierra contra la península de Senglea, donde se encontraba el fuerte San Miguel. A la vez, lanzó un ataque anfibio directamente contra el fuerte. Pensaba que este ataque por ambos flancos sorprendería a los defensores. Pero los defensores conocían el plan de ataque turco. Un desertor griego del bando turco había alertado a La Valette de las intenciones turcas, y había dado tiempo a construir una línea estacas en la costa exterior de Senglea, que sería infranqueable para las barcas turcas. También ordenó situar una batería de cinco cañones en la playa junto al fuerte de San Ángelo que fue camuflado y no hicieron ningún disparo para no delatarse.

Mustafá ordenó el primer ataque contra la ciudad principal el día 15 de julio. Previamente, había enviado nadadores con hachas para destruir las estacas, pero los malteses, que eran mucho mejor nadadores, los rechazaron. También había hecho cruzar las barcazas por tierra evitando pasar por delante de los fuertes que le había llevado seis días.

Para evitar los errores del asalto a San Telmo, el visir dividió sus fuerzas en cuatro grupos. Un grupo iría en barcas y atacaría el sur de Sanglea, otro grupo atacaría por tierra Sanglea y otro atacaría por tierra el Burgo, mantendría en reserva 1.000 jenízaros en 10 barcazas para atacar la punta norte de Sanglea para hacerse con la entrada al puerto. Una vez abierto entrarían las galeras de Pialí.

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Asedio otomano de Malta (1556). Asalto general del día 15 de julio. Autor de la izquierda Hugo A. Cañete. De la derecha Egnazio Danti Museos Vaticanos

En la madrugada del 15 de julio, Hassan segundo comandante de Candelissa, que mandaba las fuerzas argelinas; con embarcaciones cargadas de soldados, se dirigieron contra la empalizada de estacas, desembarcaron y empezaron a desmantelarlas, recibiendo fuego de arcabuz de los defensores, consiguiendo empezar a poner escalas sobre las murallas, recibiendo fuego griego. En ese momento empezaron los dos asaltos terrestres, uno contra cada uno de los fuertes. El ataque terrestre contra las murallas de Sanglea estaba dirigido por Candelissa con tropas 8.000 tropas argelinas. El ataque terrestre contra las murallas del el Burgo era masivo y estaba realizado por voluntarios de la Fe y aventureros, tenía como misión distraer fuerzas y evitar que pudiesen trasvasar fuerzas.

De repente se oyó una fuerte explosión en el fuerte de Sanglia, un polvorín explotó volando parte de la muralla y los argelinos intentaron penetrar. El caballero Zanoguerra, que era el comandante del puesto, contraatacó haciendo retroceder a los defensores. Fue herido de muerte y el contraataque se detuvo. La Valette vio el peligro e inmediatamente reunió las fuerzas de reserva y a través del puente de barcazas, se dirigió contra los argelinos, deteniendo la penetración otomana.

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Asedio otomano de Malta 1565. Contraataque de La Valette. El 15 de julio, tras la explosión de un polvorín, se produjo una brecha en la muralla de Sanglea. Viendo el peligro La Valette cruzó el puente de barcas y condujo a la reserva para taponarla, expulsando a los argelinos que habían penetrado. En este lance La Valette fue herido en una pierna. Autora Christa Hook

Mustafá, creyendo que todas las fuerzas cristianas estaban ya comprometidas, ordenó a una reserva de 100 barcos, con 100 jenízaros en cada uno, realizar un ataque contra la punta norte de Sanglia, suponía que todos los defensores estaban en el sur. El caballero Guiral que mandaba la batería de cinco piezas, esperó a que estuviesen lo suficiente cerca y mandó abrir fuego, de las diez barcas enviadas, solo una volvió entera. 900 jenízaros habían muerto, los que sobrevivieron fueron degollados al llegar a la orilla. Viendo el fracaso, Mustafá ordenó la retirada.

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Asedio de Malta (1565). Los turcos atacan en masa la península de Singlia, y el Burgo con la idea de atraer a sus murallas a todos los defensores y entonces desembarcar al norte de Singlia utilizando diez barcazas con un centenar de jenízaros en cada uno de ellas. Lo que no sabían es que en el fuerte de San Ángelo, había una batería a nivel del mar con cinco cañones. Cuando las diez barcazas estaban al alcance eficaz, los cañones abrieron fuego con metralla, hundiendo a nueve de los botes. Los pocos ocupantes que no murieron por las sucesivas salvas o ahogados fueron degollados al llegar a la orilla. Autora Christa Hook

Las perdidas cristianas fueron de 250 soldados, mientras que los turcos perdieron 3.000. Los ciudadanos malteses pasaron los siguientes días pescando cadáveres de jenízaros, para apropiarse del oro y las joyas que solían portar con ellos.

Mustafá había tenido la esperanza de que los ciudadanos malteses se rebelarían contra sus “amos europeos”, pero cuando sus espías preguntaron a los malteses, estos le contestaron que preferían mil veces ser esclavos de los hospitalarios que amigos del gran turco Solimán.

Segundo asalto

Para impedir un desembarco contra el Burgo, La Valette ordenó colocar estacas y barcas semi-hundidas con piedras atadas con cadenas. También mandó construir barricadas en las calles de El Burgo en caso de que los turcos entrasen en la ciudad.

El 2 de agosto, se realizó un bombardeo masivo contra el fuerte de San Ángelo desde todos los ángulos. También bombardeó masivamente El Burgo y el castillo de San Miguel, con el fin de destruir sus murallas, al mismo tiempo que las trincheras se acercaban a las murallas para impedir la llegada de refuerzos. Además, construyeron un puente de barcazas para trasvasar efectivos rápidamente.

El 7 de agosto, Mustafá ordenó un ataque simultáneo contra el fuerte San Miguel y contra la ciudad de El Burgo (Birgu). Esta vez, los turcos consiguieron pasar la muralla y dirigirse al centro de la ciudad de Birgu. Todo parecía perdido. Pero repentinamente, las trompetas turcas tocaron a retirada. Los turcos empezaron a retroceder. La razón de su retirada era el ataque que un capitán de caballería hospitalario Vincenzo Anastagi, que había realizado un ataque sobre el desprotegido hospital turco, masacrando a enfermos y heridos, y desorganizando la retaguardia turca. Los turcos pensaron que habían llegado los refuerzos cristianos desde Sicilia, interrumpieron el ataque.

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Asedio de Malta (1565). Caballeros de Malta defendiendo el fuerte de San Miguel. Al fondo los bastiones de El Burgo (Birgu).

Tras el fallido ataque del día 7, los turcos continuaron el bombardeo ininterrumpidamente, y empezaron un nuevo asalto masivo el 19 de agosto. Esta vez, habían construido torres de asedio y empezado a cavar varias minas. Su objetivo era el bastión de Castilla, un bastión en la muralla que rodeaba la ciudad de El Burgo. Los turcos comenzaron el asalto aprovechando que las lluvias de aquel día reducían efectividad a los arcabuceros cristianos, pero no pudieron superar las defensas. Frustrado, Mustafá ordenó la explosión de las minas, que derrumbó una gran parte de la muralla. Los turcos penetraron por la brecha y traspasaron la muralla. Las campanas de las iglesias comenzaron a tañer, avisando que los turcos estaban dentro de la ciudad.

La Valette tenía su puesto de mando en la plaza central de la ciudad. Cogió una pistola y una pica y al mando de las últimas reservas de soldados y ciudadanos armados, y se dirigió hacia la brecha. Consiguió hacer retroceder de nuevo a los turcos. Los turcos comenzaron a mover la torre de asedio hacia la muralla. La Valette había ordenado a sus hombres abrir un hueco en la base del muro, justo donde iba a colocarse la torre de asedio. Y puso un cañón allí, cargado con cadenas como proyectiles. Cuando la torre se colocó al lado de la muralla, se disparó el cañón. La torre comenzó a inclinarse debido a los daños, y los turcos comenzaron a abandonarla, justo antes que se derrumbara. Posteriormente, se colocaron piedras para taponar el agujero y evitar que los otomanos se colaran por el mismo.

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Asedio otomano de Malta (1565). Colapso de la torre de asedio. El 7 de agosto, los turcos acercaron una torre de asedio a la muralla, La Valette había realizado un agujero en la muralla y situado un cañón por donde tenía que pasar la torre, mandó hacer fuego y la torre se colapsó. Autora Christa Hook

Los turcos estaban muy preocupados. Una epidemia de disentería empezaba a causar graves problemas entre sus filas. Además, no estaban recibiendo aprovisionamiento regularmente, los barcos cristianos no cesaban de capturar galeras turcas. Tras la muerte de Dragut, las rencillas entre Pialí y Mustafá subieron de tono culpándose mutuamente del fracaso, el uno por no realizar progresos en tierra y el otro por no garantizar los suministros. Además, se aproximaba el otoño, que haría más difíciles las operaciones.

El 20 de agosto, unos 8.000 otomanos atacaron el derruido fuerte de San Miguel, siendo rechazados. Las murallas de El Burgo (Birgu) estaban llenas de minas y contraminas, que amenazaran seriamente su estructura.

En la mañana del 23 de agosto, se reunió el gran consejo de la Orden. Los caballeros llegaron a la conclusión que la muralla que protegía la ciudad de El Burgo era indefendible, podía colapsar en cualquier momento debido a la cantidad de minas y contraminas que había en su interior. La mayoría de los caballeros pensaba que era el momento de retirarse hasta el fuerte de San Angelo y combatir allí hasta el último hombre. Solo hubo una voz disidente. La Valette dijo que no era posible retirarse al fuerte San Ángelo, porque era muy pequeño y no podría albergar a los ciudadanos de Malta, y afirmó que no tenía ninguna intención de abandonarlos y dejar que fueran masacrados por los turcos.

A los turcos comenzaron a escasearles las municiones. Habían llevado munición para 4 semanas de asedio. Ya no podían cañonear continuamente, reservaban la munición para los asaltos. Y la comida también empezaba a escasear, obligando a los turcos a disminuir el tamaño de las raciones.

Los refuerzos españoles

Las fuerzas españolas del virrey de Sicilia consiguieron reunirse, estaban formadas por el maestre de campo Gonzalo de Bracamonte, con tropas procedentes de Córcega; las de Sancho de Londoño, venidas de Lombardía; y las de Álvaro de Sande, procedentes de Nápoles. El grueso de las fuerzas cristianas lo conformaba el Tercio de Sicilia, aportado por García de Toledo (por esas fechas gravemente enfermo de gota). El duque de Florencia y el de Génova también enviaron varias embarcaciones.

El socorro de 9.000 hombres enviado desde Sicilia fue dispersado por una galerna el 28 de agosto de 1565 y tuvo que volver a puerto para reparaciones.

El 4 de septiembre, volvieron a salir de Mesina 28 galeras cristianas, que llevaban un total de 9.600 hombres. Llegaron al norte de Malta el 8 de septiembre, e inmediatamente comenzaron a desembarcar en la bahía de San Pablo. Una vez en tierra las fuerzas españolas emprendieron una marcha de tres días para ir al encuentro del enemigo.

Pero 9.000 hombres no era suficiente. Así que La Valette trató de engañar de nuevo a los turcos. Comentó delante de un grupo de prisioneros turcos que los refuerzos constaban de 20.000 hombres. Luego facilitó la huida de este grupo de prisioneros. Y al llegar al campamento turco, los fugados dijeron a Mustafá lo que habían oído, y Mustafá se lo creyó.

Mustafá ordenó levantar el campamento y embarcar en las naves. Las tropas de refresco comenzaron a avanzar rápidamente, a la vez que los caballeros hospitalarios salían de los fuertes para perseguir a los turcos en retirada. Los jenízaros trataban de cubrir la retirada, pero la carga combinada de la caballería hospitalaria y los tercios españoles del refuerzo acabaron con su resistencia.

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Asedio otomano de Malta (1556). Los otomanos retirándose a sus barcos perseguidos por la caballería y los tercios. Autora Christa Hook

Aún pudo frustrarse todo el 11 de septiembre, un soldado morisco se pasó a los turcos y les informó de que los refuerzos eran de solamente 5.000 hombres. Creyendo aquello, Mustafá suspendió el embarco y se preparó para el combate. Viendo a los turcos acercarse, Álvaro de Sande que mandaba la punta de la vanguardia española, cargó sobre los otomanos que iban a ocupar una colina para proteger el despliegue, con una única compañía de arcabuceros y sin esperar a recibir órdenes. Los desmoralizados turcos, asombrados por el ímpetu del ataque y creyendo que se les venían encima todas las huestes, dieron media vuelta y huyeron, siendo acuchillados hasta que se embarcaron. El 12 de septiembre desapareció en el horizonte la última vela turca.

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Asedio otomano de Malta (1565). Los cristianos ven como los turcos se alejan de la isla. Autor Charles-Philippe Larivière

Secuelas

En total, los turcos perdieron cerca de 20.000 hombres, es decir la mitad de su ejército, la mayoría eran tropas de élite, los jenízaros y shipahis (cipayos). Malta había perdido una tercera parte de sus soldados y un tercio de sus habitantes.

La derrota turca supuso un freno al expansionismo otomano en el Mediterráneo y permitió a la Europa cristiana frenar el avance de Solimán hacia el oeste. Europa fue generosa con Malta, y el dinero europeo fluyó en la isla. Posteriormente, una ciudad for­tificada de nueva construcción se edificó sobre la península del monte Sceberras, para que los turcos nunca pudieran ocupar la posición de nuevo. Fue bautizada como Ciudad de La Valette, actualmente La Valeta en honor a su gran maestre, que moriría tres años después.

Para los otomanos su derrota fue un duro golpe para su economía, ya que subsistían principalmente de los botines de guerra. Se devaluó su moneda, por primera vez, y Solimán obligó a sus fuerzas desembarcar en Estambul, por la noche, para evitar los comentarios de la población civil.

Solimán se lanzó al ataque contra Hungría, donde murió de apoplejía, acompañando a dos terceras partes de su ejército, que murieron de peste.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2018-02-28. Última modificacion 2022-06-25.
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