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Solimán II (1687-91)
Sucedió a su hermano Mehmet IV en 1.687, después de que este fuera depuesto por las tropas tras la pérdida de Buda y la derrota de Mohács. Solimán o Suleiman había pasado la mayor parte de su vida en la Altın kafes (la jaula dorada), una especie de lujosa prisión para príncipes de sangre imperial dentro de los confines del palacio de Topkapi (fue diseñada y establecida para asegurar que nadie pudiera organizar una rebelión). Fue un hombre muy inteligente, sencillo y religioso.
Cuando se le acercaron para proponerle que aceptara el trono otomano, tras la muerte de uno de sus hermanos por asesinato en 1687; Solimán asumió que la delegación había venido con la intención de asesinarlo a su vez y solamente con la mayor de las persuasiones pudo ser convencido de que abandonara el palacio para ser ceremoniosamente ceñido sultán.
Durante los primeros años del sultanato de Solimán II, la decadencia militar fue ya dramática, y los desastres se sucedieron. En 1688, las tropas otomanas tuvieron que ceder Belgrado; en 1689, fueron vencidas en Nis por Luis de Baden, y también se perdieron plazas en Serbia y Dalmacia. Surgieron guerrillas en Anatolia, un territorio cuyos notables locales se sirvieron del hondo resentimiento de los campesinos turcos contra el gobierno central de Estambul para forzar el levantamiento.
Apenas capaz de tomar el control de acontecimientos por sí mismo, Solimán, sin embargo, realizó en 1690 una elección digna de elogio, designando a uno de los miembros de la ilustre familia de los Koprulu, Fazil Mustafá, como su gran visir; cuyo inmenso poder solamente estaba limitado por la voluntad del monarca. Bajo el mando de Koprulu los turcos detuvieron un avance austriaco en Serbia, pudo reconquistar, con ayuda de los tártaros, Belgrado y Nis, y aplastaron un levantamiento en Bulgaria. Sin embargo, durante una campaña militar para conquistar de nuevo la región oriental de Hungría, Koprulu fue derrotado y muerto por tropas imperiales austro-húngaras lideradas por Luis Guillermo de Baden en Szlankamen, en 1690.
A partir de 1690, la situación empezó a mejorar, gracias a la elección como gran visir de Mustafá Koprulu. Gracias a la contribución de Mustafá, Solimán II pudo reorientar su política y afirmar su autoridad sobre la mayoría de las provincias, dominadas por caudillos locales despóticos, pese a lo cual el pueblo los prefería a los corruptos funcionarios otomanos.
Ahmed II (1691-95)
Durante su corto período de reinado, el sultán Ahmed o Ahmet II dedicó la mayor parte de sus esfuerzos a las guerras contra los Habsburgo y a la política exterior relacionada con asuntos gubernamentales y económicos. Una de las decisiones políticas más importantes que tomó fue la reforma fiscal y la introducción del impuesto de agricultura (malikane). Solo unas semanas después de su ascensión al trono del imperio Otomano sufrió una derrota aplastante en la batalla de Slankamen por parte de los austríacos bajo el mando del Margrave Luis Guillermo de Baden-Baden y fue expulsado de Hungría.
Una de las características más significativas de su reinado fue su dependencia del gran visir Fazil Mustafá pachá, quien ordenó ejecutar a decenas de funcionarios y los reemplazó por hombres más leales a él que a Ahmed. Durante el reinado se revisó el sistema tributario mediante un ajuste a las capacidades de los contribuyentes afectados por las últimas guerras. También reformó la movilización de tropas y aumentó la reserva de reclutas para el ejército con la colaboración de las tribus de los Balcanes y Anatolia. En el año 1690 perdió la ciudad de Belgrado, un punto clave por la confluencia de los ríos Danubio y Sava, a manos de los Habsburgo.
En 1692, los venecianos atacaron Creta y en 1694, capturaron Quíos. Además, Ahmed enfrentó disturbios en sus provincias árabes de Siria, Hejaz e Irak. Para encontrar tierra para las tribus nómadas turcomanas, Ahmed alentó el asentamiento tribal en Anatolia y Siria y puso fin a ciertos abusos en el sistema de administración de la tierra otomana.
En junio del año 1692, los Habsburgo conquistaron Arad, en Rumania, que formaba parte del Imperio otomano desde el año 1660. Tres años más tarde, sus tropas intentaron recuperar la ciudad de Arad, pero el intento fue en vano. En el año 1695 con la caída de Gyulia, el único territorio de Hungría que todavía se encontraba en manos del Imperio otomano, perdieron la guerra. Tres semanas después, el 6 de febrero de 1695, Ahmed II falleció en el palacio de Edirne, agotado por la enfermedad y el dolor.
Mustafá II (1695-1703)
Era el hijo del sultán Mehmed IV y abdicó en favor de su hermano Ahmed III en 1703.
Mustafá se propuso hacer retroceder el avance austriaco en su Imperio y en 1697 tomó el mando en persona para conquistar de nuevo Hungría. Para desgracia suya fue derrotado en la batalla de Zenta por Eugenio de Saboya e incluso este acontecimiento obligó a los otomanos a buscar un acuerdo de paz. Por el tratado de Karlowitz de 1699, Mustafá cedió Hungría y Transilvania a Austria, Morea a la república Veneciana y retiró los destacamentos militares turcos de la Podolia polaca. También durante este reinado, el zar Pedro el Grande capturó a los turcos la fortaleza de Azov en el mar Negro (1697).
Guerra con los Habsburgo
Batalla de Slankamen ( 19 de agosto de 1691)
Leopoldo I consolidó estas conquistas reconociendo formalmente a los húngaros, incluidos los protestantes, todos sus derechos en la dieta de Presburgo de 1687. Tres años después, hizo lo mismo con los transilvanos, asegurándose así la lealtad de ambos grupos étnicos, los que lo confirmaron a él y a todos sus herederos como sus legítimos soberanos.
Cuando parecía que el avance cristiano iba a llegar ante los muros de Constantinopla, Luis XIV volvió a prestar un oportuno auxilio a sus aliados musulmanes, al dar inicio a la guerra de la Liga de Augsburgo en 1689. Esto permitió una recuperación parcial de los otomanos, que comenzó con Solimán II y siguió con la recuperación de Belgrado en 1690. Sin embargo, una vez finalizadas las operaciones en el oeste contra Francia, las fuerzas de los Habsburgo se volcaron con todo su poder nuevamente contra la frontera oriental.
En agosto de 1691, Luis Guillermo, margrave de Baden-Baden, pudo reunir un ejército de 50.000 efectivos, y marchó hacia el sur para provocar a los otomanos, mandados por el gran visir Koprulu Fazıl Mustafá pachá en otra batalla importante; similar a la batalla de Mohács de 1687, después de lo cual todo el territorio perdido podría ser retomado.
El choque entre las dos fuerzas tuvo lugar en el lado oeste del Danubio, frente a la salida de la Tisa. Ambos ejércitos se desplegaron cerca de Zemun, pero el ejército otomano superior al principio no atacó durante dos días. Entonces Baden-Baden trató de provocar el ataque, retirándose lentamente a una posición fortificada cerca de Slankamen. Los otomanos siguieron y rodearon al ejército imperial. Para el 19 de agosto, el calor, la enfermedad y la deserción habían reducido a ambos ejércitos a 33.000 efectivos y 90 cañones en el bando austriaco y 50.000 efectivos y 158 cañones en el bando otomano. Ese día, la caballería otomana finalmente atacó.
Sin embargo, estas fueron cargas no organizadas; aunque enormes, las fuerzas otomanas estaban mal armadas y no podían competir con la potencia de fuego de la infantería alemana y austriaca de Luis de Baden y sus cañones de campaña. Además, el sistema de suministro de los otomanos era incapaz de librar una larga guerra en las extensiones vacías de la llanura de Panonia. Inicialmente, los otomanos estaban en ventaja, ya que avanzaron y quemaron 800 carros de suministros del ejército imperial. Luis de Baden, en una situación desesperada, rompió su posición, asediada por los otomanos, y giró sus flancos con su caballería, infligiendo una terrible carnicería. Después de una dura batalla, el ejército imperial de 20.000 hombres con 10.000 milicias serbias dirigidas por Jovan Monasterlija fue victorioso sobre la fuerza otomana más grande. La muerte del gran visir durante la mitad de la batalla provocó la caída de la moral otomana y el ejército se dispersó y se retiró.
Batalla de Zenta (1697)
El príncipe Eugenio de Saboya, nuevo comandante en jefe de los imperiales, reorganizó su ejército que era de unos 50.000 efectivos austriacos, húngaros y croatas; y emprendió una nueva ofensiva en el sur de Hungría contra las tropas del nuevo sultán, Mustafá II.
El sultán Mustafa II partió de Edirne e inició en persona la campaña de 1697. En Sofía supo que el general austríaco Aucsperg se había visto precisado a levantar el sitio de Bihać, gracias a la vigorosa defensa de la guarnición. También se recibió la noticia de una victoria naval que Mezzomorto había obtenido sobre la flota veneciana, mandada por Molino. El sultán reunió dos consejos de guerra para decidir el plan de la campaña; y oído el dictamen de los visires, ligados en secreto para apoyar el plan de operaciones que el gran visir, Elmas Muhammad pachá, había hecho para esta campaña, que contaba con extraordinarias prevenciones, y mandaba él su ejército en persona avanzando fieramente hacia Hungría hacia las márgenes del río Tisza.
Los imperiales se reunieron en Verismartón y los mandaba el príncipe Eugenio de Saboya, que habiéndose puesto en marcha, acampó en Futach, una villa situada a orillas del Danubio. En un consejo de guerra se resolvió moverse a Cubila, que distaba dos leguas cortas por encima de Titul, pequeña ciudad que se había tomado a los turcos en la campaña anterior; y en fin, después de algunos movimientos, acampó el 26 de agosto en Zenta. Después de haber saqueado y quemado Titul, los otomanos se dispusieron a asediar la fortaleza de Petrovaradin. El gran visir se mantuvo en la margen del Danubio, tenía que cruzar el río para ir a sitiar Petrovaradin. Eugenio, ocultando sus intenciones con escaramuzas contra los sipahis, que había pasado el puente antes que él.
Entre los presos que tomaron los imperiales, estaba Cafer pachá; a quien interrogaron y, aunque en un principio se negó a responder nada, no tardó en confesar que ya se había empezado a cruzar el río Tisza, y que una gran parte del ejército bajo las órdenes del gran visir ya estaba fuertemente atrincherado cerca de Zenta.
El príncipe Eugenio, que había resuelto dar una batalla, se encontraba ocupado señalando los puestos en los que debía situarse la infantería cuando llegó un correo para traerle una orden del Emperador que le prohibía arriesgar cualquier combate. Sin embargo, la orden llegaba demasiado tarde. Los preparativos para la batalla estaban demasiado avanzados. La detención de ellos hubiese supuesto el sacrificio de parte de las tropas imperiales. Así que Eugenio se metió la carta en el bolsillo y a la cabeza de seis regimientos de dragones se acercó lo suficiente a los turcos para percibir que estaban preparados a cruzar el Tisza. Tras lo cual volvió a su ejército con aire de satisfacción, lo que se consideró que era un buen presagio para los soldados.
El 11 de septiembre, las fuerzas otomanas comenzaron el lento y agotador negocio de vadear el río Tisza cerca de la ciudad de Zenta, sin darse cuenta de que las fuerzas imperiales se estaban acercando a ellos.
El ejército turco, dos veces más numeroso que el imperial, tenía una cabeza de puente entre Bcrlek y Zenta, en una llanura regada por muchos arroyos, la cual se extiende a la derecha y a la izquierda hasta el Danubio. Se habían levantado allí dos trincheras, de las cuales la primera estaba guarnecida por 100 piezas de artillería. El príncipe Eugenio empezó el combate al hacer huir a 2.000 sipahis, que realizaban la cobertura, a quienes se les obligó a replegarse dentro de las trincheras. Tras algunas descargas de artillería de los turcos, el ejército imperial avanzó el ala izquierda comandada por Rabutin, envolviendo por la derecha, y el conde Starhemberg, que mandaba la derecha, para hacer un movimiento envolvente por la izquierda, por lo tanto, acogiendo a los turcos en una pinza.
Los turcos atacaron a la izquierda imperial y Eugenio envió cuatro batallones de la segunda línea que contaban con apoyo de artillería, para dispersar a la caballería y abrir una brecha en las trincheras. Eran las seis de la tarde cuando se inició el asalto. La infantería se arrojó a las trincheras con la bayoneta calada, y estaba sostenida por la caballería, que avanzó hasta la orilla del foso, el cual tardó muy poco en llenarse. Los turcos, imposibilitados de resistir este asalto, cedieron primero en su derecha, después en su frente y finalmente por todas partes. Los imperiales los siguieron hasta su trinchera interior y fue grande la mortandad, porque el puente era muy estrecho para dar paso a todo un ejército desordenado, y la mayor parte de los que se echaron al río se ahogaron. Los turcos habían sido atrapados en el peor momento posible, a medio camino de vadear el río y horriblemente agrupados por la necesidad de cruzar un vado estrecho.
No se pudieron conocer bien las pérdidas de los turcos hasta el día siguiente, cuando se halló la tierra toda cubierta de cuerpos muertos. Del numeroso ejército otomano, 20.000 hombres perecieron en el campo de batalla, otros 10.000 ahogados en las aguas. Elmas Muhammad pachá, persuadido de la suerte que le estaba reservada, prefirió morir combatiendo y pereció en la refriega con un gran número de bajas.
Se obtuvo un inmenso botín: además de la artillería, los bagajes y las cajas del ejército, se apoderaron de un tesoro bastante rico perteneciente al Sultán, diez mujeres de su harén, sus coches, el sello del imperio, el estandarte de siete colas de caballo, y 400 banderas; además de 72 cañones, 505 barriles de pólvora, 48 pares de timbales, 500 tambores e incluso de varios camellos. El Sultán, que se encontraba en la otra orilla del Tisza, huyó una vez que vio perdida la batalla, y a toda prisa llegó a Temesvar (Timisoara), donde se ocupó de reemplazar a los altos dignatarios que habían perecido en la derrota de Zenta.
Tras la batalla de Zenta, Eugenio de Saboya envió a Vaudemont para llevar la noticia a Viena. Procedió a introducirse en Bosnia, donde se tomaron y destruyeron los castillos de Dobay, Maglay, Schebze, Bronduckj y Sarajevo, ciudad rica y comerciante, que contaba con más de 30.000 habitantes, y que fue enteramente arruinada, y volvió a sus cuarteles de invierno en Hungría.
Gracias a la victoria en la batalla de Zenta, la conquista de Azov por Pedro el Grande y otras victorias cristianas, los turcos aceptan la mediación de Inglaterra y el 26 de enero de 1699 firmaron el tratado de Karlowitz.
Campañas rusas en Crimea (1687-89)
Después de firmar el tratado de Paz Eterna con Polonia en 1686, Rusia se convirtió en miembro de la coalición anti-turca (Austria, República de Venecia y Polonia), que estaba empujando a los turcos hacia el sur después de su fracaso en Viena en 1683. El papel de Rusia en 1687, fue enviar una fuerza al sur a Perekop para embotellar a los crimeos dentro de su península.
Primera campaña (1687)
El 2 de mayo de 1687, un ejército ruso de aproximadamente 132.000 soldados, liderados por el knyaz Vasily Golitsyn, dejó Okhtyrka en la línea Belgorod. El 30 de mayo se les unieron 50.000 cosacos de la margen izquierda bajo el mando de Iván Samoilovich en la desembocadura del río Samora, donde el Dniéper gira hacia el sur. En el calor del verano, 180.000 hombres, 20.000 carros y 100.000 caballos se establecieron en la orilla este del Dniéper. La gran fuerza, que comenzó demasiado tarde y quizás no estaba bien organizada, solo podía viajar unos 10 km por día. Cuando los rusos llegaron al río Konskiye Vody en la parte oeste del Dniéper, descubrieron que los tártaros habían prendido fuego a la estepa, los rusos habían planeado usar pasto estepario para alimentar a sus caballos.
Después de unos días de marcha sobre la tierra quemada, sus caballos estaban agotados, les faltaba agua y a 170 km de su objetivo en Perekop, sin embargo, Golitsyn había construido una fortaleza en Novobogoroditskoe en el cruce del Dniéper y el Samara. El 17 de junio decidieron regresar. Iván Samoilovich fue el chivo expiatorio y fue reemplazado por Iván Mazepa.
Segunda campaña (1689)
En febrero de 1689, partieron 112.000 efectivos rusos y 350 cañones. El 20 de abril se unieron en Novobogoroditskoye con unos 35.000 cosacos bajo el mando de Mazepa. Siguieron la ruta de 1687, pero marcharon en seis columnas separadas y lo hicieron en menos tiempo. El 3 de mayo estaban en el punto donde la expedición de 1687 había regresado. Los días 15 y 16 de mayo fueron atacados por tártaros de Crimea cerca de Zelenaya Dolina y Chernaya Dolina. Los crimeanos, lo hicieron bastante bien, pero fueron rechazados por la defensa en tabor y la artillería rusa. El 20 de mayo llegaron al istmo de Perekop. Golitsyn se consternó al descubrir que toda la hierba en el área había sido pisoteada y que no había una fuente de agua potable al norte de la península, lo que hacía imposible un largo asedio o bloqueo. Más adelante, los tártaros habían cavado una zanja de 7 km que hacía imposible mover la artillería. Al día siguiente, Golitsyn ordenó a su ejército regresar.
Las campañas de Crimea de 1687 y 1689 desviaron algunas de las fuerzas otomanas y de Crimea a favor de los aliados de Rusia. También llevaron al final de la alianza entre el Kanato de Crimea, Francia e Imre Thokoly firmado en 1683. Sin embargo, el ejército ruso no alcanzó el objetivo de estabilizar las fronteras del sur de Rusia. El resultado infructuoso de estas campañas fue una de las razones por las que el gobierno de Sophia Alekseyevna colapsó.
A la luz de los preparativos para la guerra contra el Imperio sueco, el zar ruso Pedro el Grande firmó el tratado de Karlowitz con el Imperio otomano en 1699. El posterior tratado de Estambul en 1700, cedió Azov, la fortaleza de Taganrog, Pavlovsk y Mius a Rusia y estableció un embajador ruso en Estambul, y aseguró el regreso de todos los prisioneros de guerra. El Zar también afirmó que sus subordinados, los cosacos, no atacarían a los otomanos, mientras que el sultán afirmó que sus subordinados, los tártaros de Crimea, no atacarían a los rusos.
Guerra otomano-veneciana en Grecia (1684-99)
Los austríacos y polacos consideraron la participación veneciana en la guerra como un complemento útil de las principales operaciones en Europa Central, ya que su armada podía impedir que los otomanos concentraran sus fuerzas por mar y los obligaran a desviar fuerzas de sus propios frentes. En el lado veneciano, el debate en el Senado sobre unirse a la guerra fue acalorado, pero al final prevaleció el partido de guerra, a juzgar por el momento como una excelente y única oportunidad para una revancha. Como resultado, cuando llegó la noticia a Venecia el 25 de abril de 1684 de la firma de la Liga Santa, por primera y única vez en las guerras otomano-venecianas, fue la República la que declaró la guerra a los otomanos, y no al revés.
Sin embargo, al estallar la guerra, las fuerzas militares de la República eran escasas. La larga guerra de Creta había agotado los recursos venecianos, y el poder de Venecia estaba en declive en Italia, así como en el mar Adriático. Mientras que la armada veneciana era una fuerza bien mantenida, compuesta por 10 galeazas, 30 barcos de guerra y 30 galeras, así como buques auxiliares, el ejército comprendía 8.000 efectivos regulares no muy disciplinados. Se complementaron con una milicia numerosa y bien equipada, pero esta última no pudo ser utilizada fuera de Italia. Los fondos para la guerra también eran escasos. Sin embargo, según los informes del embajador inglés en Porte, lord Chandos; la posición de los otomanos era aún peor, las fuerzas de tierra habían sufrido varias derrotas, y pocos querían continuar en el ejército, por lo que el Sultán tuvo que duplicar el sueldo de sus tropas y recurrir al reclutamiento forzoso.
En vista de su debilidad financiera, la República decidió llevar la guerra al territorio otomano, donde podrían reclutar y extraer tributo a voluntad, antes de que los otomanos pudieran recuperarse del shock y las pérdidas sufridas en Viena y reforzar sus posiciones. Además, Venecia recibió subsidios considerables del Papa Inocencio XI, quien jugó un papel principal en la formación de la Santa Liga y casi empobreció a la Curia al aumentar los subsidios para los aliados.
En enero de 1684, Morosini, que tenía un historial distinguido y una gran experiencia en operaciones en Grecia; fue elegido como el comandante en jefe de la fuerza expedicionaria. Venecia aumentó sus fuerzas mediante la inscripción de un gran número de mercenarios de Italia y los estados alemanes, y recaudó fondos mediante la venta de oficinas estatales y títulos de nobleza. La ayuda financiera y militar en hombres y barcos fue asegurada por los caballeros de Malta, el ducado de Saboya, los Estados Pontificios y los caballeros de San Esteban de Toscana, y los oficiales austriacos experimentados fueron secundados por el ejército veneciano. En las islas Jónicas gobernadas por Venecia, se tomaron medidas similares; más de 2.000 soldados, aparte de los marineros y remeros de la flota, fueron reclutados. El 10 de junio de 1684, Morosini zarpó con una flota de 3 galeras, 2 galeazas y algunos buques auxiliares. En el camino a Corfú, se le unieron otras 4 galeras venecianas, 5 papales, 7 maltesas y 4 toscanas. En Corfú se unieron a las fuerzas navales y militares locales, así como a las fuerzas levantadas por las nobles familias griegas de las islas Jónicas.
Operaciones en las islas jónicas (1684)
A mediados de junio, la flota veneciana se trasladó desde el Adriático hacia las islas Jónicas venecianas. El primer objetivo era la isla de Lefkada (Santa Maura), que cayó, después de un breve asedio de 16 días, el 6 de agosto de 1684. Los venecianos, ayudados por los irregulares griegos, luego cruzaron a la parte continental y comenzó a asaltar la orilla opuesta del Acarnania. La mayor parte de la zona estuvo muy pronto bajo control veneciano, y la caída de los fuertes de Preveza y Vonitsa a finales de septiembre eliminaron los últimos bastiones del poder otomano. Estos primeros éxitos fueron importantes para los venecianos, no solamente por razones de moral; sino porque aseguraron sus comunicaciones con Venecia, lo que les niega a los otomanos la posibilidad de amenazar a las islas Jónicas o de transportar tropas a través de Grecia Occidental al Peloponeso, y porque estos éxitos animaron a los griegos a cooperar con ellos contra los otomanos.
Conquista de Morea (1685-87)
Después de haber asegurado su retaguardia durante el año anterior, Morosini puso su mirada en el Peloponeso, donde los griegos, especialmente los maniotes, habían comenzado a mostrar signos de rebeldía y se comunicaron con Morosini, prometiendo levantarse en su ayuda. Ismail pachá, el nuevo comandante militar de la Morea, se enteró de esto e invadió la península de Mani con 10.000 hombres, reforzando los tres fuertes que los otomanos ya tenían guarnecidos, y obligó a los maniotes a entregar rehenes para garantizar su lealtad. Como consecuencia, los maniotes estaban comprometidos cuando, el 25 de junio de 1685, el ejército veneciano, de 8.100 hombres fuertes, apareció fuera de la antigua fortaleza veneciana de Koroni y la puso sitio. El castillo se rindió después de 49 días, el 11 de agosto, y la guarnición fue masacrada. Después de este éxito, Morosini embarcó sus tropas hacia la ciudad de Kalamata, con el fin de animar a los maniotes a rebelarse. El ejército veneciano, reforzado por 3.300 sajones y bajo el mando del general Aníbal von Degenfeld, derrotó a una fuerza turca de unos 10.000 hombres en la batalla de Kalamata el 14 de septiembre, y hacia el final del mes, todo Mani y gran parte de Mesenia estaban bajo el control de Venecia.
En octubre de 1685, el ejército veneciano se retiró a las islas Jónicas a cuarteles de invierno, donde estalló una plaga, algo que ocurriría regularmente en los siguientes años, y se causó un gran número de bajas en el ejército veneciano, especialmente entre los contingentes alemanes. En abril del siguiente año, los venecianos ayudaron a repeler un ataque otomano que amenazaba con invadir Mani, y se reforzaron con efectivos de los Estados Pontificios y Toscana. El mariscal sueco Otto Wilhelm Königsmarck fue nombrado jefe de las fuerzas de tierra, mientras que Morosini mandaba la flota. El 3 de junio Königsmarck tomó Pilos, y procedió a sitiar la fortaleza de Navarino. Una fuerza de alivio bajo Ismail pachá fue derrotada el 16 de junio, y al día siguiente la fortaleza se rindió. La guarnición y la población musulmana fueron trasladados a Trípoli. Metone (Modon) siguió el 7 de julio, después de un bombardeo efectivo que destruyó las murallas de la fortaleza, y sus habitantes también fueron trasladados a Trípoli.
Los venecianos luego avanzaron hacia Argos y Nauplia, que era entonces las ciudades más importantes en el Peloponeso. El ejército veneciano, ca. 12.000 hombres fuertes, aterrizó alrededor de Nauplia entre el 30 de julio y el 4 de agosto Königsmarck inmediatamente dirigió un asalto sobre la colina de Palamidi, entonces no fortificada, que daba a la ciudad. A pesar del éxito de los venecianos en la captura de Palamidi, la llegada de un fuerte ejército otomano de 7.000 hombres bajo Ismail pachá en Argos no alivió su difícil posición. El asalto inicial de los venecianos contra el ejército de socorro logró tomar Argos, y forzó al pachá a retirarse a Corinto. Pero durante dos semanas, el 16 de agosto, las fuerzas de Königsmarck se vieron obligados a rechazar continuamente los ataques de las fuerzas de Ismail pachá, luchar contra las incursiones de la sitiada guarnición otomana y hacer frente a un nuevo brote de peste.
El 29 de agosto de 1686, Ismail pachá atacó el campamento de Venecia, pero fue duramente derrotado. Con la derrota del ejército de socorro, Nauplia se vio obligada a rendirse el 3 de septiembre. Las noticias de esta gran victoria fueron recibidos en Venecia con alegría y celebración. Nauplia se convirtió en la base principal de los venecianos, mientras que Ismail pachá se retiró a Acaya tras el fortalecimiento de las guarniciones de Corinto, que controlaban el paso a Grecia central.
A pesar de las pérdidas por la plaga durante el otoño y el invierno de 1686, las fuerzas de Morosini fueron repuestas por la llegada del nuevo cuerpo mercenario alemán desde Hannover en la primavera de 1687. Así fortalecido, fue capaz de actuar contra los últimos bastiones otomanos importantes en el Peloponeso, la ciudad de Patras y la fortaleza de Rion, que junto con su gemelo en Antirrion controla la entrada del golfo de Corinto. El 22 de julio 1687, Morosini, con una fuerza de 14.000, desembarcó fuera de Patras, en el que el nuevo comandante otomano Mehmed pachá, se había establecido. Mehmed, con un ejército de aproximadamente el mismo tamaño, atacó a la fuerza veneciana inmediatamente después de desembarcar, pero fue derrotado y obligado a retirarse.
En este punto, el pánico se extendió entre las fuerzas otomanas, y los venecianos fueron capaces, en pocos días, de capturar la ciudadela de Patras, y los fuertes de Rion, Antirrion y Nafpaktos (Lepanto) sin ninguna oposición, ya que sus guarniciones los habían abandonado. Este nuevo éxito causó gran alegría en Venecia, y Morosini recibió el título de la victoria «Peloponnesiacus«, y un busto de bronce fue representado en el Gran Salón, algo que nunca antes se había hecho con un ciudadano vivo. Los venecianos siguieron este éxito con la reducción de los últimos bastiones otomanos en el Peloponeso, incluyendo Corinto, que fue ocupado el 7 de agosto, y Mystra, que se entregó a finales de mes. El Peloponeso estaba bajo completo control veneciano, y solamente el fuerte de Monemvasia (Malvasia) en el sureste continuó resistiéndose, hasta 1690.
Campaña contra Atenas y Negroponte (1687-89)
Después de estas victorias se había despejado el Peloponeso de fuerzas turcas, Morosini se decidió a hacer una campaña en Grecia Central, especialmente contra las fortalezas otomanas de Tebas y Calcis (Negroponte). Así, el 21 de septiembre 1687, el ejército de Königsmarck, de 10.750 hombres, desembarcó en Eleusis, mientras que la flota veneciana entraba en Pireo. Los turcos evacuaron rápidamente la ciudad de Atenas, pero la guarnición y gran parte de la población se retiraron a la antigua Acrópolis. El ejército veneciano comenzó ahora un asedio de la Acrópolis, que duraría seis días (23 al 29 de septiembre) y causaría mucha destrucción de los monumentos antiguos. Los otomanos primero demolieron el templo de Atenea Niké para erigir una batería de cañones, pero el daño más importante fue la destrucción del Partenón. Los turcos habían utilizado el templo para el almacenamiento de municiones, y cuando, en la noche del 26 de septiembre de 1687, un proyectil de mortero impactó en el edificio, la explosión resultante produjo la destrucción completa del techo del templo y la mayor parte de las paredes. A pesar de la enorme destrucción causada por la explosión y la pérdida de unos 200 hombres, los turcos continuaron defendiendo la fortaleza hasta que un intento de aliviar el ejército otomano de Tebas fue rechazado el 28 de septiembre la guarnición capituló luego, con la condición de ser transportada a Esmirna.
A pesar de la caída de Atenas, la posición de Morosini no era segura. Los otomanos fueron reuniendo un ejército en Tebas, y su caballería controlaba efectivamente el Atica, limitando a los venecianos a los alrededores de Atenas. En diciembre, el contingente hannoveriano partió, y un nuevo brote de la plaga durante el invierno debilitó aún más sus fuerzas. Así, los venecianos se vieron obligados a retirarse al Peloponeso en abril. Los venecianos tomaron con ellos varios monumentos arquitectónicos saqueados como el León del Pireo, que actualmente está en la entrada del Arsenal de Venecia. La retirada de Morosini provocó que varios miles de griegos, que temían represalias turcas, huyeran hacia el Peloponeso y las islas vecinas.
En julio de 1688, sin embargo, Morosini, habiendo sido elegido como nuevo dux de Venecia, desembarcó en Calcis (Negroponte) y puso sitio a la misma. Los venecianos habían reunido una fuerza sustancial, 13.000 soldados y más de 10.000 hombres de la flota, contra una guarnición otomana de 6.000 hombres, que ofreció resistencia. La flota veneciana era totalmente incapaz de bloquear la ciudad, lo que permitió a las fuerzas de Ismail pachá, cruzar a través del estrecho de Euripo, para transportar suministros al castillo asediado. Los venecianos y sus aliados sufrieron grandes pérdidas, especialmente gracias a otro brote de la plaga, entre ellos el general Königsmarck, que sucumbió a la peste el 15 de septiembre. Después de un último asalto el 12 de octubre que resultó ser un costoso fracaso, Morosini tuvo que aceptar su fracaso.
El 20 de octubre, el ejército veneciano, después de haber perdido en total casi 9.000 hombres, dejó Eubea y se dirigió a Argos. El fracaso en Negroponte tuvo graves repercusiones en el campo veneciano. Los mercenarios alemanes restantes se marcharon a principios de noviembre. Morosini intentó un ataque fallido en Monemvasia en 1689, pero su delicado estado de salud le obligó a regresar a Venecia poco después. Esto marcó el fin de la supremacía veneciana, y el comienzo de una serie de exitosas, aunque al final no decisivas, contraofensivas otomanas.
Operaciones en Dalmacia
En la guerra de Morea, la república de Venecia sitio Sinj en octubre de 1684 y, de nuevo de marzo y abril de 1685, pero las dos veces sin éxito. El primer intento de 1685, los ejércitos venecianos fueron ayudados por la milicia local de la república de Poljica, que de ese modo se rebeló contra la soberanía otomana nominal que había existido desde 1513. En un esfuerzo por tomar represalias en Poljica, en junio de 1685, los otomanos atacaron Zadvarje, y en julio de 1686 Dolac y Srijane, pero fueron rechazados con grandes pérdidas. Con la ayuda de la población local de Poljica, así como de los morlacos, la fortaleza de Sinj finalmente cayó al ejército veneciano el 30 de septiembre de 1686. El 1 de septiembre 1687, comenzó el asedio de Herceg Novi, y terminó con una victoria de Venecia el 30 de septiembre. Knin fue tomada después de un asedio de doce días el 11 de septiembre de 1688. La captura de la fortaleza de Knin marcó el final de la exitosa campaña veneciana para expandir su territorio en el interior de Dalmacia, y también determino gran parte de la frontera final entre Dalmacia y Bosnia y Herzegovina que se encuentra hoy en día. Los otomanos habrían de sitiar Sinj de nuevo en la Segunda guerra de Morea, pero serían repelidos.
El 26 de noviembre 1690, Venecia tomó Vrgorac, que abrió la ruta hacia Imotski y Mostar. En 1694 se logró tener áreas al norte de la república de Ragusa, como Citluk, Gabela, Zažablje, Trebinje, Popovo, Klobuk y Metkovic. En el tratado de paz definitivo, Venecia hizo renunciar a las zoas de Popovo Polje, así como Klek y Sutorina, para mantener la demarcación preexistente.
Acciones de Limberakis Gerakaris
En 1688, los turcos buscaron la ayuda del infame pirata maniote, Limberakis Gerakaris, a quien mantuvieron en prisión en Estambul. Fue puesto en libertad, investido como «Bey de Mani», se le permitió reclutar una fuerza de unos pocos cientos, y se unió al ejército otomano en Tebas. Gerakaris iba a desempeñar un papel importante en las últimas etapas de la guerra, ya que sus atrevidas y destructivas incursiones en territorio controlado por Venecia eran una gran amenaza y un drenaje continuo de los recursos de la República.
En ese momento, una gran franja de tierra de nadie, se extendía a través de Grecia Central, entre las fortalezas otomanas en el este y los territorios en poder veneciano en el oeste. Gran parte del interior montañoso de Fócida y Evrytania estaba en manos de bandas de guerra compuestas por griegos, albaneses y desertores dálmatas del ejército veneciano. Gerakaris inicialmente trató de persuadir a estos grupos para entrar en servicio otomano, pero sin éxito. En 1689, dirigió su primera incursión contra Missolonghi, con una fuerza mixta de 2.000 turcos, albaneses y griegos. En el siguiente año, las fuerzas otomanas arrasaron el centro de Grecia, y aunque fueron rechazados en Nafpaktos (Lepanto), restablecieron el control otomano sobre el interior. Sin embargo, al mismo tiempo, los venecianos tomaron Monemvasia, por tanto, eliminaron el último bastión otomano en la Morea.
En 1692, Gerakaris encabezó una invasión otomana del Peloponeso. Tomó Corinto, y sin éxito asedió las fortalezas de Acrocorinto y Argos, antes de verse obligado a retirarse por la llegada de refuerzos venecianos. Sin embargo, después de renovadas invasiones en el Peloponeso en 1694 y 1695, Gerakaris se acercó al campamento veneciano. El trato brutal y salvaje de la población civil y su intrigante posición de bey de Mani no podían ser toleradas por mucho tiempo por Venecia, y después del saqueo brutal de Arta en agosto de 1696, Gerakaris fue arrestado y encarcelado en Brescia.
Últimas operaciones
En un esfuerzo para ayudar a los griegos de Himarë, que se habían rebelado contra los turcos, y después de algunos éxitos en el norte de Albania y Montenegro, la flota veneciana lanzó un ataque contra el puerto otomano en el Adriático y fortaleza de Valona. El sitio, que dura del 11 al 18 de septiembre fue un éxito, y dio lugar a la propagación de la revuelta en la zona. En 1691, sin embargo, los otomanos resurgentes fueron capaces de lanzar una contraofensiva masiva en la zona, y el 14 de marzo, la zona se había sometido.
En 1692, una flota veneciana bajo Domenico Mocenigo atacó Creta y puso cerco a su capital Candia, mientras que al mismo tiempo los cristianos de la isla se levantaron contra los otomanos. A pesar de esto, el intento de retomar Creta falló. Los otomanos siquiera lograron tomar la fortaleza veneciana en la isla de Gramvousa por una traición a la patria.
Con la esperanza de dar un nuevo impulso a la causa veneciana, el propio Morosini volvió a la Morea en 1693. Su avanzada edad le negó la oportunidad de demostrar sus habilidades de nuevo, sin embargo, el 16 de enero de 1694, murió en Nauplia. Su sucesor Zeno, en contra del consejo de sus oficiales, dirigió una expedición contra la rica isla de Chios, en la costa de Asia Menor. La isla fue tomada con facilidad, pero la respuesta de Turquía fue rápida y masiva. Una doble batalla naval cerca de las islas Oinousses en febrero de 1695 dio como resultado una derrota veneciana, y obligó a una retirada humillante veneciana de Chios.
Se alentó a los otomanos a invadir la Morea de nuevo, pero fueron derrotados por el general Steinau y conducido de nuevo a su base en Tebas. Al mismo tiempo, Steinau tuvo éxito en atraer a Gerakaris al lado de Venecia
Hubo varios enfrentamientos navales entre las flotas en Andros en 1696, en Lemnos en julio de 1697, y en Samotracia en 1698, pero fueron generalmente indecisos y no lograron cambiar el equilibrio de fuerzas.
El tratado de Karlowitz, firmado en enero de 1699, confirmó la posesión veneciana de Cefalonia y Morea con la isla de Egina, que llegó a ser organizado como el reino de Morea, dividido en cuatro provincias. Morea sería reconquistada por los turcos en 1715.