Edad Antigua Guerras Macedónicas Batalla de Pidna (168 AC)

Antecedentes

En los años 187 y 186 AC, el rey Filipo V de Macedonia conquistó las ciudades costeras tracias de Enós y Maronia, lo que inquietó al rey Éumenes de Pérgamo, quien solicitó el envío en el 185 AC de una comisión romana para que investigara la situación.

Los romanos decidieron que Filipo debía retirarse de ambas ciudades y también de Tesalia. Filipo, como no se encontraba listo para enfrentarse en una guerra contra Roma, envió a su hijo Demetrio para que negociara este asunto y así tener tiempo para prepararse. Demetrio regresó con una respuesta favorable de Roma, lo que causó gran alegría en el pueblo; pero que provocó los celos de su hermano Perseo, quién temió ser excluido de la sucesión. Por lo que inventó una intriga debido a la cual Filipo ordenó la muerte de su hijo Demetrio mediante un veneno en 181 AC.

Posteriormente, Filipo se enteró de que había sido engañado por su otro hijo y sintió un gran remordimiento por lo acontecido. Fue abandonado por los cortesanos y murió dos años después, siendo enterrado sin honores y en una tumba vulgar.

En 179 AC, Perseo subió al trono de Macedonia y siguió la política de su padre de fortalecer su dominio sobre Tracia. Procuró ganarse las simpatías de los habitantes de las ciudades griegas del norte que deseaban un cambio respecto a la propiedad de la tierra y de las deudas que los agobiaban.

Finalmente, estalló la revolución social y las facciones de los ciudadanos afectados acudieron a Perseo en busca de ayuda.

Esto alarmó sobremanera a los senadores romanos, los que decidieron enviar una comisión a Macedonia, que fue recibida con desprecio por parte del rey macedonio. En el 172 AC, Eumenes de Pérgamo se fue a Roma y presentó pruebas de las intenciones hostiles hacia su reino por parte de Perseo. Los romanos le dispensaron todo tipo de honores y este, satisfecho, emprendió el regreso a Asia pasando por el santuario de Delfos para ofrecer sacrificios a Apolo. En esta ciudad sufrió un atentado contra su vida por parte de asesinos enviados por Perseo. Este fue el pretexto para comenzar la Tercera Guerra Macedónica entre Roma y Macedonia.

Se encomendó al pretor Cayo Licinio la tarea de reparar, de entre las quinquerremes viejas que estaban en dique seco en los astilleros de Roma, aquellas que pudieran servir, hasta equipar 50 navíos. Tenía instrucciones de reclutar entre los ciudadanos romanos soldados de marina, con la condición de libertos, para 25 navíos; para los otros 25. El pretor Cneo Sicinio solicitaría a los aliados un contingente igual. Este pretor exigiría a los aliados de derecho latino 8.000 infantes y 300 jinetes. Para hacerse cargo de estas tropas en Brundisium y enviarlas a Macedonia es elegido Aulo Atilio Serrano en calidad de propretor.

Con esta flota y este ejército, Cneo Sicinio recibe órdenes de pasar a Grecia hasta la llegada del cónsul al que le correspondiera Macedonia.

A principios de 171 AC, Roma envió al pretor Gneo Sicinio a Apollonia, en Iliria, para establecer una cabeza de puente en la costa oriental del Adriático para ser empleada en los futuros desembarcos de sus tropas.

En ese momento Macedonia estaba en mejores condiciones económicas y materiales para una guerra que Roma, pero Perseo, en lugar de actuar ofensivamente adoptó una actitud defensiva esperando el ataque de su adversario.

Batalla del Calicino (171 AC)

En el 171 AC, entraron en funciones los cónsules Publio Licinio Craso y Cayo Casio Longino. Por sorteo Macedonia le correspondió a Publio Licinio Craso.

El pretor Cayo Lucrecio, que estaba al cargo de la flota, salió de la ciudad con 40 quinquerremes; mandó por delante con una sola quinquerreme a su hermano Marco Lucrecio con instrucciones de salir al encuentro de la flota en Cefalania después de hacerse cargo de las naves entregadas por los aliados de acuerdo con el tratado.

Tras recibir 1 trirreme de los reginos, 2 de los locrenses y 4 de los urites bordeó la costa de Italia, dobla el último promontorio de Calabria y cruza el mar Jonio hasta Dirraquium. Allí se encontró con 10 embarcaciones de los propios dirraquinos, 12 de los iseos y 44 del rey ilirio Gencio y, tras llevárselas todas, cruza en tres días a Corcira y de allí, sin detenerse, a Cefalania.

Cayo Lucrecio zarpa de Nápoles, cruzó el estrecho y llega a Cefalania al quinto día. Allí mantuvo fondeada la flota a la espera de que fueran transportadas las fuerzas terrestres y al mismo tiempo a la espera de que les dieran alcance las naves de carga que se habían desviado de su formación durante la travesía por alta mar.

Por estas fechas, Publio Licinio Craso sale de Roma después de pronunciar los votos en el Capitolio. Con él son enviados como tribunos militares dos excónsules, Cayo Claudio Pulcro y Quinto Mucio Escévola.

Licinio Craso al mando de un ejército consular (dos legiones romanas y dos aliadas) se trasladó desde Brindisi a Apollonia. El rey Éumenes de Pérgamo, para cooperar con los romanos, puso su ejército en pie de guerra.

Perseo, después de hacer acopio de trigo en todos los campos de los alrededores, mandó a sus tropas a devastar el territorio de Feras para evitar que el ejército romano pudiese abastecerse. Al percatarse de que no efectuaban movimiento alguno repartió entre sus soldados el botín para que organicen un banquete.

En los días posteriores tanto el cónsul como el rey celebraron consejo para decidir que estrategia iban a seguir. La moral de los macedonios era alta al haber consentido los romanos que devastaran el territorio de Feras; de ahí que la opinión general era que se debía marchar contra ellos sin más demora.

Los romanos eran conscientes de que su indecisión era objeto de comentarios negativos entre los aliados, indignados sobre todo porque no se hubiera prestado ayuda a los fereos.

En plena deliberación sobre que se podía hacer llega un mensajero despavorido llegó con la noticia de la aproximación de un gran ejército. Disuelto el consejo se llamó inmediatamente a las armas; como medida inicial se decidió que salieran 100 jinetes y 100 infantes ligeros de las tropas de Éumenes de Pérgamo.

Sobre la hora cuarta del día, a poco más de una milla de distancia del campamento romano, Perseo dio la orden de hacer alto; él se adelantó con la caballería y la infantería ligera junto a Cotis y los jefes de los otros contingentes de sus tropas auxiliares. Cuando estaban a menos de 500 pasos del campamento romano se toparon con dos alas de caballería (duae alae) formadas en gran parte por gálatas, mandados por Casignato, y unos 150 misios y cretenses de armamento ligero.

Perseo, dudando sobre cuantos efectivos tendría el enemigo, se detuvo y destacó dela formación 2 escuadrones (turmas) de tracios y 2 de macedonios acompañados de 2 cohortes de cretenses y de tracios cada uno de ellos.

El combate finalizó sin que se decidiera la victoria, pues estaban en igualdad numérica y no llegaron nuevos refuerzos ni de un lado ni del otro. De los hombres de Éumenes cayeron unos 30, entre ellos el jefe gálata Casignato.

Perseo regresó a su campamento de Sicurio. Al día siguiente, en torno a la misma hora (la cuarta) avanzó hasta el mismo lugar con las tropas seguidas de carros con agua, pues a lo largo de las 15 km que había que recorrer el camino era seco y polvoriento. Como los romanos no se habían movido, e incluso habían retirado al interior de la empalizada, las tropas del rey regresaron a su vez al campamento.

Esta operación se repitió durante varios días a la espera de que los jinetes romanos atacasen la retaguardia de la columna cuando se retirase, pues la intención de Perseo era atraerlos a bastante distancia del campamento y hacerles frente aprovechando la superioridad de su caballería e infantería ligera.

Perseo, al ver que su plan no daba resultado, aproximó su campamento y lo fortificó a 3 km del romano. Al rayar el alba salió con toda la caballería y la infantería ligera.
La vista de un volumen mayor de tropas y de una polvareda más próxima que de costumbre causó desconcierto en el campamento romano.

Perseo alineó a sus hombres a menos de 500 pasos de la empalizada, sobre un cerro denominado Calicino (Callicinum). Cotis, rey de los odrisios, estaba en cabeza del ala izquierda con 1.000 jinetes y 1.000 infantes, las líneas de jinetes estaban separadas por tropas de armamento ligero intercaladas; en el ala derecha estaban los jinetes macedonios con los cretenses entremezclados en sus escuadrones; Midonte de Berea mandaba estas tropas ligeras, y Menón de Antigonea la caballería y el conjunto de este sector. Contiguos a las alas estaban formados los jinetes reales y tropas auxiliares de élite de varios pueblos con Patrocles de Antigonea y el gobernador de Peonía, Didas, al frente de las mismas. En medio de todos se encontraba Perseo; en torno a él, su agema o guardia personal. Delante de él, situó a 400 honderos y 400 lanzadores, al mando de los cuales puso a Ión de Tesalónica y al dólope Artemón.

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Ejército romano en la batalla de Pidna, equite con linotorax, príncipe con coraza y yelmo etrusco-corintio, triario con yelmo montefortino y cota de malla. No llevan grebas. Autor Angus McBride

Publio Licinio Craso formó a la infantería pesada en el interior de la empalizada, e hizo salir a toda la caballería y la infantería ligera, que formaron delante del campamento. Cayo Licinio Craso, hermano del cónsul, asumió el mando en el ala derecha con toda la caballería itálica y los vélites intercalados; en el ala izquierda, Marco Valerio Levino mandaba a los jinetes y los infantes ligeros de los aliados griegos. El centro lo ocupa Quinto Minucio con el resto de la caballería. Delante formaron 200 jinetes gálatas y 300 soldados auxiliares de Éumenes del pueblo cirtio, 400 jinetes tesalios se situaron a corta distancia por delante del ala izquierda. Éumenes y Átalo ocuparon la retaguardia, entre la última línea y la empalizada.

Con un número casi igual de jinetes unos 4.000 y de tropas ligeras por ambas partes, corrieron a enfrentarse una vez iniciado el combate por los honderos y lanzadores. Los tracios cargaron contra los jinetes itálicos en el ala derecha romana sembrando el desconcierto; «los de infantería golpeaban las lanzas con sus espadas, les seccionaban los tendones a los caballos o los ensartaban por el costado».

Perseo se lanzó contra el ala izquierda y el centro de las líneas poniendo en fuga a los griegos a la primera carga; cuando estos se dispersaban y eran acosados por los macedonios. La caballería tesaliana, que se había mantenido en reserva sin intervenir, y estaba separada del ala izquierda por un corto espacio; al principio se limitó a mirar. Después, cuando la situación toma un mal cariz, se replegó poco a poco sin romper las filas y se unió a las tropas auxiliares de Éumenes facilitando de esta manera a los soldados dispersos por la huida un refugio seguro entre sus filas.

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Batalla de Calicino 171 AC. Mercenarios tracios presentando sus trofeos al rey Perseo de Macedonia después de la batalla. Autor Johnny Shumate

La falange que Hipias y Leonato, por propia iniciativa se presentaron a la batalla. El cretense Evandro, en cuanto ve llegar a la columna de infantería con las enseñas desplegadas corrió junto al rey y le advirtió con insistencia que no se deje llevar por la euforia arriesgándolo todo sin necesidad de forma tan irreflexiva. Perseo le hizo caso y ordenó que se replieguen las enseñas y regresaran al campamento la columna de infantería; a su vez, se dio el toque de retirada a la caballería.

En el bando romano cayeron aquel día 200 jinetes y 2.000 infantes, siendo 600 los prisioneros. De las tropas de Perseo únicamente murieron 20 jinetes y 40 infantes.

Nunca un ejército romano había estado tan desorganizado, desmoralizado e indisciplinado, pero Perseo no aprovechó la oportunidad.

Al día siguiente Perseo se marchó de allí y acampó en Mopselo, altura que dominaba el valle del Tempe, a medio camino entre Larisa y Gonno.

Los romanos, sin apartarse de la orilla del Peneo, trasladaron el campamento a un lugar más seguro. Allí se presentó el númida Misagenes con 1.000 jinetes y 1.000 infantes, además de 22 elefantes.

En 170 AC. Licinio fue sustituido por el cónsul Aulo Hostilio Mancino, quien intentó avanzar por la llanura de Tesalia, pero fue rechazado. En el 169 AC, asumió el mando del ejército romano el cónsul Marcio Filipo, tan incompetente como los anteriores, quién emprendió la travesía del monte Olimpo y cuando llegó a Heraclea se dio cuenta de que no podía abastecer a su ejército. Pero una vez más Perseo no aprovechó la oportunidad y, peor aún, al ver al enemigo en territorio macedónico, pensó que estaba todo perdido y huyó a Pidna, ordenando quemar sus naves y ocultar el tesoro en el mar.

Marcio avanzó cuatro días, pero la flota no pudo abastecerle más, por lo que se detuvo y retiró al sur. Perseo a su vez avanzó hacia el sur y ocupó una posición, en el Elpeo al sur de Díon, que era prácticamente invulnerable, ante lo cual Marcio abandonó toda esperanza de atacarla. En esta posición, Perseo trató de comprar a los aliados de Roma: Gencio de Ilirico, Éumenes y los rodios. También trató con un jefe celta el servicio de 10.000 jinetes galos, pero con todos, excepto con los rodios, tuvo problemas en cuanto al precio, no concretando la llegada de refuerzos.

Mientras tanto en Roma, la presión popular era enorme por un cambio en la dirección de la guerra. Hasta que el propio Senado comprendió que no podía continuar entregando el mando a cónsules incompetentes, que se preocupaban más en enriquecerse que en combatir, por lo que eligió, como nuevo cónsul, a Lucio Emilio Paulo. Paulo pertenecía a la antigua nobleza romana era nieto de Emilio Paulo que murió en Cannas, se había distinguido en diversas campañas en España y Liguria. Tenía 60 años y según varios historiadores era uno de los pocos romanos importantes de la época capaces de resistir la tentación del dinero.

El primer acto de Emilio Paulo fue requerir del Senado el nombramiento de una comisión que investigara la situación existente en Grecia. El Senado aprobó el requerimiento dejando el asunto en sus manos. Lucio Emilio designó tres delegados, entre los que se encontraba Lucio Enobarbo, triunfador en Magnesia; les entregó un cuestionario con preguntas precisas relacionadas con la situación en Grecia y especialmente con el estado del ejército y la marina en cuanto a alistamiento, medios y abastecimiento.

Una vez que los delegados regresaron, presentaron un lapidario informe de la situación: que los campamentos romano y macedonio se encontraban en las orillas opuestas del Elpeo, que ninguno de los dos jefes pensaba atacar, que los romanos no tenían fuerzas suficientes y estaban en la más completa ociosidad, que les restaba trigo para sólo tres días, que la flota estaba en estado deplorable y que dudaban de la lealtad de Éumenes.

A consecuencia del informe de los delegados, Emilio Paulo recibió la autorización para que seleccionara a los tribunos de sus dos legiones, que sumaban en total 14.000 ciudadanos romanos y confederados latinos más 1.200 jinetes. Además, le permitieron que reclutara dos legiones de 5.000 hombres cada una y 200 jinetes en Iliria, las que pondría bajo el mando de Lucio Anicio Galo.

Batalla de Pidna (22 de julio de 168 AC)

Acciones preliminares

Al comienzo de la primavera de 168 AC, Emilio Paulo partió para Grecia. A su llegada, el ejército estaba escaso de agua, ya que el río estaba seco. Ordenó excavar pozos en búsqueda de agua, la que encontraron muy pronto. Esto aumentó la buena reputación del general ante sus soldados. Luego ordenó que todo se efectuara en forma metódica y en silencio y dio varias tareas para sacar a su ejército del letargo en que estaba.

Ante la noticia de la llegada del cónsul Emilio, Perseo se dio cuenta del peligro que corría la costa. En Tesalónica había una pequeña guarnición de 2.000 hombres bajo el mando de Éumenes y Atenágoras. Allí envió a Androcles con orden de acampar justo al lado de los astilleros. A Enea se destacaron 1.000 jinetes al mando de Creonte de Antigonea para proteger la zona costera, con la misión de partir inmediatamente a cualquier punto donde pudiera desembarcar la flota romana.

Por lo que respecta a la zona montañosa por donde podía ser flanqueado, envió a 5.000 macedonios, al mando de Histeo, Teógenes y Midonte, a la guarnición situada entre Pitoo y el paso de Petra.

Tras la partida de las tropas se dedicó a fortificar la orilla del río Elpeo, ya que en esos momentos el cauce se hallaba seco. Con el objeto de tener a todos sus soldados disponibles empleó en esta tarea a las mujeres de las ciudades vecinas que solían acarrear los suministros al campamento.

Emilio Paulo acampo en la orilla sur del Epeo, y llamó a reunión de oficiales para ver su estado de ánimo y escuchar proposiciones sobre la línea de acción a seguir. Desechó el ataque inmediato porque las posiciones macedonias por el lado del río Elpeo, ya que contaban con toda clase de máquinas de guerra, como catapultas y balistas. Otra sugerencia fue efectuar una maniobra de rodeo para atacarlo por el flanco.

Finalmente, Paulo planificó atacar a Perseo de frente enviando una fuerte columna que atravesara las vertientes del monte Olimpo y que luego continuara a Pitium y Petra hasta llegar a Díon, a la retaguardia del campamento macedonio. Unos lugareños le informaron de que los pasos del Olimpo estaban custodiados por tropas macedonias, por lo que varió su plan original. Envió a los extraordinari (8.200 infantes y 200 jinetes) bajo el mando de Publio Escipión Nasica a Heracleum y que desde allí, en marchas nocturnas, se dirigiera hacia el oeste y ocupara Pitium para luego avanzar por Petra hasta Díon. Al pretor Octavio lo envió con la flota y víveres a Heracleum para que Perseo creyera que iba a atacar una posición macedonia en esa dirección.

En cuanto Escipión se puso en movimiento, para desviar la atención de Perseo, Paulo lanzó el primero de sus ataques de distracción contra las posiciones macedonias. Se combatió con armas ligeras por ambas partes debido a lo accidentado del cauce. El combate se desarrolla allí en medio del cauce, mientras desde las empalizadas de ambos campamentos observaban el resto de las tropas.

A distancia se batían mejor las tropas auxiliares del rey, los romanos eran mejores en el cuerpo a cuerpo. Al mediodía el cónsul ordenó dar el toque de retirada; ambos bandos habían sufrido bastantes bajas.

Al día siguiente, con los ánimos más encendidos, el combate es más enconado. Los romanos eran heridos en mayor medida por toda clase de proyectiles arrojados desde las fortificaciones macedonias. Cuando se acercaban a la orilla enemiga, los proyectiles lanzados por las máquinas alcanzaban incluso a los más alejados. Aquel día el cónsul retiró a sus hombres un poco más tarde, después de sufrir pérdidas mucho más cuantiosas.

Al tercer día se abstuvo de combatir y descendió a la parte más baja del campamento como si fuera a intentar el paso a través del brazo de la fortificación que se extendía en pendiente hacia el mar.

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Batalla de Pidna 168 AC: Movimientos preliminares

Mientras sucedían estos hechos, Escipión Nasica había partido hacia Heracleum siguiendo las instrucciones del cónsul. Cuando recuperaran fuerzas sus soldados y oscurece revela al resto de comandantes el propósito de su misión y condujo a las tropas a Pythium (templo de Apolo) para que descanse el ejército. Allí alcanzaba las faldas del monte Olimpo.

Entretanto, Perseo se enteró del movimiento de Escipión por un desertor romano. El monarca envió 10.000 mercenarios y 2.000 macedonios bajo el mando de Milo para que bloquearan a los romanos en las faldas del Olimpo. Ambas fuerzas se encontraron en las montañas y tras un encarnizado combate, los romanos vencieron a los macedonios.

Perseo, al enterarse de la derrota de Milo, comprendió que sería atacado desde dos direcciones. Para evitarlo se retiró hacia el norte en dirección a Pidna, tomando posiciones en una llanura apropiada para su falange, al sur de Katerina, que quedaba flanqueada por el río Aeson y un arroyo.

Paulo, por su parte, avanzó hacia el campamento Macedonio, situando su campamento al sur del río.

Se sabe la fecha exacta de la batalla porque en la noche del 21 al 22 de junio de ese año hubo un eclipse de luna, eclipse que Paulo hizo explicar a sus tropas de que era un fenómeno completamente natural. Los macedonios lo consideraron un mal augurio.

La batalla empezó de modo casual, por la disputa de una mula de aguadores romanos, que durante la recogida de agua cruzó el río accidentalmente y fue capturada por los auxiliares tracios. Los soldados romanos la siguieron, dando muerte a uno de los tracios que la sujetaba, esto encolerizó a los tracios que estaban de seguridad y que acudieron a matar a los italianos, varias unidades de vélites se enzarzaron con los tracios y poco a poco cada vez se fueron uniendo unidades hasta que ambos ejércitos desplegaron a ambos lados del río Leucus.

Despliegue inicial

Ejército macedonio

El ejército macedonio disponía de 38.000 infantes y unos 4.000 jinetes, los desplegó de la manera clásica macedonia:

  • Ala izquierda la caballería tracia y osiria (2.000).
  • Centro los hipaspistas escudos de bronce o chalcaspides (3.000), a continuación los hipaspistas escudos blancos o leucaspides (3.000), a continuación la falange (15.000), a continuación los mercenarios galos y cretenses (8.000) delante del centro situó los peltastas y tureóforos o thureophoroi que eran guerreros que llevaban el thureos o escudo ovalado, con jabalinas, lanza y espada corta (7.000).
  • Ala derecha la caballería macedonia y tesaliana (2.000).
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Batalla de Pidna 22 de junio del 168 AC: Despliegue de fuerzas

Ejército romano

Los romanos disponían de un ejército consular de 20.000 romanos y aliados itálicos repartidos entre: 4.800 vélites, 4.800 hastati, 4.800 príncipes, 2.400 triarios, 2.400 de cohortes itálicas adicionales y 1.200 extraordinarii. 12.200 soldados de infantería compuestos por: 1.200 arqueros aqueos, 1.000 lanzadores de jabalina númidas, 1.500 tureóforos o thureophoroi de Pérgamo, 2.000 peltastas misios, 1.000 honderos cirtios (kurdos), 1.000 lanzadores de jabalina griegos, 4.500 thureophoroi griegos. 4.000 jinetes repartidos entre: 600 de caballería pesada romana, 1.200 de caballería pesada itálica, 2.200 de caballería ligera númida y 32 elefantes. Emilio Paulo desplegó sus fuerzas:

  • Ala derecha la caballería aliada (2.000 númidas) y delante de esta 20 elefantes.
  • Centro situó la legión II romana frente a los hipaspistas escudos blancos, la legión I romana frente a los escudos de bronce, a continuación las dos legiones aliadas y a la izquierda los aliados etolios (14.000), delante situó los vélites y tureóforos o thureophoroi (7.200).
  • Ala izquierda situó la caballería romana e italiana (2.000).
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Tureóforos o thureophoroi. Se trata de una nueva clase de infantería griega entre el falangita y la peltasta, que era capaz de enfrentamiento a distancia y en la lucha cuerpo a cuerpo. Llevaban un yelmo, un thureo o escudo alargado ligero de madera cubierto de cuero, varias jabalinas y una espada corta. Autor Angus McBride

Desarrollo de la batalla

Perseo tomó la iniciativa y cruzó el río primero con los peltastas que hicieron retroceder a los vélites romanos y protegidos por estos, cruzó la falange. Paulo envió sus elefantes contra el ala izquierda macedonia, que pronto fueron dispersados.

La falange chocó contra la legión y al igual que en Cinocéfalos, los romanos y aliados no encontraban huecos en la falange y al principio mantuvieron la formación, pero poco a poco comenzaron a retroceder hacia las faldas del monte Olocro.

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Batalla de Pidna 168 AC. Romanos contra macedonios. Autor Vladimir Vaksheyev

Perseo, en lugar de emplear su caballería y tropas ligeras en la persecución, hizo avanzar a sus falanges por el terreno cada vez más accidentado de las faldas del monte, perdiendo la cohesión y rompiendo la formación.

Los centuriones comenzaron a infiltrar a sus hombres por los huecos que dejaba el enemigo, para golpear por los flancos desprotegidos y la retaguardia de los falangistas y así, poco a poco, grupos de legionarios fueron rompiendo las líneas macedonias.

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Batalla de Pidna 168 AC. Legionarios de la 1ª legión contra chalkaspidos o escudos de bronce. Los infantes romanos están basados en el monumento de Emilio Paulo en Delfos. Las grebas han sido abandonadas del todo. Las filas delanteras llevan yelmo tipo Monteforino y coraza musculada, Las filas traseras cota de malla y yelmo etrusco-corintio. Autor Angus McBride
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Batalla de Pidna 168 AC. La falange haciendo retroceder a la legión. Juego Total War

Perseo, en lugar de emplear su caballería y tropas ligeras en la persecución, hizo avanzar a sus falanges por el terreno cada vez más accidentado de  las faldas del monte, perdiendo la cohesión y rompiendo la formación. Los centuriones comenzaron a infiltrar a sus hombres por los huecos que dejaba el enemigo, para golpear por los flancos desprotegidos y la retaguardia de los falangistas y así, poco a poco, grupos de legionarios se fueron rompiendo las líneas macedonias.

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Batalla de Pidna 168 AC: Falange contra legión, los legionarios buscando huecos en la falange. Autor Peter Connolly
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Batalla de Pidna 168 AC. La legión penetrando en la falange. Autor Zvonimir Grbasic

El hueco más grande se produjo entre la falange y los tracios, cuando la falange persiguió a los pelignos (legión aliada) y los tracios fueron detenidos por los aliados griegos.  Una vez que los romanos rompieron la formación, la lucha se volvió entre grupos aislados que luchaban cuerpo a cuerpo, lo que favorecía a los romanos que estaban acostumbrados al cuerpo a cuerpo; mientras que los macedonios, su principal instrucción era con la sarisa,  la batalla se inclinó del lado romano.

La batalla no duró más de una hora y la falange fue masacrada, la caballería macedonia, que prácticamente se encontraba intacta, abandonó el campo de batalla y Perseo huyó con ella a Pella.

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Hastato romano contra falangita macedonio. Una vez que se rompía la formación, los romanos eran superiores a los macedonios en la lucha cuerpo a cuerpo. Autor Johnny Shumate

La matanza que siguió fue terrible. Según Livio los macedonios sufrieron 20.000 muertos y 6.000 prisioneros, a los que después se les sumaron otros 5.000 capturados en la persecución. Los romanos perdieron poco más de varios centenares de hombres (700 muertos y 400 heridos).

Rendido Perseo, Paulo le prometió respeto a su dignidad, animándole a confiar en la clemencia del Senado. Sin embargo, poca clemencia obtuvo el rey cuando fue llevado a Roma como parte del séquito de prisioneros. Vivió el final de sus días como cautivo en una villa romana.

Secuelas

En cuanto Roma supo el resultado de la batalla, dispuso que todos los estados de macedonios y griegos, amigos y enemigos, fueran despojados de su fuerza. Macedonia desapareció siendo dividida en una federación compuesta por cuatro ligas republicanas.

Emilio Paulo tuvo que permitir, contra su voluntad, que fueran saqueadas setenta ciudades y se vendiera como esclavos a 150.000 hombres. Roma, una vez que aplastó a sus enemigos, hizo lo mismo con sus aliados.

En el año 152 AC, un tal Andrisco que se proclamaba hijo de Perseo de Macedonia, reunió un ejército de tracios con el que invadió Tesalia. Fue derrotado en el 148 por Quinto Celio Metelo, la lucha fue seguida por varios pretendientes y una vez aplastados en el 146 AC, las 4 Ligas se convirtieron en una provincia romana.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2014-06-11. Última modificacion 2022-01-19.
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