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Antecedentes
Tras la muerte del tirano Macánidas en el año 207 AC, Nabis depuso al rey Pélope con la ayuda de un ejército de mercenarios y se proclamó rey de Esparta, asegurando que era descendiente del rey euripóntida Demarato. Para entonces, la tradicional constitución de Licurgo había perdido su significado y Esparta era dominada por un grupo de sus antiguos mercenarios. Polibio describió al ejército de Nabis como “una multitud de asesinos, ladrones, rateros y bandoleros”.
En el año 205 AC, Nabis firmó un tratado de paz con Roma, pero en el 201 AC, atacó el territorio de Mesene, en esa época aliada de ambas partes, y que Esparta había gobernado hasta mediados del siglo IV AC. Los espartanos capturaron Mesene, pero pronto fueron obligados a abandonarla cuando llegó el ejército de Megalópolis al mando de Filopemen. Tiempo después fueron derrotados de manera decisiva en Tegea y Nabis tuvo que reconsiderar sus ambiciones expansionistas por un tiempo.
Durante la Segunda Guerra Macedónica, Nabis tuvo una nueva oportunidad de expandir sus dominios. Filipo V de Macedonia le ofreció la polis de Argos con la condición de que Esparta desertara de la coalición romana y se uniera a la alianza macedonia. Nabis aceptó la oferta y recibió el control sobre Argos. Sin embargo, cuando la guerra se tornó contra Macedonia, regresó a la coalición romana y envió 600 mercenarios cretenses para apoyar al ejército romano. Más tarde Filipo sufrió una decisiva derrota frente a los romanos en la batalla de Cinoscéfalos, pero Esparta mantuvo el control sobre Argos. Tras la guerra, el ejército romano no se retiró de Grecia, sino que envió guarniciones a varios lugares estratégicos para proteger sus intereses en la zona.
Las reformas de Nabis
En contraprestación por su ayuda durante la guerra, Roma permitió a Nabis mantener su dominio sobre la polis de Argos. Mientras él ocupaba el trono de Esparta, hizo a su esposa Apia gobernante de Argos, su polis natal. Después, Apia y Nabis dieron un golpe financiero al confiscar grandes propiedades a las familias ricas de las polis bajo su dominio y torturando a aquellos que opusieron resistencia. La mayor parte de la tierra confiscada, fue redistribuida a los ilotas libertos leales a Nabis. Una vez que incrementó su territorio y riqueza a través de ese método, Nabis comenzó la construcción del puerto de Gitión para convertirlo en un gran arsenal naval y fortificó la ciudad de Esparta.
También permitió a sus aliados cretenses mantener bases navales en territorio espartano, desde las cuales cometían actos de piratería. El crecimiento de su fuerza naval permitió incluso a los más pobres participar como remeros de sus naves y así tener un empleo lucrativo. Sin embargo, la extensión de la capacidad naval del puerto de Gitión en esas circunstancias desagradaba a los estados limítrofes del mar Egeo, así como a la propia República romana.
El gobierno de Nabis se fundamentaba básicamente en sus reformas sociales y en la reconstrucción de las fuerzas armadas espartanas. El ejército espartano tradicionalmente se había basado en la leva de homoioi (iguales) y los periecos, apoyados por ilotas ligeramente armados. De varios miles en la época de las Guerras Médicas, el número de homoioi había declinado a unos cuantos cientos en la época de Cleómenes III.
Posiblemente, había varias razones para la reducción de su número, una de ellas era que el espartano que no podía pagar su parte en la sisitia (comida común para los varones en las sociedades dóricas), perdía su calidad de ciudadano de pleno derecho (eran los llamados hipomeiones). Si bien esto no impedía a sus hijos participar en la agogé (educación de los jóvenes), otra razón fue la disminución de homoioi por bajas de combate. Como resultado, el manejo de un respetable ejército de hoplitas que no contase con mercenarios o ilotas libertos era difícil de reunir. Cleómenes incrementó el número de homoioi de nuevo e hizo operar al ejército espartano con un mayor número de falangistas de armadura ligera, al estilo macedonio.
No obstante, muchos de estos nuevos homoioi murieron en la batalla de Selasia y la política implementada por Nabis llevó a los que quedaban al exilio. En consecuencia, no había suficientes soldados disponibles para formar parte de la infantería pesada. Esto causó un serio declive en el poder militar espartano y el objetivo de las reformas de Nabis fue restablecer una clase de sujetos leales a su mando que fuesen capaces de servir como falangistas bien equipados. La liberación de los ilotas esclavizados (los neodamodes) fue una de los más notables hitos en la historia espartana.
Con esta acción Nabis eliminó un pilar ideológico central del viejo sistema social de Esparta y la principal razón esgrimida contra la expansión espartana hacia las demás polis. Hasta ese momento, la principal preocupación de Esparta había sido prevenir la rebelión ilota y esa necesidad limitaba cualquier aventura expansionista; la acción de Nabis acabó con este problema de un solo golpe. Sus ilotas libertos recibieron tierras de su parte y se casaron con las esposas de los ciudadanos espartanos exiliados o con las viudas de los miembros adinerados de la élite espartana que habían sido asesinados por órdenes de Nabis.
Declaración de guerra
La Liga Aquea estaba molesta por el hecho de que uno de sus miembros continuara bajo ocupación espartana y persuadió a los romanos a reconsiderar su decisión de permitir a Esparta conservar los territorios de los que se había apoderado. Los romanos aceptaron la propuesta de los aqueos, pues no querían que una Esparta fuerte y reorganizada causara problemas una vez que ellos dejaran Grecia.
En el año 195 AC, Tito Quincio Flaminino, comandante romano en Grecia, convocó un consejo de los Estados griegos en Corinto para discutir si se debía o no declarar la guerra a Nabis. Entre los estados que mandaron delegados constaban la Liga Etolia, Macedonia, Roma, Pérgamo, Rodas, Tesalia y la Liga Aquea. Todos los estados representados votaron a favor de la guerra excepto la Liga Etolia y Tesalia, que preferían que los romanos abandonaran Grecia inmediatamente. Ambas se ofrecieron a negociar con Nabis por su cuenta, pero la Liga Aquea se opuso, pues objetaba cualquier acción que incrementara el poder de la Liga Etolia. Al parecer los romanos pudieron usar la guerra como pretexto para apostar algunas legiones en Grecia con el fin de prevenir que los espartanos y la Liga Etolia se unieran al rey seléucida Antíoco III si este invadía Grecia.
Preparación de la guerra
Flaminino envió primero un delegado a Esparta, demandando que Nabis entregara Argos a la Liga Aquea o, de lo contrario, se enfrentaría a una guerra contra Roma y sus aliados griegos. Nabis se negó a aceptar el ultimátum de Flaminino y como consecuencia 40.000 soldados romanos y sus aliados griegos avanzaron hacia el Peloponeso. Una vez allí, Flaminino unió sus fuerzas con las del comandante aqueo, Aristaenos, que contaba con 10.000 soldados de infantería y 1.000 de caballería en Cleonas (a 6 km de Argos). Juntos establecieron el campamento y decidieron enviar una avanzada hacia Argos.
Nabis había designado a su cuñado, el argivo Pitágoras, comandante de su guarnición de 15.000 efectivos en Argos, reforzando la guarnición de las dos ciudadelas de Argos. A medida que los romanos y la Liga Aquea avanzaban hacia la ciudad, un joven argivo llamado Damocles intentó iniciar una rebelión contra la guarnición espartana. Con unos pocos seguidores, se situó en el ágora de la ciudad y gritó a sus conciudadanos argivos, exhortándoles a rebelarse. Sin embargo, la rebelión nunca se llegó a materializar y Damocles, junto con la mayoría de sus seguidores, fueron rodeados y muertos por la guarnición espartana. Unos pocos supervivientes del grupo de Damocles lograron escapar de la ciudad y se dirigieron al campamento de Flaminino. Allí le sugirieron que si acercaba su campamento a las puertas de la ciudad, los argivos se rebelarían contra los espartanos.
Flaminino envió a su infantería y caballería ligeras para encontrar un nuevo terreno donde emplazar el campamento. Al divisar al pequeño grupo de soldados romanos, un contingente de tropas espartanas salieron por las puertas de la ciudad y se enzarzaron en una escaramuza con los romanos, en Cilabari a 500 metros de las murallas de la ciudad. Finalmente, los romanos obligaron a que los espartanos se retirasen de vuelta a la ciudad.
Flaminino trasladó su campamento a Cilabari, lugar donde se había producido la escaramuza y esperó durante un día entero a que los espartanos lo atacaran. Al no ocurrir ningún ataque, llamó a un consejo de guerra para discutir si debía o no empezar el asedio. Todos los líderes griegos excepto Aristaenos se pronunciaron a favor de atacar la ciudad, pues capturar Argos era el primer objetivo que se plantearon al ir a la guerra.
Aristaenos, en cambio, sugirió atacar directamente Esparta y Laconia. Flaminino se mostró de acuerdo con Aristaenos y el ejército marchó hacia Tegea, en Arcadia.
Al día siguiente, Flaminino avanzó hacia Carias (actual Karyai), donde llegó al tercer día y esperó la llegada de refuerzos aliados para sus tropas. Estos aliados estaban formados por un contingente de exiliados espartanos liderados por Agesipolis, el rey legítimo de Esparta, quien había sido destronado 20 años atrás por el primer tirano de la ciudad, Licurgo. Pronto llegaron otros 1.500 macedonios y 400 unidades de caballería de Tesalia enviados por Filipo para unirse también a los romanos.
Los aliados se enteraron de que además, varias flotas habían llegado a la costa laconia en su ayuda: una flota romana de 40 naves mandada por Lucio Quincio Flaminino; una flota de 18 naves de la isla de Rodas, dirigida por Sosilas (esperaba que la derrota de Nabis pusiera fin a la piratería que afectaba a sus naves mercantes); y una flota de 40 naves (10 naves cubiertas, 30 lemboi de tipo ilirio, y otras embarcaciones de menor tamaño) dirigida por el rey Éumenes II de Pérgamo, quien esperaba quedar bien con los romanos para así contar con su apoyo en caso de que Antíoco llevara a cabo su invasión.
Campaña de Laconia
Nabis reclutó a 10.000 ciudadanos para su ejército y contrató a 3.000 mercenarios adicionales. Sus aliados cretenses, quienes se beneficiaban de las bases navales que Nabis había establecido en su territorio, sumaron 1.000 guerreros especialmente seleccionados a los 1.000 que ya habían enviado para ayudar a los espartanos.
Nabis, temiendo que el avance romano animara a sus súbditos a rebelarse, decidió atemorizarlos ordenando la ejecución de 80 ciudadanos prominentes.
Flaminino partió de su campamento en Carias y al día siguiente llega a Selasia (a unos 12 Km de Esparta), en el río Enunte. Allí se enteró de que el descenso desde allí era por un camino difícil y estrecho, decidió mandar una fuerza por delante para que abriera una ruta bordeando ligeramente los montes, y llegar, por un sendero bastante ancho y despejado, hasta el río Eurotas.
Cuando la fuerza avanzada romana estaba haciendo el trazado del campamento, y Flaminio se había adelantado con la caballería y la infantería ligeras, las tropas auxiliares de Nabis realizaron un ataque sorpresa, ya que durante toda la marcha, no se habían encontrado con ninguna fuerza espartana. Durante algún tiempo reinó el desconcierto; los soldados de infantería llamaban a los de caballería y estos a los de infantería, pues ni unos ni otros confiaban demasiado en sus propias fuerzas.
Al fin aparecieron las enseñas de las legiones, y al entrar en combate las cohortes de cabeza de la columna, los que poco antes habían sembrado el pánico fueron rechazados al interior de la ciudad en pleno desconcierto. Los romanos se alejaron de la muralla lo justo para estar fuera del alcance de las armas arrojadizas y después de formar en orden de combate se mantienen así algún tiempo; luego, como no salía a enfrentárseles ningún enemigo, regresan al campamento.
Al día siguiente Flaminio marchó al frente de sus tropas formadas, siguió el curso del río Eurotas en dirección a la falda del monte Menelao. En previsión de una salida de tropas desde Esparta abrieron la marcha las cohortes de la legión y la cerraba la infantería ligera junto a la caballería al mando de Apio Claudio.
Nabis tenía a sus tropas preparadas dentro del recinto amurallado con la intención de atacar al enemigo por retaguardia. Una vez que pasan los últimos de la columna, se lanzaron fuera de la ciudad por muchos sitios a la vez. Apio Claudio, que había preparado a sus hombres con vistas a lo que iba a ocurrir, inmediatamente cambió la dirección de las enseñas y dirigió toda la retaguardia hacia el enemigo. Durante algún tiempo hubo una batalla regular, como si hubieran chocado dos frentes de combate en toda línea. Finalmente, los soldados de Nabis emprenden la huida; esta fue especialmente desastrosa y atropellada porque los persiguieron de cerca los aqueos, conocedores del terreno, que hicieron una gran carnicería y desarmaron a la mayoría cuando la huida los había dispersado en todas direcciones.
La coalición se dirigió entonces a Amiclas y desde allí saquearon los terrenos circundantes, como los espartanos no realizaron ninguna salida, trasladó el campamento junto al río Eurotas. Desde allí sale a devastar el valle que se extiende al pie del Monte Taigeto y los campos que llegan hasta el mar. Lucio Quincio recibió la rendición voluntaria de varios pueblos costeros de Laconia.
Asedio de Gitión
A continuación, los aliados avanzaron hacia la ciudad más grande de la zona, el puerto y arsenal naval espartano de Gitión. Mientras las fuerzas terrestres empezaban a asediar la ciudad, llegó la armada aliada. Los marinos de las tres flotas combinadas se dedicaron a construir armas de asedio durante varios días. Sin embargo, y a pesar de que estas máquinas tuvieron un efecto devastador en las murallas de la ciudad, la guarnición resistió con éxito el ataque.
Se comienza el asedio socavando la muralla y batiéndola con los arietes. Tras repetidos golpes fue derribada una de las torres que arrastró en su caída la parte de la muralla adosada a ella. Los romanos, para desviar la atención del enemigo de la zona más abierta, trataron de forzar la entrada por el lado del puerto, desde donde era más llano el camino de acceso, y, simultáneamente, de irrumpir por la brecha abierta con el derrumbe. A punto estuvieron de penetrar por donde se lo habían propuesto; pero el asalto se retrasó al presentarse la posibilidad de que se rindiera la ciudad.
Dexagóridas, uno de los dos comandantes de la guarnición, comunicó al legado romano que estaba dispuesto a rendir la ciudad. Cuando ya se había convenido el momento y la forma de dicha operación, Gorgopas, el otro comandante, mató a Dexagóridas con sus propias manos al enterarse de la noticia. Gorgopas mantuvo una fiera resistencia.
Flaminino llegó con 4.000 soldados de refuerzo que había reclutado recientemente. Cuando este se dejó ver con sus tropas en formación sobre la cima de una colina no muy distante de Giteo, y desde el lado opuesto Lucio Quincio presiona a partir de sus obras de asedio por tierra y mar; finalmente la desesperación obligó a Gorgopas a rendirse, aunque logró negociar la condición que él y su guarnición pudieran abandonaran la ciudad sin recibir ningún daño y se les permitiera regresar a Esparta.
Asedio de Esparta
Poco antes de la rendición de Gitión, Pitágoras, que estaba al mando en Argos, había confiado la defensa de la ciudad a Timócrates de Pelene y fue a reunirse con Nabis, en Esparta, con 1.000 mercenarios y 2.000 argivos.
Nabis se había alarmado con la llegada de la flota romana y la rendición de las ciudades de la costa, y de igual modo había albergado una pequeña esperanza con la retención de Gitión; pero cuando se enteró de que también se había entregado esa plaza a los romanos, como por tierra no había nada que esperar porque toda la zona circundante era hostil, y por mar estaba también completamente bloqueado, consideró que era preciso rendirse a la suerte. Como primer paso envió un parlamentario para enterarse de si los romanos permitirían que se les enviase una embajada.
Nabis ofreció retirar de Argos al resto de su guarnición y entregar a los romanos todos los desertores y prisioneros que tuviese en su poder. Flaminino, por su parte, convocó otro consejo de guerra con sus aliados, y la mayoría del consejo decidió que lo mejor era capturar Esparta y destronar a Nabis.
Flaminino respondió a Nabis proponiéndole sus propias condiciones para la rendición, bajo las cuales Esparta y Roma harían una tregua de seis meses siempre y cuando Nabis rindiera la guarnición de Argos, junto con todas sus guarniciones en la Argólida; liberara Argos y le entregara su flota; pagaría una indemnización durante ocho años y no establecería alianzas con ninguna ciudad cretense.
Flaminio era proclive a la paz; Nabis estaba fuertemente atrincherado en Esparta con gran número de hombres y armas, eso supondría un asedio muy prolongado. Por otro lado, Antíoco había pasado a Europa con numerosas fuerzas de tierra y mar. Si el ejército estaba ocupado asediando Esparta, Antíoco podía aprovechar el momento.
Nabis rechazó su oferta, asegurando que tenía suficientes provisiones como para soportar un asedio. Realizó una salida con unos pocos escaramuceadores y un lanzamiento de venablos a modo de respuesta, que borraron en Flaminio cualquier duda sobre la necesidad de seguir combatiendo.
En los cuatro días siguientes, se entablaron pequeños combates sin ningún resultado decisivo. Al quinto día, en una batalla casi regular, los lacedemonios fueron rechazados presa del pánico al interior de las murallas hasta tal extremo que algunos soldados romanos penetraron en la ciudad, descargando tajos sobre las espaldas de los fugitivos. Flaminio consideró que eso era suficiente para disuadir a los espartanos de hacer salidas.
Para atacar Esparta, Flaminino reunió un ejército de 50.000 efectivos entre romanos y aliados, desplegados alrededor de la ciudad provistos con escalas, antorchas y distintos elementos con los que atacar y además inspirar pánico. El grueso de la infantería fue dividida en tres cuerpos; uno tenía la orden de atacar desde el Phoebeo (templo de Apolo, al sur de Esparta), otro desde el Dictynneo y el tercero desde un lugar llamado Heptagonias.
Flaminio dio la orden de atacar desde todos los puntos. Se lanzó el grito de guerra para que los lacedemonios no supiesen por dónde hacerles frente en primera instancia y por dónde enviar refuerzos. La alarma cundió por todas partes.
Al principio los espartanos resistieron bien el ataque de los aliados, consiguiendo detener a los tres cuerpos, pero luego comenzaron a ceder en buena medida debido al hecho de que sus ataques con proyectiles eran inútiles contra los grandes escudos romanos.
Los romanos asaltaron Esparta y tomaron sus murallas, pero su avance fue retrasado inicialmente por la estrechez de las calles de las afueras de la ciudad. Sin embargo, a medida que avanzaban al centro, las calles eran más anchas y los espartanos se veían obligados a replegarse cada vez más. Nabis, al ver que sus defensas colapsaban, intentó huir, pero Pitágoras reagrupó y animó a los soldados y les ordenó incendiar los edificios más cercanos a las murallas.
Los techos se desplomaron sobre los romanos; fragmentos de tejas e inclusos maderos a medio quemar alcanzaron a los combatientes, las llamas se propagan ampliamente, el humo provoca una alarma mayor aún que el peligro. Los romanos que se encontraban en el exterior de la ciudad en ese momento, estaban imprimiendo mayor impulso al asalto, pero tras el incendio se apartaron de la muralla. Los que ya habían entrado se batieron en retirada para no quedar aislados de los suyos por el incendio que había estallado a sus espaldas.
Al observar esto, Flaminino ordenó tocar retirada y regresar a su base.
Durante los tres días siguientes, Flaminino estuvo amedrentado a Nabis a base de hostigarlo con ataques y obras de asedio, bloqueando algunos puntos para no dejar salida por donde huir. Al darse cuenta de que su situación era irremediable, decidió enviar a Pitágoras para ofrecer su rendición. Al principio, Flaminino rehusó recibirle.
Aprovechando la salida de Pitágoras, los argivos que se encontraban dentro de la ciudad ocupan la ciudadela tras desalojar a la guarnición. Todo había acabado.
Cuando Pitágoras acudió al campamento romano por segunda vez, el general romano aceptó la rendición bajo las mismas condiciones que él había propuesto con anterioridad.
A Flaminio se le entrega el dinero y los rehenes exigidos (100 talentos de plata al contado como pago inicial y cinco rehenes elegidos por el general romano, entre ellos el hijo de Nabis). Argos pasaba inmediatamente a la Liga Aquea.
Posteriormente, el tratado fue ratificado por el Senado.
Mientras tanto, los argivos se rebelaron cuando escucharon que Esparta estaba bajo asedio. Mandados por Archippas, atacaron la guarnición comandada por Timócrates de Pelene. Timócrates rindió la ciudadela con la condición de que a él y a sus tropas se les permitiera retirarse sin sufrir daños; a cambio todos los argivos que formaban parte del ejército de Nabis podrían regresar a sus hogares.
Eventos posteriores
Después de la guerra, Flaminino visitó los Juegos Nemeos en Argos y proclamó la libertad de la polis. Los argivos decidieron inmediatamente regresar a la Liga Aquea. Flaminino también liberó a todas las ciudades costeras de Laconia de la dominación espartana y las puso bajo protección aquea. Los restos de la flota espartana fueron puestos bajo la custodia de las mismas ciudades costeras. Nabis también tuvo que retirar sus guarniciones de las ciudades cretenses y revocar varias de las reformas sociales y económicas que habían fortalecido el poderío militar espartano. Los romanos, sin embargo, no destronaron a Nabis.
Aunque Esparta era una polis debilitada y efectivamente impotente, los romanos querían mantenerla independiente para que actuara como un contrapeso contra la creciente Liga Aquea. La sumisión y futura lealtad de Nabis fue asegurada por el hecho que tuvo que entregar a cinco personas como rehenes de los romanos, y entre ellos a su hijo Armenas.
Los romanos no permitieron que los exiliados regresaran a Esparta para evitar cualquier tipo de conflicto interno en la polis. No obstante, permitieron a cualquier mujer que estuviera casada en segundas nupcias con un ilota liberado, y cuyo primer marido estuviera desterrado, reunirse con este en el exilio.
Cuando las legiones al mando de Flaminino regresaron a Italia, las polis griegas se encontraron de nuevo enfrentadas a sus propias divisiones. En aquella época dominaban la región el reino de Macedonia, que hacía poco había perdido una guerra contra Roma, los etolios, la fortalecida Liga Aquea y la debilitada Esparta.
Los etolios, que se habían opuesto a la intervención romana en los asuntos griegos, incitaron a Nabis a retomar sus antiguos territorios y su posición entre las potencias griegas.
En el año 192 AC, entraron en funciones los cónsules Lucio Quincio Flaminino y Cneo Domicio Ahenobarbo. Nabis, tras la construcción de una nueva flota y el fortalecimiento de su ejército, atacó y asedió Gitión. Los aqueos respondieron enviando un emisario a Roma para pedir ayuda. El Senado respondió enviando al pretor Atilio con una armada para derrotar a la flota de Nabis, así como una embajada liderada por Flaminino.
En vez de esperar la llegada de la flota romana, el ejército y la armada de los aqueos partieron hacia Gitión bajo el mando de Filopemen, que había sido nombrado strategos de la Liga aquea por segunda vez.
Filipomén se dirigió a Gitión, muy cerca de allí había un campamento espartano en Pleiae. Planeó un ataque nocturno contra el campamento. Eligió tropas ligeras aqueas, peltas y honderos y realizó un desembarco anfibio, y les condujo al ataque. Prendió fuego a las tiendas y causó pánico en el campamento, matando a muchos de sus hombres, replegándose a continuación aprovechando la confusión con muy pocas bajas.
La flota aquea fue derrotada por la recientemente reconstruida flota espartana, siendo destruido su buque insignia durante el primer ataque.
Pocos días después, se dirigió con todo el ejército aqueo a Gitión, Nabis lo esperó en una posición favorable, y sorprendió a los aqueos, finalmente Filipomen cambió el orden de batalla para adaptarse a la situación, finalmente los espartanos se replegaron a la ciudad. Viendo que no podía tomar la ciudad, Filopemen se retiró a Tegea.
Entonces los aqueos se dedicaron a saquear Laconia durante 30 días mientras los espartanos se mantenían dentro de la polis fortificada. Los planes para capturar Esparta ya estaban trazados cuando llegó Flaminino y convenció al strategos Filopemen de que no la tomara. Mientras tanto, Nabis decidió aceptar el statu quo anterior y rendirse nuevamente bajo las mismas condiciones del último tratado.
Como Esparta había quedado debilitada, Nabis acudió a los etolios en busca de ayuda, recibiendo 1.000 infantes y 30 jinetes bajo el mando de Alexámeno. Se dice que mientras Nabis observaba el entrenamiento de sus tropas, el comandante etolio Alexámeno cargó contra él y le mató con su lanza.
Después, las tropas etolias tomaron el palacio y se aprestaron a saquear la ciudad, pero los habitantes de Esparta se organizaron y lograron expulsarlos de la polis. Mientras Esparta se hallaba en la anarquía, Filopemen entró en la ciudad con el ejército aqueo y la convirtió en miembro de la Liga Aquea. Se permitió que la polis de Esparta mantuviera sus leyes y territorio, pero no se permitió la vuelta a su antigua forma de gobierno ni el retorno de los exiliados.
En el año 189 AC, se permitió que los rehenes tomados por Roma regresaran a Esparta, salvo el hijo de Nabis, que anteriormente había muerto por una enfermedad. Esparta, que tenía problemas políticos y económicos debidos a la cercanía de los exiliados y por no disponer de acceso al mar, capturó la ciudad de Las, que era el hogar de muchos exiliados y un miembro de la Unión de laconios libres. Los aqueos adoptaron oficialmente este acontecimiento como una excusa para acabar con la independencia espartana de una vez por todas y demandaron la entrega de los responsables del ataque.
Los culpables respondieron asesinando a 30 ciudadanos simpatizantes de los aqueos, separándose de la Liga y solicitando la protección romana. Los romanos, que deseaban la división de la Liga, no hicieron nada al respecto. En el año 188 AC, Filopemen penetró por el norte de Laconia con un ejército y con los exiliados espartanos que insistían en regresar a Esparta.
Primero masacró a 80 ciudadanos hostiles a la Liga Aquea en Compasium y luego hizo demoler la muralla que Nabis había construido alrededor de Esparta. A continuación, Filopemen restauró a los exiliados y abolió la ley espartana, reemplazándola por la aquea. Así terminó el papel de Esparta como potencia en Grecia, mientras que Acaya se convertía en el poder dominante de todo el Peloponeso.
En 183 AC, Dinócrates, que se opuso firmemente a Filipomen, animó a Messene a rebelarse contra la Liga. Después de que Dinocrates anunciara que capturaría a Colonis, Filipomen decidió que necesitaba someter la rebelión.
En la batalla que siguió, Filipomen se encontró detrás de las líneas enemigas y fue capturado por los mesenios después de que su caballo lo arrojara al suelo. Luego fue invitado a beber veneno para permitirle tener lo que entonces se consideraba una muerte honorable. Después de su muerte, el cuerpo de Filopemen fue incinerado.
Al enterarse de su muerte, los miembros de la Liga Aquea unieron sus fuerzas para capturar a Mesenia.