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Evolución de las tácticas durante la Edad Media
Después del período carolingio, el asedio reemplazó a la batalla como la forma principal de compromiso militar. Aunque Carlomagno había alterado efectivamente el estándar de la lucha en el campo de batalla, él y sus sucesores tendieron a descuidar las fortificaciones, dejando al Imperio vulnerable a las incursiones de los vikingos y, especialmente en Alemania, de los magiares. En el siglo XI, los gobernantes locales lideraron la construcción de fortificaciones, al principio pequeños castillos de tierra y madera, pero pronto estructuras de mampostería más grandes y fuertes. Estas fortificaciones más intrincadas y costosas proporcionaron valiosas defensas. Aunque contra ellos se usaron máquinas de minería, extracción y lanzamiento de piedras, un castillo o ciudad con fuertes muros de piedra generalmente solamente podía ser reducido por hambre.
A finales de la Edad Media, cinco acontecimientos significativos alteraron la guerra. En primer lugar, volvieron a predominar los ejércitos que luchaban a pie. Las sorprendentes derrotas de los ejércitos de caballería alemanes en Mortgarten en 1316 y Vottem en 1346 fueron seguidas por varias otras en el Sacro Imperio Romano Germánico durante los siguientes dos siglos. El segundo desarrollo fue la lucha continua que acosó a Alemania entre principios del siglo XIII y el siglo XVI. Esta larga lucha militar agotó al ejército alemán y finalmente requirió una burocracia militar más estricta y, a menudo, menos noble, que no se lograría por completo hasta el reinado del emperador Carlos V. Además, el surgimiento de condottieri, mercenarios pagados sin obligación militar tradicional, debilitó instituciones militares medievales. El tercer factor fue la Peste Negra de 1348-49, lo que redujo significativamente el número disponible para luchar en el campo de batalla y defender las ciudades y castillos alemanes. El cuarto fue el advenimiento de rebeliones populares frecuentes y a menudo violentas por parte de los campesinos, ciudadanos y nobles alemanes, cuya represión requirió cambios en las tácticas militares.
Finalmente, la guerra cambió con el advenimiento y la proliferación de armas de proyectiles que empleaban pólvora. Apareciendo inicialmente a principios del siglo XIV, comenzaron a influir en la guerra en la década de 1380, cuando se utilizaron con eficacia contra las fortificaciones y en el campo de batalla. Para 1400, ningún asedio estaba libre de su uso, ya que reducían sustancialmente el tiempo necesario para destruir las murallas. Ya no era necesario depender del hambre para forzar la capitulación de castillos o pueblos. En la década de 1430, las armas portátiles de pólvora comenzaron a ocupar su lugar entre los contingentes de infantería, cambiando el aspecto de los enfrentamientos en el campo de batalla. En las guerras suiza y borgoñona de 1475-77, un tercio de la infantería de cada bando estaba equipado con pistolas.
Organización del ejército germánico en la Edad Media
El feudalismo no se asentó en el Sacro Imperio Germánico, al mismo tiempo que en el resto de Europa, el respeto, la lealtad y el sentido del deber entre caballeros o lo que se conoce como caballerosidad se asentó mucho más tarde; especialmente en las zonas fronterizas o marcas, donde los margraves poseían grandes efectivos para proteger las fronteras.
Comparados con otros monarcas europeos, los emperadores representaban figuras más bien débiles, a pesar de ser titulares de vastos dominios. Sus príncipes eran hombres que poseían grandes feudos que provenían directamente de la corona, incluían duques (herzoges), que originariamente dirigían el ejército. Había alrededor de 100 condes (grafen) de varios rangos y burgraves que mandaban en las ciudades imperiales.
Los príncipes competían por el poder, mientras que la baja nobleza lo hacía por consolidar su posición. Se calcula que hacia 1300 había 10.000 castillos en Alemania, muchos de los cuales pertenecían a caballeros corrientes.
La guera privada (fehde) se aceptó, distinguiéndose de las guerras públicas (krieg) en las que participaban los emperadores o los príncipes.
Caballeros o ritters
El concepto de caballero o ritter no se estableció hasta el siglo XII, y el vínculo no era tan grande ni se promovía lealtad a un señor en concreto. Las asambleas feudales eran el organismo mediante el cual se reunían los caballeros para ir a la guerra, muchas veces estas asambleas se completaban con contingentes de tropas mercenarias.
En 1.235 había registrado 12.000 caballeros, el emperador confiaba más en las fuerzas de la Iglesia. En 1.045 Enrique III invadió Italia con 3 arzobispos, 10 obispos y 2 abades.
Barbarroja fijó las cuotas de fuerzas que los nobles y eclesiásticos debían aportar por un periodo de seis semanas, al final no se pudo mantener esta estructura y empezaron a reclutar mercenarios. Barbarroja empleó de 7.000 a 10.000 jinetes musulmanes, su hijo fue llamado el sultán de Lucena.
El gleven o lanza fue la manera más común de contar a los soldados. El término gleve apareció por primera vez en el siglo XII. El sentido se transfirió al caballero y al pequeño grupo de hombres que le servían en la batalla. La composición exacta variaba. En el 1300 la gleve o lanza se refería a 3 jinetes (1 caballero y 2 sargentos), en Suavia era 4 jinetes, en Nuremberg 2 jinetes y 1 lancero, en Estrasburgo 5 jinetes.
Las obligaciones feudales proporcionaban la oportunidad de reclutar a hombres libres, estos se reclutaban cuando había una petición imperial. Sin embargo, se consideraban potencialmente peligrosos, ya que animaban a actitudes de desafío social. Hubo numerosos casos de levantamientos. Este reclutamiento perduró en el imperio más que en el resto de países, incluso avanzado el siglo XIII.
Ministeriales
Un aspecto exclusivo del ejército germano eran los llamados los ministeriales o caballeros no libres, estos comenzaban su vida como hombres libres no nobles, que no poseían patrimonio como la hacían los vasallos libres. Legalmente, su señor feudal determinaba con quién podían o no casarse, y no podían transferir las propiedades de sus señores a herederos o cónyuges, Podían pasar de señor a señor, ser contratados o incluso vendidos. Sin embargo, eran considerados miembros de la nobleza, ya que esa era una designación social, no legal. Eran caballeros entrenados, tenían responsabilidades militares y se rodeaban de los atavíos de la caballería, por lo que eran aceptados como nobles.
Había dos tipos de ministros: casati, que administraban tierras y haciendas en nombre de un feudal y se les pagaba con el producto de la tierra; y no casati, que ocupaban cargos administrativos y militares, pero se les pagaba en una cantidad fija de moneda o mediante un pago con parte de los ingresos de los molinos, los peajes de carreteras o puentes, o las tarifas de un ferri o los impuestos portuarios.
Sus servicios eran muy apreciados por los terratenientes eclesiásticos, ya que se contrataban cuando hacía falta y podían ser enviados a cumplir las exigencias imperiales sin merma de tierras o ingresos. Tal era su valor que su importancia aumentó hasta que, a finales del siglo XII, muchos poseían puestos imperiales distinguidos. De esta forma pasaron poco a poco a tener posesiones.
A medida que la necesidad de tales funciones de servicio se hizo más aguda, y sus deberes y privilegios, al principio nebulosos, se definieron más claramente. Recibieron feudos, que en un principio no eran hereditarios, a cambio de los cuales prestaron servicios caballerescos. A finales del siglo XII, los ministeriales eran muy parecidos a los caballeros libres, incluso algunos llegaron a ser poderosos, llegando a poseer varios castillos, otros tenían feudos, pero estaban obligados a servir a su señor.
Los ministeriales resultaban vitales para cualquier señor que buscase poder y protección. Se utilizaban en reyertas y para ocupar castillos. Residían en fortificaciones o torres. Algunos se alzaban contra su señor, sobre todo cuando este estaba ausente. Federico Barbarrosa colgó a varios de sus ministeriales por causar disturbios mientras se encontraba ausente en la Segunda Cruzada.
Entre 1096 y 1146 la proporción de ministeriales en Tierra Santa era de un 30 %. Entre 1149 y 1191 alcanzó el 75% de los cruzados germanos.
A mediados del siglo XIII, cuando, al menos en los contingentes del sur de Alemania, hasta el 95 % o más de un ejército podía estar compuesto por ministeriales.
Milicias de ciudades
La inestabilidad de una región significaba que los pueblos y ciudades de la zona que disponer algún tipo de fortificaciones y una milicia de la ciudad para la defensa. La milicia de la ciudad era reclutada e instruida por barrios. Cada barrio de la ciudad se esperaba que proporcionase tropas e instrucción a un número de tropas. Algunos de los barrios se centraron en torno a los gremios del distrito. Las ciudades a menudo contenían arsenales de equipos para su milicia, aunque por lo general dependía de la persona su abastecimiento. Los pocos ricos tendrían una montura y formarían la caballería, los jinetes urbanos tendían a actuar como fuerzas de apoyo para el resto del ejército. La mayoría de la milicia eran una mezcla de infantes y lanzadores de proyectiles, por lo general, ballesteros y arqueros. La ballesta se usaba normalmente en las ciudades germanas, especialmente en los Países Bajos, y a veces se establecían rivalidades entre los distintos gremios.
Las milicias normalmente solo se esperaba que luchasen en defensa de la ciudad y en sus inmediaciones. Aunque muchas ciudades y pueblos tenían ordenanzas que requerían a sus ciudadanos instruirse en tiempo de paz, pera era muy hacerlo cumplir y como resultado las milicias tendían a ser de dudosa calidad. Aunque con frecuencia adecuada para la defensa de las murallas de la ciudad y en el campo de batalla, tenían un papel secundario.
Desde mediados del siglo XV, muchas de las milicias más grandes habían comenzado a usar la pica. Esto era en parte debido al impacto de los mercenarios de los cantones suizos, esos mercenarios y ejércitos de las tierras bajas. La ventaja principal de las picas sobre las lanzas tradicionales era su coste. Las ciudades eran capaces de recaudar muchos más piqueros que lanceros. Un equipo eficaz para un lancero incluía un escudo amplio, una cota o protección similar, casco y espada o daga. Una falange de picas solo necesitaba siendo realista, protección para las primeras filas. La pica tenía un efecto disuasivo mucho mayor para caballeros montados, incluso con tropas de limitada instrucción se podía formar una efectiva falange de picas.
En el siglo XV muchas de las ciudades más grandes tenían su propia artillería. Estas a menudo estaban mandadas y nutridas por mercenarios que normalmente tenía las habilidades necesarias. La utilización de mercenarios para complementar y sustituir a algunas milicias se convirtieron en una práctica cada vez más común en el siglo XV. Las ventajas para la ciudad eran varias, las tropas eran profesionales, por lo general bien armados y no ciudadanos. La desventaja obvia era la posibilidad de la traición o de las deserciones.
Las ciudades crearon ligas para defenderse del poder de algunos nobles, y estos, por su parte, también crearon ligas para protegerse de los príncipes y de las ciudades.
La Liga Suaba (fundada en 1376) y la Renana (1381) se establecieron para prevenir la que el emperador cediese las ciudades para cubrir sus deudas. Estas ligas se volvieron una gran amenaza para sus vecinos como para aquellos que a los que se suponía iban a contrarrestar. El poder de esas dos Ligas fue destruido en la batalla de Döffingen en 1388, cuando fueron derrotados decisivamente por una alianza de los caballeros. Una nueva Liga de Suabia fue fundada en 1488 e incluyó más de 22 ciudades, numerosos caballeros, nobles y prelados.
Mercenarios
Se emplearon auxiliares, magiares, polacos, wendos y otros eslavos, todos registrados en los siglos X y XI. Incluso a veces se mencionan auxiliares daneses, a mediados del siglo XI aparentemente sirviendo a veces como caballería.
El emperador dependía en gran parte de la voluntad del parlamento, Los miembros o príncipes, que habían tomado el poder por sus propios medios, estaban más preocupados en conservar sus prerrogativas y beneficios que en apoyar al emperador, acudiendo solamente cuando lo dictaban sus intereses.
El cambio de tropas feudales a tropas mercenarias, refleja la inclinación económica de Europa.
Barbarroja empleó de 7.000 a 10.000 jinetes musulmanes, su hijo fue llamado el sultán de Lucena.
A finales del siglo XIII los mercenarios procedían principalmente de del valle del Rin y los distritos del río Mosa, y tenían mala reputación por su avaricia.
Un número substancial de soldados contratados procedían de los Países Bajos. Los brabançons eran especialmente despreciados por su brutalidad, siendo primero contratados en Germanía en 1180 por el arzobispo de Colonia.
Posteriormente, se contrataron jinetes cumano y piqueros suizos.