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Andrés II (1205-35)
Andrés II de Hungría fue un rey derrochador, amante de las aventuras militares extranjeras y de los lujos domésticos, otorgó a la nobleza grandes extensiones de tierras a los nobles que habían luchado junto a él. Estos nobles, algunos extranjeros, pronto se convirtieron en una nueva clase propietaria cuyo poder y riqueza les elevaba por encima de la mayoría del resto de la nobleza.
En 1211, Burzenland (en Transilvania) fue entregada a los Caballeros Teutónicos. En 1225, decidió expulsarlos de allí, por lo que la Orden Teutónica se estableció en las orillas del mar Báltico.
Encabezó la Quinta Cruzada a Tierra Santa en 1217, creando para ello el mayor ejército real de la historia de las cruzadas (20.000 caballeros y 12.000 guarniciones). Cuando Andrés intentó afrontar estos gastos elevando los impuestos a los siervos, esto perjudicó los ingresos de la pequeña nobleza, que se rebeló contra el rey. Las dos terceras partes de los cruzados fueron embarcados hacia San Juan de Acre. El reino de Jerusalén era en aquel tiempo una estrecha franja costera, y tras una batalla con los turcos en el río Jordán el 10 de noviembre de 1217 e infructuosos asaltos al Monte Tabor y a fortalezas en el Líbano; Andrés empezó el regreso a Hungría el 18 de enero de 1218 a través de Antioquía, Konya, Constantinopla y Bulgaria.
En 1222 los nobles forzaron al monarca a firmar la Bula Dorada, la primera constitución de Europa continental. Por esta bula, equivalente húngaro a la Carta Magna inglesa, el poder real quedaba limitado. A partir de entonces, todos los reyes de Hungría deberían jurar este documento.
Invitó a su reino a los caballeros de la Orden Teutónica y les ofreció tierras en Transilvania para defender las fronteras de los cumanos nómadas. Sin embargo, tuvo que expulsarlos en 1225 debido a que intentaron organizar un principado independiente. Su último gran éxito fue la derrota de la invasión de Federico II de Austria en 1234.
Bela IV (1235-70)
El hijo de Andrés, Bela IV de Hungría, intentó restablecer el poder real recomprando las tierras de la corona que se habían perdido, aunque con poco éxito. Sus esfuerzos, sin embargo, abrieron una profunda brecha entre la corona y los magnates en el momento preciso en que los mongoles estaban cruzando Rusia hacia Europa. Consciente del peligro, Bela ordenó la movilización inmediata de toda la nobleza, grande y pequeña.
40.000 mongoles bajo el mando de Odegei y Batu Kan invadieron Hungría y se enfrentaron al ejército de Bela en la batalla de Mohi, el 11 de abril de 1.241 (para ver los detalles ir al capítulo los «mongoles» – «conquistas de Odegei kan«).
Después de la derrota, Bela se dirigió en primer lugar hacia Austria, donde el duque Federico II de Austria le retuvo para intentar cobrar rescate, tras lo cual huyó a Dalmacia. Los tártaros o mongoles redujeron Hungría a cenizas y masacraron a gran parte de la población (entre el 25 %-30 %) antes de que llegaran noticias en 1242 de la muerte del Gran Ögedei Kan en Karakorum.
Los tártaros se retiraron, dejando atrás a Bela y lo que quedaba de su reino. Sin embargo, la mayor calamidad para la mayor parte de la población fue la hambruna y las epidemias que siguieron a la invasión. Solamente las ciudades y abadías fuertemente fortificadas consiguieron resistir los asaltos tártaros. Como consecuencia, tras la partida de los asiáticos, el rey Bela ordenó la construcción de cientos de castillos de piedra y fortificaciones para defenderse de futuras invasiones.
Béla IV también reformó el ejército para aumentar la proporción de caballería pesada, pero el número total de la caballería pesada seguía siendo bajo en comparación con los ejércitos europeos occidentales. Por otro lado, los cumanos trajeron sangre nueva a los tradicionales de arqueros a caballo y tuvo un gran papel en el ejército real.
Bela comprendió que la reconstrucción del país requería del apoyo de la nobleza, así que abandonó sus proyectos de recuperar las antiguas tierras reales. En su lugar, otorgó tierras de la corona a sus partidarios, reorganizó el ejército reemplazando arqueros por caballería pesada y autorizó a la alta nobleza para reorganizar sus propiedades y construir castillos de piedra capaces de soportar asedios.
Bela repobló el país con inmigrantes, transformando los asentamientos reales en centros de población que llenó con alemanes, italianos y judíos. La minería se perfeccionó, los métodos de cultivo mejoraron y la artesanía y el comercio emergieron en las ciudades. Los rumanos valacos (wallachs) que habían creado asentamientos en Transilvania, fueron aceptados igualmente. Aún más, reubicó a los cumanos de Cuthen, que habían huido antes de la invasión mongola hacia Kunság y se les concedió autonomía. Tras el programa de reconstrucción real, los magnates se convirtieron en la fuerza política más poderosa de Hungría. Sin embargo, a finales del siglo XIII, se encontraban inmersos en luchas intestinas, tratando de consolidar sus propios principados.
Batalla de Kressenbrunn o Primera de Marchfeld (1260)
En 1246 el último de los Babenberg, Frederick, murió en una batalla entre los austríacos y húngaros. Sus ducados se quedaron sin señor. Hungría y el creciente poder de Bohemia también quisieron aprovechar el legado Babenberg y comenzó una larga lucha entre los dos reinos. Después de algunos años de guerra, Bohemia y Hungría dividieron los territorios y se los repartieron. Hungría consiguió Estiria, mientras Bohemia consiguió Austria. Pero este tratado no resolvió el problema. Y la guerra continuó.
En 1260 Ottokar II de Bohemia con fuerzas de Bohemia, Moravia, Imperio Germano, Polonia, Carintia, Carniola y Estyria con unos 35.000 efectivos se enfrentó a Béla IV que tenía fuerzas cumanas, rusas, polacas, búlgaras, valacas, ucranianas de Galizia, eslovenas, croatas, bosnias, serbias y pechenegas, en total unos 30.000 efectivos.
Ambas partes se enfrentaron en diferentes lugares a ambos lados del río Morava, donde se observaron mutuamente durante algún tiempo. Como ninguno de los beligerantes se atrevió a cruzar el río, Ottokar propuso un acuerdo, que sus tropas se retirarían para dar a los húngaros la oportunidad de cruzar el río y llegar a la otra orilla. Mientras se retiraban, Stephen, hijo de Béla, encabezó un ataque hacia arriba del río Morava y alcanzó a la caballería Bohemia que se estaba retirando en el pueblo de Kressenbrunn.
Ottokar llamó inmediatamente a sus fuerzas y logró repeler Stephen, que resultó gravemente herido. Las fuerzas de Bohemia siguieron avanzando hasta alcanzar a las tropas de Bela, que aún no habían acabado de cruzar el río. Fueron derrotados y muchos se ahogaron en el río al intentar cruzarlo.
Como resultado de esta batalla, que es considerada una de las mayores batallas de la edad Media, Ottokar se anexó todo el legado Babenberg. Ottokar también intentó ser coronado emperador del Sacro Imperio Germánico, pero salió elegido Rodolfo de Hasburgo. En 1.274 Rodolfo declaró que la anexión había sido ilegal y que de acuerdo con la ley, los territorios sin dueño eran propiedad del emperador.
Ottokar intentó conquistar la propia Hungría. Fracasó, pero los húngaros pudieron recuperar el último castillo de él sólo en 1.277.
Batalla de Dürnkrut o Segunda de Marchfield (1278)
Rodolfo de Hasburgo era demasiado débil para derrotar Ottokar, así que trató de aliarse con Ladislao IV de Hungría. Al darse cuenta de este peligro, Ottokar también trató de arreglar los problemas con Hungría, pero no era de confianza de la corte húngara, que eligió a Rodolfo.
Después de su fallido intento de aliarse con Hungría, Ottokar ofreció a Rodolfo los territorios Babenberg, pero el emperador quería aplastarlo y lo rechazó. Comenzó la guerra.
En 26 de agosto 1278 los tres ejércitos se enfrentaron. Rodolfo y Ladislao tenían el terreno elevado, gracias a los cumanos del rey, que eran unos excelentes exploradores y destruyeron todas las tropas de reconocimiento bohemias. Sus acciones frenaron a Ottokar y prácticamente le dejaron ciego, es decir, sin información.
Las tropas imperiales y húngaras estaban separadas: los húngaros en el lado izquierdo, los imperiales en el lado derecho. Los húngaros tenían unos 15.000 jinetes, de los cuales 5.000 eran cumanos. Rodolfo tenía 2.000 caballeros, todas ellos con sus séquitos, en total unos 10.000 hombres.
La primera línea del ejército Ladislao estaba constituida por cumanos y caballería ligera húngara. La segunda y la tercera línea consistían en caballería media y pesada, mandadas respectivamente por palatino Mateo Csák y Stephen Gutkeled, el juez real (iudex amicus regis). El rey joven (tenía solo 16 años de edad) estaba de pie en una colina detrás de su ejército y no luchó personalmente. Una crónica alemana menciona que los reyes húngaros generalmente se colocan en lugares bien protegidos porque las tropas húngaras en general se movían rápido y solían cambiar de posición durante la batalla, mientras que los alemanes por lo general estaban parados durante la lucha.
Rudolfo formó sus caballeros en dos líneas (austriacos, estirios y suabos y providencialmente dejó una reserva de 60 caballeros bajo el mando de Ulrich von Kapellen. El emperador se situó junto a sus caballeros.
Ottokar tenía un gran ejército de unos 30.000 efectivos compuesto de tropas auxiliares de los diferentes países. El rey de Bohemia dividió su ejército para luchar separadamente con los dos enemigos. A la derecha contra los húngaros situó a los bohemios en primera línea, moravos en segunda línea y los polacos en tercera línea liderados por Milota Dedic. A la izquierda se situó caballeros alemanes de Turingia y Messen en primera línea, los polacos en segunda línea y los bávaros y brandemburgueses en tercera línea. Ottokar luchó en la izquierda delante de Rodolfo.
La batalla comenzó con el ataque de la caballería ligera cumana y húngara. La lluvia de flechas que lanzaron hirió o mató a muchos bohemios, desintegrando su formación. El desorden creado en el lado derecho, fue aprovechado por la caballería pesada húngara que inició la carga, rompiendo las filas enemigas y alcanzaron el campamento de Bohemia, dedicándose al saqueo.
Mientras tanto, Ottokar empujaba a las tropas de Rodolfo. Incluso la vida del emperador estaba en peligro. En ese momento la reserva Imperial bajo Ulrich von Kapellen flanqueó al ejército de Bohemia y Ottokar, que tuvo que retirarse.
Finalmente, el regreso de los húngaros por la retaguardia de Ottokar aplastando a los bohemios que se retiraban, el rey Ottokar murió con sus hombres.
A pesar de la derrota y la muerte de su rey, Bohemia sobrevivió y consiguió mantener la influencia en la región. Emperador Rodolfo donó las tierras Babenberg a sus hijos, y estas tierras se convirtieron en el núcleo del futuro Imperio de los Habsburgo.
Los mongoles volvieron a Hungría en 1286, pero el nuevo sistema de fortalezas y las nuevas tácticas (mayor índice de caballería pesada) consiguieron detenerlos. La fuerza invasora fue derrotada en las cercanías de Pest por el ejército real de Ladislao IV de Hungría.
La dinastía Árpád se extinguió en 1301, cuando Andrés III de Hungría, que había conseguido limitar, aunque parcialmente, el poder nobiliario, murió repentinamente sin heredero masculino. A partir de entonces, el reino se sumió en la anarquía con las facciones nobiliarias disputándose el trono.
Durante los reyes posteriores a la dinastía Árpád, el Reino de Hungría alcanzó su máxima extensión, pese a la debilidad del poder real, que veía como los grandes propietarios (los barones) aumentaban cada vez más su influencia. Esta alta nobleza comenzó a hacer uso de prerrogativas reales tales como la acuñación de monedas, declaración de guerra a potencias exteriores o vestimentas.