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Negociaciones
Tras cinco largos años de lucha, había llegado el momento de hacer la paz, y cada uno de los países involucrados en la guerra buscó el medio de hacer valer en los acuerdos de paz las ventajas alcanzadas en la lucha.
Así, Francia ya había iniciado desde 1735 contactos con Austria para buscar un acuerdo, tras demostrar en los campos de batalla su superioridad militar en el norte de Italia y la de sus aliados españoles en el sur de este país. Unida a Francia por el primero de los llamados Pactos de Familia, España cedió la iniciativa diplomática a Francia; que llegó al acuerdo con Austria de aceptar la Pragmática Sanción Austriaca, por la que la herencia del Sacro Imperio Romano Germánico pasaría a manos de María Teresa I de Austria, casada con Francisco III de Lorena. A cambio, Austria haría diversas concesiones.
Las conversaciones preliminares desembocaron en el Tratado de Viena, firmado en el mismo 1735 (aunque no fue ratificado hasta 1738), que puso fin al conflicto.
Tratado de Viena
La primera consecuencia de los acuerdos de paz, por lo que respecta a Polonia, causa teórica de la guerra, fue que Augusto III de Polonia fue completamente consolidado como rey del país, quedando definitivamente descartado Estanislao I Leszczynski. No obstante, la dependencia en la que se hallaba el país respecto de las grandes potencias no tardaría en pasarle una amarga factura, con los repartos de Polonia entre los países vecinos en el último cuarto del siglo XVIII.
Para compensar a Estanislao, se cedía a este el ducado de Lorena, hasta entonces en manos de Francisco III de Lorena, casado con María Teresa de Austria. Con esta compensación, Francia obtenía además la desvinculación de Lorena a los Habsburgo y su adscripción a una rama de la propia familia real francesa, puesto que esperaban que el ducado revirtiese a la hija de Estanislao, María Leszczynska, casada con Luis XV de Francia. De este modo, Francia alcanzaría lo que consideraba su frontera natural, el río Rin, consolidando sus posiciones en Alsacia.
Francisco de Lorena, por su parte, recibiría como compensación el gran ducado de Toscana, en Italia, vacante desde la muerte de Juan Gastón I de Toscana, último de los Médicis, además de ver reconocidos los derechos de su esposa a la herencia austriaca. Ello no impidió, sin embargo, que poco después, en 1740, estallase la guerra de Sucesión Austriaca, por la disputa de dicha herencia.
España obtuvo ganancias territoriales, pero no para ser unidas a la Corona, sino para ramas menores. En concreto, se reconocía al infante Carlos, duque de Parma, como rey de Nápoles, con el nombre de Carlos VII de Nápoles. A pesar de ello, no logró el reconocimiento de los compromisos previamente asumidos por Francia en el Tratado de El Escorial.
Para compensar a los austriacos, Carlos les cedía el ducado de Parma, a lo que se añadían el ducado de Plasencia y el ducado de Guastalla.
Los piamonteses obtenían algunas ganancias territoriales menores, pero especialmente alcanzaban el reconocimiento de su estatus como potencia regional en el norte de Italia.
Rusia no obtenía ninguna ganancia territorial, pero sí lograba un estrechamiento de sus vínculos con el reino de Polonia, a la vez que hacía su presentación en el campo político, diplomático y militar europeo, en calidad de gran potencia, lo que le aseguraría poco después una amplia mejora de sus posesiones territoriales con las particiones de Polonia.