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Despliegue inicial
En Dunbar, Fowke se unió a Cope con la caballería, aunque llegaron en mal estado. Estaba decidido a iniciar una batalla, sintiendo que tenía recursos suficientes para lidiar con el ejército jacobita que contaba entonces con unos 2.000 efectivos compuestos principalmente por hombres en forma y resistentes, pero mal armados.
Al enterarse del desembarco de Cope, Carlos ordenó a sus fuerzas que se movieran hacia el norte y los interceptaran.
En la mañana del 20, Cope supo que el ejército del príncipe Carlos, estaba en movimiento. En consecuencia, Cope detuvo su avance hacia el oeste a la altura de Prestonpans, al este de Lothian y al este de Edimburgo, esperaba que los jacobitas atacaran desde Edimburgo siguiendo el camino paralelo al Firth of Forth. Cope usó su conocimiento local para elegir su posición, eligió la zona entre Firth of Forth al norte y una zona de pantanos al sur, mirando al oeste. A cierta distancia en su frente, el final del campo estaba bloqueado por una alta pared del parque alrededor de los terrenos de una mansión llamada casa de Preston. Un pasaje estrecho separaba las paredes de la casa de Preston de los muros alrededor de otra mansión, la casa de Bankton. Esta residencia del siglo XVII era el hogar del coronel James Gardiner del regimiento de dragones.
Cope se mostró satisfecho con la posición y declaró: “No había en todo el territorio entre Edimburgo y Dunbar, una mejor posición para que los caballos y los infantes pudieran actuaran”.
No hay datos sobre el primer despliegue, pero se puede deducir que la caballería ocuparía la derecha para aprovechar el terreno favorable.
Los jacobitas avanzaron a través de Fisherrow y cruzaron el río Esk por el espectacular puente romano que da a Mussleburgh. George Murray lideraba la marcha de los jacobitas con el regimiento de Lochiel. En la tarde del 20 de septiembre, avistó al ejército gubernamental cerca de Prestonpans. Viendo que la posición era muy fuerte, dirigió la marcha inmediatamente a lo que consideraba el terreno clave, la cresta lisa y larga de la colina Falside, que se alzaba al sur de esa aldea. A primera hora de la tarde, los jacobitas se alinearon en una línea de batalla orientada hacia el norte desde Birsley Brae a lo largo del terreno elevado hasta la aldea minera de Tranent.
Cope tenía sus tropas bien en la mano y cambió sus posiciones para hacer frente a los movimientos jacobitas. El día terminó con su línea de batalla frente al terreno pantanoso del sur. El pantano se interponía entre los gubernamentales y los jacobita además había una zanja profunda escavada para drenar la tierra pantanosa. Un pequeño contingente de escoceses del clan Cameron fue ordenado avanzar al cementerio de la cercana Tranent, dos cañones de campaña abrieron fuego contra los jacobitas, “los cuales mataron a algunos de ellos y pronto los desalojaron”, según un informe del gubernamental. Los jacobitas se retiraron. Al anochecer, ninguno de los dos bandos había hecho movimientos decisivos.
Durante la noche, se debatió qué hacer. Atacar directamente a través del tramo de los terrenos pantanosos directamente era un suicidio. Así que la reunión adoptó una propuesta del ingenioso George Murray, que era llevar al ejército en un movimiento por el flanco derecho mover a través de los pantanos y luego girar hacia el norte para caer sobre el flanco izquierdo desprotegido del ejército de Cope. Robert Anderson, era el hijo del dueño de los terrenos pantanosos (meadows), tenía la costumbre de ir de caza por esos terrenos; dijo que había una pista practicable que corría desde la granja Riggonhead y cruzaba los pantanos, y se ofreció como voluntario para guiar a los jacobitas por el sendero. Moviéndose silenciosamente de dos en dos en la oscuridad, la fuerza jacobita se abrió paso, girando alrededor de la izquierda de Cope en la niebla. Durante la marcha, el propio príncipe Carlos calló en una zanja, teniendo que ser sacado.
Cope había colocado destacamentos de seguridad y mantenido hogueras durante la noche. Los hombres de Cope no se dieron cuenta de la maniobra de los highlanders hasta alrededor de las 05:00 horas, cuando los perros de la granja de Tranent ladraron y alertaron a los destacamentos; siendo después detectados por un destacamento de dragones situados en Regonhead que dieron la alarma, lo cual hizo que Cope girara sus fuerzas apresuradamente para enfrentar el ataque inminente. Colocó a los soldados de infantería en el centro, la artillería a la derecha y los dragones en las de la línea.
Despliegue de fuerzas
Los jacobitas disponían de 35 jinetes y 2.200 infantes y desplegaron en dos líneas.
- Primera línea al norte la BRI de James Drummond, duque de Perth con los 3 BIs del clan MacDonald (Clanranald, Glengarry y Keppoch); al sur la BRI de George Murray con 3 BIs (clanes MacGregor de Perth, Sttuart de Appin, y Cameron de Lochiel).
- Segunda línea la BRI de Nairn con 4 BIs (clanes de Atholl, Robertson de Struan, MacDonald de Glencoe, y MacClachian).
Los gubernamentales disponían de 2 RDs (Hamilton y Gardiner), cada RD disponía de 6 tropas de 60 dragones, que formaban en 3 ECs, lo que hace unos 650 dragones. Disponía de 1.400 infantes de 4 RIs (Murray, Lascelle, Guise, y Lee), y 200 escoceses aliados de George Munro, en aquella época los regimientos no tenían número asignado. Cada RI tenía en teoría 10 compañías de 70 hombres, que desplegaban en 2 BIs, al parecer solamente disponían de un BI. Los soldados tenían poca experiencia, el RI de Lascelle había sido empleado en la construcción de una carretera militar cerca de Loch Lomond. Desplegaron en una línea delante del ferrocarril construido en 1721 para transportar carbón en carros desde los pozos de Tranent al puerto de Cockenzie. Los dragones en las alas, y la infantería en el centro. Se mantuvo una reserva de dragones con un ED en cada RD:
- Ala izquierda 2 EDs del RD de Hamilton (240).
- Centro de norte a sur 1.400 infantes de los RIs de Murray, Lascalle, Guise, Lee y voluntarios de la Vieja Guardia.
- Ala derecha 2 EDs del RD de Gardiner (240).
- Reserva un ED de Hamilton (120) y un ED de Gardinier (120).
La artillería gubernamental se componía de 6 cañones ligeros de 1,5 libras, 4 morteros coerhon, y 2 morteros más grandes. Dos oficiales, el teniente coronel Charles Whitefoord y Eaglesford Griffith, el maestro artillero del castillo de Edimburgo, supervisaban los cañones. De hecho, la pareja de oficiales tuvo que disparar las armas porque no había suficientes hombres entrenados para tener siquiera una mano con experiencia en cada arma. Cope había pedido más artilleros a Edimburgo, pero no llegaron. Todo el personal alistado que pudieron reunir fueron 6 artilleros de la marina y 4 artilleros retirados del ejército, 3 de los cuales eran inválidos. Whitefoord se quejó más tarde de que los “artilleros que fueron reclutados estaban generalmente borrachos”.
El tren de bagajes estaba en la casa Cockenzie donde John Cope había depositado el tren de bagajes protegido por unos 300 highlanders leales al gobierno al mando George Munro, y las compañías de Loudoun y Black Watch.
Desarrollo de la batalla
Cuando amanecía, los jacobitas salieron de la niebla y avanzaron, al principio, no se oía ningún ruido de los jacobitas más que el sonido de sus pies atravesando el campo. Cuando se encontraban a unos 70 metros del enemigo, se protegieron con los escudos y dispararon sus mosquetes; a continuación se lanzaron a la carrera como una ola contra el ejército gubernamental lanzando gritos, cada clan tenían su propio grito de guerra, y una cacofonía ensordecedora llenaba el aire, junto con los aterrorizados gritos de los soldados británicos.
A medida que avanzaban las tropas jacobitas, Whitefoord buscaba a sus artilleros navales, pero no se encontraban en ninguna parte. Los 10 hombres alistados asignados a los cañones habían huido. Whitefoord en persona disparó 5 de los cañones de 1,5 libras de sí mismo. Los artilleros que huyeron no habían preparado el sexto cañón, dejándole inútil. Griffiths por su parte disparó cada uno de sus morteros una sola vez.
Los jacobitas llegaron al choque, flanqueando rápidamente a los dragones y soldados de infantería de Cope, que entraron en pánico y corrieron, solo para ser impedidos por las mismas zanjas y muros de piedra al sur y al oeste que antes habían ofrecido la promesa de la victoria.
En el ala izquierda de Cope, los dragones de Hamilton giraron y huyeron cuando comenzaron los disparos. A la izquierda sin su apoyo, pocos de la infantería volvieron a cargar después de disparar su primer voleo. La línea de los casacas rojas se desintegró cuando los soldados huyeron o intentaron rendirse. Tan rápido fue el colapso que la segunda línea de los jacobitas, 50 metros detrás de la primera, no encontró enemigos que salvaran a los muertos o heridos.
En el ala derecha de Cope, los cañones y morteros habían hecho poco para frenar a los jacobitas que avanzaban. Whitefoord y Griffiths fueron capturados cuando la marea jacobita pasó sobre sus cañones, los dragones de Gardiner apostados cerca de la artillería huyó, pasando a través y sobre las tropas que custodiaban la artillería. Gardiner dirigió al escuadrón de reserva personalmente, pero como temía, sus hombres se dispersaron rápidamente.
Cerca encontró un pequeño grupo de soldados de infantería que, abandonado por los dragones, se habían aferrado al terreno. Gardiner cabalgó hacia ellos, gritando para alentarlos a que “disparen a mis muchachos y no teman nada”. Un momento después, un jacobita cortó el brazo del coronel con una guadaña sujeta a un palo largo. La espada de Gardiner cayó de su mano. El criado del coronel escuchó sus últimas palabras: «Cuídate«, mientras el oficial caía cerca del solitario árbol de espinas en el campo. En el suelo recibió un golpe mortal, probablemente de una espada, siendo despojado de sus posesiones como el reloj, las botas y la casaca, dejado medio muerto.
Un sirviente llevó al moribundo coronel después de la batalla a la casa del pastor en Tranent. La propia casa de Gardiner, la cercana casa de Bankton, estaba sirviendo como el principal hospital de campaña. En la mansión, las hermanas Beatrix y Mary Jenkinson intentaron ayudarlo en sus últimos momentos. Pero los montañeses victoriosos llegaron escaleras abajo buscando refugio y provisiones. Pronto, las habitaciones de la planta baja estaban llenas de celebraciones montañesas y una de las hermanas permaneció en la planta baja para acomodarles y les mantuvo inconscientes de la presencia de Gardiner en la planta superior donde murió en los brazos de la hija del ministro durante la noche. El coronel se convirtió en el héroe indiscutible del día y se levantó un obelisco en su memoria a mediados del siglo XIX.
La mayoría de los dragones de Hamilton y Gardiner cabalgaron alrededor del pueblo de Preston. Como los jacobitas casi no tenían caballería, los dragones escaparon. Cope y algunos otros oficiales consiguieron escapar con unos 400 soldados. Los esfuerzos para reunir a los hombres fueron en vano hasta que la turba llegó a Saint Clement, a unos 3 km del campo de batalla. Allí, Cope y los oficiales se detuvieron y reunieron una pequeña fuerza de dragones amenazándolos con las pistolas desenfundadas. Pero una pistola se disparó accidentalmente y lanzó todo el grupo de nuevo entró en pánico y huyeron.
Cuando los RIs gubernamentales se desintegraron, sus hombres corrieron hacia el oeste. Un oficial del RI de Lee, el capitán Peter Halket, mantuvo su compañía en reunida, retirándose a Tranent Meadow, la compañía de Halket encontró cobertura en una zanja y se mantuvo durante algún tiempo hasta que los jacobitas les permitieron rendirse en términos honorables. Halket luego ascendería al rango de coronel, pero no sobrevivió a otro desastre 10 años después.
La batalla había durado 15 minutos, los jacobitas sufrieron muertos, incluido el comandante James MacGregor, hijo del legendario Rob Roy, y 70 heridos. Los gubernamentales sufrieron 300 muertos y 1.500 prisioneros. Unos 170 hombres acompañaron al general Cope en su huida a través de la frontera, a la seguridad de Berwick.
Los jacobitas capturaron el tren de equipaje de bagajes gubernamental que se encontraba en Kockenzie donde John Cope había depositado el tren de equipaje militar protegido por unos 300 montañeses leales al gobierno, incluidas las compañías de Loudoun y Black Watch. Con la batalla ganada, los Cameron, recibieron la orden de asegurar el lugar para los jacobitas. El teniente-coronel Halkett, un oficial del gobierno que había sido tomado prisionero mientras luchaba en el ala derecha, accedió a hablar con los defensores y logró negociar una rendición incruenta. La captura del tren de equipaje fue un gran golpe de suerte para el ejército jacobita con problemas financieros; ya que incluía el tesoro militar de Cope, unas 5.000 libras y una cantidad de mosquetes, municiones y suministros muy necesarios, así como la mayor parte de los bienes personales del general Cope.
Antes de que Carlos dejara Prestonpans, dio órdenes de que “se enterrara a los muertos y se aseguraran todas las armas”. Se enviaron órdenes a las aldeas vecinas que ordenaban que se proporcionaran casas para los heridos y “los habitantes debían acudir con picos, palas y otros utensilios, para enterrar a los muertos”. Los lugareños cavaron las fosas para enterrar a los muertos y estos grupos de trabajo hicieron más fácil su tarea sombría al enterrar los cuerpos cerca de donde yacían.
Algunos informes afirman que los cadáveres fueron saqueados. Otros dicen que los muertos fueron respetados y enterrados completamente vestidos. Un testigo ocular se mostró “sorprendido de ver a los muertos completamente vestidos”, pero agregó que más tarde se enteró de “que habían sido posteriormente despojados por las mujeres que seguían al ejército inglés”. Sin embargo, unos sesenta años después de la batalla, los trabajadores han encontrado cadáveres cuando los campos alrededor de Thorntree Mains estaban siendo drenados. Su ropa estaba bien conservada, por lo tanto, no todos los cadáveres habían sido completamente despojados antes del entierro.
Secuelas de la batalla
La rebelión se tomó entonces más en serio y, a mediados de octubre, los jacobitas recibieron un cargamento de dinero y armas de Francia con un enviado, el marqués de Eguilles. Por su parte, el gobierno británico hizo regresar de Flandes al duque de Cumberland, hijo menor de Jorge II y jefe del ejército británico en Europa, con 12.000 soldados para que se enfrentase a los rebeldes.
El Consejo del Príncipe, compuesto por entre 15 y 20 de los principales jefes jacobitas, pasó las siguientes seis semanas debatiendo la estrategia. El Consejo se creó debido a la preocupación de los escoceses con el estilo autocrático de Carlos y al temor que estuviera demasiado influenciado por sus asesores irlandeses. Carlos consideraba al Consejo una cortapisa injustificada de los escoceses al poder de su monarca, divinamente designado, que además agudizaba las profundas divisiones entre las fracciones. Esto se hizo evidente en las reuniones celebradas los días 30 y 31 de octubre para discutir la invasión de Inglaterra.
El principal objetivo de los escoceses de poner fin a la Unión ahora era posible y estos querían consolidar su posición; aunque estaban dispuestos a colaborar con un posible levantamiento inglés o una invasión francesa, no lo harían por su cuenta. Para los irlandeses, solo un Estuardo en el trono británico podría garantizar la Irlanda autónoma y católica que les había prometido Jacobo II. Carlos argumentó que la eliminación de los hannoverianos (gubernamentales) era la mejor manera de garantizar una Escocia independiente, que miles de seguidores se unirían una vez que entraran en Inglaterra, mientras que el marqués de Eguilles aseguró al Consejo que un desembarco francés en Inglaterra era inminente.
El Consejo aceptó la invasión, pero solo con la condición de que los rebeldes recibirían un significativo apoyo inglés y francés.