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Antecedentes
En el 476, Odoacro, rey de los hérulos, depuso al último emperador de Roma, y con el apoyo de Zenón, el emperador de Bizancio, gobernó como patricio. Sin embargo, Zenón era astuto, y vio la oportunidad perfecta para deshacerse por fin de los ostrogodos.
Les convenció así para que marchasen a Italia, a guerrear contra Odoacro, a quien vencieron en el 488. De este modo, el Imperio Oriental sobrevivió a la caída de Roma, y consiguió que sus causantes se matasen entre ellos. Comenzó, por lo tanto, la verdadera historia del Imperio bizantino.
Los bizantinos habían optado por el griego como lengua del estado en perjuicio del latín, se denominaban a sí mismos como romani, rômaikos, rômios o rhomáioi, es decir, romanos y seguirían siendo llamados Imperio romano de Oriente o Romania que perdurarían en el tiempo hasta el siglo XV. El término “Imperio bizantino” no se acuñaría hasta el Renacimiento.
Después de la marcha de los ostrogodos, una nueva dinastía subió al poder: los justinianos.
Justino I (518-527)
Procedía de una aldea cerca de Bederiana, en la provincia de Dardania, perteneciente a la diócesis de Dacia que, junto con la de Macedonia, conformaba la prefectura pretoriana de Ilírico. En su juventud llegó a Constantinopla huyendo de las invasiones bárbaras. Se alistó en un puesto en el nuevo regimiento de la guardia de los excubitores, y gracias a su capacidad, ascendió rápidamente por el escalafón militar. En el reinado de Anastasio I (491-518) lo encontramos como lugarteniente de Juan el Jorobado durante la represión de la rebelión en Isauria. Tras la pérdida de Amida formó parte del ejército bizantino que a las órdenes de Céler invadió Persia, continuó su servicio allí hasta el final de la guerra.
Se convirtió en comandante de la guardia de palacio del emperador Anastasio I. Gracias a su posición (era el comandante del único ejército acantonado en la ciudad) y su prodigalidad, consiguió ser nombrado sucesor a la muerte de Anastasio I, en 518. En el momento de su ascensión al trono tenía cerca de 70 años.
Justino, que era un militar sin los conocimientos ni la visión precisos para gobernar el Imperio bizantino, se rodeó de consejeros de confianza. El más destacado de ellos fue sin duda su sobrino, Flavius Petrus Sabbatius, al que adoptó como hijo y al que dio el nombre, por el que ha pasado a la historia, de Justiniano. Aunque se dice con frecuencia que Justiniano rigió los destinos del Imperio ya en vida de su tío, como afirma el historiador Procopio de Cesarea, es probable que no fuera así, ya que solamente fue investido como sucesor meses antes de la muerte de Justino.
A los seis días del nuevo gobierno se publicó un edicto adhiriendo al concilio de Calcedonia, y comenzó la persecución a los monofisitas. También publicó un edicto contra los arrianos, clausuró las iglesias de los godos, y originó un grave conflicto con Teodorico, rey de los ostrogodos en Italia.
En 525, Justino derogó una ley que prohibía a los miembros de la clase senatorial contraer matrimonio con una mujer de clase inferior, lo cual fue considerado escandaloso en la época. Gracias a este edicto, Justiniano pudo casarse con Teodora, una antigua actriz y artista de circo; por otra parte, la derogación de esta norma contribuyó a diluir las antiguas diferencias de clase de la sociedad romana.
Los últimos años de su reinado estuvieron marcados por las disputas con los ostrogodos y los persas.
En 526 su salud comenzó a declinar, y nombró formalmente sucesor a Justiniano el 1 de abril de 527. Murió el 1 de agosto de ese mismo año. La ciudad de Anazarbus fue rebautizada como Justinopolis en 525, en honor suyo.
Justiniano I (527 – 565)
La revuelta de Nika (532)
Las políticas y las elecciones de Justiniano, y en especial su opción de utilizar consejeros eficientes aunque impopulares, por poco le cuestan el trono a comienzos de su reinado. En enero de 532, las facciones de las carreras de carros en Constantinopla, que normalmente se encontraban divididas y enfrentadas entre ellas, se unieron en una revuelta contra Justiniano que recibió el nombre de los disturbios de Niká, por el grito de guerra que empleaban los rebeldes (niká, que significa ‘victoria’). Obligaron a Justiniano a despedir a Triboniano y a otros dos de sus ministros, y luego intentaron derrocar al propio Justiniano para reemplazarlo por el senador Hipacio, sobrino del anterior emperador Anastasio I.
Mientras que las multitudes provocaban revueltas en las calles, Justiniano llegó incluso a valorar la posibilidad de escapar de la ciudad, pero permaneció en ella alentado por las palabras de su esposa Teodora. A lo largo de los siguientes dos días, ordenó una brutal supresión de las revueltas por sus generales Belisario y Mundus. Procopio relata que en el hipódromo murieron 30.000 ciudadanos desarmados. Ante la insistencia de Teodora, y aparentemente contra su criterio inicial, los sobrinos de Anastasio también fueron ejecutados.
La destrucción que se propagó por la ciudad de Constantinopla durante las revueltas fue muy elevada. Sin embargo, le permitió a Justiniano la oportunidad de crear un conjunto de espléndidos nuevos edificios, y en especial la admirada iglesia de Santa Sofía.
Guerra contra el Imperio Sasánida (527-532)
Justiniano heredó de su tío una serie de hostilidades en curso entre el Imperio Bizantino y el Imperio Sasánida. En 530, el Imperio Bizantino logró derrotar a un ejército persa en la batalla de Dara (530), batalla de Satala (530), aunque al año siguiente las fuerzas romanas comandadas por Balisario fueron derrotadas pirricamente en la batalla de Calinico (531). A la muerte del rey Kavad I en septiembre de 531, Justiniano concluyó un tratado de paz de duración indefinida conocido como la Paz Eterna con su sucesor, Cosroes I (532). Eraun tanto desfavorable para él, pero que le permitía estabilizar las fronteras orientales, permitiendo a Justiniano dirigir su atención hacia el oeste, en donde los pueblos germánicos de religión arriana se habían asentado en los territorios del antiguo Imperio Romano de Occidente.
Para más información ver el capítulo “los sasánidas”- “Kavad I (502-531)”.
Campañas contra los vándalos (533-534)
En mayo de 530, el monarca probizantino Hilderico fue depuesto por su primo Gelimer aduciendo que su falta de personalidad habían llevado a los vándalos a ser derrotados por las tribus moras. Las protestas de Justiniano para que Hilderico pudiera regresar a Constantinopla no fueron escuchadas, por lo que preparó con cuidado una campaña que debía combinar eficacia militar y sobriedad de costes. Juan de Capadocia, responsable de las finanzas del Imperio y opuesto a la guerra, accedió al final a llevar los gastos de la campaña de una forma rígida. Belisario, el general más brillante de Oriente fue el encargado de llevar las armas.
A su vez un general godo que regía Cerdeña en nombre del monarca de Cartago, pidió ayuda militar oriental gobernar de forma independiente, pero fue detenido por Gelimer, antes de que dicha ayuda llegara.
La flota bizantina salió de los puertos de Constantinopla a mediados de junio de 533 vía Sicilia. Alcanzó las costas africanas al cabo de tres meses, desembarcando en la ciudad de Caput Vada, en la actual Túnez, con un ejército de unos 15.000 hombres, más un número indeterminado de tropas auxiliares bárbaras bajo el mando del general Belisario. En su avance hacia Cartago encontraron escasa resistencia, y venció a los vándalos, que habían sido tomados completamente por sorpresa, en la batalla de Ad Decimum, el 14 de septiembre de 533. Más tarde volvería a derrotarles en la batalla de Tricamerón en diciembre, tras la cual Belisario tomó la ciudad de Cartago. Gelimer, temeroso de que entronizaran al depuesto rey, mandó ejecutar a Hilderico antes de la caída de Cartago y huyó a los rebordes montañosos en el monte Pappua, en Numidia. Finalmente, optó por entregarse a finales de marzo de 534. Belisario lo condujo hasta Constantinopla, donde el general fue recibido con grandes honores y hasta con la celebración de un triunfo romano, ceremonia que durante siglos había estado reservada al emperador. La provincia fue anexionada al Imperio. Las islas de Cerdeña, Córcega, las Islas Baleares, y la fortaleza de Ceuta, cerca del estrecho de Gibraltar, también pasaron al control bizantino en la misma campaña.
Para más información ver el capítulo “suevos vándalos y alanos” “final de los vándalos”.
Campañas contra el reino ostrogodo, primera fase (535-540)
Al igual que ocurrió en África, los problemas dinásticos en el reino ostrogodo de Italia supusieron una oportunidad para la intervención militar del Imperio Bizantino. A la muerte de Teodorico el Grande el control de la política ostrogoda cayó en manos de su hija Amalasunta, la cual ejerció el poder en nombre del rey niño Atalarico, hasta que éste falleció el 2 de octubre de 534. La regencia se caracterizó por un viraje político hacia Oriente, generando una fuerte oposición interna. La pronta desaparición de su hijo forzó a la regente a la búsqueda de un monarca formal, tras el que seguir moviendo los hilos del gobierno. El elegido fue Teodato, con el que contrajo matrimonio a fines de 534. Sin embargo, Teodato hizo prisionera a la reina, encerrándola en una residencia en la isla Martana, en el lago Bolsena, en donde la hizo asesinar en 535, posiblemente a instigación de Teodora que buscaba una casus belli para la intervención de Justiniano.
Ese mismo año Justiniano daría dos golpes de mano que le permitieron tomar Sicilia al mando de Belisario, y Dalmacia al mando del ilírico Mundo. Teodato recurrió a una embajada papal, pero se envió una embajada Imperial paralela al propio monarca ostrogodo para establecer un acuerdo secreto de cesión de Italia al Imperio. Los diversos contratiempos que atravesaba el Imperio en ese momento, como la revuelta de África y la recuperación de territorios por germanos en Dalmacia indujeron a Teodato a romper el compromiso y a hacer frente a los ejércitos de Justiniano. Justiniano reorganizó la jerarquía militar para poder poner al frente de las campañas italianas a Belisario, ya que Mundo había fallecido en la ofensiva de Dalmacia. En su lugar se puso a Constantiniano, que recuperó la ofensiva en Dalmacia, ocupando de nuevo Salona y expulsando a los ostrogodos de la región.
Belisario invadió Sicilia ese mismo año al mando de 7.500 hombres y avanzó dentro de Italia, saqueando Nápoles y capturando la ciudad de Roma el 9 de diciembre de 536. Para entonces, Teodato había sido depuesto por su ejército, que eligió al rey Vitiges, comandante de su guardia personal, en su lugar. Este reunió un gran ejército y asedió Roma entre febrero de 537 y marzo de 538, pero fue incapaz de volver a tomar la ciudad, la acción más notable fue la derrota en la batalla del puente Salario.
Justiniano envió a otro general a Italia, Narsés, pero las tensiones entre Narsés y Belisario dañaron el progreso de la campaña. Milán fue tomada, pero pronto fue recapturada y arrasada por los ostrogodos. Justiniano hizo volver a Narsés en 539, y para entonces la situación militar se había vuelto de nuevo en favor de los bizantinos, y en 540 Belisario alcanzó la capital ostrogoda de Rávena. Allí recibió el ofrecimiento de los ostrogodos de ser proclamado emperador romano de occidente, al mismo tiempo que llegaban al lugar representantes de Justiniano para negociar una paz que situaría la región al norte del río Po en control de los godos. Belisario fingió aceptar la oferta y entró en la ciudad en mayo de 540, para reclamarla en ese momento para el Imperio.
Entonces fue llamado de vuelta a Constantinopla, en donde acudió con Vitiges y su mujer Matasunta como cautivos.
Para más información ver el capítulo “los godos” – “los ostrogodos”
Guerra con el Imperio sasánida (540-562)
Tras una revuelta contra el imperio en Armenia a finales de la década de los años 530, y posiblemente motivada por las súplicas de los embajadores ostrogodos, el rey Cosroes I rompió la «Paz Eterna» e invadió el territorio romano en la primavera de 540. Primero saqueó Alepo y luego Antioquía (en dónde permitió a la guarnición de 6.000 hombres abandonar la ciudad), asedió Daras, y después se dirigió a atacar al pequeño, pero estratégicamente significativo reino de Lázica, cerca del mar Negro, obteniendo tributos de las ciudades que iba dejando atrás. Obligó a Justiniano a pagar 5.000 libras de oro, más 500 libras anuales adicionales.
Belisario fue llamado de vuelta a Constantinopla para preparar las hostilidades con el Imperio Sasánida. Belisario llegó a Oriente en 541, pero, tras algunos éxitos, fue llamado de nuevo a Constantinopla en 542. Los motivos de su llamada se desconocen, aunque pudo haberse debido a que a la corte imperial llegaron rumores de deslealtad por su parte. El brote de una grave plaga causó una decaída de las hostilidades en 543. Al año siguiente Costroes derrotó a un ejército bizantino de 30.000 hombres, pero no tuvo éxito en el asedio de la ciudad de Edessa. Ninguna de las partes logró avances, y en 545 se acordó una tregua para la parte sur de la frontera romano-persa. La guerra en Lázica continuó en el norte durante varios años, hasta que se acordó una segunda tregua en 557, que continuaría con el acuerdo de paz de cincuenta años de 562. En el tratado, los persas accedieron a abandonar Lázica a cambio de que el Imperio bizantino abonaría un tributo anual de 400 o 500 libras de oro.
Para mas información ver el capitulo “los sasánidas” – “Cosroes I”
Campañas contra el reino ostrogodo, segunda fase (541-554)
Mientras que el esfuerzo bélico se centraba en Oriente, la situación en Italia empeoró. Los ostrogodos, dirigidos por los reyes Hildibaldo y Erarico (ambos asesinados en 541) y, especialmente, por Totila, consiguieron rápidos avances. Tras su victoria en la batalla de Faventia en 542, reconquistaron las principales ciudades del sur de Italia, y pronto tuvieron en su control la mayor parte de la península. Belisario fue enviado de vuelta a Italia a finales de 544, pero carecía de tropas suficientes para dar la vuelta a la situación. Al no lograr avances, fue retirado del mando en 548, aunque antes tuvo éxito en una batalla marítima contra 200 naves godas. Durante este periodo la ciudad de Roma cambió de manos en tres ocasiones más: primero fue tomada y despoblada por los godos en diciembre de 546, después reconquistada por los bizantinos en 547, y tomada finalmente por los godos en enero de 550. Totila también saqueó Sicilia y atacó la costa griega.
Finalmente, Justiniano envió una fuerza de aproximadamente 35.000 hombres (2.000 de los cuales fueron derivados a invadir el sur de la península ibérica en manos de los Visigodos) bajo el mando de Narsés. El ejército llegó a Rávena en junio de 552 y derrotó a los ostrogodos decisivamente en la batalla del Monte Lactarius, en octubre de ese año, acabando con la resistencia goda. En 554 fue derrotada una invasión a gran escala de los francos en la batalla de Casilino, que aseguró el control de Italia, aunque a Narsés le llevaría varios años reducir los restantes puntos de resistencia godos. Al final de la guerra, Italia quedaba asegurada con una guarnición de 16.000 hombres.
La Pragmática Sanción de 554, mediante la cual Italia era reintegrada al Imperio Romano, ratificaba la situación de facto al otorgar a los obispos el control de diversos aspectos de la vida civil (como la actividad de los jueces civiles) y la administración de las ciudades, poniéndolos a cargo del aprovisionamiento, la anona y los trabajos públicos, al tiempo que quedaban exentos de la autoridad de los funcionarios imperiales.
Para más información ver el capítulo “los godos” – “los ostrogodos”
Campañas contra el Reino visigodo de Hispania (552)
A la muerte del rey visigodo Teudigisel, que fue asesinado por sus huéspedes en un banquete en su propio palacio. Hubo una disputada elección del siguiente rey. Agila, el nuevo rey que fue elegido por las ciudades del norte, no fue reconocido por el sur, y su gobierno arbitrario pronto disgustó incluso a sus propios partidarios. La rebelión fue encabezada por Atanagildo.
En el 551 estalló la guerra civil entre Agila y Atanagildo, éste trasladó la capital a Sevilla y pidió ayuda a los bizantinos.
A finales de 552 el emperador Justiniano I ya había finalizado la campaña de conquista del reino Ostrogodo en Italia, y accedió a la petición de ayuda a cambio de una franja costera desde Alicante hasta Cádiz, incluyendo el norte de África y las Islas Baleares. El emperador envió al Patricio Liberio con una fuerza de 2.000 efectivos en su ayuda. La lucha duró cinco años. Agila fue derrotado, y muerto por sus propios soldados, y entonces Atanagildo se convirtió en rey, gobernando durante 14 años.
El nuevo territorio cedido a los bizantinos se denominó provincia de Spania, y se estableció su capital en Carthago Spartaria (Cartagena), controlando buena parte del Mediterráneo hispano y el estrecho de Gibraltar, y con ello el comercio de la zona.
Las zonas concedidas en 552 comenzaron a menguar en las décadas siguientes, especialmente durante el reino de Leovigildo, hasta su evaporación en el 624, en que los bizantinos fueron definitivamente expulsados por el rey Suintila. No obstante, la conquista de la provincia de Hispania supuso el apogeo de la expansión del Imperio Bizantino en el Mediterráneo.
Para más información ver el capítulo “los godos” – “Reino visigodo de Hispania”
Campaña frente a los eslavos
El primer ataque documentado de los eslavos orientales o antes en territorio bizantino fue en 518. De ahí en adelante, los bizantinos se unieron a los eslavos antes como aliados (foederati), pagándoles estipendios e incluso dándoles una ciudad imperial abandonada llamada Turris en algún lugar al norte del Ister (Danubio). Un destacamento de soldados eslavos antes pelearon para los bizantinos en Italia contra los ostrogodos.
Los eslavos ocupaban una zona geográfica intermedia entre los conjuntos germánicos y esteparios. Esto, sumado a una variedad de pueblos, hacía que las incursiones fueran habituales en los Balcanes. En 540 los gépidos, aliados teóricamente de Justiniano, facilitaron a los kutrigurs o kutriguros y a los eslavos el paso del Danubio para que asolaran los territorios romanos. Al año siguiente Justiniano movilizó a un ejército en la zona bajo el mando de Germano y Mundo que taponó la brecha y después echaron sobre los gépidos a los lombardos, quienes los derrotaron.
A comienzos de 551 los kotrigurs o kutriguros, al mando de del khan Zabergan, se unieron a los eslavos y atacaron la frontera romana aprovechando que el río Danubio estaba helado, hasta llegar al istmo de Corinto, en la típica incursión de botín y cautivos que no produjo daños de cuantía ni la pérdida de puntos de importancia. Los eslavos por su parte llegaron hasta Dirraquio.
Justiniano casi no pudo hacerles frente, pero consiguió pactar con los utrigurs o utriguros para que atacaran las tierras kotrigur, de modo que estos tuvieron que volver a toda prisa.
Hacia el 558, todo un alarde de poder y capacidad, el khan Zabergan de los kutriguros con los eslavos dividieron sus fuerzas en tres grandes agrupaciones: la primera fue enviada hacia occidente (Adriático), la segunda directamente contra la capital, Constantinopla, y la tercera contra Querson, territorio bizantino en Crimea.
Llegaron sin oposición hasta Mesia y Escitia, desde donde llegaron a Tracia y dividieron sus fuerzas en dos grupos de saqueo. El mismo Zabergan se presentó en Constantinopla con 7.000 jinetes, los bizantinos suplicaron al ya anciano pero genial general Belisario que dirigiera la resistencia, y lo consiguió. La lucha fue larga y difícil, y así, mientras los invasores amenazaban Constantinopla y eran frenados por el general Belisario, la otra columna de ataque llegaba hasta las Termópilas, en el centro de Grecia.
En el año 559, Zabergan situó su base de operaciones en la ciudad tracia de Arcadiópolis con la idea de renovar, más todavía si cabe, la presión que ejerce sobre el territorio bizantino. Justiniano rápidamente se alió con la nueva potencia, los ávaros, para que atacasen a los kutriguros.
Cuando el khan kutrigur, recibió las noticias del ataque de estos recién llegados, que arremetían desde el extremo oriental de su extenso imperio estepario, el emperador bizantino le hace llegar la oferta de una sustanciosa compensación en metálico por su retirada. Zabergan acepta el tributo ofrecido por los romanos y se repliega rápidamente al otro lado del Danubio. La amenaza para el kutrigur fue tal que intentó que sus vecinos, los eslavos antas, se uniesen a ellos, pero no lo logró, enfrentándose solo al desafío.
Poco después los kutriguros fueron aplastados y obligados a unir sus fuerzas a las de los invasores ávaros. Después de ser derrotados, y de la muerte de Zabergan los kutriguros y sus vecinos volvieron a la estepa, y fueron absorbidos por los ávaros que era el nuevo poder de las llanuras. Poco después también sometieron a los eslavos.
Justiniano también cuidó el comercio, y dado que la Ruta de la Seda pasaba por Persia, intentó abrir otros caminos, sobre todo desde el mar Negro. También envió agentes comerciales al mar Rojo y estableció puestos en la costa oriental de África.
Después de una vida compleja y agotadora, el Emperador falleció en el 565. En gran parte había cumplido sus objetivos, pero había causado fracturas religiosas que se volverían insalvables.
Justino II (565 – 578)
Sucedió en el trono a su tío Justiniano I, fue conocido como el Apasionado. Tuvo que enfrentar a los numerosos peligros que amenazaban el territorio del Imperio.
Conflicto con los lombardos
Al principio de su reinado, estalló una guerra entre los lombardos y los gépidos en Panonia. Los lombardos se aliaron con los ávaros y los gépidos pidieron ayuda a Justino a cambio de Sirmium (actual Sremska Mitrovica). Una fuerza bizantina relevó al destacamento gépido en la ciudad, pero el Imperio bizantino no intervino más. Los ávaros no llegaron a tiempo a la batalla, que terminó con la derrota definitiva del poder gépido. El rey lombardo Alboino cortó la cabeza del rey derrotado Cunimundo y además, en una muestra excesiva de confianza, tomó a Rosamunda, hija de Cunimundo, como botín de guerra y la convirtió en su esposa. En 573 Alboino sería asesinado en un golpe instigado por Rosamunda.
En 568, Alboino, quizás incómodo por tener a los ávaros como vecinos, convenció a los lombardos de penetrar en Italia. En el primer año, invadieron la zona que rodea Venecia y se extendieron por el norte de Italia. Al año siguiente conquistaron la mayor parte de Liguria. Era además una fuerza imparable que no saqueaba sino que se asentaba. Las fuerzas bizantinas de enclaves aislados que los enfrentaban no estaban bien preparadas. Italia, además, estaba últimamente esquilmada y extenuada por las plagas. Narsés, el rival de Belisario, a quien se acusaría de haber llamado a los lombardos, había dimitido del mando el año anterior con motivo de las protestas a Justino de ciudadanos de Roma.
Conflicto con los ávaros
Respecto a los ávaros Justino II, que conservaba Sirmium, se negó a pagarles subsidio alguno, como había hecho Justiniano, pues tenía la vocación de ser más riguroso con el tesoro que su tío y ensayaba una política nueva y desafiante respecto a los bárbaros.
En 565, cuando los ávaros fueron despedidos por Justino II sin recibir nada, su khagan Bayán permaneció dos años y medio sin llevar a cabo ninguna agresión directa contra el imperio. En esta fecha, tanto los ávaros como los romanos sabían que una guerra entre ambos sería en principio favorable a la Romania. Los ávaros, pese a sus recientes victorias sobre kutriguros, utriguros, onoguros, antas y sabiros; no eran aún en 565 la formidable potencia que llegaría a ser hacia 578, cuando lograron dominar a la mayor parte de los eslavos que habitaban entre Moravia y el bajo Danubio, y cuando su control sobre Panonia, Nórica y Dacia había quedado ya completamente consolidado. Así es que esperó su oportunidad.
Entonces, a inicios del 568, el ejército del khagan ávaro Bayán, reforzado con restos de los sometidos gépidos y con grupos de eslavos y kutriguros, cruzó el Danubio y hostigó a las guarniciones romanas de la frontera a la par que saqueaba el país.
Las tropas romanas aguantaron bien este primer envite y mantuvieron Sirmium haciendo fracasar todos los ataques de Bayán y sus tribus aliadas. Este tuvo que reconocer el fracaso y solicitó que le entregasen regalos a cambio de su retirada para así poder justificarse ante sus seguidores. El jefe de la guarnición de Sirmium,se negó a atender las peticiones del khagan si antes no recibía un permiso explícito del Augusto. Justino II se negó y ordenó continuar la guerra. Esto fue decisivo, pues las fuerzas del Danubio quedaron empantanadas en una guerra que les impedía acudir en auxilio de las fuerzas en Italia. La guerra se mantuvo, con diversas alternativas, hasta 571 en que Justino convino al fin y ante la inminencia de una gran guerra contra Persia, en pagar un subsidio anual a cambio de que los ávaros reconocieran la posesión romana de Sirmium y mantuviesen la paz.
Guerra en Spania
Las tropas bizantinas en Spania no eran muy numerosas, debido a las guerras que mantenía el Imperio bizantino en otras regiones, entre 569 y 572 el rey godo Leovigildo acosó al Imperio, a quien tomó Córdoba y otras ciudades, e hizo la paz en 572, reconociéndose mutuamente sus territorios.
Guerra contra los sasánidas
En 571, los armenios se rebelaron contra el rey sasánida Cosroes I y, apelando a la fe cristiana que compartían, pidieron la ayuda de Justino. La guerra persa contra el rey Cosroes I se reanudó en 572. Los bizantinos tuvieron inicialmente buena fortuna; pero Justino cometió errores, como cambiar innecesariamente el mando del ejército, que se amotinó en seguida, en pleno asedio de Nísibis; o enemistarse con sus imprescindibles aliados árabes gasánidas, que se retiraron y dejaron el paso libre a los persas para que asolaran Siria, donde tomaron innumerables cautivos.
Después de cinco meses de asedio, en noviembre de 573 cayó el obispado de Dara, a orillas del río Bouron. Se dice que la noticia del desastre afectó mentalmente a Justino II. Su esposa Sofía, que se hizo cargo del gobierno, compró una paz de un año y luego una tregua de tres años a Cosroes. Por entonces los ávaros, que habían esperado su oportunidad, presionaban en Dalmacia a las fuerzas al mando de Tiberio Constantino. El tratado de paz que consiguieron, mucho más caro que el subsidio original, evidenció el fracaso de su política.
Para más información ver el capítulo los “los sasánidas” – “Cosroes I”
Los últimos años de su reinado estuvieron marcados por la locura. Tenía incontrolables accesos de violencia, trataba de arrojarse por las ventanas, y mordía a sus visitantes. En un momento de lucidez, durante el patético discurso que pronunció con ocasión del nombramiento como César de Tiberio Constantino, más tarde Tiberio II, aconsejó a su sucesor.
Tiberio II Constantino (578 – 582)
Originario de Tracia, Tiberio había ido ascendiendo en el ejército bizantino y era amigo personal de Justino II, precisamente como comes de los excubitores (una especie de guardia pretoriana).
La situación del Imperio cuando subió al poder era angustiosa: en Italia los lombardos deshacían la reconquista lograda bajo Justiniano, en Oriente la negativa de Justino de seguir con los pagos había llevado a los persas sasánidas a la guerra; en Hispania los visigodos de Leovigildo se lanzaban a la reconquista de la Hispania Bizantina, las incursiones ávaras en los Balcanes eran devastadoras, incluso se desataba otra epidemia de peste. Para colmo los recortes financieros de Justino, justificados por el excesivo derroche de su predecesor, llegaron en mal momento debilitando al ejército y causando la animadversión de los aliados y federados (como los árabes gasánidas).
El emperador Tiberio fue muy popular; permitió una mayor intervención de sus súbditos en el gobierno de las provincias; se redujeron los impuestos; se detuvo el acoso a la herejía monofisita; se formó un cuerpo de élite en el ejército, formado por 15.000 bárbaros.
Mientras en Oriente seguían los éxitos de Mauricio, Tiberio intentó recuperar el Imperio Romano, y usó sus magros recursos de nuevo en Italia, y también en Hispania y África, donde se conquistó el reino “romano” de Altava.
La desguarnición de la frontera danubiana fue aprovechado por los eslavos, azuzados por los ávaros, cruzaron el limes en 579 y saquearon los territorios romanos. Tiberio, haciendo uso de su prerrogativa sobre los federados ávaros; les solicitó que castigasen a los eslavos. Pero los ávaros se comportaron de forma traicionera y, tras cruzar el Danubio con el pretexto de que marchaban a destruir a los invasores eslavos, se revolvieron contra los bizantinos y asaltaron sus territorios poniéndose a la cabeza de las hordas eslavas que se suponía que tenían que combatir.
En 580, los ejércitos del khagan ávaro Bayán, más fuertes que nunca tras la ampliación de su dominio sobre nuevas hordas de eslavos, penetraron profundamente en Tracia y en Iliria, llegando en sus incursiones hasta Grecia. Los eslavos que acompañaban, o mejor dicho, eran empujados por los ávaros, no se asentaron aún, sino que se limitaban a devastarlo y a regresar a sus bases de partida al otro lado del Danubio; pero su frenesí destructor era tan terrible que la población romana de Tracia, Iliria y el norte de Grecia, sufrió como nunca antes lo había hecho bajo las incursiones bárbaras.
Sin embargo, la llave del limes danubiano era Sirmium y esta fue hábilmente defendida por los bizantinos. Pero al cabo, en 581, la ciudad fue fuertemente cercada y privada de auxilio. Tiberio, demasiado ocupado todavía en Oriente, se veía imposibilitado de enviar las necesarias tropas a los Balcanes para restablecer la situación y tanteó con los ávaros la posibilidad de firmar una paz basándose en el incremento del subsidio que hasta ese entonces venía pagando al khagan ávaro. No sirvió de nada y, en último extremo, Tiberio se mostró dispuesto a entregar a los ávaros el Ilírico y Sirmium con la única condición de que estos permitiesen retirarse a territorio bizantino a los habitantes de la gran ciudad balcánica. Tampoco sirvió de mucho esta oferta y los ávaros siguieron presionando sobre Sirmium hasta lograr apoderarse de ella en 582.
Mauricio (582 – 602)
Mauricio nació de una antigua familia romana (latina) o armenia que se estableció en Capadocia y comenzó su carrera como soldado. Bajo el reinado de Tiberio II fue nombrado comes de los excubitores. Posteriormente, pasó a dirigir las fuerzas militares en Oriente, haciendo un buen servicio contra los persas, a quienes venció en la batalla de Constantina (581), consiguiendo detener su avance en el Éufrates.
Paz con el Imperio sasánida
Poco después de su subida al trono, Mauricio continuó con las operaciones militares contra los persas. El frente oriental se mantuvo incierto, con victorias y derrotas de ambos lados. Hasta que en 588 una invasión de turcos en la Armenia persa empezó a inclinar la balanza en favor del emperador. El general Bahram Chubin había expulsado a los invasores, pero un año después fue derrotado por los bizantinos, perdiendo así la gratitud del rey Hormizd IV.
Este fue finalmente depuesto y asesinado por los magnates en un golpe de Estado en 590 y, en su lugar, entronizaron a su hijo que pasó a ser Cosroes II. Pero no permaneció por mucho tiempo, ya que a su vez fue destronado por Bahram Chubin (ahora Bahram VI), por lo que Cosroes se refugió en territorio bizantino.
Mauricio decidió intervenir en la guerra de sucesión que enfrentaba a los miembros de la dinastía sasánida en Persia, y le prestó ayuda militar a Cosroes para recuperar el trono, lo que logró al año siguiente. A cambio de la ayuda bizantina, Persia cedió al Imperio parte de la Armenia persa y de la Mesopotamia oriental (junto con Dara y Martirópolis), además de rubricar un tratado de paz que se mantendría durante todo el gobierno de Mauricio.
Para más información ver el capítulo “los sasánidas” – “guerra de sucesión sasánida (579-602)
Guerra con ávaros y eslavos
La invasión ávara de 583 representó un duro golpe para los Balcanes bizantinos, sobre todo porque los ávaros llevaban con ellos grandes hordas de eslavos que penetraron hasta el mismo Peloponeso, destruyendo o saqueando numerosas ciudades. Poniendo sitio a Tesalónica.
En 587, los ávaros y eslavos volvieron a cruzar el Danubio y a devastar Mesia, Escitia y Tracia, poniendo asedio de nuevo a Tesalónica. Pero esta vez su ataque fue frenado en seco por un ejército romano frente a Adrianópolis (588).
Tras firmar la paz con los persas y finalizar la guerra civil, Mauricio procedió en el invierno de 591-592 a reclutar fuerzas y en 592, reanudó la ofensiva contra contra los ávaros y los eslavos, recuperando Sirmiun. En 593, atacó en sus bases a los eslavos que estaban preparando una incursión contra territorio romano. Los soldados de Prisco arrasaron con los enclaves eslavos, los hicieron huir a los pantanos, dieron muerte a millares de ellos y capturaron al rey Musocio, haciéndose además con un gran botín.
Para 597, la situación seguía sin resolverse. Aunque las fuerzas bizantinas habían logrado restablecer el Danubio como frontera y rechazar los ataques más importantes, no podían impedir las constantes incursiones de saqueadores eslavos y ávaros que, en pequeños grupos, cruzaban de continuo el limes y penetraban hasta muy al interior de las provincias danubianas. En el 598 los ávaros realizan una gran incursión hasta Constantinopla, donde fueron rechazados
En el 599 recuperó Viminacium y atacó la antigua Dacia, más allá del río Tisza.
Para más información sobre la campaña contra los ávaros ver el capítulo “los ávaros” – “periodo temprano ávaro (580-670)
Muerte de Mauricio
La campaña del año 602 fue aún más afortunada para Pedro y sus tropas. Conocedor Mauricio de que el khagan planeaba otro intento contra los arrabales de Constantinopla, decidió adelantársele y ordenó a su hermano Pedro que cruzase el Danubio y atacara a los ávaros en su propio territorio. Pedro cumplió a la perfección la orden y, cruzando el río, derrotó en una gran batalla a los bárbaros. Pero al rebasar el río hacia territorio romano para poder así invernar, se topó con el orgullo de su imperial hermano. Este, crecido por los grandes triunfos logrados por sus ejércitos durante las recientes campañas de 599-602, no se le ocurrió mejor manera de recompensarlos que ordenándoles, una vez más, que cruzaran de nuevo el Danubio y se dispusieran a invernar sobre territorio enemigo.
Como consecuencia, estalló pues la rebelión. Aunque Pedro desaconsejaba esta orden dada por su hermano, Mauricio se negó a rectificar: los soldados debían de pasar el invierno del 602-603 al norte del Danubio, para seguir así castigando sin pausa alguna al enemigo. Los soldados volvieron a negarse a acatar las órdenes de su señor. Tras fracasar en su intento de convencer a Pedro que aceptara ser nombrado emperador en lugar de su hermano, proclamaron exarca o jefe del ejército a un centurión, a un veterano de origen tracio llamado Focas, el cual venía desempeñando tareas de representación de la tropa al menos desde el 598. Focas era únicamente un centurión o hecatontarca, casi analfabeto de 55 años de edad y a un paso del retiro, pero tenía lo que le faltaba a Mauricio en aquel momento: popularidad entre los soldados.
Pedro, el hermano de Mauricio, decidió ponerse a salvo y advertir a su hermano. Acompañado por la mayor parte de los oficiales, marchó a toda prisa a Constantinopla y llevó con él la noticia de la sublevación. Con el campo libre, Focas logró hacerse con el control del ejército y se puso al mando de sus tropas, y, marchando a toda prisa hacia la capital, se dispuso a deponer a Mauricio.
Mientras tanto, en Constantinopla la noticia de la sublevación no pudo ser guardada en secreto, tal y como deseaba Mauricio, y la agitación ciudadana fue en aumento.
Mauricio decidió enviar una delegación a los soldados sublevados, pero estos se negaron a entablar negociaciones con él y exigieron que abandonara la púrpura y que esta pasara, o bien a su hijo Teodosio, o bien al suegro de este, Germán.
Mauricio estaba convencido de que la sublevación había sido un plan urdido por Germán para hacerse con el trono y mandó arrestarlo. Germán era un hombre extremadamente popular entre los ciudadanos de Constantinopla, corrió a refugiarse en Santa Sofía y, ante la noticia de que el emperador había ordenado a sus excubitores que violasen el lugar sagrado y apresasen a Germán; la furia popular estalló y los milicianos de los Verdes y Azules abandonaron la defensa de las murallas. El caos había estallado al fin en Constantinopla.
Heraclio no podía perder su tiempo en revanchas o luchas de partido. En Oriente, los ejércitos de Cosroes proseguían su imparable avance hacia Cesarea de Capadocia y los arrabales de Antioquía. Más cerca aún de la capital estaba el ejército de Comentiolo, fiel a Focas, que acampaba en Ancira y amenazaba con continuar la guerra civil. Al norte, en el Danubio, ávaros y eslavos, hasta entonces tranquilos, solamente esperaban la noticia de la muerte de Focas para atravesar el río y desparramarse por los Balcanes. Y en Constantinopla, aunque Prisco hacía protestas de fidelidad, Heraclio sabía que, a la menor oportunidad que diera al viejo general, este se alzaría contra él e intentaría tomar la corona.
Mauricio quedó paralizado en Constantinopla ante las noticias que le llegaban de la ciudad y de la marcha del ejército del Danubio. La parálisis se transformó en miedo cuando se supo que Focas, al fin, había sido aclamado emperador y alzado sobre los escudos.
Para entonces, el 21-22 de noviembre de 602, unos 20 días después de haberse desencadenado la crisis, Mauricio no contaba con ningún apoyo. Su popularidad, tan grande en otro tiempo, había desaparecido. Solo, paralizado e incapaz de huir hacia Oriente, donde hubiese contado con el apoyo de los ejércitos de Oriente y Armenia, de buena parte de la población y del Rey de reyes Cosroes II; Mauricio se limitó a perder el tiempo en una Constantinopla en la que ya había comenzado a la revolución.
La noche del 22 de noviembre del año 602, el emperador Mauricio decidió embarcarse para pasar a Asia y levantar allí, con el apoyo de Persia. Mauricio subió a un dromon junto con su esposa, su hijo mayor, Teodosio, y el resto de su familia. Llevaba consigo el tesoro y esperaba llegar en pocos días a Capadocia. Pero la fortuna le había vuelto la espalda, ya que una tempestad casi echó a pique su barco y, al alcanzar la costa, quedó postrado por un ataque de artritis que le costó la vida.
Mauricio fue alcanzado en su refugio por Alejandro y los soldados de Focas. Conducido hasta las afueras de Calcedonia junto con su familia, Mauricio tuvo que ver cómo sus hijos varones eran degollados ante sus ojos, antes de acabar también con su vida. Su cabeza y la de sus hijos fueron llevadas a Constantinopla y expuestas allí a la curiosidad pública hasta que comenzaron a pudrirse. Mientras tanto, su esposa y sus hijas fueron confinadas en la casa de un lacayo de Focas. Así terminó, el 27 de noviembre del 602, el reinado de Mauricio.
Focas (602 – 610)
El nuevo emperador además de contar con el apoyo del mencionado ejército, se ganó las simpatías del pueblo y sobre todo de los ciudadanos de Constantinopla, que vieron en él, un igual, que podría acabar con la enorme corrupción del Senado y de los burócratas de la corte. Focas tras su llegada al poder ordenó el asesinato de la familia imperial al completo y de todas aquellas personas que se habían mostrado contrarias a su advenimiento al trono. Así en los primeros años de su gobierno se inició una época de terror, que llevo al emperador a ordenar la depuración del ejército y de la burocracia, lo cual hizo a muchos huir de Bizancio y unirse a la causa de Cosroes II, que se había autoproclamado vengador del emperador Mauricio.
Guerra con los sasánidas
Cosroes II entró en territorio bizantino en el 603 y asedio la ciudad de Dara que calló al año siguiente, después se dirigió a Armenia siendo derrotado en la batalla de Elevard por fuerzas aliadas bizantinas, pero fueron derrotados definitivamente en la batalla de Karin en el 609, pasando a continuación a Siria conquistando varias ciudades, finalmente se dirigió a Capadocia desde donde llegó hasta Calcedonia.
Para más información ver el capítulo “los sasánidas” – “Cosroes II”
Guerra contra los ávaros
Los Balcanes que habían sido pacificados bajo Mauricio, y los ávaros y los eslavos estaban siendo mantenidos a raya, después de años de incursiones bárbaras en territorio bizantino. Con el traslado del ejército del Danubio a Persia, en el 604 realizan un ataque por sorpresa contra Tesalónica. En el 605 llegaron hasta Atenas.
Guerra civil
Mientras Focas, ante estas demoledoras victorias persas, estaba enredado en su política de represión generalizada, se olvidó de Persia y se concentró en aplastar las sublevaciones populares y judaicas en las ciudades de Siria, Palestina y Egipto, y en hacer frente al avance de otro rebelde a su autoridad: Heraclio el Viejo, exarca (gobernador) de Cartago y antiguo compañero de armas de Filípico en las guerras persas de Justino II, Tiberio y Mauricio. De este modo, en vez de destinar sus recursos a enfrentarse a Cosroes, envió a sus generales hacia las provincias orientales del imperio para aplastar cualquier oposición y frenar el avance de los partidarios de Heraclio el Viejo. Bonoso llevó a cabo una brutal represión en Antioquía, y en toda Siria y Palestina, y luego pasó a Egipto para combatir a Nicetas, el sobrino de Heraclio el Viejo.
El exarca Heraclio interrumpió los envíos de grano a Constantinopla, y desde 609, las batallas libradas por el control de Egipto entre los generales de Focas y las fuerzas enviadas allí por Heraclio el Viejo, impedían la llegada de cualquier suministro desde Alejandría. El hambre, pues, se apoderó de la capital y de la mayor parte de Asia Menor, Siria y Tracia, y con ello los restos de popularidad y apoyo que podían quedarle a Focas se evaporaron.
Había pues que conquistar Egipto. Nicetas, sobrino de Heraclio el Viejo, fue el encargado de tan difícil empresa, ya que casi 2.500 kms separaban Cartago de Alejandría. Nicetas contaba además con pocas fuerzas. Llevaba consigo 3.000 hombres procedentes de las fuerzas bizantinas destacadas en África y que a ellos sumaba un número indeterminado de guerreros mauris, pero que, al parecer, superaba ampliamente al de las tropas regulares. Es decir, que Nicetas debió de contar con unos 7.000 hombres para acometer la conquista de Cirenaica, la Pentápolis, la Marmáride y Egipto. Llegaron a Egipto y derrotaron a los defensores en una batalla cerca de Alejandría. La flota alejandrina fue apresada y las guarniciones de Alejandría y Faros se unieron a los rebeldes.
Focas reaccionó enviando a Bonosos y su ejército desde Palestina, desde Cesarea Marítima hasta el delta, logrando desembarcar aislar y derrotar al ejército de Bonakis que fue ejecutado. Bonosos se entretuvo represaliando a los que habían colaborado con el enemigo, dando tiempo a Nicetas a agrupar su ejército en Alejandría. Decidió salir de la protección de los muros de la ciudad y plantear batalla a campo abierto a las fuerzas de Bonosos. Dejó las milicias de los demos de Alejandría y los demás habitantes de la ciudad en las murallas, para disparar las catapultas, onagros y escorpiones que había colocado en ese sector.
Bonosos, cuyas tropas superaban en número a las de Nicetas, al verles desplegados fuera; ordenó de inmediato el ataque, siendo recibidos por una lluvia de proyectiles que frenó en seco su carga, el pánico cundió entre ellos cuando, de súbito y a una orden de Nicetas, sus tropas mauris se precipitaron sobre los soldados de Bonosos desde otra puerta de la ciudad. Por último, para completar la matanza, las tropas que estaban desplegadas avanzaron.
Heraclio se aseguró el control de Italia y Sicilia y después se embarcó hacia Constantinopla, desembarcando en Abydos a últimos de septiembre de 610. Teodoro, comes de la guarnición local, un tagma de 500 hombres (la unidad que habitualmente comandaba un comes), se pasó a su bando y le puso al corriente de lo que estaba pasando en Constantinopla. Embarcó de nuevo, pues se había enterado de que Focas esperaba su llegada por tierra, y desembarcó el 5 de octubre en el puerto Sofiano, donde sus seguidores le abrieron las puertas y facilitaron su desembarco y toma de la ciudad.
El propio Focas, cayó en manos de un tal Focio, que tenía una cuenta personal pendiente con él, ya que había violado a su esposa, que le llevó ante Heraclio, siendo ejecutado y su cabeza puesta en una pica. Ese mismo día Heraclio fue aclamado emperador.
Heraclio tenía ante sí dos graves problemas: un tesoro por completo vacío y sin posibilidades de ser restaurado con prontitud, y un ejército disminuido en sus efectivos, abatido en su moral, carente de recursos y falto de oficiales y mandos con adecuada preparación y formación.
Teófanes resume así la calamitosa situación del imperio Bizantino en 611: «El emperador Heraclio encontró que el estado romano se había agotado. Los ávaros devastaban Europa y los persas hollaban las provincias de Asia, capturaron sus ciudades y destruyeron en batalla al ejército romano. Al examinar todos estos problemas Heraclio quedó desconcertado en cuanto a lo que él podía hacer, ya que cuando investigó al ejército para ver si hubiera algún superviviente entre los que habían hecho alguna campaña en los días anteriores a la rebelión de Focas, sólo halló dos entre todos los regimientos«.
Lo primero que hizo fue rescatar a Filípico, que fue sacado del monasterio y repuesto en su puesto de general. Le encargó la negociación con Comentiolo, el hermano y general de Focas, que permanecía en Ancira al frente de un ejército intacto y dispuesto a continuar la pelea pese a la muerte de Focas. este se negó a cualquier acuerdo y, ya se disponía a ejecutar a Filípico, cuando un oficial armenio de su ejército acabó con su vida. Muerto Comentiolo, sus tropas se pasaron de inmediato al partido del nuevo. El emperador nombró a Filípico nombrado magister militum per Armeniam.
El hermano de Heraclio, Teodoro fue nombrado curopalates, cargo que apareció en el reinado de Mauricio y que implicaba el control efectivo del palacio y de las fuerzas militares acantonadas en la capital.
Nicetas, el primo de Heraclio, se hizo cargo del control de Palestina y Siria. En Cartago, el padre Heraclio el Viejo y Gregorio, controlaban las provincias occidentales del Imperio.
Heraclio (610 – 641)
Cuando Heraclio se hizo con el poder el Imperio se encontraba en una situación desesperada: Focas había dejado el Danubio desguarnecido, permitiendo el avance de los ávaros en los Balcanes. Los sasánidas habían ocupado Armenia, Capadocia y Mesopotamia.
Guerra con los sasánidas
En 611 los sasánidas invadieron Siria y entraron en Anatolia. Los persas devastaron parte de Asia Menor, y capturaron Calcedonia, población ubicada frente de Constantinopla al otro lado del Bósforo. Mientras tanto, los ávaros y los eslavos se aprovecharon de la situación para invadir los Balcanes, asediando Constantinopla. En 613, el ejército persa tomo Damasco y Jerusalén en 614. Durante la siguiente década los persas consiguieron conquistar Palestina y Egipto, la principal fuente de aprovisionamiento de grano para el Imperio bizantino, a mediados de 621 la provincia entera estaba en su poder y devastaron Anatolia.
En el 622 se produjo el contraataque bizantino con ayuda de los jázaros, derrotando a los sasánidas en la batalla de Isos, tras una serie de victorias, levantó el cerco de Constantinopla y derrotó a los persas definitivamente en la batalla de Nínive en el 627.
El nuevo rey persa Khavad II Siroes, ofreció a Heraclio la paz, liberando los súbditos bizantinos que habían sido deportados a Persia, devolvió la Vera Cruz y se restituían las fronteras a su estado original, evacuando Armenia, Siria y Egipto, así como parte de Mesopotamia. Finalizando el conflicto que dejó a ambas potencias exhaustas facilitando el camino a la invasión de los árabes.
Para más información ver el capítulo “los sasánidas” – “Cosroes II”
Guerra con los ávaros y eslavos
En 611, Heraclio se hallaba sin dinero, con escasas fuerzas y sin un control efectivo sobre las provincias más ricas de Asia. Aprovechando esa mala situación en el año de 611, los ávaros volvieron a cruzar el Danubio empujando a su paso a los eslavos. Entre 611 y 614 cayeron Sirmium, Viminacium, Singidunum, más tarde caería Naisus. Más al oeste, sobre la costa dálmata en 614, o 615, Salona fue saqueada por los eslavos.
Los eslavos ponen sitio por segunda vez a Tesalónica en el 617/8 sin conseguir tomar la plaza, pero se retiraron después de pagar un rescate. Después le tocó el turno a Grecia, Macedonia, el Épiro y Tesalia fueron capturadas y saqueadas. En el 620 el khagan firmó una tregua con el emperador mediante el pago de un rescate.
En el 625 se debió producir el acuerdo entre el khagan ávaro y Cosroes II para iniciar el ataque conjunto contra Constantinopla, que se llevaría a cabo el año siguiente.
El khagan preparó su ejército en el norte que serían unos 100.000 efectivos que incluirían unos 30.000 ávaros, 20.000 utriguros y 50.000 eslavos y gépidos, así como prisioneros para realizar trabajos.
En los primeros días de junio de 626, un ejército persa de Sharbaraz con unos 30.000 efectivos, llegó ante los muros de Calcedonia. Los persas esperaron la llegada de los avaros, cuya vanguardia llegó poco después. Encendieron fuegos en su sector para que los persas y los habitantes de Constantinopla no tuvieran ninguna duda de sus intenciones. Los persas hicieron también señales de humo, comenzando el asedio de la ciudad.
El khagan llegó un mes después que su vanguardia el 29 de julio. El 31 de julio lanzó un ataque general que fue rechazado. El 1 de agosto se desencadenó un ataque formidable. Los guerreros bárbaros asaltaron los muros y colocaron docenas de catapultas, onagros, escorpiones, balistas y manteletes frente a la muralla; por todos los lados, para obligar a los defensores a dispersar sus máquinas de tiro e impedirles concentrar el fuego sobre el sector de San Romano hasta Apollondriu, donde se iba a realizar el ataque principal. Se emplearon 12 grandes torres de asedio móviles, tan altas como la muralla y cuyo propósito que los guerreros ávaros alcanzasen la muralla, mientras los eslavos lo intentaban con escaleras de asalto, pero los defensores lograron incendiar las torres. Por la noche echó sus barcos monoxilos junto al puente de San Calínico, pero los dromones bizantinos respondieron situándose desde San Nicolás a San Conon, cerrando el paso a los eslavos.
El día 2 de agosto al caer la tarde de ese día, los ávaros, transportaron los monoxilos en carretas de bueyes, y echar sus embarcaciones en Calae, un punto del Bósforo que deja la costa asiática a menos de 3 km de distancia, para transportar a los persas. Cuando regresaban 70 dromones bizantinos los aniquilaron.
Durante los siguientes días al desastre naval, los ávaros atacaron las murallas y prepararon las máquinas de guerra. El día 6 se lanzó un terrible ataque que, con el objeto de cansar a los defensores, se alargó todo el día y toda la noche. Durante el mismo, un cuerpo de caballería pesada ávara se hizo con el control de Blaquernas y se fortificó allí contra los intentos de contraataque bizantinos. Al día siguiente, el khagan ordenó el ataque final tratando de conseguir que los bizantinos concentraran su atención en la muralla terrestre, mientras los eslavos con sus monoxilos repletos de infantes pesados utriguros y gépidos, se lanzarían con sus barcas entrelazadas, para cargar contra los dromones bizantinos. Una vez superado el bloqueo naval romano, los monoxilos se dirigirían a toda velocidad hacia el sector de Blaquernas con el objeto de sorprender a los defensores y escalar la muralla.
Fue un auténtico desastre para los bárbaros, pues miles de hombres murieron por los arqueros bizantinos de los dromones o ahogados al ser embestidos sus barcos por las quillas de los navíos bizantinos. Los que llegaron a la costa, fueron matados.
Al día siguiente los ávaros desmontaron máquinas y campamento, prendiendo fuego a todo y se retiraron.
Tras su derrota ante los muros de Constantinopla, todo el prestigio del khagan se evaporó. Así, en Moravia, Samo, primer rey de los eslavos, se alzó contra él y entró en contacto con Heraclio. En la región situada al sur del Danubio, serbios y croatas se asentaban, con el permiso del emperador y desafiando al khagan ávaro.
En el 630 murió el khagan ávaro Aganos, Kovrac, el sucesor del khan utriguro Orjana, se alzó en 630 contra el khagan y lo derrotó, pero debieron dejar a los búlgaros la zona norte del mar Negro, llamada Antigua Gran Bulgaria (632). Los ávaros sobrevivieron, pero dejaron de constituir una amenaza para Bizancio y nunca volvieron a ser el formidable poder que fueron antes de 626.
Guerra contra los árabes
El primer conflicto bélico entre bizantinos y musulmanes fue la Batalla de Mu’tah, en septiembre de 629. Una pequeña fuerza de musulmanes atacó la provincia de Arabia Pétrea cerca de Al Karak, pero fue rechazada, posiblemente entre aliados de ambas potencias.
Después de haber conquistado Irak, Abu Bakr volvió sus ojos hacia Palestina y Siria y envió cuatro ejércitos pequeños para que operaran de manera independiente en las zonas de frontera al este del mar Muerto y el valle del río Jordán. Estas fuerzas lograron infligir a los bizantinos la primera derrota en la batalla de Dathin.
Sin embargo, la verdadera conquista empezó con la llegada de Jalid ibn al-Walid después de una marcha desde Irak que llegó por sorpresa a Tadmur (Palmira).
En julio de 634 tuvo lugar la batalla de Adjnadayn o Adjnadain, se enfrentaron unos 15.000 árabes a unos 10.000 bizantinos mandados por Teodoro, hermano del emperador Heraclio, siendo derrotados los bizantinos.
En enero del 635, Jalid se dirigía a damasco y se enfrentó a los bizantinos en la batalla de Fahl, Pella o del Barro, los bizantinos fueron derrotados y se retiraron. Los bizantinos intentaron cortar el paso en Marj al Suffar “el Prado Dorado”, donde se desarrollo una batalla en el que los bizantinos fueron nuevamente derrotados. La ciudad de Damasco caería en septiembre.
En el 636 tuvo lugar la decisiva batalla de Yarmuk, que duró seis días de 14 al 16 de agosto, se enfrentaron de 30 a 40 mil bizantinos contra 25 a 30 mil musulmanes, siendo los bizantinos derrotados.
Cuando las noticias del desastre llegaron al emperador bizantino Heraclio que estaba enfermo en Antioquía, quedó devastado y enfurecido. Abandonó Siria con la reliquia de la Vera Cruz, que fue, junto con otras reliquias sacadas de Jerusalén, en secreto. El Basileo comenzó a concentrarse en sus fuerzas restantes para la defensa de Anatolia y Egipto.
En 637 tras lo que Jalid marchó a Alepo que se rindió en octubre del año 637. El ejército musulmán se trasladó a través de Harim y se acercó a Antioquía desde el este. Fuerzas bizantinas intentaron presentar oposición al avance islámico cerca del río Orontes en la batalla del Puente de Hierro pero fueron derrotados, sufriendo tantas bajas como en Yarmuk. Antioquía que se rindió el 30 de octubre de 637.
Egipto caería en el 640 tras la derrota bizantina en la batalla de Heliopolis.
Para m´ss información ver el capítulo “los árabes” – “Conquista árabe de Egipto”
Heraclio murió el 11 de febrero del 641, siendo sucedido por Constantino III. Fue responsable de la introducción del idioma griego como la lengua oficial del Imperio Romano de Oriente, abandonando definitivamente el latín.
Sucesión de Heraclio
Constantino III Heraclio solamente gobernó seis meses pues murió de tuberculosis. Durante su reinado se perdió Egipto totalmente. Fue sucedido por Heraclio II, pero la sospecha de que él y su madre Martina habían envenenado a Constantino, terminó con el derrocamiento del emperador, que, junto con su madre, fue sometido a una mutilación. Esta fue la primera vez en que un emperador reinante fue sometido a esta práctica, probablemente adoptada de los persas.
Constante II (641-668)
Constante II fue proclamado nuevo emperador, poniendo fin a las luchas familiares por la sucesión a la muerte de Heraclio.
Sublevación del Exarcado de Gartago (647)
El exarcado bajo un tal Gregorio se declaró en rebelión abierta y se proclamó emperador. Cartago estaba inundado de refugiados procedentes de Egipto (sobre todo melquitas), de Palestina y de Siria, exacerbando las tensas relaciones religiosas. Los árabes aprovecharon la ocasión y atacaron el exarcado, haciendo un favor al Imperio Bizantino. Sintiendo el inminente peligro de las fuerzas musulmanas, Gregorio reunió a sus aliados e inició una confrontación directa con los musulmanes, siendo derrotado en la batalla de Sufetula; que era en realidad la capital del nuevo exarcado bajo el gobierno de Gregorio, que se había movido al interior para una mejor defensa contra las ofensivas bizantinas desde el mar. Cartago volvió a ser la capital del exarcado. Después el exarcado se convirtió en un estado semidependiente bajo un nuevo exarca llamado Gennadius.
Guerra con los árabes
En el 646, la flota bizantina reconquistó brevemente Alejandría y saqueó buena parte del delta del Nilo. Esta intervención bizantina convenció al entonces califa Otman de la necesidad por parte árabe de la construcción de una flota competente. Muawiyah comenzó a construirla en Tripoli, Sidon y Acre.
Dos años después zarpo desde Acre la primera flota, liderada por Muawiyah y se dirigió hacia Egipto, donde los musulmanes recibieron el apoyo de los coptos, cristianos nativos que habían tenido serios problemas con los bizantinos.
Juntos, musulmanes y coptos, atacaron Chipre y lo saquearon. Los chipriotas también prometieron a los árabes su ayuda contra los bizantinos. Aunque no cumplieron su promesa y se rebelaron contra la débil guarnición que los árabes habían dejado allí.
Batalla de de Finike o de los Mástiles (655)
En el 653, Muhawiyah volvió a Chipre, esta vez con una flota de 500 barcos. Sabiendo lo que les esperaba, los chipriotas huyeron a las montañas de la isla. Los musulmanes volvieron a saquear la isla, y esta vez, dejaron una gran guarnición de 12.000 hombres.
Al año siguiente, diversas flotas árabes atacaron Creta y Rodas. Estos ataques, cada vez más cerca de Constantinopla, obligaron a la flota bizantina a presentar batalla.
Y el año siguiente, 655, ambas flotas se encontraron cerca del monte Phoenice, cerca de la actual ciudad de Finike, en la llamada batalla de Finike o de los Mástiles. La flota bizantina disponía de 500 buques, mientras los árabes disponían de 200. Sabedores de su inferioridad como marinos, los árabes utilizaron una nueva táctica, la táctica de la “gran isla”. Con gruesas cuerdas y cadenas unieron varios de sus barcos, formando una especie de islas artificiales. Desde allí lanzaban garfios a los barcos bizantinos, arrastrándolos hacia ellos. Una vez los barcos bizantinos estaban al lado de la isla artificial, fueron presa fácil para la infantería árabe.
Otra causa de la derrota fue la pésima dirección de la flota por parte del emperador bizantino, Constante II, que ni siquiera se tomó la molestia de poner sus navíos en formación, facilitando la táctica musulmana. La lucha duró menos de un día, y las pérdidas fueron severas por ambos bandos. Pero la derrota fue de los bizantinos. El emperador Constante II escapo gracias a intercambiar su ropa con un simple marinero. Para terminar de empeorar las cosas, cuando el resto de la flota bizantina se retiraba, una fuerte tormenta diezmo lo que queda de ella.
Los musulmanes no tuvieron oposición para asolar toda la costa del mar Egeo, conquistando y saqueando Tesalónica, llevándose sus riquezas. Sin embargo, la ofensiva musulmana se detuvo a la muerte del califa Utmán en 656, que abrió un periodo de guerra civil en el seno del Califato.
Guerra contra los eslavos
En los Balcanes, los eslavos acampaban a sus anchas, haciéndose dueños de gran parte del territorio europeo del Imperio. Aprovechando la calma con los árabes, en plena guerra civil, el Basileo se dirigió a Europa y planeó una campaña en 658, en la que tuvo un gran éxito, obligando a los eslavos de Macedonia a reconocer la soberanía bizantina, obteniendo gran cantidad de prisioneros, que fueron asentados en Asia menor. Se sabe que unos 5.000 eslavos se pasaron a los árabes y fueron asentados en Siria.
Guerra en Italia
En el 643, los lombardos derrotaron a Isacio, el exarca de Ravena y gobernador del Imperio en Italia, en la batalla del río Scultenna (actual Pinnaro), lo que permitió al rey Rotario romper la frontera bizantina y tomar las ciudades de Oderzo y Módena, para pasar luego a Liguria y tomar Génova y Luna. El caos se desató en la Italia Bizantina debido a los ataques bárbaros y a las luchas internas.
Entre 661 y 662 el emperador se trasladó a Italia. Existen varias especulaciones sobre las razones últimas de este traslado. Parece ser que el Emperador quería reorientar el centro de su imperio a las provincias occidentales del mismo ante la amenaza musulmana. Otros consideran que se había convertido en un emperador con demasiados enemigos en Constantinopla y que buscaba alejarse de ellos. Constante II se convirtió en el primer emperador que visitaba Roma. En Italia se enfrentó a los longobardos que dominaban el norte de la península, siendo derrotado por ellos, así que abandonó Italia y se estableció en Siracusa (Sicilia), a donde trasladó la capital del Imperio; una decisión que resultó ser tremendamente impopular. Nombró a sus hijos Constantino, Heraclio y Tiberio coemperadores. El 15 de septiembre del año 668 fue asesinado en Siracusa por un sirviente mientras estaba en el baño.
Constantino IV Pogonato (668-685)
Asedio árabe de Constantinopla (674-678)
El primer reto al que se tuvo que enfrentar Constantino IV fue el rearme del poder árabe. Los árabes habían estado sumidos en los últimos años en una guerra civil del que resultó finalmente triunfante el califa omeya Muawiyah I. Los árabes habían acabado su guerra civil y el nuevo Califato Omeya decidió atacar a los bizantinos para derrotarlos definitivamente.
Tras su victoria en la guerra civil, Muawiyah lanzó una serie de ataques contra las posesiones bizantinas en África, Sicilia y Oriente. La campaña del 669 demostró claramente a los árabes la posibilidad de un ataque directo a Constantinopla, así como la necesidad de contar con una base de abastecimiento en la región. La encontraron en la península de Cícico (Cyzicus) en la orilla meridional del mar de Mármara, donde la flota de Fadhala ibn Ubayd invernó el 670/1. Muawiyah entonces comenzó a preparar su asalto final a la capital bizantina. Primero se aseguraron puntos fuertes y bases a lo largo de la costa, y después Cícico sería la base desde donde, Constantinopla sería bloqueada por tierra y mar.
En consecuencia, en 672 tres grandes flotas musulmanas fueron enviadas para asegurar las vías marítimas y establecer bases entre Siria y el Egeo. La flota de Muhammad ibn Abdallah invernó en Esmirna, una flota bajo tal Qays (tal vez Abdallah ibn Qays) invernó en Licia y Cilicia, y una tercera flota, bajo Khalid, se unió a ellos más tarde. Según Teófanes, el emperador Constantino IV, al enterarse de la aproximación de las flotas árabes, comenzó a equipar su propia flota para la guerra.
En 673, otra flota árabe, bajo Gunada ibn Abu Umayya, capturó Tarso en Cilicia, así como la isla de Rodas. Esta última, ubicada a medio camino entre Siria y Constantinopla, se convirtió en una base de abastecimiento y centro para las redadas navales musulmanas. Su guarnición de 12.000 hombres era rotada regularmente a Siria, una pequeña flota fue adjudicada a ella para la defensa y la incursión, y los árabes incluso sembraron el trigo y trajeron los animales para pastar en la isla. Los bizantinos intentaron desbaratar los planes árabes con un ataque naval contra Egipto, pero fracasó. A lo largo de este período, las incursiones por tierra en Asia Menor continuaron, y las tropas árabes invernaron en el Imperio Bizantino.
En 674, la flota árabe zarpó de sus bases en el Egeo Oriental y entró en el mar de Mármara. Según el relato de Teófanes, desembarcaron en la costa de Tracia cerca de Hebdomón en abril, y hasta septiembre se enfrentaron constantemente con las tropas bizantinas. Como dice el cronista bizantino: «Todos los días había un enfrentamiento militar desde la mañana hasta la noche, entre los salientes de la Puerta Dorada y el Kyklobion, con ataques y contraataques«. Entonces los árabes partieron y se dirigieron a Cízico, levantando un campamento fortificado para pasar el invierno. Esto estableció el patrón que continuó durante el asedio: cada primavera, los árabes cruzaban el Mármara y asaltaban Constantinopla, retirándose a Cícico a pasar el invierno. De hecho, el «asedio» de Constantinopla fue una serie de enfrentamientos alrededor de la ciudad, que duraría 4 años. Mientras tanto, los eslavos atacaron Tesalónica y ayudaron a los árabes a sitiar Constantinopla por tierra.
Los detalles de los enfrentamientos alrededor de Constantinopla no están claros, ya que Teófanes condensa el asedio en su relato del primer año, y los cronistas árabes no mencionan el asedio, sino que simplemente proporcionan los nombres de los líderes de expediciones no especificadas en territorio bizantino. Así, de las fuentes árabes solamente se sabe que Abdallah ibn Qays y Fadhala ibn Ubayd asaltaron Creta e invernaron allí en 675, mientras que en el mismo año Malik ibn Abdallah dirigió un ataque a Asia Menor. Los historiadores árabes Ibn Wadih y al-Tabari informan que Yazid fue enviado por Muawiya con refuerzos a Constantinopla en 676, y registra que Abdallah ibn Qays dirigió una campaña en 677, cuyo objetivo es desconocido. Al mismo tiempo, los bizantinos tuvieron que hacer frente a un ataque eslavo en Tesalónica y los ataques de los lombardos en Italia.
Tras sucesivos asaltos no consiguieron superar las murallas. Entre los muertos en los ataques estaba Abu Ayyub al-Ansari, el portaestandarte del Profeta y último sobreviviente de sus compañeros (ansari). Su tumba en Eyüo es uno de los lugares más sagrados para los musulmanes en Estambul.
Finalmente, a principios de 678, Constantino IV resolvió enfrentarse a los sitiadores árabes en un ataque directo. Su flota, equipada con fuego griego, engañó a la flota árabe. Ambas flotas se enfrentaron en la batalla de Syllaeum o Silaeo, en Pamfilia, al sur de Turquía, siendo la primera vez que se registra el uso del fuego griego, la flota árabe fue derrotada, cuando la flota árabe se retiraba, sufrió una tormenta que destruyó casi todas sus naves.
Al mismo tiempo, el ejército musulmán en Asia Menor, bajo el ejército de Sufyan ibn Awf, fue derrotado por el ejército bizantino bajo los generales Phloros, Petron y Cipriano, perdiendo 30.000 hombres según Teófanes. Estas derrotas obligaron a los árabes a abandonar el sitio en 678.
La derrota árabe aumentó el prestigio de los bizantinos, que firmaron la paz con el Califato Omeya a cambio de un tributo anual que el califa debía pagar al Emperador. Constantino IV recibió enviados de los ávaros y de los eslavos de los Balcanes, recibiendo regalos y felicitaciones y reconociendo la supremacía bizantina.
Guerra con los búlgaros
Asparukh khan de los búlgaros comenzó a atacar los territorios tracios del Imperio bizantino, cruzó el Danubio con unos 30.000 guerreros derrotando a los bizantinos.
En el 680, el emperador Constantino IV decidió castigar a los búlgaros por su ataque y lideró un ejército de 50.000 hombres contra Asparukh. Los búlgaros retrocedieron y se refugiaron en la zona pantanosa de Ongala en el sur de Besarabia, al norte del Danubio. Allí se refugiaron en un campamento fortificado por muros de madera. Los bizantinos fueron derrotados.
Los ejércitos búlgaros y eslavos avanzaron hacia el sur a través de los Balcanes, derrotando nuevamente a los bizantinos, que se vieron obligados a firmar un humillante tratado de paz reconociendo la existencia del Primer Imperio Búlgaro en 681, y obligándose a pagar un tributo anual a Bulgaria.
Para más información ver el capítulo “los búlgaros” – “la Primitiva Gran Bulgaria”
Justiniano II Rhinotmetos (685-671)
Mas conocido por el de la Nariz de Oro, sería el último gobernante de la dinastía Heracliana.
El nuevo emperador se encontró el problema árabe encauzado y lo remató incrementándoles los impuestos a los omeyas y arrebatándoles Chipre, Armenia y Georgia.
Ello le dejó las manos libres para afrontar a los búlgaros, a los que derrotó en una brillante campaña, aunque acogió a muchos de ellos como soldados y colonos en territorio fronterizo anatolio para que hicieran de tapón contra los árabes.
En 695 fue depuesto en una violenta revolución que supuso el linchamiento de sus colaboradores. A él le perdonaron la vida pero le cortaron la nariz como castigo y después le desterraron al Quersoneso, actual Crimea. A partir de entonces fue conocido por el apodo de Rhinotmetos, es decir, Nariz Cortada, teniendo que usar una prótesis de oro, de ahí la Nariz de Oro. Allí entró en contacto con el khan de los búlgaros, Tervel, y se aseguró su apoyo a cambio de promesas de dinero y de la entrega de una corona de César.
Mientras Justiniano II estaba en el exilio grandes cambios se produjeron en Constantinopla. Leoncio en nuevo emperador, fue incapaz de retener el trono mucho tiempo. En 698 los árabes tomaron Cartago, la última posesión bizantina en África. La flota enviada para recuperar la ciudad solamente pudo retenerla por un corto espacio de tiempo y tuvo que regresar. A la vuelta los oficiales se declararon en rebeldía, mataron a su comandante Juan y escogieron como emperador a Cibirreotas Apsimar, que cambió su nombre por el más conveniente Tiberio y aceptó la púrpura.
Justiniano regresó al frente de un ejército búlgaro -este reino le había acogido-, se las arregló para infiltrarse en Constantinopla y recuperar el imperio perdido.
A continuación desató la represión contra sus enemigos, los dos antiguos emperadores fueron pasados encadenados por Constantinopla y pateados por los caballos en el hipódromo, porque fue aprovechada por los árabes, que en 709 asediaron Tiana, una de las fortalezas más importantes de la región fronteriza con Capadocia. El ejército bizantino que les hizo frente era insuficiente y estaba mal dirigido, ya que los hombres mejor capacitados habían sido víctimas del terror. Fue derrotado, a consecuencia de lo cual Tiana, agotada por el asedio prolongado y privada de toda esperanza, se rindió al enemigo. Los árabes no parecen haber encontrado la menor oposición durante sus incursiones a Cilicia en 710 y 711, y pudieron ocupar varias fortalezas. Un pequeño destacamento árabe se atrevió a avanzar hasta Crisópolis, a la vista de Constantinopla.
Justiniano II como muestra de gratitud, dio a los búlgaros una gran cantidad de oro, plata y seda, así como la zona de Zagore en el norte de Tracia, que constituyó la primera expansión territorial del país al sur de las montañas balcánicas.
Tres años después, Justiniano se consideró lo suficientemente fuerte como para invadir Bulgaria y restablecer su dominio sobre esas tierras, siendo estrepitosamente derrotado en la Primera Batalla de Anquialo en el 708, teniendo que firmar la paz con Tervel.
En el 711 envió una expedición contra Qerson, el ejército y la flota imperiales fueron mandados a exterminar a la población, pero se rebelaron bajo el liderazgo de un oficial armenio llamado Bardanes, que fue proclamado emperador. Justiniano se encontraba en aquel momento de camino a Armenia y fue incapaz de regresar a tiempo para defender la ciudad. Fue arrestado y ejecutado en las afueras de la ciudad de Damatrys, en Bitinia, en diciembre de 711. Al oír la noticia de la muerte de Justiniano; la madre de Justiniano tomó a su hijo de seis años, el coemperador Tiberio y lo llevó a la iglesia de Santa María en Blaquernas, tratando de evitar que fuera asesinado. Sin embargo, los hombres de Bardanes arrancaron al niño del altar, lo sacaron de la iglesia y una vez fuera lo asesinaron, poniendo así fin a la dinastía de los Heráclidas.