¡Ayúdanos a mejorar el blog!
Si ves alguna palabra mal escrita, o frase que no tenga mucho sentido, es muy fácil hacérnoslo saber. Sólo tienes que seleccionar las palabras que te resulten sospechosas y pulsar las teclas CONTROL y ENTER. Se abrirá un formulario con el texto seleccionado, y con pulsar enviar recibiremos tu notificación.
También puedes abrir el formulario pulsando el siguiente botón
El Khan Krum (803-814)
Krum ascendió en el 803, tenía el control de las vastas tierras entre el río Tisza, los Cárpatos y el río Dniéster, estableciendo la capital en Pliska.
En el 805, los búlgaros mataron y capturaron a los ávaros restantes, y anexaron sus tierras del este de Hungría y Transilvania hasta Bulgaria. Los búlgaros pusieron al khagan en fuga y capturaron a una gran cantidad de soldados ávaros, años más tarde, estos últimos servirían en las guerras de los búlgaros contra Bizancio. Las tribus eslavas que vivían en esas tierras, después de ser liberadas del yugo ávaro, reconocieron el poder del kan búlgaro. El conflicto se prolongó hasta el año 807.
Esta victoria dio como resultado el establecimiento de una frontera común entre el Imperio Franco y Bulgaria.
Guerra de Krum contra Niceforo I
A primeros del el año 807, Krum habían iniciado sus ataques contra la región del río Estrimón. Los movimientos expansionistas del kan búlgaro, empezaron a preocupar a los bizantinos. En el año 807 el emperador bizantino Nicéforo I mandó una expedición contra los búlgaros. A mitad de camino (cerca de Adrianópolis) se vio obligado a volver, porque se enteró de una conspiración en su capital. En respuesta de Krum por los movimientos del Emperador, fue ayudar a los rebeldes eslavos, los habitantes del valle del río Estrimón, destruyeron la unidad enviada en ayuda de los bizantinos (unos 12.000 hombres) y unieron su territorio a los dominios de Krum.
En 809 Krum puso sitio a Serdica (Sofía), a pesar de las impresionantes fortificaciones y aniquilando la guarnición (unos 6.000), muchos oficiales bizantinos, entre ellos un ingeniero árabe llamado Eumathius, se rindieron a los búlgaros. El triunfo de Krum se vio ensombrecido por la expedición en represalia del emperador Nicéforo, cuyo ejército avanzaba a marchas forzadas a través del territorio búlgaro, llegando a su capital en Pliska y, al parecer, la tomaron.
En el camino de regreso el ejército bizantino se detuvo en Serdica, donde el Emperador ordenó a los soldados que la reconstruyeran. La guarnición de la fortaleza fue establecida en Asia, después de que el ejército imperial regresara victorioso a Constantinopla.
A pesar de terminar la reconstrucción de Serdica y dotarla de una nueva guarnición, la campaña de 809 no eliminó el peligro de los búlgaros en el extremo norte del Imperio. Durante esta campaña, el emperador no pudo tener un enfrentamiento directo con el ejército del Kan, por lo que el poder búlgaro permanecía aún intacto. Se sabe que a partir del año 809 el Kan recuperó el control del territorio, y cambió el nombre de la ciudad de Serdica por Sredets (derivado de la palabra eslava “centro” de la búlgara “medio”). El nuevo nombre se mantuvo hasta el año 1376.
La única opción para detener el expansionismo del khan en la región de Macedonia y recuperar el control sobre el territorio perdido ante los búlgaros, era destruir al Imperio Búlgaro o, al menos, debilitar su poder.
Conquista de Pliska (811)
En 811, el emperador Nicéforo y su hijo Estauracio prepararon otra campaña en el territorio búlgaro. La preparación del ejército fue larga y cuidadosa. Se reunieron tropas de todo el Imperio, ya que no había amenaza de los sarracenos en aquel momento, se trajeron tropas de las themas orientales, las de Anatolia bajo el mando de Romano, las de Armania bajo el mando de Leo. También llevó la Guardia Imperial o Tagmata. A ellos se unieron un número importante de tropas irregulares, armados con palos y hondas, que esperaban una victoria rápida y saqueo. En total, las fuerzas bizantinas se estiman entre 60.000 y 80.000 efectivos.
En mayo la gran expedición dejó Constantinopla y se dirigió a la fortaleza de Marcelae (cerca de Karnobat), donde estuvo varias semanas, probablemente esperando a las fuerzas anatolias y armenias. El kan Krum intentó negociar el día 11 de julio, pero Nicéforo estaba decidido a continuar su avance.
Marchó contra la capital Pliska sin hacer caso de la oferta de paz hecha por el Kan. Su ejército logró evitar las emboscadas búlgaras en los montes Balcanes y derrotó a un ejército enemigo de 12.000 hombres que trató de detener su avance en Mesia. La guarnición búlgara de unos 13.000 hombres fue arrollada y sucumbió hasta el último hombre. Otro destacamento (aproximadamente 50.000), que el Kan envió en socorro, fue derrotado ante las murallas de Pliska.
El 20 de julio entró el ejército en la capital, donde los soldados tuvieron libertad para saquear lo que hubiera en la ciudad y la región próxima, incluidas las cavas privadas de Krum y los boyardos de la corte búlgara. Después el palacio real y la mayor parte de la ciudad fueron incendiadas de forma premeditada.
El tesoro del Kan pudo encontrarse y se repartió entre los soldados y oficiales, aunque una parte importante pasó a las arcas del Tesoro Imperial. Los bizantinos cometieron atrocidades en la ciudad de Pliska: se dice, “ordenó llevarse a los niños pequeños, atarlos sobre la tierra y hacer pasar sobre ellos piedras de moler grano para triturarlos”. Durante su estancia en la capital del Kan, este hizo una segunda oferta de paz al emperador bizantino: “observa, tú has triunfado, toma aquello que desees y marcha en paz”. Nicéforo no se dignó contestar. El ejército imperial saqueó la zona, matando al ganado, quemando las aldeas y destruyendo las reservas de alimentos.
Batalla del paso de Varbitsa o de Pliska (811)
Nicéforo estaba decidido a acabar de una vez para siempre con el imperio Búlgaro y decidió perseguir al khan que había huido con su gente a las montañas.
La marcha fue muy lenta. En ningún momento encontraron seria resistencia. Se alcanzó la cordillera de los Balcanes y, sin muchas precauciones, las tropas avanzaron a través de un amplio valle de un rio (posiblemente el actual Tica). Krum no había permanecido inactivo, con oro y promesas había obtenido el apoyo de un número muy importante de mercenarios ávaros y eslavos, al mismo tiempo que vigilaba la progresión de los bizantinos.
Nicéforo y sus comandantes estaban convencidos de haber aniquilado la mayor parte de las huestes del khan y suponían a éste huyendo hacia el norte para no ser capturado.
Hacia el 23 de julio, el ejército bizantino ocupó la cuenca del Tica y posiblemente desplegó sus fuerzas para saquear y destruir de granjas y pueblos en donde abundaba el agua, la caza, los pastos y el ganado. Al día siguiente, los mandos imperiales recibieron la noticia de que las salidas del valle por los pasos de Kotel, Varbitsa y Richky estaban bloqueadas por unas descomunales empalizadas con foso. Las alturas estaban ocupadas por guerreros que se dejaban ver y cuyo número seguramente aumentaba a cada hora que pasaba.
El plan inicial de Nicéforo era marchar a través de Moesia y llegar Serdica (actual Sofia) antes de regresar a Constantinopla, pero las noticias de los preparativos para la batalla, le hicieron cambiar opinión y regresar por el camino más corto a su capital, por el paso de Varbitsa.
En la madrugada del 26 de julio los bizantinos se vieron atrapados por empalizadas al frente y en la retaguardia el paso Varbitsa, quedando bloqueados.
Dado el tamaño del ejército bizantino tuvo que acampar en varios campamentos separados.
Los búlgaros atacaron el campamento imperial cuando sus integrantes estaban todavía medio dormidos. Pillados por sorpresa los bizantinos opusieron una defensa débil y descoordinada que se vino abajo rápidamente.
Nicéforo probablemente murió en el ataque por sorpresa e incluso algunas fuentes hablan de que fueron los propios bizantinos los que le mataron movidos por el odio que supuestamente profesaban al “avaricioso” emperador que les había conducido al desastre. Su hijo Estauracio fue salvado por la Guardia Imperial, que le retiró del campo de batalla, después de recibir una herida paralizante en el cuello.
El ejército bizantino cayó en el pánico y se produjo una desbandada general. El primer gran obstáculo en la huida parece que fue río difícil de vadear, muchos se ahogaran, los búlgaros venían detrás y se cuenta que atravesaron el río pisando sobre la masa de cadáveres bizantinos.
Los que consiguieron cruzar el río se encontraron con el muro de troncos o empalizada que les cortaba el paso, esta empalizada esta estaba reforzada con un foso profundo por delante, algunos se cayeron mientras trepaban, otros que conseguían cruzarlo se. Otros fugitivos se escondieron en las montañas y espesuras siendo cazados sin piedad por los búlgaros. Muy pocos consiguieron sobrevivir al desastre. Los bizantinos sufrieron 16.000 muertos en la batalla.
Krum ejerció la máxima ostentación de su triunfo. El cuerpo de Nicéforo fue empalado y expuesto durante días, ante búlgaros y cautivos. Después seccionaron la cabeza, y la calavera descarnada se cubrió de plata para confeccionar una copa con la que, se dice, el kan brindaba (según una antigua tradición esteparia, probablemente escita) a la salud de sus boyardos y los líderes eslavos en los banquetes. Esto aumentó la reputación de su brutalidad, y junto con sus invasiones posteriores y saqueos de los territorios bizantinos, le valieron el sobrenombre de “Nuevo Senaquerib”.
Bulgaria, que también sufrió grandes pérdidas y grandes daños materiales durante la campaña de Nicéforo, tuvo que reorganizar su ejército y sus recursos y no pudo avanzar hasta el siguiente año.
Guerra de Krum contra Miguel I Rangabé
Estauracio se vio obligado a abdicar después de un breve reinado (murió de sus heridas en 812), y fue sucedido por su cuñado Miguel I Rangabe.
En el 812 Krum una vez recuperado su ejército, inició de nuevo los ataques que se concentraron principalmente en Tracia, pero también a lo largo del valle del río Strymón (Struma). Tomó Develt y asustando a la población de las fortalezas cercanas a huir hacia Constantinopla, muchos pueblos fueron capturados y su población fue enviada lejos al norte más allá del Danubio.
El ataque creó tal pánico entre la población bizantina que varios pueblos fueron abandonados, incluso sin ser atacados por los búlgaros. Los intentos de Miguel I para resistir fueron infructuosos, organizó un ejército, pero poco después de partir de Constantinopla, tuvo que regresar de inmediato debido a una conspiración.
Mientras tanto, los búlgaros siguieron atacando a Tracia, pero en el otoño de 812 se les ofreció la paz. La delegación búlgara fue encabezada por Dobromir, pero el emperador bizantino se negó a concluir la paz debido a «sugerencias de sus asesores más extremistas«, como dice el historiador Teofanes. Sin embargo, la verdadera razón sería muy probablemente el punto 3 del Tratado bizantino-búlgaro de 716 que declaraba que «Los refugiados (emigrantes, desertores, etc.) de ambos bandos serán entregados mutuamente, si conspiran contra las autoridades«. Ese punto era importante para los bizantinos durante el siglo VIII porque la autoridad de sus emperadores se debilitó, pero después de la crisis en Bulgaria a mediados del siglo VIII, se convirtió en un inconveniente para ellos.
En respuesta a la negativa, los búlgaros sitiaron Mesembria (Nesebar). Tenían excelentes máquinas de asedio construidas por un emigrante árabe y pronto capturaron la ciudad donde encontraron 36 sifones de cobre utilizados para lanzar ”el fuego friego” que era el arma “Top Secret” de los bizantinos, pero no consiguieron la fórmula del fuego griego. También consiguieron una gran cantidad de oro y plata.
Batalla de Versinikia (813)
Durante el invierno de 812/3, el Kan Krum inició intensos preparativos para un ataque contra Bizancio y Miguel se estaba preparando para la defensa.
En febrero de 813 las fuerzas búlgaras hicieron varias incursiones de reconocimiento en Tracia, pero rápidamente se retiraron tras varios enfrentamientos con los bizantinos. La retirada fue considerada por el emperador bizantino como una victoria «de acuerdo con la providencia de Dios» y le animó a contraatacar. Miguel llamó a las tropas de todo el imperio: Siria, Cilicia, Isuaria, Galacia y Capadocia que habían tenido algunos éxitos contra los árabes. Se dirigieron al norte con una fuerza de 30.000 hombres, con la esperanza de una victoria decisiva.
Al parecer hubo disturbios en el ejército, y la campaña se retrasó. Pero finalmente las tropas partieron de Constantinopla a finales de abril. La salida fue una celebración y la población de la ciudad, incluyendo la emperatriz, acompañó a las tropas fuera de la muralla de la ciudad. Incluso dieron regalos a los comandantes militares y los invocaron para proteger al emperador y luchar por los cristianos.
Tal vez por temor o por el tamaño menor, el ejército bizantino no parecía tener prisa. Marcharon hacia el norte, pero no tomaron ninguna acción para recuperar Mesembria.
El 4 de mayo, hubo un eclipse solar que asustó a los soldados bizantinos y bajó su moral. Acamparon en las inmediaciones de Adrianópolis (Edirne) dedicándose al robo y al saqueo en propio país. Esta acción dice mucho acerca de la calidad de las tropas y su disciplina.
Krum condujo su ejército al sur, con 12.000 hombres, hacia Adrianópolis (Edirne) y acamparon al norte de la fortaleza de Versinikia.
Miguel acampó al sur de la fortaleza. A pesar de la superioridad numérica, logística y estratégica del ejército bizantino, no se enfrentó a los búlgaros. El Emperador y sus generales debían estar asustados de los búlgaros o de la “mala calidad» de sus tropas. Así que ninguna de las partes inició ataque alguno durante dos semanas en el caluroso verano de Tracia.
Cualquier comandante experimentado habría entendido que dejar el ejército inactivo en malas condiciones socava la eficacia en el campo de batalla.
Pero los búlgaros tampoco tenían prisa en atacar, dedicándose a hostigar al ejército bizantino y asaltar sus líneas de comunicación.
Los comandantes bizantinos fallaron en esa prueba de nervios y resistencia. Algunos de ellos estaban ansiosos de atacar y el 22 de junio el estratego de Macedonia Juan Aplakis se dirigió al emperador Miguel y le dijo: «¿Cuánto tiempo vamos a esperar y morir?, atacaré el primero en nombre de Dios y me seguirás con valentía. Y la victoria será nuestra porque somos diez veces más que ellos«.
Finalmente, el 22 de junio de 813, ambos ejércitos desplegaron en el campo de batalla, Ambos situaron su infantería en el centro y la caballería en las alas. Los bizantinos tomaron la iniciativa y Juan Aplakis inició el ataque contra la infantería eslava, a la que hizo retroceder.
En este momento, el resto del ejército bizantino debería haberse unido a las fuerzas tracias y macedonias en el ataque para impedir la reagrupación de los búlgaros y derrotarles a continuación.
Esto nunca sucedió, bien porque Miguel I nunca dio la orden o bien porque las tropas bizantinas tuvieron miedo de moverse. El caso es que la caballería búlgara atacó y envolvió por ambas alas a la infantería de Aplakis.
Rodeados por todas partes, los infantes bizantinos fueron masacrados, el mismo Aplakis se encontró entre los caídos, aunque algunos hombres consiguieron escapar.
Estos acontecimientos llevaron el resto del ejército a perder el ánimo. Las tropas miraban a la matanza de los hombres Aplakis delante de ellos, mientras el Emperador dudaba en actuar.
Las unidades anatolias rompieron filas y huyeron. Viendo esto las tropas themáticas del centro perdieron la cohesión y se retiraron, incluso el emperador y su Guardia Imperial también se retiraron en la confusión.
El kan Krum en un principio pensó que la retirada bizantina era fingida para llevarles a una trampa Cuando se dio cuenta de que la retirada era auténtica retirada, ordenó su persecución.
Krum contraatacó con la caballería pesada sobre el flanco izquierdo, poniendo en fuga a los regimientos de caballería anatolios mandados el general León de Armenia, a los que siguieron todo el ejército bizantino, produciéndose la desbandada general.
La caballería de Krum los persiguió. Cada vez que los bizantinos oían los cascos detrás de ellos correrían más rápido, incluso arrojando sus armas y armaduras que fueron recogidas por los búlgaros. Algunos caballos por debilidad o por falta de agua también cayeron.
Los búlgaros no avanzaron mucho más allá del campamento imperial, saqueando el campamento y el tren de bagajes bizantino.
Las bajas bizantinas reales fueron ligeras. Las tropas tracias y macedonias bajo Aplakis que fueron duramente golpeadas durante la batalla perdieron entre 2.000 y 3.000 hombres. El Emperador y su escolta escaparon sin bajas. La división bajo el mando de León el Armenio consiguió volver a Constantinopla en buen estado. Varias unidades de infantería bizantinas, que fueron separadas de la caballería, se escondieron en diferentes fortalezas que posteriormente fueron tomadas por los búlgaros, una por una. La infantería restante logró encontrar su camino de regreso a Constantinopla.
Asedio de Constantinopla por Krum (813)
La derrota selló el destino del emperador Miguel I Rangabe. Con la conspiración en el aire, Miguel prefirió adelantarse a los acontecimientos, abdicando en favor del general León el Armenio y convirtiéndose en un monje (bajo el nombre Athanasios). Sus hijos fueron castrados y relegados a monasterios, uno de ellos, Niketas (renombrado Ignatios), convirtiéndose eventualmente en Patriarca de Constantinopla. Miguel murió pacíficamente el 11 de enero de 844.
La victoria en Versinikia empeoró aún más la sombría situación del Imperio Bizantino y dio al kan búlgaro la oportunidad de lanzar ataques en las inmediaciones de Constantinopla.
El camino a Constantionopla estaba despejado y el ejército búlgaro se dirigió directamente a la ciudad sin encontrarse ninguna resistencia. Todavía había varias fortalezas en Tracia que permanecieron en manos bizantinas, particularmente Adrianópolis, que fue sitiada por el hermano de Krum.
El 17 de julio de 813 el propio Krum llegó a las murallas de Constantinopla y estableció su campamento sin obstáculos. A la vista de los ciudadanos de Constantinopla, Krum, que era también el sumo sacerdote, hizo un sacrificio al dios búlgaro Tangra, realizó rituales paganos, entonces los búlgaros construyeron trincheras a lo largo de las murallas de la ciudad.
El nuevo emperador, León V, ofreció negociaciones a Krum que estuvo de acuerdo. Concertó un encuentro cerca de Constantinopla al que debían acudir sin armas. En realidad era una trampa para matar a Kan Krum de manera traicionera y eliminar la amenaza sobre el Imperio bizantino.
Durante las negociaciones, los bizantinos dispararon flechas a la delegación búlgara, matando a algunos de ellos, incluido el kavkan y otros altos funcionarios, pero Krum, con algunas heridas, consiguió escapar.
Enfurecido por la traición de los bizantinos, Krum ordenó destruir todos los barrios de extramuros de la capital, así como otras dos ciudades, que quedaron arrasadas hasta los cimientos. Los bizantinos capturados fueron asesinados y las riquezas de los palacios fueron enviadas a Bulgaria en carros. Tracia Oriental fue saqueada y toda la región devastada. Entonces Krum regresó a Adrianópolis (Edirne) y reforzó las fuerzas de asedio. Con la ayuda de mangoneles y de arietes obligó a la ciudad a rendirse.
Los búlgaros capturaron a 10.000 personas que fueron reasentadas en Bulgaria a través del Danubio. Otros 50.000 de otros asentamientos en Tracia fueron deportados allí. Durante el invierno Krum volvió a Bulgaria y lanzó la preparación seria para el asalto final en Constantinopla. Las máquinas de asedio debían ser transportadas a Constantinopla por 5.000 carros cubiertos de hierro arrastrados por 10.000 bueyes. Sin embargo, murió durante el apogeo de los preparativos el 13 de abril de 814.