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Kan Omurtag el “Constructor” (814-831)
Después de la muerte del kan Krum hubo un corto período de inestabilidad política en el país. Algunas fuentes bizantinas mencionan que Bulgaria fue gobernada por tres nobles Dukum, Ditseng y Tsog, lo más probable es que eran los generales de Krum con un papel de regentes del heredero Omurtag que era un niño.
El emperador bizantino León V el Armenio se aprovechó de la corta crisis en el verano de 814 y llevó a sus tropas contra los búlgaros. En la batalla que siguió cerca de la ciudad de Burtodizos o Bulgarophygon (la actual Babaeski) los bizantinos salieron victoriosos, Omurtag escapó del campo de batalla a uña de caballo. Sin embargo, la batalla no fue un golpe decisivo para los búlgaros, aunque ciertamente tuvo algún efecto.
Además de ese asalto, los bizantinos tomaron otras precauciones contra los búlgaros. A principios de 814 enviaron emisarios al rey franco Luis el Piadoso para hacer una alianza contra Bulgaria. Se desconoce si llegaron a un acuerdo, pero cuando la noticia de una posible alianza entre los dos imperios llegó a Pliska, los búlgaros decidieron firmar una paz con los bizantinos. El tratado era muy favorable para Bulgaria porque el país necesitaba paz. El ejército estaba agotado, la capital Pliska todavía estaba en ruinas después de la invasión de Nicéforo I en 811. El tratado fue respetado por ambas partes y se renovó después de la adhesión del nuevo emperador bizantino Miguel II al trono en 820.
En 821, Tomás el Eslavo, estratego del thema de Anatolios, se rebeló contra el emperador bizantino y sitió Constantinopla para tomar el trono imperial por sí mismo. El kan Omurtag envió un ejército para ayudar a Miguel II a poner abajo la rebelión que atacó a los rebeldes en la batalla de Kedouktos (invierno 822 o primavera 823)
En 818 las tribus eslavas de timocani, abodritas y branicevci (que habitaban las tierras del Danubio medio, antiguos dominios ávaros) se rebelaron y buscaron el apoyo del emperador franco Luis el Piadoso. Entre 824 y 826 Omurtag se acercó a la corte franca con un intento de buscar una solución diplomática del problema. Omurtag emitió un ultimátum en 826 y en 827 envió una flota a lo largo del Danubio y el Drava, que restauró el control búlgaro sobre porciones de Panonia suroriental. Los francos fueron derrotados en varias batallas menores.
Omurtag hizo una reforma administrativa y dividió el estado en grandes provincias llamadas comitates cuyos gobernadores eran nombrados directamente por los kanes (kanasubigis) y tenían autoridad militar y civil. Los comitates fueron divididos más adelante en regiones más pequeñas llamadas zhupas. La zona alrededor de la capital tenía un estatus especial. El ejército se integró y se unificó, ya no dependía de la infantería eslava y la caballería búlgara separadas. La importancia del kan, el kavkan (primer ministro) y el ichirgu-boila (chargobilya comandante militar de la capital) crecieron. Como resultado, a partir de las reformas, Bulgaria se consolidó y se centralizó.
Omurtag emprendió la construcción de obras a gran escala, restauró la capital Pliska, varios palacios y fortalezas a lo largo del Danubio, así como las residencias de khan en Tarnovo y Chepelare, rebibiendo el título de “el Constructor”.
Kan Presian (836-852)
A la muerte de Omurtag, subió al poder Malamir (831-836) que fue asesinado por no renunciar al cristianismo, siendo sustituido por Presian.
Presian, que era un joven inexperto en el momento de su adhesión, y los asuntos estatales pueden haber sido dominados por Isbul que era kavkan (primer ministro).
Una vez expirado el tratado de paz de 20 años entre el Imperio bizantino y búlgaro, el nuevo emperador Teófilo saqueó el interior de Bulgaria en 836. Los búlgaros respondieron, dirigidos por Isbul, llegando hasta Adrianópolis. Por aquella época se produjo la anexión de Filípolis (Plovdiv) y sus contornos al Imperio búlgaro.
Durante este período se erigieron numerosas inscripciones conmemorativas de las victorias búlgaras y de las actividades constructivas en el entorno de la capital, Pliska. La guerra concluyó cuando los eslavos que vivían en las proximidades de Tesalónica se rebelaron contra el Imperio bizantino en 837.
Teófilo buscó entonces el apoyo búlgaro para sofocar la rebelión, pero paralelamente, dio órdenes a su flota de remontar el Danubio y evacuar clandestinamente a los prisioneros bizantinos de guerra que habían sido establecidos en la Bulgaria transdanubiana por Krum y Omurtag. En represalia, Isbul hizo campaña a lo largo de las costas del Egeo de Tracia y Macedonia y capturó la ciudad de Filipos, donde estableció una inscripción conmemorativa sobreviviente establecida en una iglesia local. La campaña de Isbul pudo haber dado lugar al establecimiento de la soberanía búlgara sobre la tribu eslava de los esmolyani.
El emperador Teofilo (829-842) había concedido la independencia serbia, pero debían reconocer la soberanía nominal del Emperador. La anexión de Macedonia occidental por los búlgaros cambió la situación política, los búlgaros lo vieron como una amenaza para la consolidación serbia, y optaron por subyugarlos.
El kan búlgaro Presian I (836-852) lanzó una invasión al territorio serbio en 839, llevando a tres años de guerra. Presian fue derrotado y perdió una parte grande de su ejército, no consiguiendo ninguna ganancia territorial.
La guerra terminó con la muerte de Teofilo en 842, que liberó a Vlastimir de sus obligaciones al Imperio bizantino.
Presian murió en 852, y fue sucedido por su hijo Boris I.
Boris I de Bulgaria (852-899), los búlgaros se convierten al cristianismo
Boris tuvo dificultades en su reinado, y sufrió varias derrotas a manos de serbios y croatas. Estos habían sido azuzados con dinero de los francos orientales (que habían apoyado a la Iglesia de Roma, y a cambio, habían recibido el poder imperial de manos el Papa); e intentaban ampliar sus territorios hacia el este.
En 855, estallaron nuevamente los conflictos entre bizantinos y búlgaros. El Imperio estaba deseoso de recuperar las tierras interiores de Tracia y los puertos en torno al golfo de Burgas en el mar Negro. Las fuerzas bizantinas, encabezadas por el emperador Miguel III y el César Bardas, consiguieron recuperar las ciudades de Filipópolis, Develtus, Anchialo y Mesembria, entre otras, así como la zona fronteriza entre Sider y Develtus, conocida como Zagora en el nordeste de Tracia. Los búlgaros, entretanto, estaban distraídos por la guerra entre el Imperio Franco de Luis el Germano y los croatas.
Bizancio había conseguido recientemente una gran victoria contra los árabes, lo que le permitía disponer de un elevado contingente de tropas para lanzarlas contra los búlgaros. Mientras que el grueso del ejército de Boris se encontraba en el norte, luchando en la Gran Moravia, Miguel III cruzó el mar Negro con un gran ejército para invadir el país, y Boris no tuvo otro remedio que ceder.
Ante todas las dificultades, y buscando una gran alianza con Bizancio, aceptó bautizarse en el 864. A cambio, le fue reconocido el título de “César” de toda Bulgaria. Es decir, Bizancio compartía algo de su poder imperial, una porción de su legitimidad para gobernar el mundo. César, es decir, “Caesar”, pronunciado en búlgaro, fue acortándose hasta quedarse en la palabra “Tzar”, es decir, zar.
Boris tuvo que asesinar a algunos boyardos a quienes no gustó nada la nueva religión, y después, prosiguió con la conversión. Pero pronto comenzó a maniobrar para que su iglesia ortodoxa fuera independiente. Pidió a Bizancio un arzobispo que se encargara de la organización. Además, Boris acogió a los discípulos de Cirilo y Metodio, que habían sido expulsados de Moravia.
En su vejez le pasa el título a su hijo Vladímir o Vladimiro, y se convirtió en monje adoptando el nombre de Mijail. Se retiró de la vida social hasta que el comportamiento de Vladimiro, precisamente su intento de regresar a las creencias religiosas antiguas, lo obligó a retomar las riendas del reino. Cuentan las leyendas que con mano dura, castigó a su hijo sacándole los ojos y le pasó el título de zar a su hijo Simeón. El tiempo demostró que el padre, el viejo rey Boris Mijail, había tomado una decisión sabia, ya que el rey Simeón I se convirtió en uno de los reyes más grandes y brillantes de la historia.
Simeón I «Veliki» o «el Grande» de Bulgaria (893-927)
Simeón recibió el trono después que su padre depusiera a Vladímir y ordenara que fuese encarcelado y cegado. Su ascensión fue confirmada en una asamblea en Preslav que también proclamó el búlgaro como la única lengua oficial del estado y de la iglesia y trasladó la capital de Pliska a Preslav para consolidar la conversión del país al cristianismo. Se desconoce por qué Boris no colocó a su segundo hijo, Gabriel, en el trono en vez de su tercer hijo, que había sido educado en Constantinopla.
Batalla del Buh Meridional (896)
El conflicto surgió cuando el emperador bizantino León VI el Sabio, supuestamente actuando bajo la presión de su amante Zoe Zautzina y de su padre, Estiliano Zautzes; trasladó el monopolio comercial búlgaro de Constantinopla a Tesalónica, donde los comerciantes búlgaros estaban obligados a pagar grandes impuestos. Los comerciantes pidieron la ayuda del monarca búlgaro, quien reclamó a León, pero fue completamente ignorado.
Simeón invadió el Imperio bizantino desde el norte en el otoño de 894 sin apenas oposición, ya que las fuerzas bizantinas se hallaban concentradas en el este de Anatolia para detener las invasiones árabes. Informado de la ofensiva búlgara, el sorprendido León envió un ejército compuesto por guardias y otras unidades militares de la capital para detener a Simeón, ambos ejércitos se encontraron cerca de Adrianópolis (Edirne), los bizantinos fueron derrotados y sus comandantes perecieron. La mayoría de los jázaros de la guardia fueron capturados y Simeón mando cortar sus narices y «las envió a la capital para vergüenza de los romanos«.
Los bizantinos volvieron a usar su viejo método en este tipo de situaciones: pagar a los magiares para que atacaran por retaguardia de Simeón. Nicéforo Focas ocupaba la frontera sur y la flota imperial bloqueaba la desembocadura del Danubio y transportaba a los magiares liderados por el hijo de Árpád, Liüntika, en su cruce del Danubio. Probablemente en algún lugar cerca de la actual ciudad de Galati, a pesar de que los búlgaros habían cortado el río con cadenas y cuerdas. Los magiares derrotaron a los búlgaros en algún lugar al norte de Dobruja y el propio Simeón tuvo que huir a la gran fortaleza Drastar, que defendió con éxito. Los magiares llegaron a las afueras de la capital Preslav, y después de la venta de los cautivos a los bizantinos, se retiraron al norte del Danubio. Simeón solicitó un armisticio, los bizantinos enviaron León Choirosphaktes a Preslav para negociar los términos y el rescate de los prisioneros, Simeón aprovechó la tregua de la negociación para pedir ayuda a los pechenegos.
En 896 persuadió a los pechenegos y pidió ayuda su padre Boris I, que abandonó el monasterio para esta ocasión, reclutaron un enorme ejército y marcharon hacia la frontera nororiental del país. En 896 ambas fuerzas se enfrentaron en la batalla del Buh Meridional, que fue inusualmente larga y feroz. Pero al final los magiares sufrieron una derrota devastadora, se dice que perdieron 20.000 efectivos, como resultado de esta derrota, los magiares tuvieron que desplazarse hacia el oeste y establecerse en Panonia, donde más tarde fundaron el Reino de Hungría.
Batalla de Bulgarófigo o de Bulgarophygon (896)
Cuando Simeón I volvió a Preslav, orgulloso de su victoria, rompió las negociaciones con León Choirosphaktes, y concentró todo su ejército contra los bizantinos; alentado aún más por la noticia de la muerte del general Nicéforo Focas. Los bizantinos transfirieron todas las fuerzas que luchaban contra los árabes, a Europa. El ejército fue puesto al mando del general León Katakalón, que carecía de la capacidad de Focas. Los búlgaros invadieron una vez más la Tracia Bizantina, en el verano de 896, los dos ejércitos se encontraron en la batalla de Bulgarófigo o de Bulgarophygon. Simeón I obtuvo una brillante victoria. Un historiador bizantino escribió: “los romanos fueron decisivamente derrotados en toda línea y todos ellos perecieron”.
Entre las víctimas estaba el protovestiarios Teodosio, el segundo al mando del ejército, mientras que León Katakalón logró escapar con algunos otros sobrevivientes.
Tras la victoria, Simeón I dirigió a las tropas búlgaras a Constantinopla, todos pueblos en su ruta fueron saqueados. De acuerdo con el historiador musulmán Al-Tabari, León VI estaba desesperado después ser rechazadas sus ofertas de paz, que se vio obligado a reunir un ejército de prisioneros de guerra árabes y enviarlos contra los búlgaros con la promesa de libertad. Los búlgaros fueron detenidos a las afueras de Constantinopla y Simeón entonces estuvo de acuerdo para negociar la paz. El emperador bizantino se vio obligado a pagar tributo anual a Bulgaria a cambio de la devolución de los soldados y civiles bizantinos, supuestamente unos 120.000 capturados. Bajo el tratado, los bizantinos también cedieron la zona entre el mar Negro e Istranka (Strandzha) al Imperio búlgaro, mientras que los búlgaros también se comprometieron a no invadir el territorio bizantino.
Asedio búlgaro de Constantinopla (913)
Sin embargo, el monarca búlgaro frecuentemente violaba los términos del tratado, atacando y conquistando territorios bizantinos en diversas ocasiones, como en 904, cuando el general bizantino renegado León de Trípoli y sus árabes aprovecharan la confusión provocada por las incursiones búlgaras para lanzar una campaña marítima y atacar Tesalónica. Después de que los árabes hubieran saqueado la ciudad, Tesalónica se había convertido en un blanco fácil no solo para Bulgaria, sino también para los vecinos eslavos. Para disuadir a Simeón de capturar la ciudad y poblarla con eslavos, León VI se vio obligado a hacer nuevas concesiones territoriales a los búlgaros en la región de Macedonia: todas las tierras habitadas por los eslavos allí y en Albania fueron cedidas a los búlgaros y la frontera fue trazada a solamente 20 km de Tesalónica.
La muerte de Alejandro III el 6 de junio de 913, sumió a Constantinopla en la anarquía, y proporcionó a Simeón la oportunidad de alcanzar sus objetivos. Entre julio y agosto de 913, el búlgaro inició un contundente ataque, que le permitió llegar a las puertas de la capital sin apenas oposición. En aquel momento, el poder estaba en manos de un consejo presidido por el Patriarca de Constantinopla, que se prestó rápidamente a negociar con Simeón. El resultado de las conversaciones fue el pago bizantino de los tributos atrasados, el matrimonio concertado de Constantino VII con una de las hijas de Simeón y, lo más importante de todo, el reconocimiento oficial de Simeón I como basileo de los búlgaros por el Patriarca. Hasta el final de su reinado, Simeón utilizaría el título de «Emperador de los búlgaros y de los romanos«.
Sin embargo, después de una conspiración en la corte bizantina en 914, la nueva regente Zoe, la madre de Constantino, rechazó el matrimonio. En respuesta, los búlgaros conquistaron la Tracia Oriental, y la población reconoció a Simeón como su gobernante. En septiembre de 914 fue capturada Adrianópolis (Edirne), mientras que el ejército bizantino estaba ocupado en oriente con los árabes.
Tercera batalla de Anquialo o de Aqueloo (917)
La emperatriz Zoe quiso hacer rápidamente un acuerdo de paz con los árabes y que participaran el ejército en una guerra contra Simeón para destruirlo. Los bizantinos trataron de encontrar aliados y enviaron emisarios a los magiares (húngaros), serbios y pechenegos, pero Simeón estaba familiarizado con los métodos de la diplomacia bizantina y desde el principio tomó medidas exitosas para subvertir una posible alianza entre sus enemigos. Así pues, los bizantinos se vieron obligados a luchar solos.
En el 917, el Imperio bizantino había estabilizado sus fronteras orientales, y los generales Juan Bogas y León Focas fueron capaces de reunir más tropas desde Asia Menor, de 62.000 a 80.000 hombres.
El ejército búlgaro bajo Simeón I, era mucho más pequeño de 50.000 a 70.000 hombres. A pesar de que se habían arruinado las negociaciones bizantinas, los búlgaros todavía temían que los pechenegos y los magiares, les atacaran desde el norte, por lo que dos pequeños ejércitos fueron enviados a proteger el norte.
El enorme ejército bizantino marchó hacia el norte y estableció su campamento en las cercanías de la gran fortaleza de Anquialo. León Focas intentó invadir Mesia y encontrarse con los pechenegos y las tropas de Lecapeno en Dobrudzha.
Simeón rápidamente concentró su ejército en las colinas alrededor de la fortaleza. En la mañana del 20 de agosto de 917, la batalla entre los búlgaros y los bizantinos se inició en las orillas del río Aqueloo, cerca de la aldea actual de Aqueloi, a 8 kilómetros al norte de Anquialo (la actual Pomorie) en la costa del mar Negro.
Simeón desplegó su ejército en dos líneas con el mar a su izquierda. La primera línea tenía caballería pesada en las alas y la infantería eslava en el centro. La segunda línea consistió en la infantería eslava restante en dos grandes falanges. Oculto a la derecha, al noroeste de Anquialo, situó un gran contingente de caballería pesada bajo su mando directo.
El ejército bizantino tenía tres formaciones de caballería pesada en primera línea, dos falanges de infantería en la segunda y tercera falange de infantería estaba a la derecha. Habían desplegado al sur de las fuerzas de Simeón con el mar a su flanco derecho. La Tagmata custodiaba el campamento bizantino que estaba ubicado a retaguardia su ejército junto al mar. León Focas estaba al mando de las fuerzas terrestres bizantinas. Tenían un plan ideado por el almirante bizantino Romano Lakapeno para transportar una fuerza de pechenegos a través del Danubio con el fin de atacar al ejército de Simeón por retaguardia, al tiempo que el ejército bizantino atacaba de frente. Sin embargo, la incapacidad de Romano para llevarse bien con Juan Bagos, jefe de los pechenegos, provocó que estos regresaran a sus propias tierras y que Romano regresara a Constantinopla, sin tomar parte en la batalla.
La batalla la empezó León Focas con una carga masiva de caballería. Las tres formaciones de caballería pesada bizantina chocaron contra la primera línea de los búlgaros. Simeón ordenó una retirada fingida ordenada.
Esto hizo que la formación derecha de la caballería pesada bizantina iniciara la persecución a largo del camino de la costa. A continuación, el contingente de caballería que huía por el camino de la costa volvió grupas y se enfrentó a sus perseguidores. Al mismo tiempo la caballería pesada de Simeón que estaba escondida, les atacó de flanco, bloqueando las rutas de escape bizantinos, destruyendo el ala derecha contra el mar.
Simón reagrupó las fuerzas y atacó a la caballería bizantina que estaba atacando al centro por el flanco y retaguardia, que rápidamente se dieron a la fuga. Cundió el pánico y la infantería también se dio a la fuga. Algunos bizantinos intentaron repeler la carga de caballería, pero fueron atacados por la infantería búlgara.
En el campamento bizantino estaba situado en una estrecha lengua de tierra que se adentraba en el mar, donde fue destruido pronto, con la mayoría de las tropas empujadas hacia el mar.
En el campamento bizantino estaba situado en una estrecha lengua de tierra que se adentraba en el mar, donde fue destruido pronto, con la mayoría de las tropas empujadas hacia el mar.
El ejército bizantino fue casi aniquilado, sufriendo una de las mayores derrotas a principios de la historia medieval europea. León Focas sobrevivió a la batalla huyendo a Mesembria (actual Nesebar), pero muchos otros comandantes de unidades, como Constantino Lipis, que era su principal asesor militar, y Juan Grapson, que mandaba la Tagmata, fueron muertos. El número exacto de víctimas bizantinas se desconoce, pero se estima que rondaría los 50.000. Las víctimas búlgaras estarían probablemente alrededor de 20.000. El zar Simeón personalmente tomó parte en la lucha, y su caballo fue muerto en el fragor de la batalla.
Al final del día, los búlgaros superaron a los defensores de Mesembria y capturaron la ciudad. León Focas a duras penas escapó en una nave de guerra bizantina. El historiador bizantino León el Diácono dice que 75 años después de esta catástrofe en el ámbito militar, los campos de Anquialo aún estaban cubiertos con decenas de miles de esqueletos de los bizantinos. La batalla fue una de las más sangrientas en toda la historia medieval y algunos historiadores se refieren a ella como «la batalla del siglo«.
El resto del ejército bizantino huyó todo el camino de vuelta hasta Constantinopla, seguidos por los búlgaros. Mientras que el victorioso ejército búlgaro estaba marchando hacia el sur, el comandante bizantino León Focas, había llegado a Constantinopla por mar y reunió a las últimas tropas bizantinas para interceptar al enemigo antes de que llegara a la capital.
Batalla de Katasyrtai (917)
Los dos ejércitos se encontraron cerca del pueblo de Katasyrtai en las afueras de la ciudad y después de un combate nocturno, los bizantinos fueron derrotados por completo en el campo de batalla. Los bizantinos propusieron un nuevo tratado de paz, y Simeón entró en la ciudad imperial y fue coronado por segunda vez como basileo.
Incapaz de alcanzar el trono bizantino por medios diplomáticos, Simeón inició una nueva guerra con Bizancio para lograr sus fines.
Batalla de Pigae (922)
Entre 920 y 922, Bulgaria aumentó su presión sobre el Imperio bizantino, lanzando campañas en el oeste contra Tesalia, alcanzando el istmo de Corinto y en el este contra Tracia, llegando a cruzar los Dardanelos y sitiando Lampsaco. Los ejércitos búlgaros llegaron ante las puertas de Constantinopla en 921, exigiendo la deposición de Romano I y tomando Adranóplolis y en 922 cuando, tras su victoria en la batalla de Pigae, devastaron el Cuerno de Oro y tomaron la antigua ciudad de Bizye.
Desesperado por conquistar Constantinopla, Simeón preparó una gran campaña para 924 y envió delegados al califa fatimí Ubayd Allah al-Mahdi Billah, poseedor de una gran armada que el zar búlgaro necesitaba. El califa accedió y envió a sus propios representantes de vuelta con la delegación búlgara para establecer los términos del acuerdo. Sin embargo, la misión fue capturada por los bizantinos en Calabria. Romano I ofreció entonces la paz a los árabes, redondeando su oferta con gran cantidad de regalos, y consiguió anular la alianza de estos con Bulgaria.
Batalla de Bosnia (926)
En 924, Simeón mandó un ejército liderado por Časlav Klonimirović contra su antiguo aliado Zaharije Pribisavljević, que tuvo que huir a Croacia. En el verano de ese mismo año, Simeón llegó a Constantinopla y demandó ver al Patriarca y al Emperador.
Parlamentó con Romano en el Cuerno de Oro el 9 de septiembre de 924 y acordó una tregua, por la cual Bizancio pagaría un impuesto anual a Bulgaria a cambio de la devolución de varias ciudades de la costa del mar Negro.
En 926 las tropas de Simeón invadieron Croacia, por aquel entonces aliado de los bizantinos, pero fueron detenidas por las tropas del rey Tomislav, que los derrotó en la batalla de Bosnia. Sin embargo, ante la posibilidad de que los búlgaros tomaran represalias, Tomislav anuló su alianza con los bizantinos y aceptó un tratado de paz según las condiciones negociadas por el legado Papa, Madalbert.
El 27 de mayo de 927, Simeón I de Bulgaria fallecía de un ataque al corazón en su palacio de Preslav tras catorce años de guerra contra el Imperio bizantino.
Pedro I de Bulgaria (927- 968)
Después de la muerte de Simeón I, le sucedió su hijo Pedro I, que reinició las hostilidades y atacó la Tracia Bizantina. Tras esta demostración de fuerza, Pedro envió una misión diplomática a Constantinopla para negociar la paz, que fue firmada confirmando las fronteras definidas en los Tratados de 897 y 904. Los territorios conquistados por Simeón en Tracia fueron reincorporados al Imperio bizantino que, a cambio, reconoció el control búlgaro sobre el interior de Macedonia. Además, se concertó el matrimonio entre Pedro y Maria Lecapena, nieta de Romano I, se estableció un tributo anual en favor de Bulgaria y se reconoció el título de Zar para los dirigentes búlgaros y la acrocefalia de la Iglesia Ortodoxa Búlgara. Esta paz duraría hasta 966.
Tras la muerte de la emperatriz a mediados de la década de los 60, el emperador bizantino Nicéforo II Focas se negó a pagar tributo a Bulgaria, con la excusa de una alianza entre búlgaros y magiares, desplegó sus fuerzas en la frontera. Descartado el ataque directo, Nicéforo II despachó un enviado al príncipe Sviatoslav Igorevich del Principado de Kiev para acordar un ataque kievano contra Bulgaria desde el norte. Sviatoslav preparó rápidamente un gran ejército y derrotó a los búlgaros sobre el Danubio en la batalla de Silistra, haciéndose con 80 fortalezas búlgaras en 968.
Sorprendidos por el éxito de su aliado y suspicaces acerca de sus verdaderas intenciones, el emperador Nicéforo II decidió firmar la paz con Bulgaria, concertando el matrimonio de sus pupilos, los niños emperadores Basilio II y Constantino VIII con dos princesas búlgaras. Dos de los hijos de Pedro I fueron enviados a Constantinopla como negociadores y rehenes honorarios. Mientras tanto, Pedro logró poner neutralizar la amenaza de los kievanos gracias a la ayuda de sus aliados tradicionales, los pechenegos, que atacaron la Rus de Kiev.