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Los francos
Los primeros registros sobre monarcas francos son muy confusos y teñidos de tonos épicos. Los primeros francos estaban divididos en dos grupos, los francos salios originarios del mar del Norte y que vivían en un territorio comprendido entre los ríos Schledet y Rin; y los francos rupiarios, que vivían entre los ríos Rin y Mosa. Ambos grupos se convirtieron en aliados de Roma.
Sus ejércitos estaban formados mediante el comitatus, que era un tipo de relación militar propia del mundo germánico, donde un grupo de guerreros decidían libremente ponerse a las órdenes de un jefe, y en efecto, comitatus significaba entrar en compañía del jefe.
Este tipo de vinculación germana implica que los hombres, además de soldados que recibían órdenes, eran compañeros, combatían todos juntos con el jefe, participaban del botín, ya fuera tesoros o prisioneros, y servían a su jefe con lealtad. Los primeros francos llevaban como armamento básico una lanza y un escudo redondo de madera, como arma secundaria una espada o un hacha, siendo famosa la francisca que era arrojadiza. Las protecciones eran las armaduras y los yelmos, procedían de las fábricas romanas, arrebatadas a los enemigos o fabricadas a medida por un herrero. Los herreros francos gozaban de gran estima, un herrero franco fue enterrado en el siglo VI con sus herramientas de trabajo, una lanza, una espada, un cuchillo largo y una bolsa con 17 monedas de plata.
La tradición afirma que el primer rey del pueblo franco fue Pharamond (420-428), sucedido por su hijo Clodion. Con este monarca se instaló, el símbolo de la realeza divina se reflejaba en la melena real, que se suponía tenía poderes mágicos, el pelo largo se convirtió en un emblema de los monarcas francos.
Clodion avanzó hasta el norte de Francia apoderándose de Cambrai. Murió en 455 y fue sucedido por Meroveo o Merowig (que significa transportado por mar), que dio nombre a la primera dinastía real francesa: los Merovingios. Según la leyenda, fue criado por un monstruo marino, mitad hombre, mitad toro. Participó en la batalla de los Campos Cataláunicos contra Atila.
Meroveo fue sucedido por Childerico (457-481), que se casó con la hija del Turingia. Le tocó afrontar el hito de la caída del Imperio Romano de Occidente. El reinado de Childerico no estuvo exento de dificultades, teniendo que hacer frente a una rebelión nobiliaria que le desposeyó del título y le envió al exilio. Con ayuda de Siagrio, último representante de la autoridad romana en la Galia, quien tenía situada su capital en Soissons, recuperó el trono.
Tras la caída de Roma, Childerico juró lealtad al gobierno de Odoacro en Italia. Poco después falleció legando el trono a su hijo Clodoveo o Clovis.
Clodoveo I (481-511) comenzó una política de expansión de su autoridad sobre las otras tribus francas y de ampliación de su territorio al sur y oeste de la Galia. Así, comenzó una campaña militar con la intención de consolidar los varios reinos francos en la Galia y Renania. La primera fue la ciudad cercana de Cambrai, que estaba gobernada por los romanos. En el año 480 los francos, con sus ejércitos, sus carros, sus mujeres, sus niños y sus ancianos, decidieron ocuparla. El gobernador romano huyó cobardemente ante el ataque y los francos entraron a la ciudad sin encontrar resistencia.
Una de las claves de su éxito fue su conversión, junto a la de su pueblo, al catolicismo, lo que le congració con la aristocracia galorromana. Derrotó a Siagrio, dirigente de los galos cristianizados, y se apoderó del reino de Soissons. Posteriormente, venció a los alamanes extendiendo su poder más allá del Rin.
En el año 495 se casó con la princesa Clotilde, nieta del rey de Borgoña, más tarde conquistó Borgoña y Aquitania. Tras ello su siguiente objetivo fue el reino visigodo.
Los visigodos estaban gobernados por Alarico II, de confesión arriana. Presentada como una cruzada religiosa, Clodoveo invadió sus territorios en 507, y en la batalla de Vouillé, con la ayuda de los burgundios, derrotó a los visigodos, expandiendo su reino al este, hasta los Pirineos. Tras esta batalla, Gregorio de Tours indica que Clodoveo llevó a cabo campañas para eliminar a los demás reyes francos, tanto ripuarios como salios. Conquistó el sur de la Galia tras vencer a los visigodos en Vuille. Tan solo escaparon al poder de Clodoveo, la Provenza, en manos del reino de Borgoña, y la Septimania, que continuó en posesión visigoda.
Clodoveo había convertido a su reino en el más poderoso de Europa Occidental, motivo por el que fue nombrado cónsul por la corte del Imperio Romano de Oriente, que reconocía así la preponderancia militar y política que el reino franco había adquirido.
Clodoveo murió en 511, había trasladado la capital a París y había recopilado la ley Salia. Los soberanos merovingios, siguiendo la tradición germánica, tenían la costumbre de dividir sus tierras entre los hijos. Los hijos de Clodoveo I instalaron las capitales de sus cortes próximas entre sí, en el corazón del territorio de los francos salios, en el noreste de la Galia: Teodorico I en Reims, Clodomiro en Orleáns, Childeberto I en París y Clotario I en Soissons.
Durante sus reinados, los turingios (532), los burgundios (534) y los sajones y frisones (hacia 560), fueron incorporados al territorio franco.
Su hijo Clotario I (558-561) reunió temporalmente los reinos, tras él, los territorios francos volvieron a dividirse en 561 entre sus hijos: el hijo mayor, Cariberto I, heredó el reino con capital en París y gobernó toda la Galia occidental. El segundo, Gontrán I, heredó el viejo reino de Borgoña, aumentado con las tierras de Francia central alrededor de la vieja capital de Orleáns (que se convirtió en su principal ciudad y capital) y con la mayor parte de Provenza. El resto de Provenza, Auvernia y Aquitania oriental fue asignado al tercer hijo, Sigeberto I, que también heredó Austrasia con sus principales ciudades de Reims y Metz (que ejerció de capital de su corte). El reino más pequeño era el de Soissons, que fue al hijo más joven, Chilperico I. El reino que Chilperico gobernó hasta su muerte en 584, se convirtió en el núcleo del reino que más adelante sería llamado Neustria.
Nacían así los reinos de Neustria, Austrasia, Burgundia y Aquitania, que rigieron los descendientes de Clodoveo en una larga etapa de inestabilidad política salpicada de guerras e intrigas. Los reyes merovingios tendían a reunificar los reinos mediante su lucha, a pesar de la fuerte tendencia descentralizadora de las aristocracias francas. Clotario II (613-629) fue rey de Soissons a la edad de cuatro meses, bajo la tutela de su madre, que le defendió contra su tío Childeberto. Se apoderó de Austrasia en 617, después de haber hecho perecer a Brunequilda; venció a los sajones y murió en 628, dejando el trono a Dagoberto I.
El último monarca merovingio con poder suficiente para reinar sobre todos los francos fue Dagoberto I (629-639). En sus manos llegó a concentrar una gran influencia, que orientó al fortalecimiento de la monarquía. Pero su temprana muerte y el nuevo reparto del reino entre sus hijos (que aún eran niños) facilitó el salto al poder de los mayordomos de palacio, poderosos miembros de la aristocracia que ejercían un gobierno de facto en cada reino.
Carlos Martel
Desde la muerte del rey Dagoberto, acaecida en el 638, la monarquía merovingia se mostró débil y manejada por la figura de diversos mayordomos de palacio en cada sector del reino (Neustria y Austrasia). Dichos señores eran los que ponían y deponían a los diversos reyes títeres.
En el año 714 falleció Pipino II, Plectrudis su viuda, asumió el poder como regente del niño Teobaldo. Los habitantes de Neustria se sublevaron y nombraron como mayordomo a un tal Ragenfrido y en 715 invadieron Austrasia por hacerse con el poder y nombraron a Chilperico II, que estaba en un convento como rey merovingio y al mismo tiempo establecieron una alianza con los paganos frisones.
En un principio fue Neustria quien llevó la iniciativa, con la victoria, en el 716, sobre las tropas de Austrasia. Fue Carlos Martel el que lideró a los austrasios, primero contra los frisones que estaban invadiendo el país al mando de su rey Radbodo, que pretendía enlazar con el ejército de Neustria que se había desplazado al bosque de las Ardenas. Pero fue derrotado y tuvo que retirarse, los frisones enlazaron con los neustrios, dirigiéndose a continuación a Colonia.
Carlos Martel consiguió tender una emboscada en Amblève en abril, cuando los neustrios regresaban a casa, ocasionándole fuertes pérdidas.
La guerra se reanudó en la primavera del 717, y ambas fuerzas se encontraron en Vinchy el 21 de marzo. En la batalla de Vinchy Carlos resultó vencedor y obligó al rey Chilperico y a Ragenfrido a retroceder a París. Se convirtió en el nuevo mayordomo de palacio y designó como rey títere a Clotario IV.
Carlos Martel, como todo jefe político con un poder poco consolidado, reforzó lo conquistado con una serie de expediciones sucesivas hacia los territorios adyacentes a su dominio, en este caso contra el este. A la par que iba conquistando terreno, realizó una ingente tarea de repoblación y sobre todo de cristianización, ayudado por los religiosos Willibrord y Bonifacio. Otro gran escollo que tuvo que vencer fue la sumisión del ducado de Aquitania, al suroeste de la actual Francia, ya que amenazaba el reino de Austrasia.
En el año 719, venció al duque Eudes de Aquitania, pero este logró huir, llevándose como rehén al rey Chilperico II (715-721). Carlos, tras unas largas negociaciones con el duque, logró la liberación del rey. Chilperico II, al morir Clotario IV, se convirtió en el único rey merovingio de Francia. En el año 721, moría Chilperico II, y era sucedido por Teodorico IV (721-737), que había sido encumbrado al trono por el propio Carlos Martel.
En 724, Carlos Martel condicionó la elección de Hugberto de Baviera para la sucesión ducal sobre los bávaros y forzó a los alamanes a ayudarle en sus campañas en Baviera (entre 725 y 726), donde se promulgaron leyes en nombre de Teodorico. En 730, Alamania tuvo que ser sometida por las armas y su duque, Lantfrido, fue asesinado. En 734 Carlos combatió contra Frisia oriental y, finalmente, la sometió.
En la década de 720, se había consumado prácticamente la invasión musulmana de la Península Ibérica, y se iniciaron las aceifas sobre las Galias. En 725, los árabes toman Carcasona a los visigodos, de forma que una vez sometidos los visigodos de Septimania. En la década de 730, los árabes iniciaron avances hacia el norte, que hicieron que el duque Eudes (Otón) de Aquitania pidiera ayuda al mayordomo de los francos Carlos Martel, de modo que los francos pudieron hacer frente y derrotar a los árabes en la batalla de Poitiers o de Moussais (732).
De esta manera pudo establecer su poder e influencia hacia el sur del reino. Contra estas aspiraciones, los locales dirigidos por el dux Mauronto, favorecen la expansión árabe hacia el este: en el 735 toman Arlés y en el 737 se apoderan de Aviñón y extienden sus razzias hasta Lyon y Aquitania; pero a pesar del contraataque del mayordomo franco, en Provenza, desde 739, los sarracenos amenazan a los lombardos. Carlos Martel con el apoyo lombardo pudo asegurarse el control de la región.
A la muerte de Teodorico IV en el 737, Carlos Martel no nombró ningún rey, y actuó él como monarca de facto, aunque nunca se proclamó como tal. Antes de su muerte consolidó más su territorio. Ciertamente dicha victoria tuvo un eco enorme en la cristiandad occidental, potenciando aún más el prestigio de Martel, aunque realmente no fuera más que una escaramuza como otras tantas entre ambos ejércitos. Carlos Martel era el dueño absoluto del reinado merovingio, el conde Eudes tuvo que rendirle homenaje de fidelidad. Aquel también aumentó su papel de defensor de la cristiandad, congraciándose un tanto con la Iglesia por los anteriores atropellos a los que la sometió.
Cuando murió Martel en 741, y el cargo de mayordomo de palacio, que era hereditario, pasó a su hijo Carloman, que en 747 se retiró a la vida monástica, dejando el cargo a su hermano Pipino el Breve.
Pipino el Breve
En 751, Pipino consiguió destronar al rey merovingio Childerico III, y ser ungido rey con la aprobación del papa Zacarias.
El cisma de Bizancio obligó al papado a aliarse con el rey de los francos. El nuevo papa, Esteban II (sucesor de Zacarías, muerto en 752) pidió ayuda militar para luchar contra los lombardos y su Rey Astolfo (o Astolf), que amenazaba a Roma. El Papa Esteban decidió a atravesar los Alpes para solicitar la ayuda del rey de los francos (es la primera vez que un papa emprendía semejante viaje), porque no tiene otra elección. El protector habitual de la Iglesia era el emperador bizantino que gobernaba en Constantinopla bajo el Imperio romano de Oriente. El Papa coronó a Pipino, dando legitimidad a la usurpación.
Los lombardos con el apoyo bizantino quisieron hacerse con los territorios papales. Pipino envió de una delegación en 754 para calmar a los lombardos en sus reivindicaciones, pero no surtirá efecto; y en 755 Pipino lanzó contra ellos una primera expedición de la que salió victorioso. Pero al año siguiente, los lombardos pusieron sitio a Roma. Por tanto, de 756 a 758, Pipino tuvo que realizar tres campañas contra ellos hasta conseguir expulsarlos hasta las cercanías de Ravena.
Al final de estas expediciones, Pipino el Breve acudió a entregar al Papa los territorios conquistados: veintidós ciudades de la Italia Central, Ravena, Perusia y las provincias de Emilia-Romagna y de la Pentacole se unieron a Roma, formándose así el nuevo Estado Pontificio. No obstante, Pipino, tras esa victoria, multiplicó sus esfuerzos diplomáticos para intentar restablecer la concordia entre los lombardos y Roma.
En 759 logró expulsar definitivamente a los árabes de la Septimania tras la conquista de Narbona.
De 761 a 768 recuperó la Aquitania tras una larga serie de batallas contra Gaifier, duque de Aquitania.
Murió en 768 en Saint-Denis, tras haber repartido el reino, siguiendo la vieja costumbre franca, entre sus dos hijos Carlos I (el futuro Carlomagno) y Carlomán.
Carlos tomó las regiones exteriores del reino, las que bordeaban el mar, es decir, Neustria, el oeste de Aquitania y el norte de Austrasia; mientras que a Carlomán le correspondió la región interior: Septimania, el este de Aquitania, Borgoña, Provenza y Suabia, territorios que limitaban con Italia.
El primer acontecimiento importante producido durante el reinado conjunto de los hermanos fue el levantamiento de los aquitanos y gascones, en 769, en el territorio dividido entre ambos reyes. Un hombre llamado Hunaldo guio a los aquitanos hacia el norte, hasta Angulema. Carlos se reunió con Carlomán, pero este se negó a participar y regresó a Burgundia. Carlos se dispuso para la guerra y lideró un ejército hacia Burdeos. Hunold se vio obligado a huir a la corte de Lupo II, duque de Gascuña. Este, temeroso de Carlomagno, entregó a Hunold a cambio de la paz, siendo internado en un monasterio. Finalmente, los francos sometieron Aquitania por completo.
Los hermanos mantuvieron una relación tibia gracias a la mediación de su madre, Bertrada, pero en 770 Carlos firmó un tratado con el duque Tasilón III de Baviera y se casó con Desirée, una princesa lombarda hija del rey Desiderio, con el fin de rodear a Carlomán con sus aliados. Apenas un año después de su matrimonio, Carlomagno repudió a Désirée y al poco tiempo volvió a casarse con una sueva de 13 años llamada Hildegarda.
Carlomán murió en 771, quedando Carlos I como único soberano. Nada más ser coronado, Carlos I el Magno, conocido posteriormente como Carlomagno, tuvo que hacer frente a numerosos conflictos.
El ejército de los francos
La estrategia militar franca giraba en torno a la captura y posesión de centros fortificados (castra) y, en general, estos centros estaban en manos de guarniciones de milites o laeti, es decir, los antiguos soldados romanos por lo general de origen germano. A lo largo de la Galia, los descendientes de los soldados romanos continuaron llevando sus uniformes y desempeñaban sus funciones ceremoniales.
Inmediatamente por debajo del rey de los francos en la jerarquía militar estaban los leudes, que significa fieles al rey, generalmente «los viejos soldados» en servicio lejos de la corte. Podrían ser galo-romanos o francos, o clérigos seglares. Algunos historiadores han hecho esfuerzos de correlación de su juramento de decisiones para el desarrollo posterior del feudalismo. El rey también tenía un escolta de élite llamado truste (trustis). Los miembros del truste, desempeñaban servicios a menudo en centannae, asentamientos de guarniciones francas establecidas para fines militares y policiales en todo el reino. La escolta cotidiana del rey estaba compuesta por trustiones (militares de alto rango que fueron los aristócratas en el servicio militar) y los pueri (soldados no aristócratas de rango inferior, que con el tiempo serían ascendidos a trustiones). Todos los de alto rango habrían sido pueri.
El ejército franco no estaba compuesto únicamente de francos y galo-romanos, sino que también contenía sajones, alanos, taifalos y alamanes. Después de la conquista de Borgoña (534) las instituciones militares bien organizadas de ese reino eran integradas al reino franco. El principal de ellos era el ejército bajo el mando del patricio de Borgoña.
A finales del siglo VI, los monarcas merovingios introdujeron un nuevo elemento en sus ejércitos: la leva local. Una leva consistía en todos los hombres aptos de un distrito que, en la llamada, tenían que presentarse al servicio militar. La leva local solamente se aplicaba a una ciudad y sus alrededores. Inicialmente, solamente en algunas ciudades en la Galia occidental, en Neustria y Aquitania, los reyes poseían el derecho o la facultad de llamar a la leva. Los comandantes de las levas locales fueron siempre diferentes de los comandantes de las guarniciones de las ciudades. A menudo, los primeros estaban al mando de los condes de los distritos. Una situación mucho más rara era la leva general, que se aplica a todo el reino e incluía a los campesinos (pauperes e inferiores). Los sajones, alamanes, y turingios, tenían la leva y dependían de los reyes francos hasta mediados del siglo VII, cuando los duques comenzaron a cortar sus lazos con la monarquía.
Bajo los reyes holgazanes, las levas desaparecieron a mediados del siglo en Austrasia y más tarde en Borgoña y Neustria. Únicamente en Aquitania, que estaba convirtiéndose rápidamente en independiente de la monarquía franca central, hizo a las instituciones militares complejas persistir hasta el siglo VIII.
En general, un soldado franco, no estaba equipado, ni de casco ni de armadura, y para protección llevaba un escudo redondo de madera y metal. Los escudos estaban adornados con remaches y placas de metal decoradas como en todo el mundo germánico. Su arma principal era la lanza que era barata de fabricar, y como armamento secundario el hacha, especialmente la francisca, inspiradora de temor en el enemigo, un hacha que era capaz de atravesar e incluso partir, un escudo o un casco en las manos de un guerrero vigoroso. Algunas crónicas describen como un guerrero franco cortaba con esta arma la cabeza de un caballo de un solo golpe. Cuidadosamente manejada, podía ser lanzada.
Los más pudientes llevaban una espada de entre 40 y 45 cm. Las espadas francas estaban hechas con tres barras de metal que se retorcían al rojo vivo y posteriormente se fundían a base de golpes en el yunque, las espadas francas fueron muy famosas durante la Edad Media, un herrero maestro y sus ayudantes necesitaban 70 horas para hacer una sola hoja. También solían llevar como armamento secundario una daga o un cuchillo largo. A veces, el soldado franco también empleaba jabalinas tanto para el combate cuerpo a cuerpo como para ser lanzada. Estos guerreros de escasa disciplina, poseían solamente los más básicos conceptos de organización militar, del arte de la guerra y las formaciones tácticas más básicas, estos robustos guerreros tuvieron éxito principalmente por la ferocidad de sus ataques en masa.