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Hormizd IV
Al morir Cosroes I en el 579 su hijo y sucesor Hormizd IV (579-590), lo primero que hizo fue asesinar a sus hermanos, según la manera oriental. Hormizd IV protegió a la gente común y corriente e introdujo una severa disciplina tanto con la corte como en el ejército y los tribunales. Cuando los sacerdotes le solicitaron llevar a cabo la persecución a los cristianos, declinó hacerlo, argumentando que tanto el trono como el gobierno no estarían seguros a menos que se ganaran la buena voluntad de las dos religiones mayoritarias. La consecuencia de esto sería que Hormizd IV generaría una gran oposición en su contra, desembocando en una dura represión contra las clases dirigentes, expresada en numerosas ejecuciones y confiscaciones.
De su padre heredó la guerra contra el Imperio bizantino al oeste, y contra los turcos al este. Las negociaciones de paz habían comenzado a avanzar con el emperador Tiberio II, pero Hormizd IV con altanería rehusó ceder las conquistas de su padre. La guerra contra Bizancio continuó.
Campañas de Mauricio (581-583)
La campaña bizantina de 581 se inició con un nuevo y atrevido ataque bizantino dirigido por Mauricio y Almundaro (Al-Mundir), el soberano gasánida. Las tropas romanas y sus aliados árabes penetraron muy al interior de las posiciones persas y devastaron una gran porción de territorio llegando en su avance hasta más allá del Tigris. Pero los persas cortaron el puente que las tropas de Mauricio y al-Mundir habían usado para cruzar el río y aislaron a sus ejércitos que entonces se vieron en situación muy comprometida para poder escapar y regresar a territorio romano.
Mientras que Mauricio y Al-Mundir trataban de escapar de la encerrona persa, les llegaron noticias de que un ejército persa había atacado con éxito Edesa y Osroene. Mauricio logró escapar del acoso persa y regresar a sus bases de partida, lo que detuvo los ataques persas en Osroene. Pero los persas no fueron derrotados y pudieron refugiarse en Nísibis acarreando con ellos un gran botín y miles de prisioneros. Así, 75.000 de ellos, procedentes la mayoría de Edesa, de los campos de Osroene, Calínico, Dara y Apamea; fueron llevados a presencia del Rey de reyes, el cual, tras entregar muchos de ellos a sus soldados como esclavos, mandó asentar al resto en la ciudad fundada por su padre en las orillas del Tigris: Antioquía de Cosroes.
La derrota trajo la desconfianza entre Mauricio y Almundaro (Al-Mundir), hasta el punto de que Mauricio, con el claro objetivo de justificar su derrota, acusó a Al-Mundir de haberlo traicionado contando a los persas los planes que había hecho al comienzo de la fracasada campaña. Emperador Tiberio II, agobiado por los fracasos de aquel año en Oriente y en el Danubio, abrió de nuevo negociaciones de paz con Persia, ningún bando estaba dispuesto a ceder demasiado en sus posiciones y las negociaciones se rompieron.
La campaña de 582 fue mucho más afortunada que la anterior para Tiberio. Al-Mundir, el soberano gasánida, deseoso quizás de sacudirse el baldón de traidor que Mauricio había arrojado sobre él, atacó a través del desierto y derrotó a los lákhmidas, los aliados árabes de Persia, en una gran batalla; penetró, además, hasta la misma capital lákhmida, Hira, tomándola y saqueándola.
Poco después, los persas lanzaron contra Osroene en un nuevo ataque, pero esta vez Mauricio pudo detenerlos y obligarles a presentar batalla. Durante la misma (verano del 582), los persas sufrieron una gran derrota y su general murió en la lucha. Mauricio, triunfador, fue llamado por el Emperador a Constantinopla, donde en breve iba a recibir un gran premio a su eficiencia militar. Al-Mundir, por el contrario, y pese a su brillante victoria sobre los lákhmidas, fue retenido en Constantinopla y privado del poder, lo que provocó el descontento y la división entre los gasánidas y el consiguiente estrago en el limes sirio-arábigo, que vino aquí pues a cometer un craso error.
Cuando llegó a la capital en julio de 582, Mauricio se vio sorprendido poco después por la súbita enfermedad del Augusto Tiberio, producida por la ingesta de moras o bayas silvestres. Tiberio nombró césar a Mauricio el 5 de agosto, al día siguiente, Tiberio moría y Mauricio iniciaba su reinado como emperador.
Al año siguiente 583, los ejércitos de Mauricio lograron tomar una importante fortaleza persa en la frontera y de este modo, la guerra continuó sin decidirse claramente hacia ninguno de los dos bandos.
Campañas de Filípico 584-587
Tras el fracaso de unas nuevas negociaciones de paz y deseoso de darle un giro definitivo a su situación militar en Oriente, Mauricio necesitaba un cambio favorable que le permitiera volverse hacia el Danubio e Italia. Nombró como nuevo magister per Orientem a Filípico, un excelente general y hombre de su entera confianza, ya que era su cuñado.
Filípico lanzó una ofensiva en 584 que le llevó hasta el Tigris pero no logró nada tangible; mientras que Mauricio se apoderó torpemente de Al-Numan, el hijo de Al-Mundir, y acabó definitivamente con el reino gasánida, dividiendo su territorio entre numerosos príncipes locales, algunos de los cuales, por cierto, se pasaron a los persas.
Batalla de Solachón o Solacón 586
Lo esencial estaba en la frontera mesopotámica y allí Filípico obtuvo al fin, la gran victoria que Mauricio había estado esperando desde su acceso al trono. Filípico se movilizó para interceptar una prevista invasión persa. Escogió desplegar su ejército en la llanura de Solachón o Solacón (al sur de las fortalezas de Marde y Dara), que controlaba las distintas rutas de la llanura mesopotámica, y especialmente el acceso a la principal fuente local de agua, el río Arzamonte. El general sasánida Kardarigan, »Halcón Negro» confiado en la victoria, avanzó contra los bizantinos, estos advertidos, desplegaron en orden de batalla en cuanto los persas alcanzaron Solachón.
Las fuerzas bizantinas eran unos 10.000 efectivos, Las tropas romanas estaban en terreno elevado frente a los persas con su flanco izquierdo apoyado en las estribaciones del monte Izalas. Los bizantinos desplegaron en tres divisiones: Ala izquierda mandada por Eilifredas, el dux de Fenicia, e incluía un contingente de jinetes arqueros hunos bajo el mando de Apsich. El centro estaba mandado por el general Heraclio el Viejo, posteriormente Exarca de África y padre del emperador Heraclio, entre sus fuerzas contaba con la legión IIII Pártica. El ala derecha mandada por el taxiarchos Vitalio.
Kardarigan cuando vio a los bizantinos desplegados, dejó el tren de bagajes en un lugar seguro y desplegó a continuación frente a los bizantinos, tenía más o menos los mismos efectivos unos 10.000, pero era algo inferior en caballería. En el ala derecha situó a Mebodes, en el centro se situó él, y en el ala izquierda su sobrino Afraates. A continuación avanzó para atacar a los bizantinos, comenzando el intercambio de disparos de arcos.
A diferencia del general persa, Filípico se quedó con una pequeña fuerza a cierta distancia detrás de la línea de batalla principal, desde donde podía dirigir la batalla.
Los persas comenzaron ganando terreno en el centro, pero el ala derecha bizantina rompió el ala izquierda persa. En aquel momento, los soldados del exitoso flanco bizantino rompieron filas y se dirigieron a saquear el campamento persa. En ese momento, el desastre amenazaba a la formación bizantina, Filípico entregó su distintivo yelmo a uno de sus guardaespaldas, y lo envió a reunir a la caballería bajo pena de castigo por el propio comandante del ejército. El truco funcionó: los hombres reconocieron el yelmo y volvieron a ordenar, justo a tiempo, porque en el centro, los persas se habían reagrupado y atacaba de nuevo.
Mientras el centro bizantino se vio obligado a formar un muro de escudos para soportar la presión sasánida, esto detuvo el impulso del contraataque persa.
El ala izquierda romana con el impulso de la reserva, también logró imponerse al ala derecha enemiga, que se rompió y huyó del campo de batalla hacia la ciudad de Dara, perseguida por los bizantinos. Con ambas alas desintegradas, y bajo la amenaza de un movimiento de pinza, el ejército persa se derrumbó y se batió en retirada, y muchos de sus hombres murieron en el desierto por la sed o por los pozos de agua envenenados.
El general Kardarigan con algunas de sus tropas encontraron refugio en una colina cercana. Sin comida ni agua, Kardarigan se mantuvo en la posición frente a los ataques bizantinos durante tres o cuatro días. Finalmente, los bizantinos abandonaron los ataques sin saber que allí estaba el comandante enemigo. Se escapó, pero el historiador del siglo VII Theophylact Simocatta dice que sufrió otras mil bajas durante los ataques bizantinos contra la colina.
En la batalla se distinguieron los soldados de la legión IIII Pártica que fueron especialmente ensalzados por Filípico.
Tras la batalla Filípico procedió a invadir Arzanene de nuevo. Sin embargo, su intento de capturar la fortaleza de Chlomaron fue frustrado cuando Kardarigan llegó con refuerzos. El ejército bizantino se retiró a la fortaleza de Aphumon.
Poco después Filípico enfermó y dejó la continuación de la campaña en manos de Heraclio el Viejo, padre del futuro emperador del mismo nombre. Heraclio condujo al ejército hasta el otro lado del Tigris y saqueó exitosamente las tierras de la Corduene y de Bet Arabaye, tras lo cual, volvió a cruzar el Tigris y regresó a sus bases de partida.
A finales de 587 o a los primeros del 588, en pleno invierno, el Emperador mandó a Filípico que se personase en la corte y allí le comunicó su destitución y su reemplazo por Prisco.
Bahram VI (588-602)
Hormizd IV fue cegado y más tarde asesinado en 588, y proclamaron rey a su hijo Cosroes II, Bahram era en esos momentos el eran spahbod (ministro de la guerra), descendía del clan parto Mihran. Su primer éxito militar tuvo lugar en Herat en 589, reportado por numerosas fuentes. Posteriormente, derrotaría a una gran fuerza militar de köktürks (turcos celestiales), que eran cinco veces superior en número al ejército sasánida. Esta victoria fue posible gracias a la gran disciplina y al mejor entrenamiento de su savarán o caballería catafracta, gracias a la cual pudo cercar y luego vencer a los turcos, matando al köktürk Yabqu. Sufrió una derrota menor contra los bizantinos y fue humillado por Cosroes II. Esto hizo que se rebelase y marchó sobre Ctesifonte. Se invitó a Bahram VI Chobin a deponer las armas y a beneficiarse de la generosidad del nuevo Rey de reyes.
Pero Bahram, consciente de su fuerza (controlaba ya la mayor parte del ejército y contaba con el respaldo de sus antiguos enemigos, los turcos) se negó a aceptar al nuevo rey Cosroes II y redobló su marcha hacia Ctesifonte. No lejos de allí, el 28 de febrero del 590, en la orilla izquierda del río, a las afueras de la vieja Seleucia del Tigris, derrotó al ejército de Cosroes II y, tras cruzar el Tigris, tomó posesión de los palacios reales y de toda la capital persa. De este modo Cosroes II se vio obligado abandonar su reino, tras ser derrotado en la ciudad de Nínive, y se refugió en Bizancio, donde obtuvo la protección del emperador Mauricio (582-602).
Sublevación contra Prisco 588
Prisco llegó a las bases del ejército de Oriente con la orden imperial de reducir el sueldo del ejército en una cuarta parte; esto es, bajar el sueldo de las tropas de campaña desde los 20 sólidos originales, hasta los 15. Ni que decir tiene que a los soldados no les gustaban estos planes del Emperador y se sublevaron contra sus órdenes negándose a acatar a Prisco como magister militum. Los persas, reanimados por estas noticias, lanzaron un ataque sobre las posiciones romanas, pero los soldados amotinados les hicieron frente, los derrotaron y penetraron en territorio enemigo saqueándolo. Mientras tanto, Mauricio, alarmado por las proporciones del motín, envió de vuelta a Filípico restituido en su mando, aunque este no logró calmar a los amotinados.
Solo en la primavera del 589, tras obtener del Emperador la restitución de su sueldo, el perdón de sus cabecillas y el pago de los atrasos, los soldados volvieron a la obediencia.
Comentiolo reforzó el asedio de Martirópolis y, sin esperar a que esta ciudad cayese en sus manos, se lanzó sobre Bet Arabaye, en el Tigris, y rebasándola, derrotó por completo a un gran ejército persa. Una vez más destacó sobremanera Heraclio el Viejo, cuya actuación fue decisiva para que los ejércitos bizantinos lograran una decisiva y completa victoria.
Batalla de Blarathón o de Garzk 591
El emperador Mauricio recibió ofertas tanto de Cosroes II como de Bahram VI, en la que se entregaban la emblemática ciudad de Nísibis y parte de los territorios de Mesopotamia y Armenia por su apoyo. Finalmente, se decidió por Cosroes II.
Así, en la primavera del 591, Mauricio envió a Oriente al ejército de campaña de Tracia, 20.000 hombres, y les sumó los 15.000 hombres del ejército de campaña de Armenia y otros 5.000 efectivos más procedentes de varios tagmas de élite de los praesentalis y de los regimientos de bucelarios. Cosroes llevaba consigo un ejército de 60.000 hombres al presentar batalla a Bahram Chobin, de los cuales 20.000 eran persas y el resto, 40.000 eran bizantinos mandados por Narsés.
Bahram VI Chobin había reunido un ejército de 40.000 hombres y un buen número de elefantes, y esperaba imponerse, pese a su inferioridad numérica. Esperó a las fuerzas enemigas en Blarathón, (actual Garzk, Irán). Dividió sus fuerzas en tres divisiones, situando en el centro y en primera línea sus elefantes.
Las tropas de Cosroes formaron también en tres divisiones: Narsés con los soldados de los ejércitos de campaña de Tracia en el centro, las fuerzas de Armenia, y los de los tagmas de bucelarios y federados búlgaros mandadas por Juan Mystacón en un ala y en el otro ala las fuerzas persas Mandados por Vistahm tío de Cosroes.
Las fuerzas de Bahram fueron derrotadas en las alas y posteriormente envueltas. Muchas fuerzas de Bahram VI Chobin se pasaron a Cosroes II al ver la batalla perdida, mientras que el usurpador huyó hacia territorio turco. Llegado allí, los turcos no dudaron en asesinarlo y en enviar su cabeza a Cosroes II para congraciarse con él.
De esta forma, Cosroes II Parviz (Victorioso), hacía su entrada triunfal en Ctesifonte algunos días después de la batalla, acompañado por los soldados bizantinos que le habían permitido reconquistar su trono. Aunque Cosroes II había triunfado, el gran ganador de la jornada de Ganzak había sido Mauricio. Además del oro, Cosroes II entregó de inmediato al Imperio bizantino los territorios que le había prometido en Armenia, Mesopotamia e Iberia, y reiteró al emperador Mauricio su eterna gratitud, su alianza inquebrantable y su posición subalterna con respecto a su «padre y señor». Al parecer se celebró una boda de Cosroes II con María, una hija de Mauricio, y que recibiría el nombre de Shirin.