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Campaña de Gordiano III contra Sapor I
Los sasánidas y romanos se enfrentarion en la ciudad de Resaena o Resaina (cerca de la actual Ceylanpınar, en Turquía), entre Carrae (Carras) y Nísibis. No hay datos de la batalla, pero los romanos consiguieron una gran victoria en la batalla de Resaina, la caballería persa fue frenada por el uso de abrojos escondidos en la arena que hirieron a sus caballos y permitió a los legionarios romanos atacar fácilmente a los persas desmontados. El resultado fue una victoria romana, y el avance romano en territorio persa, consiguiendo recapturar las ciudades perdidas de Nísibis y Carrae, pero no pudieron capturar Hatra. Después de expulsar a los persas de la zona romana, el ejército romano avanzó por el Khabur hasta el Éufrates, siguiendo el curso del río en dirección a Ctesifonte.
En algún momento de la marcha Timesiteo murió de enfermedad, lo que supuso un duro golpe para la campaña romana. El avance romano continuó, entablándose batalla con Sapor en Misiche (actual Faluya, Irak) en el año 244. La batalla de Misiche se menciona solamente en una inscripción persa en Naqsh-e Rustam, donde las victorias de Ardashir y de Sapor fueron inscritas. La inscripción también señala que las «naciones góticas y germanas» lucharon junto a los romanos. Al parecer fue herido el propio Gordiano III, y ambas fuerzas sufrieron numerosas pérdidas y ambos contendientes reclamaron la victoria.
El emperador Gordiano III murió poco después de la batalla en Circesium según fuentes romanas, (no se sabe si asesinado por Filipo el Árabe o de resultas de las heridas). Sapor erigió una torre y en sus muros dejó inscrita su versión de la guerra; esta torre, hoy conocida como Kaaba-i Zardusht, la “Cava de Zoroastro”, es la más antigua de las grandes inscripciones sasánidas. Sapor I no solamente levantó esta torre como recuerdo de su victoria. También edificó una ciudad sobre el lugar de la batalla, Peroz Sapor, la “Victoria de Sapor”. Y en los desfiladeros cercanos a su nueva capital, Bi-Sapor, la “Excelencia de Sapor”, mandó esculpir un bajorrelieve en el que aparecía montado a caballo y arrollando a Gordiano III, mientras que un apocado Filipo el Árabe le imploraba la paz y le ofrecía un tributo.
Campaña de Filipo el Árabe contra Sapor I
Los soldados romanos nombraron emperador al prefecto del pretorio Marco Julio Filipo (244-249), conocido por los historiadores como Filipo el Árabe. Este entabló inmediatas negociaciones con Sapor, firmando un tratado de paz, que según las fuentes romanas, fue deshonroso, pues suponía ceder la influencia en Armenia a los sasánidas. Además, parece ser que los romanos tuvieron que pagar 500.000 denarios para asegurarse una vuelta segura de los remanentes del ejército. Dado que Armenia no era en realidad territorio romano, no parece que hubiera importantes cambios en las fronteras tradicionales entre ambos imperios.
Por lo que respecta a Sapor quedó satisfecho de haber conseguido resistir al Imperio romano y haberle arrancado un tratado favorable. El consiguiente aumento de su prestigio le permitía consolidar su dominio sobre los diversos pueblos que componían su Imperio.
Sapor no se contentó con este triunfo tan humillante para Roma, pues sabía que la clave de la seguridad de su reino era Armenia y se dispuso a controlarla directamente.
En torno al año 252, Sapor logró que sus agentes en Armenia lograran asesinar al rey armenio, Cosroes el Arsácida. El sucesor del rey asesinado, Tirídates, no debía de estar muy seguro en su reino, pues prefirió abandonarlo y huir a Roma en busca de protección. La encontró y con ello comenzó la Segunda guerra romana de Sapor I.
Campaña contra Valeriano I (252 – 282)
Entre los años 251-253 en los que el emperador Decio murió en combate con los bárbaros y sus sucesores Galo y Emiliano fueron asesinados; Sapor intentó aprovecharse de la inestabilidad romana golpeando con fuerza sus provincias orientales. En el 253, lanzó un ataque contra la Mesopotamia romana. Es probable que lograra traspasar el limes romano y saquear parte de Siria, Cilicia y Capadocia; pues al-Tabari señala que Sapor I, en el 253 (en el undécimo año de su reinado), atacó Siria, Cilicia y Capadocia, haciéndo en ellas un gran botín y derrotando a las tropas provinciales romanas.
Probablemente en el 252 o 253, Sapor atacó Siria y derrotó al ejército romano en Mesopotamia en la batalla de Barbalissos. Según fuentes persas, el ejército romano era de 70.000 hombres, pereciendo la mayoría; el ejército romano en aquella época era de 350.000 en total. No se sabe que ocurrió en esa batalla, pero posiblemente los romanos fueron sorprendidos en campo abierto y masacrados por los catafractos y los arqueros montados.
Posteriormente, cruzó el río Éufrates y destruyó Dura Europos, tras lo cual marchó contra Antioquía, que era la tercera ciudad del Imperio romano, la cercó y la consiguió tomar tras construir un imponente aparato de sitio: torres móviles, catapultas, balistas y, sobre todo, un impresionante ariete que batió las grandes murallas haciendo una brecha. La gran ciudad fue saqueada y buena parte de su población deportada a Persia; tras ello, se hizo con la mayor parte de Siria, Capadocia y Cilicia. Al dispersar su ejército, los persas sufrieron algún revés local a manos de milicias de la zona, pero en cualquier caso no tenían intención de absorber Siria y se retiraron tras acumular botín y prisioneros.
Asedio de Dura Europos (252 -257)
La pequeña ciudad fortificada de Dura Europos era un puesto avanzado romano en la provincia de Siria próximo al Éufrates y rodeada por el desierto. Dura sería una más de las ciudades tomadas y saqueadas por los persas en el del 252/3. Los romanos volvieron a ocuparla y procedieron a reconstruir en la medida de lo posible sus defensas.
En torno al 256 o 257, los persas se volvieron a presentarse ante Dura. Los hallazgos arqueológicos permiten reconstruir en parte el proceso de asedio, aunque por desgracia se desconoce el orden de los hechos.
Hay una gran acumulación de puntas de flecha en la zona de la puerta principal. Lo que podría indicar un intento de asaltar la fortaleza antes de proceder con un asedio el asedio.
Los zapadores persas cavaron varias minas para tratar de derribar secciones de la muralla e incluso hay algunas bastante anchas, que penetran en la fortaleza, que podrían haber servido para introducir soldados. Los romanos respondieron con sus propias contraminas. Además, habían apuntalado las murallas con terraplenes de tierra de modo que un hundimiento parcial no provocara una gran brecha.
Los romanos, a su vez, comenzaron trabajos de contraminado a marchas forzadas para evitar el plan persa. El trabajo de los romanos estuvo a punto de dar sus frutos. Localizaron la galería persa ya solamente quedaba derribar un fino muro para conectar con la galería persa, asaltarla e inutilizarla. Los legionarios estaban armados y preparados para entrar. Pero de alguna manera los persas se debieron darse cuenta de ello, colocaron un caldero con azufre, al que prendieron fuego, y abandonaron la galería. Cuando los romanos consiguieron entrar se asfixiaron. Se especula que los persas pudieron valerse de fuelles para mandar el gas a la posición romana, aunque también es posible que el gas se extendiera de forma natural por la galería. Los persas consiguieron tomar la ciudad igualmente
También existen restos de una rampa de asedio, no se sabe si llegaron a completarla.
No se sabe que método acabo funcionando y si hubo un asalto o una capitulación romana. Los sasánidas abandonaron Dura poco después de tomarla y los romanos no la volvieron a ocupar. La ciudad estaba demasiado aislada tanto para unos como para otros.
Batalla de Edesa (260)
El emperador Valeriano I había sido un distinguido senador antes de acceder al trono en el 253. Tras poner algo de orden en el Imperio y dejar a su hijo Galieno, a cargo de los asuntos de Occidente, marchó a tratar de arreglar los problemas en Oriente. Se estableció en Antioquía (Siria) en el 255/6 restableciendo el control romano de la zona, sofocando rebeliones y luchando contra tropas persas de segunda línea. Una incursión de los godos en Asia Menor y una epidemia le restó margen de maniobra temporalmente. Por su parte Sapor permanecía con su ejército principal en su territorio a la expectativa de los acontecimientos.
El emperador Valeriano reunió todos los hombres que pudo que serían unos 70.000 efectivos y se dispuso a marchar contra el ejército sasánida en el 260. Parece que la iniciativa correspondió a Sapor dirigiéndose a asediar las ciudades de Edesa y Carras. Valeriano salió a su encuentro (es posible que su ejército estuviera todavía disminuido por las plagas) y se dirigió hacia la llanura entre Carras y Edesa, una zona donde la caballería sasánida podía desplegar todo su potencial.
No se dispone de fuentes para saber exactamente lo ocurrido. Las fuentes persas dicen «En la tercera campaña, cuando atacamos y sitiamos Carrae y Edesa, marchó contra nosotros el emperador Valeriano, e iba con él una fuerza militar de 70.000 hombres. Y del otro lado de Carrae y de Edesa tuvo lugar una gran batalla entre el emperador Valeriano y nosotros, y cogimos cautivo con nuestras propias manos al emperador Valeriano y a los demás, los prefectos del pretorio y senadores y oficiales, todos los que eran jefes de aquel ejército, a todos capturamos con las manos y los deportamos a Persis«.
Los romanos por su parte dijeron que el emperador Valeriano no quería dar batalla y fue capturado por los traicioneros persas mientras acudía a negociar una tregua. El caso es que o bien por los combates o bien por las plagas, el ejército romano del frente oriental había prácticamente desaparecido, estallando por los aires el sistema defensivo romano.
Quizás 30.000 romanos quedaron muertos sobre el campo y otros 30.000 fueron hechos prisioneros y enviados a Mesopotamia, Kuzistán y Persia para trabajar como esclavos al servicio del Rey de reyes. El propio Valeriano fue hecho prisionero y, según relata Lactancio, durante años sirvió de escabel para Sapor cada vez que este deseaba montar a caballo. El emperador romano, que solía pasar la mayor parte del tiempo en una jaula en la que era exhibido, acabó siendo desollado y su piel, rellena con paja, adornó la puerta de la residencia de Sapor.
Las fuentes persas, en cambio, hablan de Valeriano como de un hombre de buen carácter que fue tratado honorablemente, muriendo por el paso del tiempo. En cuanto al conjunto de prisioneros romanos obtenidos, los persas valoraban mucho sus habilidades poniendo a muchos a realizar obras de ingeniería (por ejemplo presas) y también obras decorativas como mosaicos.
Para los romanos la batalla de Edesa fue todo un «shock». Era la primera vez que enemigos externos capturaban a un emperador. Además, también fue capturado un prefecto del pretorio y varios senadores.
Sapor I no permaneció inactivo tras su gran victoria sobre Valeriano, sino que sus tropas se extendieron por el Oriente Romano. Antioquía fue saqueada de nuevo y con ella muchas otras ciudades de Siria, Cilicia, Capadocia, Galacia, Paflagonia, Psidia, Licaonia, Panfilia y Ponto.
Armenia pasó a estar bajo control sasánida y puesta bajo el gobierno de un hijo de Sapor. También la Iberia Caucásica (actual Georgia), así como la Albania Caucásica (actual Azerbaiyán), y el reino de Gelun en las montañas que bordean las riberas suroccidentales del mar Caspio, quedaron sometidos a Sapor. De esta manera llevó los límites de su poder hasta el Cáucaso y las orillas orientales del mar Negro.
Campaña contra Odenato (261-271)
Lucio Septimio Odenato gobernador de Palmira permaneció fiel a Galieno. Era un importante aristócrata de la semi-independiente ciudad de Palmira. Esta ciudad era muy próspera gracias al comercio y el control del paso de caravanas, teniendo su propia fuerza militar que se encargaba de proteger las rutas de caravanas. El ejército palmirano disponía de su propia caballería catafracta al estilo oriental, pudiendo enfrentarse de igual a igual con los sasánidas, pero sus efectivos eran mucho menores.
Odenato consiguió un primer éxito inicial derrotando una columna sasánida en Siria que volvía a casa cargada de botín y prisioneros. Recibió de Galieno el título de “Dux Romanorum” y en el 262 realiza una exitosa incursión en Mesopotamia, acercándose a las puertas de la capital sasánida Ctesifonte.
Tras limpiar para Galieno el Oriente de fuerzas rebeldes, reunió en el 265 o 266 un potente ejército compuesto de romanos, palmiranos y tribus del desierto. Procedió a invadir Mesopotamia y derrotó contundentemente a Sapor, recuperó Carras y Nísibis y avanzó hacia Ctesifonte con la intención de salvar a Valeriano. Puso sitio a Ctesifonte, pero los persas lograron al final reunir un ejército de socorro con los refuerzos mandados por los diversos sátrapas y Odenato renunció a proseguir el asedio al empeorar su posición.
A pesar de no conseguir todos sus objetivos Odenato había conseguido valiosas victorias y restablecido la situación en Oriente. Un agradecido Galieno le nombró corrector totius orientis cediéndole a efectos prácticos el gobierno de la frontera oriental.
Campaña contra Aureliano (272-275)
En el 268, Galieno fue asesinado y subió al trono de Claudio II el Gótico, el primero de los emperadores ilirios o emperadores soldados. Cuando Claudio II subió al trono, solamente controlaba Italia, África, las islas del Mediterráneo central y una parte de las provincias danubianas. El resto, Galia, Britania, las Germanías, Hispania, Oriente, Egipto y el norte de los Balcanes. Retia y Nórica estaban en manos, o bien de usurpadores, o bien de los numerosos pueblos bárbaros que habían penetrado en el imperio. La economía y el orden social del Imperio habían sufrido también cuantiosos daños y el antiguo ejército legado por Septimio Severo, estaba duramente quebrantado por sus continuas derrotas ante persas, godos, francos, hérulos, sajones y alamanes.
La actividad y brío militar de Claudio II, quien recogió los frutos de las incipientes reformas puestas en marcha por el asesinado Galieno, pusieron las primeras piedras del nuevo edificio imperial de la Roma tardía. Aureliano, que sucedió a Claudio II tras la muerte de este, se mostró como gran innovador y excelente militar.
En el año 272, el emperador Aureliano dirigió su atención a las provincias orientales del Imperio, gobernadas por el denominado Imperio de Palmira, en aquel tiempo estaba gobernado por la reina Septimia Zenobia, viuda de Odenato. Esta había construido su propio imperio; llegando a controlar desde Egipto hasta Asia Menor, abarcando Siria-Palestina, Egipto y amplios territorios en Asia Menor, en nombre de su hijo Vabalato. Primero trató de forzar a Roma a concederle a su hijo los mismos poderes que había ostentado su padre y finalmente acabó rompiendo abiertamente con el Emperador.
Zenobia pidió ayuda a los persas gobernados por Bharam I (273-276) pero no parece que recibiera ayuda efectiva más allá de promesas sin concretar. Además, Aureliano incitó a las tribus caucásicas a atacar a los sasánidas y decidió invadir las provincias orientales en cuanto se sintió lo suficientemente fuerte para hacerlo, empezó la campaña palmirana.