Edad Antigua Los sasánidas Sapor II (309-379)

Campaña contra Constantino el Grande (326 -337)

Diocleciano abdicó voluntariamente de su dignidad imperial en 305. En 306, Constantino, hijo del recientemente fallecido augusto Constancio I, fue proclamado emperador en Britania por las tropas. Para el año 324, Constantino había conseguido vencer a sus últimos rivales y se había convertido en el único señor de todo el Imperio romano.

El así llamado el Giro Constantiniano, es decir, su política en favor del Cristianismo, tuvo también consecuencias para las relaciones romano-persas. En 309, Sapor II, que era todavía un niño de pecho, fue elevado al trono sasánida. Esto causó una crisis en el Imperio Sasánida.

Solo a mediados de la década de 330 Sapor II pudo tomar personalmente las riendas del poder y revelarse como un notable gobernante. El desarrollo de los acontecimientos en el Imperio Romano debió de molestar al Gran Rey, muchos de cuyos súbditos eran cristianos, especialmente en Mesopotamia. Hasta entonces, Sapor había podido estar seguro de la lealtad de sus súbditos de esta religión, ya que en el Imperio Romano se perseguía a los cristianos, pero ahora temía que colaborasen con el emperador de Roma, que era considerado un benefactor de los cristianos y había fundado su autoridad imperial en las ideas del cristianismo. Constantino había expresado su nuevo punto de vista en una carta a Sapor. Ahora, cuando también Armenia y la Iberia Caucásica se habían convertido al cristianismo, Sapor se sintió amenazado, y su percepción no era del todo equivocada.

Concentró tropas en Mesopotamia para forzar violentamente la revisión de las cláusulas de la Paz de Nísibis, e invadió Armenia, donde impuso en el trono a un rey títere. En vista de ello, Constantino envió a su hijo Constancio a Antioquía y a su sobrino Hanibaliano a Asia Menor. En 336 se intercambiaron legaciones, pero no se consiguió un acuerdo, así que Constantino se dispuso a entrar en guerra contra el rey sasánida.

Los planes de Constantino en caso de victoria no están claros. Hanibaliano debía convertirse en rey de Armenia como estado cliente de Roma, con el título de rex regum et Ponticarum Gentium, pero quizá Constantino proyectaba también apoderarse del imperio Sasánida en toda su extensión y hacer de él también un estado cliente de Roma.

Independientemente de cuáles fueran las intenciones que Constantino tenía en mente, su muerte el 22 de mayo de 337 hizo vanas todas esas consideraciones, ya que la proyectada guerra sasánida no se llevó finalmente a efecto. Tras la muerte de Constantino, sus hijos se vieron envueltos en una cruenta lucha por el poder que duró varios años y a cuyo término salió victorioso Constancio II. Durante todo el tiempo que duró su reinado, tendría que preocuparse sobre todo por otro rival, Sapor II, que tras la muerte de Constantino había reanudado las operaciones militares e iba a tener a Roma sin aliento durante las siguientes décadas.

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Sapor II cazando.

Campañas contra Constancio II (338 – 361)

Asedios de Nísibis

Sapor II aprovechó los disturbios que en el imperio Romano siguieron a la muerte de Constantino, e invadió la Mesopotamia romana. Su objetivo era recuperar la ciudad de Nísibis, pero fracasó en su primer asedio de la ciudad en el año 337 ó 338 (seguirían dos asedios más, en 346 y 350). Simultáneamente, el Gran Rey intervino en Armenia. Una medida de política interior fue la persecución de los cristianos en Persia, por razones políticas más que religiosas. En 338 Constancio II, en adelante emperador del imperio Romano de Oriente, marchó contra Sapor.

Aparentemente, Constancio intentó evitar el enfrentamiento en campo abierto. Su intención era más bien que los ataques de Sapor se estrellasen contra el anillo de fortificaciones que defendían las provincias orientales del imperio Romano. El sistema de fortificaciones romano se basaba en la posesión de importantes ciudades estratégicas, que abastecían de víveres a las fortalezas circundantes. Nísibis era una pieza clave de este sistema, lo que explica los repetidos (e infructuosos) esfuerzos de Sapor por conquistarla. Por lo menos en una ocasión los romanos atacaron también el territorio persa.

Batalla de Singara (Sinjar) 344

En la primavera del 344, Sapor había reunido un gran ejército detrás del Tigris, y Constancio se trasladó al este con sus propias fuerzas para enfrentarse a él. Cuando las fuerzas de Sapor empezaron a cruzar el río en tres grupos, Constancio ordenó a los guardias fronterizos no impedir su paso, sino replegarse a través del desierto para unirse a su fuerza principal. Constancio tomó una posición no muy lejos de la ciudad oasis de Singara, que ocupa una posición aislada en medio de un desierto de grava y de un calor asfixiante como lo es el centro-norte de Mesopotamia. Sapor llevó su masivo ejército hacia adelante, y construyó un inmenso campamento fortificado alrededor de otro conjunto de manantiales cercanos a Hiléia. Los historiadores romanos dicen que el ejército de Sapor, dispuesto para la batalla, era tan numeroso que su frente se extendía una distancia de doce millas.

La batalla comenzó por la mañana y continuó durante el resto del día. A media tarde, una parte de la frente persa se ​​rompió y se retiraron en desorden hacia su campamento, donde una línea de catafractas había sido estacionada como reserva. Los infantes romanos, cansados y sedientos por el esfuerzo bajo el sol abrasador de mediados de verano, siguió a los fugitivos con gran agresividad, bien por el conocimiento de los manantiales que había dentro del campamento, o bien por el deseo más tradicional de saquear el campamento.

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Guerra romano-sasánida. Infante sasánida alanceando a un romano tardoimperial, posiblemente en un combate singular. Autor no identificado

Constancio, preocupado por lo avanzado de la hora y la presencia de fuerzas enemigas intactas, trató de controlar a sus tropas pero sin éxito. Los legionarios romanos atacaron a los catafractas persas situados frente al campamento, derrotándolos, llenaron las zanjas, y atacaron a los arqueros situados en lo alto de sus muros. Cuando la resistencia persa se ​​colapsó, los romanos se dispersaron por el campamento enemigo, pensando sólo en el agua y las riquezas que se podía obtener como recompensa de su victoria. Sapor huyó hacia el Tigris, el príncipe heredero persa, menos afortunados, fue hecho prisionero en el interior del campamento, torturado y luego ejecutado por sus captores.

La victoria romana parecía completa. Pasaron algunas horas, sin embargo, uno de los generales de Sapor habiendo recuperado el valor, mientras que los romanos se dedicaban descuidadamente a saquear el campamento en busca de objetos de valor, los persas se reagruparon y avanzaron sigilosamente el amparo de la oscuridad con un grupo de arqueros. Los incendios que ardían en el interior del campamento saqueado iluminan el objetivo, y de repente masas de flechas salieron desde el cielo nocturno, derribando cientos dentro de los muros y los supervivientes se dieron a la fuga. La derrota mermó fuerza de choque de Sapor, sin embargo, al día siguiente su ejército se retiró otra vez más allá del Tigris.

Esta derrota debió haber reforzado la confianza del emperador en las tácticas defensivas como las más adecuadas. A este respecto, se debe tener en cuenta que Constancio solo contaba con una parte del ejército romano, el resto era reclamado por sus dos hermanos (desde la muerte de Constancio II en 340 solo por Constante) en Occidente, y permanecía por lo tanto fuera de su alcance. Pero también Sapor tenía problemas que resolver pues los árabes de lo que hoy sería Kuwait, Qatar, el norte de Arabia Saudita y Bahrein asolaban las regiones de su Imperio, pues estos árabes haciéndose a la mar, saqueaban las costas de Fars. Sapor II los derrotó y devastó sus territorios.

Dicha invasión fue la causa de una tregua que duró varios años y que fue aprovechada por Constancio, entre la muerte de su hermano y el año 353, para afianzar su dominio sobre la totalidad del Imperio.

Asedio de Nísibis 350

Contenidos los invasores árabes y obligados a prestar vasallaje al gran rey, castigados los nobles levantiscos, puesto en buen orden el gobierno del imperio, Sapor II decidió atacar al los romanos y reponer allí el estado de cosas anterior a la derrota de Narsés I ante Galieno. En 350 se lanzó de nuevo contra la fortificada frontera romana de Mesopotamia y asedió Nísibis, la más importante de las ciudades-fortaleza de la Mesopotamia romana y el centro comercial. El ejército persa, con su rey al frente, se concentró en los alrededores de Nísibis, y se construyeron torres de asedio y máquinas de sitio. Todo parecía dispuesto para que la gran ciudad cayera en manos del Rey de reyes persa.

Pero no fue así, ya que al campamento persa llegaron inquietantes nuevas: unos nómadas turanios (los persas llamaban “turanios” a todos los pueblos de estirpe turca o mongola) habían cruzado el Jaxartes e inundaban con sus hordas el Kushanshar (Kushan) persa, amenazando además con pasar también el Oxus y penetrar así en la rica provincia del Jorasán. Ante semejantes noticias, Sapor II no tuvo más remedio que levantar su asedio de Nísibis y marcharse apresuradamente a defender sus fronteras orientales de los bárbaros turanios.

Campaña de Sapor II contra los chionitas

Los turanios eran una tribu de nómadas provenientes de las estepas mongolas, los chionitas, la cual se había visto empujada hacia el oeste por el formidable movimiento de pueblos que llevaría a los hunos hasta las fronteras de Roma. Los chionitas, quizás un subgrupo de los hunos, se mezclaron, durante su progresión hacia el oeste, con los restos de los pueblos iranios de las estepas del lago Baikal, del mar de Aral y de las montañas del Pamir (sármatas, sakas, masagetas, yuestchi y alanos) de manera que cuando cruzaron el Jaxartes y el Oxus e invadieron el Kushanshar persa estaban en buena parte ya iranizados. El proceso se completó en el propio Kushanshar y para fines del siglo IV, los chionitas hablaban la lengua del país y habían adoptado buena parte de sus usos y costumbres.

Por su parte, Sapor II no estaba dispuesto a que su reino vasallo del Kushanshar quedara sumergido por la invasión de los bárbaros turanios y escapara así a su control.

Movilizó sus ejércitos hacia el Oxus y creó un nuevo centro de operaciones junto a dicho río, Nishapur (Gloria de Sapor), una nueva ciudad real que debía servir de gran fortaleza frente a los pueblos nómadas turanios. Desde Nishapur, Sapor II frenó el avance chionita.

No se conocen los pormenores de la guerra, pero se extendió desde el verano del 350, fecha en la que Sapor abandonó precipitadamente el asedio de Nísibis para frenar a los chionitas en el Kushanshar; hasta la primavera del 359 cuando concluyó una paz con los chionitas, y abandonó su frontera oriental para dirigirse hacia el limes romano y atacarlo. Amiano dice que el Rey de reyes tuvo que rechazar a los chionitas en los años 352, 356 y 358-359.

Así que, tras más de ocho años de combates, Sapor II pudo contener a los chionitas y fijarlos al norte del Oxus como vasallos del imperio. Los chionitas pues, se habían hecho con el norte del Kushanshar, pero no habían podido completar su conquista y, en última instancia, habían tenido que aceptar convertirse en una especie de foederatii con los persas.

Como tales se asentaron en la región norteña del Kushanshar, la Sogdiana, mientras que la parte sur, la Bactriana y las provincias del valle superior del Indo, Gandara y el Punjab, quedaron bajo soberanía directa de Sapor.

En 358 se celebraron negociaciones entre Constancio y Sapor. Se conoce bastante bien su contenido gracias al historiador Amiano Marcelino. Sapor exigió en una carta al emperador romano que renunciara a gran parte de Mesopotamia, al igual que a Armenia, donde se había vuelto a imponer el partido prorromano. Constancio no estaba en absoluto dispuesto a ceder territorio romano.

Finalmente, esto significó que se volviera al campo de batalla. Aunque el intercambio de cortesías dejó algo claro a pesar de que Roma y Persia lucharan enconadamente, en el pensamiento de ambas estaba asentada en principio la idea de una cierta igualdad entre los imperios. Eran enemigos, sin embargo, se respetaban el uno al otro. Aunque, ciertamente, esto no impidió a Sapor retomar sus operaciones en el año 359.

Asedio de Amida 359

Sapor, en cuyo séquito había tropas auxiliares chionitas, había aprendido de las últimas guerras, que un ataque directo a las fortalezas de la Mesopotamia romana tenía escasas posibilidades de éxito. Así que las rodeó con su ejército (supuestamente de 100.000 hombres) y atacó Amida.

Un primer intento apresurado de tomar la ciudad con torres de asedio fracasó ante tan imponentes fortificaciones, así que el rey sasánida no tuvo más remedio que someter a la ciudad a un vigoroso asedio.

En la ciudad de Amida, el avance sasánida cobijó a unas 7 legiones romanas más tropas auxiliares, (15.000 hombres) incluyendo tropas que se retiraron ante el avance sasánida y se acogieron bajo la protección de tan importante ciudad. Entre las tropas romanas estaban incluidas las  legiones XXX “Ulpia Victrix” y la X “Fretensis”, y las “Magnentiaci” y  “Decentiaci”, que estaban formadas por bárbaros sin disciplina militar romana, no eran en absoluto fiables a pesar de tener combatientes aceptables.

La ciudad soportó un asedio de 73 duros días, durante los cuales los sasánidas fracasaron en la toma de la ciudad, las torres de asedio sasánidas fueron incendiadas varias veces por los romanos.

La población de Amida durante dicho asedio lo pasó francamente mal, incluso durante el asedio, la peste se desató en la ciudad, aunque afortunadamente terminó después de que lloviera durante diez días.

La ciudad cayó merced a un ataque nocturno realizado sobre la ciudad, mediante torres de asedio y una lluvia de flechas llameantes.  Un día antes de la captura de la ciudad, el escritor Amiano Marcelino había logrado escapar de Amida, trasladándose   a la ciudad de Melitene. Él mismo escribió: «Los sasánidas por su parte sin descanso alrededor de la ciudad, comenzaron a levantar terraplenes, a la vez que fabricaban altas torres de asedio, con el exterior cubierto de placas de hierro, sobre la cuales se colocaban unas ballestas para repeler a los defensores de las almenas de Amida«.

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Asedio de Amida 359. Romanos disparando un onagro contra una torre de asedio persas, desde donde están disparando flechas. Autor Angus Mcbride

La entrada de los sasánidas en la ciudad fue una debacle para la ciudad, los romanos fueron masacrados sin misericordia ante un enemigo harto del asedio reinante y ansioso por obtener un jugoso botín.

La suerte de las legiones Decentiaci y Magnentiaci fue su completa aniquilación, de la que Constancio II debió quedar gratamente satisfecho. Dado el carácter de las legiones y habilidad combativa, seguro que debieron ofrecer una tenaz resistencia, máxime si se tiene en cuenta que fue una lucha a muerte, en el que el poder de la desesperación da una fuerza sobrehumana.

En los años siguientes, Sapor consiguió también conquistar las ciudades de Singara y Bezabde. Sus ataques posteriores no tuvieron ningún éxito, así que en 360 Sapor se retiró, quizá también influido por un oráculo desfavorable.

Constancio pudo respirar aliviado, sabía también, que la amenaza no había desaparecido. Por ello llamó de Galia a su pariente Juliano, quien desde 355 desempeñaba el cargo de césar, para que trajera tropas de refresco. Cuando dicha orden llegó a su destino las tropas de Galia rehusaron obedecer y aclamaron a Juliano como nuevo emperador. Existe la sospecha, no del todo infundada, de que la supuestamente espontánea aclamación como emperador de Juliano, que nunca había estado en buenas relaciones con Constancio, pudo haber sido en realidad un ardid del primero. Juliano se preparaba para enfrentarse a Constancio en una guerra civil, que se evitó al morir Constancio II en Cilicia el 3 de noviembre de 361.

Campaña contra Juliano el Apóstata (362-363)

El creciente malestar entre la población civil y el ejército, acabaron empujando al cada vez más aislado emperador Juliano a huir hacia delante con su gran ofensiva contra el imperio sasánida. Desoyendo a sus consejeros paganos, se lanzó así a una aventura de dudoso resultado, espoleado también por su megalomanía de emparejarse con Alejandro Magno.

Para evitar una larga guerra de posiciones y desgaste, que se suponía beneficiaba a los persas, Juliano contaba con la alianza del rey armenio Arsaces. La intención de esta gran expedición de 70.000 hombres parecía ser la instalación en el trono persa del príncipe Hormizd, hermano del Rey persa Sapor II, que había huido al Imperio romano en 324.

La respuesta persa fue agrupar a las tropas de élite persas (los spah) en Ctesifonte, mientras ordenaba a los gobernadores aplicar una política de tierra de quemada.

La idea de Juliano era un movimiento en pinza. El cuerpo principal con 40.000 hombres, marcharía con el Emperador por el río Éufrates abajo hasta llegar al Gran Canal que conectaba el río con el Tigris y que daba acceso a Ctesifonte, la capital persa; el segundo cuerpo de 30.000 hombres, bajo el mando de Procopio marcharía por Armenia y, una vez unidos a él los ejércitos de su aliado Aršak, el rey de Armenia, descendería el Tigris y se uniría al ejército romano dirigido por el propio augusto Juliano.

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Campaña de Juliano el Apóstata contra los Cosroes II en 363
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Campaña de Juliano el Apóstata contra los Cosroes II en 363. Autor Roger M. Kean

Batalla de Ctesifonte 363

El plan era brillante, pero tuvo una mala ejecución. Los persas, bien dirigidos por Sapor II, se limitaron a retirarse ante el avance romano y a hostigar al ejército invasor con ataques continuos a sus vanguardias a sus líneas de comunicación y abastecimiento. Fue una buena táctica y para cuando Juliano llegó ante Ctesifonte, sus hombres estaban agotados y sin suministros, y no sabían nada del otro cuerpo de ejército romano que debía de haber avanzado desde Armenia.

Juliano entró en territorio persa en abril y avanzó rápidamente, y, después de choques y asedios menores y tomar Seleucia del Tigris, el 29 de mayo de 363 llegaba a Ctesifonte, la capital sasánida. El ejército romano de Armenia no supo mantener el ritmo de avance adecuado para converger con las tropas del Emperador y este, por su parte, no supo mantener en orden ni sus comunicaciones, ni sus líneas de abastecimiento.

Las tropas persas, bajo el mando del mariscal de campo Merena, formaron ante las murallas de Ctesifonte, ubicando a los savaran, integrada por los kataphraktós (caballería acorazada) e inmortales (caballería pesada) en las alas, apoyados en la retaguardia por elefantes de guerra e infantería.

A pesar de los temores de sus subordinados, Juliano decidió avanzar, formando sus 40.000 hombres en forma de media luna y cruzando el Tigris. El rápido avance de las alas romanas acabó con en victoria, con 70 escasas bajas, frente a las 2.500 de los persas, cuyos efectivos se desconocen. Esta batalla se conoce con el nombre de Ctesifonte.

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Batalla del Frygium o de Ctesifonte 363. Catafractos sasánidas cargando. Autor Marek Szyszko
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Batalla del Frygium o de Ctesifonte 363. Entre los romanos y los sasánidas 29 de mayo. Fue una gran victoria romana sobre los sasánidas a los pies de la muralla de la capital. Autor Pavel Simak

Ante la retirada de Sapor II, Juliano abogó por iniciar la persecución, adentrándose en el Imperio sasánida, pero la oposición de su Estado Mayor, que le indican la baja moral del ejército, la extensión de enfermedades y la escasez de provisiones y las escasas posibilidades de buscar alimento.

Sapor II pudo retirarse con sus tropas en orden y reorganizarlas. Mientras que, por su parte, Ctesifonte pudo cerrar sus puertas y afrontar el asedio romano. La ciudad, bien abastecida y guarnecida, resistió los ataques de Juliano y mientras tanto, Sapor II pudo reunir nuevos contingentes de tropas llegados desde Seistán, Kerman, Fars y Kushanshar. En estas condiciones, era impensable proseguir con un asedio contra la capital persa.

La tardanza de las tropas enviadas con Procopio, le forzaron a retirarse siguiendo el curso del Tigris, emprendiendo la marcha el 16 de junio para unirse a Procopio. Fue acosado por los persas que atacaban de continuo su retaguardia y que le impedían forrajear y detenerse a descansar. Para conseguir una mayor rapidez de movimiento, ordenó inopinadamente la quema de la flota, que hasta entonces había acompañado al ejército a lo largo del Tigris, lo que sin duda desmoralizó aún más a la tropa. En el curso de una marcha agotadora, continuamente hostigado por un enemigo que se negaba a presentar batalla.

Batalla de Samarra 363

Después de tres días de descanso, el ejército romano fue atacado durante su avance cauteloso en formaciones de cuadrado. La batalla de Samarra fue una escaramuza, primero contra la retaguardia de la columna romana. Entonces los sasánidas cayeron sobre el centro y el ala izquierda de los romanos. Según la narrativa de Amiano Marcelino, Juliano se apresuró a reunir a sus fuerzas contra los persas, sin usar su armadura. Se las arregló para levantar su estado de ánimo y reducir la posibilidad de colapso, pero su guardia personal se dispersó durante los combates y Julián fue fatalmente golpeado en la espalda por una lanza y su ejército fue derrotado por las fuerzas persas el 26 de junio de 363. Se ha planteado la posibilidad de que la jabalina fuera en realidad proveniente de sus propias filas.

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Batalla de Samarra 363. Muerte de Juliano el Apostata 26 de junio. El emperador Juliano atravesado por una lanza en el costado; al fondo elefantes de guerra sasánidas, guardia real con yelmo con alas, jinete Gyan Avspar o Peshmerga; legionarios romanos con lorica segmentata, y Yazata Mobad (sacerdote de zoroastro portaestandarte). Autor Angus Mcbride.
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Batalla de Samarra 363. Muerte de Juliano el Apóstata. Autor Édouard Groult

El Emperador fue llevado a su tienda donde fue atendido por su médico personal, que no pudo hacer nada por salvarlo, ya que tenía perforados el hígado y los intestinos. Después de conferenciar con algunos de sus oficiales, el emperador falleció. El corto reinado de Juliano terminaba así en un completo fracaso. Los restos de Juliano fueron sepultados en Tarso.

El ejército eligió como su sucesor a Joviano, un oficial cristiano de origen panonio, que se encontró en una situación desesperada, en territorio hostil y rodeado por un enemigo superior. Ansioso por llegar a territorio romano y confirmar su nombramiento, firmó una paz muy desfavorable con los persas, a quienes cedió Nísibis y Singara, y se desentendía de Armenia a cambio del paso franco hasta el territorio romano.

El acuerdo zanjó la cuestión de las fronteras, lo que fue beneficioso también para Roma. La mayor parte de Armenia fue ocupada por Sapor II durante los años 367 y 369. Su rey, el viejo aliado romano, fue vencido, capturado y cegado.

Obras de Sapor II

Sapor II creó de una serie de limes fortificados en todas sus fronteras, a imitación de los romanos. En efecto, en la alta Mesopotamia, allí donde convergían las fronteras de romanos y sasánidas, se levantó una tupida red de fortalezas, torres y fortines. De manera que, a un lado y otro de la línea de separación entre ambos imperios, existía un elaborado sistema defensivo que haría muy difícil en el futuro el avance de los ejércitos invasores.

Más al sur, en los bordes del desierto sirio y sobre todo en los límites del fértil Irak con las estepas arábigas, Sapor II levantó un limes fortificado frente a los árabes del desierto: fosos, torres, fortalezas y calzadas facilitaban la defensa frente a las incursiones de los nómadas. Al mismo tiempo, reforzó su dominio sobre los reinos árabes de los lájmidas o lákhmidas y Arabia, lo que propició que los árabes dejaran, por largos años, de ser un problema para Persia.

Al norte, en el Cáucaso, Sapor II levantó la gran muralla que protegía el paso del Derbent, antiguas Puestas Caspias (entre Azerbaiyán y Daguestán) y, para hacer aún más fuerte la formidable defensa, construyó junto a la muralla la ciudad fortificada de Colais. Edificó también más fortalezas en el Cáucaso para custodiar los otros pasos de la cordillera. De esta manera se aseguraba la tranquilidad de los reinos vasallos de Albania e Iberia, a la par que se afirmaba la situación de las provincias persas de Armenia y Media, frente a los ataques de los nómadas que habitaban al norte del Cáucaso.

También el ejército persa fue muy mejorado por Sapor II. Este perfeccionó el armamento de sus tropas, y elevó en alto grado su disciplina y capacidad operativa. En particular, mejoró la efectividad de la infantería persa, hasta entonces muy deficiente.

Lo hizo creando cuerpos de infantería regular integrados por los belicosos montañeses dailamitas del Caspio y por los rudos campesinos de la Media superior. A todos ellos los armó de manera que pudieran pelear, al igual que la infantería romana, en orden cerrado. Supo también sacar amplio beneficio de los contingentes de tropas aportados por sus príncipes vasallos: los chionitas del Kushanshar, los árabes del Arabistán y de los lakhmidas, los albaneses e iberos del Cáucaso, etc., pues logró integrarlos perfectamente en el ejército regular y usar en su beneficio sus particulares cualidades guerreras.

Durante cincuenta años reinó la paz con Roma, fue casi idílicas las relaciones entre el Imperio Romano Oriental y el Imperio sasánida. Se manifestó en Irán y Mesopotámia con la construcción de nuevas ciudades y grandes edificaciones palaciegas en la capital Ctesifonte; así como la edificación del famoso templo del fuego en Djirah que, con su gran cúpula sobre conchas, fue sin lugar a dudas el precedente inmediato de las cúpulas semiesféricas bizantinas clásicas del estilo arquitectónico bizantino.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2014-07-01. Última modificacion 2022-03-06.
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Comentarios:

  1. Dantes1234 dijo el 2020/04/24 a las 10:11 pm

    Tengo una duda Sapor II fue el que creo la Infanteria pesada Sasanidas o la perfecciono?
    La infantería antes de él era profesional de buena calidad o él la convirtió profesional ? Parece que repito la misma pregunta pero creo que se entiende mejor mi duda

    1. arre caballo dijo el 2020/04/25 a las 5:18 pm

      Te consejo que leas El ejército sasánida (The sasanian army)Universidad Autónoma de Madrid, Arturo Sánchez Sanz que está disponible en la red y solo tienes que bajarlo. Un saludo

  2. Laura Millán dijo el 2021/05/23 a las 3:03 pm

    Hay un cuadro de Durero que representa el asesinato de diez mil cristianos al parecer por un rey persa Salir, ¿Es este personaje? Gracias

    1. arre caballo dijo el 2021/05/24 a las 2:31 pm

      El cuadro de los diez mil cristianos, se refiere a Bitinia, en el siglo IV. El martirio fue consecuencia del edicto del emperador romano Diocleciano, el único que verdaderamente llevó a cabo persecuciones concretas sobre la secta cristiana.

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