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Fue una batalla entre los güelfos y gibelinos librada el 11 de junio de 1289. Entre fuerzas pro-papales o güelfos de Florencia y sus aliados (Pistoia, Lucca, Siena y Prato) que se enfrentaron a los gibelinos de Arezzo en la llanura de Campaldino, que conducía de Pratovecchio a Poppi, en la campiña toscana en la parte superior del río Arno llamada la Casentino. La victoria fue para los güelfos florentinos.
Uno de los combatientes en el lado güelfo era Dante Alighieri, que tenía 24 años en ese momento.
Antecedentes
La causa inmediata de la batalla fueron los informes de que los güelfos fueron estaban causando estragos en las posesiones del conde Guido Novello, que era el podestá (gobernante) de Arezzo, y, peor aún, que amenazaban un lugar fortificado llamado Bibbiena Civitella. Esto llevó a que una fuerza gibelina fuera reunida rápidamente y se dirigiera para contrarrestar la amenaza. Se informó de que se había interceptado un complot en Arezzo, por el cual el obispo accedía a entregar a los florentinos Bibbiena Civitella, y todos los pueblos de su sede, a cambio de una renta vitalicia de 5.000 florines de oro al año, sien garantizado por el banco de Cerchi. El complot fue descubierto por su sobrino Guglielmo de Pazzi, y obligó a subir al obispo en su caballo y lo llevó al campo de batalla, donde lo dejaron muerto entre los muertos de la batalla y sus seguidores: Guglielmino de Pazzi en Valdarno y Buonconte, el hijo de Guido de Montefeltro.
La declaración de guerra fue entregada el 13 de mayo y, con la intención de marchar sobre Arezzo, los florentinos prepararon un campamento en Badia y, bajo la dirección de Guillermo de Durfort, con otros capitanes como Aimerico de Narbonne, Vieri de Cerchi, Bindo Adimari y el varón de Magiatore. En la mañana del 2 de junio vadearon el río Arno, entre Rovezzano y Varlungo por Pontassieve y subieron hacia Consuma.
Ante la noticia de sus movimientos y el fuerte apoyo que recibían de toda Italia, los aretinos se pusieron en marcha en Bibbiena para defenderse. Estaban dirigidos por el obispo local Guglielmino Ubertini, que contaba con los capitanes Guglielmino Raniero Pazzi de Valdarno, Guidarello de Orvieto, el conde Guido Novello, Bonconte y Loccio de Montefeltro, casi todos los veteranos de batallas victoriosas de 1288 contra Siena.
Ocuparon los pasos de Consume y Casentino por sorpresa, así que las fuerzas gibelinas no tenían otra opción que presentar batalla en campo abierto.
El Primado de Arezzo, por lo tanto, envió el guante a los capitanes de la facción contraria, que acordaron la batalla, siendo el lugar elegido Campaldino, llanura situada entre Poppi y Pratovecchio, en el margen izquierdo del río Arno, en una campiña llamada Casentino.
Despliegue inicial
Con las primeras luces de sábado, 11 de junio, ambos ejércitos comenzaron a desplegar sus fuerzas.
Los florentinos y sus aliados tenían 1.600 jinetes (40 de Volterra, 120 de Siena, 60 de Pistoia, 40 de Prato, 600 burgueses florentinos, 500 mercenarios, y de otra procedencia) y 10.000 infantes que incluían ballesteros, lanceros, infantes ligeros y chusma armada indisciplinada.
Desplegaron en tres líneas, la primera línea con la caballería florentina feditori en el centro (A), y en los flancos formando un ángulo, arqueros y ballesteros protegidos por los pavesari (B). En segunda línea situaron infantería en el centro (C), con infantería ligera en ambos flancos (D). Detrás se situó en tren de bagajes y el carroccio protegidos por infantería. A retaguardia se situó caballería (F). Dejaron una reserva (I) compuesta de infantes y jinetes mandada por Corso Donati.
Las fuerzas de Arezzo contaban con 10.000 infantes, pero su caballería era solo de 800 jinetes, pero eran la flor de los gibelinos de la Toscana, de March, del ducado, y de Romaña, todos eran hombres experimentados en armas y en la guerra.
Desplegaron también en tres líneas y una reserva. En primera línea situaron 300 jinetes feditori (H) y en los flancos arqueros y ballesteros protegidos por pavesari (I). En segunda línea situó el grueso de su caballería, 350 jinetes (J), y en tercera línea la infantería (K). También mantuvo una reserva compuesta de 150 jinetes e infantes mandados por Guido Novello (L).
Desarrollo de la batalla
La batalla se inició con la carga de la caballería aretina, los primeros 300 jinetes, mandados por Bonconte de Montefeltro (1), detrás de la cual, al paso, le seguían los 350 de refuerzo.
La caballería florentina de la vanguardia mandada por Vieri de Cerchi cerró filas, pero fueron arrollados, retirándose a retaguardia (2). Los arqueros y ballesteros florentinos de los flancos cerraron contra los jinetes, lanzando una lluvia de proyectiles contra los jinetes aretinos (3).
Para evitar que fueran rodeados, avanzó la infantería aretina (4), y se produjo el choque entre las dos infanterías, sin que la batalla se inclinase por ninguno de los dos bandos.
Corso Donati, que mandaba la reserva florentina, avanzó para atacar por el flanco y la retaguardia a los aretinos, desequilibrando el combate (5). El conde Guido Novello que mandaba la reserva aretina, decidió no entrar en combate y retirarse (6).
Los aretinos fueron rodeados y comenzaron a retirarse del campo de batalla, primero ordenadamente y después en desbandada, desencadenándose la caza de rehenes para cobrar el rescate. Al atardecer, una violenta tormenta detuvo la terrible masacre y persecución.
El resultado de la batalla fue la derrota de los gibelinos, que tuvieron 4.000 bajas, de las cuales 1.700 fueron muertos, los güelfos tuvieron 1.000 bajas de los cuales 300 fueron muertos.
Secuelas de la batalla
En Florencia, el resultado del conflicto parecía iniciar una era de paz, pero no fue así. En 1300, los güelfos florentinos habían dividido en los güelfos negros y los güelfos blancos. Los negros continuaron apoyando el papado, mientras que los blancos se opusieron a la influencia papal, concretamente a la influencia del papa Bonifacio VIII. Dante fue uno de los defensores de los güelfos blancos, y en 1302 se exilió cuando los güelfos negros tomaron el control de Florencia. Los que no estaban conectados a cada lado, o que no tenía conexiones con cualquiera de güelfos o gibelinos, considera ambas facciones indignas de apoyo, pero se vieron afectados por los cambios de poder en sus respectivas ciudades.
Emperador Enrique VII estaba disgustado por los partidarios de ambas partes durante su visita a Italia en 1310, y en 1334 el Papa Benedicto XII amenazó a las personas que tomaran parte en las luchas internar con la excomunión. En 1325, las ciudades estado güelfas de Bolonia y la gibelina de Módena pelearían por un cubo en la guerra del Cubo, en la que se libró la famosa batalla de Zappolino. La victoria de Módena, en esta batalla, y, por lo tanto, la guerra, llevó a un resurgimiento de los gibelinos.