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Movimientos previos
Tras la derrota en la batalla de Falkirk el 17 de enero, Guillermo-Augusto de Gran Bretaña, hijo menor de Jorge II y duque de Cumberlad, fue nombrado nuevo comandante en jefe de las fuerzas gubernamentales, y se hizo cargo de todas las fuerzas. Llegó a Edimburgo el 30 de enero, se hizo cargo de las fuerzas y al día siguiente siguió la costa hacia norte, para que la flota pudiera suministrar al ejército y se dirigió a Aberdeen; donde preparó sus tropas para la siguiente campaña, para evitar sorpresas, rodeó la ciudad de puestos avanzados, y situó una brigada al mando de Humphrey Bland en Huntly para protegerse de las fuerzas de John Drummond que estaban en la cercana base de Fochabers.
Estando en Aberdeen, el ejército se incrementó en 5.000 efectivos de Hesse. Las fuerzas hessianas dirigidas por el príncipe Federico de Hesse, tomaron posición hacia el sur para cortar cualquier camino de retirada para los jacobitas.
Inevitablemente se produjeron enfrentamientos entre ambos bandos, el más importante fue la noche del 20 de marzo, en la villa de Keith a medio camino entre ambas fuerzas, los jacobitas se enfrentaron a la milicia de Argyll y la caballería gubernamental, sin ninguna consecuencia.
Después del enfrentamiento del 20 de marzo, Cumberland envió refuerzos a Huntley y con ellos iba el conde de Albemarle para hacerse cargo del mando. Designado como la DI-1 de Albermarde se componía del RD-10 de Kingston, y 2 BRIs (I y III), con el fin de cubrir el movimiento de la fuerza gubernamental.
Mientras que el brigadier Mourdaunt con 3 BIs de la BRI-V y 4 cañones, designados con la DI-2, se dirigió a Old Meldrum el 23 de marzo, pero no llegaron hasta el 8 de abril. Este mismo día la DI-2 de Mordaunt se dirigió al norte a Turriff, mientras que Cumberland con el resto ocupaba el lugar de Mourdant en Old Meldrum y lord Sempell ocupaba con una BRI Inverurie.
Al día siguiente Cumberland y Mordaunt se dirigieron a la ciudad costera de Banff y no descubrieron movimientos de los jacobitas. El ejército gubernamental llegó a Culloden el 11 de abril con 2 RCs y 6 BIs de infantería. Fochabers estaba a muy poca distancia, y el cruce del Spey sería muy disputado.
Los jacobitas fueron tomados completamente por sorpresa, la noticia de que Cumberland había dejado Aberdeen, hizo que se emitieran órdenes para que el ejército jacobita se concentrara en Inverness; pero la rapidez con que había llegado el ejército gubernamental, hizo que se enviaran 2.000 fuerzas para ocupar la orilla del Spey, que comprendían caballería, RIs de las Tierras bajas y la mitad de las fuerzas francesas, no tenían artillería de apoyo.
Los gubernamentales vieron que la orilla estaba ocupada por los jacobitas, así es que cruzaron por un vado aguas arriba, donde les llegaba el agua hasta la cintura y luego girando hacia donde estaban los jacobitas, estos atacados de flanco huyeron primero a Elgin y después a Nairn.
Cumberland conociendo que la batalla estaba próxima, acampó su infantería en una zona llana en Balblair, justo al oeste de la ciudad, y la caballería la acampó en Auldearn un poco al suroeste, y decidió dar descanso a la tropa.
Las fuerzas jacobitas de aproximadamente 5.400 efectivos dejaron su base en Inverness, dejando la mayoría de sus suministros, y se reunieron a 8 km al este cerca de Drummossie, unos 19 km de Nairn. El príncipe Carlos había decidido mandar personalmente sus fuerzas y siguió el consejo de su ayudante general, el secretario O’Sullivan, quien optó por organizar una acción defensiva en Drummossie Moor, un estrechamiento en el páramo abierto comprendido entre los recintos de las murallas de Culloden al norte y las tapias de Culloden Park en el sur.
A George Murray no le gustaba el terreno, y con otros oficiales superiores señaló lo inadecuado del terreno accidentado de los páramos que era altamente ventajoso para el Duque. Era un terreno pantanoso y desigual que hacía que la famosa carga de las Tierras Altas fuera un poco más difícil mientras permanecía abierta para artillería de gran alcance de Cumberland, y abogaban por una campaña de guerrillas, pero Carlos se negó a cambiar de opinión.
Temprano en la mañana del 15 de abril, los jacobitas desplegaron su ejército en una zona llana del páramo por encima de la casa de Culloden.
Los jacobitas permanecieron desplegados, pero como no vieron movimientos gubernamentales, enviaron a la caballería, que regresó informando que el ejército gubernamental aún seguía en Nairn y no estaban haciendo preparativos.
Se daba el caso de que ese día, el ejército gubernamental estaba celebrando el cumpleaños del duque de Cumberland con una gran fiesta, incluyendo bebidas alcohólicas. Murray sugirió que intentasen repetir el éxito de la batalla de Prestonpans ejecutando un ataque nocturno sobre el campamento británico. Pero los highlanders estaban hambrientos, ya que solo habían comido un bizcocho seco durante todo el día, estaban aún a unos 3 km del campamento, de modo que se vieron obligados a retroceder, y luego dispersarse en busca de comida y un poco de sueño en alguna zanja o cobertizo. Muchos de ellos yacían exhaustos en los terrenos alrededor de Culloden House.
El ejército Real se levantó temprano el 16 de abril de 1746 y comenzó su marcha hacia Culloden, avanzando hacia el páramo en cuatro columnas. Las tropas estaban bien alimentadas y descansadas, confiadas y decididas.
La milicia de Argyll, compuesta por los montañeses de Campbell y la caballería ligera de Kingston, marchaban delante del ejército en misión de reconocimiento. Se dice que el duque de Cumberland le dijo a su ejército antes de dirigirse a la batalla: “Si hay algún hombre que no desee luchar contra los montañeses, le ruego que me vaya en nombre de Dios, prefiero luchar con mil hombres resueltos que diez mil a medias”.
Se dio la alarma en el campamento jacobita y se dispararon cañones para convocar a los clanes a sus posiciones de batalla.
Además de la escasez de suministros y el agotamiento de los hombres, el ejército jacobita se encontraba plagado de dificultades. Importantes secciones del ejército estaban en el norte persiguiendo a las fuerzas gubernamentales de Loudon. Muchos de los hombres que habían dejado sus regimientos para buscar comida y dormir no pudieron escuchar la llamada.
Había tensiones dentro del ejército. Una disputa entre el clan de Clanrnald y el de Glengarry del clan MacDonald hizo que muchos regresaran a casa. Los MacDonald restantes estaban molestos porque se les había asignado el flanco izquierdo del ejército en lugar del derecho, lo que consideraban su derecho. Los clanes reaccionaron rápido y ocuparon los mismos puestos que el día anterior, lo que facilitó el despliegue.
Despliegue inicial jacobita
Los jacobitas disponían de 5.760 infantes, 236 jinetes (algunas unidades como los Kilimarnock fueron empleados como infantería por falta de caballos), y 8 cañones (2×2, 3×4 libras, y 3×6). Desplegaron su ejército como en la batalla anterior en dos líneas y una reserva:
Primera línea (3.810):
- Flanco izquierdo 900 hombres mandados por James Drummond, duque de Perth, jefe del clan Drummond, con los RIs de los clanes de MacDonnell de Glengarry (420 bajo Donald MacDonnell de Lochgarry + 80 de Grant de Glenmorriston); MacDonald de Ranald (200 bajo Ranald MacDonald); MacDonnell de Keppoch (200 hombres bajo Alexander MacDonnell).
- Centro 1.760 hombres mandados por John Drummond, con los RIs de los clanes de Cisholm (150 bajo Roderick Chisholm de Comar); Fraser de Lovat (400 bajo Charles Fraser de Inverallochy); MacLachlan y MacLean (290 bajo Lachlan MacLachlan); Edimburgo (200 bajo John Roy Stewart); MacIntosh o de Chattan (350 bajo Alexander MacGillivray de Dunmaglass).
- Flanco derecho 1.150 hombres mandados por George Murray, con los RIs de los clanes de Appin (250 bajo Charles Stewart de Ardshiel); Cameron (400 bajo Donald Cameron de Lochiel); y Atholl (500 bajo William Murray, lord Nairne).
Segunda línea 1.950 hombres mandados por el teniente-coronel Walter Stapleton, con piqueros irlandeses (300 bajo el mando de Tcol Walter Stapleton), RI del duque de Perth (300 bajo Strathalan); RI del clan Ogilvy (500 en dos BIs bajo David Ogilvy); RI del clan Gordon (500 en dos BIs bajo Lewis Gordon); Royal Scotts (350 bajo Louis Drummond).
Reserva la caballería 236 hombres bajo el mando de John MacDonald
- Escuadrón de la izquierda: Strahalan (30), y húsares de Bagot (36).
- Escuadrón centro: Fitz James (70).
- Escuadrón de la derecha: Guardias de lord Elcho (30) y guardias de Belmerino (70)
La artillería desplegó una batería en cada flanco y una en el centro.
Despliegue inicial gubernamental
El tiempo era muy malo, con un frío viento arrojando llovizna en dirección a las caras de los jacobitas. Las fuerzas del duque de Cumberland llegaron al campo de batalla hacia las 11 de la mañana y se desplegaron, frente a las jacobitas que les esperaban ya formados. Disponía de 5.820 infantes; 754 jinetes/dragones, y 16 piezas de artillería (10×3 cañones y 6 morteros coehorn, desplegaron en 3 líneas:
Primera línea mandada por el conde de Abermale:
- Ala izquierda: mandada por el general Humphrey Bland con los RDs de Kerr (267 mandados por el Tcol Williams, lord Ancrum); de Cobham (170 mandados por Peter Cobham) y las milicias de las Tierras Altas (300 mandados por John Campebel de Ballimore)
- Centro mandado por el general William Anne, conde de Albemarle, con la BRI-I de la izquierda con los RIs de Barrel (325 bajo el Tcol Robert Rich); Munro (426 bajo Louis de Dejean); y Campbell (358 bajo Charles Colvill). La BRI-III de la derecha con los RIs de Price (304 bajo Tcol John Grey); de Cholmondley (339 bajo el Tcol Charles Jeffreys): y Royal Scots (401 bajo el Tcol John Ramsay).
- Ala derecha 2 EDs de Cobham (106).
Segunda línea mandada por el general John Huske con la BRI-IV de la izquierda con los RIs de de Wolfe (324 bajo el Tcol Edward Martín); Sempill (429 bajo Tcol David Cuniynghame); y Bligh (325 bajo el coronel Henry Conway. La BRI-II de la derecha con los RIs de Fleming (350 bajo el Tcol George Jackson); de Howard (413 bajo el Tcol George Howard); y de Sackville (412 bajo el Tcol George Sackville).
Tercera línea mandada por el brigadier John Mordaunt con la BRI-V con los RIs de Blakeney (300 irlandeses bajo Tcol Francis Leighton); Battereau (354 bajo el coronel John Battereau); y Pulteney (410 bajo el Tcol Thomas Cockayne), y el RC de Kingston (211 bajo el Tcol John Mordaunt).
La artillería se situó entre los RIs de primera línea.
Desarrollo de la batalla
Primera fase: bombardeo de artillería
La artillería de Carlos, que estaba superada en número en proporción de tres a uno, abrió fuego primero, pero su número y la falta de artilleros experimentados hicieron que su impacto fuera escaso.
Durante la primera media hora de la batalla, la artillería británica, superior en técnica y en número, se dedicó a machacar las líneas jacobitas prácticamente a placer; mientras Carlos, que se encontraba muy por detrás de sus fuerzas para no caer víctima del cañoneo enemigo, esperaba a que las fuerzas gubernamentales iniciaran su avance, firmemente decidido a luchar a la defensiva como pretendía.
Inexplicablemente, le llevó casi treinta minutos darse cuenta de que Cumberland no tenía ninguna prisa por ponerse al alcance de una carga de la infantería highlander, y que parecía sentirse perfectamente a gusto dejando que su artillería hiciera el trabajo durante el máximo tiempo posible. Para sus hombres, que mantenían la formación bajo el cañoneo británico, debieron ser treinta minutos larguísimos. De hecho, aunque el terreno blando de las marismas minimizaba el efecto de la artillería, la moral de las tropas empezaba a decaer. Varios jefes de clan, furiosos por la falta de actividad, presionaron al Príncipe para que diera la orden de carga.
Mientras en el ala izquierda gubernamental, mando las milicias de las tierras altas de John Campbel de Ballimore, que abrieran brechas en los muros de los reductos de Culwhiniac para que pasaran los dragones de Cobham y Kerr.
Segunda fase: carga jacobita
El príncipe Carlos finalmente fue persuadido de que debía ordenar a los highlanders que cargaran antes de que el ejército comenzara a desaparecer. Envió a los ayudantes de campo para dar la orden a las diversas partes de la primera línea para atacar.
Cuando la orden llegó finalmente, al flanco izquierdo donde estaban los MacDonald, rehusaron cargar molestos por haber sido desplegados en el flanco izquierdo, prescindiendo de su tradicional lado derecho. Cuando se combate con espada y escudo, hay mucha diferencia entre uno u otro flanco en una línea de batalla, los espartanos siempre desplegaban en ese lado. El duque de Perth intentó persuadirles, pero se negaron.
En otra partes en el centro y flanco derecho de la línea jacobita se obedeció al instante la orden de atacar, los highlanders estaban ansiosos por escapar del fuego de la artillería y enfrentarse al enemigo. Normalmente avanzaban andando hasta alcanzar una distancia de 100 metros del enemigo, para a continuación cargar a la carrera. El primer regimiento en avanzar fue el de MacIntosh, conocido como del clan Chattan, liderado por su coronel de cabello amarillo, Alexander McGillivray de Dunmaglass.
La carga de los highlanders era un episodio temible; grupos de hombres de clanes corriendo a toda velocidad con las espadas y escudos, gritando sus gritos de guerra de clanes. En las dos batallas anteriores, Prestonpans y Falkirk, la carga de los highlanders había sido suficiente para hacer que los regimientos gubernamentales se colapsaran y huyeran sin esperar el contacto.
Había una zona de terreno especialmente blanda y tuvieron que desviarse hacia la derecha, con lo que obstruyeron el avance de los regimientos que les seguían, y el ataque en general empezó a encajonarse entre el muro sur de los reductos de Culwhiniac y el terreno pantanoso. Los higlanders avanzaron hacia el flanco izquierdo de las tropas gubernamentales, recibiendo por el camino varias salvas de fuego de mosquete y artillería, que había pasado a disparar metralla, más eficaz a corto alcance.
Cumberland viendo avanzar el centro y derecha jacobita, mientras que la izquierda se quedaba parada, interpretó que los jacobitas estaban cambiando el eje de ataque; ordenó reforzar su ala derecha donde estaban un ED de Cobham con los dragones de Kingston y el RI de Pultney que estaban en tercera línea, mientras RI de Batereau pasó a reforzar el flanco derecho de la segunda línea.
Finalmente el flanco derecha jacobita se incorporó a la carga, una gran cantidad de jacobitas lograron llegar hasta las filas gubernamentales. Sin embargo, a diferencia de batallas anteriores, su carga era descoordinada, con lo que llegaron en grupos pequeños y dispersos. La recientemente introducida bayoneta, sumada a las semanas de entrenamiento que Cumberland había forzado a su ejército, permitieron a los británicos repeler la mayoría de los ataques.
El flanco izquierdo de Perth chocó con los RIs de Royal Scots y Chalmondley, el centro de Drummond chocó con los RIs de Price y Campbel, y la BRI de Murray en la derecha chocó con las BRIs de Munro y Barrel.
Tan solo el empuje del flanco derecho donde los clanes de los Cameron, Athol y Appin mandados por Murray fueron capaces de romper la primera línea; Cumberland tuvo que emplear la BRI derecha de la segunda línea (los RIs de Wolfe, Sempill y Bligh) y el RI de Sackville para detenerlos, quedando detenidos los clanes de Athol, Cameron y Appin y siendo envueltos por estas fuerzas. Un capitán del regimiento de Munro relató después: «En medio de esta acción, el oficial al mando de los Camerons me lanzó un grito pidiendo cuartel, que rehusé, y reté al bribón rebelde a que avanzase. Lo hizo, y me disparó, pero providencialmente falló. Le dejé seco de un tiro, y me quedé su pistola y su dirk.»
Tercera fase: envolvimiento gubernamental por las alas
Mientras los dragones del ala izquierda gubernamental habían pasado por las brechas abiertas por los escoceses Campbell; habían sido descubiertos y enviaron al clan MacBean para evitar que cruzaran la brecha en el muro, Gillies MacBean aguantó los ataques de las milicias y de los dragones de Kerr, cuyo comandante Robert Kerr fue mortalmente herido, finalmente fueron abrumados y los gubernamentales cruzaron el muro, amenazando el flaco de la segunda línea y reserva jacobita.
Carlos ordenó inmediatamente al escuadrón de la derecha, los guardias de Elcho y Belmerino (100) para hacerles frente, también ordenó que se les sumara un BI de Gordon (250) y el RI de Ogilvy (500), que formaron una improvisada posición defensiva detrás de un pequeño barranco para detener a los dragones. El general Humphrey Bland desconociendo la fuerza jacobita formó los dragones en dos líneas, delante los dragones de Kerr (267), y detrás los dragones de Cobham (170).
Los escoceses de Campbel (300) tras abrir las brechas en el muro, se dirigieron al norte para luego usar el muro como parapeto y abrir fuego de flanco contra las líneas jacobitas, Carlos envió al otro batallón de Gordon para hacerles frente.
En el otro ala, el ED de Cobham (107) y los jinetes de Kingston (211) envolvieron para atacar por retaguardia a la BRI jacobita de Perth.
Mientras los Reales Escoceses franceses y los piqueros irlandeses continuaron para apoyar la primera línea jacobita.
Cuarte fase: la huida jacobita
Las brigadas jacobitas de la izquierda y centro comienzan la huida, mientras que la de la derecha de Murray, sufrieron la descarga de los RIs de la segunda línea, en cuestión de minutos perdieron 700 hombres. Murray ordenó que se empeñen las reservas del los Escoceses Reales franceses y el RI de Perth, pero llegaron demasiado tarde y se había producido la huida.
Los Reales Escoceses desplegaron sus dos compañías y manteniendo la cohesión hicieron contra el RI de Campbell, que se detuvo, permitiendo la huida de los jacobitas, uno de los capitanes era Donald MacDonald de Benbecula, segundo hijo de Ronald MacDonald del jefe del Clanranald. Posteriormente se retiraron en buen orden, pero posteriormente fueron atacados de flanco por las milicias de Campbel de Ballimore, a los que consiguieron rechazar; finalmente se encontraron con los dragones de Cobham, parte del regimiento fue obligado a rendirse mientras que la mayor parte pudo escapar conducidos por el mayor Hale y salvar los colores.
Cumberland personalmente se hizo cargo de los dragones del ala derecha, y trató de envolver a la BRI de Perth, entonces los piqueros irlandeses que marchaban en segunda línea se enfrentaron a los dragones y caballería, siendo derrotados y dirigiéndose al parque de Culloden.
En el ala izquierda gubernamental, Hawley atacó con los dragones de Kerr (267) en primera línea, mientras que los dragones de Cobham (170) envolvían. Los dragones de Kerr pusieron en fuga al BI de Gordon, al RI de Ogilvy y a los guardias de Elcho, Belmerino y los jinetes de Filz James. Los dragones de Choban se dirigieron contra los escoceses reales franceses.
En poco más de 60 minutos, el duque de Cumberland había cosechado una victoria aplastante. Cerca de 1.250 jacobitas habían muerto en la batalla, una cantidad similar yacían heridos en el campo de batalla, y 558 fueron hechos prisioneros. A cambio, las fuerzas de Cumberland habían sufrido 52 muertos y 259 heridos.
Secuelas de la batalla
Tras la victoria, Cumberland ordenó a sus hombres la ejecución de todos los jacobitas heridos y prisioneros, por este acto sería conocido desde entonces como «Cumberland el Carnicero«. Se respetó la vida de los prisioneros de más alto rango, que fueron juzgados y ejecutados posteriormente en Inverness.
Inmediatamente después de la batalla, Cumberland entró a caballo en Inverness con la espada desenvainada y aún manchada de sangre, un gesto simbólico y muy amenazador. Al día siguiente, la matanza continuó cuando se enviaron patrullas de vuelta al campo de batalla para acabar con cualquier posible superviviente. Las fuentes contemporáneas indican que murieron 70 jacobitas más. Por orden de Cumberland se vaciaron las cárceles de presos británicos, a fin de dejar sitio a los simpatizantes jacobitas. Muchos fueron llevados al sur hacia Londres, donde fueron juzgados por alta traición en Berwick, York y el mismo Londres.
Se realizaron ejecuciones indiscriminadas, matando a un acusado de cada veinte. En total, 3.470 jacobitas y simpatizantes fueron arrestados tras la batalla de Culloden. De ellos, 120 fueron ejecutados, 88 murieron en prisión, 936 fueron deportados a las colonias como esclavos y 222 se desvanecieron sin dejar rastro dentro del sistema judicial británico. Aunque casi todos los demás fueron liberados en un momento u otro, se desconoce el destino final de casi 700 de ellos. Cumberland se mostró también inmisericorde con los desertores de su propio ejército, 36 a los que capturó posteriormente fueron ejecutados de forma sumaria.
En contraste con el tratamiento despiadado mostrado hacia los miembros de los clanes, a los destacamentos de soldados provenientes del ejército francés se les permitió una rendición formal, fueron bien tratados y acabaron por ser devueltos a Francia. Fueron considerados como soldados regulares de un monarca extranjero, y por ello sujetos a las prácticas normales de la guerra. Los jacobitas capturados, en cambio, eran considerados traidores al rey y tratados como tales, incluso a pesar de que la mayoría no tenían otra opción que seguir las órdenes del jefe de su clan.
Posteriormente se enviaron patrullas por las Tierras Altas para capturar a los fugitivos y simpatizantes, arrestándoles y quemando sus hogares y requisando sus propiedades. Es imposible calcular con precisión a cuántos de los habitantes de las Highlands fueron quemados de sus hogares, violados y masacrados por las sanciones del gobierno británico en el período posterior a la derrota jacobita en Culloden; pero se sabe que más de 20.000 cabezas de ganado, ovejas y cabras han sido requisadas y vendidas en el fuerte Augustus, donde los soldados dividieron las ganancias.