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Antecedentes
Era el segundo hijo de Juan Vázquez de Coronado e Isabel de Luján, ocupó varios puestos en la administración del recién conquistado reino de Granada, con Íñigo López de Mendoza, su primer gobernador cristiano. Fue tío de Juan Vázquez de Coronado.
Vázquez de Coronado llegó a la Nueva España (actual México) desde España en 1535, cuando tenía unos 25 años, en el entorno de su primer virrey, hijo del patrono de su padre y su amigo personal, para probar suerte en el Nuevo Mundo.
Se convirtió en el hombre de confianza del virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza, y ascendió rápidamente. Contrajo matrimonio en Nueva España con Beatriz de Estrada, llamada la Santa. Heredó a través de ella una larga porción de una propiedad encomendera mexicana (comisión con sello real para atender indios que no pueden valerse por sí mismos) tuvieron ocho hijos.
El Virrey lo nombró gobernador de Nueva Galicia, en sustitución del primer gobernador de la provincia Nuño de Guzmán, acusado y condenado culpable de maltratos a los nativos; se trasladó allí junto con su esposa en 1538.
En calidad de gobernador apoyó a fray Marcos de Niza a explorar el norte de la Nueva España, misión que le había confiado el virrey Antonio de Mendoza.
Anteriormente la expedición de Pánfilo de Narváez, de la que solo hubo cuatro supervivientes, que atravesaron a pie y durante 8 años el actual suroeste de los Estados Unidos y norte de México hasta llegar a Culiacán Sinaloa, donde encontraron una villa española. Estos náufragos, encontrados en la Nueva España en 1536, transmitieron rumores de los indios de que más al Norte había ciudades colmadas de minerales y riquezas.
Con esos antecedentes fue enviado el fraile Marcos de Niza a un viaje exploratorio en 1539; este regresó hablando de las riquezas de siete ciudades de oro llamadas Cíbola, de las cuales había oído hablar en su viaje. A su regreso a México contó esta historia al virrey y este se lanzó sin pensarlo a organizar una expedición de 340 españoles y 800 indios mexicanos bajo el mando de Coronado. Dicha expedición fue financiada por el Virrey y el propio Coronado, hipotecó las posesiones de su mujer y pidió prestados 71.000 pesos de plata para financiar la expedición.
La Gran Expedición
En la expedición iba una mujer, Francisca de Hoces, con su marido, Alonso Sánchez, que era zapatero en Ciudad de México. En la expedición había 11 capitanes y varios hombres que habían convivido con los indios durante 10 años o más. Llevaban 12 cañones, abundante munición, 150 eran jinetes y 200 infantes, llevaban también ganado vacuno y semillas.
Partieron el 23 de febrero de 1540 de Compostela (ciudad de México en la costa). Pero esta era solo una parte porque a través del mar de Cortés y en paralelo a la costa marchaban dos buques al mando de Pedro de Alarcón y Marcos Ruiz cargados de provisiones y material que pudiese necesitar la expedición terrestre. La idea era buena, pero ambos grupos jamás llegaron a encontrarse.
Descubrimiento de la desembocadura del río Colorado
Pedro de Alarcón, siguiendo las instrucciones recibidas, partió de Acapulco (Nueva España) en su exploración a las costas de California, y con la intención de encontrarse con Coronado al norte de California; y es allí donde “Hallamos una canal, dos leguas de la tierra firme, de hondura de ocho brazas, por la cual entraban sus dos mareas en veinticuatro horas por su orden y concierto de creciente y de menguante (…) con tanta corriente (…) que era cosa maravillosa.”
Así fue como Hernando de Alarcón describió la desembocadura del río Colorado en el golfo de California. Esta boca de río había sido registrada un año antes por Francisco Preciado, piloto mayor de la expedición al mando de Francisco de Ulloa.
Inicio de la expedición terrestre
A los pocos días de la partida los víveres comienzan a escasear y unos diez caballos fallecieron por portar pesadas cargas y no recibir alimentos para continuar. Tras recorrer 150 kilómetros, en marzo, buscan comida en Chametla entre los indios que allí se encontraban pero los indios se resistieron y organizaron una trampa en la que el segundo de Coronado, Lope de Samaniego, murió de un flechazo. Tras esto Coronado organizó una represalia contra los indios y capturaron a ocho de ellos, que serían ejecutados. Dos capitanes que se habían adelantado regresaron debido a lo escarpado del terreno y al mal tiempo sin haber encontrado la ciudad. Siguieron tomando rumbo al norte por la costa occidental de la Nueva España hasta Culiacán, Sinaloa. Allí se unió a la expedición fray Marcos de Niza, que sería el guía de la expedición. También se aprovisionaron de nuevo y continuaron su camino el 22 de abril de 1540.
A finales de junio, Coronado llego al valle de los Corazones (llamado así por Cabeza de Vaca debido a que los nativos le ofrecieron corazones de animales como alimento). Allí Coronado fundó el pueblo de San Jerónimo de los Corazones.
Viendo que el desplazamiento del grueso de la expedición retrasaba la marcha, decidieron formar un grupo reducido más ágil y rápido y mandarlo adelante a explorar lo desconocido. Este grupo se encontró con Melchor Díaz, un capitán enviado unos meses antes a explorar el terreno y comprobar las informaciones de fray Marcos de Niza; les contó que Cíbola no era más que un conjunto de poblados hechos de piedra y adobe y habitado por indios que no sabían lo que era el oro.
La fuerza de avanzada, al mando de Tristán de Luna y Arellano, con 80 jinetes, 30 soldados de infantería y algunos aliados nativos, continuó aún más al norte y tomó los pueblos de los zunis el 7 de julio de 1540, pueblos que les habían dicho ser las siete ciudades doradas de Cíbola. La tribu de los zunis trató de defender el pueblo, y se produjo una batalla. Alrededor de 300 indios armados con lanzas, escudos y arcos se enfrentaron a la caballería española.
Media docena de indios murieron, con varios españoles heridos y tres caballos muertos. Los indígenas huyeron a su fortaleza en Thunder Mountains (montañas del Trueno), y los soldados de Tristán ocuparon la ciudad, pero fue una victoria pírrica. No había oro ni joyas, y los soldados culparon a Marcos de Niza, a pesar de que el informe del fraile nunca había asegurado la existencia de oro.
El grueso alcanzó a la vanguardia días después. Tuvo nuevas esperanzas cuando los indígenas le dijeron que había otras siete ciudades llamadas Tusayán, en dirección noroeste.
Siguieron adelante hacia Chichilticalli lugar en el que comenzaba el desierto y donde, tras cruzarlo, se supone que estarían las riquezas que tanto buscaban. Lo atravesaron y se internaron por la actual Arizona, y el 7 de julio de 1540 llegaron a Hawikuh.
Vázquez de Coronado envió a Tusayán al capitán Pedro de Tovar con 17 jinetes y algunos infantes. Tusayán fue otra desilusión, pues resultó ser el hábitat de los indios moquis de Arizona; siete poblaciones en lugares defensivos, la más importante de las cuales era Wolpi, y por supuesto no tenían riquezas. Allí, Tovar oyó decir a los indios que al oeste de su país había un gran río y cuando regresó con la noticia.
Descubrimiento del Gran Cañón de Colorado
En agosto de 1540, Coronado mandó grupos de exploración para informarles sobre todo. Al noroeste mandará a su nuevo segundo, García López de Cárdenas con 12 soldados, para que descubriese el gran río y que volviera a darle noticias en no más de 80 días. Cárdenas cruzó el desierto durante 20 interminables días, llegó a la zona de los indios hopi y encontró el Gran Cañón del Colorado, un gigantesco surco de 446 kilómetros de longitud y 1.600 metros de profundidad horadado por el río Colorado durante millones de años.
El 28 de septiembre de 1540, Cárdenas contempló por primera vez el río Colorado (al que llamaron Tizón), serpenteando al fondo del profundo barranco tras lo cual, ante la imposibilidad de bajar por la escarpada orografía, la escasez de agua y el breve tiempo otorgado en las órdenes recibidas; Cárdenas decidió volver junto a Coronado al cual narró su extraordinaria visión.
Descubrimiento del río Grande
capitán Hernández de Alvarado fue enviado al hacia el noreste con 17 soldados y un cacique indígena con mostacho al que apodaron «Bigotes«, que presentó a los españoles a varias tribus a lo largo del río Grande. Hernando quiso seguir explorando más pero Bigotes les dijo que estaba cansado y les proporcionaría un guía.
El nuevo guía usaba un sombrero particular, propio de la tribu pawnee, que a los españoles recordaba a un sombrero árabe, y es por esto que lo apodaron «el turco«.
Encontraron un poblado llamado Tiguex o Tigüez, cerca de la ciudad de Santa Fe, Nuevo México, a orillas del río Grande; Hernando mandó una misiva a Coronado para instalar allí el campamento y reunirse con ellos en ese paraje, próximo al río Grande (río Bravo para los mexicanos), cosa que hizo.
Guerra de Tiguex
Allí los españoles necesitaron ropa y otras cosas, y las tomaron de los indios, incluso ofreciendo dinero a cambio, pero los indios se negaron y, eso, sumado a otros episodios, provocó un levantamiento de los indios de Tiguex que empezaron a matar a los caballos de los españoles. La expedición fue atacada varias veces por los nativos, aun así, las fuerzas de Vázquez de Coronado las repelieron con éxito. Ese invierno hubo varios enfrentamientos. Algunos han llamado a estos enfrentamientos la guerra de Tiguex.
El indio apodado el Turco que le comentó que viajando hacia el noreste había un país conocido como Quivira, rica e importante. Pero ocurrió igual que, como con el fraile Marcos de Niza, todo fue un engaño y tras recorrer miles de kilómetros llegaron a una zona así llamada, Quivira, a la altura de la actual Kansas, en donde vivían los indios wichita que eran pobres y vivían en cabaña con techo de paja, era un importante centro comercial para los indios, para la percepción de los españoles no era más que un grupo de aldeanos pobres que vivían en chozas de barro. Coronado permaneció 25 días en Quivira,y decidió regresar a Sicuye a finales de agosto de 1541. Regresaron hacia Tiguex con evidente frustración, pero en ese viaje de vuelta hicieron un gran hallazgo: enormes manadas de bisontes, a los que llamaban vacas salvajes, perseguidas por indios querechos. Por lo menos ya tenían asegurados los suministros de carne y también la posibilidad de un jugoso comercio.
Coronado envió desde Tiguex al capitán Hernando de Alvarado a y Cárdenas a otra expedición para ver qué había en los alrededores de esa zona y marchó el 29 de agosto de 1541 hacia el reino de Hacus o Acoma. Una ciudad habitada por indios queres que se encontraba en una fortaleza natural construida sobre una plataforma elevada más de cien metros y cuyo acceso tan solo se podía realizar por unas pocas sendas estrechas y peligrosas.
Días después, Cárdenas retomó su decisión de parlamentar y se acercó al pueblo a caballo. Pero cuando estaba llegando “los indios lograron apoderarse de él y lo llevaron vivo a su aldea, lo que nos causó el mayor dolor, porque era un hombre distinguido que, por virtud y afabilidad, se había hecho amado todo el mundo”. Allí terminó sus días a la edad de 42 años García López de Cárdenas, el español pacense de Llerena y descubridor del Gran Cañón del Colorado.
Regreso de la expedición
Viendo que no había nada que hacer Coronado decidió suspender la expedición y regresar a México. Volvió por la misma ruta de ida en 1542 solamente con 100 hombres y la carga del fracaso. Fue acusado de mala gestión y crueldades contra los indios, pero no pudo ser condenado y continuó ejerciendo funciones de gobernador de Nueva Galicia hasta 1544.