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Camino a la guerra
Los Estados Generales no llevaron a cabo ninguna maniobra diplomática al respecto de la impositiva Acta de Navegación, pero incrementaron las prevenciones de forma significativa. Muchos navíos comerciales fueron armados para reforzar las escoltas de los grandes convoyes comerciales, de entre 100 y 400 buques, que transportaban de mercaderías desde los mares Báltico y Mediterráneo. En este contexto, Maarten Tromp, previsor como de costumbre, presentó, el 15 de marzo de 1652, un extenso memorándum a sus superiores titulado «Consideratien, ingesteld op de jegenswoordige occasie ter zee» (Consideraciones sobre la presente situación en la mar), en el cual exponía sus ideas y estrategias, consistentes en atacar antes de que sus adversarios estuvieran listos para hacerlo. Tromp sabía de lo que hablaba, pues para entonces la armada inglesa se había apoderado de un centenar de buques mercantes holandeses, entre ellos de un convoy de 27 en la colonia de Barbados, bajo el pretexto de que vulneraban lo estipulado en el Acta de Navegación.
Los ingleses, por su parte, tampoco estaban ociosos, e iniciaron sus movilizaciones en abril. El general del mar Robert Blake pidió al parlamento un total de 729.000 libras esterlinas para hacer frente los gastos de la armada a lo largo del año. Ese dinero, decía Blake, tenía el objetivo ayudar a mantener en condiciones una flota de 117 naves de varias clases y de servir para la compra de 335 cañones de hierro, así como también para ampliar los astilleros que mantenían la flota en servicio.
El parlamento dio el visto bueno, además, a la construcción de 30 fragatas al coste de 300.000 libras. El coste de dichas empresas resultó ser demasiado elevado y, como es natural, el atraso en los pagos supuso que solo una pequeña parte de las preparaciones se hubiera realizado cuando estalló la guerra.
La hegemonía holandesa sobre el comercio comenzaba a verse amenazada, pero los resultados tangibles del Acta de 1651 no constituyeron la causa inmediata de la guerra. Esta se debió al progresivo deterioro de las relaciones bilaterales a causa de las políticas de exclusión comercial mutua propias del mercantilismo, a la escalada de enfrentamientos entre ambas flotas desde 1650 y a la pugna por el dominio del comercio colonial del Imperio portugués; cuya descomposición dejaba abiertas nuevas áreas de dominación a las potencias marítimas en alza.
En 1651, 140 buques mercantes holandeses fueron capturados en alta mar. Tan solo en enero de 1652, otros 30 barcos holandeses fueron capturados en el mar y llevados a puertos ingleses. Las protestas a Inglaterra por parte de los Estados Generales de las Provincias Unidas no sirvieron de nada: el parlamento inglés no mostró ninguna inclinación a frenar estas incautaciones de envíos holandeses.
Primeros combates: la batalla de Goodwind Sands (12 de mayo de 1652)
El 12 de mayo de 1652, el capitán Anthony Young de la fragata President, acompañado por otras dos “fragatas”, divisó en aguas cercanas a Dover una escuadra formada por una docena de barcos. Pensando que eran naves de guerra aliadas, Young se les acercó. Entonces descubrió que se trataba de un convoy mercante holandés que navegaba a lo largo del Canal en su camino hacia el Mediterráneo escoltado por tres navíos de guerra. El capitán inglés exigió a los barcos de guerra que arriaran la bandera a su paso. El navío almirante así lo hizo, y continuó su curso, pero el vicealmirante se negó categóricamente e invitó a Young a subir a bordo para a arriar la bandera él personalmente. Este envió al patrón de su barco al navío holandés, solo para encontrarse con la misma negativa. Young dobló entonces sobre el navío y demandó una vez más que arriara la bandera. Por tercera vez los holandeses rehusaron, ante lo cual Young abrió fuego. Una retahíla de cañonazos sacudió el buque holandés, este devolvió el fuego, y la batalla había comenzado.
El vicealmirante holandés aprovechó el viento, que soplaba hacia el noroeste, y trató de situarse a barlovento de Young, el cual se vio obligado a mantener su rumbo contra el viento para impedir que el holandés ganara el barlovento y se situara en posición de abordarlo. Entre tanto, las otras dos fragatas, a cargo, respectivamente, de los capitanes Chapman y Reynolds, dispararon a proa del navío del contraalmirante holandés, pero solo para virar rápidamente sobre el vicealmirante, que ante la superioridad inglesa, accedió a arriar la bandera. Young quiso llevarse el buque a puerto en reparación por el daño y las pérdidas de su pequeña escuadra, un muerto y cuatro heridos, pero el almirante holandés dijo que, en tal caso, no lo permitiría. Young, dada la determinación de sus adversarios, decidió dar el combate por concluido.
Días más tarde, el 28 de mayo, una flota de 44 navíos holandeses con 1.274 cañones, procedentes de distintos almirantazgos bajo el mando directo de Maarten Tromp, se vio obligado a abandonar un anclaje descubierto entre Dunkerque y Nieuport y refugiarse en los bajíos de Goodwin Sands, en la costa sudoriental de Inglaterra. Noticias de la escaramuza del día 12 habían llegado a Holanda, de manera que Tromp estaba advertido.
No muy lejos de Goodwin Sands, frente a la localidad de Deal, se hallaba anclada una escuadra inglesa de 9 navíos con 473 cañones a las órdenes de Nehemiah Bourne. Tromp despachó dos pequeños bajeles para avisar a este de que su escuadra había fondeado en los bajíos en busca de refugio frente a la mala mar. Sus capitanes saludaron el pabellón inglés y subieron a bordo del navío insignia de Bourne el Andrew de 56 cañones, a quien explicaron personalmente que un fuerte viento contrario les había impedido aproximarse a Dunkerque y que habían perdido muchas anclas y cables en el temporal. Fuera cierto o no, Bourne pitó a zafarrancho e inmediatamente envió un bote a las Dunas, donde estaba Blake con la escuadra principal, compuesta por 14 buques con 440 cañones.
Seguida de cerca por el vigilante Bourne y sus navíos, la flota holandesa navegó hacia el sureste y fondeó en la rada de Dover. Allí Tromp se negó a arriar la bandera de su buque insignia, el Brederode, de 54 cañones, ante el castillo de la ciudad, que respondió a la afrenta disparando varias piezas de artillería. Tromp hizo oídos sordos y dedicó la tarde a ejercitar a sus tripulaciones. La mañana siguiente, el almirante holandés descubrió que la escuadra de Blake se acercaba desde Rye rumbo al nordeste y mandó levar anclas. Su flota comenzó a discurrir lentamente entre las dos escuadras inglesas; la de Robert Blake, al sur de su posición y la de Bourne, que se mantenía al norte desde el anochecer. Si la tarde anterior el viento soplaba hacia el noroeste, aquella mañana lo hacía hacia el sudeste, de modo que Tromp fue distanciándose poco a poco de los barcos ingleses en dirección a Calais.
A las 17:00 horas, cuando parecía que Tromp había escapado de una posible trampa bien planeada, la situación dio un vuelco inesperado.
Desafortunadamente para Tromp, descubrió que un convoy de 17 buques mercantes holandeses, que regresaban del Mediterráneo, estaba anclado cerca de la costa inglesa. A pesar de la presencia de los dos escuadrones ingleses, Tromp decidió regresar para proteger el convoy.
La flota holandesa viró de súbito y en una inesperada maniobra se abalanzó sobre los navíos de Blake, encabezada por el Brederode (54). El general del mar inglés exigió a los holandeses que arriaran a su paso las banderas de sus navíos; exigencia que acompañó de dos cañonazos que pasaron rozando la proa del Brederode (54). Tras un tercer disparo de advertencia, el buque insignia de Blake, el James (60) disparó una andanada completa, y la batalla había comenzado. Caóticamente, pues los navíos holandeses pronto convergieron en torno al James (60), que se había adelantado algo al resto de buques ingleses, y que sufrió toda la furia de la artillería holandesa. Aunque era más sólido que sus oponentes, resultó seriamente dañado y tuvo unas 40 bajas antes de que el resto de la escuadra se aproximara y entrara en acción.
Los holandeses, muy superiores en número, podrían haber rodeado la vanguardia inglesa de no haber sido por las acciones de Bourne; que mientras Tromp y Blake se enzarzaban en su duelo personal, cayó con gran impulso sobre la dispersa retaguardia holandesa, lo que alivió la presión sobre los buques de la vanguardia inglesa. En el clímax de la batalla llegaron a contar con la ayuda de los pescadores de Kentish, que los socorrieron llevando municiones y pólvora a bordo de sus botes de pesca. Durante la mayor parte del tiempo la batalla estuvo indecisa, y siguió durante toda la noche, en la cual Tromp hizo encender las luces de sus navíos para que Blake conociera su posición. El inglés, sin embargo, aprovechó las horas de oscuridad para reparar sus daños frente a Hythe.
Las luces del amanecer descubrieron que Bourne había capturado dos navíos holandeses: el Sint Laurents (30) y el Sint María (28), que habían quedado cortados del núcleo principal. El segundo tenía el casco acribillado y los aparejos destrozados, de modo que fue abandonado por sus captores y su tripulación prisionera trasladada a bordo del Fairfax (52), del capitán Lawson. El viento lo arrastró durante la mañana hacia la flota holandesa, que logró recuperarlo y llevarlo a puerto. Blake no perdió ningún navío, aunque su insignia, el James (60), encajó 70 disparos en el casco y terminó parcialmente desarbolado y desmantelado. Hubo de pasar un mes y medio para que, el 10 de julio, el parlamento inglés declarara la guerra a las Provincias Unidas. La decisión se tomó pese a algunas dudas de última hora; dudas que se desvanecieron de un plumazo en cuanto Adrian Pauw, el gran pensionario de las Provincias Unidas, se personó el Londres tratando de evitar la guerra a toda costa.
Cromwell no solo no estaba dispuesto a retirar su abusiva Acta de Navegación, sino que además exigió a las Provincias Unidas el pago de cierta suma de dinero en reparación por las hostilidades iniciadas frente a Dover, de las que culpaba a Maarten Tromp. Pauw rechazó finalmente el ultimátum inglés, y los embajadores holandeses abandonaron Inglaterra rumbo a su país.
A comienzos de junio de 1652, Blake recibió órdenes de hacerse de nuevo a la mar para atacar la flota holandesa de las Indias Orientales, diezmar las pesquerías de arenque, y apresar de cuantos bajeles comerciales enemigos tuviera ocasión. El éxito de la misión dependía en gran medida de la rapidez, pues los grandes convoyes que regresaban con su preciada carga a los puertos holandeses desconocían el estallido de la guerra entre Inglaterra y las Provincias Unidas. El resultado de esta campaña contra el comercio holandés fue fructífero, y varios centenares de buques holandeses cayeron durante el verano en manos de las escuadras inglesas que patrullaban el Canal de la Mancha y el mar del Norte. El único enfrentamiento digno de mención que se produjo por esos días fue un combate frente a la costa de Holanda entre dos fragatas inglesas y dos navíos holandeses, de los que uno fue apresado para hundirse poco después, y el otro varó en tierra.
Batalla de Plymouth (26 de agosto de 1652)
Mientras Blake cumplía su misión en el mar del Norte, la flota inglesa en las Dunas se había reducido considerablemente. El puesto fue ocupado por el general del mar George Ayscue, recién llegado de Barbados con 36 presas detenidas en virtud del Acta de Navegación. Ayscue era un veterano de la armada de 42 años. El Parlamento dio instrucciones explícitas a este marino de vigilar el estuario del Támesis, pero las fuerzas de que disponía Ayscue eran reducidas: solo 11 buques, de los que únicamente 4 eran de guerra. Ello no impidió que Ayscue se aventurara hasta el cabo Lizard a la caza de presas holandesas. El 12 de junio desbarató un convoy frente al cabo Lizard, tomando 6 mercantes procedentes de Portugal. El 20 de junio Blake regresó a las Dunas, pero solo para reparar sus naves, que llevaban navegando casi desde la batalla de Dover. El día 27 el veterano se hizo de nuevo a la mar, quedando Ayscue solo de nuevo.
Llegó a oídos del parlamento inglés que un gran convoy cargado de plata americana zarparía pronto de Cádiz rumbo a Holanda con una débil escolta, y se dispuso la caza. En la misión participarían las escuadras de Robert Blake, que se apostaría en la línea costera holandesa, y de Ayscue, que rondaría el extremo occidental del Canal de la Mancha resuelto a interceptar el convoy antes de que una escuadra holandesa saliese a reforzarlo.
Por su parte, el Consejo de Estado de las Provincias Unidas, sabedores sus integrantes de las fatales consecuencias que supondría la pérdida del convoy, tomó medidas para anticiparse a los ingleses. Una escuadra consistente en un total de 23 navíos y 6 brulotes armados con unos 600 cañones y tripulados por cerca de 1.700 marineros y soldados fue armada en el puerto de Wielingen
El 29 de julio Michiel de Ruyter fue nombrado vicecomodoro; una creación originalmente holandesa entre el almirante y el contraalmirante, de la flota confederada holandesa y poco después tomó el mando, en ausencia del vicealmirante Witte de Con. Un escuadrón que se reuniría en el Wielingen, frente a la costa de Zelanda, para escoltar a un gran convoy. Alrededor del 20 de agosto, Ruyter se hizo a la mar antes de que los mercantes llegaran, para buscar una flota inglesa de 40 naves, mandada por Ayscue. El escuadrón de Ruyter en ese momento consistía en 23 buques de guerra y 6 brulotes, con un total de alrededor de 600 cañones y 1.700 hombres y se reunió en el puerto de Wielingen. Como Ruyter informó a los Estados Generales de los Países Bajos, la mayoría de los equipos estaban mal entrenados, muchos barcos tenían un mantenimiento deficiente y solo disponía de dos meses de suministros. Sin embargo, prefirió luchar temprano sin la carga de tener que proteger al convoy.
Para atraer a Ayscue, Ruyter comenzó a cruzar la costa de Sussex, causando un alboroto entre la población local, pero Ayscue, a pesar de que su flota había crecido a 42 barcos, no reaccionó. Mientras tanto, Ruyter había perdido dos barcos, enviados para escoltar a un mercante aislado que llegaba a la desembocadura del río Somme, cuando chocaron, hundiendo uno, el Sint Nicolaes, y dañando gravemente al otro, el Gelderlandt.
El 13 de agosto el holandés recaló en Calais y recibió nuevas órdenes. La plata española tendría que esperar, y escoltaría hasta el Atlántico un convoy procedente de Texel con rumbo al Mediterráneo.
El 21 de agosto, Ruyter finalmente se encontró con el convoy de 60 mercantes de Gravelinas en el sur del mar del Norte. Le agradó conocer que llevaran 10 buques de guerra de escolta, lo que elevaba su total a 31 buques.
El 23 de agosto, Ruyter volvió a entrar en el Canal cerca de Calais. Sus instrucciones eran escoltar al convoy hasta el Atlántico; allí la mayoría de los barcos se dirigirían hacia el Mediterráneo junto con sus 10 escoltas, mientras que el escuadrón original tendría que esperar para recoger mercantes provenientes de las Indias Occidentales y transportar plata.
El día 25 por la mañana, en aguas de Plymouth, Reuter avistó en el horizonte lo que esperaba: una escuadra de guerra enemiga. Su antiguo amigo, George Ayscue, había logrado al fin dar con él. El inglés contaba con 38 navíos de guerra, 4 brulotes y 4 pequeños bajeles; una fuerza nada despreciable.
El día 26, a la 13:30 horas, la armada inglesa avanzó sobre la holandesa aprovechando que el viento soplaba del noreste a su favor. Las escuadras se encontraban, a la sazón, frente a la costa francesa. Ayscue intentó un ataque directo desde el norte contra el convoy, esperando que la flota mercante se dispersara, lo que le permitiría capturar algunas naves, pero De Ruyter inesperadamente cambió de rumbo para hacer frente al ataque de Ayscue, protegiendo a los mercantes.
Las naves de Ayscue estaban mejor artilladas, pero extremadamente desorganizadas porque los buques más rápidos, entre ellos el buque insignia de Ayscue, el George (60) y el Vanguard (56) de su vicealmirante William Haddock, habían roto la formación para atrapar mercantes durante la batalla; por lo que no podían formar una línea de batalla y explotar completamente la ventaja de su potencia de fuego sobre los holandeses.
Los holandeses formaron con el contraalmirante Joris van den Broeck Pieterszoonal al mando de la vanguardia, Reuter lideraba el centro, y el contraalmirante Jan Aertsen Verhoeff la retaguardia.
Sobre las 16:00 horas se dio un hecho singular: la línea holandesa se cruzó con los 7 navíos ingleses de vanguardia, pasando los unos a través de los otros de manera casi simultánea, curiosamente ambos adversarios reclamaron haber roto la línea de batalla adversaria. La maniobra resultó nefasta para los buques ingleses, que se vieron rodeados por el grueso de la escuadra holandesa mientras el resto de buques, consistentes básicamente en mercantes armados, se mantuvieron lejos, temerosos. Así, Ayscue y sus capitanes de mar y guerra quedaron en solitario haciendo frente a un enemigo más hábil y más numeroso. Ambas flotas sufrieron terribles destrozos en el furioso cañoneo. Los buques holandeses acabaron con los cascos acribillados, y los ingleses salieron casi desmantelados. En medio de la batalla, una bala rasa le arrancó la pierna de cuajo al contraalmirante Pack, que murió poco después.
El combate se desarrolló en una sucesión de acciones parciales, uno de los mayores navíos holandeses, el Volgestyrus (40) propiedad de la Compañía de las Indias Orientales (VOC), quedó algo separado del resto de la flota y cayó bajo el ataque de tres navíos ingleses, que lo abordaron. Su tripulación estaba a punto de rendirse, cuando, su capitán, el frisón de nombre Douwe Aukes, amenazó con prender fuego a la santabárbara si lo hacían.
Frente a esa alternativa, sus hombres se recuperaron, y los ingleses retrocedieron abandonando el buque que resistió el cañoneo de los buques ingleses, que lo dañaron seriamente. Durante los combates buque a buque, los holandeses emplearon su táctica favorita de desaparejar las naves enemigas disparando a los mástiles y aparejos con proyectiles unidos una cadena. Al final de la tarde Ayscue, sintiéndose sin apoyo, tras un duro combate, decidió romper el contacto con el enemigo y retirarse a Plymouth para reparar sus naves muy dañadas.
La oscuridad caía ya cuando Ayscue emprendió la retirada rumbo al puerto con todos sus barcos averiados. Todavía tuvo que enviar un brulote el Charity mandado por del capitán Simon Orton a amenazar a los navíos holandeses que impedían la retirada del navío Bonadventure, pero logró zafarse sin perder ningún buque. Más tarde, Ruyter lamentó haber tenido sus brulotes a sotavento: “Si nuestros brulotes hubieran estado con nosotros hubiéramos desbandado al enemigo con la gracia de Dios; pero alabado sea Dios, que nos ha bendecido con que nuestro enemigo huyó por sí solo, aunque tenía 45 buques fuertes y de gran poder”.
Ninguna de las partes perdió un buque de guerra, pero los ingleses sufrieron grandes bajas entre su tripulación. Los holandeses tuvieron 70 muertos y 50 heridos. Los informes sobre las pérdidas inglesas son diferentes: uno, el más creíble, establece el número tan alto de 700 bajas entre muertos y heridos, entre ellos el capitán Thomas Lisle y el contraalmirante Michael Pack que tenía una pierna amputada y poco después murió a raíz de las complicaciones. Otro informe dice 91 muertos.
Ruyter persiguió a la flota inglesa cuando se retiraba, los persiguió durante toda la noche con la esperanza de apresar algún navío rezagado, pero no pudo atrapar a ningún buque. Sin embargo, Ayscue, temiendo por su reputación, el 27 de agosto convenció al consejo de guerra inglés de que la flota debía permanecer segura en Plymouth. En tanto, Ruyter luego envió dos buques de guerra para escoltar a la flota mercante a través del Canal de la Mancha hasta el Mediterráneo. Por un tiempo consideró atacar a la flota enemiga en el fondeadero en Plymouth Sound, pero al final se decidió no hacerlo, ya que le informaron que el almirante Robert Blake estaba navegando hacia el oeste con una fuerza superior.
Desde su posición en Portland, el almirante Robert Blake envió al vicealmirante William Penn con 15 navíos para tratar de interceptar a Ruyter a toda prisa. Aunque este alcanzó la retaguardia holandesa el 26 de septiembre, no pudo impedir que Ruyter se escapara hacia el este durante la noche y entrara sano y salvo en Calais. Luego, Ruyter escoltó 12 buques mercantes con seguridad a Calais el 2 de octubre cuando sus provisiones se habían quedado casi agotadas.
Mientras Ayscue reparaba sus buques y Blake emprendía otra empresa, el convoy holandés salió sano y salvo rumbo al Mediterráneo con su escolta, Ruyter, a bordo de su buque insignia, el Neptunis Kleine, tuvo que regresar a puerto para reparaciones, probablemente debido a un daño no suficientemente reparado de la batalla de Plymouth. Así que puso proa a Holanda, donde fue recibido como un héroe.
El gobierno inglés acusó a algunos capitanes mercantes de cobardía. Ayscue fue acusado de falta de liderazgo y organización: su intento de presentar el encuentro como una victoria no logró convencer. No menos importante fue su énfasis en la captura de trofeos (capturar naves mercantes), evitando dar batalla, en el primer año de la guerra fue una actitud muy común, ver el conflicto como una campaña de gran corso, lo que les permitió ganar riquezas a costa de los holandeses.
Ayscue siguió en comisión el tiempo suficiente para reparar y organizar su maltratada escuadra, y fue relevado del servicio con una pensión de 300 libras esterlinas y tierras en Irlanda. Volvería unos años después, cuando Carlos II de Inglaterra recuperó su trono y la Commonwealth llegó a su fin.
Batalla de Kentish Knock (8 de octubre de 1652)
La batalla se libró cerca del bajío llamado Kentish Knock en el mar del Norte, a unos 30 kilómetros al este de la desembocadura del río Támesis. La flota holandesa, internamente dividida por motivos políticos, regionales y personales, se mostró incapaz de hacer un esfuerzo determinado y pronto se vio obligada a retirarse, perdiendo dos barcos y muchas bajas.
El almirante holandés Maarten Tromp había sido suspendido por los Estados Generales de los Países Bajos por motivos políticos, y fue reemplazado como comandante supremo de la flota holandesa confederada por el vicealmirante Witte de With. Esto causó una división inmediata entre las provincias de Holanda y Zelanda, ya que With era el enemigo personal del comandante de la flota zelandesa, el vicealmirante Johan Evertsen, que había abandonado el servicio debido a un conflicto con los Estados Generales. Las tensiones anteriores habían sido moderadas por el hecho de que tanto Tromp como Evertsen eran orangistas acérrimos, pero With era un servidor leal del régimen de los Estados que había dominado la política holandesa desde la muerte del estatúder Guikkermo II de Orange. Habiendo defendido durante meses una política naval más agresiva destinada a destruir la flota enemiga en lugar de defender pasivamente a los convoyes mercantes contra el ataque inglés; entonces vio la oportunidad de concentrar sus fuerzas, unirse al escuadrón del vicecomodoro Michiel de Ruyter y obtener el control de los mares. Partió para atacar a la flota inglesa fondeada en los Downs, cerca de Dover, partiendo del Schooneveld el 5 de octubre de 1652. Inmediatamente, la flota fue golpeada por una tormenta que dañó muchas embarcaciones. With también tuvo que proteger las rutas comerciales y descubrió que 9 de las naves de Ruyter, que habían estado en el mar durante dos meses, tuvieron que regresar al puerto para realizar reparaciones. Ruyter sugirió que, dadas las circunstancias, era mejor simplemente seguir atacando a las flotas mercantes inglesas, mientras se evitaba el enfrentamiento directo, pero With insistía en librar una batalla decisiva.
Cuando las flotas finalmente se encontraron el 8 de octubre, las Provincias Unidas tenían 62 naves y aproximadamente 1.900 cañones y 7.000 hombres; la Commonwealth de Inglaterra 68 barcos bajo el general en el mar Robert Blake con alrededor de 2.400 cañones y 10.000 hombres. La vanguardia de la flota holandesa iba a ser comandada por Michiel de Ruyter, el centro por With y la retaguardia por el contraalmirante temporal Gideon de Wildt del almirantazgo de Ámsterdam.
Por la mañana, la flota holandesa, se acercaba desde el este, y al mediodía, Blake teniendo una brisa sur-suroeste, intentó explotar esta excelente oportunidad para atacar directamente a los holandeses.
With reunió apresuradamente su fuerza sobre las 14:30 horas, con la excepción de cinco barcos que se habían desviado muy al norte, Con ahora quería transferir su bandera del pequeño barco el Prinses Louise al Brederode, buque insignia anterior de Tromp y la nave más poderosa de la flota holandesa. Sin embargo, para su mortificación, la tripulación de Tromp se negó a dejarlo subir a bordo, y se dirigió a De With amenazando con disparar una salva. El comodoro zelandés Cornelis Evertsen el Viejo, el hermano de Johan Evertsen, fue llamado para negociar, pero fue en vano.
Cuando la flota enemiga estaba a menos de media milla de distancia, With se vio obligado a izar su bandera en la gran pero lenta embarcación el Prins Willem, perteneciente el VOC, donde encontró a la mayoría de sus oficiales borrachos y la tripulación consistía en hombres sin entrenamiento.
La acción empezó sobre las 17:00 horas cuando Blake, movió su bandera desde el Sovereign (90) demasiado grande al Resolution (50) más maniobrable (antiguo Prince Royal), para enfrentarse a los holandeses. Blake intentó romper la línea holandesa, pero al acercarse la flota inglesa, la masa de naves holandesas comenzó a ceder hacia el este. Al mismo tiempo, el viento se debilitó considerablemente. Como resultado, ambas flotas avanzaron lentamente en dirección opuesta. Esto fue muy desfavorable para los holandeses; estar normalmente en una posición de sotavento les hubiera dado un alcance mayor, pero con vientos tan suaves esta ventaja estaba ausente, mientras que los barcos ingleses eran más grandes y estaban mejor artillados que sus oponentes.
Sin embargo, al principio algunos barcos ingleses se metieron en problemas: el Sovereign (90) y el James (48) encallaron en el banco de arena Kentish Knock y solo con mucha dificultad consiguieron liberarse; el Resolution (50) y el Dolphin (30), se aventuraron demasiado adelante, se aislaron y fueron rodeados, pero fueron salvados por la llegada de otros buques ingleses. El Prins Willem fue desactivado, lo que significa que De With se vio muy obstaculizado en sus esfuerzos por liderar sus fuerzas. Pero sobre las 19:00 horas, la lucha se detuvo debido a la oscuridad, las flotas simplemente habían terminado esa única maniobra. En ese momento, un barco holandés, el Maria, había sido capturado, mientras que otro barco capturado, el Gorcum, fue abandonado por los ingleses porque estaba a punto de hundirse, pero fue reocupado y salvado por los holandeses. El Burgh van Alkmaar explotó. Varios barcos holandeses, su moral sacudida por el devastador fuego inglés, abandonaron su formación.
Al día siguiente, a primera hora de la mañana, unos 10 barcos holandeses, en su mayoría comandados por capitanes de Zelanda que resentían el dominio de Holanda y que detestaban severamente a With, habían roto el compromiso y simplemente habían regresado a casa. Esto generalmente se atribuye al hecho de que With en el consejo de guerra en la mañana del segundo día había llamado a todos los capitanes zelandeses cobardes y les había advertido que en Holanda todavía quedaba suficiente madera para erigir horcas para cualquiera de ellos. La situación se había vuelto desesperada para los holandeses que ahora tenían 49 barcos en su flota mientras que la flota inglesa había reforzado durante la noche a 84, pero With todavía quería hacer un último esfuerzo.
En sus instrucciones, la flota holandesa, ahora posicionada al sureste de la fuerza inglesa, navegó más al sur con la esperanza de obtener el viento favorable. Sin embargo, este plan falló: primero algunos barcos, con dificultad para vencer al viento, corrieron demasiado hacia el oeste y fueron alcanzados por el fuego de la retaguardia inglesa; y apenas la flota holandesa se había movido a su posición prevista cuando todo resultó ser en vano, ya que el viento se volvió hacia el noreste, dando a los ingleses la ventaja de nuevo. Michiel de Ruyter y Cornelis Evertsen lograron convencer a With para que aceptara lo inevitable y la flota holandesa a última hora de la tarde se retiró al este, seguida por Blake; como With enojado lo describió: «como una manada de ovejas huyendo de los lobos«. Ruyter cubrió la retirada con una docena de naves y los holandeses no perdieron más naves. La flota inglesa detuvo su persecución cuando los bajíos flamencos fueron alcanzados; With decidió reparar rápidamente la flota en el mar en la cuenca de Wielingen y luego hacer otro intento de derrotar al enemigo. Esta orden fue recibida con total incredulidad por parte de sus compañeros oficiales. Entendiendo que estaba solo en su opinión, With finalmente acordó retirar la flota a Hellevoetsluis, a donde llegó el 12 de octubre.
Los holandeses reconocieron después de su derrota que necesitaban buques más grandes para poder enfrentarse a los ingleses, e instituyeron un importante programa de construcción que nunca llegó a suceder hasta la Segunda Guerra Anglo-Holandesa. De acuerdo con With esto, además de la falta de un número suficiente de barcos de guerra, había sido la causa principal del fracaso holandés; Señaló que muchas fragatas inglesas ligeras podrían sobrepasar al promedio del buque de guerra holandés. Sin embargo, según la opinión pública, solo había una culpable por la derrota, el propio With.
La misma tarde que los Estados Generales se enteraron de la derrota, enviaron una carta a Tromp y Johan Evertsen, pidiéndoles que regresaran.
Los ingleses creían que los holandeses habían sido derrotados y enviaron 20 barcos al Mediterráneo, un error que condujo a una derrota en la batalla de Dungeness.
Batalla de Dungenes (10 de diciembre de 1652)
En septiembre de 1652, el gobierno inglés, creyendo equivocadamente que las Provincias Unidas después de su derrota en la batalla de Kentish Knock estaban muy debilitados y asumiendo que Blake entonces dominaba el Canal, el Consejo dispersó la flota. Se envió un escuadrón al mando del capitán Andrew Ball para defender los intereses ingleses en el Báltico, se ordenó al vicealmirante Penn que protegiera el transporte de carbón de Newcastle, se envió un destacamento al mando del capitán James Peacock para reforzar el escuadrón inglés en el Mediterráneo. Alrededor de 40 barcos quedaron en el fondeadero Downs. La posición de Blake se vio socavada por la escasez de dinero para pagar a las tripulaciones y reacondicionar los barcos dañados por la tormenta y la batalla. Eso dejó a los ingleses en inferioridad numérica en las aguas de casa. Mientras tanto, los holandeses hacían todos los esfuerzos posibles por reforzar su flota.
Mientras tanto, el teniente almirante Maarten Tromp fue reintegrado como comandante en jefe la flota holandesa, después de que su sucesor, el vicealmirante de With (Witte), fuera destituido tras la derrota en la batalla de Kentish Knock, Michiel de Ruyter fue nombrado vicealmirante y Pieter Floriszoon nombrado contraalmirante. A fines de noviembre de 1652, Tromp se hizo a la mar desde el puerto de Hellevoetsluis con 85 buques de guerra y 5 brulotes en preparación para escoltar a un convoy de más de 250 mercantes por el Canal de la Mancha. Tromp presionó a los hombres de entre los mercantes para asegurarse de que su flota de batalla estuviera completamente tripulada.
Con el convoy entregado con seguridad a través del estrecho de Dover y dirigiéndose al Atlántico, Tromp se volvió en busca de los ingleses, que se encontraban anclados los Downs. El 29 de noviembre los ingleses descubrieron la flota holandesa. Después de un consejo de guerra con sus capitanes a bordo de su buque insignia, el Triumph (60); Robert Blake ordenó a su flota de 42 barcos abandonar rápidamente su anclaje en los Downs, ya fuera porque Blake no se dio cuenta de cuán grande era la flota holandesa, o porque no quería quedar atrapado como los españoles algunos años antes en la batalla de los Downs en 1639.
El viento ahora era fuerte desde el noroeste, por lo que los ingleses no podían regresar a los Downs en ninguno de los casos, teniendo que conformarse con dirigirse a Dover. Al caer la noche, Blake ancló en Dover Roads con Tromp a dos millas a sotavento.
A la mañana siguiente, las condiciones climáticas habían mejorado, las dos flotas se movieron hacia el suroeste, con los ingleses siguiendo la costa y los holandeses siguiéndoles en paralelo, incapaces de alcanzarlos hasta que la curva de la costa obligó a los ingleses a girar en dirección sur. Aproximadamente sobre las 15:00 horas del 30 de noviembre, cerca del cabo de Dungeness, Tromp alcanzó a los ingleses y comenzó una batalla parcial entre los principales barcos de las dos flotas.
El buque insignia de Tromp, el Brederode (54) se abalanzó sobre el Triumph (60) pero se vio frustrado por la intervención del capitán Robert Batten en el Garland (44), el segundo barco en la línea inglesa. Con el Brederode y Garland muy cercados, el capitán Hoxton llevó al Anthony Bonaventure (36), un mercante armado, para atacar al Brederode en su lado no comprometido. Sin embargo, el Bonaventure (28) fue atacado a su vez por Jan Evertsen en el Hollandia (38). El capitán Hoxton y muchos de su tripulación fueron muertos en la lucha y el Anthony Bonaventure fue capturado. Tromp y Evertsen volvieron su atención al Garland, que también fue capturado después de que el capitán Batten y 70 tripulantes de una tripulación de 150 fueran muertos. Mientras tanto, Blake llevó el Triumph (60) en un intento de ayudar al Garland (28) y al Bonaventure (28), solo para ser atacado por los barcos holandeses que seguían a Tromp y Evertsen. El trinquete del Triumph (60) fue alcanzado y su aparejo fue dañado. Aunque el Victory (60) y Vanguard (58) acudieron para apoyar a Blake, muchos de los barcos ingleses parece ser que evitaron unirse a la batalla.
Una gran victoria holandesa se evitó cuando cayó la oscuridad y Blake se retiró para sacar sus barcos hacia Dover. La única pérdida holandesa fue el Gelderland, que accidentalmente se incendió durante la noche y explotó. Blake había perdido dos naves. Otros tres barcos ingleses en camino a unirse a Blake fueron interceptados. Uno de ellos, el Hércules, fue encallado para evitar su captura, pero luego fue reflotado y capturado por los holandeses.
Blake perdió 5 barcos de los cuales los holandeses capturaron 2 y dañaron a muchos más. Los holandeses perdieron un brulote.
Sin embargo, Tromp no pudo estar satisfecho con el resultado, ya que los holandeses habían perdido la oportunidad de aniquilar a los ingleses. La batalla dio lugar a varias reformas en la flota inglesa. Parte de la fuerza de Blake consistía en navíos mercantes artillados que retenían a sus capitanes. Muchos de ellos se negaron a participar en la batalla. Algunos capitanes navales insistieron en su derecho tradicional de entrar y salir de la batalla cuando lo desearan, y abandonar la formación para asegurarse un trofeo. Blake amenazó con renunciar, y los lores comisionados del almirantazgo respondieron: requiriendo que todos los buques estuvieran bajo el mando de los capitanes navales; dividir la flota en escuadrones bajo oficiales de bandera para un mejor comando y control; emitir instrucciones de vela y lucha que mejorasen significativamente la autoridad de un almirante sobre su flota. Seis capitanes ingleses fueron despedidos después de una investigación gubernamental sobre la derrota.
La victoria otorgó a los holandeses el control temporal del Canal de la Mancha y, por lo tanto, el control de la marina mercante. Una leyenda dice que Tromp ató una escoba a su mástil como una señal de que había barrido el mar de sus enemigos.