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Antecedentes
Los primeros años de la guerra fueron favorables a Francia en el mar. Los navíos franceses y los de sus mercenarios italianos recorrieron el canal de La Mancha, se apoderaron de las Islas Anglonormandas y saquearon incluso algunos puertos enemigos tanto en Gran Bretaña como en Francia. Los normandos prepararon incluso una invasión de Inglaterra en 1339, que finalmente no se llevó a cabo, aunque los preparativos hechos permitieron enviar una gran flota a Flandes en 1340, que debía evitar que Eduardo pasase al continente.
Eduardo III se presentó en Gante en enero de 1340, donde juró respetar los privilegios de las ciudades y firmó tres tratados fundamentalmente comerciales con los flamencos. El monarca inglés sorteó el temor flamenco a la excomunión, prometiendo el envío de sacerdotes ingleses, que dirían la misa pese a la prohibición papal.
Seguidamente, volvió a Inglaterra para recabar fondos con los que pagar a sus acreedores neerlandeses, a los que dejó en prenda a su mujer y a sus hijos menores. Entonces fue cuando nació, en Gante, su tercer hijo Juan (llamado por ello Juan de Gante), luego sería el duque de Lancaster.
Los flamencos reanudaron el tráfico con Inglaterra, por lo que los franceses enviaron la flota a La Esclusa, en la embocadura del canal que une Brujas con el mar del Norte y único buen puerto del condado flamenco, con el fin de imponer un bloqueo naval a la región.
Fuerzas francesas
Felipe VI de Francia tuvo conocimiento de que se preparaba una invasión y puso su flota bajo las órdenes del almirante Hugo Quiéret y del abogado Nicolás Béhucet, tesorero de la corona. Parte importante de la flota francesa estaba formada por galeras genovesas bajo el mando del italiano Egidio Boccanegra (conocido como Barbanegra).
La mayor parte de las tropas genovesas estaba formada por arqueros expertos, asistidos por numerosos ballesteros picardos. En total se reunieron 190 buques, casi todos de guerra. Los franceses adoptaron una estrategia defensiva, bloqueando el acceso de la flota inglesa a la costa flamenca, desplegando entre sí en tres líneas para bloquear el acceso al estuario de L’Écluse o Sluys.
Las naves de mayor porte, entre las que se encontraban el Christopher, el Edward, el Katherine y el Rose que habían sido apresados cuando transportaban lana a Flandes; se ubicaron en la vanguardia, a fin de proteger a las más pequeñas que quedaban detrás, como tenían los flancos asegurados, decidieron encadenar los buques de vanguardia para impedir que el frente fuera arrollado.
Barcos franceses eran de poco calados y pequeños, muy maniobrable en particular en aguas poco profundas. Los buques genoveses eran galeras impulsadas por velas y remos, construidos específicamente para la guerra. Bocanegra era partidario de atacar y los almirantes franceses de la defensa pasiva.
Fuerzas inglesas
Mientras tanto, la flota inglesa, con Eduardo III de Inglaterra a la cabeza; zarpó el 22 de junio de 1340 del puerto de Orwell. Estaba dividida en tres agrupaciones mandadas de vanguardia a retaguardia por sir Robert Morley, el conde de Huntingdon y el conde de Arundel, mientras Eduardo se reservaba el mando del cog Thomas, la nave suprema. Al parecer no esperaba encontrarse a la fuerza francesa en la desembocadura del río Zwyn pero ya no le quedaba otra opción que atacar. Sus barcos eran unos 250, pero 190 debían ser de guerra y el resto de transporte, por lo tanto, las fuerzas estaba más o menos equilibradas.
Los barcos ingleses eran de alta mar, más grandes y con un calado más profundo, eran más lentos para maniobrar. Los ingleses habían armado varios de sus buques más grandes con armas de fuego, poniendo 2 o 3 piezas a bordo. Eduardo había llamado en su ayuda a sus partidarios de Brujas y ciudades vecinas, que atacarían la retaguardia francesa con pequeñas embarcaciones.
Desarrollo de la batalla
Eduardo no se dirigió directamente a Sluys, sino que ancló en Blankenberg a unos 15 km, mandando a unos jinetes a reconocer las fuerzas francesas.
Eduardo entró con su flota en la bahía en la mañana del día 24 de junio, y de inmediato ordenó maniobrar para colocar sus buques a barlovento, formados en solo dos líneas. Una vez que estuvo en posición, hizo arriar las velas para que el sol, que estaba a sus espaldas, deslumbrara a los enemigos, y ordenó atacar.
El primer movimiento de los ingleses fue recuperar la Christopher, tomada por los franceses un año antes. El buque actuaba como buque insignia de la flota enemiga, por lo que, al ver el estandarte de Eduardo III, se dirigió de inmediato contra él. La nave fue recuperada en poco tiempo, y los soldados franceses que la tripulaban fueron masacrados. Eduardo hizo transbordar a la Christopher su cuerpo de trompeteros, y la lucha comenzó al ritmo de aires militares.
La primera línea inglesa hizo de vanguardia, atacó a su similar francesa, mientras que la segunda se dividió en dos secciones, que aparentemente flanquearon a la segunda y la tercera líneas enemigas. Al igual que los franceses, Eduardo puso a los buques más poderosos al frente, haciendo que los arqueros treparan a las velas para tener una línea de tiro despejada y una mejor visión de las cubiertas enemigas. Entre cada dos naves de guerra se colocó un transporte de tropas lleno de hombres de armas. El resto de los arqueros quedaron en buques de retaguardia en calidad de reserva.
La batalla se convirtió muy pronto (en consonancia con su época) en una sucesión de abordajes mutuos, que conllevaban salvajes batallas cuerpo a cuerpo sobre las cubiertas de los navíos.
La lucha fue feroz y la violencia, enorme. Sin embargo, Eduardo afirma en la carta antedicha que el enemigo «se defendió con nobleza durante todo ese día (el 24) y toda la noche siguiente«.
Secuelas
La batalla terminó con la destrucción total de la flota francesa y un escalofriante recuento de víctimas. Según los comentarios de los testigos anglosajones, el número de bajas enemigas osciló entre 16.000 y 18.000 muertos. Las fuentes inglesas señalan que Hugo Quiéret murió en combate, mientras que Béhucet fue capturado y posteriormente colgado del palo mayor por orden de Eduardo, ya que había sido el responsable de los ataques que se habían llevado a cabo contra el sur de Inglaterra. El corsario italiano Bocanegra consiguió escapar a mar abierto, llevándose consigo un enorme botín: dos buques ingleses capturados, cargados de tesoros.
Con la situación dominada, Eduardo ordenó que gran cantidad de tropas desembarcaran para la caza y exterminio de los sobrevivientes franceses. Luego de la persecución, apenas unas decenas de normandos escaparon con vida.
Después de la victoria, los buques ingleses permanecieron anclados durante varios días; lo que parece sugerir que los daños fueron mucho mayores de lo que dan a entender las fuentes inglesas, que manifestaron que la enorme destrucción del enemigo se logró a muy bajo costo material y con muy pocas bajas propias.
Eduardo decidió poner cerco a Turnai, mientras que Felipe se atrincheraba con su ejército entre Aire y Armenties. No sentía ninguna necesidad de atacar porque el tiempo actuaba a su favor.
Después de dos meses de asedio, y mientras recibía noticias de que la situación en Escocia se estaba deteriorando, firmó la tregua de Esplechín, que se prolongaría hasta el 22 de junio de 1341. Eduardo regresó a Inglaterra en noviembre.