Batalla de Nájera (1367)

La batalla de Nájera, algunas veces llamada batalla de Navarrete, fue librada un sábado 3 de abril de 1367 cerca de la ciudad de Nájera, en el camino que conducía a Navarrete. Fue un episodio de la Primera Guerra Civil Castellana que enfrentaba al rey Pedro I de Castilla con su hermanastro don Enrique de Trastámara que aspiraba al trono implicando a Castilla en el marco del conflicto internacional de la guerra de los Cien Años.

Antecedentes

A finales de 1365, Carlos V de Francia consiguió, con la ayuda del papa Urbano V, alejar temporalmente a buena parte de las bandas de routiers o compañías libres. Bajo el pretexto de llevarlas en una cruzada contra el reino nazarí de Granada, el papa costeó una expedición. Posteriormente, Francia y Aragón sufragaron a don Enrique de Trastamara con el fin de reclutar estas tropas para su causa, librándose así de las bandas de routiers o las compañías libres en Francia y respaldando la subida al poder en Castilla de su favorito.

Las compañías libres eran grupos de mercenarios que habían participado en el conflicto de la guerra de los Cien Años, estaban compuestas por gentes de diversa procedencia, principalmente bretones, gascones, ingleses, que se vendían al mejor postor.

Pero Inglaterra no iba a permitir que Francia lograse una alianza con Castilla instaurando a don Enrique como nuevo rey. Así que cuando Pedro I de Castilla, conocido como el “Cruel”, que perdía la guerra frente a su hermanastro Enrique de Trastámara y sus tropas mercenarias; pidió ayuda a Eduardo III de Inglaterra, este ordenó al condestable de Aquitania sir Juan Chandos y a otros comisionados que los mercenarios gascones e ingleses que dejaran de participar del lado de Enrique de Trastámara en Castilla. En febrero de 1366 Inglaterra mandó varias grandes compañías de gascones para reforzar la posición del rey Pedro I. Aunque las medidas probaron ser insuficientes, Pedro I tuvo que huir de Castilla.

Inglaterra entonces decidió reclutar un gran ejército de mercenarios para apoyar la causa del rey Pedro I con el incentivo de depredar las riquezas castellanas. Juan de Gante consiguió reunir un ejército de nobles gascones, pictones, e ingleses y las más distinguidas tropas mercenarias constituidas por los más afamados capitanes de grandes compañías que habían luchado en los últimos años venidos principalmente de Gascuña. También había compañías de Bretaña, Navarra, Foix, Alemania, Inglaterra, Calasis, el condado de Poitou, Hainault, y de otras partes; incluyendo mercenarios que habiendo servido a Enrique de Trastámara en su acceso al trono, y ya de vuelta en Francia, se adherían a la causa de su enemigo el rey Pedro I. A este grupo había que añadir los castellanos fieles a Pedro I, unos 400 arqueros ingleses que reclutó Juan de Gante, duque de Lancaster; algunos aragoneses descontentos con el rey de Aragón, y otros de Jaime IV de Mallorca. Era un gran ejército de unos 10.000 hombres.

En agosto de 1366 el rey Pedro I, el Príncipe Negro (Eduardo de Woodstock, Príncipe de Gales) y el rey Carlos II de Navarra se reunieron en Bayona para pactar los términos de una invasión. El rey de Navarra permitiría que el ejército invasor atravesara desde Aquitania a Castilla, por lo que sería bien remunerado. Pedro I, que estaba dispuesto a aceptar todas las condiciones, además de pagar estos costes, reembolsaría los gastos del ejército reclutado por el Príncipe Negro y le ofrecería territorios castellanos que serían anexionados a su ducado de Aquitania.

Enrique de Trastámara debido al tremendo gasto que le supuso mantener su ejército mercenario en su ascenso al poder, había despedido casi todas sus tropas que entonces vagaban por Castilla cometiendo atropellos o se unían a las filas de su enemigo. Así que a cambio de recompensarle, pactó con Carlos II de Navarra para bloquear el paso pirenaico de Francia a Castilla, lo cual podía hacer fácilmente con pocos hombres, quien aceptó ya sea porque jugaba a dos bandas o porque temía enfrentarse a Castilla y Aragón.

Sin embargo, en febrero de 1367 las tropas mercenarias inglesas de Hugo Calveley que aún quedaban en la península y trabajaban para Enrique Trasmátara, cambiaron de bando e invadieron en un ataque relámpago diversas villas de Navarra desde el sur. Esto obligó a Carlos II a abrir el paso al ejército de el Príncipe Negro y a proporcionarle 300 hombres de armas, una cantidad mínima para aparentar que estaba de su parte.  Para eludir personalmente la batalla fingió su propia captura durante una cacería, confabulando con el capitán Olivier de Mauny primo de Bertrand du Guesclín, el lugarteniente de don Enrique.

Cuando Enrique de Trastámara tuvo noticias de la entrada del ejército de Pedro I en la península. Reclutó las tropas que pudo y mandó volver a Castilla inmediatamente a Bertrand du Guesclin desde Zaragoza con sus mejores capitanes, aunque la mayoría de sus fuerzas tuvieron que quedarse protegiendo Aragón de la marcha del Príncipe Negro. Al final no vinieron más de 1.000 hombres de armas franceses a los que se sumaron algunos nobles aragoneses.

Primeras escaramuzas

Durante el mes de marzo Enrique, a pesar de las enormes limitaciones, tuvo un gran éxito utilizando la guerra de guerrillas y escaramuzas sobre el célebre ejército del Príncipe Negro; ya que las tropas castellanas tenían gran poder ofensivo y mayor movilidad gracias a su armamento más ligero lo que les hacía ideales para este tipo de acciones al contrario del lento y acorazado ejército de Pedro I compuesto principalmente por infantería y caballería pesada. Era un experimentado militar, habiendo luchado él mismo en Francia como jefe de compañía contra los ingleses y sabía que la mejor estrategia militar a adoptar contra el ejército del Príncipe Negro, era el desgaste y dejar que las duras tierras castellanas, el hambre y las escaramuzas hicieran su trabajo. También era lo recomendado por el rey de Francia y por Bertrand du Guesclín.

La caballería ligera era de vieja tradición en los sistemas militares castellanos, y estaba concebida para las frecuentes escaramuzas con los árabes, a pesar de que la idea había sido abandonada por los demás ejércitos europeos de esa época.

En la pequeña batalla de Ariñez o de Inglesmendi, que significa en vascuence monte de los ingleses, sucedió en la tercera semana de marzo de 1367. Una vanguardia de jinetes o castellanos dirigidos por don Tello exterminaron a un destacamento de reconocimiento del Príncipe Negro dirigido por el senescal de Aquitania Thomas Felton. Después saquearon el campamento del duque de Lancaster. La falta de víveres obligó al Príncipe Negro a evacuar Vitoria y a replegarse hacia Navarra. El 31 de marzo el ejército inglés acampó en las inmediaciones de Viana. Al día siguiente, tras cruzar el Ebro, entró en Logroño.

El ejército del Principe Negro, que hasta entonces había sido considerado invencible, había sufrido su primera derrota y aunque las pérdidas sufridas no eran cuantiosas en comparación con el gran ejército, sus tropas comenzaban a desmoralizarse.

El Príncipe Negro movilizó sus tropas para aproximarse a Burgos desde Vitoria, pero don Enrique se adelantó y bloqueó el paso, lo que obligaba al ejército de Pedro I a retirarse nuevamente.

Lo mismo hizo en Logroño el 1 de abril de 1367, en una veloz maniobra, Enrique de Trastámara, que conocía bien el terreno; llevó sus fuerzas a Briones y se adelantó a tomar posiciones en Nájera, con el río Najerilla como obstáculo, controlando el puente del río Najerilla que bloqueaba el paso del ejército del Príncipe de Gales.

A cada momento, más poblaciones se adherían a la causa de Pedro I, que ganaba fuerza mientras las alianzas de Enrique se debilitaban, ya que eludir la confrontación directa era visto como un signo de debilidad por la nobleza castellana.  El tiempo jugaba en contra del don Enrique. Así que decidió presentar batalla en un espacio abierto para poder emplear su caballería, en contra del consejo de sus generales.

El día 3 de abril, decidió abandonar la protección del río Nájera y avanzar unos 3 km para desplegar al este del río Yalde, cerca del caserío de Alenson, cerrando el camino de Nájera a Navarrete, por donde se suponía que iba a venir el Príncipe Negro.

Despliegue inicial

Ambos ejércitos desplegaron a la manera tradicional de España en aquella época: vanguardia o avanzada, cuerpo principal o grueso, flancos o costaleras y retaguardia o zaga.

El ejército de don Enrique de Trastámara:

• La vanguardia mandada por Bertrand du Guesclin llamado “el Mastín Negro” con 1.000 hombres de armas.
• Flanco izquierdo mandado por Tello de Vizcaya, con 1.000 jinetes
• Flanco derecho mandado por Alfonso de Denia con 1.000 jinetes.
• El centro mandado por Enrique de Trastámara con 1.500 milicias castellanas
• La retaguardia obedecía las órdenes don Alfonso, hijo del Infante don Pedro de Aragón, con unos 1.000 hombres, que protegían el acceso al puente.

Enrique II ahora sí aceptó consejos del francés y desmontó a los hombres de la vanguardia dirigida por du Guesclin.

El ejército de Pedro I el Cruel:

El Juan de Gante y don Pedro levantaron el campamento en Navarrete y con todo su séquito montado, avanzó por el camino de Navarrete a Nájera, pero a una cierta distancia, apantallado por unas colinas, se dirigió hacia el norte, hacia Huercanos con el fin de atacar al ejército de Enrique por el flanco. A la vista del enemigo, hizo desmontar a todas las tropas a excepción de retaguardia, y luego avanzó.

Desplegó:

• La vanguardia mandada por Juan de Gante (duque de Lancaster y hermno del Principe Negro), acompañado por Juan Chandós condestable de Aquitania. Disponía de 1.500 hombres de armas de las compañías a pie y 500 arqueros.
• Flanco izquierdo mandado por Captal de Buch (Jean de Grailly), con 2.000 jinetes ligeros y arqueros.
• Flanco derecho mandado por sir Thomas Percy con 2.000 jinetes ligeros y arqueros.
• El centro mandado por el Príncipe Negro, con 2.000 tropas selectas, 800 lanzas castellanas y 300 lanzas navarras. También iba el rey don Pedro.
• La retaguardia obedecía las órdenes del príncipe don Jaime, hijo del Rey de Mallorca, y Juan de Armañac con 2.000 efectivos, principalmente caballería.

Desarrollo de la batalla (3 de abril de 1367)

El primero en reaccionar fue Bertrand que mandaba la vanguardia, hizo mover a sus hombres para ocupar una posición que enfrentase a la vanguardia enemiga. Las otras unidades también tienen que moverse perdiendo cohesión.

Enrique mandó a sus flancos, que eran jinetes montados a acosar a los flancos enemigos, pero son recibidos por una lluvia de flechas y se retiran.

Poco después las vanguardias entran en contacto, permaneciendo empeñadas durante toda la batalla.

El centro de Príncipe Negro se unió a la lucha contra la vanguardia de du Guesclin, al mismo tiempo que ordenó a sus flancos envolver a Bertrand.

Enrique ordenó a sus flancos atacar a los flancos adversarios, siendo rechazados, Tello abandonó y deja el flanco izquierdo descubierto.

El flanco derecho inglés de Thomas Persy, atacó al grueso de Enrique, impidiéndole con sus arqueros ayudar a Bertrand.

Los hombres de Bertrand, rodeados y enormemente superados en número, finalmente se rindieron.

Enrique dio la orden de retirada, la retaguardia mandada por Alfonso, consigue proteger la retirada, pero por poco, Enrique consiguió, huir.

La retaguardia de Jaime inicia la persecución de las tropas en su huida, los fugitivos tenían que cruzar el río Yelde y posteriormente el Najerilla, muchos murieron ahogados, otros perecieron acuchillados.

Secuelas de la batalla

Tras la batalla de Nájera, Pedro I volvía a ser rey de Castilla, pero lo que había pactado con anterioridad, tanto con el Príncipe Negro como con Carlos de Navarra, lo consideró excesivo. Además, en contra de los consejos de su aliado, que le recomendaba clemencia para volver a ganar a sus súbditos, se lanzó a unas terribles represalias contra todos los que habían luchado contra él.

El Príncipe Negro, desengañado y enfermo, ordenó la retirada de sus tropas, las cuales regresaron a Burdeos, llevando a su comandante en jefe en una camilla, por no poderse tener en pie.

Eduardo de Lancaster (Príncipe Negro), deseaba cobrar una gran suma por la ayuda militar que le había prestado. Al no recibir el dinero que se le adeudaba, el inglés comenzó a negociar secretamente el reparto del territorio castellano entre Inglaterra, Aragón, Navarra y Portugal, retornando luego a sus ocupaciones en Aquitania.

Dos años más tarde, Pedro I el Cruel fue derrotado en la batalla de Montiel (Ciudad Real) y poco después, en un enfrentamiento personal con su hermano Enrique, fue asesinado por este.

Aunque eran hermanos de padre, la historia considera que con Pedro I terminó la dinastía de Borgoña y se entronizó la de Trastámara, la cual reinaría en Castilla hasta los Reyes Católicos.

Con los Trastámara se inició una alianza entre Francia y Castilla, que cambiará el curso de la guerra de los Cien Años.