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La batalla de los Arenques, también conocida como la batalla de Rouvray por la aldea junto a la cual se produjo, fue un enfrentamiento durante el asedio de Orleans, en el marco de la guerra de los Cien Años. Una enorme fuerza francesa intentó capturar un convoy de suministros inglés. A pesar de la gran superioridad numérica, fue rechazada y puesta en fuga. El extraño nombre de la batalla se debe al contenido del convoy atacado: una gran carga de arenque seco para alimentar a las tropas que sitiaban Orleans.
Asedio de Orleans (1428-29)
En 1427, el duque de Salisbury, con 450 hombres de armas y 2.000 arqueros, regresó a Francia. Orleans era además un punto estratégico para dominar todo el valle del Loira y, por tanto, la mitad sur del país.
El conde de Salisbury llegó a Francia en junio de 1428 con 6.000 efectivos. A estas fuerzas se añadieron otros 4.000 más de parte del duque de Bedford, que las sacó de la guarnición establecida en Normandía. De esta manera se hicieron con Chârtres a finales de agosto.
El 8 de septiembre, Salisbury se hizo con Meung, y el 26 del mismo mes, con Beaugency, después de asediarla desde el 20. Así, el duque de Salisbury, para comenzar a establecerse definitivamente, envió a William de la Pole, conde de Suffolk, para atacar Jargeau y Châteauheuf, con la que finalmente se hizo el 10 de octubre después de 3 días de resistencia. William y Salisbury se reunieron al sur de Orleáns el 12 de octubre de 1428 con unos efectivos de unos 4.000 soldados, ya que se tuvieron que ir repartiendo entre los pueblos conquistados. De esta manera tenían bien acotada Orleans, y solo les faltaba superar un último escollo, dada la situación geográfica de la ciudad y su sistema defensivo: las Tourelles.
Al sur de Orleans fluye el río Loira, y hasta la otra orilla había una pequeña isla Ille Saint Antone en medio. El lado sur de la ciudad francesa lindaba unos 364 metros con el río, así que tenía un puente hasta allí, de diecinueve arcos de piedra, acabando en una pequeña estructura defensiva. Mientras que al otro lado de la orilla, al norte de esta, había una barbacana llamada Boulevard, que dificultaba el acceso a la fortificación, donde había un pasadizo que conducía a un puente levadizo defendido por dos torres, las Tourelles. Alcanzando este punto se podía acceder a la isla de Saint Antone siguiendo el puente y después a la ciudad.
Ese fue el punto que atacaron los ingleses durante dos días. Iniciaron un bombardeo sobre las Tourelles y el fuerte. El 23 de octubre de 1428, los franceses abandonaron estas posiciones. Un día después, Salisbury subió a una de las dos torres y, desde las alturas, trató de vigilar los movimientos franceses; pero por desgracia para él, un bolaño francés atravesó la ventana por la que miraba, recibiendo un impacto mortal en la cara, falleciendo una semana después en Meung. El sucesor fue el conde de Suffolk. Este, juntamente con Bedford, se dedicó a reforzar la zona y a mantener la posición. Este último llevó dos prestigiosos generales: lord Talbot y lord Scales que llegaron el 1 de diciembre y reemplazaron a Suffolk.
Lord Talbot, se centró en el lado oeste de Orleans, en la misma orilla que la ciudad, donde controlaban cinco puntos en el mapa, que conectó entre sí. El más importante de estos, la iglesia de Saint Laurent, conformaba una especie de bastilla, la cual reforzaron mucho, convirtiéndose en su cuartel general de maniobras de la zona. También se hizo con la isla de Carlomagno, que estaba en medio del Loira y también al oeste de la ciudad, y ya en la otra orilla tomó la iglesia de Saint Privé. Guillermo Glasdale se encargó entonces de la zona de las Tourelles, acordonando entre todos la ciudad de Orleans, que se vio acorralada cada vez más cerca del ataque definitivo. La zona nordeste de la ciudad tampoco se escapó, ya que allí Suffolk hizo otra fortaleza, alrededor de la iglesia de Saint Loup y una otra al alrededor de Saint Leblanc (esta en la otra orilla).
Durante el invierno se dedicaron a seguir reforzando sus posiciones mientras recibían un refuerzo de tropas de 1.500 soldados por parte de los borgoñones. Mientras, intentaron ocupar un vasto bosque que protegía la ciudad de forma natural, al nordeste de esta, el cual no pudieron tomar.
En cuanto a la defensa, pese a la veteranía de los soldados, solo se contaba aproximadamente con unos 500 efectivos y así decidieron fortificar en lo posible la ciudad. De esta manera, los vecinos se organizaron para defender las 34 torres de defensa de la ciudad en 34 compañías. No obstante, como director de la defensa, poco después de la muerte de Salisbury, llegó Juan de Orleans, le Bâtard d’Orléans, o Bastardo de Orleans, acompañado de 600 hombres como tropa. Así pues, se le encargaría la defensa de la ciudad. Hasta 6.000 hombres aproximadamente siguieron a este caballero de forma gradual para ayudar en la defensa de la ciudad, aguantando así hasta el 12 de febrero de 1429, cuando Carlos VII envió refuerzos para interceptar un convoy de suministro inglés.
Batalla de los Arenques (1429)
Aproximación del convoy
El 11 de febrero de 1429, un convoy inglés mandado por Juan Falstolf llegaba a la pequeña aldea de Rouvray, al norte de Janville, donde acampó para pasar la noche. Estaba formado por 300 carretas cargadas de arenques y estaba escoltado por unos 500 arqueros, 1.000 hombres de armas de los cuales un pequeño número de caballeros, su destino era Orleans.
Por la mañana, los observadores avanzados franceses avisaron a sus jefes de la ubicación de los ingleses.
La vanguardia francesa apareció frente a los ingleses desde el suroeste. Falstolf detuvo el convoy y formó un laager o círculo formado con los carros. Sabiendo que los enemigos lo superaban en una proporción de 3 a 1, el comandante inglés defendió cada entrada al círculo con grandes grupos de arqueros y estacas afiladas, tal como se había hecho en Azincourt contra las cargas de caballería.
Desarrollo de la batalla
El francés Clermont que contaba con unos 4.000 efectivos, mando descargar sus culebrinas y veuglaires o cañones de pequeño calibre. Ordenó que sus tropas permanecieran montadas, con excepción de los artilleros y los ballesteros que los protegían. Hecho esto, mandó abrir fuego contra los carros enemigos. La batalla de los Arenques comenzó con un fuego de artillería en lugar de una lluvia de flechas de los arqueros.
Esto supuso un peligroso problema para los ingleses, ya que el fuego de cañón, aunque de lenta cadencia, podía ser devastador, y el inteligente francés disparaba desde una distancia que estaba fuera del alcance de los arqueros. Una carga de los caballeros ingleses montados parecía desaconsejable, debido a la desproporción numérica, y además en la primera línea enemiga se encontraban los duros y aguerridos guerreros escoceses.
La suerte del convoy de suministros parecía estar sellada. Sin embargo, providencialmente, un grave error de los enemigos vino en ayuda de Falstolf: a pesar de que Clermont le había estado enviando mensaje tras mensaje prohibiendo atacar, el comandante de los caballeros escoceses, el condestable Juan Stewart de Darnley, decidió desobedecer las órdenes: hizo apear a sus caballeros y, sin consultar con su superior, les ordenó avanzar a paso de carga contra los carromatos estacionados.
Ante esto, el asombrado Clermont se vio obligado a suspender el ataque de artillería, porque los escoceses se habían puesto en medio de la línea de fuego.
Como había sido y seguiría siendo una constante en el prolongado conflicto, ni bien los escoceses entraron en la distancia de alcance efectivo de los arqueros ingleses, estos cubrieron el cielo con nubes de flechas y efectuaron una espantosa matanza entre los arriesgados hombres de Stewart.
Viendo caer a sus aliados, Clermont tuvo que tomar una decisión heroica. Lanzó a su caballería en un ataque frontal, fue rechazada con enormes bajas.
Mientras las tropas francesas se retiraban en desorden, dejando el campo de batalla cubierto de muertos y heridos, el comandante inglés envió a sus pocos caballeros montados en persecución del enemigo. En escasos minutos, el orgulloso ejército real francés que se suponía debía liberar a Orleans se convirtió en una desorganizada masa de soldados en fuga y fue completamente destruido.
Secuelas
Los franceses sufrieron 700 bajas, entre las que se encontraba el propio Clermont, víctima de una grave herida, y Stewart, muerto en el ataque escocés junto con la enorme mayoría de sus hombres. Clermont debió abandonar el campo de batalla en camilla y fue evacuado al campamento de Blois.
También resultó herido Juan de Dunois “el Bastardo de Orleans“, quien salvó su vida de milagro.
La grave derrota de los Arenques tuvo un inmediato y devastador efecto sobre la moral de las tropas francesas. Hizo desaparecer la confianza de los sitiados de Orleans y afianzó un oscuro sentimiento de que todo lo que se intentara hacer sería inútil y de que la guerra estaba ya estaba perdida. Fue el colmo de la vergüenza para Carlos VII de Francia y la desesperación para toda la población de la región.
Los ingleses, aunque victoriosos, pasaron hambre en las semanas siguientes, porque la inmensa mayoría de los toneles de arenques habían sido destruidos por la artillería francesa.