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Antecedentes
Al año siguiente, ambos contendientes vuelven a enfrentarse en la llanura arenosa de Isfahan, cerca de la ciudad de Gabiene en Irán. No muy lejos de la batalla anterior.
Esta vez las fuerzas enfrentadas son: Antígono: 22.000 infantes (5.000 menos que el año anterior), 9.000 jinetes y 64 elefantes. Éumenes: 36.000 infantes (1.700 más), 6.000 jinetes y 114 elefantes. Antígono era superior en caballería y Éumenes lo era en infantería.
Despliegue Inicial
Antígono volvió a repetir el despliegue de la batalla anterior:
- Ala derecha mandada por él y su hijo Demetrio con 5.000 jinetes de caballería pesada mandada (había 1.000 arqueros montados, 2.000 tarentinos que llevaban lanza y un pequeño escudo).
- Centro colocó la falange macedonia (6.000) bajo el mando de Policrates, a continuación 6.000 pantodapoi (falangistas locales) bajo el mando de Hipostratos, a continuación 1.600 licios y paflagonios, y 5.000 los mercenarios; delante colocó los 64 elefantes protegidos por peltastas y arqueros.
- Ala izquierda mandada por Peitón con 4.000 jinetes medos y tarantinos.
Éumenes en su flanco izquierdo 3.000 jinetes de caballería pesada apoyada peltastas y cubierta por elefantes bajo el mando de Peucestas. En el centro 3.000 hipaspistas mandados por Teatomos, 3.000 argiráspidos o escudos de plata mandados por Antígenes, a continuación 10.000 mercenarios, y 1o.000 falangistas locales o pantodapoi. En el ala izquierda dispuso 3.000 jinetes ligeros de Filipo. Cubrió todo el frente con los 114 elefantes apoyados por peltastas y arqueros como una pantalla para proteger sus fuerzas al tiempo que proporciona el tiempo de la falange de romper la línea enemiga.
Primera fase:
La batalla comenzó con las dos líneas de elefantes chocaron de forma directa en el medio del campo de batalla, levantando grandes nubes de polvo en el suelo del desierto. Esto dio a Antígono una idea aprovechando la la falta de visibilidad, ordenó a su caballería ligera de su ala izquierda envolver por el sureste el despliegue adversario e ir directamente al campamento de Éumenes que estaba ligeramente defendido. Todo equipaje Éumenes y las familias de sus soldados fueron llevados de vuelta al campamento de Antígono.
Éumenes también desplegó de una manera similar a la batalla anterior, cubrió todo el frente con los 114 elefantes apoyados por peltastas y arqueros como una pantalla para proteger sus fuerzas al tiempo que proporciona el tiempo de la falange de romper la línea enemiga.
- Ala izquierda bajo Peleustas con 3.000 jinetes de caballería pesada apoyada peltastas y cubierta por elefantes.
- Centro 3.000 hipaspistas mandados por Teatomos, 3.000 argiraspidos o escudos de plata mandados por Antigenes, a continuación 10.000 mercenarios, y 10.000 falangitas epigonios.
- Ala derecha bajo Filipo con 3.000 jinetes ligeros.
Primera fase
La batalla comenzó con las dos líneas de elefantes chocaron de forma directa en el medio del campo de batalla, levantando grandes nubes de polvo en el suelo del desierto. Esto dio a Antígono una idea aprovechando la falta de visibilidad, ordenó a su caballería ligera de su ala izquierda envolver por el sureste el despliegue adversario e ir directamente al campamento de Éumenes que estaba ligeramente defendido. Todo equipaje Éumenes y las familias de sus soldados fueron llevados de vuelta al campamento de Antígono.
Aunque la batalla continuaría, en realidad fue el momento decisivo. Mientras tanto, la caballería pesada de Antígono del ala derecha mandada por Demetrio con sus 5.000 jinetes había maniobrado desbordando la pantalla de elefantes, y se dirigió directamente contra la caballería del ala izquierda de Éumenes, mandada por Peulestas que disponía de 3.000 jinetes. Cuando estos vieron la nube de polvo que se acercaba y huyeron.
Segunda fase
Los elefantes de Éumenes destrozaron a los de Antígono, y se dirigieron contra la infantería adversaria, seguida de la infantería de Éumenes. Los hipaspistas y los argiráspidos o escudos plateados destrozaron la falange macedonia que huyó hacia el norte.
La caballería de Antígono bloqueó a la caballería de Éumenes y Filipo para que no accediera al campo de batalla, mientras que la caballería ligera de Peitón atacó a los hipaspistas y argiráspidos por la retaguardia. Estos formaron un cuadrado para poder enfrentarse, lo que permitió que la infantería de Antígono pudiera escapar. Así pues la batalla aparentemente terminó en empate, con la infantería Éumenes victoriosa en el centro, pero derrotado en las alas.
Sin embargo, a pesar de que la batalla fue un empate técnico, la toma del campamento de Éumenes significaba que iba a ser en cambio una victoria decisiva para Antígono.
Cuando los argiráspidos descubrieron que su equipaje y sus familias habían sido capturados por Antígono, decidieron que ya no querían luchar. Se amotinaron, y arrestaron a Éumenes. A continuación, se pusieron en contacto con Antígono y acordaron unirse a su ejército y entregar Éumenes a cambio de la devolución de sus bienes y sus familias. Antígono estuvo de acuerdo y Éumenes junto con Antígenes fueron ejecutados, poniendo fin a la guerra. Los argiráspidos o escudos de plata que ya eran muy mayores, fueron disueltos y enviados a guarniciones, pero no regresaron a Macedonia.
Secuelas
Esta victoria ayudó a que Antígono, a finales de 315 a controlar no sólo Anatolia y Siria, sino también todas las satrapías orientales hasta las fronteras de la India.
Apenas ha vencido a Éumenes, y mientras que su aliado Casandro se impone en Macedonia contra Olimpia, Antígono se lanza a un vasto movimiento de reorganización de Asia, comportándose como un auténtico soberano. Descarta sin contemplaciones a los sátrapas, para sustituirlos por hombres suyos. Así sucede con Peucestas, al que sin embargo, debe su victoria contra Éumenes, que fue descartado en Persia, donde era muy popular. Peitón de Media es ejecutado.
Paralelamente se produjo el fallecimiento de Filipo III Arrideo, con lo que Alejandro IV quedó como el único rey y heredero. A partir de ese momento cada diádoco trató de convertirse en el más poderoso de los generales.
Antígono lanzó sus tropas contra los ejércitos de Éumenes, consiguiendo controlar toda Asia Menor. A continuación atacó a Seleuco, sátrapa de Babilonia, quien se vio obligado a refugiarse en Egipto, bajo la protección de Ptolomeo.
Antígono, imitando en esto a Alejandro, no dudó nombrar a persas para los cargos importantes. En 315 AC era el más rico y poderoso de los diádocos.