Edad Antigua Guerras de los diadocos Guerra de Lamia o Lamiaca (323-322 AC)

Antecedentes

La guerra de Lamia o Lamiaca (323-322 AC), también llamada Guerra Griega, fue un conflicto militar ocurrido en Grecia trás la muerte de Alejandro Magno. Atenas, junto a sus polis aliadas de la Grecia Continental, se alzaron contra el gobierno supremo macedonio de Antípatro, regente de Macedonia y Grecia. Esta fue la última guerra en que Atenas desempeñó un papel principal; después de ser derrotada, los atenienses perdieron su independencia.

Grecia había estado durante mucho tiempo bajo el control de Macedonia, desde la victoria de Filipo sobre la alianza dirigida por Atenas y Tebas en Chaeronea en 338 AC. Aunque actualmente se piensa en los griegos y macedonios como un pueblo helénico, en la época clásica esa no era la percepción. Los griegos creían en los macedonios solo como semigriegos, casi bárbaros. Los macedonios, a su vez, consideraban a los griegos del sur como amanerados, si no francamente afeminados; y ellos mismos un pueblo aparte, más rudo y más varonil. Tras el asesinato de Filipo, Tebas se rebeló; pero no hubo un levantamiento general, y una de las primeras campañas de Alejandro fue aplastar la revuelta tebana. La ciudad fue destruida y sus ciudadanos vendidos como esclavos, una advertencia que mantuvo a raya a los demás estados griegos durante el resto del reinado de Alejandro.

Al principio de su campaña contra Persia, los griegos (con la notable excepción de Esparta, que nunca se había sometido ni a Filipo ni a Alejandro) se vieron obligados a proporcionar hombres o barcos. Mientras tanto, muchos opositores a la hegemonía macedonia se habían puesto al servicio de los persas como mercenarios. Derrotados junto con Darío III por Alejandro, algunos habían regresado a Grecia después de la batalla de Issos; tomando servicio bajo el rey espartano Agis III para luchar contra Antípatro. Otros habían seguido al derrotado Darío hacia el este, hasta las satrapías superiores, donde el último Rey de reyes aqueménida fue finalmente asesinado por sus propios nobles descontentos. Después de esto, Alejandro instaló a muchos de estos griegos en el servicio persa (junto con muchos de los mercenarios griegos que había servido en su propio ejército) en esas satrapías, particularmente en Bactria; en una de las muchas Alejandrías que fundó, con el propósito de agregar una población y una cultura helénica a esta frontera más lejana de su imperio.

Cuando el conquistador murió en Babilonia en junio de 323, la confirmación tardó en llegar a Grecia. Inicialmente, muchos dudaron de los rumores, esta no era la primera vez que los griegos habían recibido rumores infundados de la muerte de Alejandro.

Alzamiento de Atenas

Tras la muerte de Alejandro, comenzaron a llegar rumores de su muerte a Grecia, Demades, el estadista ateniense, bromeó diciendo: «Si Alejandro verdaderamente estuviese muerto, el hedor llenaría el mundo!«. Sin embargo, en septiembre de ese año, se confirmó la muerte del conquistador. En Atenas, esta fue la señal para la revuelta.

Grecia estaba en ese momento madura para la rebelión. Antípatro había instalado oligarquías pro-macedonias y en algunos casos guarniciones, para el control de muchas de las ciudades. Pero el decreto del Exilio de Alejandro de 324 AC tuvo la consecuencia no deseada de que muchos de los repatriados eran hombres exiliados por ser anti-macedonios. Aparte de esto, el decreto de Exilio fue particularmente perturbador para Atenas y Etolia. La primera se había apoderado de la isla de Samos, en la ciudad de Oeniadae; expulsó a los habitantes y asentó a sus propios ciudadanos en su interior. Entonces se permitiría regresar a los antiguos habitantes exiliados, con sus propiedades restauradas. Esta fue la última gota que colmó el vaso de la intromisión macedonia.

Se produjo la unión de todos los partidos anti-macedónicos, encabezados por los atenienses y los etolios decidieron aprovechar la situación para rebelarse contra la hegemonía macedonia en Grecia. Los líderes de la revuelta eran Leostenes y el orador Hiperides, que persuadieron a la Asamblea (Ecclesia) que había llegado el momento de deshacerse de sus ataduras. Los atenienses votaron la guerra, con el fin de alcanzar la libertad «de toda la Hélade«. Se contrataron 8.000 mercenarios del cabo Ténaro (estos hombres eran hoplitas que habían sido despedidos por los sátrapas macedonios), y Atenas se puso en pie de guerra. Se movilizaron 200 trirremes y 40 cuatrirremes, junto con todos los ciudadanos menores de 40 años El experimentado Leostenes fue elegido para comandar las fuerzas griegas.

Esa liga Helénica tardó meses en formarse; pero la rapidez de los acontecimientos y la naturaleza de gran alcance del levantamiento contra Macedonia parecerían indicar una conspiración subyacente que podía haber sido anterior a la muerte de Alejandro. Etolia se unió inmediatamente a la guerra; junto con Elis, Mesenia, Argos y Sición. Otros estados fueron neutralizados en su lugar por guarniciones macedonias (como Corinto y Calcis), o la proximidad cercana de una fuerza macedonia como Megara intimidada por la guarnición de Antípatro en Corinto. Más indicativo de una rebelión planificada desde hacía mucho tiempo fue que en la lejana Bactria, un ejército de esos mercenarios griegos asentados allí por Alejandro se unió y comenzó a marchar hacia el oeste.

Consiguieron la colaboración de muchas otras ciudades-estado o polis que proporcionaron a los atenienses un gran número de soldados formando un ejército capaz de oponerse a Antípatro de Macedonia, que poseía solamente 13.000 infantes y 600 jinetes debido a las campañas macedonias en el este. Pidió ayuda a las satrapías macedonias de los alrededores, entre los que se encontraban Leonato en Frigia, así como a otros más distantes como Cratero, que marchaba a Macedonia con 10.000 veteranos y que se demoró todo el tiempo que pudo.

Antípatro reunió lo que tenía en la mano y se dirigió hacia el sur en Tesalia. Allí se le unieron 2.000 excelentes jinetes tesalianos; veteranos de las guerras de Alejandro que habían servido bajo el mando de Parmenio y que estaban mandados por Menon de Farsalia (el futuro abuelo materno del gran rey epirota y conquistador, Pirro).

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Hoplita ateniense a la izquierda y falangita macedonio a la derecha

Leóstenes no había estado inactivo. Poco después de la declaración de hostilidades, había cruzado el golfo de Corinto a Etolia, donde había enviado los 8.000 mercenarios de Ténaro. Allí, se le unieron 7.000 etolios (posiblemente infantería ligera). Con este ejército combinado, se trasladó a las Termópilas (es probable marchase a lo largo de la costa norte del golfo de Corinto a Amfisa, para llegar a las Termópilas desde el oeste. Allí se enteró de que una fuerza ateniense de 5.500 ciudadanos (presumiblemente hoplitas) y otros 2.000 mercenarios que marchaban para unirse a él, estaban detenidos en Beocia por un ejército promacedonio de Beocia y Eubea.

Batalla de las Termópilas (322 AC)

Leóstenes se apresuró hacia el sur, derrotando a los beocios y uniéndose con la expedición ateniense. Regresó inmediatamente a las Termópilas a tiempo para enfrentarse con el ejército de Antípatro, que venía del norte.

No hay datos de la batalla, es muy poco probable que los ejércitos se enfrentaran dentro del propio paso. Al noroeste hay una amplia llanura aluvial; regado por los ríos Sperqueos (los actuales Gorgopotamos) y Asopo. Fue en esa llanura donde el ejército de Jerjes se reunió antes de intentar forzar el paso de las Termópilas en 480 AC, y fue allí donde los búlgaros fueron derrotados por los bizantinos en 997. Sería esa llanura donde probablemente tuvo lugar la batalla.

Se puede llegar a la llanura desde Tesalia en Lamia, una ciudad situada en su extremo norte, encaramada en el borde de las estribaciones de los montes Otris. Es probable que el ejército de 15.500 hombres de Antípatro llegara al sur desde Tesalia a través del paso en Lamia, entrando en la llanura. Solo se puede especular, pero es fácil imaginar que luego se desplegó para la batalla, al norte del río Eperqueo; y esperó el avance de Leóstenes.

Desplegaría de la forma tradicional: La caballería en las alas (los 2.000 jinetes tesalianos de Menon y los 600 jinetesque había traído de Macedonia), y los falangitas (13.000) en el centro. Confiaba en la ventaja de su caballería para ganar la batalla. Leóstenes tendría poca caballería, ya que Atenas históricamente podía desplegar hasta 1.000 jinetes por sí sola. Por lo que es posible que los situara en un ala apoyados por peltastas y toda la infantería desplegada.

En cualquier caso, las expectativas de Antípatro se vieron frustradas y la batalla dio un giro desastroso cuando Menon llevó a sus tesalianos para unirse a Leóstenes y sus compañeros griegos. Antípatro ordenó replegarse para sacar a una parte de su ejército de la debacle. Retrocediendo hacia el norte a través de la llanura, sin duda con sus antiguos aliados tesalianos acuchillando y pisándole los talones, él y los restos de su ejército se refugiaron en Lamia, donde esperó la llegada de refuerzos que venían en camino.

Asedio de Lamia (322 AC)

En Lamia Antípatro fue asediado por Leóstenes, pero debido a la falta de tren de sitio, los atenienses solamente podían bloquear a los macedonios. Antípatro sería asediado durante todo el invierno, y en el cerco murió Leóstenes que fue sucedido por Antífilo. El nombre de Guerra Lamiaca se debe al nombre a esta ciudad.

El primero en responder fue Leonato (sátrapa de Frigia), su objetivo era doble: derrotar a los griegos y ganar un nombre para sí mismo; y casarse con la hermana viuda de Alejandro, la princesa Cleopatra. Durante todo el invierno, había estado en negociaciones con Cleopatra en Macedonia y con su madre intrigante, Olimpia, todavía en Epiro.

Con Leonato había llegado Éumenes de Cardia, que había sido nombrado sátrapa de Capadocia. Pero Éumenes no le proporcionó ningún ejército para llevar a cabo esta tarea, solamente llevó órdenes del quiliarca Pérdicas a Leonato y a Antígono «el Tuerto» para que le prestasen ayuda. Ambos dieron escusas pero ninguna ayuda.

Leonato entonces trató de asesinar a Éumenes, no se sabe los detalles, pero el caso es que Éumenes escapó.

Leonato después cruzó a Europa, y marchó por el sur de Tracia (reclutando tropas en el camino) y llegó a Macedonia, tenía un ejército de 20.000 efectivos, de los que solamente 1.500 eran jinetes. No quiso esperar a Crátero, que también estaba marchando a Macedonia, es muy posible que quisiera los laureles de la victoria para sí mismo, y no compartirlas con un colega. Tal vez el tiempo pudo haber sido un factor esencial debido a las condiciones de los sitiados.

Leonato marchó a Lamia a través del valle de Tempe, que era la puerta de entrada a Grecia. Antifilo, que mandaba la coalición griega que asediaba Lamia, se encontraba con un dilema, contaba con unos 22.000 soldados de infantería y 3.000 de caballería, la mayoría de estos últimos eran excelentes jinetes tesalios bajo Menón de Farsalia. Con una clara ventaja en hombres y en la caballería, tenían que enfrentarse con Leonato en una llanura abierta. Sin embargo, la zona al norte de Lamia era montañosa. Corría el riesgo de ser atacado en su retaguardia por las fuerzas de Antípatro, que podían hacer una salida de la ciudad. El viejo regente tenía una fuerza considerable dentro; sus 13.000 efectivos originales.

Esto dejaba a Antífilo dos opciones: bien retroceder hacia el sur, tal vez ofreciendo batalla en la llanura de Traquis; o bien marchar a toda prisa hacia el norte, a través de los pasos de las montañas Orthys y enfrentarse con Leonato en las llanuras del sur de Tesalia. En ambas opciones debía dejar una fuerza para fijar las fuerzas de Antípatro.

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Ciudadanos atenienses preparándose para la batalla

Antífilo eligió la última opción. Dejó una fuerza de seguridad para mantener el asedio de Lamia, despachó el bagaje y a los civiles a Melitia y se apresuraron a marchar contra el sátrapa antes de que pudiese unir fuerzas con Antípatro. Cruzó las montañas y desplegó en el borde de la llanura de Tesalia. Allí, se encontraron con Leonato y el ejército de socorro de Macedonia.

Los dos bandos contaban con fuerzas parejas, si bien los griegos gozaban de ventaja en caballería (3.500 jinetes, entre ellos 2.000 tesalios de Menón), mientras que los macedonios solamente contaban con 1.500.

No hay detalles de la batalla, ni siquiera su nombre ha sobrevivido. Al parecer los falangitas se impusieron a los hoplitas al comienzo de la batalla, pero la caballería tesaliana venció a la macedonia e hirió mortalmente a Leonato, que tuvo que ser retirado del campo de batalla. Privados de la protección de la caballería, los falangitas macedonios se retiraron de la llanura a terreno más áspero donde no pudiese perseguirla la caballería enemiga.

Sin embargo, la fuerza dejada para fijar a Antípatro en Lamia era insuficiente para contener al viejo zorro. Antípatro salió de la ciudad, derrotó a los sitiadores y marchó hacia el norte, con la intención de intervenir en la batalla.

Llegó demasiado tarde para salvar a Leonato, pero con el tiempo suficiente para tomar el mando de los supervivientes y unirlos a sus fuerzas.

No dispuesto a continuar con lo que pudo haber sido una difícil batalla contra las fuerzas macedonias reunidas, Antífilo permitió a los macedonios retirarse hacia el norte, de vuelta a Macedonia.

Estos eventos probablemente ocurrieron al final de la primavera o principios del verano de 322 AC. Para los griegos, este fue el punto culminante de su guerra de liberación. Para durante el resto de ese verano, un evento tras otro iría contra ellos.

La Liga Helénica había sido capaz de reclutar 40.000 hombres, así como una flota considerable. Etolia y Atenas fueron los que más aportaron.

Batalla de Amorgos (mayo o junio del 332 AC)

Mientras se dirigía a oponerse a Leonato en Tesalia, Atenas envió a su flota (200 trirremes y 40 de las más grandes cuatrirremes) bajo el almirante ateniense, Euetion; para cerrar el Helesponto y evitar que refuerzos macedonios cruzasen a Grecia desde Asia. Consiguieron hacerse con Abidos, y se situaron allí para evitar que se uniera Cratero a Antípatro en Macedonia.

Sin embargo, Antípatro tenía 110 barcos propios, y estas fueron reforzadas por una parte de la flota imperial, estos refuerzos incluían penteras (llamadas quinquerremes por los romanos), los barcos de guerra más grandes en esos momentos. La flota macedonia entró en el Helesponto, y Clito el Blanco marchó contra los atenienses. No hay datos de la batalla; pero es probable que las penteras macedonias marcasen la diferencia. Los atenienses fueron expulsados y la victoria permitió que los refuerzos macedonios llegaran a Grecia, pero la existencia de la flota ateniense impidió que Crátero enviara un ejército más grande a través del Egeo.

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Mapa de la guerra Lamia (323-2 AC) con las batallas y movimientos de fuerzas

Se abrió el camino para que Cratero cruzase a Europa. Lo hizo con 1.500 jinetes y 1.000 infantes arqueros asiáticos; y, lo más importante, una fuerza de 10.000 veteranos macedonios de las campañas de Alejandro. Cuando llegó a Pella, Cratero se puso bajo el mando de Antípatro.

Los atenienses respondieron reagrupándose, y reunieron una segunda flota de unos 200 buques que estuvo lista para el verano. Pese a haber movilizado a todos los marineros disponibles, los atenienses solo contaban con tripulaciones para unos 170 navíos. Prefirieron contar con dotaciones completas en los 2 quinquerremes y los cuatrirremes, y asignar el resto de hombres disponibles a los trirremes, que componían el resto de la flota.

Euetion tomó posición en Samos; probablemente para estar en condiciones de interceptar los refuerzos macedonios por mar procedentes de Siria. Sin embargo, Clito el Blanco con 240 buques se enfrentó a los atenienses, en las inmediaciones de Amorgos en las islas Cícladas y consiguió una victoria decisiva. No hay datos de la batalla, pero los atenienses salieron claramente derrotados, pero sus pérdidas no debieron de ser copiosas. Plutarco comenta despectivamente de Clito que se pavoneó como Poseidón, a pesar de que apenas había hundido tres o cuatro barcos enemigos y de que los atenienses pudieron remolcar las naves hundidas de vuelta a su ciudad. Era una concesión inusual, ya que la posesión de los barcos enemigos era normalmente la señal de la victoria.

A pesar de que el grueso de la flota ateniense se había salvado en la batalla de Amorgos, sufrió grandes pérdidas en la posterior batalla de las Equínadas, que se encuentran al norte de la entrada del golfo de Lepanto; que la mayoría de expertos sitúa entre la batalla de Amorgos y la batalla de Cranón, disputada en agosto.

En agosto de 322 AC, la flota Clito dirigió al golfo Sarónico y bloqueó el Pireo, que era el puerto de Atenas. Al mismo tiempo, Antípatro y Crátero marcharon hacia el sur hacia Tesalia, para enfrentarse al ejército de la Liga.

Batalla de Cranón (322 AC)

Antípatro y Crátero avanzaron con su combinado ejército al sur para obligar a los griegos a batallar. Los griegos, después de reunir a sus dispersas fuerzas decidieron enfrentarse con los macedonios cerca de Cranón, en Tesalia en agosto del 322 AC.

Los macedonios reunieron 30.000 falangistas, 10.000 hoplitas de los cuales 3.000 eran hipaspistas, 3.000 arqueros y honderos 5.000 jinetes, mientras que los griegos mandados por Antífilo y Menón de Farsalia juntaron una fuerza de 25.000 infantes y 3.500 jinetes.

Basándose en la alta reputación de la caballería tesalia, el general ateniense Antífilo decidió utilizar la misma estrategia usada con Leonato, vencer la batalla por acción de la caballería.

La batalla, por lo tanto, se abrió con el choque entre la caballería griega y macedonia. Con la caballería de ambos flancos ocupada, Antípatro ordenó a su infantería cargar contra las líneas griegas. Los infantes griegos fueron superados por un enemigo más numeroso y se retiraron a las colinas, desde donde podrían fácilmente rechazar cualquier asalto macedonio. Viendo la retirada de la infantería, la caballería griega abandonó el campo de batalla, dejando el campo y la victoria en manos macedonias.

Las bajas no fueron muchas, 130 macedonias y 500 griegas, pero convenció a los griegos a pedir la paz. Esto marcó el final de las ciudades-estado libres y el principio de la hegemonía macedonia sobre Grecia.

Durante los siguientes días, Antífilo y Menón pidieron a Antípatro los términos de rendición. Antípatro anunció que solamente quería tratar con las diversas ciudades de forma individual. Al principio, la Liga se resistió, hasta que los macedonios tomaron por asalto varias ciudades cercanas de Tesalia. La Liga se derrumbó, ya que la mayoría de sus miembros buscó la paz por separado.

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Situación de los diádocos en el 322 AC. Guerra Lamíaca: Leonato es muerto en batalla con los atenienses, Crátero derrota a la liga Helénica en la batalla de Crannon. Comienza la Primera guerra de los diádocos: Antípatro, Crátero, Alejandro y Ptolomeo forman una coalición contra Pérdicas.

La guerra de Lamia había terminado, y Macedonia, una vez más había afirmado su dominio.

Todos los antiguos estados de la liga Helénica se rindieron o fueron capturados. En septiembre de 322 AC, una guarnición macedonia se instaló en Muniquia, con vistas al puerto de Pireo; y Atenas estaría ocupada durante los siguientes 15 años, como en el resto de los pueblos y ciudades capturadas, donde Antípatro instaló oligarcas leales. Sus enemigos fueron condenados, y muchos huyeron. Hipérides fue capturado en el templo de Poseidón en Egina, y condenado a muerte. Demóstenes, un viejo enemigo de Macedonia que había regresado a Atenas solo en el comienzo de la guerra de Lamia, se suicidó antes de que los odiados macedonios pudieran apoderarse de él.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2016-04-04. Última modificacion 2021-12-26.
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