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Antecedentes
Tras la muerte de los diádocos, llegaron al poder los epígonos (sucesores) que eran los reyes que les sucedieron en el trono. No fueron tan ambiciosos como los diádocos, pues ninguno de ellos tuvo la intención de restaurar el Imperio de Alejandro en toda su magnitud, sino que se dedicaron a consolidar los nuevos reinos creados. Heredaron el espíritu de la cultura griega y trataron de extenderlo y protegerlo.
También tuvieron sus guerras sobre todo en Grecia, pero fueron principalmente de infantería.
La primera amenaza seria a la que se enfrentaron fue la llegada de los celtas (keltoi) que llegaron de la Galia.
De inicios a mediados del siglo IV AC, una gran masa de 300 mil personas de distintas tribus celtas fue obligada a migrar por la presión demográfica. Tras cruzar los Alpes se dividieron en dos grupos, unos entraron en el norte de Italia y el otro grupo se dirigió a Iliria.
El segundo grupo se estableció en la llanura panónica donde vivieron durante generaciones, hasta que nuevamente por presiones demográficas tuvieron que marcharse hacia el sureste. Llegaron al límite norte del mundo griego a inicios del siglo III AC.
En el año 299 AC, al mando de Cambaules un grupo llegó a Tracia, pero los macedonios los hicieron retroceder y los invasores se limitaron a hacer incursiones de saqueo. Posiblemente, se trató de una acción de tanteo.
Al año siguiente 298 AC, Cambaules y sus guerreros galos lo intentaron contra Macedonia, siendo rechazados por las milicias y mercenarios contratados por Ptolomeo Cerauno.
Ataque galo a Macedonia
Desde 281 a 280 AC, la presión que los galos esta vez mandados por un tal Bolgio, ejercieron sobre el reino de Macedonia fue incontenible. La tribu tracia de los dardanios ofreció 20.000 guerreros al rey macedonio Ptolomeo Cerauno rechazó la alianza, y decidió enfrentarse solo con su ejército a los invasores.
Sintiéndose despreciados y con pocas opciones de sobrevivir a la incursión celta, los dardanios decidieron entonces ofrecer sus servicios a los invasores, que lo aceptaron sin dudar.
Bolgio ofreció la paz a Ptolomeo a cambio del pago de una suma de dinero, algo que el rey macedonio rechazó a la vez que amenazaba a los galos diciendo que él solo les ofrecería la paz a los invasores si dejaban a sus jefes como rehenes y entregaban las armas. La guerra era ya inevitable.
Los celtas se dividieron en tres grupos:
- Flanco oriental al mando de Ceretrio: atacó Tracia y venció a tribalos y getas.
- Flanco central al mando de Breno y Acicorio: atacó Macedonia, se alió con los dardanios y entró en la Peonia.
- Flanco occidental de Bolgio (líder máximo de los celtas) atacó a los macedonios e ilirios. Derrotaría a Ptolomeo.
Los oficiales macedonios aconsejaron a Ptolomeo esperar a reunir más tropas, pero este de forma inconsciente y arrogante se negó y salió en busca de la batalla. El resultado fue una aplastante derrota de Cerauno que además fue capturado vivo. Según Memnóm “después de que el elefante en el que viajaba resultara herido y lo tirara al suelo”. El rey fue decapitado y su cabeza clavada en una pica para ser expuesta y paseada por toda la región.
Tras la victoria, los celtas prefirieron dedicarse a su ocupación habitual en territorio enemigo, el saqueo, y no siguieron presionando para terminar con los macedonios.
La amenaza gala requería una rápida respuesta y el ejército eligió rey a su hermano Meleagro, pero debido a su incompetencia fue apartado tan solo dos meses después, al igual que su sucesor, un tal Antípatro Etesias, sobrino de Casandro. Entre tanto, Peonia se perdió y el tirano Apolodoro se hizo con el control de la ciudad de Casandrea, haciéndola virtualmente independiente. Un tal Sóstenes, quizás un antiguo general de Lisímaco, se puso al frente del ejército (aunque se negó a ser elegido rey) y logró algunas victorias contra los galos. Sin embargo, murió dos años después en circunstancias desconocidas.
Por suerte para los macedonios surgió un líder llamado Sóstenes que reunió tropas y expulsó a los celtas.
En el 279 AC se produjo una nueva invasión, una enorme fuerza de 50.000 infantes y 15.000 jinetes (cifra de historiadores griegos) al mando de Breno, secundado por Acicorio invadieron Grecia desde Panonia. Los galos tuvieron sus primeros encuentros en Tesalia.
Una parte de este ejército celta (unos 20.000 guerreros) se separó cuando transitaba por Iliria y se dirigió a Tracia, liderados por los jefes Lutario y Leonorio. Con la ayuda de varias tribus tracias, llegaron a la costa de la Propontide (actual mar de Marmara). El rey de Bitinia, Nicomedes, les ayudo a cruzar el estrecho del Bosforo, para ayudarle en su disputa con el rey de Pergamo, Atalo I.
Tras una serie de escaramuzas, los celtas fueron derrotados y obligados a desplazarse hacia el este, hacia el interior de Asia menor, donde crearon el reino de los gálatas, Galacia.
Los griegos formaron un ejército con fuerzas procedentes de Beocia, Etolia, Fócida, Lócrida, Mégara y Atenas. Se atrincheraron en las Termópilas, un estrecho paso donde se podía defender el acceso a Grecia Central.
Batalla de las Termópilas (279 AC)
Los griegos reunieron una fuerza de 30.000 infantes y 2.000 jinetes al mando de Cefisodoto (Beocia) y Poliarco (Etolia). Se atrincheraron en las Termópilas.
Lo primero que hicieron los griegos fue enviar el contingente de caballería al río Spercheius, para destruir los puentes y detener momentáneamente a los celtas, que se aproximaban desde la zona de Magnesia y Fócida (una región del centro de Grecia).
Los primeros ataques galos fueron detenidos en el río Esperqueo, pero Breno no quería esperar, y por la noche envió una fuerza de 10.000 galos (posiblemente los que sabían nadar), que cruzaron el río y atacaron a la caballería que retrocedió.
Breno obligo a los habitantes de la zona a reconstruir los puentes, y la totalidad del ejército celta lo cruzo rápidamente.
En poco tiempo, las hordas de celtas asaltaban una y otra vez las posiciones de los griegos en las Termopilas, siendo rechazados una y otra vez.
Después de haber sufrido graves pérdidas, Breno decidió enviar 40.000 infantes y 800 jinetes celtas a Etolia, lugar de origen de muchas tropas griegas, saqueando Callium, ciudad que arrasaron por completo, mataron a todos los varones y violaron a todas las mujeres, vivas o muertas. Esto hizo que el fuerte contingente etolio que formaba parte de las tropas griegas lo abandonara y se dirigiera a tratar de defender sus territorios.
Con el ejército griego reducido, Breno se puso a buscar el paso por las montañas que los persas de Jerjes habían utilizado en el año 480 AC para rodear a los espartanos de Leónidas.
También Breno tuvo éxito, y encontró el mismo paso que los persas habían usado, un camino a través del monte Oeta, al oeste de las Termópilas.
Tras observar como el contingente etolio abandonaba las Termopilas, envió un grupo de sus guerreros al paso del monte Oeta, guardado por unos cientos de foceos.
La niebla impidió que los foceos avistaran a los celtas hasta que estuvieron prácticamente encima. Cuando se dieron cuenta, cualquier resistencia fue inútil, así que optaron por retirarse, dejando el paso en manos de los celtas.
Los celtas que se dirigían a envolver a los griegos, cuando llegaron vieron que los griegos se habían marchado.
Avisados por los foceos de la proximidad de los celtas, los atenienses llamaron en su ayuda a la flota ateniense, estacionada en el golfo de Malia. Todos los contingentes griegos fueron evacuados. Pero ya no tendrían ningún tipo de influencia en los sucesos que siguieron.
Tras obligar a los griegos a huir de las Termópilas y dejar el paso libre, Breno llevo a sus tropas hacia el sur, hacia Delfos. Ni siquiera quiso esperar al resto de su ejército, mandado por Acicorio, que se encontraba arrasando Etolia y masacrando a todos sus habitantes.
Batalla de Delfos (279 AC)
Para defender Delfos e intentar que no cayeran en manos galas sus inmensas riquezas se reunió un pequeño ejército griego: contingentes de varias ciudades de Focea, 400 hoplitas de Anfisa y 1.200 etolios que acudieron a Delfos a toda prisa en cuanto se enteraron de la cercanía de los galos.
Los galos se dirigieron a Delfos con la pretensión de saquear el famoso recinto sagrado, bien conocido por su oráculo y por la gran riqueza de sus tesoros.
El terreno montañoso impedía que los griegos pudieran enfrentarse a los celtas usando su clásica táctica con la falange. En vez de ello, los griegos pasaron a utilizar tácticas de escaramuza y guerrilla. Afortunadamente, para ellos, tenían en su bando a un contingente de foceos, que conocían la zona a la perfección.
Los griegos tenían la considerable ventaja de que los celtas no usaban ningún tipo de coraza o protección corporal, así que todos los proyectiles lanzados por los griegos (jabalinas, flechas, piedras, etc.) eran muy efectivos, si acertaban en el blanco.
Sin encontrar una resistencia seria, salvo las guerrillas que poco pudieron hacer para detener un ejército tan grande, los celtas continuaban dirigiéndose hacia Delfos.
El santuario en Delfos estaba totalmente desprotegido, sin ningún tipo de fortificación o defensa, las ciudades estado griegas de la zona creían que los dioses castigarían a cualquiera que osara perturbar un lugar sagrado, y no vieron necesario fortificarlo.
Así que cuando los celtas llegaron al santuario, tomaron su botín sin resistencia. No se sabe lo que ocurrió después. Según los cronistas griegos, al mismo tiempo se sucedieron terremotos, fuertes tormentas de nieve, infinidad de truenos, relámpagos, etc.
Según Pausanias “Los gálatas, después de atravesar el desfiladero de la montaña, sin entrar a tomar otras ciudades, sólo pusieron su empeño en Delfos y en saquear las riquezas del templo de Apolo. Pero los habitantes de Delfos fueron rescatados por los focenses que se encuentran en las proximidades del monte Parnaso, y los Etolios, cuyo país estaba lleno de los más valientes y belicosos jóvenes, y fueron inmediatamente a la batalla, y en camino hacia el enemigo. No habían llegado a las manos, cuando les arrojaron una tormenta de rayos sobre el ejército de los bárbaros, y grandes piedras se desprendían del Monte Parnaso para aplastarlos.”
Aunque es posible que algún tipo de desastre natural causara cierto número de bajas y bastante caos entre los celtas, es poco probable que esa fuera la única causa que obligara a los celtas a retirarse del santuario de Delfos.
Los griegos seguían acosando y hostigando a las tropas celtas, atacando principalmente a los grupos encargados de avituallamiento para el ejército. El hambre comenzaba a hacer mella entre los celtas.
En una escaramuza con los griegos, Breno fue herido. La mayoría de los guerreros celtas conocían las supersticiones de los griegos sobre Delfos, y creían que los dioses habían provocado todos los males que les aquejaban, que la naturaleza les había atacado y les expulsaba de la zona.
Al tener a su líder guerrero herido incremento aún más sus miedos. El pánico comenzó a extenderse por el campamento celta. Y el miedo se incrementó cuando una noche llegaron al campamento un grupo de refuerzo de los celtas.
Los recién llegados hablaban un dialecto celta diferente, y los centinelas del campamento creyeron que se trataba de una incursión griega. Pronto comenzaron a enfrentarse ambos grupos celtas. Antes de que se percataran de su error, varios cientos de guerreros celtas de ambos bandos habían muerto, a manos de otros celtas.
Desde allí, el rey se dirigió con su gente a Épiro, donde saqueó el templo de Zeus que tenía sus dependencias en la ciudad llamada Dodona o Dódona, famosa por su oráculo.
A continuación marchó con su ejército a la ciudad de Olimpia en el Peloponeso, donde Zeus tenía el santuario más rico del mundo antiguo. El lugar fue totalmente saqueado y Breno y sus tribus confederadas se llevaron un buen botín.
Los diferentes contingentes griegos (focenses, beocios y atenienses) aprovecharon la ocasión para atacar los diferentes destacamentos celtas que se ocupaban de recoger alimentos. Muy pronto, la falta de grano y otros alimentos comenzó a hacer efecto entre los galos. Breno decidió emprender la retirada, volviendo por donde había llegado, cruzando el río Esperqueo.
En el camino, se reunió con el contingente celta mandado por Acicorio, mientras continuaban siendo acosados por diferentes grupos de griegos, sobre todo los etolios, deseosos de vengarse por las atrocidades cometidas por los celtas sobre la población civil.
Cuando los celtas llegaron a las riberas del río Esperqueo, se encontraron con los tesalios y los malios, que les obstaculizaban el paso. Breno fue gravemente herido, y, viéndolo todo perdido, reunió a sus oficiales y les ordeno matar a los heridos que no pudieran moverse por si solos e intentar retirarse cada uno como pudiera.
Después de eso, se emborrachó, cogió su puñal y se lo clavo en el pecho.
Acicorio tomó el mando de los celtas y con graves pérdidas logró cruzar el río Esperqueo y se dirigió a las Termópilas, para tratar de salir de Grecia. Pero su ruta de escape transcurría por territorio hostil. Acosados por todos los lados, sin posibilidades de conseguir alimentos, la mayoría murió de hambre, de frío o por las armas griegas.
Pequeños grupos de celtas consiguieron escapar. Unos llegaron al valle del Danubio, donde con el tiempo se convirtieron en la tribu de los escordiscios, con capital en Singidunum, actual Belgrado.
Las tribus galas, al quedarse sin su caudillo, se dispersaron. Un grupo que incluía los volcos y tectosagos regresaron a su lugar de origen, en el suroeste de la Galia, en la región de Tolosa (la actual Toulouse). Este grupo llevaba consigo el botín de la campaña llevada a cabo por su rey Breno. Al llegar a Tolosa, se cree que fundieron el oro y la plata; la plata la transformaron en gigantescas ruedas de molino. Escondieron el tesoro en diversos lagos sagrados ubicados en el recinto del templo del dios Heracles en Tolosa. Se sabe que el total ascendía a 15.000 talentos romanos.
Batalla de Lisimaquia (277 AC)
A pesar de la dura derrota en Delfos, los galos seguían teniendo fuerza suficiente para seguir causando estragos en la zona. En el 278 AC, reunieron un ejército de 15.000 infantes y 3.000 jinetes bajo el mando de un tal Ceretrio, y derrotaron a getas y tribalos y amenazaban con invadir nuevamente Macedonia. Antígono II Gónatas, que en aquel momento estaba en Lisimaquia en el Quersoneso Tracio debido a la reciente guerra que había mantenido con Antíoco reclamando los antiguos territorios asiáticos de Lisímaco, recibió embajadores galos que le ofrecían la paz si la pagaba. Antígono, tratando de intimidarlos los invitó a un banquete donde los “entretuvo con una suntuosa exhibición de lujos”, mostrando también a sus elefantes y su flota. Sin embargo, lejos de amedrentarse, impresionados con la cantidad de oro y plata, los embajadores galos regresaron a su campamento contando las riquezas que habían visto.
Los galos, envalentonados por las exageradas descripciones de riqueza de sus embajadores y por el recuerdo de su aplastante victoria sobre Ptolomeo Ceraunos, decidieron atacar el campamento macedonio arropándose en la noche. Sin embargo, Antígono se había adelantado y había ordenado a sus soldados que se retiraran con todo sus bagajes y se ocultaran sin hacer ruido en un bosque cercano.
Los galos cuando llegaron se encontraron el campamento desierto, sin soldados ni centinelas, y aunque temían una estratagema decidieron tomar posesión del mismo y llevarse cuanto pudieran. Luego se dirigieron a la costa, donde se encontraban las naves varadas y listas para ser saqueadas. Pero de repente, fueron sorprendidos por el ataque conjunto de los marineros y parte del ejército que se había desplazado hasta allí. Antígono los masacró y su victoria fue tan deslumbrante que no solo consiguió la paz con los galos sino también con las naciones bárbaras vecinas. Con la victoria el prestigio de Antígono se hizo irresistible y fue proclamado rey por el ejército.
Un grupo de galos tras la derrota se dirigieron a la ciudad de Tillis (?) donde se asentaron y se ofrecieron como mercenarios, 400 de los cuales serían enviados a Egipto.
Las derrotas de los galos en Grecia, y la destrucción de la poderosa tribu de los senones en el norte de Italia en la batalla de Telamon significó el comienzo del final de la expansión de los pueblos celtas en Europa. Nuevos poderes surgían en Europa, y la dominación celta del centro y el oeste comenzó a disminuir gradualmente en los siguientes dos siglos.
Batalla de los Elefantes (275 AC)
Los galos que cruzaron el Helesponto incluían a los tolistobogii, los trocmi y parte de los volcos y tectósages y pasaron a Asia Menor en el 277 AC. Tenían un os 20.000 efectivos y después de algunos enfrentamientos con los reyes de Pérgamo, se asentaron en una región al sur del Ponto, que pasó a llamarse Galacia, y sus habitantes se llamaron gálatas.
Desde Galacia, los gálatas lanzaban razias contra los dominios de Antíoco en busca de botín, lo que llevó al rey Antíoco I sucesor de Seleuco, una vez fue reprimida la revuelta siria en 275 AC a encararse a los invasores.
Se dispone de poca información acerca de la batalla, ignorándose el lugar del encuentro y la composición de los ejércitos enfrentados. Si se conoce, en cambio, que en el combate participaron el propio Antíoco I y elefantes de guerra asiáticos en el bando seléucida, es muy posible que los gálatas nunca hubiesen visto elefantes, y que su presencia causara terror en sus filas, detalle este último que además de dar la victoria a los griegos hizo que la batalla fuera conocida como la batalla de los Elefantes.
Tras el triunfo sobre los invasores bárbaros, Antíoco I fue adorado como una deidad. Fue durante las celebraciones cuando las ciudades-estado jónicas, a las que había salvado de los estragos de los galos, le impusieron el sobrenombre Sóter (Salvador).
Al acabar con el problema gálata, los seléucidas quedaban con las manos libres para continuar su lucha contra los egipcios, a los que, ayudado por Ariobarzanes del Ponto, sucesor de Mitrídates, arrebató la costa de Siria y el sur de Asia Menor.
Los gálatas, por su parte, continuaron sus chantajes a naciones débiles, al menos contra Pérgamo, hasta que fueron derrotados en la batalla del Caico por Atalo I. Continuarían además ofreciéndose como mercenarios, siendo admitidos incluso en el ejército seléucida. A pesar de que al parecer, se unían para la guerra, los estados celtas mantuvieron su independencia y la consolidaron durante los reinados de los sucesores de Antíoco.
Los gálatas en el siglo II AC, habían sido absorbidos por la civilización helenística de Anatolia. Pasando sucesivamente bajo el gobierno de Pérgamo y Ponto. Galacia se convirtió en un protectorado romano en el 85 AC, gobernado por reyes títeres.