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Antecedentes
Antígono Monoftalmos «el Tuerto«, también llamado »el Ciclope», gobernaba Frigia, la satrapía que había mantenido desde que Alejandro conquistó la tierra en 333 el AC. Era uno de los líderes macedonios más antiguos, había observado la marea de los acontecimientos que pasaron por él. Su provincia había sido una encrucijada, por ella habían pasado primero Leonato y luego Crátero en su camino a Grecia.
Había desobedecido al Regente en el asunto de ayudar a Éumenes a capturar Capadocia; una orden probablemente imposible con los escasos medios que disponía en ese momento (su ejército satrapal, si se puede llamar ejército, contaba con no más de unos pocos miles de mercenarios a caballo y a pie) y considerando que el rey de Capadocia, Ariarates, tenía un ejército sumando quizás 30.000 hombres. Pero el altivo Pérdicas no era de los que se tomaban la desobediencia a la ligera; y Antígono tenía motivos para estar nervioso. El Regente había llegado al norte desde Babilonia y estaba en su puerta. Cuando murió se sintió aliviado.
Se negó a reconocer a Poliperconte como regente del reino. Poliperconte, por su parte, destituyó a Antígono como estratego de Asia.
En la Segunda guerra las alianzas serían más complicadas: Poliperconte, Clito y Éumenes contra Antígono, Ptolomeo, Lisímaco y Casandro. Casandro era el hijo del difunto Antípatro, y acariciaba la regencia de su padre, pero esta pasó a Poliperconte.
Casandro, que había huido de Antígono y buscado refugio junto a su padre, en Macedonia, en el mal momento en que a este se le ocurrió fallecer. Lisímaco era el sátrapa de Tracia, al este de Macedonia, subordinado desde siempre a Ptolomeo. Y que, situado entre Poliperconte y Éumenes, entre Macedonia y el Asia Menor, cobraba de pronto una gran importancia estratégica.
Por su parte, Poliperconte, llamó en su auxilio a Olimpia, la madre de Alejandro, para que volviera del Épiro a Macedonia junto con su nieto, el hijo de Alejandro y de Roxana, el que sería Alejandro IV. Buscaba así reforzar su posición, pues en Macedonia residían las personas más cercanas a Alejandro, como parecía ser normal.
Éumenes se ganó la adhesión de Antígenes, el recién ascendido sátrapa de la Susiana, que se unió a la colación en torno a Poliperconte, y al comandante de los argiráspidos antiguos hipaspistas reales llamados también los «escudos de plata«, unos 3.000 hoplitas que tenían fama de invencibles.
Además, y con el tesoro enviado por Poliperconte, Éumenes reclutó un ejército de mercenarios que totalizaba unos 10.000 infantes y 2.000 jinetes. Con todo este ejército y su habilidad, fue desalojando de la Fenicia durante la campaña del año 317 AC, las guarniciones colocadas por Ptolomeo. Mientras tanto, Poliperconte con el ejército macedónico, trataba de desalojar a Casandro, que se había ganado la confianza de varias ciudades griegas que se habían puesto de su parte y en contra de Poliperconte y de Macedonia.
Luego estaba Kleitos, que dominaba el mar Egeo con la flota Imperial, que seguía sujeta a él. Entonces impedía la comunicación entre Casandro, aliado de Antígono con base en Grecia, y el propio Antígono. Este armó una flota y presentó batalla a Kleitos, como aliado de Poliperconte. La flota de Antígono sufrió una dura derrota ante la experiencia de Kleitos en el mismo Helesponto. Pero Antígono, el incansable, fletó una segunda flota con la ayuda de Nicanor, uno de los oficiales de Casandro, consiguió transferir sus tropas a la orilla europea del Helesponto, y destruir el campamento y la flota enemiga amarrada en el 318 AC.
El hecho de que el dominio del mar recayera en manos de Antígono fue muy importante, ya que los ejércitos de Éumenes y Poliperconte no podrían comunicarse por mar en lo sucesivo. Y eso sería malo para los protagonistas ya aislados. La guerra va a conocer, por tanto, dos escenarios diferentes: Grecia y Asia. Y a tener como protagonistas a Poliperconte, en pugna con Casandro, en Grecia, y Éumenes contra Antígono en Asia.
Guerra en Grecia
Poliperconte con el ejército macedonio, trataba de desalojar a Casandro, que se había ganado la confianza de varias ciudades griegas que se habían puesto de su parte y en contra de Poliperconte y de Macedonia. Pero no lo logró, aún contando con un ejército superior, pues Poliperconte no se caracterizaba por su habilidad como estratego. Se movía mejor en las sutilezas de las alianzas y la diplomacia que en el campo de batalla o sitiando ciudades.
En ausencia de Poliperconte, Olimpia, al mando de un ejército del Épiro cedido por su primo, el rey del Épiro, (región al oeste de Macedonia), ocupó Pella, la capital de Macedonia, tomó prisioneros al hermanastro de Alejandro, rey nominal del Imperio, Filipo III Arrideo y a su esposa, y ordenó su ejecución.
Un año más tarde en el 316 AC, Casandro, hijo de Antípatro, hizo asesinar a la reina Olimpia, madre de Alejandro. Los anteriores asesinatos habían hecho impopular, aunque no se atrevió a hacer lo mismo con el hijo de Alejandro, limitándose a mantenerlo encerrado, con la esperanza de que los macedonios le olvidasen y tomó por esposa a Tasalónica.
Guerra en Asia
En Asia, Éumenes trató de atraer a su bando a los principales sátrapas, pero los lazos de estos con Antígono eran fuertes y ni Seleuco, sátrapa de Babilonia, ni Pitón Crateas, sátrapa de la Media, aceptaron ponerse a su lado. Por eso se refugió en la Susiana, la satrapía de su aliado Antígenes. En cambio, se le unieron varios sátrapas menores de la parte oriental, entre ellos Peucestas, que había recibido la Persia en el reparto inicial. Todos ellos estaban descontentos, pues Pitón hacía lo mismo que Ptolomeo, ir arañando ciudades fronterizas entre su satrapía y las vecinas.
Batalla de Orcinia (319 AC)
Poliperconte nombró a Éumenes estratego de Asia, y con la ayuda de Antígenes reunió un ejército de 20.000 infantes (3.000 eran macedonios) y 5.000 jinetes y se enfrentó a Antígono que disponía de 10.000 infantes (la mitad macedonios), 2.000 jinetes y 30 elefantes.
Éumenes contaba, por tanto, con más infantería y caballería que su enemigo, pero ello no disuadió a este de adoptar una osada estrategia ofensiva. Éumenes estaba acampado en una llanura conveniente para la caballería, cerca de Orcinia (capadocia), en la que lo sorprendió Antígono, que había plantado su campamento en una colina cercana que dominaba el llano. Desde allí podía decidir presentar batalla o no a Éumenes, según le conviniese. Además, entró en tratos secretos con Apolónidas, el jefe de la caballería de Éumenes, que se mostró dispuesto a traicionar a su jefe y cambiar de bando.
Antígono dispuso a la falange en una línea dos veces más larga de lo habitual (en 8 filas en vez de los 16 habituales), lo que hizo pensar al enemigo que contaba con más fuerzas de las que en realidad tenía. Logró además que Apolónidas perpetrase su traición y se pasase a sus filas, no se sabe con cuantos efectivos se pasó, pero fue suficiente para inclinar la batalla. Despachó asimismo a su propia caballería a apoderarse del bagaje de Éumenes. Estos tres elementos le permitieron lograr una aplastante victoria, pese a encontrarse teóricamente en desventaja numérica; en la batalla perecieron unos 8.000 enemigos y casi todos los demás se pasaron a sus filas.
No obstante, Éumenes logró huir con bastantes partidarios, apresó y pasó por las armas al traidor Apolónidas, evitó a la partida enemiga que trató de darle caza y volvió al campo de batalla, donde hizo enterrar a los caídos. Antígono finalmente lo alcanzó y le obligó a refugiarse en la fortaleza de Nora con sus más estrechos partidarios, unos 600 o 700 hombres.
Antígono lo sitió estrechamente, pero la fortaleza contaba con abundantes víveres y era casi inexpugnable. En consecuencia, Antígono encomendó la operación de cerco a un subordinado y marchó con el grueso del ejército a combatir a los demás partidarios del difunto Pérdicas: Alcetas, Polemón, Dócimo y Átalo.
Batalla de Cretópolis (319 AC)
Antígono dejó las operaciones de sitio en manos de un lugarteniente y fue a combatir a los seguidores de Pérdicas, que se habían agrupado en la ciudad de Cretópolis, en Pisidia. Alcetas (hermano de Pérdicas), Átalo (cuñado de Pérdicas), Polemón (hermano de Átalo) y Dócimo habían reunido sus fuerzas en un desfiladero cercano a Cretópolis. Antígono decidió sorprenderlos y se encaminó a marchas forzadas a Cretópolis, adonde llegó tras siete días en los que recorrió unos 480 kilómetros. Logró en efecto desconcertarlos: descubrieron que había llegado por los barritos de sus elefantes. Antígono ocupó unas colinas que dominaban la posición de Alcetas.
Los de Pérdicas estaban desprevenidos y tuvieron que afrontar un asalto múltiple: uno frontal y otro lateral desde los altos que flanqueaban el cañón. Mientras Átalo y Dócimo organizaban la falange, Alcetas tomó el mando de la caballería y los peltastas y acometió a Antígono en los alcores, tratando de expulsarlo de allí. Antígono lanzó 6.000 jinetes contra el flanco de Alcetas, que a duras penas pudo abandonar las alturas y regresar a donde se hallaba la falange, tras haber perdido a la mayor parte de sus hombres. Para desgracia de los de Pérdicas, por entonces la falange no había podido formarse por completo y al ver cargar a la caballería enemiga, los infantes optaron por rendirse.
Alcetas escapó con una guardia de pisidios que le eran muy leales y alcanzó la ciudad de Termeso, que se creía casi inexpugnable. Se suicidó en ella cuando se enteró de que sus habitantes pensaban entregarlo a Antígono. Este apresó a sus compañeros Átalo, Polemón y Dócimo, que capturó junto con el resto del ejército enemigo, compuesto por unos 16.000 infantes y 900 jinetes. Antígono había eliminado a los partidarios de Pérdicas, pero no a Éumenes, que siguió combatiendo.
Éumenes abandonó Fenicia en el verano de 318 AC, hacia Babilonia, a fin de aprovechar los disturbios que acaban de estallar en la parte oriental del Imperio. Peitón, el sátrapa de Media, había tratado de crear un principado en la meseta iraní, apoderándose de Partia, para dársela a su hermano Eudamos. Derrotado por una coalición de sátrapas liderada por Peucestas, que gobernaba Persia, se refugió con Seleuco en Babilonia.
Éumenes, que pasó sus cuarteles de invierno en Babilonia, intimó a Seleuco y a Peitón a unirse a él contra Antígono, pero ellos rehusaron.
A finales de 318 AC, Antígono marchó nuevamente contra Éumenes con un ejército de 60.000 infantes, 10.000 jinetes y 30 elefantes. Éumenes cruzó entonces el Tigris en condiciones difíciles, ya que Seleuco había hecho abrir los diques. Finalmente, Seleuco le dejó pasar a Susiana, al este de Babilonia, para reunirse con sus aliados, con su ejército de 40.000 hombres y 120 elefantes.
Asedio de Megalópolis (318 AC)
El hijo de Antípatro, Casandro, disgustado por no haber recibido el puesto, pronto se enemistó con Poliperconte, huyó a Asia Menor y obtuvo el respaldado de Antígono Monóftalmos, el strategos de Asia. También logró notable apoyo en Grecia, de los jefes de las guarniciones macedonias y de los tiranos y oligarcas a los que su padre había entregado el control de las ciudades-estado griegas. En consecuencia, Poliperconte decidió marchar a Grecia para debilitar al rebelde y someter la región a su autoridad.
Poliperconte se dirigió primeramente contra Atenas y trató de apoderarse de la fortaleza de Muniquia y del puerto de El Pireo. Se lo impidió Nicanor, jefe de la guarnición macedonia, y el propio Casandro, que acababa de llegar a la región con refuerzos venidos de Asia Menor. Frustrado el golpe de mano, Poliperconte se resignó a emprender un asedio largo, que dejó en manos de un subordinado para dirigirse con el grueso de su ejército al Peloponeso. En esa península la mayoría de ciudades habían tomado partido por él, pero no la influyente Megalópolis, que se había inclinado por Casandro.
Regía por entonces Megalópolis una oligarquía dominada por Damis, un veterano de las campañas de Alejandro. Este no reconocía a Poliperconte como regente y se había coligado con Casandro. Cuando Poliperconte llegó ante la ciudad, organizó sendos campamentos, uno para los macedonios y otro para sus aliados. Hizo construir torres de asedio de madera y que los ingenieros cavaran minas bajo las murallas para hundirlas.
Finalmente, tres torres y parte de la muralla se derrumbaron. Poliperconte ordenó el ataque a través de la brecha, pero los defensores pudieron contener a los asaltantes y tras una reñida lucha estos se retiraron, habiendo sufrido grandes pérdidas. Los defensores de la ciudad aprovecharon la noche para erigir una empalizada allí donde se había hundido la muralla y apostaron arqueros y catapultas junto a ella para mantener al enemigo a distancia.
Las bajas del ejército de Poliperconte no dejaban de crecer, por lo que este decidió adoptar medidas extremas: envió a sus elefantes de guerra contra la empalizada. A Damis debieron de desvelarle la decisión del enemigo, pues por la noche hizo colocar estacas de hierro, ganchos y clavos en la empalizada. Al día siguiente, cuando acometieron los elefantes, retiró a sus hombres de la empalizada para que no tuviesen que hacerles frente y defendió el sector con las catapultas y los arqueros desde los flancos. Los elefantes intentaron arrancar los postes de la empalizada con las trompas, pero se hirieron con las piezas de metal que se habían colocado para impedirlo y huyeron. La estampida infligió nuevas bajas a los sitiadores, que se desmoralizaron y perdieron todo interés en proseguir el cerco. En efecto, tras algunas semanas, Poliperconte optó por retirarse y volver a Atenas.
El fracaso ante Megalópolis supuso un grave desprestigio a Poliperconte y varias ciudades griegas se pasaron al bando de Casandro. Este tomó la iniciativa junto a Antígono, que venció a la flota enemiga en Bizancio. Finalmente, Casandro pudo expulsar a Poliperconte de Macedonia y hacerse con el poder en la parte europea del imperio macedonio. Poliperconte quedó reducido a la posición de rival menor en las disputas entre los diádocos.