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Antecedentes
Eduardo I estaba en campaña contra los franceses en lucha por la región de Flandes cuando ya había sufrido una derrota en la batalla de Stirling Bridge en el norte de Escocia. Después de pactar una tregua con el rey francés Felipe IV, volvió a Inglaterra en marzo de 1298 e inmediatamente comenzó a organizar un gran ejército para la segunda invasión de Escocia. En los preliminares de la campaña, Eduardo trasladó el centro del gobierno inglés a la ciudad de York, donde residiría durante los siguientes seis años. El consejo de guerra para preparar los últimos detalles para la invasión se hizo en esta ciudad en abril. Todos los magnates escoceses fueron convocados por el rey inglés, pero, cuando ninguno de ellos compareció, fueron condenados como traidores.
Eduardo ordenó que su ejército se reuniera en Roxburg el 25 de junio. Las fuerzas que se reunieron fueron impresionantes: 3.000 caballeros, 400 ballesteros, 5.000 arqueros y 7.000 lanceros, y 500 mercenarios gascones. Mientras, las fuerzas de Wallace se componían de 1.000 jinetes y 1.500 arqueros y 8.000 lanceros. A comienzos de julio comenzó la marcha de los ingleses hacia el norte. Aunque las cosas no iban bien. Guillermo Wallace, entonces Guardián de Escocia, había ordenado que se utilizara la táctica de tierra quemada, negando los víveres a los invasores. Los escoceses fueron cediendo terreno, los ingleses alcanzaron parajes donde jamás habían estado. Los víveres que Eduardo había pedido por mar, se retrasaban debido al mal estado de la mar; y cuando los ingleses llegaron al interior de Escocia, estaban hambrientos y mal de moral, empezando a producirse altercados.
En uno de ellos, los arqueros galeses se emborracharon y los jinetes ingleses arremetieron contra ellos matando a 80 galeses, el hecho es que aunque el soberano marchase con sus tropas, se notaba en el ambiente una falta de disciplina.
Para el rey estaba claro que si las cosas no cambiaban pronto se vería obligado a ordenar una retirada que no haría más que reafirmar su derrota frente a un enemigo considerado muy débil e inferior. Eduardo estuvo a punto de marchar sobre Edimburgo, pero su servicio de información le indicó que Wallace se encontraba en un bosque cerca de Falkirk.
Wallace había planeado un ataque nocturno en Kirkliston, justo al noroeste de Edimburgo, pero fue traicionado por dos nobles escoceses, que estaban celosos del ascenso de Wallace al poder. Wallace tenía otra alternativa para enfrentarse a Eduardo en una batalla campal antes de llegar a Stirling con su estratégico castillo.
Guillermo Wallace había elegido como ubicación el bosque de Callendar, cerca de Falkirk, a solo 21 km de distancia, dispuesto a perseguir a los ingleses en su retirada.
El ejército de Wallace era muy inferior, estaba compuesto por campesinos lanceros en su mayoría, 1.000 jinetes mucho más ligeros que los ingleses, los arcos escoceses eran más cortos y tenían menos alcance. Su armamento en general había mejorado mucho después de la batalla de Stirling con el material capturado a los ingleses.
Despliegue inicial
El 22 de julio, exactamente los escoceses se ubicaron delante del bosque Callendar, formaron en cuatro schiltrons o círculo de piqueros, con unos 2.000 lanceros cada uno, con arqueros desplegados entre los mismos. A retaguardia habían situado su caballería con unos 1.000 jinetes al mando de Juan Comyn conocido como el Lobo de Badenoch. Entre los schiltrons situó los arqueros mandados por Juan Stewart.
Los ingleses avanzaron habiendo dividido sus tropas en cuatro grupos. A vanguardia la caballería mandaba el conde Bigord Marshall con las fuerzas de los condes de Norfolk, Hereford y Lincoln, que posteriormente desplegarían en el ala izquierda inglesa. Detrás marchaba otra unidad de caballería mandada Antonio Bek obispo de Durham que desplegaría en el ala derecha inglesa. Detrás marchaba el rey seguido por su escolta y los arqueros galeses que desplegarían en el centro, y a retaguardia marchaba la infantería que desplegaría en los flancos de los arqueros.
Desarrollo de la batalla (22 de julio de 1289)
Cuando estuvieron a la vista, el conde Marshall envolvió por la izquierda a la formación enemiga, mientras tanto el obispo Bek envolvió por el ala derecha.
La caballería escocesa mandada por Juan Comyn se enfrenta a la caballería inglesa del ala derecha mandada por Marshall, siendo derrotada y puesta en fuga. Después los jinetes ingleses atacaron a los arqueros que actuaban entre los schiltrons, pronto acabaron con ellos, se dieron a la fuga a través del bosque o bien se metieron dentro de los círculos.
A continuación los caballeros cargaron contra los schiltrons, estando a punto de quebrarlos en un principio, pero se mantuvieron firmes y las picas escocesas pronto empezaron a actuar y los caballos fueron cayendo uno tras otro.
Eduardo llegó a tiempo para presenciar el desconcierto de su caballería y rápidamente restaurar la disciplina. Se ordenó la retirada de la caballería, y llamó a sus arqueros, eran los mejores de toda Europa quizá por aquella época, y le infligió un duro castigo a los escoceses. Estos impasibles veían como les caía encima una lluvia de flechas sin poder hacer nada para responder, lo único que pudieron hacer fue desplazarse poco a poco al borde del bosque. Cuando se les acabaron las flechas, Eduardo dio la orden de cargar a sus jinetes, la carga desbarató las líneas y los escoceses se dieron a la fuga. Wallace y algunos otros, consiguieron escapar internándose el bosque donde sería muy difícil perseguirlos.
Secuelas de la batalla
Las bajas se estiman en 3.000 muertos escoceses y unos 2.000 ingleses. Mientras que Falkirk fue una batalla más sangrienta que Dunbar, fue considerablemente menos decisiva. Aunque la credibilidad de Wallace había quedado en entredicho, el territorio escocés no fue conquistado gracias a su táctica de tierra quemada. El ejército de Eduardo, debilitado por las bajas, el hambre y la enfermedad, no estaba en condiciones de continuar la campaña.
El rey ordenó retirarse hacia Carliste, donde esperó a que se recuperara sus fuerzas para realizar una nueva campaña. Pero muchos desertaron, incluidos una gran parte del contingente de Bek desde Durham. Eduardo intentó prevenir las deserciones mediante promesas de otorgar tierras en Escocia a aquellos que se quedaran, los cuales solo una parte de ellos accedieron, aunque con muchas disputas. Eduardo tuvo que despedir a gran parte de su ejército, aunque él mismo se quedó en la frontera hasta fin de año, después del cual regresó al sur, convencido que la deslealtad de sus barones le habían robado los frutos de la batalla de Falkirk.
Walace fue apartado de la aristocracia escocesa y tuvo siete años de oscuridad, en los que marchó a buscar apoyos en Francia, Castilla e incluso en Roma para ver al Papa. Al parecer no consiguió recabar apoyos para su causa y regresó a Escocia.
Finalmente, Wallace fue traicionado por su sirviente Jack Short y capturado en Glasgow por soldados ingleses el 5 de agosto de 1305. Después fue llevado a Inglaterra donde fue declarado culpable de traición al rey Eduardo I, a lo que contestó que Eduardo I jamás había sido rey (legítimo) de Escocia y que, por tanto, él no era su vasallo. Finalmente, fue ejecutado en Smithfield de la forma más cruel e inimaginable el 23 de agosto.
Como mandaba la tradición inglesa, su cabeza fue colgada del puente de Londres y sus cuatro extremidades diseminadas por Escocia como advertencia a otros enemigos de Inglaterra.