Edad Moderna Guerra Franco-española 1635-59 Conquista de Barcelona 1652

Asedio de Tortosa (19 octubre al 4 de diciembre de 1650)

En 1648 estalló una gran revuelta contra la autoridad real en Francia, conocida como la Fronda. La guerra civil continuó hasta 1653, cuando prevalecieron las fuerzas reales; y al concluir la misma, todo el país, cansado de la anarquía y disgustado con los nobles; llegó a considerar al partido del Rey como el partido del orden y el gobierno estable, y así la Fronda preparó el camino para el absolutismo de Luis XIV. En 1648 se firmó la paz de Wesfalia, pero la guerra entre Francia y España continuó.

En Italia, la guerra a lo largo de la frontera entre el Piamonte y el ducado de Milán fue mantenida con continuas escaramuzas e incursiones por parte de los españoles. En 1647-49, Francia logró abrir un segundo frente contra Milán al ganar la alianza de Francesco I Este, duque de Módena, pero no logró el resultado deseado romper las defensas españolas. En el sur, las fuerzas francesas fueron expulsadas por el ejército y las fuerzas navales españolas; sin embargo, una flota francesa capturó a Piombino y Porto Longone, lo que alentó al duque de Módena a aliarse con la corona francesa y le dio una nueva base de operaciones contra los españoles en la península italiana. Prácticamente todas las campañas francesas en Italia durante la guerra tuvieron como objetivo cortar el Camino Español hacia Flandes, pero todas fracasaron.

Proseguía en tanto la guerra en Cataluña, sin esperanzas de arreglo, y como los catalanes estaban cansados de la duración de la campaña tanto como de los abusos de los franceses, se coaligaron secretamente con el gobernador de Lérida, Baltasar de Pantoja para sacudirse del yugo francés.

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Excesos de las tropas francesas en Cataluña en 1648. Autor F. Mota (Fernando Fernández Mota)

Tortosa estaba en mala situación desde el momento de su conquista en 1648. En efecto la ocupación española de Tarragona y Lérida hacían precaria su comunicación con el resto de la Cataluña bajo administración francesa.

Por otra parte, el ejército francés empezaba con una fuerza débil la campaña de 1650. En febrero había en Cataluña 19 regimientos con 4.810 hombres, 2 regimientos suizos (Reynold y Lochmann) con unos 2.000 hombres, 4 regimientos catalanes del Batallón (Tort , Mostaròs, Senester y de Erill) con unos 1.200 infantes y unos 2.000 jinetes.

El ejército enviado por el gobernador de Lérida mandado por el marqués de Mortara tenía más de 12.000 hombres.

En septiembre de 1650, Mortara inició su campaña ocupando Flix el día 25. Salieron de la villa 560 hombres, 60 heridos en barcas y 48 hombres montados. Miravet que fue batida por 2 medios cañones, 2 tercios cañones y unos falconetes, capitulaba el 13 de octubre un día después de que se pusieran en batería 2 cañones provenientes de Zaragoza. Su guarnición de 209 hombres salía el día 15 de la ciudad en dirección al interior de Cataluña. Tras estas conquistas, el aislamiento de Tortosa fue casi completo. A finales de octubre se inició el asedio propiamente dicho de la ciudad.

El mismo día 13 de octubre, se iniciaban las operaciones contra Tortosa, con un reconocimiento del terreno realizado por 400 jinetes bajo las órdenes del marqués de Tenorio. El 17 se inició la aproximación a la plaza, con la artillería empleada en Miravet, excepto los 2 cañones enteros que se quedaron en la ciudad, ya que su transporte por el río Ebro no era posible debido al bajo caudal del río. El 19 de octubre las tropas castellanas llegaban a la vista de la plaza.

Llegaron las tropas salidas del Reino de Valencia, en total poco más de 1.000 hombres bajo el mando del maestre de campo general, el barón de Seebach, con los tercios de Juan de Castillo, Peñíscola, Valencia y el Napolitano, con 300 caballos napolitanos y 200 del trozo del Rosellón. El tercio de Juan del Castillo fue enviado a ocupar Amposta.

El duque de Mercoeur no quedó indiferente al asedio que los castellanos habían puesto sobre Tortosa. Así se empezaron a reunir tropas para levantar el cerco.

El tercio de Barcelona reunió un millar de hombres y se dirigió hacia Tortosa. Por otra parte, se embarcó la compañía de guardias del duque de Mercoeur y los regimientos de Sainte Mesme y Béarn. El 24 de noviembre, desembarcaron en Cambrils, los barcos franceses fueron atacados por la flota del duque de Alburquerque que patrullaba entre los Alfaques y Tarragona. La flota francesa estaba formada de un barco de 500 toneladas con 30 piezas, 2 de 300 con 20 piezas, y uno 300 toneladas con 16 piezas. Sin embargo, la sorpresa y la mala disposición de los barcos que desembarcaban, hombres y suministros dio como resultado un desastre para los franceses. Los franceses capitularon mediante pactos, cuatro barcos fueron capturados y con ellos unos 500 soldados franceses. La capitulación preveía su internamiento hasta que Tortosa capitulase y después su retirada a Francia.

El 4 de diciembre de 1650, Tortosa capitulaba ante las fuerzas del duque de Mortara. El día 5 a las 8 de la mañana la abandonaban los 1.500 hombres que la guarnecían (el regimiento suizo de Lochmann y el regimiento de Launay, anteriormente de Marchin) con banderas extendidas y 2 cañones de 24 libras. El acuerdo de rendición obligaba a estas tropas a ir a Hostalric (Gerona). Los catalanes se dieron cuenta de que la derrota francesa se acercaba y empezaron a ser frecuentes los cambios de bando, aumentando el ejército real con gran número de catalanes voluntarios.

Asedio de Barcelona (1651-52)

En 1651 Barcelona fue invadida por una terrible peste, solo se cuidaba de atender a los numerosos contagiados que en número considerable fallecían diariamente, presentando la ciudad un aspecto aterrador con sus carretas llenas de cadáveres, y el viático prestando sus auxilios. Seis meses duro la terrible peste en la ciudad condal, calculándose que murieron en ella 30.000 personas.

Eses mismo año Barcelona junto con Montblanc, Cadaqués, Rosas, Balaguer y Cervera permanecían bajo ocupación francesa, junto con algunas zonas montañosas del interior.

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La peste azotando la ciudad de Barcelona en 1651.

En julio de 1651, salía de Lérida hacia Cervera del ejército del barón de Seebach con 5.760 infantes, 2.300 jinetes, 4 piezas de artillería con 250 carros y 400 mulas. Al final, este ejército acabaría uniéndose a otro con 18 piezas de artillería y 2.500 soldados alemanes.

El 11 de julio, llegaba a Tarragona Juan José de Austria, procedente de Sicilia al frente de la flota de Italia para hacerse con el mando del ejército; allí se produjo su encuentro con el marqués de Mortara, virrey de aquel territorio, y ambos se plantearon la posibilidad de poner sitio a Barcelona. El momento era, sin duda, el más idóneo: en 1648, la paz de Westfalia había supuesto el fin de la guerra contra las Provincias Unidas; entre 1648 y 1652, se había abandonado prácticamente el frente portugués, concentrando todos los esfuerzos en Cataluña; la Fronda, a partir de 1648, había impedido a las fuerzas francesas una actuación decidida en el Principado; pero, sobre todo, fue la situación de guerra civil interna en Cataluña entre los defensores y los detractores de la anexión a Francia, lo que contribuyó a propiciar más la ofensiva.

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Vista de Barcelona en (1652). Autor Antón van der Wyngaerde

Entre agosto y octubre de 1651, las tropas de Juan José fueron estrechando el cerco a Barcelona, dominando por mar y llegando al río Llobregat. Hubo momentos en que el ejército sitiador pasó calamidades como la peste y la falta de provisiones, pero prevaleció el criterio de Juan José de continuar con el asedio.

El ejército castellano llegó al río Llobregat en el mes de agosto y continuó avanzando hasta las Cortes de Sarriá y continuando hasta San Martín de Provençals. Solo se les opuso el regimiento de caballería catalán de Ardena. La construcción de los fuertes de Marina y de San Felipe contribuyeron al bloqueo de Barcelona. Antes del ataque definitivo, las tropas de Juan José de Austria se dedicaron a completar la línea fortificada en los alrededores de la ciudad, desde el río Besós hasta Montjuic, mientras que la defensa de la ciudad fue organizada por la Coronela de Barcelona y encabezada por el Consejo de Ciento.

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Asedio de Barcelona en 1652. Plano del asedio, se observa la circunvalación y los 3 campamentos

Barcelona mantenía 4 regimientos catalanes, 2 regimientos suizos (Lochmann y Reynolds) con unos 1.200 hombres durante el asedio y los regimientos de La Reine y parte del de Auvernia. También intervinieron los regimientos de caballería de Aguilar y de Ardena.

El jefe del ejército francés, el general Juan Gaspar Fernando de Marsin, que tenía una estrecha relación con el príncipe Condé, decidió abandonar la plaza. Argumentando que tenía que salir de Barcelona, pero lo hizo con 150 jinetes de los regimientos de caballería de la ciudad, con un millar de infantes de los regimientos (Marsin y Monpouillan), 750 infantes de 10 compañías de Gesvres.

Llegó a Granollers, el mismo día 23 de septiembre, y argumentó que tenía que ir a tomar una plaza ocupada por el ejército real. Inició su marcha habiendo aumentado sus fuerzas con los regimientos de Marsin, La Mothe-Houdancourt, Marcousse y la mitad de Mérinville en total 800 jinetes, pues 200 jinetes (mayoritariamente del regimiento de la Mothe-Houdancourt) lo abandonaron al conocer su destino y volvieron a la guarnición de Barcelona. De este modo, el conde de Aletz junto con el conde de Islas quedaron con solamente 700 jinetes en Granollers.

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Juan José de Austria estrechando el cerco a la ciudad de Barcelona en 1.651.

El paso a Francia que se hizo vía La Seo de Urgell y Andorra, había sido pactado con Juan José de Austria, que lo reforzó liberando los prisioneros franceses en su poder, dirigiéndose con posterioridad a Guyena donde participó en los combates con la Fronda.

El 10 de octubre de 1651, el capitán Prades del regimiento de Mostaròs, hizo rendir el fuerte de Llauger junto a Santa Madrona. El 24 de octubre entraban los primeros refuerzos a la guarnición: 300 o 400 jinetes de Ardena. El día 27 entraba el capitán del regimiento de Champagne, Cresson, para servir como sargento de batalla. Con él llegaban un millar de hombres.

El 5 de noviembre, en un asalto a las líneas hispánicas, Cresson fue muerto.

En diciembre llegaban 1.100 hombres del tercio aragonés de Martin de Azlor. El 21 de diciembre de 1651 llegaba el tercio de Pedro de Viedma con 300 hombres, el 28 de diciembre una compañía de 90 hombres del tercio de Valencia y 160 hombres de la leva de Juan de Miranda. El 31 de diciembre de 1651, llegaba el tercio de Tarragona con 900 hombres en 10 compañías, entre las cuales había una compañía de 110 hombres del Valle de Arán.

Pasado el invierno, durante la primavera de 1652, la resistencia de la ciudad se fue haciéndose insostenible. El ejército, sin embargo, se consideraba insuficiente para efectuar el asalto final a la ciudad. Así pues, el impedir la entrada de hombres y víveres a Barcelona se convirtió en el principal objetivo militar.

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Asedio de Barcelona en 1652 por Juan José de Austria. Autor Pandolfo Reschi (Galleria Corsini, Florencia).

El reino de Francia alarmado ante la situación, nombró como nuevo virrey francés, al mariscal Felipe de La Mothe, conde de Houdancourt. También se llamó al mariscal de San Andrés Montbrun porque con su ejército formado por 60 compañías de infantería (regimientos Normandía, Bretaña y Guyenne) y 57 de caballería (regimientos de Ternas, Canillac, compañía de guardias del Príncipe Tomás de Saboya, 3 compañías de gendarmes). En enero de 1652, llegaron a las puertas de Barcelona con 3.000 infantes y 2.000 jinetes, pero su ataque fue rechazado. Sin embargo, la Mothe siguió la estrategia de intentar reforzar la guarnición de Barcelona, por un lado, y por otro mantener un contrabloqueo a las tropas castellanas. Las acciones de reconquista de Terrassa (con la intervención de parte del regimiento de infantería de Auvernia y el de caballería de Aligre) el 18 de enero de 1652, el mantenimiento de Hospitalet durante el asedio y la expulsión de las tropas castellanas de Canet agosto de 1652 así lo demuestran. En las acciones de Terrassa y Canet se destacó el regimiento de caballería de Alegre (o Aligre).

El 4 de mayo de 1652, llegaba a Barcelona una flota de 30 barcos con víveres, y se aprovechó para embarcar los regimientos de Bretaña y de Normandía y hacerlos volver con el general San Andrés Montbrun que los reclamaba.

El asedio consistió en una sucesión de ataques de las fuerzas franco-catalanas para romper el cerco, introducir tropas y víveres en Barcelona y capturar alguno de los fuertes que habían construido los realistas. Sin embargo, los franceses no podían emplear ni siquiera todas sus escasas fuerzas en levantar el asedio. Así en verano de 1652 tuvieron que reprimir con los regimientos Tort (catalán) y Alés una conspiración en Vic.

La entrada en Barcelona, el día de Sant Jordi de 1652, del mariscal de La Mothe, con tres regimientos de infantería (Normandía, Bretaña y Austrain) y unos 600 jinetes, atravesando las líneas españolas por Montjuic cubiertos por el regimiento de Francisco de Mostaròs y Bosser, dio nuevas esperanzas a la resistencia barcelonesa. Tan pronto como el 27 de abril, la caballería francesa bajo el mando de La Mothe, realizó una salida con el regimiento de Saint Simon, saliendo victoriosa del encuentro con la caballería castellana. Sin embargo, La Mothe resultó herido. Especialmente sangrantes fueron el ataque fallido del 13 de mayo al fuerte de San Ferreol en que el regimiento de Mostaròs fue diezmado, y la toma por parte de La Mothe del fuerte de los Reyes el 17 de julio, retomado por los castellanos al día siguiente. En este último caso las tropas francesas y suizas de la guarnición se rindieron, pero el estallido de una mina poco después de la rendición provocó la ejecución de casi todos los prisioneros por parte de los castellanos. Sin embargo, durante la primavera de aquel año, la situación de la ciudad se fue haciendo insostenible, agravada por la extensión de la peste, que se cobró 16.000 víctimas; y finalmente con la conquista en septiembre de las poblaciones del Maresme, y notablemente Mataró, dónde la ciudad de Gerona mantenía una compañía de guarnición, por parte del ejército castellano, se privó a Barcelona de los suministros que recibía por vía marítima. Solamente quedaba la alternativa de la rendición.

En previsión de los futuros acontecimientos y a la vista de los sucesos presentes, ya el 5 de mayo de 1652 partió de Felipe IV la autorización para que su hijo pudiera ofrecer un perdón general a los catalanes.

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Sumisión de la ciudad de Barcelona a las tropas de Felipe IV en 1652

El 27 de septiembre, los consejeros de la región se entrevistaron con el virrey representante de los intereses de Francia, La Mothe, para proponerle la necesidad de establecer un pacto con don Juan.

En el Libro de deliberaciones del Ciento constan los 34 capítulos expuestos por la ciudad de Barcelona, base inicial de las negociaciones de paz, y que de forma resumida exponían:

  • Confirmación de los fueros de Barcelona y del Principado.
  • Ratificación del consejero sexto del Consejo de Ciento (creado por el rey francés).
  • Garantía de que los alojamientos de tropas en Cataluña se realizarían según las constituciones del Principado.
  • Renuncia de la Corona al cobro de los quintos.

En una carta escrita por don Juan a la ciudad de Barcelona y leída en el Consejo de Ciento el 9 de octubre de 1652, se concedía, de forma oficiosa, el perdón. Oficialmente, sin embargo, la proclama del perdón concedido a la ciudad de Barcelona llegó el 11 de octubre de 1652. A partir de ese momento, don Juan se mantuvo al margen de las negociaciones entre Madrid y Barcelona. Simultáneamente, don Juan y el mariscal de La Mothe ajustaron las consabidas capitulaciones.

Barcelona capituló el 11 de octubre de 1652. La capitulación incluía la entrega de Cardona. Mientras los personajes comprometidos con Francia debían huir, el consejero Rafael Casamitjana y de Erill acompañado de Pau del Rosso, presidente de la Generalitat de Cataluña y profundo anticastellanista, tuvieron rendir homenaje a Juan José de Austria, quien prometió un perdón general.

Las tropas francesas que salieron de Barcelona, estaban formadas por un millar de efectivos de infantería y unos 200 de caballería acompañadas de 6 cañones, junto con unos pocos catalanes. Los enfermos y heridos fueron embarcados en 6 barcos que los llevarían a Agde. Con la caída de Barcelona en manos del ejército de Felipe IV de España mandado por Juan José de Austria; se ponía punto final al conflicto y las autoridades catalanas quedaban nuevamente bajo la obediencia del rey español. Se reclutaron el tercio de Barcelona de Isidre Gorchs, el de Francisco Granollachs, y el de Millás, y las Reales Atarazanas de Barcelona se convirtieron en un cuartel.

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Tropas francesas evacuando la ciudad de Barcelona en 1652.

El 28 de enero de 1653, don Juan fue nombrado virrey del principado de Cataluña, si bien desde su entrada en Barcelona, el 13 de octubre de 1652, venía actuando como tal.

Hábilmente, Juan José se empleó en agradar y cuidar a la burguesía, borrando los amargos recuerdos de la larga y sangrienta guerra civil.

Juan José convocó las cortes catalanas el 31 de marzo de 1653 ante la protesta de la ciudad de Barcelona que requería para dicha convocatoria la presencia del Rey. El fin fundamental de esta convocatoria era el de tratar de institucionalizar la ayuda que el Principado debía proporcionar a la guerra existente aún con Francia. Otro problema era el de los alojamientos del ejército del Rey en Cataluña.
El 4 de junio de 1653, tras dos meses transcurridos desde la apertura del Parlamento, los tres brazos (el eclesiástico, el militar y el real) acordaron la votación de un subsidio de 500.000 libras anuales durante tres años.

Asedio de Gerona (1653)

Tras la capitulación de Barcelona en 1652, las tropas francesas se habían retirado de Cataluña, salvo del Rosellón y Rosas.

Sin embargo, durante el año 1653, la Fronda vio su fin y si bien aún no terminada del todo, a mediados de 1653 se encontraba casi completamente reducida, el príncipe Condé hacía causa con los españoles en los Países Bajos y con un Burdeos acosado. Por otra parte, en el norte de Cataluña, entonces la línea de frente, se produjeron varias sublevaciones contra las tropas españolas.

A comienzos de 1653, los franceses desarrollaron una amplia ofensiva que les llevó a ocupar Castellón de Ampurias y Figueras extendiéndose por el norte de Cataluña.

El 16 de junio de 1653, 4.000 infantes y 2.500 jinetes franceses, bajo el mando de Jacques de Rougé de Plessis-Bellière, entraban en Cataluña por el Coll del Pertús y se dirigieron a Castellón de Ampurias donde se replegaron las tropas hispánicas. El 22 de junio excavaron trincheras y poco después se ocupaban la plaza. Allí dejaron de guarnición al regimiento de infantería de Montpezat.

El 12 de julio los franceses llegaban ante Gerona y tras un breve intento de resistencia en las trincheras del río Güell, los españoles se retiraron. Los franceses incorporarían estas trincheras a su campamento.

La plaza estaba defendida por el flamenco barón de Sabach y el condestable de Castilla dirigían la defensa, contaban con 2.000 infantes y 500 jinetes, a los que había que sumar las milicias de Gerona formadas por 10 compañías de lugareños.

El 27 de julio, llegaba ante Gerona el virrey Hocquincourt con sus tropas y cogía el mando. Las tropas reunidas en Cataluña eran unos 7.500 infantes formados en 316 compañías y 4.000 jinetes encuadrados en 160 compañías.

El tercio irlandés de Ricardo Grace, de guarnición en el fuerte de Hostalric, abandonó la plaza y se pasó al bando francés durante el sitio. Su destino fue fatal, en la derrota de Castellfollit en 1657 los españoles no hicieron prisioneros excepto los oficiales para ejecutarlos con posterioridad.

Conforme avanzaba el cerco el abastecimiento de víveres se hizo más problemático. Así el 31 de julio los españoles evacuaron la caballería de la villa y salieron formados en 2 escuadrones. Perseguidos por la caballería del barón de Alés, se dirigieron hacia Palamós y cerca de la villa los franceses fueron emboscados por la infantería de presidio en Palamós. Se trataba de 600 irlandeses y el tercio italiano del conde Ercole. El barón de Alés y su hijo fueron malheridos y murieron poco después. La caballería francesa fue deshecha.

Mientras los franceses asentaron una batería de 4 cañones (2 de ellos capturados en Castellón de Empúries) y comenzaron a bombardear la muralla de Gerona. Los franceses consiguieron abrir una brecha en las defensas junto al convento de San Francisco de Paula. Sin embargo, la brecha era pequeña y los días 13 y 20 de agosto, sendos ataques franceses fueron rechazados.

La noche del 22 al 23 de septiembre, se produjo el ataque del ejército de Juan José de Austria, con 5.300 infantes y 1.800 jinetes, combinada con una salida del condestable de Castilla con 1.000 hombres y 400 jinetes desde Gerona. El choque fue reñido y sangriento, Juan José de Austria se alzó finalmente con la victoria, durante la batalla murió el barón de Sabach de enfermedad dentro de Gerona, se le atribuía la avanzada edad de 90 años. Por parte francesa los regimientos de La Reine y Anjou fueron muy dañados y el Mazarino italiano fue prácticamente aniquilado, en total los franceses perdieron 1.000 hombres. La derrota francesa les obligó a levantar el cerco. En la retirada los franceses perderían 2 cañones.

Debido a la derrota del ejército francés se retiró al Rosellón. Sin embargo, reforzaron la plaza de Rosas con suficientes tropas como para garantizar su resistencia frente al ejército español. El año siguiente un nuevo virrey Conti encabezaría un nuevo intento de reconquistar Cataluña.

Los franceses, debilitados por la Fronda, no pudieron contener el avance de las fuerzas españolas. Aprovechando las divisiones francesas, las fuerzas españolas, bajo el archiduque Leopoldo Wilhelm, salieron de los Países Bajos, apoderándose de varios fuertes del norte de Francia en febrero-marzo de 1652. Debilitado por las disputas internas y amenazados por los españoles desde el norte una vez más, los franceses se vieron obligados a retirar la mayoría de sus fuerzas de los Pirineos. Así, los españoles aprovecharon para abrir un tercer frente en el sur de Francia: un nuevo ejército español, comandado por el príncipe heredero Baltasar Carlos de Habsburgo cruzó con dificultad los Pirineos y las guarniciones francesas en Narbona y Toulouse se rindieron a las fuerzas españolas en octubre y diciembre de 1652 respectivamente.

En 1653, el agotamiento general había llegado al punto de que ni los invasores ni los defensores pudieron reunir suministros para poder pasar a la ofensiva hasta julio. En un momento, cerca de Péronne, Condé tenía a Turena en grave desventaja, pero no pudo aprovechar la situación debido a que el general español, conde Fuensaldaña, era consciente del cansancio de sus hombres y los dos ejércitos se separaron sin luchar.

En 1654, el hermano menor de Condé, Conti aliado de Mazarino, tras haber sido nombrado virrey de Cataluña en mayo, había reunido un ejército en Perpiñán y, en julio, tomaba Vilafranca de Conflent, ocupando la parte del Rosellón que seguía en manos españolas. En septiembre, Conti invadió la Cerdaña y puso sitio a Puigcerdà. La población, defendida por una guarnición mixta formada por un millar de soldados italianos, alemanes y catalanes pro españoles, aguantó muy poco y capituló el 21 de septiembre. En las semanas siguientes, los franceses y sus aliados catalanes reconquistaron el resto de la Cerdaña. En octubre entraron en Seo de Urgel. Ocuparon igualmente Camprodón, Ripoll, Olot, Bagá y Berga. A mediados de noviembre, irrumpieron en Vich (Vic), pero no lograron ocupar la ciudad.

En 1655, un ejército francés liderado por Conti invadió Cataluña desde el Rosellón y logró restituir su dominio sobre la zona próxima a Rosas y sitiar Cadaqués, que también fue bombardeada desde el mar. Tras dos años y medio bajo control español, Cadaqués se rendía a los franceses el 27 de mayo.

Batalla de Camprodón (15 de agosto de 1658)

Camprodón está situado en un valle angosto surcado por el río Ter, poco ancho y poco profundo en ese tramo, domina un collado en el Pirineo oriental que da acceso a la depresión central catalana. Se trata, de una posición de gran interés para españoles y franceses hacia el final de la guerra. El 4 de mayo de 1658, el pueblo fue conquistado por tropas españolas al mando de Próspero Tuttavilla, el gobernador de Vich. Los franceses trataron de socorrer la plaza, pero fueron batidos fácilmente, dejando 400 muertos en el campo y unos 600 prisioneros en manos españolas. Uno de los cautivos era el caballero barcelonés de 26 años Francisco San Genís, hijo de unos ricos comerciantes, y en quien se cumplía el dicho de “Padre mercader, hijo caballero y nieto pordiosero”, ya que acosado por las deudas se había pasado al bando francés. Junto con otros caballeros catalanes y migueletes, San Genís fue ejecutado el 18 de mayo en la plaza de los Traidores. Sin embargo, el revés no disuadió al general francés Saint-Aunais, comandante de las fuerzas de Luis XIV en Cataluña, de intentar recuperar el control de Camprodón.

Los franceses al mando de Saint-Aunais sitiaron Camprodón con un ejército de 4.000 infantes y 2.300 jinetes. La pequeña guarnición defensora, bajo el mando del sargento mayor Josep de Tàpia, tenía pocas posibilidades de resistir con éxito; por lo que el virrey y capitán general de Cataluña, Francisco de Orozco, marqués de Oliás y Mortara, organizó a toda prisa una fuerza de socorro y tomó el camino de Vic el 31 de julio.

El ejército español llegó a la vista de las trincheras francesas el 15 de agosto. El marqués de Mortara, disponía de 3.000 infantes y 2.000 jinetes, una fuerza bastante inferior en número a la francesa.

Ante la aparición del ejército español de socorro en las lomas que se abrían hacia el sur de Camprodón, Saint-Aunais dejó algunas tropas custodiando las trincheras de asedio y formó su ejército en batalla; disponiendo sus tropas a lo largo del estrecho llano que se extendía entre las montañas, a ambos lados del río Ter. Saint-Aunais desplegó sus tropas en 11 batallones de infantería y 40 escuadrones de caballería. El flanco izquierdo francés estaba reforzado por algunas fortificaciones improvisadas que se extendían entre el río y las faldas escarpadas de los montes; el derecho, en cambio, estaba más expuesto y era más llano, motivos por los que el marqués de Mortara determinó acometer al enemigo por esa parte.

Amparado por la oscuridad, el marqués vadeó el río con la mayor parte de sus fuerzas. Unos pocos destacamentos permanecieron en la orilla derecha del Ter para hostigar a los franceses por el flanco izquierdo, era un ataque de distracción para que los franceses enviasen refuerzos a esa zona, desguarneciendo el punto principal del ataque español. Vadeado el río, el Marqués ordenó atacar una iglesia cercana a los cuarteles franceses donde Saint-Aunais donde se había apostado una pequeña guarnición. Entre las descargas de mosquetería que intercambiaron una y otra parte y un fuego de alarma encendido en el campanario de la iglesia, Saint-Aunis descubrió la intentona española. Francisco de Orozco tomó entonces una drástica decisión: hizo suspender el asalto a la iglesia y avanzó sus batallones a través del llano, dejando a su espalda el puesto francés. A medida que el terreno se iba ensanchando, el español desplegó sus escuadrones de caballería en los flancos, alternando entre ellos mangas de mosquetería. Junto al río avanzaba un gran escuadrón de infantería; otro avanzaba por la ladera de los montes, y los migueletes y la caballería desmontada ocupaban la parte superior, más escarpada.

Los franceses, que aguardaban la acometida frente a su plaza de armas, resolvieron marchar al encuentro de los hispanos con infantería que avanzó por las laderas de los montes y caballería que avanzó por el llano. El choque fue sangriento y se combatió con tenacidad por ambas partes. La infantería española, desplegada en una formación más amplia y encabezada por los veteranos del tercio de la Guardia, hicieron retroceder a la francesa y les infligió importantes pérdidas, pero sin llegar a desbandarla. La caballería francesa, por contra, sucumbió al envite de la hispánica, hábilmente dirigida por el general Diego Caballero de Illescas, y acabó batiéndose en retirada, deshecha, hasta su plaza de armas, que la caballería española invadió, e incluso más allá de Camprodón. Muchos de los centinelas que habían quedado en las trincheras fueron sorprendidos entonces, y acabaron muertos o apresados. La infantería francesa, entre tanto, iba retirándose en orden, y el marqués, resuelto a impedirlo, hizo girar la infantería de su flanco izquierdo sobre la formación enemiga. Comprimida por el frente y la izquierda, y mermada por las descargas de la mosquetería española, la infantería francesa se vino abajo y huyó.

Al amanecer, los franceses que aguardaban en orden en el cuartel de la orilla derecha, se percataron del desastre que había sufrido su ejército. El marqués, al ver que se retiraban por las montañas, envió tras ellos su caballería y la infantería que había dejado para hostigarlos durante la noche, que hicieron un buen número de prisioneros. El saldo de la batalla ascendió por parte francesa a un elevado número de muertos y a 1.400 prisioneros, entre ellos un marqués, un general de caballería, 7 coroneles, 80 capitanes y otros 150 oficiales. El regimiento de Champagne, uno de los más veteranos del ejército francés, quedó completamente deshecho. Banderas, artillería y bagajes quedaron abandonados en el campo y pasaron a engrosar el botín de los españoles. Estos, por su parte, los españoles tuvieron 50 muertos y 200 heridos. La pérdida de más importancia fue la de Nicolás Ferrer, maestre de campo del tercio de Valencia.

Las tropas francesas todavía se mantuvieron las plazas fuertes al norte del Principado hasta la firma del tratado de los Pirineos al año siguiente.

Escritos interesantes sobre la actitud de los catalanes:
Pedro de Marca, enviado francés a Cataluña en 1643, consejero de estado y posteriormente arzobispo de París, escribía:
Me he confirmado en la opinión de que en Cataluña todo el mundo tiene mala voluntad para Francia e inclinación por España. Tengo todos los días nuevas pruebas de que los religiosos, los nobles y el pueblo son muy malintencionados para el servicio del rey de Francia, ningún partido es pro-francés”.

El marqués de Brezé, virrey francés de 1642 a 1645, escribió: “que entre los catalanes solo veía caras hostiles y sospechosas y que ya empezaban a temer que el único interés de la participación de Francia en Cataluña era quedarse el Rosellón”.

La Diputación de Cataluña, reunida en Manresa, acordó expresar su fidelidad al rey español. En palabras de Tío:
Ésta, habido consejo, y bien meditado que bajo el poder de España no había tenido jamás que sufrir desacatos y contrafueros más que cuando un ministro se le había mostrado enemigo, pensó que no existiendo ya tal (Olivares fue destituido en 1643), valía más someterse otra vez al rey, fiando su benignidad y prudencia, que continuar en alianza con los franceses, de quienes Cataluña había sufrido todo linaje de injurias y toda especie de agravios”.

El conflicto finalizó en 1652 con la victoria de Felipe IV y el perdón general, como leemos en la carta de Juan Jose de Austria, hijo de Felipe IV, otorgando el perdón en su nombre, de 11 de octubre de 1652:
de todos los excesos y delitos cometidos desde el año 1640 hasta el día de hoy, sin exceptuar persona, ni delito de cualquier género, condición o calidad, aunque de crimen desleal a su majestad, sino es de D. José Margarit, que como principal causa de los daños que se han padecido y por la obstinación con que persevera con sus errores, no es digno de gozar de este beneficio”.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2018-03-16. Última modificacion 2022-08-04.
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