Edad Moderna Guerra Franco-española 1635-59 Ventaja francesa (1639-40)

Asedio francés de Salses o Salsas (1639)

En 1637, durante la guerra de los Treinta Años, el conde-duque de Olivares, lanzó una ofensiva en las Corbières, contra Leucata que resultó un fracaso y en 1639 los franceses respondieron atacando el Rosellón tomando Òpol, Rivesaltes y toda la Salanca.

Tras la derrota francesa en la batalla de Hondarribia, el cardenal Richelieu, primer ministro francés; fijó sus ojos en el Rosellón, y en junio de 1639 se produjo el ataque francés por la frontera del Rosellón. Los franceses estaban dirigidos por el mariscal Carlos Schomberg, duque de Halluin, y Luis de Borbón, duque de Enghien; disponían de 15.000 infantes encuadrados en 17 regimientos de infantería (Languedoc, Montpeiroux, Normandía, Tonneins, Espenan, Serignan, cabra, Polignac, Poitou, Nangis, Guyenne, Béarn, Rocquelaure, Saint Aunetz, Lecques, Enghien y O’Reilly irlandés ), y 3.000 jinetes encuadrados en los regimientos (Mérinville, Boissac, Roquelaure, Bussy de Vaires y probablemente Enghien), y las compañías de gendarmes del príncipe Condé, del conde de Carces y los jinetes ligeros de Enghien.

Entraron en el Rosellón, tomando Clayrá y Rivas Altas, donde establecieron su base de operaciones. Tomaron después Opol y finalmente se dirigieron a Salses o Salsas a primeros de junio.

Salses, se encuentra al pie de los Corbières, vigilando la llanura del Rosellón y el antiguo camino que discurría entre Perpiñán y Narbona, siguiendo la antigua vía romana Domitia. Durante el reinado de Carlos V, se convirtió en un punto clave en los constantes enfrentamientos militares con Francia, se le dotó de nuevas e importantes defensas. La plaza estaba al mando de Miguel Llórente Bravo, que por hallarse tullido en ese momento, estaba al mando del mallorquín Bartolomé Gil, que contaba con una guarnición de 700 hombres y 25 cañones, estaban bien abastecidos de víveres y municiones.

Los franceses comenzaron el asedio, con bombardeos de artillería, y comenzaron a excavar trincheras, minas y hornillos.

Las fuerzas de socorro españolas se reunieron en Figueras y el 11 de julio llegaron a la frontera 2.500 catalanes y 8.000 castellanos, flamencos e italianos que tenían que socorrer la fortaleza, y otros 5.000 para atender la frontera, pero al no poder hacer frente a un ejército que los superaba tanto en número, no atacaron.

La guarnición resistió 40 días y cuando capituló finalmente el 19 de julio 1639, después de dos minas que hicieron estallar los franceses. Con la última mina voló una cortina de muralla, los franceses se lanzaron al ataque por la brecha (defendida por unos pocos catalanes y mallorquines), irrumpieron en el patio y conquistaron casi toda la fortaleza excepto la ciudadela donde se había refugiado la guarnición española. El ejército de Luis XIII de Francia conquistó algunos bastiones exteriores de la fortaleza. Finalmente ante la amenaza de la batería que los franceses pusieron en el patio, los españoles se rindieron. Los franceses capturaron la plaza y los 25 cañones que disponía. Los franceses inmediatamente se pusieron a restaurar las defensas.

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Ejercito francés en 1640. Mosquetero, piquero y coracero. Autor Dariusz Bufnal

Asedio español de Salses o Salsas (1639-40)

Tras la caída de Salsas en manos francesas se ordenó la movilización catalana, con un rechazo total, y Olivares mandó que se prescindiera de las Constituciones catalanas. La Diputación del General, el Consejo de Ciento y otras instituciones catalanas mantuvieron una tropa equipada y sostenida de unos 12.000 catalanes durante el 1639: tercios de la Diputación, Ciudad de Barcelona, duque de Cardona, marqués de Aytona, 1º Provincial (maestre de campo Luis de Peguera), 2º Provincial (maestre de campo José de Rocabertí), 3º Provincial (maestre de campo Gabriel de Llupià), 4º Provincial (maestre de campo Ramón Xammar) y 5º provincial (maestre de campo Agustín de Guilla), con las compañías de caballería de Bernard Oms, Melchor Gallart, Alfonso Gastany, Juan de Pelaynich y Lluís Sitjà.

El ejército español reunido partió de Perpiñán, sus efectivos eran 40.000 infantes, 4.000 jinetes y 40 piezas de artillería gruesa, estaba mandado por el conde de Santa Coloma, virrey de Cataluña, estando ayudado por el marqués de Spínola y marqués de Torrecusa y se dirigieron de vuelta a Salses.

El lunes 19 de septiembre 1639, el ejército francés estaba atrincherado en la circunvalación de Salses. Se dio la orden de reconocer las trincheras enemigas al hijo del marqués de Torracusa, al duque de San Jorge (Carlos María Caraciolo), y a Álvaro de Quiñones, con 2.000 jinetes, a quienes seguía la infantería y entre ella 1.200 catalanes. La caballería española llegó a las fortificaciones del enemigo, entablando combate con la infantería y caballería francesa, cuando llegó la infantería española, hicieron tal destrozo en los franceses; que fueron desalojados de las trincheras con muchas bajas, una reserva francesa contraatacó, pero quedó destrozada, retirándose a la plaza, siendo perseguidos hasta las mismas murallas, a cuyas puertas se produjo un embotellamiento, produciéndose una matanza.

Los españoles asentaron las baterías de asedio y comenzó el bombardeo de la plaza. Los sitiados intentaron varias salidas pero sin éxito.

Prosiguiendo el sitio tan sangriento, los franceses reunieron todas las fuerzas que pudieron y acudieron en auxilio de los sitiados, el día 24 de octubre a las tres de la tarde, aparecieron en una colina, llegando a tiro de artillería del campo español. Los españoles desplegaron rápidamente pero antes de la batalla, empezó a llover con tanta fuerza, que ambos ejércitos se retiraron. Continuó lloviendo durante varios días, desbordándose anegando el campamento, desbordando los ríos y haciendo intransitable los caminos.

Murió anegada mucha gente nuestra, apareciendo las enfermedades, no cabiendo los enfermos en los hospitales de Perpiñán, se tuvieron que ocupar algunos conventos de dentro y fuera de la villa, que no fueron suficiente. Murieron muchísimos, y los sitiadores empezaron a pasar hambre.

Los franceses enterados de las dificultades de los españoles, aprovecharon para romper el asedio y socorrer la plaza. Así el 2 de noviembre a las dos de la tarde, los franceses atacaron con tres regimientos (Reina, Languedoc Normandía), embistieron dos veces contra las trincheras, pero ambas veces fueron rechazados, dejando más de 300 muertos españoles y 1.300 franceses.

Los franceses se retiraron a Narbona. Los españoles continuaron con el asedio construyendo las trincheras, contrafosos, reductos y otras obras defensivas. Se ordenó se fabricasen barracones de madera para abrigar las tropas.

La plaza se rindió el día 6 de enero de 1640 de la forma capitulada. Salieron 1.200 hombres de batalla de dentro la plaza, con 21 banderas. Los españoles les proporcionaron carruajes para el transporte de los bagajes y enfermos.

Las bajas entre los soldados fueron muy elevadas, casi 10.000 soldados perecieron en el asedio por lucha o por enfermedades, las bajas por enfermedad entre los civiles también fueron muy altas, solo en Perpiñán perecieron 5.000 personas.

Para evitar un contraataque francés hubo que dejar una fuerte guarnición en Cataluña unos 11.000 soldados entre infantería y caballería; para ello se publicó una pragmática real, por la cual las tropas acantonadas en Cataluña, debían ser alojadas, alimentadas y pagadas a expensas del Principado, lo que ocasionó un profundo malestar, especialmente entre la población rural, la más pobre. Y es que a los soldados profesionales de la época eran acompañados por sus familias y un buen número de vividores que florecían a su sombra. Era como toda una población nómada que de súbito caía sobre el territorio.

Además, los habitantes deben mantenerles a sus expensas y alojarles en sus propias casas siguiendo el criterio “que sia superior la gent de guerra a la gent de la terra”. De esta manera, en pocos días agotan las reservas de una comunidad campesina y entonces saltaban sobre otro pueblo o villa como si fueran una verdadera plaga de langostas. La nobleza, el clero y la burguesía están exentos de esta obligación, que solo recayó en los más humildes, afectados entonces por una serie de malas cosechas y por la peste que se había declarado en Salses.

Asedio de Turín (22 de mayo al 20 de septiembre de 1640)

Antecedentes

Desde 1635, Piamonte había sido forzado a una alianza con Francia en su guerra contra España, luchando principalmente contra el Milán, aunque duque piamontés, Vitorio Amadeo I se negó a declarar explícitamente la guerra a España.

Con la muerte de Vitorio Amadeo I en octubre de 1637, su hijo mayor Francisco Jacinto, con solo cinco años, sucedió en el trono bajo la regencia de su viuda, María Cristina de Francia, hermana de Luis XIII. A pesar de sus orígenes franceses, Cristina había tratado de gobernar de forma independiente de las influencias de las potencias extranjeras externas y opuso una fuerte resistencia a los intentos de su hermano Francisco Jacinto para conseguir la regencia.

Ella prefirió por mucho otorgar la administración a su amante, Felipe de Saboya, príncipe de Agliè. Los hermanos de este último Tomás Francisco de Saboya, príncipe de Cariñano y Mauricio (en ese momento al servicio de España) temían ser excluidos de la sucesión. De hecho, incluso después de la muerte de Vitorio Amadeo I, Cristina se vio obligada a emitir un decreto que impedía que los dos hermanos pudieran volver a Piamonte, para mantenerlos alejados de la sucesión al trono.

En 1638, Tomás envió a su amigo marqués Pallavicini a la corte de Turín, oficialmente para una misión de cortesía, pero en realidad era para evaluar la opinión pública de su gobierno en el Piamonte. Mauricio estaba negociando simultáneamente con otros estados (incluyendo la Iglesia) para invalidar el testamento de Vitorio Amadeo y después para poner fin a la regencia de Cristina de Francia, para evitar el peligro de otras guerras lideradas por Francia.

La situación empeoró cuando en octubre de 1638 murió Francisco Jacinto y la sucesión pasó a manos de Carlos Emanuel, de solo cuatro años. El testamento de Vitorio Amadeo preveía que Cristina desempeñaría el papel de regente solo para el pequeño Francisco Jacinto. Dada la tierna edad del nuevo duque, continuó como su regente, pero su posición legal ahora se encontraba más débil y sus oponentes contendieron por el derecho de regencia sobre Carlos Emanuel.

A fines de 1638, Tomás de Saboya-Cariñano fue a la corte de Madrid. Buscó el apoyo de los españoles para tomar posesión del Piamonte y lo logró sabiendo que España estaba en guerra con Francia e indirectamente también con Piamonte, que apoyaba la política francesa en Italia. El acuerdo estipuló en cualquier caso que la administración de Piamonte sería otorgada al gobernador de Milán, Diego Felipe de Guzmán, no a Vercelli.

Por otro lado, Francia estaba al tanto de los movimientos de Tomás de Saboya. En espera de su regreso al Piamonte, Richelieu decretó el 17 de marzo de 1639 la orden de arrestarlo y encarcelarlo en Pinerolo por conspiración, mientras que Luis XIII escribía una carta a su hermana Cristina reiterando una vez más para evitar la entrada de Tomás en Piamonte. En cualquier caso, Tomás y Mauricio no regresaron a Piamonte como ciudadanos particulares, sino con un ejército (obtenido precisamente en España). El contrato con España se perfeccionó, reiterando que el Piamonte se dividiría en tres partes iguales entre los dos hermanos y España.

Asedio de la ciudadela de Turín por Tomás Francisco (1639)

A principios de 1639, Tomás llegó a Milán y en marzo, a la cabeza de una pequeña fuerza de hombres armados, entró en Piamonte; donde muchas ciudades tales como Chieri, Moncalieri, Ivrea y la Verrua le abrieron espontáneamente las puertas, sometiendo incluso después de un breve asedio a Chivasso, no muy lejos de la capital, Turín.

Las negociaciones con Cristina y Francia continuaron, pero con mayor debilidad. El mismo Richelieu ofreció a Tomás una tarea administrativa y una pensión fija en Francia si dejaba la causa española. Tomás no se dejó convencer y continuó sus operaciones junto a los españoles. A fines de abril de 1639 comenzó con el marqués de Leganés (gobernador del ducado de Milán), el asedio de Turín. La capital estaba fuertemente defendida por los franceses, por lo que se decidió retirarse del sitio, prefiriendo los enfrentamientos en el campo abierto. Mientras tanto, Tomás secretamente iniciaba negociaciones con los defensores de la ciudad de Turín, con la esperanza de sobornarlos.

A finales de julio (25 o 27), en un ataque sorpresa durante la noche, Tomás fue capaz de hacerse con el castillo de Turín y parte de la ciudad, obligando a Cristina a refugiarse en la ciudadela fortificada, donde estaba la mayor parte de las tropas francesas.

Después de un intento fallido de recuperar la ciudad desde la ciudadela, Cristina concluyó una tregua con Tomás hasta el 24 de octubre, durante la cual tanto ella como los franceses negociaron con él, a veces con propósitos opuestos: en un momento, Richelieu, molesto por la negativa de Cristina a obedecer todos sus deseos, insinuó la posibilidad de que Tomás y Mauricio la reemplazasen como regente.

Cuando las hostilidades se reanudaron después del 24 de octubre de 1639, Tomás salió de Turín y trató de atrapar al comandante francés Enrique de Lorena, conde de Harcourt cuando se retiraba de Chieri. Pero el príncipe no coordinó sus operaciones correctamente con los españoles y fue derrotado sólidamente 19 o 20 de noviembre de 1639 por la retaguardia de Harcourt vizconde de Turena, en la acción conocida la Rotta de Chieri (en francés la Route de Quiers). Tomás mostró un gran valor personal en la acción, pero su derrota se debió principalmente a su propia incompetencia. Otro alto el fuego fue arreglado durante el invierno, que Tomás se pasó sosteniendo la ciudad de Turín, inquietamente junto a los franceses en la ciudadela.

Asedio de Turín por Enrique de Lorena (1639-40)

Bajo condiciones normales en este período, no era posible que una ciudad se sostuviera contra una ciudadela hostil, pero las fuerzas antifrancesas lograron construir barricadas que contuvieron a los franceses dentro de la ciudadela, y pasaron el invierno de 1639-40 bajo una incómoda tregua. El 10 de mayo, el ejército francés bajo Enrique de Lorena, conde de Harcourt, y Enrique de la Tour d’Auvergne, vizconde de Turena; apoyados por tropas reclutadas por la regente Cristina, se dirigieron a Turín, y así comenzó lo que se convirtió en uno de los más famosos y complicados eventos militares del siglo XVII. El ejército francés contaba con 6.000 infantes y 3.500 jinetes y estaban apoyados por 3.500 piamonteses.

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Asedio de Turín (1640). Enrique de Lorena, conde de Harcourt visitando a los heridos

Asedio de los franceses por el marqués de Leganés (1640)

Después de empujar en la mayoría de los puestos avanzados de los defensores y construir las líneas habituales de circunvalación, los sitiadores abrieron fuego el 22 de mayo. El 31 de mayo, se acercó un ejército español bajo el gobernador de Milán, Diego Felipe de Guzmán, marqués de Leganés. Pero a pesar de su superioridad numérica no se atrevió a atacar a gran escala las líneas de Harcourt, y comenzó a construir una línea de circunvalación alrededor de los franceses. Comenzó un conflicto de una semana en puestos individuales, sin embargo, a pesar de la presión constante del príncipe Tomás, arriesgándose a una batalla abierta, solo una vez se enfrentaron a mediados de julio (14 de julio según Saluzzo, 11 de julio según Hanotaux y Bérenger), siendo totalmente rechazado. La situación era particularmente complicada, ya que el príncipe Tomás en Turín continuó durante semanas para ocupar algunos puestos fuera de la ciudad, lo que aseguró cierto contacto con los españoles y una línea de comunicación para suministros; el último puesto de ese tipo cayó en manos de Harcourt a fines de julio. Después de esto, la escasez de alimentos comenzó a afectar a la población y a la guarnición: el forraje para caballos se agotó y Tomás intentó dos veces, el 23 y el 31 de julio, permitir a su caballería escapar, pero falló en ambas ocasiones.

Harcourt nunca fue completamente cortado por Leganés en sus líneas de comunicación, y por supuesto estaba en contacto con la ciudadela. El asedio se había convertido en un sitio de cuatro capas: las tropas francesas aún estaban en la ciudadela que estaba asediada por Tomás desde la ciudad, que a su vez estaba siendo asediado por Harcourt y el ejército francés, que a su vez estaba siendo asediado por Leganés. A veces se ha sugerido que Leganés intentó enviar suministros a la ciudad por el campamento francés; pero esto puede ser una leyenda, basada en el hecho de que los españoles mantuvieron contacto escrito con el príncipe Tomás mediante mensajes colocados dentro de balas de cañón y disparados por encima de los franceses.

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Asedio de Turín en (1640). Plano del asedio

Turín finalmente tuvo que considerar la rendición, y el príncipe Tomás, que mantuvo conversaciones intermitentes con los franceses y la regente durante el asedio, inició negociaciones con Harcourt, que llegó a un acuerdo. El cese del fuego fue el 16 de septiembre y otorgó a Tomás condiciones honorables en la capitulación firmada el 20 de septiembre, y el 24 de septiembre Tomás se marchó con sus tropas y se retiró a Ivrea.

Final del conflicto

Durante el invierno, Tomás negoció nuevamente con Richelieu, a través del agente francés, el joven Mazarino. Tomás estaba en una posición difícil con su familia rehén en Madrid, pero estaba preparado para ver si era capaz de asegurar el problema. Richelieu parecía estar en camino; sin embargo, el 27 de febrero de 1641, Tomás renovó inesperadamente su tratado con los españoles y reanudó las operaciones, que los franceses consideraron como un acto de gran perfidia. Tomás intentó asediar a Chivasso, pero Harcourt lo obligó a abandonar el asedio; también falló en un intento de asalto a Cherasco.

En el otoño de 1641, las negociaciones de Tomás con Cristina y con los franceses se reanudaron, pero esta vez Francia estaba decidida a privar a Tomás de cualquier derecho de sucesión para él y su familia, y se vio obligado a aceptar la regencia de Cristina de su hijo Carlos Emanuel. Los tratados oficiales concluyeron el 14 de junio de 1642 en Turín. Tomás, sin embargo, los fuertes lazos de la alianza española habían exigido a Cristina el control personal de dos de las mayores fortalezas militares del Piamonte, la de Biella y la de Ivrea durante todo el reinado de Cristina. Poco a poco, Tomás también se distanció de la alianza con los españoles, que a su vez estaban dispuestos a usar su persona para ampliar su expansionismo incluso en el Piamonte.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2018-03-15. Última modificacion 2022-08-03.
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