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Las rebeliones jacobitas fueron una serie de levantamientos se llevaron a cabo con el objetivo de restaurar a Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia; y más tarde a sus descendientes de la Casa de Estuardo en el trono de Gran Bretaña, después de que había sido destituido por el Parlamento en la Revolución Gloriosa de 1688. Los partidarios de los exiliados Estuardo eran conocidos como «Jacobitas» y el movimiento político asociado como Jacobismo. La primera rebelión en 1689 es también conocida como la guerra de los Dos Reyes, y también como la guerra Guillermita por estar involucrado Jacobo II y Guillermo III; la segunda tendría lugar en 1708, la tercera en 1715; la cuarta en 1745; y la quinta en 1759.
La Restauración de Carlos II
El 4 de abril de 1660, en la declaración de Breda, se hicieron públicas las condiciones en las cuales la Casa de Estuardo, a través de la representación de Carlos II (quien ya era rey de Escocia e Irlanda) aceptaría la corona de Inglaterra. Por ello, Monck organizó una convención parlamentaria que se reunió por primera vez el 25 de abril para votar sobre cuál sería la forma de gobierno que regiría a Inglaterra. Durante ese tiempo, se especulaba que el fallo con respecto a la forma de gobierno cedería en favor de Carlos, por lo cual desde los aristócratas hasta los más pobres trataron de congratularse con el futuro rey y manifestarle su aprobación.
El 8 de mayo se proclamó que Carlos II había sido fiel a Inglaterra, incluso aún después de la ejecución de Carlos I que se había producido en el mes de enero de 1649, con esta declaración, se aceptaba la monarquía de nuevo como forma de gobierno. Carlos regresó del exilio el 23 de mayo y entró en Londres el 29, día de su cumpleaños. Para celebrar el regreso de su majestad ese día se convirtió en fiesta oficial. Fue coronado en la abadía de Westminster el 23 de abril de 1661.
El nuevo Parlamento se reunió por primera vez el 8 de mayo de 1661 y siguió haciéndolo durante 17 años hasta su disolución el 24 de enero de 1679. Es en este periodo en el que los partidos Whig y Tory se consolidaron y tomaron los nombres con los que se les conoce a la fecha.
El 29 de agosto de 1660 se dictó el Acta de Perdón y Olvido, una ley que perdonaba todas las traiciones previas a la corona, excluyendo de forma específica aquellas que estaban relacionadas con el juicio y ejecución de Carlos I. Sin embargo, no condonaba a las autoridades participantes. 39 de los 50 inculpados, en su mayoría jueces, fueron declarados culpables. De estos, 9 fueron colgados acusados de traición. Asimismo, a los participantes más importantes en la conformación de la República, entre ellos al «Lord Protector«, Cromwell, se les sometió a juicio aún después de fallecidos.
Carlos II se ganó la reputación de amante de las diversiones, en evidente contraste con el gobierno restrictivo de Cromwell, e incluso se le dio el mote del Alegre Monarca. Al Rey le gustaban las carreras de caballos, las mujeres, las fiestas y fue un gran promotor de las artes y las ciencias.
Más allá de ser una restauración de tipo político, fue la recuperación de las distintas tradiciones católicas que se habían prohibido durante la Regencia Protestante del Lord Protector. Muchas de las costumbres abolidas durante la regencia, como la Navidad, se volvieron a establecer en Inglaterra. Los teatros reabrieron sus puertas, cerradas durante el protectorado de Oliver Cromwell. La Comedia de la Restauración se convirtió en un género claramente reconocible y popular a partir del ascenso de Carlos II, muestra del pleno desarrollo artístico que el monarca fomentaba.
De la misma forma, el impacto político que tuvo fue vasto. Durante la restauración monárquica se instauraron las Cámaras que habían sido abolidas durante el protectorado de Cromwell. La relación entre el Rey y el Parlamento era inminente, pero también lo era la restricción del poder que en su tiempo había tenido la Cámara de los Lores. La influencia preponderante de la Cámara de los Comunes en los asuntos públicos fue a partir del reinado de Carlos II un hecho cada vez más evidente y seguro. La política en Inglaterra tuvo un cambio significativo a partir de este acontecimiento.
Otra ley permitió, en 1661, la presencia de los obispos en la cámara de los Lores y abolió la disposición que impedía al clero detentar cargos laicos.
Los coventículos (1671-79)
Escocia no jugó ningún papel en la restauración de Carlos, quién había prometido preservar la Iglesia de Escocia. En marzo de 1661, el parlamento Escocés aprobó la Ley General de Recissory que restauraba el episcopado en la que los obispos eran nombrados por el Rey y los titulares de cargos públicos eran obligados a renunciar a los covenantes (convenios). Los escoceses presbiterianos que se aferraban a los convenantes y celebraban sus propios servicios religiosos al aire libre, en lugares remotos llamados covenantículos y se llevaban a cabo por sacerdotes que se convirtieron en fugitivos de la ley. Los dragones del gobierno buscaban en el campo para arrestar a los covenantes y la supresión de sus servicios por la fuerza.
En 1671, la predicación en los conventículos se convirtió en un delito capital, debido a los temores del gobierno de que los coventículos se usasen como una herramienta para la promoción de la agitación política, como realmente fueron, con ‘congregaciones‘ armadas, de varios centenares de hombres armados, deambulando por las colinas. Las tropas del gobierno, en caso de que existieran, tenían que hacer cumplir la ley con efectivos escasos. En Glasgow, por ejemplo, el conde de Ross mandaba una guarnición de solo 240 hombres.
Batalla de Drumclog (1 de junio de 1679)
Después del asesinato del arzobispo James Sharp en Magus Muir, y la Declaración de Rutherglen, los covenantes estaban al borde de la rebelión abierta. Se planeó un gran conventículo en Loudoun Hill, en el límite de Ayrshire y Lanarkshire, desafiando la persecución del gobierno contra los covenantes.
Un oficial de dragones, el capitán John Graham de Claverhouse (posteriormente vizconde de Dundee), más conocido por sus enemigos como Bluidy Clavers; cuya misión era acabar con los conventículos en el suroeste de Escocia, llegó a Rutherglen el 31 de mayo y luego se trasladó a Hamilton, donde escuchó que un gran conventículo iba a tener lugar el siguiente día en Loudon Hill, cerca de Drumclog.
En la mañana del domingo 1 de junio, el reverendo Thomas Douglas presuntamente interrumpió su sermón con las palabras «ustedes tienen la teoría, ahora es el momento de la práctica«, cuando se informó que los dragones de Claverhouse se dirigían a la zona. Los fieles, varios miles en total, se fueron advertidos del avance de Claverhouse, inmediatamente las mujeres y los niños fueron trasladados a un lugar seguro, quedaba una guardia armada de 70 hombres liderada por Robert Hamilton. Otros 200 miembros de la congregación pobremente armados pero comprometidos y aptos, se trasladaron al este, a un páramo pantanoso cerca de la granja de Drumclog, donde permanecieron listos para intervenir.
Los 70 hombres montados y armados con mosquetes y horcas de Hamilton era una chusma, tomaron una posición fuerte detrás de una zona pantanosa (bog).
En lugar de encontrarse con una reunión pacífica que se dispersaría apresuradamente, pudiendo capturar a los cabecillas fácilmente, Claverhouse se encontró con una resistencia armada. Su propia fuerza de 150 dragones e infantería era muy inferior en número, y los covenantes habían ocupado una posición en terreno elevado, ocupado hoy por Stobieside. Además, para enfrentarlos, tendría que avanzar sobre una tierra muy cenagosa.
Tras enviar a un jinete a Glasgow en busca de refuerzos, Claverhouse exigió la rendición de los insurgentes. Cuando eso no sucedió, envió una partida de escaramuceadores. En lugar de dispersarse como había esperado, los rebeldes respondieron intercambiando una o dos ráfagas de mosquetes antes de que los escaramuceadores gubernamentales se retiraran. Esto dejó a Claverhouse sin otra opción que ordenar un avance general.
En ese momento, los covenantes decidieron pasar al ataque. William Cleland dirigió una fuerza alrededor de la zona pantanosa guiada por lugareños que conocían la zona y sabían cómo evitar el fango, y avanzaron rápidamente. A pesar del intenso fuego de las tropas gubernamentales, el ataque fue completamente exitoso. En la confusión resultante, el caballo de Claverhouse fue herido por un rebelde que empuñaba una horca, lo que provocó que se espantara y huyera con su jinete del campo de batalla. A pesar de la gravedad de la herida que había sufrido, el animal a Claverhouse durante unos 5 km hasta Hillhead, donde se montó en el caballo de su trompetista para llevarlo a Glasgow.
En su ausencia, sus hombres tenían pocas posibilidades. Deduciendo que Claverhouse había huido voluntariamente, los soldados de compañía hicieron lo mismo, aunque un grupo fue rodeado y masacrado. En Strathaven, los aldeanos hostiles estaban en alerta, y bloquearon la carretera, obligando a los supervivientes perseguidos a abrirse paso a la fuerza. La oscuridad había caído cuando llegaron a Glasgow, acompañados por los refuerzos solicitados, a quienes se encontraron en el camino.
En lo que respecta a las bajas, Claverhouse tuvo 12 muertos, y muchos más heridos, mientras que las pérdidas de los rebeldes, según los vencedores, pueden haber sido de entre 3 y 6 muertos. La importancia de la batalla se basa en la confianza que les dio a los covenantes en términos de su efectividad como fuerza de combate. Habiendo derrotado a las tropas regulares, ahora se sentían capaces de marchar hacia Glasgow.
Envalentonados por su victoria en la pequeña batalla de Drumclog, el ejército covenante bajo Robert Hamilton decidió marchar directamente sobre Glasgow, al que alcanzaron alrededor de las 10:00 horas del 3 de junio.
Las tropas del gobierno habían colocado barricadas las calles y los ataques coordinados covenantes fueron derrotados. Hamilton había decidido retirarse cuando el comandante en jefe del ejército en Escocia, el conde de Linlithgow, ordenó una retirada a Stirling, y los regulares se marcharon, lo que permitió a Hamilton entrar y tomar el control de la ciudad.
En 1822, se publicó un relato algo extravagante de la batalla, presuntamente escrito por Thomas Brownlee, del ejército covenante. El propio Claverhouse también dejó un relato franco de la batalla. Una versión ficticia aparece en la novela de Walter Scott Old Mortality. La batalla también se recuerda en una balada infantil Loudoun Hill, o Drumclog.
Batalla de Bothwell Bridge (22 de junio de 1679)
Después de ese éxito inicial, los covenantes pasaron las siguientes semanas fortaleciendo sus fuerzas, al igual que el gobierno. El hijo de Carlos II, Jacobo, duque de Monmouth fue enviado al norte para tomar el mando reemplazar a Linlithgowy, el tiempo que le llevó reunir un ejército capaz, brindó a los covenantes la oportunidad de organizarse. En cambio, pasaron las siguientes semanas discutiendo entre ellos.
En total, el duque Monmouth pudo recurrir a unos 5.000 hombres, principalmente grupos de milicias reclutadas apresuradamente; pero Monmouth era un soldado experimentado, al igual que sus oficiales, como los condes de Airlie y de Home, y John Graham de Claverhouse, humillado en la batalla de Drumclog y que entonces esperaba su venganza.
Los covenantes se retiraron de Glasgow, sumaban unos 6.000 efectivos, pero eran poco disciplinados y estaban profundamente divididos por desacuerdos religiosos. Tenían pocos comandantes competentes, siendo liderados nominalmente por Robert Hamilton de Preston, aunque su postura rígida contra los consentidos sacerdotes solo alentaba la división. El predicador Donald Cargill y William Cleland, el vencedor de la batalla de Drumclog, estaban presentes, al igual que David Hackston de Rathillet y John Balfour de Kinloch, conocidos como Burley, quienes estuvieron entre el grupo que había asesinado al arzobispo Sharp el 3 de mayo. Establecieron su campamento al norte de la ciudad Hamilton y en la orilla opuesta del río Clyde. Habían construido una barricada en el puente que cruzaba el río en Bothwell. Una estructura estrecha con una torre en la puerta central, la aproximación en el lado de Hamilton estaba dominado por casas y recintos vallados.
Los vigías covenantes vieron la aproximación del ejército de Monmouth en la noche del 21 de junio y dieron la alarma. Las tropas gubernamentales se concentraron en el norte de Bothwell, en la orilla del río Clyde; en un terreno inclinado que incluía un campo que desde entonces se conoce, irónicamente, como el campo de los Covenantes, no porque la batalla se librara allí sino porque durante muchos años fue el lugar de celebración de un conventículo organizado por la Scottish Covenanters Memorial Association.
A la mañana siguiente, una fuerza de 400 covenantes situados en la barricada comenzaron a intercambiar disparos con las tropas del gobierno. El ejército principal covenante estaba desplegado a unos 700 metros del puente. Se solicitó parlamentar y hubo una pausa mientras ambos conferenciaban. Monmouth insistió en que los covenantes debían deponer sus armas y rendirse incondicionalmente. Les dio media hora para que aceptaran, y cuando estaba claro que no lo harían, llevó su artillería hasta el puente. Hackston dirigía la defensa del puente y ambos bandos intercambiaron disparos y los artilleros de Monmouth fueron rechazados. Desafortunadamente, los covenantes no explotaron esa ventaja y se produjo un estancamiento, ambas partes intercambiaron fuego de mosquete durante dos horas.
Finalmente, con la munición escasa, los defensores se vieron obligados a retirarse a la posición del ejército principal, permitiendo que las tropas del gobierno cruzaran el puente y se desplegaran en la orilla sur, sin sufrir acoso por parte de los covenantes. Monmouth volvió a poner en funcionamiento su artillería, inicialmente contra el ala izquierda de Hamilton. Varios de los oficiales de Hamilton al parecer abandonaron el campo de batalla en una etapa temprana, lo que dio como resultado mucha indecisión y confusión. Según algunos informes, la caballería covenante tuvo una buena actuación antes de retroceder y crear más confusión dentro de las filas de la infantería.
De repente, con la ausencia de oficiales para mandarlos y con los cañones del gobierno haciéndo fuego sobre ellos, toda la fuerza rebelde arrojó sus armas, se dio vuelta y huyó. Un covenante que sobrevivió más tarde dijo que el ala derecha se mantuvo firme, «pero no tanto como para ponerse un par de guantes«. Las fuerzas del gobierno se apresuraron a perseguirlos. Entre los perseguidores figuraba Graham de Claverhouse llamado ‘Bloody Clavers‘, debido a su ardor en perseguir a los covenantes.
Muchos huyeron a los parques del cercano Hamilton Palace, sede de la duquesa Anne, que simpatizaba con la causa presbiteriana, y fue en esa zona donde tuvieron lugar los combates finales. El número de covenantes muertos varía ampliamente con estimaciones que oscilan entre 7 y 700 según el Scottish Battles Gazetteer. Alrededor de 1.200 fueron tomados prisioneros.
El cementerio de la iglesia Greyfriars Kirkyard de Edimburgo fue utilizado infamemente como una prisión temporal al aire libre, actualmente conocido como Prisión de Covenantes, muchos permanecerían allí durante varios meses. La mayoría de los prisioneros posteriormente serían liberados, aunque, para dar un ejemplo, hubo algunas ejecuciones. Otros fueron transportados a las colonias, un barco de transporte naufragó en las Orcadas, con la pérdida de la mayoría de los 257 convictos a bordo.
Todos los que habían participado en el lado covenante en la batalla fueron declarados rebeldes y traidores, y la represión durante ese período se ha conocido como Tiempo de Matanzas (Killing Time) en las historias covenantes. Un núcleo de rebeldes de línea dura permaneció en armas, y se hizo conocer como los cameronianos después de que Richard Cameron fuera su líder. Cameron fue muerto en una escaramuza en Airds Moss al año siguiente, pero sus seguidores finalmente fueron indultados con la llegada del rey Guillermo III en 1689.