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Antecedentes
Cuando Alejandro III fue proclamado rey de Escocia en 1270, el reino escocés vivió una época de paz y prosperidad. Tras su muerte en el año 1286, su hija Margarita “la dama de Noruega” heredó el trono escocés, y fue justo la oportunidad que Eduardo I de Inglaterra aprovechó para intentar casar a su hijo Eduardo II con Margarita y así anexionar los reinos. Antes de casarse en 1290, Margarita muere y comienzan las tensiones entre los dos linajes más importantes de la aristocracia escocesa (los Balliol y los Bruce). Hubo continuas disputas entre las dos familias hasta que Juan de Balliol consiguió llegar al trono escocés con la ayuda de Eduardo I. A partir de este momento Escocia estuvo a disposición y servicio de Inglaterra.
Movimientos previos
En 1295, Balliol, rey de Escocia, firmó un pacto con el rey Felipe VI de Francia, y le negó su ejército a Inglaterra para combatir contra los franceses. A causa de esto, Eduardo I decidió invadir Escocia por la fuerza. El ejército inglés estaba formado por 25.000-30.000 infantes y 5.000 jinetes. Eduardo puso la vista en la rica ciudad comercial de Berwick. Para contrarrestar esto, el ejército escocés recibió la orden de reunirse en Caddonlea, cerca de Selkirk, el 18 de marzo dirigido por el rey Juan Balliol, las fuerzas escocesas eran superados en número y dominado por los nobles del rey.
Eduardo comenzó a moverse hacia el norte a través de Alnwick y alcanzó el castillo de Wark, justo al sur de Tweed, el 25 de marzo. Hizo una pausa para la Pascua, y recibió juramentos de fidelidad de los nobles escoceses que le habían permanecido leales.
Con la intención de golpear primero, una fuerza escocesa cruzó la frontera el 26 de marzo y atacó a Carlisle. Liderados por el conde de Buchan y Juan III Comyn (Comyn el Rojo), estas tropas no fueron capaces de romper las defensas de la ciudad, dirigida por el señor de Annandale. Irónicamente, el hijo de Annandale, Roberto de Bruce, conde de Carrick, se convertiría en el libertador y futuro rey de Escocia.
Mientras el ataque escocés fallaba, Eduardo cruzó la frontera en Daimiel y, el 30 de marzo, lanzó un asalto masivo en Berwick. Después de romper las débiles defensas de la ciudad, sus tropas masacraron a más de 7.000 de los 12.500 habitantes de Berwick.
En represalia, los escoceses invadieron el sur en Northumbria el 8 de abril, realizando quema de aldeas y abadías, llegando tan al sur como Hexham. Haciendo caso omiso de la incursión escocesa, Eduardo se detuvo en Berwick durante un mes para mejorar las defensas de la ciudad y volver a llenarla con burgueses leales.
Los invasores escoceses regresaron a Escocia, marcharon hacia el norte y se refugiaron en el castillo de Dunbar. Este castillo pertenecía al conde de March, partidario de Eduardo, pero fue entregado a los escoceses por su esposa, que estaba a favor de su causa.
Desarrollo de la batalla (27 de abril de 1296)
Eduardo envió a Juan de Warenne, conde de Surrey (y suegro de Juan Balliol) con una gran fuerza, para tomar el castillo. Viendo la maniobra de los ingleses, los defensores pidieron ayuda a Juan Balliol, que estaba acampado con el ejército principal escocés en cerca de Haddington. No dispuesto a dirigir personalmente el ejército, Juan puso a Comyn el Rojo al mando. Marchando al este de Dunbar, Comyn ocupó una posición fuerte en un terreno elevado al oeste de la ciudad el 27 de abril.
Al llegar al campo, Surrey comenzó a avanzar contra la posición escocesa. Cuando se acercaban, se vieron obligados a cruzar un barranco y un pequeño arroyo llamado Spot (Spot Burn), cuyas laderas escarpadas habían sido incendiadas. Los ingleses superaron el problema sin dificultades, aunque tuvieron que romper la formación para cruzarlo. Por su parte, los escoceses pensaron que los ingleses habían roto filas e intentaban huir y que serían un enemigo débil si lo atacaban en ese mismo instante.
Comyn ordenó avanzar a sus hombres que iniciaron una desorganizada carga, pero cuando llegaron cerca del enemigo se encontraron con las líneas de Surrey reorganizadas. Los ingleses comenzaron un disciplinado ataque, la caballería de Surrey puso en fuga a los jinetes escoceses y envolvió por retaguardia a los infantes enemigos, que se dieron a la fuga hacia el bosque Ettrick. Probablemente, no sufrieron muchas bajas: una fuente inglesa se jactó de que 10.000 de ellos murieron, pero en realidad solamente un caballero menor de Lothian, sir Patricio Graham, fue muerto, y 100 caballeros y hombres de armas fueron tomados prisioneros.
Secuelas
El enfrentamiento puso fin a la campaña de 1296. Entre los capturados estaban Comyn el Rojo, así como los condes de Atholl, Mentieth, y Ross. El castillo de Dunbar se rindió al día siguiente, y con él, el ejército escocés fue destruido efectivamente, Eduardo pronto controló los castillos en Roxburgh, Edimburgo, Stirling y Perth. Sin opciones, Juan se rindió el 2 de julio en Stracathro y se vio obligado a renunciar a su reino seis días más tarde en Montrose.
Eduardo instaló guarniciones inglesas en muchos castillos escoceses antes de regresar al sur, con lo que él se llevó “la Piedra del Destino” que era donde se coronaban los reyes escoceses desde su tradicional ubicación en la abadía de Scone, en Escocia, a la de Westminster. Eduardo I convocó el Parlamento escocés en Berwick, momento en que los nobles escoceses le rindieron vasallaje como rey.
Batalla de la colina Loudon o de Loudon Hill (1296)
Guillermo Wallace continuó su rebelión en solitario, a finales de 1296 un convoy inglés que escoltaba un cargamento de oro saqueado pasaba por el valle de Irvine hasta el puerto de Ayr. Estaba conducido por un caballero inglés con el nombre de Fenwick, que en 1291 había matado al padre de Guillermo Wallace, sir Malcolm.
Wallace, que estaba luchando una guerra de guerrillas contra los invasores ingleses, planeó un ataque en la colina Loudon (Loudon Hill), que estaba junto al camino por el que viajaba el convoy de Fenwicks tenía que atravesar un desfiladero empinado. Wallace tenía unos 50 hombres y Fenwick cerca de 150.
Los escoceses bloquearon el camino con escombros y atacaron a pie. Los ingleses cargaron, pero los escoceses se mantuvieron firmes. Fenwick armado con una lanza, dio vuelta a su caballo en la dirección de Wallace, que a su vez derribó el caballo de Fenwicks con su espada larga (claymore). El inglés sin desmontar no era rival en el suelo, donde él, junto con otros cien de su convoy, conocieron su muerte. Los escoceses se hicieron con el convoy.