Edad Antigua Primeros jinetes Escitas contra persas

Antecedentes

Los escitas, en su persecución de los cimerios, erraron el camino y establecieron contacto con Media y Asiria. Los escitas vencieron a todos los ejércitos que marcharon contra ellos. Dominados por la política de Media, marcharon junto a sus ejércitos contra los asirios. Luego siguieron hacia Egipto bajo el mando del rey Madyes, y solo tras arduas negociaciones y un enorme tributo, el faraón Samético I los convenció para que dieran media vuelta.

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Invasión escita de Asiria en color amarillo y en rojo expulsión de los cimerios de las estepas del Ponto

El rey escita Patatua luchó contra los asirios y para sellar la paz se casó con la hija del rey asirio Asaradón en el 670 AC.

Durante veintiocho años, Oriente fue un caos. Los escitas impusieron tributos, pero luego no dudaban en saquear a los mismos tributarios. Iban y venían a su antojo y finalmente, Ciaxares hacia el año 625 AC restableció la situación. Invitó a los principales generales escitas a un banquete, les embriagó y les mandó matar, eliminando de un golpe a los principales dirigentes escitas.

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Rey escita y noble urartio siglo VI AC. Autor Angus McBride para Osprey

Ciaxares con la ayuda de los escitas sitió Nínive y estableció una alianza con el rey Nabopalasar de Babilonia para conquistar el Imperio asirio, conquistando poco después Nínive con ayuda de los babilonios (año 612) y luego Harrán (610 AC), los territorios del hundido Imperio asirio fueron repartidos.

Los escitas fueron derrotados por los medos y se marcharon de nuevo a la misteriosa estepa, y esto dio lugar al principio del imperio Medo. Herodoto cuenta que cuando los escitas regresaron sus casas, sus mujeres habían tenido hijos con los esclavos, y estos mostraron resistencia mientras los escitas los atacaron con armas. Pero entonces, uno de los nobles decidió tratarlos como lo que eran, esclavos, y, desmontando, cogió el látigo y caminó decididamente hacia ellos, y estos huyeron o se arrodillaron pidiendo clemencia. Después, las tribus desaparecieron en las estepas.

Campaña de Darío contra los escitas

Tres generaciones más tarde en el 514 AC, Darío I, rey de los persas, al mando de un impresionante ejército, planeó la invasión del país de los escitas entrando desde Europa. Se desconocen las reales causas de la campaña, se supone que con el objetivo era cortar las rutas de aprovisionamiento de grano a las ciudades griegas que se proponía conquistar, aunque se cree que era el primer paso para la conquista de Tracia y el Cáucaso. El plan era entrar en las estepas y luego proceder a buscar, encontrar y vencer a las fuerzas escitas.

Los persas antes de la invasión llevaron a cabo un reconocimiento en fuerza, el sátrapa Ariaramnes con 100 barcos desembarcó el Escitia y cogió numerosos prisioneros.

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Expedición de Dario I contra los escitas en el año 514 AC

Sin duda los persas subestimaron al enemigo, planificaron una campaña de dos meses. Ésta se inició al cruzar el río Istrio (actual Danubio) por un puente de barcazas que había sido tendido por los jonios, quienes habían prometido que si en dos meses los persas no volvían, el puente sería destruido; por lo que guardaron provisiones para 60 días. El ejército persa entró en las llanuras, su tamaño era según Herodoto de 700.000 hombres, que es una exageración y de 600 barcos que es creíble.

El plan escita, para compensar su inferioridad militar, consistía primero en que se unieran las distintas tribus de la nación en una sola fuerza. Aun así tenían muchos menos soldados que su adversario. En las costas del mar Negro se realizó un concilio de los distintos reyes donde se tomó la decisión de vencer al invasor. Los escitas, afirmaban, que lucharían solamente si existían posibilidades reales de éxito, y que se replegarían al interior hasta que el enemigo se cansase de perseguirlos.

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Dario el Grande recibiendo tributo de un jefe escita en el 512 AC. Zvonimir Grbasic

Los aliados escitas decidieron formar tres ejércitos, cada uno con un objetivo definido:

  • El primer ejército: de sármatas y escitas al mando del escita Escopasis. Su misión era destruir todos los recursos que estuvieran cercanos al río Tanais por donde pasarían los persas (la táctica de tierra quemada: no dejarían nada que pudiera ser utilizado por el enemigo).
  • El segundo ejército: de Idantirso, actuaría cerca de las tropas persas listo, para atacarlos según se dieran las circunstancias.
  • El tercer ejército: de Taxacis, su misión era idéntica a la del segundo, lo formaban infanterías de budinos y gelonos.

Las tropas aliadas decidieron atraer a tropas persas a las tierras de las tribus que no los apoyaron para obligarlos a luchar, y solamente iniciar una batalla bajo las condiciones más óptimas. Mandaron al personal no combatiente al norte y las tropas aliadas se dirigieron en grupos y se reunieron en el sur. La fuerza de Escopasis se encontraron con las fuerzas persas a 3 días de camino del Istrio (Danubio), pero en vez de luchar retrocedieron, atrayendo a los persas y quemando todo a su paso. Los invasores cruzaron los ríos Tyras (Dniéster), Ingul (Hípanis) y Borístenes (Dniéper).

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Jinetes escitas siglo V AC: 1 Guerrero escita; 2 Noble escita o nomarchos. Autor Angus McBride para Osprey

Los persas los persiguieron hasta el río Tanais (Don), que cruzaron siguiendo a los aliados, llegando a tierras de los sármatas y de los budenos. Tras esto los aliados retrocedieron. Darío al ver la imposibilidad de seguir avanzando y posiblemente escaso de suministros, Darío envió a los escitas un mensaje para reprocharles su cobardía y exigirles sumisión, a lo que el rey escita Idantirso habría respondido: »Yo jamás he huido por temor ante hombre alguno y, en estos momentos, tampoco estoy huyendo ante ti. Voy a explicarte por qué no te presento batalla: nosotros no tenemos ciudades ni tierras cultivadas que podrían inducirnos, por temor a que fueran tomadas o devastadas, a trabar de inmediato combate con vosotros para defenderlas. Pero si descubrís y violáis las tumbas de nuestros antepasados, sabréis si lucharemos contra vosotros. Por eso a ti, en lugar de ofrecerte la tierra y el agua, te aseguro que te vas a arrepentir».

Se enteró de que parte de los aliados se habían dirigido al norte con el fin de darse la vuelta al oeste y cortar su retirada. Darío ordenó volver de vuelta por el norte, persiguiendo a los escitas. Entonces atrajeron a los persas a las tierras de los pueblos que se habían negado a luchar. Los persas atacaron a los melanclenos, andrófagos y otros, empujándolos al norte. Solamente los agatirsos se dieron cuenta de la treta escita, y amenazaron que si atraían a los persas a sus tierras se aliarían con los últimos.

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Lucha de escitas contra persas. Autor Alexander Deruchenko

El ejército de Escopasis regresó al río Istrio (Danubio), mientras los otros dos ejércitos escitas acosaban la retaguardia del ejército persa.

Tras varios meses, los escitas por fin formaron para la batalla frente al cansado y desmoralizado ejército de Darío. Entonces, dice Herodoto que apareció una liebre y algunos jinetes escitas desmontaron para correr despreocupadamente como niños tras la liebre. Darío entendió que a los nómadas no les preocupaba la batalla y que sus guerreros estaban tan seguros de la victoria que no tomaban en serio a los persas, de modo que ordenó la retirada y continuar la marcha hacia el Istrio. El tiempo se le estaba acabando antes de que los jonios destruyeran el puente, acampando esa noche.

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Jinetes pesados escitas siglo V AC: 1 guerrero escita norte de Ucrania; 2 Noble escita, ambos llevan leggins protegiendo las piernas, se nota la influencia de los sármatas. Autor Angus Mcbride para Osprey

El ejército de Escopasis llegó hasta el puente sobre el Danubio, e intentaron convencer a los jonios para que se largaran. Estos fingieron hacerles caso desmontaron parte del puente y se escondieron en la orilla sur. Los escitas confiados fueron al encuentro de los persas, pero lo hicieron por un camino distinto y no se encontraron.

En la noche los persas abandonaron el campamento, dejando a todos los heridos y enfermos, animales de carga lentos (como bueyes) y las tiendas para engañar a los escitas. Cuando llegaron al río vieron que los jonios habían destruido solamente una parte del puente, la que llegaba a sus tierras, confiados fueron al encuentro de los persas.

Cuando Darío llegó con sus famélicas y cansadas tropas al río, se le cayó el alma a los pies, pero entonces, un griego de potente voz les gritó desde la otra orilla, y los persas respondieron. Reconstruyeron el tramo final y tras cruzar todas las tropas lo destruyeron completamente. Esto fue una verdadera proeza, ya que la zona donde cruzaron, el Danubio tiene varios kilómetros de ancho.

Las consecuencias de la campaña son importantes, ya que Darío solamente mantuvo bajo su control las colonias griegas en las costas de Ponto Euxino, como Odeso, Istros, Tiras, la isla Leuce, Olbia y Borístenes; y en costas del mar de Maiotis (actual mar de Azov) Ninfeo, Fanagoria y Tanais, además de la península de Tauros.

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Grupo de jinetes pesados escitas. Autor Angus McBride

Darío dejó a 80.000 soldados (según cifras del historiador Heródoto) al mando del general Megabazo en Tracia, quienes expandieron el dominio persa hacia Grecia, lo que condujo a la Primera Guerra Médica.

Muchos escitas entraron en contacto con los griegos, y sirvieron de mercenarios.

Después de la campaña persa, pareció que los escitas se agitaban como si hubieran movido un avispero.

Mientras que el dominio persa en los distritos recién conquistadas de Europa fue sacudida por la revuelta jónica, los escitas realizaron expediciones de saqueo en Tracia, y en el año 495, penetraron en el Quersoneso, cuyo tirano Milcíades huyó, pero fue restaurado después de su retirada por el Dolonci. Darío hizo que Abidos y otras ciudades de cerca de la estepa Póntica, fueran quemadas para que no proporcionen una base de operaciones para una expedición escita contra Asia.

Campaña de Ciro contra los masagetas

Heródoto afirmaba que Ciro el Grande deseaba someter a los masagetas, pueblo numeroso y poderoso que vivía más allá del río Araxes y eran vecinos de los isedones. Los masagetas ocupaban la mayor parte de la llanura que existía al este del mar Caspio El llamado río Araxes actualmente se refiere al río Aras, que discurre por el Cáucaso. Algunos estudiosos modernos creen que podría significar al Oxus (Amu Daria) o el Jaxartes (Sir Daria), dos grandes ríos que desembocaban en el mar de Aral.

Justo en ese momento, el rey de los masagetas había muerto y su viuda, Tomiris, le había sucedido en el mando. Ciro le mandó mensajeros a la reina con el pretexto de querer casarse con ella, pero Tomiris no cayó en sus halagos, sabedora que el rey persa deseaba su reino y no a ella. Al comprender que sus mensajeros no conseguirían nada, Ciro marchó con su ejército hacia el Araxes y se preparó para luchar contra los masagetas. Tendió un puente sobre el río y levantó torres sobre los pontones que lo atravesaban. Mientras esto sucedía, Tomiris le envió un mensajero al rey persa diciéndole.

Oh rey de los medos, deja de apresurarte en lo que estás apurando, porque no puedes saber si completar este trabajo será para tu beneficio. Detente y sé rey de tu propio país; y soporta viéndonos gobernar a quienes gobernamos. Pero si no sigues este consejo, y haces cualquier cosa en lugar de permanecer en paz, entonces si tanto deseas probar la fuerza de los masagetas, detén tu trabajo actual de tender un puente sobre el río, y nos retiraremos a tres días de viaje desde el Araxes; y cuando termine, cruce a nuestro país. O si prefieres recibirnos en tu país, retírate como te he dicho”.

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Tomiris reina de los mesagetas

Ante esto, Ciro reunió a sus generales y les pidió consejos. Todos le aconsejaron dejar a Tomiris y sus guerreros entrar en su reino. Solamente Creso se opuso, aconsejándole que la fortuna es como una rueda, a veces favorable y otras no. Por eso, si perdía la batalla podía también perder su reino, pues unos victoriosos masagetas no se detendrían e invadirían todo el Imperio aqueménida. En cambio, si ganaba en territorio propio era una victoria menor en comparación a invadir y vencer en el propio reino de Tomiris. Además, se consideraría vergonzoso que el poderoso rey persa se retirase ante una mujer. Por eso era mejor avanzar y hacerlos retroceder.

Siguiendo el consejo de Creso, el rey persa avisó a Tomiris que cruzaría el río y se retiraría, lo que la reina de los masagetas respetó. Luego envió a su heredero, Cambises II, y a Creso a Persia con órdenes de tratar bien a su asesor si la campaña iba mal. Ciro cruzó el río y levantó un campamento, preparando un suntuoso banquete de carne de ovejas y cabras y vino. Tomiris no aprovechó su ventajosa posición y permitió a sus enemigos cruzar, aunque fácilmente podía haberlo impedido, pues confiaba plenamente en sus habilidades militares y deseaba impedirles la retirada dejando el Araxes a sus espaldas.
Después, fingiéndose atemorizado, el ejército persa se retiró a la otra orilla, dejando una guarnición formada por tropas consideradas inútiles, mientras las mejores estaban a salvo. Fue entonces cuando un tercio de los masagetas atacó el campamento y masacraron a los guardias después de una feroz batalla. Otras fuentes dicen que el ejército persa se retiró seguidamente de levantar el campamento y fue entonces cuando el príncipe los persiguió con un tercio de sus guerreros.

De todas formas, los masagetas se divirtieron con el banquete hasta dormirse, seguros de su victoria y estando poco acostumbrados al alcohol. Así, los masagetas ya estaban vencidos por el vino antes de luchar nuevamente. Durante la noche, los persas aprovecharon para atacarlos, matando a muchos y capturando a otros, entre ellos a Espargapises, hijo de Tomiris, aunque otros dicen que el príncipe fue muerto en la acción con todos sus compañeros. Jordanes dice que fueron los parnos (pueblo iranio al sur del mar Carpio) quienes abrumaron y dieron muerte al príncipe, tomando un gran botín.

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Tomiris reina de los mesagetas (1). Autor derecha Veysel Kara, derecha Talgat Tleuzhan

Según Heródoto, al enterarse de la derrota de su hijo, la reina le envió un mensajero a su enemigo advirtiéndole que poseía una sed de sangre insaciable; y que no se alegrara de un éxito conseguido mediante el engaño y el alcohol, recomendándole retirarse de su reino y liberar a su hijo. En caso contrario, juraba por el sol que saciaría su sed de sangre.

Ciro desestimó las advertencias mientras que Espargapises, una vez pasada su borrachera y reconociendo su captura, pidió ser liberado de sus ataduras, lo que fue concedido. En cuanto pudo, el príncipe de los masagetas se quitó la vida. En cambio, Marco Juniano Justino dice que Tomiris se lamentó por perder a tantos guerreros y especialmente a su hijo, pero no lloró y se concentró pensando en el consuelo de la venganza.

Después de estos hechos, Tomiris “se preparó para lavar su dolor, de madre y de reina, con la sangre del enemigo en lugar de con lágrimas”. Reunió a todos sus guerreros y presentó batalla a Ciro, siendo el enfrentamiento más sangriento librado por pueblos no griegos.

Según Heródoto, primero se dispararon flechas a la distancia hasta agotarlas y luego cargaron los unos contra los otros, luchando en un combate cuerpo a cuerpo con espadas y lanzas por un largo tiempo sin que ningún bando cediera terreno. Finalmente, los masagetas se impusieron y la mayoría de los persas murieron, incluyendo el mismísimo Ciro.

Polieno da una versión diferente, en que los masagetas eran perseguidos constantemente por los persas y abandonaron su campamento, dejando un rico festín con mucho vino allí. Los victoriosos persas se pusieron a celebrar durante la noche, lo que fue aprovechado por Tomiris para atacar y masacrarlos, incluyendo a su rey.
Sexto Julio Frontino, por su parte, creía que ambos ejércitos libraron un combate indeciso hasta que los masagetas se retiraron fingiendo miedo, siendo perseguidos a un desfiladero que conocían bien. Allí utilizaron el terreno para contraatacar y vencer a los persas. Justino señala que la batalla sucedió poco después de la derrota de Espargapises y los masagetas lograron ganar mediante un engaño similar al usado antes por los persas.
Orosio dice que Tomiris fingió desesperación por la anterior derrota y se retiró, atrayendo a sus confiados enemigos a una emboscada en un desfiladero estrecho entre colinas.

Sea como fuere, en la batalla murieron 200.000 persas con su rey, sin que ninguno escapara para llevar las noticias de la derrota. Jordanes sostiene que la reina reanudó la batalla después de la muerte de su hijo, abrumando a sus enemigos y tomando un gran botín.

Heródoto dice que Tomiris llenó un odre de cuero con sangre humana, y luego buscó el cadáver del rey enemigo en el campo de batalla. Cuando lo encontró sumergió su cabeza en la sangre diciendo: “Aunque estoy viva y te he derrotado en la batalla, tú me has destruido, llevándote a mi hijo con engaño; pero tal como lo amenacé, te doy la sangre suficiente”. Otros autores, como Orosio, afirman que proclamó: “Te satisfago con la sangre de la que estabas sediento, y de la cual durante treinta años nunca te has saciado”.

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Tomiris reina de los mesagetas sumerge la cabeza de Ciro en un recipiente con sangre. a. Autor Peter Aygul Ospanova

Diodoro Sículo tiene una versión distinta. El ejército de Ciro fue destruido y el monarca capturado vivo, siendo crucificado por los escitas. Heródoto reconoce que hay muchas versiones sobre la muerte del primer rey persa, pero para él la versión donde es vencido por Tomiris es la más creíble.

Algunas fuentes sugieren que dicho evento sucedió en otra campaña, esta vez contra los sakas y que gracias a eso Ciro consiguió pasar de una derrota inicial a una victoria.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2016-03-08. Última modificacion 2022-03-28.
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