Edad Media Los árabes Conquista de Irak por el Califato Ortodoxo o Rashidun

Antecedentes

Después de las guerras Ridda, un jefe tribal del norte de Arabia del este, Al-Muzanna ibn Haris, atacó las ciudades persas en Irak. Con el éxito de los ataques, se recogió una gran cantidad de botín. Muzanna fue a Medina para informar califa Abu Bakr sobre su éxito y fue nombrado comandante de su pueblo, tras lo cual comenzó a atacar más en Irak. Usó de la movilidad de su caballería ligera que podía mediante raids atacar cualquier ciudad cerca del desierto y desaparecer en unos momentos volviendo de nuevo al desierto, donde el ejército sasánida no podía perseguirlos. Estos actos Muzanna hicieron pensar a Abu Bakr sobre la expansión del Imperio.

Abu Bakr decidió la invasión de Irak o Iraq. El problema a que se  enfrentaba era que los árabes tenían a los persas un miedo profundo e irracional que se desarrolló como resultado de siglos de poder y sometimiento a la gloria persa. En cambio, los persas miraban a los árabes con desprecio.

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Mapa mostrando la invasión de Irak por Jalid en el año 633, así como las batallas que tuvieron lugar. Fuente Osprey

Era importante para no sufrir una derrota, para superar ese miedo instintivo. Para asegurarse la victoria, Abu Bakr tomó dos medidas, la primera que el ejército invasor estuviese constituido enteramente por voluntarios, y la segunda poner ese ejército bajo el mando de su mejor general, Jalid ibn al-Walid, como la “Espada de Alá”.

El objetivo elegido fue Hira (antigua capital de los lájmidas o lakhmidas), Abu Bakr envió refuerzos y ordenó a los jefes de las tribus del norte oriental de Arabia, que operasen bajo el mando de Jalid, junto con sus hombres.

En marzo de 633 Jalid partió con un ejército de 10.000. Los jefes de las tribus aportaron 2.000 guerreros de cada uno, que se unieron a Jalid, quién penetró en el imperio Sasánida con 18.000 soldados.

Batalla de Sallasil o de las Cadenas (abril 633)

Las tropas de Jalid eran muy móviles, montaban camellos y caballos listos para ataques de caballería. La estrategia de Jalid era utilizar su propia velocidad para explotar la falta de movilidad del ejército sasánida. Planeó forzar a los persas para que realizasen marchas y contramarchas hasta agotarles, y atacar cuando estuviesen exhaustos. El terreno ayudaría a  Jalid para llevar a cabo esta estrategia con éxito.

Había dos rutas a la ciudad de Uballa, bien a través Kazima o bien a través Hufair. Jalid hizo creer al líder persa Hormoz de Yamama que iría por esta última y este se dirigió con su ejército de unos 20.000 a 30.000 sasánidas y tribus aliadas, principalmente lájmidas,  hacia Hufair que estaba a 21 km de Uballa (era un puerto importante del Imperio sasánida, situado en la actual Busra, Irak). Cuando llegó allí se enteró de que Jalid se dirigía a Kazima a través del desierto.

Hormoz tomó la decisión de dirigirse desde Hufair con su ejército a Kazima que estaba a 50 km de distancia.  El ejército sasánida era una formación muy pesada y lenta de mover, apenas disponía de caballería al contrario que los árabes.

Hormozd desplegó el ejército para la batalla en la forma tradicional, la infantería en el centro y la caballería en las alas mandadas por los generales Qubaz y Anushjan.

Los persas decidieron atar con cadenas los hombres de filas centrales de la formación, con esto ganaban cohesión y dificultaban la deserción, por esto se le conoce como la batalla de las Cadenas.

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Ejército persa sasánida siglo VII: (1) Jinete pesado de Jorasan (antigua Media); (2) jinete turco de Tranxosania (Turquestán); (3) infante árabe; (4) jinete-arquero persa. Autor Angus McBride para Osprey

Jalid desplegó su ejército con el desierto a su espalda, para que pudieran retirarse allí en caso de derrota. Dividió su ejército también la infantería en el centro y la caballería en las alas.

Hormozd desafió a  Jalid a un combate singular. Jalid aceptó el reto y Hormozd murió en el duelo. Hormozd había colocado a sus mejores caballeros cerca de las primeras filas para matar a Khalid en caso de que Jalid ganara. Los caballeros llegaron a Jalid, pero fueron muertos con la ayuda de Qa’qa ibn Amr, uno de los comandantes del ejército de Khalid. La muerte de Hormozd fue una victoria psicológica para los musulmanes y una derrota para los persas, dado que el miedo entró en sus filas.

Jalid dio orden general de ataque, la caballería de las alas derrotó con facilidad a las alas persas, mientras que la infantería fijaba el frente.

Sintiendo la derrota, los generales persas Qubaz y Anushjan, ordenaron la retirada. La desbandada persa fue generalizada, con el agravante de que los “encadenados” no podían huir con facilidad. Así mismo hubo otros soldados lájmidas que se pasaron al bando musulmán.  La mayor parte de los persas que no estaban encadenados lograron escapar a la ciudad, pero los que estaban encadenados juntos fueron incapaces de moverse rápido, y miles de ellos fueron muertos.

Batalla del río Maquil (abril 633)

El ejército de Jalid siguió avanzando hacia Hira. Sabía que los persas habían organizado su ejército en Al Madhar, así que llevó a su ejército, y envió un pequeño destacamento liderado por Muthana ibn Haris de reconocimiento. El objetivo era llegar antes de las fuerzas persas pudiesen reunir sus fuerzas y golpearlos mientras estaban débiles y sin preparación. Cuando Jalid llegó, vio que barcos persas seguían llegando a la orilla del río, y comprendió de inmediato que el ejército persa no estaba  todavía preparado ni listo para la batalla.

La idea era  golpear antes de que llegaran más fuerzas veteranas. Jalid formó sus  17.000 hombres para de la batalla. Como era tradición hubo desafíos: Qarin desafió Jalid a un combate singular, Jalid aceptó el reto, pero cuando se dirigía a enfrentarse a Qarin, un guerrero llamado Maakal ibn el Acha alcanzó a Qarin y le mató. Otros dos generales persas, Qubaz y Anushjan, se adelantaron retaron para un combate singular. El reto fue aceptado por los comandantes de las alas musulmanas, Asim y Adi, que mataron a sus rivales persas.

Con la caída de estos generales, la moral de los persas estaba por los suelos y Jalid dio la orden de ataque general. Los persas que disponían de similares efectivos fueron derrotados.

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Duelo entre un Mubarizún árabe y un campeón sasánida antes de la batalla. Los Mubarizún estaban especializados en duelos, llevaban un turbante rojo, abstenían de perseguir a los campeones enemigos derrotados más de dos tercios del camino hacia las líneas enemigas para evitar el riesgo de ser aislados. Autor Mubarizún para ArtStation

Batalla de Walaja (mayo 633)

El shashan de Persia había envió dos  grandes ejércitos para parar a los musulmanes. El primero, al mando de Andarzaghar se dirigió a Walaja. El segundo estaba al mando del general Bahman que intentaba reclutar personal más al norte. La idea era coger a Jalid entre los dos ejércitos y destruirle.

Jalid se dio cuenta de la situación y decidió enfrentarse a ambos ejércitos por separado. Los desertores lájmidas le proporcionaban información sobre los movimientos persas.

El general Andarzaghar era un militar experimentado, había mandado tropas en la provincia fronteriza del Jorasán. Había establecido su campamento cerca de Walaja, al suroeste del Éufrates (a 20 km al sur de la actual Ash Sinafiyah).

El ejército de Jalid avanzó hasta posiciones cercanas a los persas. Tras reconocer el campamento sasánida, vieron que a su retaguardia había unas alturas, dispuso enviar durante la noche dos regimientos de caballería de unos 2.000 hombres cada uno tras la loma a espaldas de sus enemigos.

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Batalla de Walaja: Despliegue inicial y ataque sasánida

Andargazaghar desplegó su ejército de unos 40.000 hombres con la infantería delante y detrás en ambas alas su caballería. Su idea era quedarse en defensiva y dejar que los musulmanes atacasen primero. Aguantar sus ataques hasta que se desgastasen, y a continuación, lanzar un contraataque definitivo  para derrotar al cansado ejército musulmán.

Jalid desplegó de igual manera, con sus 12.000 infantes delante y 1.000 jinetes detrás en cada ala. Como era tradición se produjo un duelo antes de la batalla, un campeón persa de proporciones gigantes conocido como  »Hazar Mard» (Mil hombres) desafió al ejército árabe, Jalid aceptó el reto y lo mató, lo que supuso una victoria psicológica.

Jalid dio la orden de atacar y ambos centros chocaron, estuvieron combatiendo durante un cierto tiempo y al ver  signos de fatiga en los soldados musulmanes, Andarzaghar juzgó que éste era el momento adecuado para su contraataque. Bajo sus órdenes, la infantería persa comenzó a presionar y atacó por los flancos con la caballería pesada que puso en fuga a la caballería árabe, persiguiéndola. La caballería ligera musulmana podía cobrar a una velocidad increíble, y atacar con éxito, retirarse, reagruparse y atacar de nuevo. La caballería escondida a una señal de Jalid apareció y derrotaron completamente la caballería persa.

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Batalla de Walaja: ataque y derrota de la caballería persa

El centro de Jalid retrocedía poco a poco, pero sus flancos se mantenían firmes formando una bolsa al igual que en la batalla de Cannas. La caballería de Jalid una vez libre atacó los flancos y retaguardia cerrando la bolsa. El ejército sasánida quedó atrapado en una trampa y no pudo escapar. Retrocediendo de los asaltos que venían de todas las direcciones, el ejército sasánida quedó reunido en una masa difícil de manejar, los soldados no podían moverse ni  utilizar sus armas.

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Batalla de Walaja: el cerco. Fue considerada como la Cannas Oriental

 La batalla había terminado, ejército sasánida fue aniquilado, sin embargo, unos miles de soldados, y el propio Andarzaghar, lograron escapar.

Batalla de Ullais o del Río de Sangre (mayo 633)

Los supervivientes persas de la batalla de Walaja, sobre todo cristianos, huyeron a unos 15 kilómetros al norte de Walaja, cruzando el Éufrates y el Jaseef (uno de sus afluentes).

El segundo ejército persa bajo el mando del general Bahman que intentaba reclutar personal para añadirlo a sus fuerzas, además de recuperar a los huidos de Walaja. Se le unieron hordas árabes, principalmente de la tribu árabe cristiana de Bani Bakr y  otras tribus árabes cristianas en la región entre Hira y Ullais

En esta situación Bahman envío a su general Jaban con una avanzada a la zona de Ullais con las órdenes de esperar al resto de los refuerzos y evitar el combate, ya que el mismo Baham debía ir a Ctesifonte a concretar detalles e informar al Shashan.

Hay que mencionar que de nuevo los habitantes de Ullais, simpatizaban más con los musulmanes que de los persas, cumplieron a la perfección su función de espías, de modo que mientras los persas no tenían información,  los musulmanes conocían todos sus movimientos.

Uno de los comandantes musulmanes, Al-Muthanna ibn Haritha, avanzó con un destacamento de los exploradores de caballería ligera hasta Ullais e informó a Jalid de la ubicación de los árabes hostiles y del ejército sasánida que tenía el aspecto de no estar organizado para el combate. Con el fin de negar a los persas tiempo para organizar y coordinar sus planes, Jalid decidió avanzar inmediatamente a Ullais. Saliendo de madrugada  y llegó a medio día, la vanguardia llegó a medio día, cuando los persas se disponían a comer.

Jaban no les permitió comer y mandó formar el ejército sasánida a toda prisa antes de que los musulmanes pudiesen llegar. Algunos soldados desobedecieron y comieron a toda prisa.

El ejército sasánida y de los contingentes árabes cristianos, se estima entre 30.000 y 35.000 hombres, se encontraban  acampados entre los ríos Éufrates a su izquierda y  el Khaseef, con el cruce del río delante de ellos.

Situó a los árabes cristianos en las alas,  Abdul-Aswad (que había perdido a sus dos hijos en la batalla de Walaja), lo puso al mando del ala derecha y el jefe tribal Abjar al mando del ala  izquierda. El centro estaba  formado por el ejército sasánida.

Jalid  formó a su ejército desde el orden de marcha en orden de batalla, el ala derecha la mandaba Adi ibn Hatim (que era hijo del famoso líder cristiano árabe Hatim al Tai),  el ala izquierda lo mandaba Asim Ibn Umar, la infantería en el centro mandada por él.

Los dos ejércitos se encontraron frente a frente, la mayoría de los refuerzos que esperaban los persas habían llegado (no así el general en jefe Bahman que seguía en Ctesifonte esperando entrevistarse con el Shashan que se encontraba enfermo).

Como era típico en estas batallas hubo un desafío, esta vez fue el líder cristiano AbdulAswad quién retó a Jalid, muriendo en el intento.

 A continuación comenzó el ataque general, se desconocen los detalles de quién empezó las maniobras que siguieron. La lucha fue más fuerte en la orilla del Khaseef. Se menciona en las crónicas musulmanas que si alguna vez un ejército destinado a luchar hasta el último, este era el ejército sasánida en Ullais. La feroz batalla continuó durante horas, y no se mostraban signos de debilidad en ninguno de los bandos.

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Carga de la caballería árabe durante la invasión de Iraq por Jalid. La mayoría de la caballería eran camellos.

Mediada la tarde, el ejército sasánida persa y aliados árabes, fueron incapaces de resistir al veterano ejército musulmán, finalmente se retiraron hacia el norte-oeste en la dirección de Hira.  Jalid lanzó su caballería en su persecución. «No los mateis«, ordenó a la caballería. «Traérmelos con vida

La caballería musulmana se dividió en pequeños grupos y galopó en persecución de los fugitivos que habían cruzado la Khaseef y huían en dirección a Hira. Partidas de persas y árabes desesperados fueron aisladas, rodeadas, dominadas, desarmadas y conducidas de nuevo al campo de batalla como rebaños de ovejas.

A medida que los grupos de prisioneros fueron traídos de vuelta, fueron decapitados por orden de Jalid en el lecho del río o en la orilla de donde su sangre corrió hacia el río. Por eso esta batalla también se la conoce como la del Rìo de Sangre.

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Batalla de Ullais o del Río de Sangre (mayo 633). Masacre después de la batalla

El motivo de este ajusticiamiento fue que las tribus árabes eran los únicos que podían interferir en la estrategia de Jalid y derrotarlo por retaguardia mediante la interrupción de la línea de suministro y cortar sus rutas de escape. Temió que estas tribus árabes pudieran reagruparse, otras también pudieran ser sobornadas por los persas. También temía que los persas pudieran reagruparse y atacar de frente, habían luchado en las tres batallas precedentes y después de cada batalla se reagruparon. Los persas tenían un gran imperio durante varios siglos y habían perdido muchas batallas y se habían recuperado.

Las bajas de la batalla se estiman en 2.000 en el ejército de Jalid y la mayoría del ejército de Jaban, este consiguió escapar con vida.

Asedio de Aim al Tamr (junio 633)

Después de la batalla de Ullais.  Sitió la ciudad de Hira en mayo del 633. Jalid también tenía su lado generoso y perdonó a la ciudad e hizo un trato con ellos, los habitantes permanecerían en la fe cristiana y se unirían al Estado Islámico. Jalid tuvo la flexibilidad mental para adaptarse a la situación para conseguir  sus objetivos.

Cuando el ejército musulmán conquistó la ciudad de Ain al Tamr encontraron un número de sacerdotes cristianos árabes en un monasterio. Uno de ellos se llamaba Nusair otro llamado Serina. Ambos se abrazaron el Islam. Nusair es el padre de Ben Nusair Muza, el comandante supremo de las fuerzas que más tarde conquistaron España bajo la dirección de Tariq. Serina, otro converso, es el padre del erudito Ibn Serina que se convirtió en uno de los teólogos musulmanes más célebres.

Los musulmanes bajo el mando de Jalid derrotaron la fuerza auxiliar sasánida, que incluía un gran número de árabes no musulmanes que rompieron los pactos anteriores con los musulmanes.

Jalid recibió una llamada de ayuda desde el norte de Arabia en Daumat-ul-Jandal, donde otro general musulmán árabe, Ayaz bin Ghanam, había quedado atrapado entre las tribus rebeldes. Jalid fue a Daumat-ul-jandal y derrotó a los rebeldes en la batalla de Daumat-ul-jandal en la última semana de agosto del 633.

En septiembre del 633, Jalid regresó y llegó a un acuerdo con Erbil, que también se  unió al Estado Islámico en las mismas condiciones.

Batalla de Zumail (noviembre del 633)

El segundo ejército, que estaba al mando del general Bahman, había organizado las fuerzas restantes persas, compuesto en parte de los supervivientes de la batalla de Ullais, en parte de los veteranos procedentes de las guarniciones de otras partes del Imperio Sasánida, y en parte de los nuevos reclutas. Este ejército no estaba listo para la batalla. Bahman decidió no comprometer este ejército en batalla hasta que su fuerza hubiera sido reforzada por las fuerzas de árabes cristianos que permanecieron leales al Imperio. Los árabes cristianos respondieron voluntariamente y con entusiasmo a las insinuaciones de la corte persa. Aparte de la derrota en Ain-ul-Tamr, los árabes indignados de esta área también buscaron venganza por la muerte de su gran jefe, Aqqa. Estaban ansiosos, también, para recuperar las tierras que habían perdido a manos musulmanas, y para liberar a los camaradas que habían sido capturados por los invasores. Un gran número de clanes comenzaron a prepararse para la guerra.

Bahman dividió las fuerzas persas en dos ejércitos de campaña y desde Ctesifonte envió uno, bajo Ruzbeh, se trasladó a Husaid, y el otro, bajo Zarmahr, se trasladó a Khanafis. Por el momento estos dos ejércitos se encontraban en zonas separadas para facilitar el movimiento y la administración, pero no podían proceder más allá de estos lugares hasta que los árabes cristianos estuviesen listos para la batalla. Bahman planeaba concentrar todo el ejército imperial para rechazar cualquier ataque musulmán o marchar hacia el sur para combatir a los musulmanes en Hira.

Pero los árabes cristianos aún no estaban listos. Ellos se estaban formando en dos grupos: el primero, bajo un jefe llamado Huzail bin Imran, que se estaba concentrando en Muzayyah; el segundo, bajo el jefe de Rabi’a bin Bujair, estaba reuniendo en dos lugares cercanos, uno en Saniyy y otro en Zumail. Estos dos grupos, cuando estuviesen listos, se uniría a los persas y formarían un ejército grande y poderoso.

La situación podría alcanzar proporciones peligrosas, pero solamente si las cuatro fuerzas imperiales conseguían unirse y tomar la acción ofensiva contra Hira. Jalid decidió luchar y destruir cada fuerza imperial por separado. Con esta estrategia en mente, dividió la guarnición musulmana de Hira en dos cuerpos, uno bajo el mando de  Qaqa y el otro bajo el mando de  Abu Laila. Los envió a la ciudad de Ain-ul-Tamr, donde se uniría a ellos un poco más tarde, después de que las tropas que habían luchado en Daumat-ul-Yandal hubiesen descansado.

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Catafracto sasánida contra árabes siglo VII. Un guerrero árabe y su esclavo habachi (abisinio) luchan contra un catafracto persa en el desierto de Mesopotamia. Autor Angus McBride

Unos días más tarde, todo el ejército musulmán se concentró en ut-Ain-ul-Tamr, excepto por una pequeña guarnición bajo el mando de  Ayadh bin Ghanam para proteger  Hira. El ejército entonces se organizó en tres cuerpos de cerca de 5.000 hombres cada uno, uno de los cuales se mantuvo en reserva. Jalid envió Qaqa a Husaid y Abu Laila a Khanafis con órdenes de destruir a los ejércitos persas en esos lugares. La intención de Jalid para combatir ambos ejércitos rápida y simultáneamente para que no pudiesen ayudarse mutuamente. Pero no se pudo cumplir, la marcha a Khanafis era más larga que a Husaid, y Abu Laila no pudo mover sus fuerzas con la velocidad suficiente para compensar esta diferencia. Mientras tanto, Jalid se quedó con su cuerpo de reserva en Ain-ut-Tamr para evitar cualquier movimiento ofensivo de Saniyy y Zumail hacia Hira.

Qaqa derrotó al ejército persa en Husaid, el ejército restante se retiró a Khanafis, donde cuando el comandante del ejército en Khanafis se enteró de la victoria de los musulmanes en Husaid retirando sus fuerzas a Muzayyah, uniéndose a los árabes cristianos.

El objetivo principal de Jalid era Muzayyah; Saniyy y Zumial que eran objetivos secundarios  y que podrían abordarse más adelante sin dificultad.

En Muzayyah, el ejército persa  fue derrotado en la batalla de Muzayyah más tarde se hizo lo mismo con el ejército en Saniyy.

Después de dos o tres noches de la batalla de Saniyy, los tres cuerpos de Jalid alcanzaron Zumail por la noche y atacaron a las fuerzas árabes cristianas desde tres ejes diferentes como estaba previsto antes. Las fuerzas árabes cristianas mandadas por Rabi’a ibn Bujair no pudieron resistir el ataque sorpresa musulmán y pronto se dispersaron, pero no pudieron escapar del campo de batalla y fueron exterminados.

Batalla de Firaz, (diciembre del 633)

Estas devastadoras derrotas terminaron con el control persa en Irak, que dejaron la capital persa de Ctesifonte desprotegida y vulnerable para ser atacada por los musulmanes. Antes de atacar la capital persa, Jalid decidió eliminar todas las fuerzas persas desde el sur y el oeste, en consecuencia marchó contra la ciudad fronteriza de Firaz, llegando allí en la primera semana de diciembre 633. Firaz era la frontera entre los imperios de Persia y Bizancio, y las guarniciones de los persas, así como los bizantinos, estaban acantonados allí. A la vista de los musulmanes, la guarnición bizantina decidió acudir en ayuda de la guarnición persa. Las fuerzas unidas de los persas, los bizantinos, y árabes auxiliares  cristianos, eran muy superiores a los  musulmanes (se desconoce el número de efectivos, fuentes árabes hablan de 100.000 a 150.000, esto es una exageración, posiblemente fueran unos 50.000).

Jalid contaba con unas fuerzas de 15.000 y como siempre puso el desierto a su espalda, dio al enemigo la opción de cruzar el Éufrates. Tan pronto como el enemigo cruzó el río, fuerzas musulmanas atacaron, como siempre fijó con la infantería el centro y atacó por las alas con su caballería. Con un movimiento relámpago, la caballería musulmana se precipitó hacia el puente sobre el río, y logró ocuparlo. El enemigo fue cogido en un  movimiento en pinza, con la retaguardia cortada. Las fuerzas aliadas estaban rodeadas y se lanzaron para salvarse, mientras que las fuerzas musulmanas disparaban flechas a los soldados en retirada. Fue una batalla sangrienta, casi todo el ejército aliado cayó sobre el campo de batalla.

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Despliegue de la caballería árabe en las alas, o bien como reserva, manteniendo la infantería en el centro que aguantaba las repetidas cargas adversarias, cuando estaban debilitados, la caballería iniciaba la carga.

Tras la batalla cayó Firaz, que era el último bastión persa en la frontera, y decidió avanzar contra la capital Ctesifonte. Mientras que Jalid estaba en camino para atacar Qadissiyah, una fortaleza clave para la conquista de Ctesifonte, a principios del 634 Abu Bakr ordenó a Jalid ir a Siria con la mitad de su ejército para invadir el Imperio bizantino.

Batalla del Puente o de Al Jisr (634)

Al-Mutana quedó como sucesor de Jalid, con sus escasas fuerzas tuvo que conformarse con hostigar la frontera y mantener sujetas a las tribus árabes cristianas de la región que Jalid había sometido. Los persas, bajo su nuevo sahanshah Yazdgerd III, se reagruparon, concentraron nuevos ejércitos y derrotaron a los musulmanes de al-Mutana y comenzaron a recuperar Irak.

Cuando el nuevo califa Omar subió al trono de Medina, a fineles de agosto del 634, decidió tomar cartas en el asunto y, tras reclutar con grandes esfuerzos, un ejército de unos 5.000 guerreros de entre las tribus de la región de Medina, muchos de ellos antiguos judíos. Lo envió hacia Meopotamia bajo el mando de Abu Ubaid, quien debía hacerse cargo de los hombres mandados por al-Mutana. Abu Ubayd llegó a la frontera persa a fines del 634 y, tras reunirse allí con los árabes del lugar (en su mayoría tribus cristianas) logró reunir bajo su estandarte a unos 10.000 hombres. Con ellos avanzó hacia el Éufrates buscando el enfrentamiento con los sasánidas.

El ejército persa se hallaba situado no lejos de Hira, cuyo control probablemente acababa de recuperar, y al ver cómo se acercaban los guerreros del califa Omar, se alineó tras de un profundo canal de irrigación. Estaba al mando del spahbad Rustam, el general de confianza de Yezdiguerd III, que llevaba con él el estandarte real, el drafsh-e-kaviani. Contaba no solamente con un fuerte contingente de caballería pesada o savaran, sino también de arqueros de línea y de infantería pesada. Llevaba consigo, además, un fuerte grupo de elefantes de guerra que resultarían decisivos en la lucha.

Ambos ejércitos se encontraron en Murawa en el río Éufrates, cerca de la actual Kufa. Las dos fuerzas desplegaron en las orillas opuestas de un canal de regadío, con un puente en medio.

Según la tradición hubo su duelo, un campeón persa apodado el “Camello” y de nombre Shahryar, desafió a los árabes a un duelo en un combate singular. Le llamaban el Camello bien por su tamaño o por haber tenido un labio inferior protuberante, que le hiciera parecer a un camello.

Este campeón persa tuvo al campeón árabe a su merced, y estaba a punto de inmovilizarlo en el suelo; cuando el campeón árabe, al darse cuenta de que solo podía derrotar al persa con argucias, estaba a punto de inmovilizarle en el suelo, cuando el árabe mordió el pulgar del persa con tanta fuerza que lo aplastó entre sus dientes. Cuando el persa momentáneamente se retiró por el dolor, y el árabe aprovechó para apuñalarlo, matándole.

Después empezó el ataque general, Abu Ubaid tomó la iniciativa, y cruzó el río por el puente, por eso se la conoce como la batalla del Puente. Parece ser que desplegó de la forma tradicional, la infantería en el centro y la caballería en las alas, el número de efectivos se desconoce, pero se puede estimar en unos 10.000, los persas tenían un ejército mayor de unos 20.000.

Los persas esperaban el choque y no se movieron, Abu Ubaid interpretó mal la inmovilidad de las tropas persas, creyendo que se debía al miedo y no a una táctica militar para encerrar a los árabes entre sus líneas y el ancho canal, así que les dejó cruzó cruzar sin problemas.

Los arqueros persas comenzaron a lanzar andanadas de flechas que segaron las filas de los jinetes árabes, y les obligaron a suspender su carga y a cargar con la infantería por delante. Rustam, el spahbad persa, dio la orden a sus elefantes de guerra de cargar y aplastarlos.

Abu Ubayd lanzó la caballería contra los formidables paquidermos, pero el olor de los elefantes en el ejército persa espantó a caballos de los árabes que no estaban acostumbrados, huyendo en desbandada. Con las alas desbaratadas, la infantería árabe que era inferior en número fueron derrotados, los árabes comenzaron a huir hacia el puente. Fue entonces cuando uno de sus guerreros, adelantándose a los fugitivos, cortó el puente y les arengó infructuosamente para que volvieran y continuaran la lucha. Solamente unos pocos centenares de hombres, entre los que se hallaba Mutana, lograron escapar. Las fuentes coinciden en que, por cualquier razón, Rustan no persiguió a los fugitivos.

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Batalla del Puente o del Al-Jisr en el 634, los elefantes sasánidas desbaratan la caballería árabe.

Después de la batalla recuperaron todo Irak, expulsando de nuevo a los árabes.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2015-02-08. Última modificacion 2022-06-19.
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