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Antecedentes
Tras la batalla de Cannas, en Roma cundió el pánico, pero en medio de tanta desgracia, el Senado dio un ejemplo de serenidad, nombró de nuevo un dictador por 6 meses en este caso fue Marco Junio Pera auxiliado por el jefe de caballería Tiberio Sempronio Graco. Liberaron a 6.000 criminales para enrolarlos en las nuevas legiones que se estaban formando apresuradamente, y también se liberaron esclavos que se apuntaran a las legiones.
Disponían de un ejército de 20.000 hombres en la Galia Ciasalpina, que estaba comprometido con el levantamiento de los boyos y 2 legiones urbanas en Roma. Se crearon 2 legiones con los restos de Cannas en Canisium, 2 legiones con Marcelo en Ostia, 2 legiones con los esclavos y 2 legiones de ciudadanos reclutadas inmediatamente, en total 8 legiones. Fueron enviadas inmediatamente a Etruria para asegurar la lealtad de la región, y a Campania para evitar que el enemigo accediese al Lacio y a Apulia, reclutando una fuerza mayor que la de Aníbal.
Mantuvo cierta actividad en el sur de la península, para obligar a Aníbal a dividir su ejército, pero sabiendo que su objetivo prioritario era recuperar Campania. Las tácticas de Fabio Máximo se convirtieron en doctrina oficial: nada de aventuras contra Aníbal, sólo ataques sin riesgos y hostigamientos y evitar a toda costa batallas en campo abierto. La caballería ligera alcanzó su máximo valor en ambos bandos para vigilar a las fuerzas adversarias y los caminos. El choque entre estas fuerzas fue muy común, produciéndose grandes pérdidas por ambos bandos.
216-215 Aníbal busca una salida al mar
Tras la batalla de Cannas se le abrieron a Aníbal las puertas del sur de Italia. Tras realizar una rápida marcha hacia el Brucio, en donde recibió la alianza de muchas ciudades y sometió otras, se dirigió hacia el Samnio, donde los hirpinos le ofrecieron la alianza y le entregaron la ciudad de Compsa. Dejó a Magón a cargo de someter la región, y Aníbal se dirigió a la costa, con el firme propósito de apoderarse de un puerto, desde donde poder establecer sólidas líneas de comunicación con Cartago.
Los cartagineses llegaron hasta las murallas de Neapolis (Nápoles) saqueando la zona, sorprendiendo a un escuadrón de caballería enemiga, haciéndole caer en una emboscada, preparada por el general cartaginés. Con el ejército plantado ante Neapolis y renunciando al asalto de una ciudad tan amurallada; Aníbal se retiró hacia Capua en donde se le presentaba la oportunidad un tratado de alianza con la gran ciudad, pues era la segunda ciudad más importante, así como con otras ciudades menores que dependían de ella.
Magón Barca fue enviado a Cartago con las noticias de los recientes éxitos y con la petición de refuerzos.
Primera Batalla de Nola (216 AC)
Aníbal después de tomar posesión de Capua, sondeó desde allí las posibilidades de que por traición se le pudiera entregar Neapolis. Fracasó en esa ocasión, dirigió sus miras hacia la ciudad de Nola, en la que el senado de Nola apoyado por los aristócratas era favorable a mantener la alianza con Roma, pero el pueblo era favorable al comandante cartaginés.
El cartaginés partió hacia Nola, pero no lo suficientemente deprisa para hacerse con la situación, pues el pretor Marco Claudio Marcelo, que estaba en Casilino, había sido informado por el senado de Nola de la difícil situación y partió enseguida atravesando montañas, evitando acercarse a Capua o las llanuras. Cuando Aníbal llegó y vio que la ciudad estaba guarnecida, volvió a dirigir sus pasos hacia Neapolis de nuevo, con la vana esperanza de conquistar un puerto. Cuando se enteró de que la ciudad había sido ocupada por el prefecto romano Marco Junio Silano, se dirigió hacia Nuceria, donde tras un prolongado asedio tomo la ciudad por hambre, después la saqueo y la destruyó. Después volvió a Nola.
Desplegó en orden de batalla frente a la ciudad ofreciendo a los romanos la oportunidad de medirse en batalla campal. Macelo mantuvo a sus tropas preparadas en formación dentro de las murallas, dividió su ejército en tres partes, cada una frente a una de las puertas de la ciudad, con su mejor legión y su caballería frente a la puerta central.
Aníbal viendo que no salían, consideró el asalto de la ciudad y mientras rompía su formación mandando a unos al campamento a preparar el tren de asedio y otros que se acerquen a las murallas para preparar la acometida; fueron sorprendidos por la repentina salida de las legiones que por las puertas de la ciudad que atacaron a la carrera a las desordenadas filas cartaginesas, el ataque, ayudado por la confusión reinante, desbarató y provocó la retirada y el pánico entre el ejército púnico.
Este combate menor, en el que perecieron 2.500 cartagineses y aliados y 500 romanos, aunque no tenía ninguna importancia táctica o estratégica, sí la tuvo moralmente, ya que era la primera victoria romana en Italia.
Tras la derrota y fuga del enemigo, Marcelo se dispuso a cortar de raíz el movimiento popular y tras un juicio sumarísimo se hizo decapitar a 70 ciudadanos responsables. Una vez pacificada la ciudad, Marcelo partió de Nola estableciendo su campamento en las colinas de Suessula.
Aníbal, mientras tanto, dado que seguía disponiendo de la iniciativa, asedió, tomó y destruyo Acerra; y cuando recibió la noticia que el ejército del dictador romano se dirigía a Casilino, tomo la resolución de acudir allí y capturar la ciudad, pues no podía permitir que los romanos se estableciesen tan cerca de Capua, donde quizás podrían producirse conatos de rebelión.
Terminó el año 216 con Aníbal acuartelado en Capua y con parte de su ejercito asediando la pequeña ciudad de Casílino.
Asedio de Casilino (215 AC)
En el 215 AC, Aníbal había conseguido reclutar 14.000 campanos y 15.000 brucios, con lo que sus fuerzas alcanzarían los 60.000 efectivos. Dividió sus fuerzas en un ejército bajo mando de Himilcón que operaba en el Brucio contra las ciudades griegas de la Magna Grecia, probablemente en conjunto con efectivos brucios, y el ejército principal de Aníbal que se encuentra en Campania tras haber invernado en Capua. Existía un tercer contingente bajo mando de Hannón operando en Lucania.
Los romanos por su parte, disponían de 2 ejércitos consulares de 4 legiones cada uno con unos 20.000 efectivos, uno estaba mandado por Tiberio Sempronio Graco que se encuentra acampado junto al Volturno aguas arriba de Casilino; el otro mandado Lucio Postumio Albino en Lucería (Apulia). Había otros 3 ejércitos de 2 legiones con 10.000 cada uno, uno mandado por Levino que se estacionó en Tarento y Brindisi, otro mandado por Varrón en Piceno, y las 2 legiones urbanas en Roma.
Albino ha sido emboscado por los Boyos en la Galia. Al parecer marchaba a través de un bosque, donde los galos habían establecido una emboscada, habían aserrado un gran número de árboles, de manera que caerían sobre los romanos, 25.000 hombres fueron atrapados en esa trampa, y fueron aniquilados, bien aplastados o bien muertos por los galos. Debido a la falta de efectivos, se decidió que ese año no habría ningún ejército romano en la Galia que lo sustituyera, aunque se mantuvieron las ciudades de Cremona y Plasencia.
El asedio de Casilino que se prolongaba indefinidamente por la tenaz y suicida resolución de los defensores. Aníbal finalmente ofreció a los casilinos un pacto por el cual y a cambio de un rescate por persona, podrían salir de la ciudad y regresar. Los sitiados se encontraban ya sin alimentos y al borde de la inanición y aceptaron por fin las benignas condiciones del cartaginés y con las debidas garantías se entregaron a los enemigos. La ciudad fue guarnecida con 700 soldados de los del ejército púnico y devuelta así a los campanos. Aníbal se retiró entonces a su campamento en los montes Tifata, sobre Capua.
Batalla de Hamae y Cumas (215 AC)
Los capuanos aliados de Aníbal trataron de sumar a la rebelión a los habitantes de Cumas, pero al no lograrlo, decidieron tenderles una trampa. Citaron al senado cumano en la ciudad de Hamae donde iba a tener lugar una celebración religiosa. Previendo la jugada, los notables cumanos avisaron a Graco sobre los acontecimientos. Éste, partió desde Sinuesa, cruzó el Volturno y acampó en Literno, ordenando acopiar víveres en Cumas.
Los campanos por su parte estaban acampados junto a Hamae con un ejército de 14.000 hombres al mando de su jefe Mario Alfio (Medix Tuticus o primer magistrado de Capua). Esa misma noche el cónsul romano Graco ordenó el asalto al campamento enemigo consiguiendo tomarlo dando muerte a 2.000 hombres incluido su jefe, tras lo cual se dirigió a Cumas previendo la reacción de Aníbal que está en la muy cercana Capua.
Desde su campamento en el monte Tifate, el general cartaginés partió hacia Hamae pensando en sorprender a los romanos, pero enterado de que se habían marchado a Cumas y debido a su falta de tren de asedio, retornó a su campamento del monte Tifate a recogerlo. Cumas era un puerto marítimo y por tanto objetivo prioritario para Aníbal que de ese modo podría tener una vía de entrada de refuerzos. Mientras el ejército de Fabio se encuentra en Cales, en el Ager Falernus, sin cruzar el Volturno, con el cónsul aún en Roma realizando ritos religiosos.
Aníbal preparó una torre de asedio mientras Graco ordenó elevar las murallas de la ciudad.
Los cartagineses acercaron y adosaron la torre de asedio púnica al muro. La torre resultó incendiada por los defensores, y cuando sus ocupantes tuvieron que abandonarla. Graco ordenó una salida en tromba de sus hombres por dos puertas de la ciudad que puso en fuga a los atacantes, causándoles bajas significativas de unos 1.400 hombres, empujándoles hasta su campamento, y ordenando un rápido repliegue para evitar un contraataque.
Aníbal sacó al día siguiente a su ejército ofreciendo batalla, pensando que envalentonado por su éxito el cónsul la aceptaría, pero Graco prudentemente permaneció dentro de las murallas de Cumas. Finalmente Aníbal cansado de esperar, retornó al monte Tifate.
Una vez levantado el asedio, el cónsul romano se dirigió desde Cumas a Grumentum en Lucania, donde se enfrentó a las tropas cartaginesas mandadas por Hannón que se encontraban en la zona, posiblemente para unirse a Aníbal. Le causó 2.000 muertos frente a 280 propios, obligándole a retornar al Brucio. Graco volvió a Cumas después de la batalla, de regreso conquisto a los hirpini las plazas de Vercelio, Vescelio y Sicilino (todas ellas de desconocida ubicación) haciendo 5.000 prisioneros locales.
Conquista de los puertos de Locri y Crotona (215 AC)
En el 216 AC Aníbal se dirigió la región de Brutio en el sur de Italia, donde muchas ciudades se sometieron y otras estuvieron a la expectativa, la ciudad de Petelia, fiel aliada de Roma se resistió. Aníbal procedió pues al asedio de la ciudad, al principio se asaltaron sus murallas, pero fue en vano, la maquinaria que se acercaba, torres y demás artefactos, eran incendiados por los defensores. Durante un tiempo se combatió de esta manera, pero al final y en vista de que era muy costoso, se cambió de estrategia y se intentó rendirla por hambre. Tras rodear la ciudad con una empalizada, Aníbal puso al mando del asedio a su sobrino Hannón junto con los auxiliares brutios y alguna fuerza cartaginesa y él se retiró hacia el norte, rumbo al Samnio.
El cerco de Petelia se alargó por un periodo de ocho meses, durante los cuales, los petelios consumieron todos los alimentos corrientes, después expulsaron de la ciudad a los no combatientes a fin de economizar alimentos, muriendo todos estos a manos de los enemigos. Finalmente combatieron hasta la muerte, hasta que finalmente se derrumbaron y abrieron las puertas al ejército enemigo, no obstante, 800 hombres lograron escapar.
Tras la caída de Petelia en manos de Himilcón, los cartagineses prosiguieron la conquista de las ciudades de la zona; que veían que los romanos no podían hacer nada por ellas. No tardó en caer Cosentia, y tras ella Crotona, aunque esta sin la intervención púnica, tan solo a manos de los brutios. Crotona era una ciudad prácticamente despoblada, con tan solo unos 2.000 vecinos, que no pudieron defender todo el perímetro de tan amplia como desierta ciudad, solo la ciudadela prestó refugio a los que pudieron introducirse en ella, y resistieron durante algún tiempo.
Locri era una poderosa ciudad y puerto del sur de la región, también cayó gracias a las discordias internas. De toda la zona, tan solo la ciudad de Regio (en el estrecho de Mesina) permaneció en la alianza con Roma, principalmente porque existía en ella una poderosa guarnición romana y porque era una ciudad estratégicamente muy importante y los romanos no podían permitirse su perdida.
En el verano del 215 AC, consiguieron llegar a Locri importantes refuerzos procedentes de Cartago, pudiendo desembarcar 6.000 infantes, 4.000 númidas y 20 elefantes al mando de Bomílcar, fuerzas a todas luces insuficientes, esta sería la única vez que recibiría refuerzos de Cartago. Hannón debía ponerse en marcha para ir junto a Aníbal, que le reclamaba con sus fuerzas, pues necesitaba todos sus efectivos para la campaña de ese año en Campania.
A la llegada del otoño/invierno fue devuelto Hannón y su ejército al Brutio, en donde invernaron y esperaron el inicio del nuevo año.
Segunda Batalla de Nola (215 AC)
En Campania, Marcelo tras ser relevado en Suésula por Fabio, llegó a Nola desde donde ese verano comenzó a hacer salidas de saqueo sobre el samnio caudino y los hirpinos. Aníbal azuzado por sus aliados, se vio obligado a acercarse para tratar de tomar la ciudad y privarle de la base de operaciones para dichos saqueos.
Marcelo se aprestó entonces a defenderla del ataque de Aníbal. El general cartaginés llamó a Hannón para que acudiese desde el Brucio con los refuerzos recién llegados mientras Bomílcar permaneció allí sustituyéndole.
Aníbal primeramente propuso al senado de la ciudad abrir las puertas a cambio de no tomar la ciudad por la fuerza. Al ser rechazada su propuesta rodeó la ciudad preparándose para un ataque general.
Aníbal rodeó completamente la ciudad, Claudio Marcelo realizó una serie de salidas provocando escaramuzas. Al tercer día, viendo Marcelo que una parte de los cartagineses ha salido a forrajear, sacó a sus tropas presentando batalla y marchando hacia el campamento cartaginés. Aníbal mandó a llamar a los que estaban forrajeando mientras el resto de su ejército salió a dar batalla.
Voluntarios nolanos permanecían en la ciudad a la espera de una señal de Marcelo. Tras un feroz combate, los cartagineses fueron empujados hacia su campamento y optaron por replegarse. Claudio Marcelo desistió de perseguirlos y regresó a la seguridad de las murallas. Livio habla de 5.000 bajas púnicas frente a 1.000 romanas, además de la captura de otros 600 hombres y 2 elefantes. Otros 4 paquidermos murieron en la batalla.
Al día siguiente recogieron y quemaron los cadáveres del campo de batalla. Al tercero se produjo la deserción de 1.272 jinetes númidas e hispanos. Entonces Aníbal ordenó a Hannón retornar al Brucio con sus hombres mientras él partió hacia Arpi en Apulia para invernar.
Recuperación de Campania (214-211 AC)
En el 214 AC resultaron elegidos cónsules Fabio Máximo nuevamente y Marco Claudio Marcelo, quedando las fuerzas romanas distribuidas de la siguiente forma:
- Roma 2 legiones urbanas bajo el mando de Fulvio Falco.
- Campania 4 legiones del ejército consular bajo el mando de Fabio Máximo.
- Campania 4 legiones del ejército consular bajo el mando de Marco Claudio Marcelo.
- Apulia 2 legiones nuevas bajo el mando del hijo de Fabio, Quinto Fabio.
- Galia Cisalpina 2 legiones nuevas bajo el mando de Marco Pomponio.
- Sammnio 2 legiones de esclavos bajo el mando de Sempronio Graco.
- Piceno 1 legión bajo el mando de Varrón.
- Brindisi 1 legión bajo el mando de Valerio.
(A parte había 4 legiones en Sicilia, 1 en Córcega y 2 en Hispania)
Tercera Batalla de Nola 214 AC
Aníbal recibió aviso de los habitantes de Capua de que los romanos estaban realizando un reclutamiento masivo. Aníbal se movió desde Arpi en Apulia hacia Campania.
Fabio Máximo que había invernado en Suésula comenzó a seguirlo en cuanto llegó a territorio campano y ordenó a Sempronio Graco que desde Luceria se trasladase con sus tropas a Beneventum, en el Samnio, para apoyarle. El hueco dejado en Luceria por Graco fue ocupado por el hijo de Fabio, Quinto Fabio, quien se dirigió hacia esa localidad del norte de Apulia.
Aníbal volvió a establecer su campamento en el monte Tifata, cerca de Capua. Luego, tras dejar allí a sus mejores tropas (la caballería númida e hispana) para que guarneciesen el mismo y protegiesen además a la ciudad aliada; comenzó el saqueo de la campiña entre Cumas y el promontorio de Misenum. Tras unos días de saqueo realizó un cambio de dirección inesperado hacia el puerto de Puzzuoli, con el fin de apoderarse de él por sorpresa. La fuerte guarnición romana de 6.000 efectivos lo rechazó y al tercer día el cartaginés se marchó hacia Neápolis para seguir sus saqueos.
Estando allí recibió una nueva comisión de la ciudad de Nola, que le ofrecían la entrega de la ciudad por tercera vez. Avisado Marcelo de esto, se dirigió con un contingente de 6.000 hombres y 300 jinetes desde Cales a Suésula y de allí a Nola. Aníbal que había visto sus dos intentonas anteriores fracasadas, acudió sin mucha fe a la ciudad campana a realizar el tercer intento. Fabio aprovechó esta circunstancia para iniciar el asedio de Casilino.
Mientras en Nola, Marcelo recibió refuerzos llevados por su lugarteniente Marco Pomponio desde Suésula.
Antes de salir a presentar batalla, preparó una estratagema consistente en que su caballería bajo mando de Cayo Claudio Nerón, saliese furtivamente de noche de la ciudad para seguir al ejército cartaginés; de modo que al día siguiente y una vez que comenzase la batalla, se presentase por retaguardia y sorprendiera a los púnicos.
Tal y como tenía previsto Marcelo formó sus tropas que eran 4 legiones (20 infantes y 2.400 jinetes) y Aníbal cuyos efectivos se desconocen, aceptó el envite.
La infantería romana consiguió presionar y hacer que los cartagineses retrocediesen hacia su campamento. Marcelo al parecer contaba con la aparición de Nerón con su caballería, pero éste se había perdido y cuando llegó cuando la batalla había concluido.
El combate finalizó con el ejército de Aníbal replegando a su campamento y Marcelo retornando a la ciudad. Livio da la cifra 2.000 muertos púnicos y 400 romanos. Al día siguiente Marcelo volvió a presentar batalla, pero Aníbal no la aceptó y a la noche del tercer día optó por levantar el campamento, dado que se estaban reuniendo 7 legiones y se había enterado de la derrota de Hannón. Se dirigió hacia Tarento, pues, algunos tarentinos le han hecho saber que si se acerca a la ciudad, ésta podría caer en sus manos mediante la traición.
De camino a Tarento arrasó con cuanta campiña encontró a su paso excepto la del propio Tarento, a quien quería ganarse. Pero tres días antes de su llegada el jefe de la guarnición de la ciudad, Marco Livio, preparó las defensas poniendo guardias en muros y puertas, lo que evitó cualquier sorpresa. Viendo la imposibilidad de tomarla, el general púnico marchó hacia Salapia en la costa norte de Apulia, no sin recoger grano en la costa de Lucania (Heraclea y Metaponto, ambas aún bajo control romano) y caballos salvajes entre el Salentino y Apulia.
Primera Batalla de Beneventum (214 AC)
Aníbal desea contar con el apoyo de su segundo ejército en la zona y ordenó a Hannón que desde el Brucio se dirigiese a Beneventum en el Samnio, ciudad hacia donde también marchaba Tiberio Sempronio Graco y su ejército de esclavos.
Hannón llegó a Benaventum y acampo en la margen izquierda del río Calor a 1,5 km de la ciudad. Graco al llegar, acampó a 1 km del campamento de Hannón, cerrándole el paso a la ciudad. Al día siguiente el general romano sacó a sus hombres para ofrecer batalla, disponía de un ejército de 18.000 efectivos la mayoría esclavos voluntarios y presos. Hannón aceptó el envite y desplegó su ejército formado por 17.000 infantes brucios y lucanos y 1.200 jinetes númidas y mauris.
Las tropas romanas tremendamente motivadas por la promesa de su general de manumitirlos si ganaban, consiguieron tras cuatro horas de resultado incierto, hacer que los cartagineses flaquearan y huyesen a su campamento. Los romanos prisioneros que se encontraban en el campamento se hicieron con armas y atacaron la retaguardia del ejército de Hannón, el triunfo romano fue completo e hicieron una masacre, impidiéndoles la fuga. Solo unos 2.000 hombres, en su mayor parte caballería consiguieron huir, sufriendo 16.000 bajas frente a 4.000 romanas.
Graco fue recibido en la ciudad con los brazos abiertos, y despues se dirigió a Lucania para impedir que Hannón levantase otro ejército.
Conquista romana de Casilino (214 AC)
Las fuerzas romanas se concentraron en la toma de Casilino, en donde una guarnición de 2.000 campanos y 700 soldados de Aníbal mantenían a raya a los romanos.
Marcelo al mando de su ejército llegó a Casílino en donde se unió a las fuerzas de Fabio Máximo que previamente había unido sus fuerzas con el ejército de Graco, reclamado por Fabio. La desproporcionada acumulación de fuerzas no proporcionó al romano ninguna ventaja adicional en el ataque a Casílino, fracasando en los sucesivos asaltos a sus murallas y sufriendo por ello numerosas bajas hasta el punto, de que Fabio estuvo a punto de abandonar el asedio.
Finalmente los campanos, solicitaron de Fabio un acuerdo por el que se les permitiese retirarse a Capua sanos y salvos. Cuando llegaron al acuerdo y salían ya por una de las puertas de la ciudad, Marcelo lanzó sus hombres contra los que salían consiguiendo tomar de esta manera la puerta abierta desde la que poco después se hicieron con el resto de la ciudad. La matanza fue generalizada y tan solo se pudieron salvarse los primeros campanos que salieron de la ciudad y pudieron llegar junto a Fabio, unos 50, que según lo acordado fueron escoltados hasta Capua. Finalmente el resto de los supervivientes capturados en Casílino fueron enviados a Roma y la población dispersada.
Entonces, Fabio Máximo y Marcelo se repartieron los papeles. Mientras Marcelo vigilaba Capua desde Nola (aunque, no obstante, no pudo desarrollar ninguna operación de envergadura al caer enfermo), Fabio Máximo se dedicaba a reconquistar las tierras de los samnitas que hacen frontera con Campania y en donde Aníbal encontraba un eficaz apoyo.
Conquista de Tarento (213 AC)
Conquista romana de Arpi (213 AC)
En el 213 AC, los nuevos cónsules eran el hijo de Fabio Máximo, Quinto Fabio como cónsul patricio y Tiberio Sempronio Graco como cónsul plebeyo.
La campaña se inició con el asalto del cónsul Quinto Fabio hijo, a la ciudad de Arpi, en el norte de Apulia. Arpi era importante ciudad de la región, contaba con unos 8.000 hombres de guarnición, 5.000 de ellos del ejército de Aníbal. Fabio Máximo acampó frente a la ciudad y se acercó una noche lluviosa a sus murallas con una unidad mandada por los mejores centuriones del ejército y unos 600 soldados también de reconocida valía. Gracias a la noche y a la lluvia (los guardias a causa de ella habían abandonado sus puestos y se habían puesto a cubierto), pudieron subir con escalas por la muralla sin oposición, luego, como lo más difícil ya estaba hecho, el ejército romano en pleno irrumpió en la ciudad.
Comenzó un terrible combate por las calles, los cartagineses, que no se fiaban de las milicias locales, las mandaron por delante de sus fuerzas por lo que chocaron con los romanos los primeros. Después de combatir durante un tiempo entablaron los milicianos conversaciones con los romanos, poco después cambiaban de bando con la anuencia de las autoridades de Arpi y juntos cargaron contra los cartagineses. Esa una noche fue de pactos, pues entonces fueron los cartagineses quienes entablaron negociaciones con los romanos. 1.000 hispanos de la guarnición decidieron pasarse a los romanos si estos permitían al resto de la guarnición retirarse sin daño.
La propuesta fue aceptada por Fabio y de esta manera se hizo finalmente con esa importante ciudad de la región de Apulia. Todo ocurrió tan precipitadamente que Aníbal, que se encontraba en Salapia, no pudo reaccionar, acogiendo a las tropas que se retiraron de Arpi.
Victoria de Hannón contra Veyentano (213 AC)
En Lucania la situación aparentaba, estar en calma lo que lleva a Graco a que ordenase a uno de los prefectos aliados de su ejército, Tito Pomponio Veyentano, a comenzar campañas de saqueo en el vecino Brucio. Estas probablemente influyeron notablemente en que dos localidades de la zona, Cosentia y Thurii, retornasen a la disciplina romana, pese a estar bajo dominio cartaginés desde el 215 AC.
Pero poco le van a durar las alegrías a los romanos en ese frente, pues en el trascurso de las desmandadas salidas de saqueo de Veyentano en territorio brucio, fue sorprendido en una por el ejército de Hannón, el cual masacró a la mayoría de sus hombres haciéndole prisionero.
Conquista de Tarento (213 AC)
Un grupo de notables tarentinos ofreció la entrega de la ciudad a Aníbal, espoleados por una cruel venganza de los romanos que habían masacrado a los rehenes tarentinos que trataban de marcharse de Roma.
El ejército cartaginés se acercó a la ciudad, quedando acampado a unos tres días de marcha de la misma. Designó que un cuerpo de unos 10.000 hombres, entre los que se contaban unos 2.000 jinetes, para llevar a cabo la acción, en combinación con un traidor local, que facilitaría la toma de las puertas de acceso a la ciudad.
La noche elegida por Aníbal para el ataque, fue una en que había un banquete. En medio de la noche, el traidor abrió la puerta Tamenis (de Nápoles) y los soldados púnicos entraron sigilosamente y degollaron a los romanos, otro pequeño grupo hizo lo mismo en otra puerta. Dejó los 2.000 jinetes afuera, se dirigieron hacia la plaza del mercado, y dividió 2.000 galos de su fuerza en tres partes, cada una de ellas dirigida por un tarantino amigo. Cada grupo se dirigió a una parte diferente de la ciudad, con la orden de matar todos los soldados romanos, pero tratar a los ciudadanos con honor.
Despertados por el ruido, la guarnición romana se reunió, y al comprobar que la ciudad había sido capturada, se retiraron a toda prisa a la ciudadela, Marco Livio logró sobrevivir, pero el repliegue le costó muchas bajas.
Desde la ciudadela se enfrentaron a los cartagineses, fueron reforzados esa noche desde Metaponto por la guarnición romana de esa ciudad. Desde allí se permitieron acosar a los nuevos dueños de la ciudad, lo que provocó que Aníbal levantase una empalizada y un foso para defenderse de estas incursiones. Logró resistir con éxito debido a que recibía alimentos y apoyo por su puerto. Aníbal mandó sacar todos los barcos tarentinos a tierra y transportarles con ruedas para depositarles en el puerto exterior y bloquear el puerto.
Aníbal dejó al frente del bloqueo a Hannón, mientras él marchó a invernar a un lugar distante unos tres días de marcha de la zona, que probablemente se encuentra al sur-sureste de Canusio, en Apulia. La ciudadela se rendiría posteriormente en el 211 AC. Todas las polis (ciudades griegas) del sur de Italia, con la excepción de Regio pasaron bajo el control de Aníbal.
Conquista romana de Padua (212-211 AC)
Segunda Batalla de Beneventum (212 AC)
Los romanos decididos por fin a cargar todo el peso de las operaciones más que contra Aníbal, contra los campanos; mantuvieron a sus legiones operando, desde Bovianum, en el Samnio, y desde esta posición lanzaban ataques menores contra los territorios campanos. Por esta causa no se había podido hacer la siembra de las cosechas en los campos, razón por la cual el hambre hacía ya mella en los cuerpos de los ciudadanos de Capua y de las otras ciudades enemigas de los romanos.
Despacharon entonces los campanos unos embajadores al campamento de Aníbal, cerca de Tarento cuando estaba a punto de tomar la ciudad, para pedirle que les auxiliase en este difícil trance enviando deprisa suministros antes de que las operaciones romanas se extendiesen y los caminos quedasen definitivamente cortados por sus destacamentos.
Aníbal, siempre presto a atender a sus aliados, ordeno a Hannón, que controlaba el Brucio, que recogiera suministros propios y de los aliados lucanos y samnitas, y se dirigiese a entregarlos a los capuanos. Hannón, que no deseaba un enfrentamiento con los romanos, condujo a su ejército entre el territorio aliado y enemigo hasta las cercanías de Beneventum, consiguiendo evitar ser interceptado por los ejércitos adversarios.
Una vez allí mando llamar a los capuanos para que se llegasen a su campamento fortificado en donde les haría entrega del trigo. Los capuanos acudieron, pero con tal desidia y falta de medios (no más de 40 carruajes) que el general cartaginés se enojó y tras reprenderles les convocó para que otro día fijado se acercasen de nuevo y en serio, al campamento a recoger los suministros.
Este cambio de planes fue letal para los intereses púnicos, pues los espías romanos consiguieron comunicar estas nuevas a los cónsules romanos que se encontraban en las cercanías de Bovianum. Decidieron estos que uno de ellos, Fulvio, se haría cargo de las tropas y las conduciría rápidamente hasta Beneventum para atacarles.
El ejército romano llegó ya de noche a las murallas de Beneventum en donde recibió las nuevas de la actual situación. Los campanos habían por fin acudido en masa al campamento de Hannón, esta vez contaban unos 2.000 carromatos y muchos miles de ciudadanos que se encontraban entonces en el campamento púnico. Además, el general cartaginés se encontraba fuera, consiguiendo de los aliados más suministros para remitir a los campanos.
El ejército romano, tras dejar en la ciudad sus pertrechos, y tan solo con las enseñas y las armas partieron de inmediato contra el desprevenido enemigo que acampaba no lejos de allí. Poco antes del amanecer llegaron al lugar, en donde su repentina llegada provocó tal pánico que de haber estado el campamento cartaginés situado en la misma llanura hubiese sido tomado sin duda a la primera embestida.
Hannón había elegido el lugar apoyado por unas sólidas defensas naturales, una escarpada colina que terminaba ante la empalizada del campamento púnico. El primer ataque fue rechazado con facilidad por los defensores, los romanos insistieron, a costa de muchas bajas, llegando en varios puntos a tomar contacto con la empalizada, en donde siendo castigados estuvieron a punto de retirarse y abandonar el ataque. En esos momentos, una cohorte peligna, fue enardecida por su prefecto, Vibio Acao que lanzó la enseña de la unidad tras la empalizada enemiga, seguido por sus hombres consiguieron irrumpir a través de las defensas enemigas.
Por otro lado, el tribuno de la tercera legión, Valerio Flaco, tras echar en cara a sus hombres que permitiesen que fuesen unos aliados quienes tomasen el campamento enemigo, se lanzó entonces uno de sus centuriones sobre la empalizada enemiga. Seguido después por su manípulo y después por el resto de la legión, siendo por fin desarticuladas las defensas cartaginesas, y entrando a cuchillo en el campamento enemigo. Se contaron entonces 6.000 bajas enemigas, 7.000 fueron hechos prisioneros además de muchos miles de civiles campanos que se encontraban allí. Se consiguió gran botín, no solo los suministros preparados para los campanos sino todo lo que en sus correrías había saqueado Hannón a los aliados del pueblo romano.
Hannón se enteró del desastre en Cominiun, y se dirigió a Brucio con las fuerzas que le quedaban.
Aníbal que se encontraba con su caballería recorriendo el Samnio, al enterarse del desastre regresó de inmediato al Brucio. En cuanto a las autoridades de Capua, informadas también del serio descalabro; mandaron nuevos embajadores a la presencia de Aníbal anunciándole que los enemigos se encontraban ya instalados en Beneventum y a no mucho tardar atacarían su ciudad. Pedían al general cartaginés que acudiese sin tardanza a Campania a librarles de esta amenaza.
Aníbal, enfrascado entonces en la toma de Tarentum, prometió que acudiría y entre tanto les envió a dos de sus mejores oficiales con un contingente de 2.000 jinetes escogidos, para que mientras tanto, y con estas tropas, protegiesen sus campos de los incursores y saqueadores enemigos.
Inicio del cerco romano de Capua (212 AC)
Instalados en Beneventum, los dos cónsules romanos establecieron un nuevo plan de operaciones con el objetivo de concentrar todos sus fuerzas contra Capua. Decidieron mover sus campamentos más cerca de los campanos pero dejando atrás, en Beneventum una buena guarnición. A tal efecto, le fue encomendado a Tiberio Graco a que acudiese desde Lucania con su caballería y las tropas ligeras para guarnecer la ciudad, el destino quiso que Graco nunca llegase a su destino, cayó víctima de una emboscada de la caballería púnica y fue muerto por esta.
Los cónsules movieron sus campamentos en territorio enemigo, a la vista de las propias murallas de Capua, comenzando las incursiones por la zona. En una de las incursiones fueron sorprendidos por una repentina salida de la caballería ligera cartaginesa de Magón (no Barca), quienes atacaron a los romanos que se encontraban entonces desperdigados por la llanura, produciéndoles más de 1.500 bajas y los supervivientes huyeron hasta las propias líneas. Consiguiendo ganar de esta forma, la libertad de movimientos para su caballería y la aliada campana. Desde ese momento, los cónsules marchaban ya solo en sólidas formaciones por territorio enemigo intentando no dar pie al contraataque de la caballería enemiga que campaba a sus anchas por el territorio.
Por fin llegó Aníbal a la zona. Recibidas noticias en el campamento romano de la llegada del general cartaginés, los dos ejércitos consulares se dirigieron para detenerle a territorio de Beneventum. Allí se encontraron los dos ejércitos, y Aníbal no rechazo el envite. Lanzó a su caballería en masa para agobiar con el lanzamiento de proyectiles a las filas romanas, en las que produjeron numerosas bajas. Se retiraron tras la intervención de la caballería romana, eran los jinetes que venían de Lucania al mando del cuestor Cornelio (subalterno del fallecido Graco); que se había adelantado con su caballería y detrás venían las dos legiones, que se dirigían a Capua con el objetivo de unirse a los ejércitos consulares.
Comoquiera que ambos contendientes pensaron que esas tropas pertenecían al otro, tanto el ejército romano como el cartaginés se retiraron a sus campamentos fortificados. Era tal el estado de la moral del ejército romano que decidieron los cónsules, antes que combatir (tenían seguramente entonces 6 legiones más los aliados), retirarse y dividirse intentando alejarse de allí. Esa misma noche el cónsul Fulvio partió hacia el territorio de Cumae, y Claudio en dirección a Lucania.
A la mañana siguiente, informado Aníbal de la retirada romana, el cartaginés siguió los pasos del ejército de Apio Claudio, quien sin embargo, dando un rodeo, consiguió no solo despistar a sus perseguidores, sino que volvió sobre sus pasos a territorio campano, ante Capua. Aníbal, así despistado, entro en Lucania en donde frustrado, acampó.
Desastres romanos de Centennio y Herdonea (212 AC)
Poco tiempo antes de estos sucesos, uno de esos hechos de los que están jalonadas las guerras volvió a repetirse en ese momento para satisfacción del propio Aníbal. Un tal M. Centennio, un buen soldado ya retirado, se convenció y convenció a los senadores de Roma que con un cierto número de tropas podría, gracias a su conocimiento de la milicia y del territorio, enfrentarse con éxito a Aníbal en Lucania. En principio solicitaba solo 5.000 soldados, pero los convencidos senadores le entregaron 8.000, mitad romanos y mitad aliados, a estos se les sumaron numerosos voluntarios por el camino, llegando a casi duplicar la cifra.
Finalmente llegaron al enfrentamiento con Aníbal, sus tropas al principio se defendieron bien, quizás más por desesperación que por otra causa. Centennio al ver la irreversible situación en que se había metido, para no sobrevivir a la vergüenza se suicidó. Sus hombres que mientras tanto seguían manteniendo las líneas, al enterarse de su muerte se dispersaron en una inútil huida, ya que fueron prácticamente exterminados por la numerosa caballería púnica, hasta tal punto que parece que no sobrevivieron más de 1.000 de todo aquel ejército.
Los romanos sufrieron otro descalabro, la deserción de las dos legiones de esclavos voluntarios que tan bien y fielmente habían servido a los romanos. Estos hombres, poco tiempo después de la muerte de Graco perdieron las ganas de combatir y entonces desertaban en masa de las filas.
Aníbal instalado en Lucania seguía con atención lo que acontecía en Campania. Sin embargo, aunque desea entrar en acción contra los dos cónsules recibió noticias de que en Apulia el pretor Gneo Fulvio, tras un comienzo aceptable, llevaba entonces las operaciones con una mezcla de desidia e incompetencia e incluso se hablaba que la disciplina militar se encontraba bajo mínimos.
Aníbal, que no quiso dejar correr esta oportunidad, abandonó entonces a los campanos y rápidamente llego hasta la región de Apulia, cerca de Herdonea. A su llegada el campamento romano se alborotó, el general cartaginés se enteró esa noche por unos espías, que los soldados romanos andaban arrogantes exigiendo del general que se entablase batalla contra el enemigo. Así pues, esa misma noche despachó un contingente de 3.000 soldados de infantería ligera para emboscarse en unas haciendas de los alrededores y a Magón, que tras su paso por Campania se había unido de nuevo a él, con 2.000 jinetes que cubriera todas las posibles rutas de escape del campo de batalla. Hasta ese punto confiaba ya en la derrota romana, que el cartaginés envió parte de sus mejores tropas fuera de su despliegue de batalla a emboscarse hasta después de la misma.
Al día siguiente los dos ejércitos desplegaron para la batalla. Las tropas romanas desplegaron en una larga línea con muy poca profundidad precisamente en el centro. Sin embargo dió igual, a la primera embestida cartaginesa, los romanos cedieron y emprendieron la huida, el propio pretor, al ver lo que sucedía, picó espuelas seguido de unos 200 jinetes, escapando seguidamente del campo de batalla abandonando a sus tropas que fueron rápidamente rebasadas por los flancos y rodeadas. De los aproximadamente 18.000 hombres con que contaba el ejército romano se dice que solo escaparon unos 2.000, el campamento romano fue ocupado y saqueado.
El desánimo hizo de nuevo presa en Roma tras los dos desastres consecutivos en los que se habían perdido más de 30.000 hombres a manos del general cartaginés.
Estrechamiento romano del cerco de Capua (212 AC)
Los cónsules que operaban en Campania, y que gracias a que precisamente Aníbal se había mantenido alejado de la región, habían conseguido crear por fin un cerco coherente de las posiciones de Capua. Enviaron a Roma a dos legados para informar al senado, de que las operaciones se desarrollaban con incipiente éxito en la región. Que así mismo, tratarían de recoger a todos los supervivientes de los desastres precedentes, y que se redactaría un edicto por el cual se obligaría a los esclavos/soldados que volvieran a filas. En definitiva, hacer ver al senado que las operaciones seguían su curso y que debían mantener la calma pese a todos los descalabros acaecidos en tan corto espacio de tiempo.
En Puzzuoli se estableció una fuerte guarnición para vigilar la costa, y en la desembocadura del río Volturnus se construyo un fortín al que se dotó también de una numerosa guarnición con el mismo objetivo que el anterior; ambas posiciones recibieron seguidamente fuertes reservas de trigo para ser utilizadas durante la campaña como centros de distribución para el ejército.
Aislada así Capua del mar, los dos cónsules a concentrar sus fuerzas en el cerco de la ciudad. Se hizo venir también a Cneo Nerón desde Suessula de tal forma y manera que fueron tres los ejércitos, tres los puestos de mando, que se instalaron alrededor de la ciudad enemiga. Se decidió entonces emprender la construcción de una empalizada alrededor de Capua para aislarla de esta forma del exterior.
Así fue, pese a la resistencia de los campanos, que realizaban frecuentes salidas para interrumpir los trabajos de los romanos, la empalizada apoyada por fortines y seguramente torres y un profundo foso, fue terminada; aislando a la ciudad del exterior. No obstante, todavía tuvieron tiempo los capuanos para enviar correos en demanda de socorro a Aníbal.
Batalla de Capua (211 AC)
En el 211 AC, fueron elegidos nuevos cónsules Cneo Fulvio Centúmalo y Publio Sulpicio Galba. Contando el desglose de Tito Livio (XXVI,1) y una cita de Polibio, ese año el despliegue romano habría llegado a 27 legiones. Estas serían:
- Dos urbanas (reclutadas del año anterior 212 con muchas dificultades, al servicio del pretor urbano Cayo Calpurnio Pisón).
- Cuatro en Sicilia (dos al servicio del pretor Cayo Sulpicio -las desterradas de Cannas y Herdonea- y dos del ejército del procónsul Marcelo).
- Dos legiones «marinas» embarcadas en la flota de Sicilia (bajo mando de Tito Otacilio).
- Dos en Etruria (bajo mando de Marco Junio Silano que para formarlas tomó en 212 las dos urbanas de 213 las cuales fueron sustituidas en Roma en 212 con muchos problemas).
- Dos en la Galia Cisalpina (bajo mando del propretor Publio Sempronio Tuditano y reclutadas para ese destino en 214).
- Dos en Hispania (bajo control de los procónsules Cneo y Publio Cornelio Escipión hasta que son casi aniquiladas a principio de la campaña).
- Dos en Cerdeña (al servicio del pretor Lucio Cornelio Léntulo).
- Una en Grecia con la flota allí operativa (bajo mando del propretor Marco Valerio Levino).
- Cuatro en Capua (al servicio de los procónsules Apio Claudio Pulcro y Quinto Fulvio Flaco, la mayor parte de las cuales son licenciadas una vez se rindió Capua).
- Dos en Suésula (bajo mando de Cayo Claudio Nerón y unidas al cerco de Capua, parte de las cuales partirán a Hispania una vez rendida la capital campana a cubrir las perdidas ocurridas con la muerte de los Escipiones).
- Dos en formación y presentes en Roma (para servir con el nuevo cónsul Galba).
- Dos por alistar (para servir con el segundo cónsul Cneo Fulvio Centúmalo)
Alrededor de Capua había 12 legiones con unos 60.000 efectivos. Las fuerzas de Capua se estiman en 2.000 jinetes cartagineses y unos 12.000 combatientes, Aníbal disponía de 30.000 a 35.000 efectivos y 33 elefantes.
Aníbal inició la campaña dejando en el Brucio parte de su tren de suministro, y partiendo con su caballería, elefantes y tropas ligeras a socorrer a sus aliados campanos. Llegó con su ejército hasta el Tifata y ocultó sus fuerzas en una escondida hondonada tras ese monte. Trás averiguar la disposición de las fuerzas enemigas prosiguió su camino enfilando su ejército hacia Calatia, en donde un fuerte romano fue totalmente destruido. De allí viraron hacia Capua y avanzaron contra las posiciones romanas; al tiempo mandaba un aviso a la ciudad para ordenar a campanos y cartagineses (Bostar y Hannón se encontraban al frente de la guarnición de apoyo cartaginesa), para que a la vez que él atacaba, se hiciesen salidas contra el enemigo.
Los procónsules desplegaron sus ejércitos, Apio Claudio con 3 legiones y algunas aliadas desplegó para repeler la salida de los defensores, Quinto Fulvio Flaco con otras 3 romanas y aliadas desplegó para oponerse al ejército de Aníbal en la parte exterior, con la caballería desplegada a los flancos.
El comienzo de las operaciones fue seguido desde las murallas por una inmensa multitud de ciudadanos de Capua, quienes hacían sonar cacharrería de bronce provocando una espectacular ruido para animar a sus tropas.
El choque de las tropas de Aníbal contra los romanos desplegados, sin duda a la defensiva, fue seguramente atroz. El empuje de los cartagineses fue tal que pronto la legión VI que estaba en el centro, comenzó a ceder terreno a la infantería cartaginesa que empujaba irresistiblemente apoyada por los numerosos elefantes de que disponían. Al fin, una unidad de cerca de 500 hispanos más 3 elefantes rompió las líneas romanas y llegó hasta la empalizada. Fulvio ordenó a los centuriones primipilus que estaban en el campamento, entre ellos un tal Quinto Navio, que hiciesen todo lo posible por detener la embestida del contingente cartaginés y se lanzasen contra los flancos de ese destacamento con las tropas que pudieron reunir. Se produjo un terrible combate en la empalizada, los tres elefantes fueron muertos allí mismo, los atacantes pudieron asaltar directamente la empalizada y rebasar las defensas romanas, de esta forma se entabló un sangriento combate en el mismo campamento.
Mientras tanto, se realizó la salida desde Capua hacia las posiciones romanas en la zona de la vía Appia. Allí el propio Apio Claudio dirigió la defensa en primera línea junto a las legiones, consiguieron rechazar a los atacantes, y les persiguieron hasta la misma Capua. Se produjo una matanza en las mismas puertas de la ciudad, cuando los huidos intentaban refugiarse en la ciudad, los romanos estuvieron a punto de tomar las puertas, siendo rechazados desde las torres y almenas, el procónsul Apio Claudio resultó gravemente herido durante el combate.
El volumen de bajas varía según las fuentes, Livio da la cifra de 8.000 cartagineses y 3.000 campanos muertos, lo cierto es que Aníbal con tropas ligeras no se empeñaría en combates frontales contra una infantería pesada romana.
Aníbal at Portas (211 AC)
Ante la imposibilidad de romper el estrecho cerco que los romanos tenían sobre Capua, y por falta de medios, Aníbal no se atrevía a ofrecerle batalla. Además estaba la posibilidad de que llegara un nuevo ejército romano por retaguardia que pudiera impedirle la salida. Aníbal decidió abandonar la zona y marchar sobre Roma para obligar a los ejércitos que sitiaban Capua a levantar el asedio y acudir en defensa de su capital, y atacarles en una batalla campal.
Aníbal envió jinetes númidas que se hicieron pasar por desertores para explicar el plan a los sitiados y que no se alarmasen.
Mandó realizar balsas para cruzar el río Volturno que separa Campania del Lacio, y cuando tuvo las suficientes, dejó encendidos fuegos en el campamento y en una sola noche realizó el cruce. Antes del amanecer ya se encontraba al otro lado y sin que existieran fuerzas romanas apreciables entre él y Roma.
Los romanos cuando se enteraron al día siguiente, decidieron que Q. Fulvio Flaco con unos 15.000 infantes y 1.000 jinetes fuese a través de la vía Appia, y con el resto continuar el asedio.
El ejercito de cartaginés, siguió la vía Latina, no avanzó deprisa y saqueó toda la zona a su paso, quizás quería cerciorarse de que el ejército de Padua se seguía, a Roma comenzaron a llegar los refugiados que huían.
Roma no estaba desguarnecida, se estaban formando 2 nuevas legiones y estaban las 2 legiones urbanas.
Aníbal llegó por el norte y cruzó el río Anio, estableciendo su campamento a unos 5 km de la ciudad. Al frente de unos 2.000 jinetes se acercó a la ciudad para observar las murallas hasta la zona de la puerta Colina, lo más cerca que pudo de las murallas.
Mientras, Fulvio Flaco entró en Roma por la puerta llamada Capena, y atravesando la abarrotada ciudad (llena de refugiados), salió de la ciudad por la puerta Esquilina. Desplegó sus legiones en el espacio que va de esta puerta a la de Colina, y envió su caballería contra los jinetes púnicos que se retiraron.
Al día siguiente el ejército cartaginés se acercó en orden de batalla a la ciudad, Flaco aceptó el embate. Según nos cuenta Livio, en ese momento cayó sobre el campo de batalla un fuerte aguacero que frustró el enfrentamiento, al día siguiente ocurrió lo mismo, por lo que Aníbal decidió que la suerte no estaba de su parte y decidió retirarse.
El ejército romano bajo mando del cónsul Publio Sulpicio Galba inició la persecución de los púnicos, destruyendo los puentes sobre el río Anio, de modo que obligaron a Aníbal a vadear el mismo para poder cruzarlo. Ocasión que fue aprovechada por el ejército romano para atacar la retaguardia del convoy púnico que transporta una parte importante del botín, consiguiendo recuperarlo, atrapando a quienes lo custodiaban, no teniendo los hechos más graves consecuencias gracias a la intervención de la caballería cartaginesa.
Tras cinco días de persecución y cerciorado Aníbal de la inutilidad de su movimiento al no haber conseguido distraer la atención de ninguno de los ejércitos sitiadores de Capua, decidió urdir una emboscada nocturna contra el ejército perseguidor de Galba. Esa noche atacó y asaltó el campamento romano, los romanos consiguieron replegarse a una colina cercana, después de sufrir importantes pérdidas. Liberado de su perseguidor puso camino a Brucio donde llegaría a Tisia. Esta localidad habría sido tomada por los romanos mediante traición. La llegada relámpago de Aníbal puso en fuga a la recién instalada guarnición romana, recuperando Aníbal el control de la plaza. Inmediatamente marchó contra la cercana Regio a la que estuvo a punto de sorprender, pero finalmente consiguieron reponerse a la sorpresa.
Caída de Capua (211 AC)
La situación en Capua se hacía irreversible, la ciudad quedó abatida, y nadie dirigía la ciudad. Un suceso removió las conciencias de la población, cuando los romanos descubrieron que entre las filas de los numerosos desertores númidas se hallaban muchos espías decidieron reunirlos a todos, los desertores, unos 70 númidas junto con otros muchos de distinto origen, pero que también habían cambiado de bando. Todos ellos fueron azotados y después se les amputó las manos, mandándolos de esta guisa de vuelta a Capua.
Finalmente la ciudad se rindió, entraron en Capua una legión seguida de dos escuadrones de caballería al mando del legado C. Fulvio. Una vez en el interior, hizo reunir todas las armas de la guarnición y arrestó a los soldados púnicos de la guarnición. Los senadores de laciudad fueron azotados y decapitados, la poblción en general fueron convertidos en esclavos, menos los artesanos y los más pobres que fueron respetados.
Tras la caída de Capua, cayeron las dos últimas ciudades campanas en manos de los cartagineses, Atella y Calatia que recibieron un trato similar.
Lucha en el sur de Italia
Segunda Batalla de Herdonea (210 AC)
En el 210 AC fueron nombrados cónsules Marco Claudio Marcelo que fue enviado queda en Italia y Valerio Levino por su buen comportamiento en Grecia, fue enviado a Sicilia. El plan era recuperar el máximo número de ciudades posible y abandonar a su suerte a la ciudadela de Tarento. Se había reducido la fuerza a solo 21 legiones.
Marcelo reunió en Sammnio su ejército consular de 4 legiones, el proconsul Cneo Fulvio Flaco tenía 2 legiones en Apulia, Quinto Fulvio Centúmalo 2 legiones en Hedonea y 1 legión en Capua.
Marcelo en Samnio tomó al asalto la ciudad de Maronea. Tras eso prosiguió en la misma zona conquistando de la misma forma la ciudad de Meles donde apresó una guarnición cartaginesa de 3.000 hombres y abundante botín.
El ejército del procónsul Fulvio Centúmalo desarrolló una campaña de saqueo en torno a Herdonea, la cual esperaba que terminase rindiéndose o cambiando de bando. Enterado Aníbal del desdén y negligencia de la ciudad, decidió salir del Brucio a marchas forzadas con tropas ligeras. Dejó su equipaje en un lugar seguro en Brucio, donde habían estado acampados, y tomando una fuerza de unos 30.000 hombres, de los cuales 6.000 eran jinetes, avanzó en una marcha rápida a Herdonea, dirigiéndose al campamento de Fulvio, formando las fuerzas en línea de batalla.
Aníbal nada más llegar y aprovechando que era una mañana de niebla, formó su infantería en dos líneas y delante infantería lígera, y en las alas la caballería también en tres líneas, las dos posteriores con un jinete ligero detrás.
Centúmalo eceptó la batalla, y formó sus fuerzas unos 20.000 infantes y 2.000 jinetes en dos líneas para cubrir el frente de Aníbal, la legión V y otra aliada a vanguardia y la VI y otra aliada a retaguardia, con los jinetes en las alas y los vélites en vanguardia.
La batalla comenzó con el avance de la infantería en ambos lados, los jinetes permanecieron in situ. Viendo que el general romano estaba exclusivamente dedicado a su línea de infantería; Aníbal ordenó las primeras líneas de caballería cargar contra la caballería romana, mientras la segunda y la tercera líneas de caballería númida del ala derecha, envolvían y atacaban la retaguardia romana, el ala izquierda hacía lo mismo, pero atacaba el campamento romano.
Al percibir esto, Aníbal redobló sus esfuerzos, y el ejército romano fue completamente derrotado. El procónsul y once legados murieron en la acción junto con unos 10.000 hombres más (se dice de 8.000 a 13.000 y otros autores lo elevan a 17.000). De los que consiguieron escapar, 3.000 fueron capturados por la caballería y solo se reintegraron a las filas romanas 4.344 hombres.
Tras esto Aníbal destruyó la ciudad de Herdonea, ejecutó a los partidarios romanos y evacuó a la población a Metaponto (Lucania) y Thurium (Brucio), temeroso de que en cuanto se marchase se plasmase traición.
Batalla de Numistro (210 AC)
Enterado Marcelo de lo sucedido, se encaminó con su ejército consular en busca de Aníbal, lograndole interceptar cuando se encontraba acampado en Lucania en la localidad de Numistro (en las proximidades de la actual Muro Lucano). Acampó frente al campamento de Aníbal, que tenía su campamento en una elevación mientras los romanos lo situaron en un llano situado junto a la población.
Al día siguiente Marcelo formó sus tropas, desplegó sus legiones en 2 líneas, cada una con una legión romana y una aliada (la I delante y la III detrás), en sus alas situó la caballería y a vanguardia los vélites.
Aníbal aceptó el reto y desplegó su ejército: la infantería en dos líneas con los elefantes entre ambas, en la primera línea situó los hispanos e italianos, y en la segunda galos y africanos, en las alas la caballería, mucho más numerosa el ala derecha, a vanguardia situó los honderos y escaramuceadores.
La batalla comenzó entre los vélites y los honderos, los elefantes pasaron a vanguardia e iniciaron la carga, seguidos de la primera línea al parecer sin mucho éxito.
Las primeras líneas estuvieron combatiendo hasta el atardecer, en que fueron relevadas, se hizo de noche sin que ninguno de los contendientes obtuviese ninguna ventaja, y el combate se interrumpió debido a la falta de luz.
La batalla desde luego fue una batalla de desgaste con muchas bajas, no se habla de la actuación de la caballería, lo que implica un frente estrecho, en la que los romanos tuvieron muchos heridos, posiblemente con el choque de los elefantes.
Al día siguiente los romanos volvieron a salir al campo de batalla, estuvieron desplegados desde el amanecer hasta avanzado el día, pero los cartagineses rehusaron el encuentro.
Esa misma noche Aníbal emprendió la huída. Marcelo dejó una guarnición en la localidad y a sus heridos y salió en persecución del púnico que se dirigió hacia Apulia. En las cercanías de Venusia se produjeron escaramuzas entre ambos ejércitos, trás lo cual prosiguieron las operaciones en Apulia sin que se conozcan más combates.
Batalla de Asculum (209 AC)
En el 209 salieron elegidos cónsules el propio Fulvio Flaco y Fabio Máximo. El inicio de operaciones parece ser en el Brucio cuando el contingente de 8.000 hombres de Regio, tras la conquista total de Sicilia por Levino, reclutó a unos 4.000 mercenarios que mandó a Regio. Comenzaron a asolar la campiña alrededor de Caulonia. Culminada esta operación iniciaron el asedio de la ciudad.
Aníbal posiblemente había invernado en Apulia, donde se encaminó a Canusio tratando de rebelar su población. Marcelo que había debido acampar en la misma provincia, sacó sus tropas de los cuarteles de invierno y se dirigió en persecución de Aníbal. Éste trato de evitar el enfrentamiento levantando su campamento y alejándose del lugar, pero finalmente fue alcanzado por Marcelo, que comenzó una refriega cuando el púnico estaba fortificando su campamento. Tras esta primera escaramuza que finalizó al acabarse la luz, ambos ejércitos acamparon.
Al día siguiente Marcelo ofreció batalla y Aníbal la aceptó. Desplegaron a ambos lados del camino de Asculum a Herdonea. Marcelo formó su ejército en dos líneas, con la caballería a los flancos. Aníbal formó tambien en dos líneas con los elefantes entre ambas y la caballería en las alas.
Tras dos horas de duros combates, los púnicos comienzan a ganar terreno y el la legión del flanco derecho romana cedió. Marcelo trató de relevarlos pero la maniobra fue un fracaso y se produjo una desbandada que se saldó con 2.700 legionarios, y centuriones y 2 tribunos muertos.
Al día siguiente, tras exhortar a sus hombres, Marcelo volvió a ofrecer batalla que fue aceptada por Aníbal. El despliegue fue similar al día anterior, la caballería de las alas eran mandadas por sus legados Cayo Claudio Nerón y Lucio Cornelio Léntulo mientras en el centro fue el propio Marcelo quien coordinaría los movimientos.
La batalla permaneció igualada hasta que Aníbal ordenó la carga de elefantes que tuvo un éxito inicial, el tribuno romano Décimo Flavio levantó la enseña y consiguió restaurar la situación, consiguiendo repeler a los elefantes que empezaron a causar daños en las filas púnicas.
Aprovechando la confusión, ordenó contraatacar y lo hicieron con tanta furia que hicieron retroceder a los púnicos, provocando la desbandada hacia su campamento. Marcelo ordenó a su caballería cargar tras ellos. En la puerta del campamento cartaginés murieron dos elefantes ralentizando la entrada, lo que facilitó la labor de los romanos. La batalla se saldó con 3.000 muertos en las filas romanas y 8.000 y 5 elefantes en las púnicas de acuerdo a Livio y Plutarco. Esa misma noche Aníbal marchó hacia Brucio, para levantar el asedio de Caulón, mientras Marcelo permaneció en la zona debido al gran desgaste que han sufrido sus tropas. A comienzos de verano Marcelo desplazó a su ejército desde Canusio a Venusia, permaneciendo allí el resto del año.
Mientras Fabio había lanzado un ataque sobre Manduria, la cual logró tomar capturando una guarnición de 4.000 hombres. Tras seis días de sitio y ayudado por un traidor, consiguió entrar en la ciudad, capturando 30.000 prisioneros y abundante botín. A continuación se dirigió a Tarento.
Enterado Aníbal del asedio de Tarento por fuerzas desde el Brucio acudió a socorrerlos con el mayor ejército que pudo reunir, llegando tarde por muy poco. Tras permanecer en la zona varios días desistió y marchó a Metaponto donde trató de emboscar a Fabio urdiendo una estratagema en la que finalmente el veterano cónsul no cayó. Finalmente regresó a Brucio.