Edad Antigua Cartago y las guerras Púnicas Guerras Sicilianas (480 – 307 AC)

Las guerras Sicilianas o guerras Greco-púnicas fueron una serie de conflictos armados entre Cartago y las polis de la Magna Grecia, encabezadas por Siracusa, por el control de Sicilia y el Mediterráneo occidental a lo largo de 335 años (de 600 al 265 AC), siendo las más largas de la antigüedad. Tras muchos altibajos, los cartagineses se establecieron firmemente en el oeste de la isla italiana, en la que permanecerían hasta el final de la Primera Guerra Púnica, y evitaron la conquista griega de Cerdeña. Los griegos de Focea se asentaron en el golfo de León.

Primera Guerra Siciliana (480 AC)

En el año 540 AC, el general cartaginense Magón I invadió Sardinia (Cerdeña), que estaba altamente influida por Grecia. Después de una larga y sangrienta campaña sin un ganador definido, Magón I se dirigió a las Islas Baleares. Allí sorprendió a los griegos, y en una batalla de la que no se sabe casi nada, los derrotó.

Los supervivientes del ejército griego se retiraron hacia la ciudad más importante de las islas, Ivaza (actual Ibiza), que los griegos habían fundado sobre el 650 AC. Pronto Ivaza se rindió, y la totalidad de las Islas Baleares pasaron a formar parte del imperio Cartaginés.

En el 535 AC, Cartago se alió con Etruria y derrotaron a una importante flota griega en las costas de Corsica (Córcega), en la batalla naval de Alalia. Con esta victoria, Cartago se aseguró el control de Sardinia y Corsica.

En el año 483 AC, Gelón, tirano de Siracusa, la ciudad más importante de la isla de Sicilia, respaldado en parte por otras polis griegas, intentó unificar la isla bajo su mandato. Terillus, el gobernante griego de la ciudad siciliana de Himera, al norte de la isla, envió una petición de ayuda a su amigo Amílcar, el líder de la familia cartaginesa de los Magonidas, políticamente la familia más importante de Cartago (no confundir con los Barca de Aníbal). Terillus había sido expulsado de Himera después de que dicha ciudad hubiera sido ocupada por el ejército de Gelón, que junto a sus aliados había comenzado una campaña de expansión contra otras ciudades de la isla.

Cartago no podía quedarse de brazos cruzados ante esta amenaza, y pasó a la ofensiva aprovechando la invasión persa de Grecia. Amílcar Magón reclutó a lo largo de 3 años un ejército compuesto por mercenarios de África, Hispania, Galia, Liguria, Córcega y Cerdeña. Como lugares de procedencia de los mercenarios hispánicos se han propuesto las Baleares, el Levante y el sur peninsular. En algunos casos los mandos militares cartagineses dedicarían cierto tiempo a adiestrar y disciplinar a sus mercenarios. Amílcar zarpó de Cartago con una fuerza de 50.000 hombres, una flota de 200 naves de guerra y 300 barcos de transporte. Durante la travesía del mar Líbico perdió los transportes de caballos y carros de guerra a causa de una tempestad.

El ejército mercenario de Amílcar desembarcó en Panormus (actual Palermo), y Amílcar pasó tres días reorganizando sus fuerzas, y reparando su flota. Los cartagineses marcharon a lo largo de la costa de Himera, con la flota siguiéndoles, y acamparon cerca de la ciudad. Terón ya estaba presente en Himera con su ejército, pero los griegos no interfirieron en las operaciones cartaginesas. Los aliados griegos de Amílcar (Selinunte y Anaxilas) estaban ausentes y no se unieron a la batalla.

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Batalla de Himera 480 AC:  Movimientos previos a la batalla

Amílcar estableció dos campamentos, uno en la costa junto a las naves y otro en una elevación al suroeste de la ciudad, empezando los trabajos de fortificación. Terón lanzó un ataque desde Himera con la finalidad de evitar e incluso destruir los trabajos de finalización de la zanja y la empalizada púnicas que protegía las naves de los invasores. Al principio, la salida tuvo éxito, pero ese intento se encontró de inmediato con un contraataque cartaginés, y los hoplitas de Akragas e Himera se vieron obligados a retirarse dentro de los muros de la ciudad.

Terón, tirano de Agrigento, pidió auxilio militar a Gelón el tirano de Siracusa, que se dirigió a marchas forzadas hacia Hímera con un ejército de 50.000 infantes y 5.000 jinetes. Cuando llegó, acampó al sureste de la ciudad, en un terreno donde podía usar su caballería en masa. Mientras establecían el campamento, su caballería atacó a los cartagineses, produciéndose un enfrentamiento con los mercenarios cartagineses que fueron sorprendidos desprevenidos, y muchos fueron muertos o cogidos prisioneros.

Los púnicos, que tenían muy pocas fuerzas de caballería, tuvieron que refugiarse en sus campamentos fortificados. Amílcar envió un mensajero a Selinunte solicitando el apoyo de los jinetes de esa ciudad. El mensajero que llevaba a Amílcar la respuesta de los selinuntios fue apresado por el ejército siracusano. Gelón se valió de la información obtenida, de modo que sus jinetes, haciéndose pasar por los aliados selinuntinos que eran esperados por Amílcar, entraron en el campamento cartaginés de la costa, mataron a los altos mandos e incendiaron las naves enemigas.

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Batalla de Himera 480 AC, la caballería de Selinunte atacando el campamento púnico de la costa, al parecer mientras estaban celebrando un sacrificio

Primera Batalla de Hímera (480 AC)

Supuestamente tuvo lugar el mismo día que la, más famosa, batalla de Salamina. Al amanecer, los púnicos hicieron salir a todas sus fuerzas para presentar batalla, aunque tenían poco ánimo al ver quemadas sus naves. Las trompetas de uno y otro ejército dieron la seña para la batalla. La carnicería fue grande, y la batalla estuvo indecisa. Súbitamente, se propagó la noticia de la muerte de Amílcar, y los cartagineses se dieron a la fuga. Los soldados siracusanos que entraron después en el asolado campamento púnico con intención de saquearlo fueron vigorosamente repelidos por un contingente ibero. Gelón había dado orden de no hacer prisioneros y se produjo una matanza, que Diodoro estima en unos 40.000 hombres. Los supervivientes se refugiaron en una fortificación en el monte Eurako (actual monte de San Calogero, unos 7 km al oeste de Hímera) y al principio pudieron rechazar los asaltos, pero acuciados por la sed se entregaron. En cuanto a Amílcar desapareció sin que se hallara su cuerpo.

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Primera batalla de Himera 480 AC. Autor Radu Oltean

Las negociaciones de paz tuvieron lugar en Siracusa. Gelón se mostró indulgente hacia los cartagineses. El importe de las indemnizaciones de guerra ascendía a 20.000 talentos de plata y por supuesto el abandono de la isla.

Segunda Guerra Siciliana (405 – 340 AC)

Antecedentes

La larga paz entre Cartago y Siracusa se mantuvo durante más de medio siglo. Después, una nueva potencia entró en la escena para disputar el dominio de Sicilia. En el curso de la Segunda Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta, esta se extendió a Occidente. La gran expedición de Atenas se dirigió a Siracusa. Con la ayuda de un general espartano, Gilipo, Siracusa aplastó a la fuerza ateniense en el 413 AC. Durante las fases posteriores de la Guerra del Peloponeso (412-404 AC), Siracusa fue capaz de proyectar su poder naval en el mar Egeo y en la costa asiática en apoyo de sus aliados, Esparta y Corinto.

En el 410 AC, Cartago se había recuperado de la derrota de la guerra anterior. Justo un año después de su embarazosa derrota en la Primera Batalla de Hímera, Cartago había conquistado la mitad del norte de la moderna Túnez, fundando y fortaleciendo sus colonias en el norte de África, como Oea y Leptis (Trípoli). Cartago también había patrocinado a Magón en su viaje a través del desierto del Sáhara a la Cirenaica, y a Hannón el Navegante en su viaje por la costa africana. A pesar de que las colonias ibéricas se separaron ese año con la ayuda de los íberos, cortando a Cartago los importantes recursos de plata y cobre; Aníbal Magón, el nieto de Amílcar, comenzó los preparativos para reclamar Sicilia. Mientras tanto, algunas expediciones se aventuraban a Marruecos y Senegal, y en el Atlántico, posiblemente, a las distantes Azores.

Segunda Batalla de Himera (409 AC)

Mientras la atención de Siracusa estaba centrada en la Guerra del Peloponeso, los líderes de Cartago decidieron poner en marcha una gran invasión en respuesta a la llamada de Segesta, una ciudad griega aliada a unos 50 km de Panormus (Palermo). La paz había durado un total de siete décadas, pero no duraría más.

En el año 409 AC, Aníbal Magón marchó a Sicilia con 60 barcos de guerra y más de 1.000 transportes con unos 25.000 efectivos. Tras desembarcar y unirse a los aliados de Segesta se dirigieron inmediatamente a Selinus (Selinunte), los siracusanos, esperando un prolongado asedio, enviaron una fuerza de avanzada bajo el mando de Diocles a Akragas. Diocles era un demócrata radical que había sido elegido en 412 AC como estratego. Diocles solo llevó 3.000 hoplitas, un grupo selecto de ciudadanos conocidos como los epilektoi. Pero Aníbal no se limitó a asediar Selinus; la atacó vigorosamente y asaltó la ciudad en nueve días de intensos combates. A pesar de sufrir grandes pérdidas, Aníbal inició la marcha inmediatamente a través de Sicilia para atacar Hímera, lugar de la muerte de su abuelo a manos de los griegos. En el camino se le unieron unos 20.000 efectivos sicelios y elimianos, con los cuales los efectivos totales fueron unos 50.000.

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Segunda batalla de Himera 409 AC Movimientos de fuerzas

Aníbal siguió probablemente por la misma ruta que los jinetes selinuntinos en el 480 AC y establecieron su campamento principal en el oeste de la ciudad, mientras que alrededor de un tercio del ejército acampó al sur de Hímera. En lugar de construir un muro de circunvalación de la ciudad, los cartagineses asaltaron las murallas inmediatamente con la ayuda de torres de asedio y arietes, después levantar sus campamentos. Sin embargo, las murallas de la ciudad resistieron los ataques y no consiguieron crear ninguna brecha que la infantería púnica pudiese explotar. Aníbal envió entonces zapadores, que excavaron túneles bajo las murallas, y desplomaron secciones de la misma, al prender fuego a las vigas de madera que lo sujetaban. La infantería cartaginesa atacó a través de las brechas, pero los hímeros repelieron el asalto púnico en la ciudad y, a continuación, levantaron muros improvisados para cerrar las brechas.

Diocles, reforzado con 1.000 hoplitas akraganos, marchó hacia Hímera, para unirse a los 4.000 hoplitas de Hímera, con lo que su fuerza total era solo 8.000 hoplitas, un par de miles de peltastas y unos pocos cientos de soldados de caballería.

Después de una sola noche de descanso, llevó a su falange a la llanura delante de Hímera en la madrugada. Aníbal fue tomado por sorpresa, y apenas fue capaz de formar algunas de sus fuerzas, cuando la falange se abalanzó sobre ellos. Las primeras formaciones del ejército púnico fueron derrotadas rápidamente, y los griegos comenzaron la persecución. Sin embargo, solo una parte del ejército cartaginés, en realidad se había comprometido, posiblemente del campamento sur. Mientras la falange griega perseguía al enemigo que huía, Aníbal reunió al resto de sus fuerzas (posiblemente el campamento principal) e inició el contraataque, derrotando a los griegos que estaban dispersos y les persiguieron hasta la ciudad. Los griegos perdieron 3.000 efectivos. Aníbal perdió muchos más, pero la mayoría eran mercenarios y sus fuerzas principales estaban intactas.

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Segunda batalla de Hímera 409 AC.

Diocles decidió no luchar para defender la ciudad y planeó su retirada a Siracusa. Los desafortunados hímeros no tuvieron más remedio que abandonar su ciudad como mal menor. Mientras Diocles se fugaba por la noche por tierra, la mayor parte de las mujeres y los niños hímeros fueron evacuados por mar con una flota de 25 trirremes que había llegado de Siracusa. A la noche siguiente la flota volvió a recoger la guarnición, pero se encontró con que la ciudad ya había sido asaltada y saqueada. La ciudad había sido arrasada hasta los cimientos, y en un sangriento homenaje a su abuelo, ordenó ejecutar a 3.000 prisioneros hímeros en el mismo sitio donde Amílcar había muerto. Después regresó triunfalmente a Cartago con el botín de guerra. Pero el principal enemigo de Cartago en Sicilia, Siracusa, permaneció intacta.

Batalla de Akragas (406 AC)

Dos años después, en 407 AC, las tropas cartaginesas estaban de vuelta en Sicilia. Hermócrates, un general siracusano renegado atacaba las ciudades púnicas del suroeste de la isla. Aníbal e Himilcar reunieron otro potente ejército y partieron hacia Sicilia. Pero la campaña empezó mal desde el principio. La flota fue atacada por los siracusanos, con el resultado de la perdida de varios barcos y la huida de los demás a mar abierto.

Al final, el ejército cartaginés consiguió desembarcar y se presentó ante las murallas de Akragas (actual Agrigento), que está situada en la costa meridional de Sicilia, era la ciudad más grande y más rica de la zona.

Aníbal dividió su ejército, que serían unos 35.000 efectivos, de los cuales 5.000 eran libio-fenicios y el resto eran mercenarios, en dos partes. Aproximadamente la mitad de sus tropas acamparon al este de Akragas. Los soldados restantes se ubicaron en otro campamento al suroeste de la ciudad.

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Batalla de Akragas 406 AC

Akragas tenía unos 10.000 defensores, incluyendo su falange cívica y una banda de mercenarios bajo un oficial espartano llamado Dexipo, que estaba al frente de unos 2.000 mercenarios griegos, y 800 campanos.

Siracusa envió rápidamente ayuda a Acragas, al mando del nuevo estratego llamado Dafneo, con 30.000 infantes y 5.000 jinetes. Aníbal mandó a Himilcón para detener las tropas de refuerzo y él con las suyas siguió con el asedio.

Dafneo desplegó los siracusanos a la derecha, sus aliados siciliotas en el centro y los aliados italiotas en la izquierda. Himilcón puso sus mercenarios en la derecha frente a los italiotas, algunos de sus veteranos libio-fenicios ocuparon el centro y sus levas en la izquierda.

Poco después de iniciada la batalla, Dafneo observó que sus italiotas se tambalean bajo el ataque de los mercenarios púnicos. Sagazmente, extendió el rumor en su ala derecha que los italiotas ya habían derrotado a los cartagineses en su flanco. Los siracusanos impulsados ​​por el celo, atacaron con más fuerza y derrotaron el ala izquierda púnica. Dafneo envolvió la línea púnica por su izquierda, desmoronado por completo la formación y ganando una victoria decisiva. Más de 6.000 cartagineses perecieron, sin embargo Himilcón todavía tenía un segundo ejército acampado al suroeste de Akragas. Dafneo, sabiamente, se negó a perseguir al enemigo derrotado, y la guarnición de Akragas tampoco.

En cualquier caso, el cerco se rompió y ambos ejércitos griegos unieron sus fuerzas. A pesar de esta victoria táctica, los soldados griegos estaban furiosos por lo que percibían como cobardía por parte de sus generales, por no haber asaltado el segundo campamento púnico. Cuatro de los cinco generales de Akragas fueron lapidados y Dafneo cayó en desgracia. Sin embargo, los griegos habían cambiado las tornas y pusieron al ejército púnico bajo asedio.

Gracias a los refuerzos siracusanos, la ciudad quedó aliviada durante un tiempo. Además, los siracusanos se apoderaron de las provisiones de los cartagineses del primer campamento y estos empezaron a pasar hambre.

En ese momento, la armada cartaginesa sorprendió y derrotó a los aliados griegos. La flota cartaginesa bloqueó todos los intentos siracusanos por abastecer la ciudad por mar. Y más tarde, los cartagineses atacaron un convoy de aprovisionamiento y se apoderaron de los víveres.

El hambre cambió de lado, y los siracusanos se dieron cuenta de que, Akragas caería en manos cartaginesas, decidiendo abandonar la ciudad.

En una noche de diciembre del 406 AC, miles de ciudadanos, hombres, mujeres y niños abandonaron sus hogares, dejando atrás todos sus bienes. Quedaron atrás los ancianos y los enfermos que no podían caminar; algunos se suicidaron para evitar ser capturados por los cartagineses.

Al amanecer, los cartagineses se encontraron una ciudad vacía. Saquearon los templos y casas y asesinaron a cuantos habitantes hallaron a su paso.

Pero el ejército cartaginés no pudo continuar su conquista, una peste golpeó con fuerza y muchos soldados murieron, incluyendo a Aníbal Magón.

Aunque su sucesor Himilcón amplió con éxito la campaña y derrotó en repetidas ocasiones al ejército de Dionisio I, el nuevo tirano de Siracusa, que también había sido debilitado por la plaga, en el año 405 AC, ofrecieron la paz a Siracusa, que fue aceptada rápidamente.

Los términos del tratado fueron muy favorables a los cartagineses. Se reconoció su autoridad sobre los pueblos indígenas y las ciudades púnicas del oeste y el centro de Sicilia, y el pago anual de un oneroso tributo a Cartago por parte de la mayoría de las ciudades griegas de la isla. Los púnicos antes de retirarse destruyeron completamente la ciudad de Akragas, que sería ocupada de nuevo por los griegos.

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Falange cartaginesa. Autor Pavel Kachmarchik. 

Batalla de Crimiso (339 AC)

Debido a que los ciudadanos de Siracusa sufrían de agitación política y la guerra civil bajo el régimen de Dionisio II, apelaron a Corinto (que había fundado Siracusa) para que enviase un general para deponer a los tiranos y administrar su ciudad. El Senado de Corinto eligió enviar Timoleón.

En 359 AC Dionisio II había hecho la paz con Cartago. Cartago probablemente se estaba beneficiando de la inestabilidad política en Sicilia, ya que debilitaba el poder militar de los griegos. Como consecuencia de ello trataron de impedir que Timoleón pusiese un pie en Sicilia en 345 AC, pero no tuvieron éxito. Se produjo un asedio confuso de Siracusa en el 344/3 AC con Timoleón, Dionisio, e Hicetas y sus aliados cartagineses cada uno controlando diferentes partes de la ciudad.

Las fuentes difieren en los hechos. Según Plutarco, Dionisio entregó la acrópolis a Timoleón y fue expulsado a Corinto. Diodoro afirma que esto ocurrió al final del asedio en 343/2 AC. Los cartagineses interrumpieron el cerco y se retiraron. Timoleón luego atacó a las fuerzas de Hicetas y los expulsó de Siracusa.

Timoleón procedió a liberar a las otras ciudades griegas en Sicilia en 342/1 AC con el fin de restaurar su autonomía y la democracia. Envió a sus mercenarios para atacar el territorio cartaginés en la Sicilia Occidental, lo que le proporcionó una gran cantidad de botín. A medida que su fuerza militar y su reputación crecía, todas las demás ciudades griegas de Sicilia se sometieron de forma voluntaria, a causa de su política de restauración de la autonomía. Atacó también otras ciudades bajo el control de Cartago, incluidas las de los sículos y los sicanianos, que deseaban convertirse en sus aliados.

Los cartagineses se alarmaron por el éxito de Timoleón y decidieron enviar un gran ejército a Lilibeo (o Lilibea actual Marsala). Era un gran ejército bajo el mando de Asdrúbal y Amílcar. Según Plutarco, la fuerza constaba de 70.000 hombres (sin duda esa cifra es exagerada, posiblemente serían unos 50.000 como en las campañas anteriores), e incluía muchos carros de guerra y material de asedio. Timoleón disponía de 15.000 hombres de infantería y 1.000 de caballería, entre siracusanos, mercenarios y todo lo que pudo reunir, salió de Siracusa hacia el río Crimiso, donde esperaba detener a los cartagineses. Durante el viaje unos 3.000 desertaron al enterarse del tamaño del ejército enemigo.

A primeros de junio del 339 AC, Timoleón se situó en una colina con su ejército, con vistas a una llanura donde se encontraba el ejército cartaginés. El río Crimiso (actual Freddo en el noroeste de Sicilia) separaba ambos ejércitos y la orilla del río estaba cubierta con una neblina, por lo que era imposible ver el campamento cartaginés. Sin embargo, el ruido alertó a los griegos de que los cartagineses iban a cruzar el río. Timoleón ocupó unas alturas en la orilla opuesta y cuando se disipó la neblina, vio a las tropas cartaginesas avanzando, los carros de guerra de cuatro caballos iban en vanguardia, detrás las tropas cartaginesas y a continuación los mercenarios.

Timoleón desplegó a los otros griegos de Sicilia y algunos de sus mercenarios en sus alas; él se situó en el centro con los siracusanos y sus mejores mercenarios. Vio que su caballería no podía atacar a la infantería enemiga debido a los carros de vanguardia. Envió por delante a su caballería para envolver los carros y atacar la infantería para desordenar sus filas y prevenir o dificultar que formaran la falange.

Habían cruzado los carros y la infantería cartaginesa y cuando se disponían a cruzar los mercenarios, la caballería griega cargó contra los flancos de la infantería púnica, los cartagineses resistieron la carga de los jinetes griegos, gracias a su excelente armadura y a sus grandes escudos, y estaban esperando que cruzasen el vado el resto de las fuerzas para pasar al ataque.

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Batalla de Crimiso 339 AC. A la izquierda representación de Steve Noon, a la derecha grabado.

Afortunadamente para los griegos se desató una fuerte tormenta de lluvia y granizo con el viento de cara para los púnicos. La tormenta los puso en grave desventaja a los púnicos, el agua y el barro hicieron ineficaces los carros y los infantes más lentos debido a su pesada armadura. Para empeorar las cosas la cantidad de agua caída, hizo que se desbordase el curso del Crimiso, impidiendo el paso del resto de los mercenarios.

El ejército cartaginés huyó cuando los peltastas griegos que se movían mejor en el barro, vencieron a las primeras filas. El ejército cartaginés rompió filas, siendo el Batallón Sagrado el último en caer, luchando, según las fuentes, »con bravura hasta el último hombre».

Muchos de los que huyeron por la llanura fueron alcanzados por los jinetes griegos y muertos. Algunos se ahogaron en el río cuando trataron de cruzarlo para huir.

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Batalla de Crimiso 339 AC, a la izquierda los griegos derrotando a los púnicos durante la tormenta, a la derecha persecución de la caballería griega después de la batalla. Autor de ambas Johnny Shumate

De las 10.000 bajas del ejército cartaginés, 3.000 eran ciudadanos cartagineses. Cartago nunca había perdido muchos de sus propios ciudadanos con anterioridad, ya que se utilizaban mercenarios libios, númidas y los ibéricos en sus ejércitos. Al menos 5.000 prisioneros fueron contabilizados (según Plutarco). Las bajas griegas no debieron ser muy numerosas.

Timoleón capturó su campo de provisiones, apropiándose de un importantísimo botín, después de desvalijar a los cadáveres, los griegos adquirieron una gran cantidad de oro y plata de los ricos ciudadanos cartagineses.

Timoleón permitió que sus mercenarios saquearan el territorio cartaginés y regresó a Siracusa. Hicetas y Mamerco, los tiranos que todavía controlaban respectivamente Leontini y Catana, hicieron una alianza con los cartagineses. Los cartagineses enviaron una flota de 70 buques y mercenarios griegos bajo Giscón en su ayuda. Esta fuerza desembarcó en el territorio de Messana, donde derrotaron a 400 de los mercenarios de Timoleón. Otro grupo de sus mercenarios fue emboscado y eliminado por los cartagineses cerca de Ietae (ciudad desaparecida, a unos 25 kilómetros de Palermo), en territorio controlado por los cartagineses.

Sin embargo, Plutarco relata que Timoleón logró derrotar a Hicetas en la batalla del río Damurias. Mamerco fue derrotado por Timoleón en la batalla del río Abolus, en la que los soldados cartagineses que había recibido de Giscón fueron la mayoría de las bajas. Después de esta derrota Cartago decidió hacer la paz con Timoleón, a lo que accedió. Las condiciones eran que Cartago podía mantener su territorio hasta el río Lico. Mamerco huyó a Messana (actual Mesina) donde se refugió con el tirano de esa ciudad, Hippo. Cuando Timoleón asedió Messana por tierra y mar, Hippo trató de escapar a bordo de un buque, pero fue capturado y ejecutado por los habitantes de la ciudad. Mamerco después se entregó a Timoleón.

Timoleón logró poner fin a la guerra en Sicilia, entre los tiranos griegos y con Cartago, pero la paz y la estabilidad no duraría mucho tiempo después de su muerte. Un nuevo tirano, Agatocles, tomó el poder en Siracusa en el 317 AC y comenzó otra guerra con Cartago.

Tercera Guerra Siciliana (311 – 310 AC)

Agatocles se había hecho con un ejército mercenario pagado de su bolsillo y empezó a amenazar ciudades tanto siracusanas como cartaginesas. E incluso se atrevió a asediar Siracusa, que, pidió ayuda a Amílcar, comandante púnico de Sicilia. Agatocles pactó con Amílcar y, prometiendo que no aspiraría a la tiranía, fue renombrado general en el año 319 AC. Agatocles dio un golpe de Estado y se apoderó, mediante la violencia, de Siracusa en el 317 AC. Al poco, convocó una asamblea, donde acusó a los oligarcas y se presentó como restaurador de la democracia. Fingiendo que se retiraba del poder, el pueblo le aclamó concediéndole el título de strategos autókrator.

En sus primeros años de gobierno, la tiranía de Agatocles tuvo un carácter populista, prometiendo la abolición de las deudas y la distribución de la tierra entre los pobres. Empezó a comprar armas y construir barcos para prepararse para futuras acciones bélicas.

Los oligarcas emigrados, dirigidos por Sosístrato, consiguieron firmes apoyos en las ciudades de Akragas, Gela y Messana, temerosas de que Agatocles extendiera su poder por toda Sicilia, y además obtuvieron la ayuda espartana de Acrótato.

En las hostilidades que siguieron, Agatocles conquistó Messana 312 AC, tras el fracaso de Acrótato, este regresó a Esparta.

Las ciudades buscaron la paz con Agatocles bajo los auspicios de Cartago. Sin embargo, el siracusano atacó a las tres ciudades, aumentando su poder considerablemente. Y en vista de que Cartago tardaría en responder se armó y contrató nuevos mercenarios, elevando sus efectivos a 10.000 infantes y 3.500 jinetes.

Sin un poderoso ejército cartaginés en la isla, Agatocles actuó con libertad durante un tiempo, conquistando Messana y Tauromenium, donde se habían refugiado a algunos de los oligarcas exiliados, matando a 600 de ellos.
Su siguiente objetivo era Akragas, pero ante la llegada de los cartagineses con 60 navíos desistió, atacando en cambio el territorio púnico de Sicilia, llegando a conquistar casi todas las ciudades de la isla.

Cartago envió a Amílcar Giscón, nieto de Hannón el Grande, con 130 trirremes, 40.000 infantes (10.000 libios, 2.000 ciudadanos, 1.000 honderos baleares) y 5.000 jinetes y 200 carros de guerra.

Pero una tormenta dañó la flota y diezmó al ejército, teniendo que contratar mercenarios para suplir las pérdidas al llegar. Cuando estuvo listo se unió al ejército que acampaba cerca de Gela.

Agatocles conociendo que con la presencia de un ejército tan poderoso, muchas ciudades se pasarían al enemigo. En especial Gela, masacró a 4.000 de sus ciudadanos, confiscando sus propiedades y estableciendo una fuerte guarnición.

Batalla del río Himera (311 AC)

Agatocles por fin salió al paso del ejército de Amílcar, en las inmediaciones del río Himera. Ambos ejércitos ocupaban las orillas, ya que el río era una importante barrera defensiva natural. Durante varios días se estuvieron analizando mutuamente, sin que ninguno se decidiera a atacar.

Pero en una ocasión, Agatocles emboscó a un grupo de púnicos que previamente había atacado a sus forrajeadores, haciéndolos huir. Entonces decidió sacar todo su ejército y asaltar el campamento enemigo. En un principio, los hombres de Agatocles tuvieron éxito, cegaron el foso y atravesaron la empalizada, entrando con fuerza en el campamento púnico, que fueron totalmente superados. Amílcar destacó a los honderos baleares, que lograron expulsar a los griegos del campamento. Agatocles no desistió y mandó un nuevo ataque, pero justo en ese momento llegaron tropas de Amílcar que estaban ausentes, rodeando a los griegos, que a duras penas pudieron huir, cayendo en la batalla unos 7.000 hombres, mientras que Amílcar solo perdió 500.

Agatocles se vio forzado a regresar a Gela. Amílcar vio que sería imposible tomarla y decidió hacerse con las ciudades que el tirano dominaba. Las ciudades fueron cayendo una tras otras y muchas se entregaron sin resistencia, uniéndose a los cartagineses. Al verse rodeado, Agatocles decidió regresar a Siracusa y prepararla para el asedio.

Agatocles había perdido la mayor parte de su ejército y se veía imposibilitado de realizar un contraataque contra Amílcar, que entonces dominaba casi toda la isla y tenía superioridad en tierra y mar.

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Tercera Guerra Siciliana. Movimientos de Agatocles y de los cartagineses. Autor Epaminondas II

Batalla de Túnez (310 AC)

En la desesperación, Agatocles dirigió secretamente una expedición de 14.000 hombres al norte de África, con la esperanza de salvar a su gobierno llevando un contraataque contra la propia Cartago. Los cartagineses, que nunca habían sido atacados en su propio territorio, fueron sorprendidos y no tenían una fuerza suficiente para contrarrestar el ataque Cartago, que se vio obligada a replegar a Amílcar y la mayor parte de su ejército de Sicilia para hacer frente a la nueva e inesperada amenaza.

Aprovechando esto, Agatocles se movió con rapidez, atacando la ciudad de Tunis Blanca, a tan solo 12 Km de Cartago, conquistándola. Cartago mandó el ejército cartaginés, a las órdenes de Hannón y Bomílcar con 1.000 jinetes, 40.000 soldados de infantería pesada y 2.000 carros de guerra reclutados para oponerse a la invasión.

Agatocles eligió el terreno, una llanura estrecha con una elevación en uno de los extremos, donde colocó su ejército de la siguiente forma: Ala derecha: 250 honderos y arqueros en la pendiente lateral. Centro 1.000 hoplitas escogidos, a continuación 3.000 griegos, 9.000 siracusanos, 3.000 entre samnitas, etruscos y celtas. En el ala izquierda 250 arqueros y honderos. Detrás del centro situó los marinos con palos y las fundas de los escudos para dar la impresión de que su ejército era más numeroso.

Los cartagineses situaron en el ala derecha a Hannón que mandaba el Batallón Sagrado (3.000 hombres), a continuación Bomílcar que mandaba la falange ciudadana y libio-fenicia (20.000 hombres) la mayoría de los cuales habían sido reclutados urgentemente. Delante situó los 2.000 carros y los 1.000 jinetes.

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Batalla de Túnez 310 AC. Despliegue inicial de fuerzas

El primer movimiento lo realizaron los cartagineses que cargaron con sus carros y sus jinetes detrás para aprovechar los huecos que iban a dejar los carros en la formación adversaria; dado que no podían envolver debido a la estrechez del campo de batalla, consiguieron derribar a algunos griegos, pero la mayoría fueron rechazados y chocaron contra su propia infantería que venía detrás. Agatocles pudo avanzar sin miedo contra el Batallón Sagrado, que aguantó, pero murió su jefe y se retiró en orden a Cartago. El resto del ejército, huyó cuando aún no se había repuesto del choque de sus propios carros.

Agatocles, realizó la persecución, pero no la prolongó demasiado por no disponer de caballería.

Las bajas fueron, por parte griega 200 hombres y por parte púnica de 2.000 a 3.000 hombres.

Derrotados y con el enemigo acampando frente a su ciudad, los cartagineses pidieron ayuda a Amílcar, que envió 5.000 hombres de refuerzo, con las cuales los cartagineses pudieron realizar un contraataque, retomando algunas de las ciudades perdidas. Parece que tuvieron bastante éxito; ya que un caudillo libio, de nombre Aelymas, decidió abandonar la alianza con Agatocles para volver con sus antiguos amigos. Sin embargo, este pequeño cambio en los acontecimientos duró poco, ya que Agatocles realizó un ataque nocturno contra el campamento púnico matando a unos 2.000 enemigos y tomando otros tantos prisioneros. Poco después derrotaba y daba muerte a Aelymas. Este ataque nocturno inspiraría a Escipión años más tarde.

Dueño de todo el campo, Agatocles se veía sin embargo incapaz de someter a la propia Cartago. Dueña del mar y bien defendida por sus murallas, podía ser abastecida sin problemas por los navíos llegados desde las fértiles tierras de Cerdeña y Sicilia. Sin embargo, las noticias llegadas desde Sicilia sobre los avances de sus enemigos políticos lo alarmaron y decidió a volver de inmediato. Dejando a su hijo Arcagato al mando, viajó a Siracusa con 2.000 soldados.

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Agatocles de Siracacusa (361-289 AC). Autor Ángel García Pinto

El senado cartaginés decidió entonces formar tres ejércitos de los cuales uno iría por la costa y otros dos por el interior. Pensaban que así el enemigo debería dividir sus fuerzas y retirarse del asedio de Cartago, que aunque abastecida por mar empezaba a pasar hambre debido a que muchos de otras ciudades se habían refugiado dentro de sus muros. Pusieron en movimiento un total de 30.000 hombres, mientras que por el lado siracusano debería haber por aquel entonces un número similar, fueron divididos a su vez en otros tres ejércitos que operarían allí donde se movían los cartagineses. La estrategia púnica funcionó a la perfección y los dos ejércitos siracusanos que se movían por el interior fueron derrotados, muriendo unos 12.000 infantes y 1.000 jinetes entre ambos contingentes.

Llegado de nuevo a África en el 307 AC, Agatocles se encontró al ejército diezmado y totalmente desanimado, pero instó a sus hombres a presentar batalla. Contaba con unos 6.000 griegos, 3.000 mercenarios samnitas, etruscos y celtas, unos 10.000 libios de lealtad dudosa, 1.500 jinetes y gran cantidad de carros de guerra.

Agatocles intentó un ataque al campamento enemigo, pero tuvo que retirarse sin resultados tras haber perdido 3.000 hombres, a los que se sumarían otros 4.000 en el tumulto que se formó durante la noche cuando 5.000 libios decidieron desertar y pasarse a los cartagineses.

Habiendo perdido más de la mitad de su ejército, Agatocles se veía incapaz de presentar batalla y decidió abandonar África. Firmó un tratado de paz bastante favorable con Cartago en 306 AC, delimitando las áreas de influencia de ambas potencias en Sicilia.

De vuelta a Sicilia en el 305 AC, Agatocles restauró su autoridad, derrotó a Dinócrates y ejecutó a un elevado número de enemigos políticos. En el año 304 AC, Agatocles tomó el título de rey, integrando su poder en el recién nacido mundo helenístico. Su guardia personal estaba compuesta por mercenarios itálicos, principalmente samnitas y los célebres mamertinos.

A partir de esos momentos las noticias son más escasas; se conocen algunas expediciones por el sur de Italia y por el mar Adriático, que le llevaron incluso a apoderarse temporalmente de Corsica frente a las ambiciones de Casandro en el 300 AC.

Agatocles murió asesinado en el año 289 AC, a instancias de su nieto Arcagato, temeroso de no ser designado sucesor.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2014-04-30. Última modificacion 2021-09-06.
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Comentarios:

  1. Ubaldo dijo el 2022/06/08 a las 12:44 pm

    Muy Buen articulo y blog histórico, la verdad mis felicitaciones. Se nota que le están poniendo mucho empeño y me he dado cuenta de ello porque siempre agregan nueva información a los artículos escritos, como en este.

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