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Situación del ejército romano
Aníbal salió de su base en Cartagena, España, en mayo de 218 AC, cruzó el Ebro en el mes de junio y dividió su ejército en dos columnas: una siguiendo la costa y otra siguiendo el río Sicoris (Segre), reuniéndose en Perpiñán. Dejo a su hermano Hannón con un ejército de 10.000 infantes y 1.000 jinetes para hacerse cargo desde el Ebro hasta los Pirineos. Despidió a 12.000 turdetanos, que al llegar a los Pirineos empezaron a dudar de la empresa. Continuó a partir de los Pirineos con 50.000 infantes, 10.000 jinetes y 37 elefantes.
Los romanos, al contrario que en la primera Guerra Púnica, eran entonces más fuertes por mar, y planearon un doble desembarco: en África y en Iberia. Fiel a su estilo directo y agresivo, Roma buscaba decidir la guerra de modo fulminante, asestando un golpe decisivo en los dos puntos neurálgicos del enemigo.
Decidieron desplegar las siguientes fuerzas:
- Un ejército consular con 6 legiones (las romanas (II, V y VI) y 3 aliadas) y 70 naves al mando de Publio Cornelio Escipión con su hermano Cneo, para llevar la guerra a Hispania. Al enterarse de la partida Aníbal, Publio desembarcó en Massilia (Marsella) con 2 legiones para cortarle el paso, y posteriormente tuvo que enviar otras 2 legiones al valle del Po.
- El otro ejército al mando de Tiberio Sempronio Longo, viajó a Sicilia con 170 naves y 2 legiones romanas (III y VI) y 2 aliadas para preparar el desembarco en África.
- La Legión I, al mando del pretor Manlio, se desplazó al valle del Po, para supervisar la lealtad de las belicosas tribus galas. Esta legión fue derrotada por los galos, y Publio Escipión que estaba en Pisa, tiene que enviar la legión 2 para establecer la situación.
Batalla del Ródano (septiembre del 218 AC)
Gracias a su diplomacia, Aníbal no fue molestado por los galos, hasta que llegó a la ribera del río Ródano, territorio de la tribu de los galos volcas, aliados de los romanos, en septiembre. Los volcas, bajo la tutela del ejército romano, acamparon en las inmediaciones de Massalia (actual Marsella), intentando evitar que los cartagineses cruzaran el río e invadieran Italia.
Aníbal dejó la costa y avanzó hacia el río Ródano, río que alcanzó a finales de septiembre con 38.000 infantes, 8.000 jinetes y 34 elefantes.
Una vez que llegó a la ribera oeste del Ródano, Aníbal decidió descansar por tres días, que dedicó a confiscar y construir embarcaciones para cruzar el río. Pese a que los volcas habitaban en las dos riberas del río, se habían retirado en la ribera oriental, donde desplegaron para intentar detener el avance cartaginés.
La tercera noche, Aníbal puso a Hannón, hijo de Bomílcar, al frente de una columna de infantes y jinetes y los envió río arriba amparados en la oscuridad de la noche, para encontrar otro punto por donde cruzar. La mayor parte de su tropa eran mercenarios hispanos, ya que se suponía que eran los mejores nadadores del ejército de Aníbal.
Ayudado también por guías locales, Hannón localizó un punto de paso adecuado a unos 40 km al norte del campamento. Cruzó el río, primero con los hispanos a nado sobre escudos y pieles infladas y luego el resto sobre balsas construidas con rapidez, sin que fuera detectado por los volcas.
Una vez en la ribera oriental, el destacamento de Hannón descansó un día y en la segunda noche llegaron a posicionarse en la retaguardia de los volcas.
Hannón dio la señal de humo convenida y el principal ejército púnico comenzó a cruzar el río. Las embarcaciones que transportaban la caballería númida lo hicieron río arriba, mientras que otros jinetes desmontados lo hacían en embarcaciones que remolcaban tres o cuatro caballos atados entre sí. Con ello consiguieron ralentizar la corriente del río y las balsas con la infantería cruzaron detrás de los caballos. Algunos soldados incluso pudieron cruzar el río nadando. El mismo Aníbal fue de los primeros en cruzar mientras que el resto del ejército vitoreaba a los compañeros que llegaban a la ribera oriental.
Los galos, al ver el gran número de embarcaciones cruzando el río, abandonaron el campamento y acudieron en masa a la ribera oriental para enfrentarse a los cartagineses. Pronto empezó la batalla, pero los cartagineses consiguieron asegurar la posición y hacerse fuertes el tiempo suficiente para permitir que el destacamento de Hannón, que después de prender fuego al campamento de los volcas, apareció y los atacó por retaguardia. Parte de los galos volvieron atrás para defender el campamento y otra parte se quedaron para luchar, pero pronto todo su ejército fue masacrado y pocos fueron los que consiguieron huir.
La mayoría del ejército cartaginés cruzó el río el mismo día de la batalla, utilizando embarcaciones y balsas. Aníbal ordenó que sus elefantes fueran transportados a la otra orilla al día siguiente, ya fuera sobre balsas o nadando. Una vez las fuerzas púnicas se reunieron de nuevo en la ribera oriental, se enviaron partidas de reconocimiento y Aníbal recibió noticias de que la flota romana había llegado a Marsella.
Publio Cornelio Escipión había zarpado de Pisa, llegando a Massalia (Marsella) cinco días después de navegar por la costa de Liguria, y desembarcó allí su ejército. Al saber que Aníbal estaba en el Ródano, envió una partida de 300 jinetes romanos y aliados galos a la ribera oriental para localizar el ejército púnico. Este grupo se encontró con una partida de caballería númida en misión de reconocimiento. Los númidas fueron derrotados y 240 de ellos murieron en esa escaramuza, mientras que los romanos y aliados tuvieron 140 muertos. Los supervivientes de ambas partidas regresaron para informar.
La partida informó a Escipión, que no podía dar crédito, Aníbal había cruzado el Ródano y se internaba en la Galia, aquello solo podía significar una cosa: el ejército cartaginés no se dirigía a Marsella, sino directamente a Italia.
Una vez localizado Aníbal, Escipión cargó su equipamiento pesado en los barcos y marchó hacia el norte para enfrentarse a los cartagineses, pero Aníbal, a pesar de tener unas fuerzas más numerosas, decidió retirarse hacia los Alpes. Cuando Escipión llegó al campamento cartaginés lo encontró desierto, calculando que Aníbal le llevaba 3 días de ventaja. Así pues, decidió volver a Marsella donde dejó sus tropas bajo el mando de su hermano Cneo Cornelio Escipión Calvo. Él por su parte regresó a Roma en barco para llevar la increíble noticia al Senado.
Reacción de los romanos
El senado romano decidió que Publio volviese a Italia con dos legiones y Cneo se quedase en Marsella con 2 legiones romanas y 2 aliadas para cortar la línea de aprovisionamiento de Aníbal y evitar que le llegaran refuerzos.
En agosto, Cneo desembarcó en Emporion (Ampurias), contaba con las legiones V y VI y otras 2 aliadas, unos 20.000 infantes y 2.200 jinetes. Decidió avanzar hacia el sur y enfrentarse a Hannón que contaba solo con 10.000 infantes y 1.000 jinetes y unos 5.000 aliados ilergetes. Asdrúbal Barca, después de ser advertido de la expedición romana, marchó al norte con un ejército de 8.000 infantes y 1.000 jinetes para unirse a Hannón.
Avanzado el otoño (noviembre?), en la ciudad de Cissa (cerca de Tarragona) se encontraron ambos ejércitos, Hannón no esperó a Asdrúbal y decidió enfrentarse solo al romano.
No hubo brillantes maniobras o emboscadas, ambos ejércitos formaron y se enfrentaron. Al ser en número de dos a uno, Hannón fue derrotado con relativa facilidad, perdiendo 6.000 hombres en la batalla. Por otra parte, los romanos consiguieron capturar el campamento cartaginés, junto con 2.000 prisioneros y entre los que se encontraba el mismo Hannón. En el campamento figuraban todos los equipajes dejados por Aníbal. Entre los presos también se incluye Indíbil, un influyente caudillo ilergete que causaría más tarde graves problemas a los romanos.
Cneo se convirtió en dueño del norte del Iberus (Ebro). Asdrúbal, que llegó demasiado tarde a ayudar a Hannón, y aunque no era lo suficientemente fuerte como para atacar a los romanos, cruzó el río y envió una columna que hostigó a la caballería y la infantería romana en una escaramuza. Esta fuerza capturó a marineros romanos, e infligió tales bajas, que la eficacia de la flota romana en España se redujo de 60 a 35 naves.
Marcha de Aníbal desde el Ródano hasta los Alpes
Aníbal necesitaba llegar a los Alpes rápidamente, antes del comienzo del invierno, dado que si se retrasaba, los pasos se cerrarían y tendría que esperar hasta la primavera.
Una vez cruzado el Ródano, Aníbal realizó una asamblea en la que presentó su ejército a Magilus, y algunos otros jefes galos padanos (del valle del río Po). El propósito de Aníbal era inspirar a sus hombres la confianza en la expedición planeada mostrándoles a los jefes galos que les ofrecían su ayuda. Hablando a través de un intérprete, Magilus habló del apoyo que los galos padanos, recientemente conquistados por los romanos, podían ofrecer a los cartagineses y su misión de destruir Roma. Aníbal se dirigió entonces a los oficiales él mismo. El entusiasmo de las tropas fue elevado por la inspiradora dirección de Aníbal.
Continuó la marcha al día siguiente de la asamblea, la caballería a vanguardia, seguida por la infantería, a continuación el tren de suministros, y Aníbal en la retaguardia con los elefantes. Avanzó hacia el norte por la orilla del Ródano para alejarse de Escipión.
Aníbal marchó hacia lo que denominó la Insula (posiblemente formada por los ríos Ródano al oeste, Isere al sur, y Saona al norte). Ordenó a su infantería que se adelantara, y marchó hacia la Isere en seis días, marchando a 20 km por día. La caballería y la retaguardia solo tardaron cuatro días, una marcha de 30 km por día. En este período, el cuerpo en su conjunto había marchado 120 km.
Cuando el ejército de Aníbal hizo contacto con la Insula, llegó a la zona de una tribu gala que estaba en medio de un conflicto civil. Aníbal eligió la causa del mayor de los dos combatientes, llamado Brancus, después de dejar de lado la causa del más joven y menos popularmente apoyado. Formó una alianza con Brancus del que recibió los suministros necesarios para la expedición a través de los Alpes. Además, recibió la ayuda diplomática de Brancus, por lo que no tuvo que defenderse hasta los Alpes propiamente dichos.
Cruce de los Alpes
Existe poca certeza sobre la ruta seguida por Aníbal a través de las montañas, y qué valles y pasos utilizó. Los más probables son:
- Paso del Pequeño San Bernardo, defendido por el historiador Theodore Ayrault Dodge.
- Paso de Clapier, defendido por John Francis Lazenby.
- Paso de la Traversette, defendido por William C. Mahaney. Los deshielos han permitido encontrar restos de excrementos de caballos.
- Paso de Montgenèvre defendido por Peter Connolly.
Aníbal marchó por el río Isere durante unos 800 estadios (160 km) y luego comenzó a subir. Allí encontró que los pasos estaban fortificados por los allobroges (alóbroges). Envió espías para averiguar si había alguna debilidad en su disposición. Estos espías encontraron que los bárbaros solo mantenían su posición fortificada durante el día, y dejaban su posición durante la noche. Para hacer creer a los alóbroges que no consideraba prudente un asalto nocturno, ordenó que se encendieran tantas hogueras como fuera posible, para inducirles a creer que estaba estableciendo su campamento para pasar la noche. Una vez que dejaron sus fortificaciones, condujo a sus mejores tropas para tomarlas. Al día siguiente, cuando los alóbroges regresaron fueron rechazados, y los cartagineses pudieron continuar su marcha.
Aníbal continuó la marcha con su ejército, entró en el valle de los alóbroges y tomó fácilmente su ciudad, despojándola de todos sus caballos, cautivos, bestias de carga y maíz. Además, había suficientes provisiones para tres días de raciones para el ejército. Esto compensó la perdida de sus provisiones cuando los animales de carga cayeron al precipicio en el curso de la acción anterior. Entonces ordenó que este pueblo fuera destruido, para demostrar a los bárbaros de ese país lo que sucedería si se le oponían de la misma manera que lo hizo esta tribu. Acampó allí para dar a sus hombres tiempo para descansar después de su agotadora marcha, y para recoger más raciones en el valle.
Los cartagineses continuaron su marcha y se encontraron con la tribu gala de los centrones, que llevaron regalos y ganado para las tropas. Además, dejaron rehenes para convencer a Aníbal de su compromiso con su causa.
Aníbal estaba preocupado y sospechaba de los centrones. Los galos guiaron a su ejército durante dos días hacia el paso, donde habían planeado tender una trampa a los cartagineses.
Los centrones esperaban en el paso para atacar, dejarían pasar la mitad del ejército por el del paso. Atacando la otra mitad con los suministros y dificultar que la mitad que había pasado, organizara un contraataque. Aníbal, anticipándose al engaño de los centrones, había organizado su ejército con los elefantes, la caballería y los equipajes en el frente, mientras que su infantería pesada le seguían en la retaguardia.
Las fuerzas de los centrones se habían posicionado en las laderas paralelas al ejército de Aníbal y usaron este terreno más alto para hacer rodar rocas y lanzar piedras a la mitad del ejército cartaginés que no había cruzado, matando muchos más animales de carga. La confusión reinaba en las filas atrapadas en el paso. Sin embargo, la retaguardia fuertemente armada de Aníbal se contuvo de entrar al paso, obligando a los bárbaros a descender para luchar. La retaguardia pudo así contener a los atacantes, antes de que Aníbal y la mitad de su ejército no separado de él se vieran obligados a pasar la noche cerca de una gran roca blanca, que Polibio escribe «les proporcionó protección«. Por la mañana, los centrones ya no estaban en la zona.
El ejército descansó allí durante dos días. Era finales de octubre y el tiempo nevado, la duración de la campaña, la ferocidad de la lucha, y la pérdida de animales minaron la moral de las filas del ejército. Desde sus comienzos en Iberia, las tropas de Aníbal habían estado marchando durante más de cinco meses y el ejército había reducido mucho su tamaño.
La mayoría de los combatientes de Aníbal no estaban acostumbrados al frío extremo de los altos Alpes, siendo en su mayoría de África e Iberia. Según Polibio, Aníbal reunió a sus hombres, les declaró que el final de su campaña se acercaba; y señaló la vista de Italia, mostrando a sus soldados el valle del río Po y las llanuras cercanas a él, y les recordó que se les había asegurado la amistad y ayuda gala. Después de tres días de descanso, Aníbal ordenó que comenzara el descenso de los Alpes.
En un punto temprano de su descenso, el ejército encontró una sección del camino que había sido bloqueada por un deslizamiento de tierra. Esta sección del camino era unos 300 metros. Aníbal intentó desviarse, marchando a través de un lugar donde había mucha nieve. Inicialmente hicieron algunos progresos, a costa de no pocas pérdidas de los animales de carga que quedaban, antes de que Aníbal llegara a la conclusión que esta ruta era imposible. Aníbal hizo marchar a sus hombres de vuelta al punto inicial antes de su desvío.
Desde aquí, Aníbal ordenó a sus hombres que arreglaran el camino para el paso de los animales. Trabajando en relevos, el ejército se puso a trabajar. Se dice que una gran roca les impedía el paso, la roca era muy dura para ser destruída con martillos, y Aníbal ordenó calentarla con fuego y luego verter vinagre, entonces la roca se resquebrajó. Al día siguiente el camino estaba en condiciones suficientes para permitir el paso a la caballería y a los animales de carga. Finalmente llegaron al valle donde había pastos.
Fue el final de una marcha de 2.400 km y 5 meses de duración, cuyos días más duros habían sido los 15 días que tardaron en cruzar los Alpes; en que tuvieron que abrirse paso a lo largo de 212 km de terreno agreste y cumbres nevadas, acosados por tribus hostiles y la proximidad del invierno. Llegaron al valle del río Po con 12.000 infantes libio-fenicios, 8.000 infantes hispanos, 6.000 jinetes númidas e hispanos, y 32 elefantes. Tras un breve enfrentamiento con los habitantes de la ciudad de Turín, tomó la ciudad.
Batalla de Tesino o Ticino (noviembre 218 AC)
Aníbal intentaba afanosamente reclutar tropas entre las tribus galas locales cuando se enteró de la vuelta de Publio que se hizo cargo de las fuerzas que estaban en la zona (las legiones I y II, y aliados celtas, total unos 25.000). Aníbal decidió hacerle frente con una demostración de su fuerza, esperando con esto mejorar su posición ante las tribus locales, y obligar el repliegue de los romanos más allá del río Po.
Escipión también estaba impaciente por una batalla, y decidió marchar hacia el norte del Po para enfrentarse al cartaginés. Llegaron cerca del río Tesino o Ticino, y ambos ejércitos levantaron el campamento.
Ambas fuerzas enviaron partidas de exploración curiosamente dirigidas por ambos jefes con el fin de obtener información de primera mano. Escipión tendió un puente flotante sobre el río y pasó con toda su caballería (1.200 romanos, 1.900 itálicos y galos) y 7.200 vélites. Aníbal avanzó con la mayoría de su caballería (4.000 númidas y 2.000 hispanos) hacia el río Tesino con el fin de observar el campamento romano.
Ambas fuerzas se avistan y Escipión colocó los vélites en el centro, la caballería gala e itálica a los flancos y la caballería romana a retaguardia.
Aníbal atacó por el centro y los flancos a la vez, los vélites lanzan sus jabalinas y huyen por entre la caballería romana, lo que permitió a la caballería hispana el choque directo con la romana, esta aguantó el choque y el resultado fue incierto. Los númidas ponen en fuga a los itálicos y galos, y atacan a la caballería romana por retaguardia. Los romanos al verse rodeados, se replegaron al campamento, desmontando el puente. Escipión fue herido durante la batalla, siendo rescatado por su hijo Publio Cornelio Escipión que tenía 18 años.
La batalla no fue más que una escaramuza, pero hizo que los galos se animasen a unirse al bando cartaginés. Los romanos tuvieron 500 muertos y numerosos caballos fueron capturados. Pronto todo el norte de Italia se alió con Aníbal, los refuerzos galos y ligures aumentaron el ejército de Aníbal hasta unos 40.000 hombres.
Esta derrota supuso un duro contratiempo para Roma, el cónsul Sempronio, con sus tropas desplegadas en Sicilia y listas para invadir África no tuvo otro remedio que embarcar las legiones III y IV, y partir hacia el norte, en ayuda de su colega Escipión.
Batalla de Trebia (diciembre 218 AC)
Un mes después de la batalla de Tesino o Ticino, Sempronio llegó al campamento romano situado a orillas del río Trebia con otras dos legiones (III y IV), formando un ejército consular de 5 legiones más aliados celtas. En vista de que su colega en el consulado estaba herido y no podía hacerse cargo de las tropas, tomó el mando de todo el ejército. Contra los deseos de Escipión, Sempronio deseaba entrar inmediatamente en batalla con Aníbal, ya que su mandato como cónsul estaba acabándose, y quería llevarse él solo la gloria de derrotar a Aníbal.
Aníbal, que mediante el uso de guías galos había encontrado un lugar adecuado para tender una emboscada, envió a 1.000 jinetes de caballería pesada y a 1.000 infantes bajo el mando de su hermano menor Magón, para que se ocultaran durante la noche. A la mañana siguiente, Aníbal envió a su caballería númida al otro lado del Trebia con la orden de hostigar al campamento romano y después retirarse, para de esta manera atraer a los romanos hacia un lugar donde el destacamento de Magón pudiera aparecer y atacar en el momento oportuno.
Los jinetes númidas lograron captar la atención del campamento romano para que Sempronio enviase a su caballería para perseguirlos, y poco después ordenó salir a su ejército completo.
Sempronio desplegó las 5 legiones (III, IV, restos de la I y II, así como 2 aliadas) en el centro, que serían unos 20.000 efectivos. A ambos flancos de las legiones situó la infantería aliada gala y la ligur (8.000 en cada lado). Delante situó a los vélites (6.000). En el ala derecha situó 1.000 jinetes romanos y en la izquierda 3.000 jinetes aliados.
Los cartagineses situaron la infantería hispana y celta (20.000) en el centro. A ambos flancos situó 6.000 falangistas libio-fenicios. Delante situó los peltastas que incluían honderos baleares. En el ala izquierda la caballería hispana y gala mandada por Maharbal (5.000) con 16 elefantes y en ala derecha la caballería númida manda por Naravás (4.000) con 16 elefantes.
Aún era muy temprano en el momento en que las legiones cruzaron el Trebia, los romanos aún se hallaban somnolientos y sin desayunar. Los cartagineses, por otra parte, se habían alimentado bien y se habían untado con aceite para protegerse del frío antes del combate.
El ataque lo inició la caballería cartaginesa en ambas alas, que se enfrentaron a sus equivalentes romanos, a los que excedían en un elevado número.
Los vélites (infantería ligera romana) que realizaba la cobertura del grueso de las legiones, fue la primera en entrar en combate, siendo dispersados por los peltastas de Aníbal, principalmente por el acierto de los honderos de baleares. Después de que los vélites se retiraran entre los espacios de la línea romana, los hastati cerraron su segunda línea y se enfrascaron en el combate contra los cartagineses. Los príncipes permanecieron en su lugar.
Mientras en el centro los legionarios seguían luchando cuerpo a cuerpo, los jinetes romanos fueron gradualmente obligados a huir dejando a la infantería romana cada vez más expuesta. Los elefantes atacaron. Los aliados romanos que no conocían estos animales huyeron despavoridos, mientras que algunos romanos llevaban una especie de guadaña, cortaron los tendones a 9 de ellos.
Con la caballería romana derrotada y en plena fuga, los escuadrones de caballería cartaginesa volvieron y atacaron sucesivamente los flancos y retaguardia romanos. Al mismo tiempo, la fuerza oculta de Magón Barca emergió de su escondite y cayó sobre la retaguardia romana. La moral romana se encontraba muy baja debido al frío, la presencia de los elefantes cartagineses y la derrota de su caballería; al ser atacados por todos los lados, esta se perdió totalmente. La mitad de los manípulos (10.000) mandados por Sempronio fueron capaces de romper la formación cartaginesa creyendo este que había vencido, pero cuando se dio cuenta de la realidad reorganizó sus fuerzas y se replegó a Plasencia.
Miles de soldados romanos fueron abatidos sobre el terreno y pisoteados por los elefantes, otros tantos intentaron cruzar el río para salvarse, pero perecieron ahogados o abatidos.
Aníbal perdió unos 4.000 hombres, mientras que los romanos tuvieron de 15.000 a 20.000 muertos y 10.000 prisioneros, Aníbal soltó a los prisioneros itálicos, diciéndoles que solo había venido a combatir a los romanos.
El invierno resultó extremadamente duro, muriendo todos los elefantes menos uno y también numerosos caballos númidas que no estaban acostumbrados al frío.