Edad Moderna Guerra de los Nueve Años (1688-97) Camino a Ryswick: 1696–97

Antecedentes

La mayoría de los frentes permanecieron relativamente tranquilos a lo largo de 1696: los ejércitos de Flandes, a lo largo del Rin y en Cataluña, marcharon y se enfrentaron, pero poco se logró. La vacilación de Luis XIV de enfrentarse a los aliados (a pesar de la confianza de sus generales), pudo haber reflejado su conocimiento de las conversaciones secretas; que habían comenzado más de un año antes, con François de Callières en representación de Luis XIV, y Jacob Boreel y Everhard van Weede Dijkvelt representando a los holandeses.

En la primavera de 1696, las conversaciones cubrieron todo el panorama de los problemas que constituían un obstáculo para la paz. El más difícil de estos era el reconocimiento de Guillermo de Orange como rey de Inglaterra y el posterior estatus de Jacobo II en Francia; la demanda holandesa de una barrera contra la futura agresión francesa; los aranceles franceses al comercio holandés, y los asentamientos territoriales en las zonas del Rin-Mosela con respecto a las Reuniones y las recientes conquistas, en particular la ciudad de Estrasburgo, de importancia estratégica.

Luis XIV había logrado establecer el principio de que un nuevo tratado, que se fijaría en el marco de los Tratados de Westfalia y de Nimega, y la Tregua de Ratisbona; pero con las demandas del Emperador por Estrasburgo, y la insistencia de Guillermo III en que se le reconociera como rey De Inglaterra, antes de la conclusión de las hostilidades, apenas valía la pena convocar una conferencia de paz.

Tratado de Turín 29 de agosto de 1696

En Italia, las negociaciones secretas resultaron ser más productivas, y la posesión francesa de Pinerolo era fundamental para las conversaciones. Cuando Amadeo amenazó con asediar a Pinerolo a los franceses, concluyendo que su defensa no era posible ahora, accedió a devolver el bastión con la condición de que sus fortificaciones fueran demolidas. Los términos se formalizaron como el tratado de Turín el 29 de agosto de 1696, según el cual Luis XIV también devolvió intactos Montmélian, Niza, Villefranche, Susa y otras ciudades pequeñas. Entre otras concesiones, Luis XIV también prometió no interferir en la política religiosa de Saboya con respecto a los Vaudois, siempre que el Duque impidiera cualquier comunicación entre ellos y los hugonotes franceses. A cambio, Amadeo aceptó abandonar la Gran Alianza y unirse a Luis XIV, si fuera necesario, para asegurar la neutralización del norte de Italia. El Emperador, superado diplomáticamente, se vio obligado a aceptar la paz en la región mediante la firma del Tratado de Vigevano del 7 de octubre, al que los franceses accedieron de inmediato. Italia fue neutralizada y la guerra de los Nueve Años en la península llegó a su fin. Saboya había emergido como una casa soberana independiente y un poder clave de segunda fila: los Alpes, en lugar del río Po, serían el límite de Francia en el sureste.

Asedio y conquista de Ath (15 de mayo al 5 de junio de 1697)

Antecedentes

El Tratado de Turín inició una lucha por la paz. Con la continua interrupción del comercio, y los políticos de Inglaterra y de Holanda estaban deseosos de poner fin a la guerra. Francia también enfrentaba el agotamiento económico, pero sobre todo Luis XIV se estaba convenciendo de que Carlos II de España estaba cerca de la muerte y sabía que la ruptura de la coalición sería esencial si Francia se beneficiaba de la batalla dinástica que se avecinaba. Las partes contendientes acordaron reunirse en Ryswick (Rijswijk) y llegar a un acuerdo negociado. Pero a medida que las conversaciones continuaron hasta 1697, también lo hicieron los combates.

El principal objetivo francés de ese año en los Países Bajos españoles era la plaza de Ath (actual provincia valona de Hainau en Bélgica), para demostrar la preeminencia militar de Francia a los negociadores aliados.

La fortaleza tenía forma octogonal de traza italiana con baluartes en cada una de las puntas, los baluartes estaban unidos por una muralla de cortina, que estaba rodeada por un foso que en la parte superior de la muralla alcanzara una altura de 30 pies (9 m). Cuando se inundaba, se agregaba 8 pies (2,5 m) a la altura del agua, que normalmente tenía solo varios pies de altura.

Los bastiones se encontraban dentro del alcance efectivo de los mosquetes entre sí o no a más de 600 pies (183 m) de distancia. Los bastiones estaban separados tenailles ubicadas sobre la zanja. En frente de las fábricas de trabajos se encontraban enormes revellines o medialunas con fortificaciones de mampostería que podían albergar a cientos de soldados y varios cañones de pequeño calibre.

El propio Vauban se había preocupado por asediar el fuerte, dado que él lo había diseñado.

El comandante de la fuerza de asedio, el mariscal Nicolas Catinat y su ingeniero jefe, el mariscal Vauban, tenían una fuerte relación de trabajo y cooperarían sin problemas durante el asedio. Catinat tenía 50 batallones y otros tantos escuadrones de caballería, unos 40.000 hombres en total. Vauban estaba asistido por Jean de Mesgrigny y 62 ingenieros seleccionados. Los mariscales Boufflers y Villeroi mandaron las dos fuerzas de interdicción, cuya fuerza combinada ascendía a 140.000 hombres.

Ath tenía una población de unos 6.000 habitantes, y una guarnición aliada de unos 3.850 hombres (españoles, valones, alemanes y holandeses) con 32 piezas de artillería, estaba mandada por Fernando-Lamorald de Coy, conde de Roeux, de 65 años. Debido a la frecuente inactividad de Roeux, el mando pasó a Antonio Günther, príncipe de Anhalt-Zerbst. Al marqués de Conflans se le había ordenado que tomara el mando de los regimientos de la fortaleza, pero fue capturado por los franceses el 16 de mayo antes de que él pudiera hacer el viaje. Los aliados habían dado prioridad a los fuertes más importantes de Bruselas y Oudenarde y quedarían sorprendidos cuando comenzara el asedio de Ath.

El cerco

Una fuerza de caballería francesa de 12.000 jinetes llegó antes de Ath en la mañana del 16 de mayo, asegurando todos los caminos, cruces de ríos, abadías y edificios dentro de un radio de varios kilómetros. La fuerza principal de Catinat abandonó Helchin el mismo día, cruzó el río Scheldt y se estableció en tres campamentos a unos 10 kilómetros de la fortaleza. Los campos estaban separados por las ramas occidental y oriental del río Dender, que se reunieron en Ath, y los franceses se pusieron a trabajar en la creación de líneas de circunvalación y cuarteles de los regimientos y puentes para facilitar las comunicaciones. Los ejércitos de interdicción de Boufflers y Villeroi tomaron posiciones de cobertura en los flancos de Catinat.

Se negoció la salida de las mujeres dentro del fuerte, con el fin de tener menos bocas que alimentar, siendo despedidas por los franceses el mismo día. El 17 de mayo, la guarnición aliada incendió indiscriminadamente los edificios fuera del fuerte para negar a los franceses el encubrimiento y la ocultación, sin pensar en las avenidas francesas más probables. Tampoco lograron quemar los setos y los jardines, de los cuales los franceses harían uso. Los aliados dirigieron disparos lejanos de cañones a los lejanos campamentos franceses. Todo esto fue observado por Vauban, quien concluyó que el gobernador Roeux era un incompetente.

Los cirujanos civiles de las ciudades de los alrededores, como Valenciennes y Cambrai, fueron reclutados para ayudar a los cirujanos militares franceses con los heridos. Se requirieron 4.000 carromatos para transportar suministros y armamentos, y sus equipos de conductores civiles también tuvieron que ser reclutados de la región. Se ordenó a unos 20.000 campesinos que ayudaran a cavar las líneas de circunvalación para defenderse contra los ataques de la guarnición y las de contra-circunvalación contra las posibles fuerzas de socorro.

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Asedio y conquista de Ath (1697). Plano del asedio (15 de mayo al 5 de junio)

El asedio

Catinat y Boufflers revisaron sus fuerzas el 22 de mayo; a las 19:00 horas se abrió la primera paralela contra el lado este de la ciudad desde una distancia de 650 pasos.

El ataque se centró en la puerta de Buselas, aunque la primera paralela envolvía 4 bastiones (Burgundy, Namur, Limburgo y Bravante) y ocupaba un tercio del perímetro de la defensa.

Se realizaron tres aproximaciones de trincheras la derecha mandada por el teniente general René de Froullay, conde de Tessé; la izquierda bajo el mariscal de campo Fernando, conde de Marsin. Una tercera falsa estaba dirigida por el ingeniero Mesgrigny e intentaba desviar el esfuerzo de los defensores. Cada aproximación estaba asistida por uno de los ayudantes de Vauban que mandaba una brigada de nueve ingenieros. Tres batallones guardaban cada una, y los 800 soldados que no estaban de guardia, eran divididos en brigadas de 50 hombres se turnaban situando cientos de fajinas y de gaviones bajo la dirección de los ingenieros.

Las trincheras requerían miles de horas por hombre para ser excavadas, principalmente de noche para evitar el fuego enemigo. La primera noche la excavación fue bien, avanzaron más de 2.500 pies (760 m) hacia la ciudad, las dos aproximaciones fueron conectadas por una paralela al frente de ataque a 1.900 pies (600 m) de los trabajos exteriores.

Una vez bajo el alcance de los cañones de los defensores, siguieron las instrucciones escritas en el manual de Vauban. Cada mañana 1.600 trabajadores eran relevados por otros 1.600, al igual que los tres batallones eran relevados por otros tres.

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Asedio y conquista de Ath (15 de mayo al 5 de junio de 1697). Detalle. A la izquierda construcción de las paralelas, a la derecha asentamiento de las baterías de cañones (B, C, D y E) y morteros (1 y 2).

Los siguientes días las trincheras siguieron acercándose en zigzag para proteger a los trabajadores del fuego enemigo. La noche del 24 de mayo se realizó la segunda paralela a unos 1.000 pies (300 m), 4 de los 6 batallones de servicio ocuparon la paralela y prepararon los asentamientos de artillería. Al mismo tiempo que los defensores incrementaban el fuego de artillería con sus 13 cañones activos; el 27 de mayo, los sitiadores acercaron su tren de artillería, con 73 cañones de los que 34 eran de asedio, 36 cañones en 6 baterías para hacer fuego contra los defensores y los 22 morteros en 2 baterías para batir los revellines de Cambron y Brabançon la primera batería y la segunda el revellín de Recollets. Mientras se continuaba con las trincheras de aproximación en dirección a los ángulos de los bastiones de Namur y Limburg, construyendo la tercera paralela la noche del día 29 de mayo.

Se comenzó los preparativos para asaltar el revellín de Brabançon que fue bombardeado por las baterías, los granaderos consiguieron asaltarlo y los 73 defensores se replegaron hacia la tenaille que tenían a retaguardia, destruyendo el puente de unión.

El siguiente objetivo era el asalto a la cortina entre los bastiones de Namur y Limburg, Vauban ordenó el bombardeo de los bastiones, mientras los zapadores empezaban a escavar minas para destruirlos, se empezó a construir un puente volante para acceder a la tenaille y salvar el foso.

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Asedio y conquista de Ath (15 de mayo al 5 de junio de 1697). Esquema de la defensa, y perfil de la fortificación.

La noche del 5 de junio se abrió una brecha en el bastión Namur, y los defensores pidieron negociaciones. El conde de Roeux se rindió y la guarnición marchó dos días después.

El asedio había durado 14 días, se habían consumido 12.000 kg de pólvora, 27.000 bolas de cañón, 3.400 granadas de mortero, 15.000 kg de plomo, con un coste total de 89.000 libras. Los franceses tuvieron 70 muertos, de los que 2 eran ingenieros y 250 heridos. Los defensores tuvieron 500 muertos.

Asedio y conquista de Barcelona (5 de junio al 10 de agosto de 1697)

Antecedentes

A inicios de 1697, parecía claro que Francia atacaría duramente por Cataluña aquella campaña, habiéndose reforzado el ejército de Luis José de Borbón, duque Vendôme con parte de las tropas del mariscal Catinat. Para el lmperio y para el elector de Baviera era fundamental que Carlos II no aceptase la neutralidad en Cataluña porque significaría una mayor presencia militar francesa en el frente del Rin y en Flandes.

Para las potencias marítimas, sin embargo, la prolongación de la guerra ya no era imprescindible, por ello no había flota aliada en el Mediternáneo protegiendo el litoral catalán. De hecho, los anglo-holandeses podían aceptar la paz contando con que Luis XIV conservaría Estrasburgo y Luxemburgo; lo que ocurriese en la frontera de Cataluña no les importaba lo más mínimo. Para algunos ministros de la Corte se imponía la paz y era innecesario prolongar las acciones bélicas en Cataluña.

A mediados de abril, el príncipe de Hessen-Darmstadt pidió al virrey Francisco Antonio Fernández de Velasco que trazaran un plan de defensa. El landgrave estimaba que el ejército francés tenía entre 14.000 y 15.000 efectivos, pero llegarían a disponer de 22.000 a 23.000. El ejército español tenía en aquellos momentos 14.000 efectivos, pero aún se esperaban algunas tropas más. Por ello, con fuerzas similares en esos momentos, Hessen-Darmstadt recomendó que se adelantasen sus posiciones hasta Gerona, para ir consumiendo los forrajes de caballería que necesitaría el enemigo, mientras se reparaba la línea de Hostalric y se hacía una fortificación nueva en Macanet.

Ante el inminente asedio francés de la ciudad de Barcelona, el rey Carlos II de España solicitó por carta el 20 de mayo de 1697 al virrey Velasco que autorizara a la ciudad de levantar, armar y pagar la milicia barcelonesa, siguiendo las antiguas formas tradicionales; por lo que el 28 de mayo 1697 se constituyó la Coronela bajo el mando del primer consejero de la ciudad Francisco Taverner y Montornès. Aprovechando que el año anterior la flota del almirante Russell había marchado de Cádiz hacia el norte, duque de Vendôme, pudo utilizar la flota francesa de Víctor-Marie de Estrées, los dos ejércitos dirigirse a capturar Barcelona, la acción militar más importante del final de la guerra.

En la ciudad vio llegar las tropas francesas el 5 de junio de 1697: por tierra eran 18.000 infantes y 6.000 jinetes mandados por el duque Vendôme con un tren de artillería compuesto por 56 cañones de batir y 18 morteros; y por mar tenía 14 buques, 30 galeras, 3 balandras y 80 embarcaciones auxiliares mandadas por el conde de Estrées.

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Asedio de Barcelona 1697. Vista de la costa desde el cabo de Cerbère hasta las proximidades del Llobregat

Ese mismo día, el virrey Velasco dejó en Barcelona 13.000 hombres al mando de Diego Hurtado de Mendoza, conde de la Corzana, y marchó con el resto (10.000 efectivos) del ejército de campaña a Martorell; posición desde la que podía llegar inmediatamente a Barcelona por el camino real y, al mismo tiempo, vigilar el interior del territorio por si se producía un ataque francés hacia Vich, Cardona o Lérida.

El día 11 volvió el virrey Velasco a la Ciudad Condal en una atarazana, celebrando un consejo de guerra y mandando imprimir un bando donde se convocaba el somatén, su principal problema era la poca disposición de los naturales a alistarse.

El asedio

El maestre de campo Marimón reforzó con 500 hombres la guarnición de Montjuich. El día 12, después de reconocer las murallas, Vendôme decidió que su ataque sería entre el Portal Nou y el Portal del Angel. El conde de la Corzana ordenó que se levantase una cortadura para cubrir el lienzo de la muralla entre ambos baluartes.

Mientras tanto, el 13 de junio Vendôme ya había ocupado y fortificado el convento de los Capuchinos y el convento de Jesús fuera muralla, donde se asentaron 18 cañones que empezaron a bombardear la zona de San Pedro a un ritmo de 120 disparos por hora. No estableció un «cerco formal» sino que se quería conseguir una rápida entrada a la ciudad abriendo una brecha en la muralla entre los baluartes de Portal Nou y de San Pedro.

El mismo día 14, el enemigo voló una mina en el baluarte de Sant Pere, pero la obra cayó a plomo sin destruirse más que una esquina. Sí se derribó, en cambio, una parte de la muralla matando 200 franceses.

El 15 de junio sus zapadores iniciaron las trincheras en zigzag hacia el Portal Nou, y la flota inició un bombardeo contra las casas barcelonesas. Vendôme movió el ala derecha de su ejército, estrechando el asedio.

Para terminar de arreglar las cosas, el día 18 de junio se efectuó la primera salida desde la plaza sitiada. Salieron 800 hombres y llegaron hasta las baterías francesas sin lograr silenciarlas al carecer de instrumentos para clavar la artillería.

La segunda salida que se intentó desde la plaza también fracasó al pasarse a las líneas francesas dos soldados del tercio de Granada que descubrieron el plan. Se perdieron 200 soldados y 6 capitanes de la guarnición, pérdidas que contaban en dichas circunstancias mucho más que el daño causado a los franceses. Las instituciones catalanas (Diputación, Consejo de Cien …) protestaron ante Corzana por la mala planificación de las salidas y el ambiente comenzó a enrarecerse.

Se hizo una tercera salida desde la plaza con intención de silenciar algunas baterías francesas. Participaron 1.500 hombres que tuvieron poco más de 250 bajas, la mayoría al regresar a las líneas hispanas, pues, al ser soldados valones, hablaban en francés y fueron tiroteados desde las defensas de la plaza.

A finales de junio, las trincheras de los atacantes llegaban ya a la estacada defensiva, batiendo el lienzo de la muralla entre el baluarte del Portal Nou y el de Sant Pere. La ciudad ya había recibido el impacto de 7.000 a 8.000 bombas, estando algunos barrios muy castigados. Las pérdidas humanas eran de 1.000 soldados y 12 civiles muertos y 600 heridos en los hospitales.

Vendôme, impacientado, ordenó varios ataques por una zona poco batida por su artillería con el resultado de 2.000 a 3.000 bajas entre sus tropas. Por otro lado, como no se había planeado nada con el Virrey, los somatenes, cuyos efectivos se estimaban en 30.000, rodeaban Barcelona sin apenas haber entrado en combate.

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Asedio de Barcelona 1697. Vista desde tierra

Para evitar la inminente entrada francesa en la ciudad, Feliu de la Peña hizo construir una travesía con las ruinas de las casas derrumbadas por el bombardeo, que estuvo lista el 5 de julio. Además, la ciudad activó 4.000 milicianos de la Coronela.

Después de haber atacado varias veces los días 5 y 6 de julio con muchas pérdidas, se estiman en 2.522 bajas, el principal problema de Vendôme era la disminución de su ejército, que se agravaba aún más con el aumento de las deserciones.

Por ello se decidió más que nunca a intentar doblegar la resistencia de Barcelona mediante su poderosa artillería, cada día más destructiva al disparar desde más cerca de la ciudad.

El 13 de julio las baterías del enemigo hicieron caer gran parte del baluarte de Sant Pere y las murallas, llegando los franceses también hasta el foso del baluarte del Portal Nou. En este momento Velasco con fuerza de 6.000 a 7.000 infantes y caballería embistió un ala del enemigo.

Otro grupo de 3.000 hombres de caballería y 1.500 fusileros asaltaron la plaza de armas de los franceses, pero sin derrotarlos. Ello permitió a Vendôme reagrupar a los suyos y contraatacar. A pesar de los avisos del marqués de Grigny, el virrey pudo escapar de Sant Feliu de Llobregat, donde se hallaba por entonces su cuartel, muy justo de tiempo, de modo que los franceses saquearon el lugar, llevándose casi todo el bagaje del Virrey.

El 15 de julio, Velasco se limitó a enviar 1.000 soldados de caballería a Barcelona, pero no se hizo ninguna nueva salida desde la plaza.

El día 23 de julio, Vendôme ocupó el baluarte de Portal Nou. Esa perdida significaba un giro en la marcha del asedio, pues desde aquella posición los franceses podían hostigar las murallas causando muchas bajas a los defensores. Para colmo de males, le llegaron a Vendôme 1.700 hombres de refuerzo, comenzó a excavar minas para derribar el lienzo de muralla y el baluarte de San Pedro, la caída parecía inminente.

El día 28 de julio, los franceses abrieron un ramal entre los dos baluartes que habían tomado, colocando otra batería en el baluarte de Sant Pere. Al día siguiente volaron los de la plaza una contramina en dicho baluarte destruyendo una media una y muriendo más de 300 franceses.

Los días 1 y 2 de agosto los atacantes continuaron batiendo la cortadura que protegía la brecha abierta.

El 5 de agosto Mendoza pactó con los franceses una tregua de 3 días y se marchó a Esparreguera para entrevistarse con Velasco, y este recomendó que se rindieran a los franceses. Paralelamente, la corte de Madrid destituyó Velasco el 8 de agosto nombrando como sustituto el mismo Mendoza, quien de todos modos se rindió el 10 de agosto, al parecer antes de la llegada de su nombramiento llegara en Barcelona.

Ese mismo día las tropas francesas ocuparon la ciudad. La guarnición española la abandonaría el día 15.

Según cálculos de Feliu de la Peña las víctimas del asedio fueron unos 4.000 barceloneses muertos y 800 heridos, y daños numerosos no solo a las murallas sino en muchas casas; y los franceses perdieron 15.000 soldados, 1.000 oficiales y 52 ingenieros. En nombre de Luis XIV de Francia, Vendôme juró las constituciones catalanas en la catedral, así que de hecho por poco tiempo el rey francés se convirtió conde de Barcelona por segunda vez en su vida.

Secuelas del asedio

El Tratado de Ryswick fue firmado el 20 de septiembre de 1697 en la ciudad de Ryswick. La base de la paz era que todas las ciudades y distritos capturados desde la Paz de Nimega (1678) debían ser restaurados: por tanto, el Reino de Francia devolvió todo el territorio conquistado, abandonando Barcelona el 9 de enero de 1698, cuatro meses después de haberla ocupado. Pocos días antes, los franceses habían anunciado que impondrían el «derecho de campanas y metal» para marchar llevándose estas materias primas, pero los barceloneses se sublevaron el 1 de enero para impedirlo.

En el teatro de Renania en 1697 volvió a estar tranquilo: el comandante francés, el mariscal Choiseul (que había reemplazado al enfermo de Lorge el año anterior), se contentó con permanecer detrás de sus líneas fortificadas. Aunque Baden tomó Ebernberg el 27 de septiembre, las noticias de la paz pusieron fin a la campaña, y ambos ejércitos se retiraron el uno del otro.

Tratado de Ryswick (1697)

La conferencia de paz se inauguró en mayo de 1697 en el palacio de Guillermo III en Ryswick, cerca de La Haya. Los suecos eran los mediadores oficiales. Los representantes franceses tenían su jefatura en La Haya y los aliados en Delft.

Durante las primeras semanas no se alcanzó ningún resultado, por lo que en junio los dos protagonistas en la lucha, Guillermo III de Inglaterra y Luis XIV de Francia, designaron un representante para reunirse en privado. Los dos elegidos fueron Juan Guillermo Bentinck, conde de Portland, y el mariscal Boufflers, quienes pronto elaboraron los términos de un acuerdo, el cual, sin embargo, no aceptaron ni el emperador Leopoldo I ni Carlos II de España. Más tarde, España cedió y el 20 de septiembre el tratado de paz fue firmado entre Francia y las tres potencias, Inglaterra, España y las Provincias Unidas. Guillermo III entonces persuadió a Leopoldo I a hacer las paces, y se firmó un segundo tratado entre Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico el 30 de octubre siguiente.

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Tratado de Ryswick (20 de septiembre de 1678)

La base de la paz era que se debían devolver todas las ciudades y distritos conquistados desde la Paz de Nimega (1678). Entonces, Francia entregó Friburgo, Breisach y Philipsburg al Sacro Imperio Romano Germánico, aunque conservó Estrasburgo.

Por otra parte, Francia adquirió Pondicherry, después de pagar a las Provincias Unidas la suma de 16.000 monedas de oro llamadas «pagodas», y Nueva Escocia, mientras que España recuperó la Cataluña invadida por los Borbones franceses, algo importante de cara a la repercusión que tuvo en la guerra de Sucesión Española y las fortalezas de Mons, Luxemburgo y Courtrai.

El ducado de Lorena, que por muchos años había estado en manos de Francia, fue restituido a Leopoldo José, hijo de Carlos V, duque de Lorena. Las Provincias Unidas conservarían algunas de las principales fortalezas en los Países Bajos Españoles (Bélgica), incluyendo Namur e Ypres.

Luis XIV aceptó reconocer a Guillermo III como rey de Inglaterra y prometió no proporcionar ninguna otra ayuda a Jacobo II, renunciando a la vez a su injerencia en el obispado de Colonia y a la reclamación sobre parte del Palatinado Renano.

Se acordó también en acabar con el filibusterismo, se instruyó a los gobernadores coloniales de Francia e Inglaterra que impidieran y castigasen cualquier actividad de los temibles filibusteros.

Entrada creada originalmente por Arre caballo! el 2019-01-31. Última modificacion 2022-08-14.
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