¡Ayúdanos a mejorar el blog!
Si ves alguna palabra mal escrita, o frase que no tenga mucho sentido, es muy fácil hacérnoslo saber. Sólo tienes que seleccionar las palabras que te resulten sospechosas y pulsar las teclas CONTROL y ENTER. Se abrirá un formulario con el texto seleccionado, y con pulsar enviar recibiremos tu notificación.
También puedes abrir el formulario pulsando el siguiente botón
Antecedentes
En 508 AC, Lars Porsenna, rey de Chiusi, (una de las ciudades más poderosas de Etruria ) abandonó Roma después de poner fin a su guerra contra Roma con un tratado de paz. Porsena invirtió la marcha de su ejército y envió parte de él junto con su hijo Aruns a sitiar la ciudad latina de Ariccia. Los ariccinos pidieron ayuda a la liga Latina y a la ciudad griega de Cuma. Cuando llegó la ayuda, el ejército ariccino empujó más allá de las murallas de la ciudad y los ejércitos unidos se enfrentaron con las fuerzas de Aruns en la batalla. Según Tito Livio, los etruscos rodearon inicialmente al ejército de Ariccia, pero los cumanos, con una maniobra audaz, atacaron al ejército de Aruns por la retaguardia, obteniendo la victoria contra los enemigos. Livio dice que el ejército de Chiusi fue destruido.
Guerra con los sabinos
La siguiente gran amenaza a Roma vendría por parte de los sabinos. La caída de la monarquía romana dejó los sabinos en una posición ambigua con respecto a la política de Roma. Sus tratados se habían hecho con los reyes, pero ahora se han ido los reyes. En el 505 AC, Porsena convenció a los sabinos que deberían ayudar a restaurar los reyes. Los intentos sabinos fueron derrotados en tres ocasiones, y se otorgó un triunfo a los cónsules Marco Valerio Voluso y Publio Postumio Tuberto. Los triunfos se registran en los Fastos Triumphales, aunque con los detalles de estas batallas están perdidos
Batalla de Fidenas o Fidenae (504 AC)
En el 504 AC, los cónsules electos fueron Publio Valerio Poblícola (por cuarta vez) y Tito Lucrecio Tricipitino (por segunda). Según Livio, querían dar una lección a los sabinos, lo que llevó a la elección de estos cónsules experimentados.
Los cónsules marcharon hacia la ciudad de Fidenas (Fidenae) donde los sabinos y sus aliados habían montado su campamento. Al llegar cada cónsul estableció su propio campamento, Poblícola cerca de los sabinos a la intemperie, mientras que Tricipitino acampó en una colina cerca Fidenas.
El plan sabino era atacar el campamento de Publícola por la noche dejando una fuerza emboscada que impidiera que Tricipitino acudiera en apoyo de su colega, pero unos desertores revelaron el plan. El ataque se produjo después de la medianoche. Los sabinos rellenaron el foso y pusieron rampas sobre el muro sin ser molestados, a pesar del ruido, creyendo que los romanos estaban dormidos. Entraron en el campamento donde esperaban sorprender a los romanos, sin embargo, estos estaban formados esperándoles en la oscuridad. Las tropas gritaron y se lanzaron contra los sorprendidos intrusos. Los sabinos sufrieron una grave derrota en la que supuestamente sufrieron 13.500 muertos y 4.200 prisioneros. A continuación Fidenas sería asediada y tomada al asalto.
Según Plutarco, Rómulo no destruyó la aldea, ni abatió sus cimientos, por el contrario, Fidenas se convirtió en colonia romana, donde se establecieron 2.500 colonos.
Batalla de Eretum (503 AC)
En el 503 AC, los sabinos se aprovecharon que el ejército romano estaba atascado en el infructuoso asedio de la rebelde colonia latina de Pometia, llegando a presentarse ante las mismas murallas de Roma. Sin embargo, finalmente se retiraron tras derrotar a una improvisada fuerza romana y saquear los alrededores. Los romanos marcharon de nuevo contra los sabinos, derrotándolos en la batalla de Eretum. La ciudad de Eretum ahora desaparecida estaba situada en el valle del Tiber, en la frontera con los sabinos.
Batalla de Cures (502 AC)
La victoria definitiva tendría lugar en el año 502 AC, en la batalla de Cures, ciudad situada a 45 km al norte de Roma en el valle del Tiber, en la que el cónsul Casio Vecelino habría causado 10.300 bajas a los sabinos y tomado 4.000 prisioneros. Los sabinos pidieron la paz, accediendo a entregar cereal y algo de tierra cultivable a Roma.
La tranquilidad no duró mucho porque la Liga Latina se alzó contra Roma a instancias de Tarquinio el Soberbio. Esta ruptura envalentonó a los exiliados fidenates, que en el año 500 AC, consiguieron reconquistar Fidenae y volverla contra Roma. Un año después hubo un intento romano de recobrar Fidenae, pero el asedio fracasó.
Batalla del lago Régilo (495 AC)
En 496 AC, ante la inminente amenaza de una invasión sabina, los romanos nombraron a Aulo Postumio Albo como dictador (temporal).
Luego se reclutaron a todos los romanos en edad militar y se dividió el ejército en cuatro cuerpos con Postumio, Ebucio, Verginio y Aulo Sempronio Atratino, quedando los dos últimos de Roma.
Poco después de acabar los preparativos, le llegaron al dictador las noticias de sus exploradores que los latinos habían tomado por asalto el fuerte romano de Corbio, matando a toda la pequeña guarnición. Mientras que la población civil se había refugiado con sus esclavos y ganado en las fortalezas más cercanas a medida que avanzaban los latinos. Estos quemaron todas las casas en las que no encontraron suministros. Poco después se les unió un considerable ejército volsco procedente de Antium, cargado de armas y granos. Esto alarmó a Postumio, quien marchó de noche para aproximarse rápidamente al campamento enemigo a orillas del lago Regilio con el fin de no dar tiempo a los volscos de enviar más refuerzos. El cuerpo principal estaba en territorio de la ciudad latina de Tusculum.
Los generales de los latinos Octavio Mamilio, yerno del antiguo rey de Roma y rey de Tusculum, Lucio Tarquinio, y el hijo del depuesto monarca, Sexto Tarquinio, acamparon por separado. Durante la noche celebraron un consejo con sus oficiales. Los romanos habían ocupado la cima de una colina, así que los oficiales latinos discutían si intentar asaltarla, inmovilizarlos con una zanja y dejar una pequeña guarnición para atacar Roma con el grueso del ejército o esperar más refuerzos volscos.
Entre tanto, el cónsul Verginio salió de Roma y marchando durante la noche acampó en otra colina cercana, aislando al enemigo, que tenía al dictador cortando sus caminos a la izquierda y al cónsul haciendo lo mismo a su derecha. Postumio envió a la caballería e infantería ligera a ocupar una tercera colina para cortar la ruta desde donde los latinos recibían sus suministros, ya escasos. Para esto envió a Ebucio, quien marchó de noche para conseguir la posición. Al comprender que estaban aislados, Mamilio y Tarquinio decidieron expulsar a Ebucio de su colina antes de que reforzara su campamento con una zanja y empalizadas. Sexto Tarquinio intentó realizar un ataque por sorpresa con la caballería, pero los romanos lograron rechazarlo, cargaron repetidamente contra los romanos, hasta que comprendieron que el defensor, ubicado en altura, tenía toda la ventaja y se retiró. Tras esto, Postumio envió refuerzos a su lugarteniente.
Según Dionisio de Halicarnaso, Sexto y Mamilio decidieron que debían entablar una batalla decisiva lo antes posible, mientras que el dictador, entonces más confiado, estaba dispuesto a concedersela. Además, gracias a que su caballería había capturado a muchos mensajeros volscos que habían intentado cruzar los caminos bloqueados, descubrió que este pueblo y los hérnicos habían reunido un poderoso ejército que ya estaba en camino.
Los romanos debían luchar lo antes posible, así que formaron y ocuparon la llanura entre su campamento y el latino, en las cercanías del desaparecido lago Régilo muy cerca de la ciudad de Gabii. Sus enemigos hicieron lo mismo. La versión de Tito Livio dice que al enterarse de la presencia de los Tarquinios en el ejército latino, los jefes romanos buscaron agresivamente la batalla y lucharon con gran determinación.
Postumio Albo había reunido un ejército de 23.700 infantes y 3.000 jinetes. El grueso sabino que tenía 40.000 infantes y 3.000 jinetes, entre sus filas había romanos exiliados incluidos Tarquinio y sus hijos.
Los latinos formaron de la siguiente manera: Sexto Tarquinio mandaba el ala izquierda, su hermano Tito el centro y Mamilio el ala derecha. La caballería se dividió en tres cuerpos, dos en las alas y uno de reserva detrás del centro.
En el lado romano, el ala izquierda estaba a las órdenes de Tito Ebucio Elva; el ala derecha bajo el mando de Tito Verginio y el centro bajo el propio Postumio.
La batalla fue muy violenta. Tarquinio el Soberbio se arrojó contra Postumio, pero fue herido en el costado y rescatado por sus hombres; Ebuzio, que mandaba la caballería en el ala opuesta, chocó directamente con Octavio Mamilio y ambos resultaron heridos, Ebuzio en el brazo, el otro en el pecho, y tuvo que retirarse tras las líneas del frente. Mamilio, sin embargo, volvió a luchar liderando la cohorte de refugiados junto al hijo de Tarquinio. Marco Valerio, hermano de Valerio Publicola, al ver que el joven Tarquinio espoleó su caballo y se arrojó con su lanza contra Tarquinio que se retiró entre los suyos. Valerio no se rindió, fue herido en el costado por un oponente y moriría poco después.
En ese momento se produjo otro enfrentamiento entre los comandantes: el comandante latino, al ver que el batallón de exiliados estaba a punto de ser rodeado por el dictador romano, se llevó consigo algunos manípulos de la reserva y se lanzó al frente. Tito Erminio, segundo al mando, los vio venir y reconoció a Mamilio entre ellos, inconfundible por su patrimonio y las armas que portaba. Así, atacó al general contrario con mucha más fuerza de la que había hecho antes el magister equitum y lo mató de un solo golpe atravesándolo de lado a lado. Sin embargo, en el momento en que estaba desnudando el cadáver, él también fue alcanzado por una flecha enemiga. Transportado al campo como ganador, murió mientras recibía los primeros tratamientos.
Entonces el dictador, viendo que los soldados de infantería estaban agotados, corrió en dirección a los jinetes y los invitó a desmontar y unirse a la refriega. Obedecieron la orden: echaron pie a tierra, corrieron al frente y se unieron a los infantes. La moral de los soldados de infantería, al ver que incluso los jóvenes nobles romanos luchaban junto a ellos y compartían los riesgos, se elevó de inmediato. Solo entonces se contuvo el avance de los latinos y su línea de batalla se resquebrajó y perdió terreno, pronto los latinos se dieron a la fuga. Los jinetes volvieron a montar para salir en persecución del enemigo. La infantería los siguió detrás.
Se dice que el dictador, para no descuidar ninguna ayuda divina o humana, decidió dedicar un templo a Castor y prometió premios a los dos primeros soldados que entraran en el campamento enemigo. Los romanos, tan animados, se lanzaron con tal entusiasmo que de un solo asalto derrotaron al enemigo y conquistaron su campo. El dictador y el magister equitum regresaron a Roma para su triunfo.
Los latinos sufrieron 25.000 bajas y matando a Mamilio y haciendo 5.000 prisioneros, al parecer solo sobrevivieron 10.000.
Postumio acampó en el campo de batalla y al día siguiente premio a los hombres que destacaron por su valor, designar guardias para vigilar a los prisioneros y hacer sacrificios a sus dioses. Fue en esas ceremonias cuando le avisaron de que un gran ejército de volscos se aproximaba. Este pueblo, sin haber entrado en hostilidades abiertas con Roma, había recaudado impuestos para ayudar a los latinos, pero no se había movilizado a tiempo para unir fuerzas.
El dictador mandó a todos sus soldados entrar al campamento y permanecer con sus unidades hasta que les dijeran qué hacer. Los volscos estaban llegando a la zona y empezaron a encontrar los numerosos cadáveres, enterándose de lo sucedido por los numerosos prófugos que había por allí. Algunos oficiales querían asaltar el campamento romano, sabiendo que el enemigo estaba agotado y sus filas estaban mermadas por los muertos y heridos. En cambio, otros no deseaban atacar a un ejército que acababa de derrotar a sus aliados y en caso de perder no tenían dónde buscar refugio. Un tercer grupo propuso construir un campamento seguro y pedir refuerzos a su gente por considerar muy riesgoso intentar el asalto pero vergonzoso retirarse.
Finalmente, los volscos decidieron enviar embajadores a espiar el campamento romano bajo la coartada de desear felicitar a Postumio por la victoria, tratando de ganarse su amistad para que les mostraran el lugar. Así, seleccionaron a los supuestos embajadores y los enviaron al campamento enemigo, donde los recibió una asamblea de jefes romanos. Pero el dictador les acusó de desear espiarlos y ser enemigos de Roma. Los embajadores lo negaron, sin embargo, este les mostró las cartas capturadas a los generales latinos, lo que provocó que los soldados romanos los arrestaran. Sin embargo, su comandante ordenó liberarlos por magnanimidad. Después de calmar a la tropa, Postumio les dio una guardia de jinetes a los embajadores para regresar con su ejército, luego ordenó prepararse para la batalla. Los volscos levantaron su propio campamento y se retiraron a su país.
Victoria de Manio Valerio Máximo (493 AC)
Al año siguiente 494 AC, los volscos, sabinos y los ecuos tomaron las armas al mismo tiempo contra Roma. Para hacer frente a la amenaza, se nombró un nuevo dictador romano, Manio Valerio Máximo. Se considera que su elección se debió tanto a su temperamento moderado como a la aceptación popular que le daba el recuerdo de su difunto hermano Publio.
Se reclutaron 10 legiones (45.000 efectivos), el mayor ejército que se había reclutado hasta el momento. 4 legiones quedaron asignadas al dictador para contener a los sabinos que eran la amenaza principal, y 3 legiones a cada uno de los cónsules para combatir a los ecuos y volscos. El dictador marchó con sus 4 legiones para enfrentarse a los sabinos, aunque la localización de la batalla no está clara. El ejército sabino desplegó en una formación muy amplia con el centro era demasiado débil. El dictador explotó esta debilidad, lanzando una carga de caballería a través del centro sabino, seguido por un ataque de la infantería. Los sabinos fueron derrotados, y huyeron. Los romanos capturaron el campamento sabino, y se adjudicó la victoria en la guerra. La victoria fue tan importante como la batalla del lago Regilo. El dictador Valerio volvió a Roma y fue honrado con un triunfo, además se le compensó con una silla curul en el Circo máximo para él y sus descendientes.
Después del regreso a Roma de los ejércitos, Valerio pidió al senado que hiciera frente a los problemas de la deuda en curso que afligía al pueblo. El senado declinó actuar y el dictador se expresó su indignación y Dimitió como dictador y volvió a su casa, saludado por el aplauso del pueblo romano.
Foedus cassianum (493 AC)
Los latinos rechazaron las propuestas de los volscos de unirse a ellos en el ataque de Roma y llegaron a entregar a los embajadores volscos en Roma. El Senado romano, en señal de agradecimiento, otorgó la libertad a 6.000 presos latinos y, a cambio, los latinos donaron una corona de oro al templo de Júpiter Optimus Maximus en Roma. Se formó una gran multitud, entre la que se encontraban los prisioneros latinos liberados, que agradecían a sus captores.
Como consecuencia de este hecho, se establecieron grandes lazos de amistad entre romanos y latinos.Los latinos también advirtieron a Roma de la invasión de los volscos que tuvo lugar poco después, en el mismo año: un grupo de jinetes latinos cabalgó hacia Roma para advertir que un ejército enemigo se acercaba a la ciudad.
De esta forma, la guerra concluyó con el llamado foedus cassianum (por el nombre del cónsul Espurio Casio Vecelino) mediante el cual Roma se erigía como la principal potencia del Lacio. No obstante, reconocía la autonomía de las ciudades latinas, que habrían de prestar ayuda militar en caso de amenaza externa, reservándose Roma el mando militar de la alianza en ese supuesto. También se autorizaron matrimonios mixtos y la instauración de relaciones comerciales estables.
Un segundo pueblo, los ernicios, se unió a la alianza algún tiempo después. Si bien la mecánica precisa de la Liga latina sigue siendo incierta, su propósito general parece claro. Durante el siglo V AC, los latinos se vieron amenazados por una invasión de ecuos y volscos, atribuible a una vasta migración de pueblos sabelicos de los Apeninos a las llanuras. Varias comunidades latinas que vivían al margen de la Liga fueron invadidas, y fuentes antiguas registran que tanto los ecuos como los volscos, o incluso ambos, combatieron casi todos los años durante la primera mitad del siglo V AC. Esta guerra se habría caracterizado por redadas y ataques sorpresa en lugar de batallas.
El Foedus Cassianum permaneció en vigor durante más de un siglo hasta el 338 AC, cuando Roma disolvió la Liga latina tras una insurrección conocida como la Guerra Latina (340-338 AC).
Cayo Marcio Coloriano
Asedio de Corioli
En el 493, el cónsul Póstumo Cominio asedió la ciudad volsca de Corioli. Mientras las fuerzas romanas se centraban en sitiar la ciudad, una fuerza volsca proveniente de Anzio atacó a los romanos, simultáneamente las fuerzas de la ciudad de Corioli realizaron una salida. Cayo Marcio se percató de la salida de las fuerzas volscas, y reunió a un puñado de soldados romanos para romper las filas enemigas y entrar a la ciudad. Tomando la iniciativa Coriolano y sus fuerzas cargaron contra las puertas de la ciudad y comenzaron a incendiar algunas casas cercanas a sus muros el golpe de efecto fue tal que las fuerzas volscas se rindieron en el acto, y fue entonces cuando Cayo Marcio ganó el sobrenombre de «Coriolano«.
Conflicto y exilio
Tras vencer a los volscos, Coriolano gozó en Roma de una gran popularidad; pero por su ideología conservadora y por ganar el favor del senado romano. Pero no todos los romanos veían sus gestas con buenos ojos. De hecho, en esos años Roma vivía una grave crisis social, un conflicto entre los patricios, las grandes familias que dominaban la ciudad desde el Senado, y los plebeyos, la masa de la población, en su mayoría formada por campesinos. Los privilegios políticos y económicos de los patricios resultaban cada vez más gravosos para los plebeyos. Estos eran conscientes de que su fuerza era tan imprescindible para la supervivencia de Roma como la de los aristócratas, pues eran ellos quienes formaban el grueso de las tropas de infantería que dirigían los generales patricios en las numerosas guerras que jalonaron la historia de la República romana.
En 494 AC, poco antes de la campaña de Marcio contra Corioli, estalló la crisis. Los plebeyos se amotinaron y al año siguiente decidieron abandonar el ejército y retirarse con sus familias al monte Aventino, con el propósito de fundar allí una nueva ciudad plebeya. La secesión, como se llamó a este boicot, hizo que los patricios, alarmados, accedieran a las demandas de los plebeyos y les dieron derecho a elegir a sus propios magistrados, los llamados tribunos de la plebe, encargados de defender los derechos de los plebeyos ante el gobierno. En ese conflicto, Coriolano abogó en todo momento por seguir una línea dura e instó a los patricios a rechazar todas las demandas de los plebeyos. Cuando volvió de Corioli mantuvo la misma actitud, y los plebeyos se lo hicieron pagar. Según Plutarco, en 491 AC, se presentó a las elecciones a cónsul, pero fue derrotado por culpa de la oposición de los tribunos y de una votación bastante dudosa. Coriolano nunca olvidó la humillación que se le había infligido.
Hacia 490 AC, se produjo una grave crisis alimentaria en Roma, con una gran carestía de grano. Cuando, ante las revueltas de los plebeyos, la República consiguió una partida de grano y se dispuso a repartirla a un precio por debajo del de mercado, Coriolano pronunció un discurso muy duro contra esta medida, según recoge Tito Livio: “Si quieren el antiguo precio del grano, que devuelvan al Senado sus antiguos derechos. ¿Por qué tengo yo que ver a unos plebeyos de magistrados?”. Las palabras de Coriolano, aunque no fueron compartidas por la mayoría en el Senado, más dado a contemporizar con los plebeyos, exaltaron más los ánimos contra él. Poco después, Coriolano fue acusado por los tribunos de traición y malversación de fondos. Haciendo gala de todo su orgullo de patricio, el general renunció a defenderse y marchó voluntariamente al exilio.
Defección a los volscos
Coriolano se dirigió al territorio de los volscos, sus antiguos enemigos, y se presentó en casa de su más acérrimo rival, Ato Tulo Anfidio, para pedirle refugio. Este se lo concedió con gusto y lo presentó a su pueblo como líder militar. No tardó en surgir un pretexto para la guerra entre romanos y volscos. Habiendo acudido a Roma con sus compatriotas con motivo de unas fiestas, Tulo Aufidio difundió el rumor de que los volscos iban a atacar las puertas para conquistar la ciudad. Los romanos, alarmados, los expulsaron de Roma, una afrenta que Tulo Anfidio decidió vengar. El jefe volsco y el propio Coriolano fueron nombrados generales en jefe, y en pocas semanas conquistaron todas las poblaciones situadas al sur de Roma, incluida Corioli.
Al final, los volscos acamparon a escasa distancia de Roma. Coriolano dio orden de arrasar las tierras propiedad de los plebeyos y de que no se tocaran las de los patricios, con el propósito tanto de beneficiar a sus iguales como de azuzar las disensiones civiles en la ciudad.
En Roma, los plebeyos se negaron a continuar la guerra, por lo que el Senado romano decidió enviar una embajada para pedir un tratado de paz justo y solicitar particularmente a Coriolano que mediara en favor de su patria.
La primera embajada encabezada por los senadores, Coriolano les exigió que Roma devolviese todos los territorios conquistados a los volscos. Cuando el Senado envió otra embajada, esta vez constituida por sacerdotes, Coriolano se negó a recibirla.
Todo indicaba que el destino de Roma sería el de ser conquistada y arrasada por los volscos. Pero entonces las matronas (mujeres casadas) de Roma intentaron un último acto desesperado y convencieron a Veturia madre y Velumnia esposa de Coriolano para que todas acudieran al campamento volsco a suplicar a Coriolano por la ciudad, acompañadas por los dos hijos pequeños del exiliado.
Finalmente, Coriolano cede compungido a las súplicas de su madre y esposa y aplazando el asedio y retirándose a Anzio.
Según cuenta Tito Livio, cuando Coriolano accedió a saludar a su madre, pero esta le negó el abrazo filial y le dijo: “Antes de recibir tu abrazo, deja que me entere de si me acerco a un enemigo o a un hijo, si soy una prisionera o una madre en tu campamento”. Según la versión recogida por los historiadores antiguos, la reprimenda de su madre y la lastimosa visión de su mujer y sus hijos, avergonzados de su marido y padre, hicieron que Coriolano decidiese levantar el campamento. Los romanos, agradecidos, erigieron fuera de la muralla de la ciudad un templo a la Fortuna Muliebris (Fortuna de las mujeres).
Hay disparidad en las fuentes sobre lo que fue posteriormente de Coriolano. Plutarco y Dionisio de Halicarnaso dicen que fue asesinado por los volscos, indignados porque se les había escamoteado la conquista de Roma, cuando parecía ya en sus manos. Tito Livio, en cambio, recoge la versión de un historiador del siglo III AC, Fabio Píctor, quien afirmaba que Coriolano había muerto de viejo en el exilio. Dada la antigüedad de la fuente, su versión es la más probable.
Los acontecimientos descritos inspiraron a Ludwig van Beethoven su obertura Coriolano y a William Shakespeare una tragedia Coroliano.
Guerra de Roma contra los volscos (389 – 385 AC)
A partir de finales del siglo VI y a lo largo del siglo V AC, los volscos y ecuos emigran al Lacio, fue la mayor migración de pueblos de los Apeninos a las llanuras. Las comunidades latinas cercanas a la frontera parecían abrumadas y, en respuesta a esta invasión, los latinos establecen una alianza con los romanos en 493 AC, el Foedus Cassianum. Así nació una alianza militar entre Roma, la Liga Latina y los hernicios que se unieron a ella unos años más tarde (486 AC) debido a su posición entre los contendientes.
El territorio de los volscos, cuya capital era Antium en la costa del mar Tirreno, se extendía desde las marismas Pontinas en el sur de las ciudades latinas hasta el valle alto y medio del río Liris en el este.
Tras el saqueo de Roma por Breno, los etruscos, volscos y ecuos abandonaron la alianza para intentar un golpe fatal a Roma a diferencia de los latinos y hernicios que desertaron de la batalla.
El senado romano nombró los tribunos militares con poder consular abandonan y establecen un campamento cerca del monte Marzio, que sin embargo, fue atacado y asediado por los volscos. Para hacer frente a los numerosos enemigos, los cónsules nombran dictador a Marco Furio Camilo.
Camilo reunió un nuevo ejército, que incluía a hombres que normalmente se consideran demasiado mayores para el servicio militar. Burló con su ejército la vigilancia de los volscos, pasar por alto el monte Marzio, ataca al ejército enemigo por la retaguardia, haciendo que los romanos sitiados reconozcan su presencia con fuegos. Estos últimos preparan una salida y los volscos, en lugar de ser atacados por dos lados, se atrincheran en su campamento y se atrincheran. Sabiendo que un fuerte viento soplaba desde la montaña hacia el llano al amanecer, Marco Furio Camilo envió parte de sus fuerzas atacar por el lado opuesto para crear una distracción. Prendió fuego a los campos volcánicos que se extendió con la ayuda del viento hacia el campamento enemigo. La mayoría de los volscos murieron en el fuego o en un intento desesperado por contraatacar para escapar de las llamas.
Cuando los romanos asaltaron el campamento, no tuvieron dificultad en derrotarlos. Posteriormente, devastaron el territorio de los volscos hasta que se rindieron. Camilo posteriormente se dirigió contra los etruscos y los derrotó en la batalla de Sutrium.
En el 388 AC, los tribunos de la plebe propusieron compartir el territorio pontino, pero el proyecto encontró poco apoyo de la plebe.
En 387, Lucio Sicinio, también tribuno, volvió a plantear la cuestión del territorio pontino. Sin embargo, cuando llegó la noticia de que Etruria en armas llega a Roma, el tema quedó fuera. Al año siguiente, los anzios invadieron el pantano Pontino y se informó a Roma que algunas ciudades latinas habían enviado soldados en su ayuda. Los romanos eligieron a Marco Furio Camilo entre los seis tribunos consulares en previsión de una guerra contra los etruscos. Trató los asuntos de Estado como si fuera un dictador, eligió a uno de los otros tribunos, Publio Valerio Potito Publicola, como colega en la guerra contra los volscos y confía a los otros cuatro tribunos la tarea de defender y gobernar la ciudad.
Los dos tribunos se encontraban con los anzios en Satricum. Además de los volscos, los anzios tenían con ellos un gran número de latinos y hernicios. Al principio, los romanos se sienten intimidados por el tamaño y la composición del ejército enemigo, pero después de un discurso enérgico, los soldados romanos cargan contra el enemigo. Los voscos fueron derrotados y muchos abatidos hasta que una tormenta puso fin a la lucha. Los latinos y los hernicios, por tanto, abandonaron a los volscos que se encontraban refugiados en Satricum.
Así comenzó un asedio de la ciudad, pero cuando las incursiones volscas interrumpieron la construcción de sus máquinas de asedio, cambió de táctica y asaltó la ciudad. Dejando el mando del ejército a Valerio, Marco Furio Camilo regresó a Roma para instar al Senado a continuar la guerra y atacar Antium, la capital de los volscos. Mientras tanto, llegaron noticias de los ataques etruscos a las ciudades de Nepi y Sutrium. Por tanto, se decidió confiar a los dos tribunos un nuevo ejército formado en Roma para luchar contra los etruscos.
Los tribunos consulares Lucio Quincio Cincinnato Capitolino y Lucio Orazio Pulvillo del año 386 son enviados para continuar la guerra contra los volscos. Marco Furio Camilo derrotó a los etruscos en Sutrium y Nepi.
En 385 AC, Aulo Cornelio Cosso fue nombrado dictador junto con Tito Quincio Capitolino Barbato como magister equitum, con el pretexto de afrontar la guerra contra los volscos y la deserción de los latinos y los hernicios, pero la verdadera razón fueron los problemas internos provocados por Marco Manlio Capitolino. El dictador marchó con su ejército a territorio Pontino después de enterarse de que estaba siendo invadido por los volscos.
El ejército volsco fue reforzado por contingentes latinos y hernicios, así como por las colonias romano-latinas de Circeo y Velletri. Cornelio ordenó a su ejército que contrarrestase la carga enemiga; los romanos mantuvieron firmemente su posición y cuando la caballería liderada por Quinto se enfrentó al ejército volsco por la retaguardia, el pánico se extendió entre los enemigos. Los volscos huyeron y su campamento fue capturado. Cornelio dejó todo el botín a sus soldados, menos a los prisioneros. De vuelta en Roma, Cornelio Cosso celebró su triunfo sobre los volscos. Satricum sería colonizada por 2.000 ciudadanos romanos, cada uno de los cuales recibe dos arpistas y media de tierra.
Guerra de Roma contra los volscos (383 – 381 AC)
En el 383 AC, Lanuvio, una ciudad latina hasta entonces fiel a Roma, se rebeló y se unió a los volscos y las colonias de Circeo y Velletri en su guerra contra Roma. El Senado romano nombró comisionados para dividir el territorio Pontino y enviar una colonia a Nepi. En ese año unaa plaga arrasó Roma y no se inició ninguna campaña militar. Entre los colonos rebeldes, algunos estaban a favor de un acercamiento con Roma, pero la mayoría se opuso; una incursión en territorio romano puso fin a cualquier discusión sobre la paz.
En el 382 AC, los tribunos consulares Lucio Papiro Mugillano y Spurio Papiro Crasso marcharon contra Velletri, dejando a sus cuatro compañeros para garantizar la defensa de Roma. Derrotaron al ejército enemigo que al parecer incluía muchos auxiliares de Praeneste, pero los tribunos decidieron no atacar la colonia, dudando del éxito de la empresa y no queriendo destruir la ciudad. Tras el informe de los tribunos sobre los auxiliares, Roma declara la guerra a Preneste. En ese año los romanos fundaron una colonia en Setia.
Batalla de Satricum (381 AC)
En el 381 AC, los volscos y prenestinos unieron fuerzas y, de nuevo asaltaron con éxito la colonia romana de Satricum. En respuesta, los romanos eligieron a Marco Furio Camilo como tribuno consular por sexta vez, encargado de la guerra contra los volscos con un decreto senatorial especial y eligiendo por sorteo a Lucio Furio Medullino Fuso para ayudarlo en esa empresa.
Los tribunos consulares marchan sobre Satricum con un ejército de cuatro legiones de 4.000 hombres cada una. En Satricum, se encontraron con un ejército muy superior y listo para la batalla. Marco Furio Camilo, sin embargo, se negó a entablar combate con el enemigo, buscando prolongar la guerra. Esto enfurece a su colega que lo considera demasiado viejo y demasiado lento y convenció al ejército para que lo siguiera. Mientras su colega se prepara para la batalla, Marco Furio Camilo forma una fuerte reserva y esperó el resultado de la lucha. Los volscos comenzaron a retirarse inmediatamente después del comienzo de la batalla y, como era de esperar, los romanos fueron arrastrados en su persecución hacia el campamento volsco, ubicado en una colina.
Varias cohortes volscas puestas en reserva se unieron a la batalla y los romanos, dominados por las fuerzas superiores, comienzan a huir. Marco Furio Camilo intervino con su reserva para apoyar al ejército romano y llevó de vuelta a los fugitivos al combate. Mientras la infantería parecía vacilar, Furio Medullino mandó echar pie a tierra a los jinetes y atacó a los volscos a pie. Estos últimos finalmente fueron derrotados y huyeron, dejando el campo a los victoriosos romanos: un gran número de volscos fueron muertos y la mayoría de los supervivientes fueron hechos prisioneros.
Según Plutarco, Marco Furio Camilo estaba en el campamento enfermo mientras su colega atacaba al enemigo. Cuando descubrió que los romanos estaban huyendo, reunió a los soldados y detuvo el avance de los volscos. El segundo día tomó el mando de las fuerzas romanas, derrotó a los volscos en una batalla y conquistó su campamento. Más tarde recibió la noticia de que Sutrium al norte había caído en manos de los etruscos y que los colonos romanos habían sido masacrados. Envió la mayoría de sus tropas a Roma, mientras que él y algunos contingentes atacaron a los etruscos y los expulsaron de Sutrium. Roma luego anexó la ciudad latina de Tusculum.
Campaña de Roma contra los volscos (380-377 AC)
Según Tito Livio en el 380 AC, los romanos asaltaron Velitrae, pero el evento principal de ese año fue la exitosa campaña del dictador romano Tito Quinto Cincinnato contra Praeneste, que se vio obligado a demandar por la paz.
En el 379 AC, los romanos asignaron el mando de la guerra contra los volscos a los tribunos consulares Publio y Cayo Manlio debido al linaje y popularidad de ambos, pero esto resultó ser un error. Los comandantes romanos enviaron a sus recolectores sin primero hacer ningún reconocimiento, y luego fueron engañados en una emboscada por un espía enemigo que informó falsamente que los recolectores habían sido rodeados. Los volscos también atacaron el campamento romano.
Al enterarse en Roma se decidió nombrar un dictador, pero cuando los romanos se dieron cuenta de que los volscos no tenían la intención de continuar la guerra, optaron por retirar a su ejército del territorio volsco. También se enviaron nuevos colonos para reforzar Setia. El año siguiente 378 AC, los volscos invadieron y saquearon el territorio romano en todas direcciones. En Roma, los tribunos de la plebe primero obstruyeron el alistamiento de tropas hasta que los patricios aceptaran sus condiciones de que no se pagaría ningún impuesto de guerra hasta que la guerra terminara y no se entablaran juicios por deudas ante los tribunales.
Con estas dificultades internas fuera del camino, los romanos dividieron sus fuerzas en dos ejércitos. Uno mandado por los tribunos consulares Spurio Furio Medullino y Marco Horacio Pulvillo, debía marchar hacia Antium y las zonas costeras, el otro, al mando de Quinto Servilio Fidenas y Lucio Geganio Macerino, debía dirigirse a Ecetra y las montañas. Con la esperanza de atraer a los volscos a la batalla, los romanos se dedicaron a devastar la campiña volsciana. Habiendo quemado varias aldeas periféricas y destruido la cosecha del enemigo, los dos ejércitos regresaron a Roma con su botín.
En el 377 AC, los volscos y los latinos unieron sus fuerzas en Satricum. El ejército romano, mandado por tribunos consulares Publio Valerio Potito Poblicola (el mismo Valerio que había mandado con Camilo contra los volscos en el 386 AC) y Lucio Emilio Mamercino, marcharon contra ellos. La batalla que siguió fue interrumpida el primer día por una tormenta.
En el segundo día, los latinos resistieron a los romanos durante algún tiempo, estando familiarizados con sus tácticas, pero una carga de caballería interrumpió sus filas y cuando la infantería romana siguió con un nuevo ataque, fueron derrotados. Los volscos y los latinos se retiraron primero a Satricum y de allí a Antium. Los romanos les persiguieron, pero carecían del equipo para sitiar Antium. Después de una disputa sobre si continuar la guerra o pedir la paz, las fuerzas latinas partieron y los antianos entregaron su ciudad a los romanos. Con furia, los latinos prendieron fuego a Satricum y quemaron toda la ciudad excepto el templo de Mater Matuta; se dice que una voz procedente del templo amenazó con un castigo terrible si el fuego no se mantenía alejado del santuario.
Entre los años 375 a 371 AC, hubo una pausa de seis años en el conflicto romano-volsco.